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La traducción ha eliminado el lado menos infantil de los cuentos para niños

viernes, junio 3rd, 2016

Las traducciones ha censurado relatos infantiles y otro tipo de cuentos, restándoles las diferencias culturales de sus autores o contenido crítico. La obra de Julio Verne es un claro ejemplo de cómo los traductores borraron todos los pasajes antisemitas.

La obra de Julio Verne llegó a manos de las editoriales, los traductores borraron de un plumazo todos los pasajes antisemitas de su imaginario utópico. Imagen: Shutterstock

La obra de Julio Verne llegó a manos de las editoriales, los traductores borraron de un plumazo todos los pasajes antisemitas de su imaginario utópico. Imagen: Shutterstock

Ciudad de México, 3 de junio (SinEmbargo/El Diario.es).- La literatura infantil es el cajón de sastre de la ficción fantástica. Y como tal ha sido censurada, aunque estuviese dirigida a una lectura adulta. Cuando la obra de Julio Verne llegó a manos de las editoriales, los traductores borraron de un plumazo todos los pasajes antisemitas de su imaginario utópico. Decían que los insultos velados hacia los judíos eran impropios para los niños. Algo parecido ocurrió con Robinson Crusoe y su crítica mordaz hacia la Iglesia católica, que fue suavizada en su versión anglosajona o directamente omitida en la española. Así, las violaciones y rameras del libro de Daniel Defoe se tradujeron para todos los públicos como raptos y chicas no honradas.

Estas licencias con la tijera y el uso interesado de los sinónimos fueron justificadas como el cuidado hacia una literatura que moldearía las grandes mentes del futuro.

Varias generaciones han soñando con levantar caballos como Pippi Calzaslargas, formar parte de la tribu de niños perdidos de Emilio y los detectives o con derribar a la mafia de Tintín en el Congo. Pero cada uno de estos universos fue como un explosivo envuelto en inocencia para las editoriales de nuestro país. ¿Cómo traducir a Pippi para que no fuese interpretada como una oda a la desobediencia? ¿Debía el traductor disimular los prejuicios racistas de la Europa de los años 30?

Aunque la literatura para niños es la gran maltratada en el escaparate mediático, su proceso editorial puede que sea el más peliagudo del sector. Ni todas las oscuras obsesiones de los autores nórdicos, ni el lascivo lenguaje del Marqués de Sade se someten a un tercer grado como el de los títulos infantiles. No en vano, esta categoría ostenta el segundo puesto en el ránking de libros traducidos en nuestro país, por detrás de lo que llaman “creación literaria”. Los mismos datos del Ministerio de Cultura afirman que 4 de cada 10 libros que caen en las manos de nuestros pequeños son interpretaciones.

Estas cifras difieren bastante en el caso de Inglaterra o Estados Unidos, donde la producción de títulos traducidos roza el chovinismo con un exiguo 3 por ciento. Decía Montaigne que enseñar a un niño no es llenar un vacío, sino encender un fuego. Y la cultura angloamericana se está perdiendo una enorme cantidad de ficción infantil por limitar sus librerías a la lengua de Shakespeare. Los adolescentes británicos tienen sus estanterías plagadas de superstars como J.K. Rowling, Lewis Carroll y JM Barrie, pero necesitan un chute foráneo entre sus filas.

Poco a poco, la globalización ha dado sus frutos y estos países intentan coser la brecha literaria entonando el mea culpa. Admiten que la leyenda milenaria de que los niños no pillan el humor o la moralina extranjera es totalmente falsa. Por eso están recuperando grandes clásicos desdeñados como Carta al rey, de Tonke Dragt, y otros fenómenos como la saga francesa de Oksa Pollock. El patriotismo literario ha dejado de ser una tendencia molona para convertirse en vergonzosa. Y esta cura de conciencia se ha conseguido con años de iniciativas como Literature Across Frontiers y editoriales que educan al público en la cultura traducida.

Pero no todo es paja en el ojo ajeno, pues la profesión española no está exenta de vigas para hacer autocrítica. El paternalismo en las traducciones, una evidente idolatría por las obras angloamericanas (más por las segundas), el maltrato institucional al oficio de traductor o el irreversible efecto mainstream de Harry Potter en la literatura juvenil: un buen puñado de batallas para un gremio que trabaja en las sombras y queda silenciado por las exigencias de los escritores.

EL COMPLEJO DEL TRADUCTOR PADRE

Los niños son capaces de convertir cualquier vivencia en un cubo de Rubik de preguntas. Por eso algunos traductores de literatura infantil (LIJ) han optado por omitir los asuntos peliagudos de los libros, o bien explicarlos con paráfrasis innecesarias. Es lo que en la profesión se conoce como paternalismo traductor. “Son purificaciones en la LIJ y en su traducción, es decir, un proteccionismo exacerbado que no deja espacio para temas como la muerte, el sexo o la violencia”, escribe Lourdes Lorenzo, catedrática de la Universidad de Vigo. Para la profesora, tan malo es sustituir el término alcohol por leche, como excederse en la interpretación de los elementos implícitos en el texto original.

Sin embargo, los peores tentáculos del paternalismo se extienden hacia aquellos libros “peligrosos” que nunca llegarán a traducirse. “Esto es lo que ha ocurrido con dos obras de LIJ publicadas en Alemania en 1994 ( Leanders Traum y Papas Freund), que no tuvieron correspondencia en España por el miedo a su temática homosexual”, cuenta Lorenzo. La censura se ha aplicado a todas las temáticas, pero en el caso de la infantil contaba con la excusa perfecta para imponer una ideología. “Dentro de esta categoría incluiríamos también aquellos referentes propios de la cultura origen que han sido neutralizados o sustituidos por otros compartidos”, dice el estudio en referencia al cuento de Pocahontas, donde se reemplaza al rey James por el simple título de rey de Inglaterra.

OMBLIGUISMO OCCIDENTAL

Hemos visto que las conductas paternalistas de omisión o condescendencia infravaloran los conocimientos de los jóvenes y restan calidad a la traducción. Lo que se despliega de forma inmediata en el siguiente talón de Aquiles del sector: el dominio aplastante de las traducciones desde el inglés. Esto no solo supone una frontera idiomática, sino también de apertura a otras culturas no occidentales.

“El inglés es el idioma darwinista por antonomasia, el que se adapta cuando los demás ya estamos por extinguirnos”, escribe Javier Calvo en El fantasma en el libro. El mundo de la traducción le suele otorgar unos adjetivos al inglés que caracterizan su supuesta superioridad (maleable, sencillo, moderno…). Por eso la mitad de nuestras librerías tienen marca made in USA y están huérfanas de todo rastro oriental que no sea el japonés. Esta preferencia tiene un efecto boomerang que también influye en las obras españolas que llegan al extranjero, en su mayoría -sorpresa- traducidas al inglés. Por eso el Ministerio de Cultura ha intentado romper el sesgo con más ayudas a las traducciones al italiano, al francés y al árabe.

Pero esta buena intención no es bidireccional y las obras orientales o africanas siguen dándose contra un muro en nuestro país. Los niños españoles crecen observando un patrón único de personas blancas y costumbres occidentales, considerando todo lo ajeno a estos cánones como algo exótico. Así que algunas editoriales especializadas han atajado esta falta de diversidad publicando libros que no habrían tenido ni una oportunidad de llegar a España. Sim Sim, por ejemplo, ofrece cuentos infantiles centrados en un universo árabe para acabar con los tópicos del mundo musulmán. “Estos relatos nos ponen en contacto con los orígenes de la tradición, con su mundo imaginario, su sentido de la supervivencia y algunos de sus valores más asentados”, dicen desde esta editorial propiedad de la Casa Árabe.

HARRY POTTER

Los más críticos asumen este orientalismo como una consecuencia directa de la dictadura económica. La literatura angloamericana vende porque procede de una potencia que vende. La publicidad se ha convertido en el titiritero del sector editorial infantil y lo mueve al son de las oscuras necesidades del merchandising. Algunos académicos han encontrado el momento exacto de la colonización: la publicación del primer libro de Harry Potter, en 1997. Estos expertos defienden que los editores para niños ya no invertirán en traducciones pequeñas, sino en sagas con un gran potencial de convertirse en fenómenos comerciales. Porque muchas veces las mochilas, estuches o camisetas con la imagen del héroe literario del momento reportan más beneficios que la propia obra.

“Con los libros de Harry Potter hay cierta presión añadida por el elevadísimo número de seguidores que tiene la serie”, confiesa Gemma Rovira, traductora de la saga de J.K. Rowling al español. “Para mí era importante no rebajar el nivel de exigencia por el hecho de que los lectores fueran niños, puesto que la autora no lo hacía”. Sin embargo, Rovira no piensa que estos libros fuesen el comienzo de una dictadura de la publicidad. “No voy a negar que en el mundo editorial exista el marketing, pero ante todo prima el verdadero valor de la literatura y de la magia de la lectura”, concluye.

Con efecto Harry Potter o sin él, la profesión de traductor está sujeta a unas duras condiciones que no reciben una recompensa económica acorde. Cuando la versión es sobresaliente, el mérito se lo lleva el autor; y si hay un error, el traductor paga los platos rotos. “No hacemos más que asumir la responsabilidad del texto original”, admite Gemma. Pero gracias a ella (una de las firmas de traducción más conocidas de Salamandra) y a Javier Calvo, que ha editado su propio libro sobre las sombras de la profesión, estos fantasmas van consiguiendo una autoridad corpórea entre los lectores más jóvenes. Un insuficiente homenaje a ese reducto infantiloide de nuestro cerebro que a veces se va de paseo por Hogwarts o el Nautilus, y que siempre llevará dos firmas.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE El Diario.es. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

Te cuentan el cuento 10 escritores del género

sábado, marzo 26th, 2016
Historias de todo tipo en el género tradicional del cuento. Foto: meunierd / Shutterstock.com

Historias de todo tipo en el género tradicional del cuento. Foto: meunierd / Shutterstock.com

¿Quién dijo que ha pasado de moda? Al contrario, el cuento vive su mejor momento en la literatura y para muestra, estos libros imperdibles de autores en español

Ciudad de México, 26 de marzo (SinEmbargo).- Desde el siglo pasado por lo menos se dice que el auge del cuento es efímero, pero lo cierto es que el género que desde Jorge Luis Borges, pasando por Juan José Arreola, Juan Carlos Onetti, Horacio Quiroga, hasta Julio Cortázar y Roberto Bolaño, goza de una salud esplendorosa.

Escribir un cuento es cosa seria y no lo puede hacer cualquiera, así que además de los 10 libros que han llegado a nuestra mesa de trabajo, recomendamos estos 12 consejos de Roberto Bolaño (1953-2003), para que si lo intentas, no te quedes a medio camino.

numero_1Nunca escribas los cuentos de uno en uno. Honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.

numero_2Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.

numero_3Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.

numero_4Hay que leer a Horacio Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Jorge Luis Borges. Hay que leer a Juan Rulfo, a Augusto Monterroso, a Gabriel García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Camilo José Cela ni a Francisco Umbral. Sí que leerá a Julio Cortázar y a Adolfo Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.

numero_5Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.

numero_6Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.

numero_7Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!

numero_8Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.

numero_9La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.

numero_10Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.

numero_11Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas.

numero_12Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.

10 LIBROS DE CUENTOS QUE NOS GUSTARÍA QUE LEYERAS

1 Políticamente-incorrecto

En estos 15 textos, arduos y provocativos, el autor potosino ha usado la “forma literaria” como campo de batalla donde los signos de nuestra vida -nuestras búsquedas del amor, la verdad o la libertad- se enfrentan a la gramática del poder. Escritas con singular rigor desde su trinchera cotidiana, estas fábulas jamás desatienden la función más profunda de la literatura: la de narrar las experiencias esenciales de la calle o de la casa, del terruño o del exilio con la sabia precisión de un artista, capaz de revelar ante el lector algún secreto inexplorado de esa vida misma. Aunque aquello que el cuento revele -tras la máscara de lo real- sea trágica y políticamente incorrecto.

2 En-el-pabellón-de-las-dieciséis-cuerdas

Uno de los deportes que más atrae a los escritores es el boxeo; dada su precisión y determinación puede ser contemplado como si se tratara de una obra de arte.En este libro, el deporte de las orejas de coliflor encuentra múltiples referencias, desde el cine en películas como On the waterfront hasta peleadores emblemáticos como Jake LaMotta, entremezclados con personajes que hablan de una realidad atravesada por la violencia, principalmente en el estado de Veracruz. Los cuentos de este volumen trastocan las convenciones del género y hacen evidente el fino trabajo de un autor en ciernes.
3Lo-peor-de-la-buena-suerte

En estos cuentos la realidad y la ficción hacen un entrecruce de gramáticas que crean paradojas. El insomnio y la pesadilla, lo escrito y lo olvidado, son elementos que van atrapando a los personajes dentro de un circuito cerrado. En algunos casos, estos personajes tienen que desaparecer, aventarse por una ventana o simplemente solicitar al autor que les permita acceder a esa otra verdad: la realidad fuera del cuento.

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4 Los-atacantes

Las cámaras de seguridad nos han dado la tranquilidad de tener a alguien velando por nosotros. Pero también la incertidumbre de que siempre habrá algún otro vigilándonos. La ciencia ha erradicado enfermedades, pero también ha creado monstruos e infecciones impensables. El correo electrónico, las redes sociales, un teléfono en el bosillo: consuelos para la soledad, mejoras en la comunicación, pero también el principio del fin. Acosadores, stalkers, suplantadores. Atacantes de nuestro confort.

5 Contra-el-tiempo

“Detrás de la aparente cotidianidad de estos cuentos, de sus personajes familiares o absurdos, una fuerza extraña late oculta tras la trama y deja una vega sensación de fracaso. No es la muerte –presente en muchos de sus cuentos–, ni la pérdida, ni el dolor. Es una amenaza mucho más alarmante: la fuerza extraña late en los cuerpos”, del prólogo de Samanta Schweblin.

6 Cavernas

Estas Cavernas se conectan no por el hecho de compartir personajes o de suceder en la misma ciudad o en la misma época. Estos cuentos lo son cabalmente, sin excusa ni aspiración a la novela. Son cuentos, porque necesitan ser cuentos. Su ritmo, su precisión, su saber decir con urgencia exigen este género. Pero los une entre sí lo hondo de su oscuridad, que permite que se abra el pasaje al otro lado: aquí hay visiones inalcanzables para los no iniciados y, en sus simas, el tiempo vuelve con sus violencias cíclicas, trayendo también la belleza terrible que espera a los que se arriesgan.

7 Lo-que-dicen-cuando-callan

En el universo literario de Alejandra Laurencich, las mujeres son las protagonistas centrales y las emociones y sentimientos inconfesables disparados por vivencias cotidianas, lo que se elige narrar. Desaforados, entrañables, compulsivos, vulnerables, bien o malintencionados, sus personajes se miran a sí mismos y a su entorno desde una interioridad lacerada por el mundo en el que les tocó nacer y crecer.

8 La-casa-chica

Ocultas de la vida pública y, si acaso, ligeramente turbadas por los murmullos de los enterados, algunas de las pasiones amorosas más emblemáticas del agitado siglo XX en México vivieron alejadas de las mirads inquisitorias. Ocho ficciones posibles de personajes que tejieron el tapiz cultural, artístico y político de México.

9 El-androide-y-las-quimeras

Muñecas, androides, quimeras. Mujeres vistas y amadas por un hombre. Muñecas destruidas por hombres. Hombres que jugaron a ser mujeres y pagaron el precio. Mujeres divinas construidas por mentes monstruosas. Muñecas de carne y hueso que roen los mecanismos de la fatalidad. Quimeras que devoran por igual a hombres y mujeres. Desde la obsesión de Edison por crear una muñeca parlante hasta la inquietante afición de Carroll por fotografiar adolescentes, entre la niña enamorada del fósil de un pterodáctilo y la envenenadora que fundó un paraíso adamita en las Galápagos, El androide y las quimeras es el catálogo de una siniestra fábrica de prodigios.

10 Cuentos-populares-mexicanos

A partir de una minuciosa investigación etnográfica y lingüística de los relatos de tradición oral más representativos del país, Fabio Morábito reúne en esta antología 125 cuentos provenientes de regiones que van desde Sonora hasta Chiapas, desde los tarahumaras hasta los chontales y, más allá todavía, incursionar en California y Nuevo México, para reaparecer más adelante en Veracruz y Querétaro. Acompañados de ilustraciones elaboradas por ocho ilustradores mexicanos, los relatos seleccionados ofrecen una visión sobre los temas ancestrales que han perdurado en la tradición de los pueblos mexicanos: la creación del mundo, la aparición del Sol y de la Luna, la aparición del primer hombre, el surgimiento de las ciudades, así como historias donde el humor y la astucia son los temas centrales.