Posts Tagged ‘José Alfredo Jiménez’

VIDEOS: Vicente Fernández, el “Sinatra de las rancheras” y el legado musical que deja

domingo, diciembre 12th, 2021

Las canciones de Vicente Fernández se convirtieron en parte del cancionero popular mexicano y traspasaron las fronteras dejando un gran legado musical. 

Por Mónica Rubalcava

Ciudad de México, 12 de diciembre (EFE).- Tras la partida de Vicente Fernández a los 81 años de edad, en México y el mundo queda un legado musical del apodado “Sinatra de las rancheras”, compuesto por casi un centenar de discos, más de 300 canciones grabadas y al menos 37 filmes.

“Mientras no dejen de aplaudir, yo no dejo de cantar”, decía Vicente Fernández como un mantra en sus conciertos que lo comprometía de forma íntima con su público como ningún otro artista.

Sus canciones se convirtieron en parte del cancionero popular mexicano, traspasaron las fronteras y su traje de charro color crema, su amplio bigote y la potente voz intacta, aún en su octava década, marcaron la actitud y la fisionomía de la figura del macho mexicano.

El cantante mexicano Vicente Fernández murió este domingo a los 81 años de edad en la ciudad de Guadalajara, Jalisco (México). Foto: Antonio Cruz, Cuartoscuro.

LOS INICIOS DE “EL REY”

En 1966 Vicente Fernández obtiene una oportunidad para ser parte de la discográfica CBS en la que “Tu camino y el mío”, “Perdóname” y “Cantina del Barrio”, se convierten en las primeras canciones que marcarían el camino del Charro de Huentitán.

A la par, Fernández impulsó su carrera con el cine, en donde hizo la música de 22 de las 37 películas que grabó.

HIMNOS DE LA MÚSICA MEXICANA

El primer gran éxito de Vicente, el que lo convirtió en el “nuevo rey de la música ranchera”, tras la temprana partida de ídolos como Javier Solís o José Alfredo Jiménez, fue la canción escrita por Fernando Z. Maldonado, “Volver, volver”, tema que rompió todos los récords de venta y se convirtió en un himno de la música ranchera.

La canción que posteriormente cantantes como Chavela Vargas cantarían, cuenta la historia de un macho rendido ante su culpabilidad de un amor que termina.

Z. Maldonado también escribió temas icónicos de su carrera como “Hermoso cariño” de 1992, que también perteneciente al cancionero popular mexicano.

MARTÍN URIETA

Sin duda uno de los compositores a los que el cantante le debía parte de su éxito era a Martín Urieta, actual presidente del consejo directivo de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), a quien le grabó 25 canciones, entre ellas otro de los grandes himnos mexicanos, “Mujeres divinas” de 1987.

El tema buscaba reivindicar la música ranchera —caracterizada por hablar en contra de las mujeres—, esta vez celebrando la grandeza de ellas.

Asimismo, otro gran éxito que Urieta le dio al Charro fue “Acá entre nos” de 1992 o “Qué de raro tiene”.

GRANDES ARTISTAS

Vicente también cantó temas de grandes cantantes que le precedieron, como José Alfredo Jiménez con su canción “El Rey”, o “Sombras nada más”, de Javier Solís.

Sin embargo, en la última etapa de su carrera también interpretó canciones de artistas consagrados como el llamado “Poeta del pueblo”, Joan Sebastian, quien le dio el éxito de “Estos celos” en el 2007, y de Juan Gabriel con “La diferencia”, con quien aseguran no mantuvo una estrecha relación.

Sin Fernández en la escena, queda un vacío musical en el mundo de las rancheras y el mariachi que se espera sea llenado por su hijo Alex Fernández, el hijo de Antonio Aguilar, Pepe Aguilar, y quizá una nueva generación de jóvenes como Christian Nodal.

VIDEO: Monreal se echa “palomazo” en el Tenampa en homenaje a José Alfredo Jiménez

domingo, noviembre 21st, 2021

Monreal rindió dicho homenaje al cantante mexicano y agradeció al personal del establecimiento por brindar su apoyo para la celebración.

Ciudad de México, 21 de noviembre (SinEmbargo).- Ricardo Monreal Ávila, líder del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en el Senado, rindió homenaje a uno de los grandes cantautores mexicanos: José Alfredo Jiménez, a 48 años de su muerte, en el salón Tenampa, ubicado en la Plaza de Garibaldi de la Ciudad de México junto con los familiares del difunto cantante.

“Una velada junto a su hijo José Alfredo; su nieto Luis Alfredo; Martín Urieta, nieto; Roberto Cantoral, hijo; Mónica Vélez y más amigos”, escribió Monreal junto con un video en el que se mostró entonando “En el último trago nos vamos”, de Jiménez.

El coordinador de Morena rindió dicho homenaje y agradeció al personal del establecimiento por brindar su apoyo para la celebración junto con la familia del cantante mientras compartían algunos tragos.

El cantante y compositor mexicano, fue famoso por crear varios temas en el género regional mexicano, principalmente rancheras, sones y corridos a ritmo de mariachi y banda.

José Alfredo murió en la Ciudad de México, el 23 de noviembre de 1973, a la edad de 47 años, a consecuencia de la cirrosis hepática que padeció desde años atrás.

Monreal es, junto a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el Canciller Marcelo Ebrard, los favoritos para suceder al Presidente Andrés Manuel López Obrador como candidato de Morena a la Presidencia del país en 2024.

Leonel García abre el baúl de los recuerdos de José Alfredo Jiménez en su nuevo disco “Amor pasado”

jueves, septiembre 3rd, 2020

“Amor pasado” es el álbum que completa la trilogía iniciada por García con “Amor Futuro” en 2014 y continuada con “Amor presente” en 2018. Esta vez, trató de bajar las revoluciones para interpretar clásicos del cancionero mexicano con invitadas como Natalia Lafourcade, iLe y Melissa Robles del trío Matisse.

Ciudad de México, 3 de septiembre (AP).— Leonel García abrió el baúl de José Alfredo Jiménez y musicalizó una canción inédita del ícono de la música regional mexicana para su nuevo álbum, “Amor pasado”.

El cantautor mexicano e integrante del dúo Sin Bandera recibió autorización de la editora de Jiménez para elegir un tema inédito del autor de “Si nos dejan” y “Un mundo raro”. Al principio se sintió abrumado, pero finalmente escogió “Mala” y la musicalizó, tratando de llevarla al que habría sido un referente pasado de Jiménez, la música mexicana de principios del siglo XX, casi convirtiéndola en un vals.

La letra habla de una mujer que fue mala con alguien que se entregó a ella con bondad.

“Era un tesoro también emocional ver qué cosas había escrito José Alfredo que se le habían quedado ahí… hacer el ejercicio de explorar qué se sentía más terminado, qué se sentía más completo, qué se sentía con más posibilidades a lo que él hubiera querido”, dijo García. “Yo la llamaría, así como los artistas visuales, una ‘intervención’ a una obra de José Alfredo”.

“Amor pasado” es el álbum que completa la trilogía iniciada por García con “Amor Futuro” en 2014 y continuada con “Amor presente” en 2018. Esta vez, trató de bajar las revoluciones para interpretar clásicos del cancionero mexicano con invitadas como Natalia Lafourcade, iLe y Melissa Robles del trío Matisse. El álbum también incluye el tema original de García “Lo que me quisiste”, que se adentra igualmente en este ritmo pausado, marcado por guitarras acústicas.

“Creo que al bajarle a la intensidad la gente tiene más oportunidad de escuchar las letras y concentrarse en la interpretación vocal. Hay gente que ha escuchado el disco o canciones y me dice, ‘no me había dado cuenta de todo lo que decía esa canción y llevo cantándola 20 años’”, contó.

A nivel vocal, no trató de imitar a los cantantes de mariachi sino acercarse al estilo de Caetano Veloso, al interpretar “Cucurrucucú paloma”, o al de la célebre Chavela Vargas, quien se acompañaba sólo de guitarras.

“Lograban tanto Caetano como Chavela esta intimidad vocal. Se trataba todo de escucharlos cantar y por ahí creo que tenemos que ir”, dijo García.

En la guitarra lo acompañó el mexicano Pavel Cal, quien también produjo el álbum. En los violines tuvo la participación del venezolano Moisés Medina, en la trompeta al estadounidense Joe D’Etienne y en el contrabajo a los mexicanos Aarón Cruz y Emiliano Coronel. La pintura que decora la portada, así como las ilustraciones de los sencillos, fueron realizadas por el pintor mexicano Marcos Castro.

Canciones de autores como Cuco Sánchez, Tomás Méndez, Juan y David Záizar, incluidas en el álbum, las escuchó primero en la voz de su madre en fiestas. Años después, de adolescente, “entre las de Shakira, Coldplay y Radiohead”, García se daba espacio para interpretar alguna de José Alfredo como “Ella”. Ahora, a sus 45 años, celebra la experiencia musical y personal que ha alcanzado para poder hacer sus propias versiones de estos temas para los cuales “te tienen que haber roto el corazón al menos un par de veces”.

“Tienes que haber llorado, recuperado, emborrachado e ir con un amigo a una cantina a curar las penas de amor… Son como fotos que se te quedan aquí y cuando se trata de grabar estas canciones echas mano de los despechos, las borracheras, los dolores”, dijo García, quien relató que se relajó la garganta con un par de tequilas antes de grabar.

El cantautor se tomó el tiempo para compartir un poco de la historia y el contexto de los temas elegidos, y de sus artistas invitadas, en una serie de videos titulados “Episodios”, disponibles en el canal de YouTube de García.

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“Es como una manera también de unificar y poner en un contexto mundial la canción, que es un poco lo que buscamos con este disco, que sea un disco para toda la gente del mundo”, dijo.

Entre las invitadas destacó la incursión de la jazzista franco-dominicana Cyrille Aimée y la cantante flamenca María Toledo en la música regional mexicana. Aimée interpreta “En el último trago”, mientras que Toledo da voz a “Tu recuerdo y yo”, ambas de Jiménez.

“Oír a una cantante de flamenco desbaratarse cantando una canción mexicana también es una maravilla”, dijo García. “Cada vez que la oigo se me pone la piel chinita (erizada) porque tiene esta voz flamenca del canto jondo, profunda. Se dejan ir con todo y creo que le vino muy bien a la canción”.

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Paloma Gálvez, viuda del compositor José Alfredo Jiménez, fallece a los 97 años de edad

miércoles, agosto 1st, 2018

“La Paloma Querida”, musa del cantautor, falleció por causa naturales esta mañana en su casa de la Ciudad de México.

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Ciudad de México, 1 de agosto (SinEmbrago).– Paloma Gálvez, la única esposa del compositor José Alfredo Jiménez, murió este día a los 97 años de edad en su casa de la Ciudad de México.

De acuerdo con información de medios nacionales, “La Paloma Querida”, musa del cantautor, falleció por causa naturales esta mañana.

Paloma y José Alfredo Jiménez se casaron a inicios de la carrera musical de cantante ranchero, matrimonio del cual nacieron José Alfredo y Paloma, los primeros hijos del cantante de seis.

La Academia Latina de la Grabación lamentó el fallecimiento de Doña Paloma, madre de nuestro querido amigo Jose Alfredo Jiménez Jr., a través de su cuenta de Twitter.

El tema “Paloma querida”, que estrenó el 17 de diciembre de 1949 cuando le llevó serenata, fue inspirado en ella.

La historia de amor entre Paloma y José Alfredo quedó plasmada en la película Pero sigo siendo el rey, estrenada en 1988.

Julieta Venegas, Lila Downs, Bunbury y otros más participan en un disco homenaje a José Alfredo Jiménez

martes, enero 23rd, 2018

El productor del disco que rinde homenaje al cantante mexicano indicó que trató de mantener “la esencia” de las piezas musicales.

El disco saldrá a la venta en febrero. Fotos: Especial/EFE

Ciudad de México, 23 de enero (EFE).- Julieta Venegas, Lila Downs, Enrique Bunbury y Andrés Calamaro son algunos de los artistas que participan en “Un mundo raro. Las canciones de José Alfredo Jiménez”, disco homenaje al cantante mexicano que celebra los 70 años del inicio de su actividad como compositor.

Las canciones de José Alfredo Jiménez (1926-1973) también sonarán en la voz de Celso Piña, Beto Cuevas, Jarabe de Palo, Ximena Sariñana y Carla Morrison, informó hoy Warner Music México en un comunicado.

El disco, grabado en México, Estados Unidos, España y Argentina, se lanzará en formato físico y digital el próximo 9 de febrero, aunque ya está disponible la preventa digital.

El hijo del artista, José Alfredo Jiménez Jr., afirmó que era el momento de hacer un “proyecto fresco” que invitara a las nuevas generaciones a “redescubrir” las grandes canciones de su padre.

Ejemplo de ello son “Te solté la rienda”, la carta de presentación del disco, interpretada por Julieta Venegas, y “En el último trago”, que cantan a dúo Lila Downs y Andrés Calamaro.

Además, el trabajo cuenta con la participación especial del grupo estadounidense de folk indie Calexico.

“Este es un proyecto que cruza fronteras”, subrayó Camilo Lara, productor del álbum.

Con las interpretaciones de los artistas contemporáneos, agregó el productor, se buscó mantener “la esencia” de las canciones de José Alfredo.

LECTURAS | Cómo se hizo la canción “El rey”, de José Alfredo Jiménez

sábado, noviembre 25th, 2017

Cuando viví contigo es la voz y la memoria de Alicia Juárez que hoy, por fin, salen a la luz. Con la colaboración de Gabriela Torres y Gina Tovar, cuentan una vida llevada a sus máximos alcances, al disfrute por el mismo hecho de existir, de cantar, de tomar el micrófono y esparcir su voz y sus palabras en infinidad de personas.

Ciudad de México, 25 de noviembre (SinEmbargo).-Los últimos años de José Alfredo Jiménez fueron de una intensidad desbordante. Además de haber sido el momento más exitoso en su carrera como compositor e intérprete, también fueron los años que vivió con Alicia Juárez. Canciones inmortales que impactaron al mundo surgieron con la libertad de un río, del viento, del corazón que encuentra y decide quedarse con la Escuincla, la mujer emblemática durante este fragmento de aliento.

La belleza no se tiñe de un solo color ni se arma fácilmente. José Alfredo y Alicia viven una paradoja: tanto la dicha de alcanzar la cima de la plenitud y el gozo, como el vértigo de caer al oscuro y cruel abismo de los sentimientos al límite. Una vida llevada a sus máximos alcances, al disfrute por el mismo hecho de existir, de cantar, de tomar el micrófono y esparcir su voz y sus palabras en infinidad de personas.

Cuando viví contigo es la voz y la memoria de Alicia Juárez que, ahora, por fin, salen a la luz, apenas unos meses después de su muerte.

La viuda de José Alfredo Jiménez por fin habla. Foto: Especial

Fragmento del libro de Cuando viví contigo, de Alicia Juárez, con autorización de Grijalbo

La luna de miel

Habían sonado las campanas de boda; la profecía de años atrás, emitida por José Alfredo, se había vuelto una realidad. Creo que en la mayoría de los casos, la consecución de ciertos sueños, metas y deseos se logran con un esfuerzo, tal vez tenue o inclusive mínimo, pero constante. La vida es un vaivén, un dar infinito y ciego porque los resultados no se notan a simple vista; la vida es un gozo tremendo cuando aprendes a aceptar todo lo que venga con la mejor disposición y el sombrero bien puesto.

Los abrazos y besos de mis familiares caían sobre mí por montones; mi timidez, que nunca ha desaparecido, me orillaba a agradecer con palabras y risitas tiernas. No había necesidad de buscar a mi esposo entre toda la gente porque nunca nos separábamos: lo observaba sonreír con emoción, beber con tranquilidad whisky de su vaso, limpiarse el sudor sin tapujos o platicar en voz alta con los invitados. Me había escogido a mí porque yo estaba siempre dentro de su cabeza, vivía en sus pensamientos como él en los míos. Nos necesitábamos para resolver nuestros asuntos, para alcanzar nuevas metas, para compartir tanto felicidad como tristeza. Por eso, esencialmente, nos casábamos. Sabíamos que era imposible ser felices sin nuestras manos agarradas; habíamos decidido caminar con libertad e infinito amor hasta la última orilla. Nos habíamos convertido en auténtica inspiración para el otro.

Alicia y José Alfredo, releía el texto de la servilleta, emocionada. Ahora sí que ya era oficial, sagrado, legítimo. La escuincla y el Rey, pensé con una risa ahogada.

Varias horas habían pasado, ya la mayoría se retiraba, mi esposo me dijo:

—Escuincla, ya va siendo hora. Mañana trabajamos.

No habría luna de miel. Nuestra vida juntos estuvo siempre condicionada —y endulzada— con nuestras múltiples presentaciones (juntos o como solistas). Yo, que ya estaba cansada del vestido y el peinado, lo seguí sin chistar. Caímos como troncos y, al día siguiente, saltamos cual resortes con el sonido del despertador. Habíamos comprado una camioneta en Oxnard para transportar los regalos de boda sin el riesgo de que se rompieran en el avión. Chicago nos aguardaba junto con una gran multitud que ni imaginaba que horas antes habíamos dicho “sí, acepto” en el altar. Nuestra boda sirvió como un motor, una inyección de alegría y entusiasmo sobre el escenario; nos divertimos juntos y al concluir, el cansancio me atacó en cuestión de segundos. José Alfredo todavía lucía fresco. Me besó y me abrazó con amor; notó mi estado de ánimo y se encargó de hacer todo lo necesario para que llegáramos a casa.

Mientras descansaba en el hotel, decidí llamarle a mi madre; me puso al corriente sobre los familiares que ya habían vuelto a sus hogares y sobre mi hermano que estudiaba en la universidad de Irvine (éste era un gran orgullo para mi mamá). Ella estaba muy feliz de que le marcara. Hablamos sobre nuestras vidas, el ritmo y los tintes que las impregnaban. Los días de mamá nunca sonaban tranquilos ni monótonos. Le encantaba ser ama de casa. En la década de los sesenta se dedicó a hacer frutas de acrílico, sombreros para mujeres y trajes para hombres (todos preciosísimos); también hubo una temporada donde se dedicó a tejer y ganó premios y concursos con esta habilidad; aprendió a hacer muñecas de porcelana, desde mezclar el polvo para hacer el cuerpo del juguete hasta tejerle la ropita; inclusive un día pintó toda la fachada de la casa.

En nuestra plática por teléfono recordamos cuando algunos artistas —como Luis Aguilar, el cómico Lechuga— intentaban coquetear con mi madre y yo tenía que ponerles un alto. Inclusive sucedió con su ídolo, Marco Antonio Muñiz; mamá estaba muy apenada en esa ocasión.

—También me divertía en las fiestas, viendo a todas las estrellas chocar sus copas y, bueno… tú ya sabrás.

En su voz había un tono que me preocupaba. Intuía que quería hablar de algo importante.

—¿Cómo están los dos, José Alfredo y tú, hija?

—Muy bien, mamá. Felices. Yo estoy muy cansada, él se ve muy bien; ya sabes cómo aguanta.

—Sí, lo sé. Ayer estaba un poco agresivo, ¿verdad? Di un suspiro rápido. Era cierto.

—Sí, mamá. Es el alcohol.

Ella también guardó silencio por un momento. Fue ahí donde descubrí cuál era ese tono en su voz que yo no reconocía: estaba preocupada.

—Bueno, hija, ¿notas que los artistas, los cantantes… José Alfredo, para acabar pronto, toma y toma, canta, se desvela, no duerme y está como si nada? Permanecí pensativa ante el comentario de mi mamá. Ella estaba por insistir, por herirme con otra de sus preguntas, cuando hablé antes:

—¿Estás diciendo que no conozco a mi esposo?

—Yo sólo digo que abras los ojos.

—¿Sabes qué, mamá? Es mi esposo, mío —enfaticé con fuerza y agresividad—; ¿tú crees que no me daría cuenta si estuviera consumiendo alguna droga?

—Hija, por favor, no te enojes. Yo me preocupo…

La interrumpí.

—No vuelvo a pisar tu casa.

No estábamos frente a frente, nos separaban kilómetros. La conocía tan bien que adivinaba sus gestos: sus ojos se abrieron ante mi comentario; sus mandíbulas se tensaron; no dijo nada más. Estoy segura de que el semblante que yo estaba brindando tampoco era el mejor: sentía que el corazón me latía velozmente, comenzaba a sudar, mi cabeza se plagaba de dudas, pensamientos turbios y una gran maraña de negatividad. No obstante, lo que mi mamá estaba suponiendo era una falta de respeto, una grosería y una desconsideración después de lo que José Alfredo y yo habíamos hecho por mi familia, lo que él había hecho por mí. ¿Cómo se atrevía?, ¿creía que yo era ciega o que él era un mentiroso?

—Sólo escucha —continuó mi mamá—: tú eres tan inocente que todo lo que él dice, lo crees. Le tenemos mucho cariño al señor Jiménez en esta familia, lo sabes bien. Simplemente me preocupa.

Colgué el teléfono, molesta y me quedé dormida. Sabía que me había comportado grosera con mi mamá, sin embargo, era mi mejor amiga, mi confidente. Tarde o temprano arreglaríamos las cosas entre nosotras. Decidí que no quería pensar. Esos días en Chicago, entre trabajo y fiestas, fueron nuestra luna de miel. El comentario de mamá no enturbió mi visión sobre José Alfredo; yo lo conocía a plenitud y también estaba familiarizada con el tema del uso de drogas dentro del medio. Fue él quien, de hecho, me explicó qué era la cocaína. Alguna noche en nuestro departamento, en nuestra sala, abrió un bote y me mostró el contenido.

—Mira, escuincla, mira, asómate, ¿lo ves?

—¿El polvo?

—Sí, ¿ves cómo brilla? Por eso le dicen “nieve”; ¿la conoces? Se llama cocaína, le dicen “perico” porque te hace hablar mucho. Es una droga y es muy mala, en este medio, en el nuestro, es muy utilizada. Te la van a ofrecer y tú les dirás que no porque no la necesitas, es mala, ¿me entiendes? Tú eres nueva aquí y por lo mismo no quiero que caigas en nada de esto.

En Oxnard el delito más grave relacionado con drogas era el de los chicos que inhalaban pegamento o cemento. Yo no sabía nada de drogas duras; si acaso mariguana, pero sabía que sus efectos no eran como los del estupefaciente que José Alfredo acababa de mostrarme. Mientras él me alertaba sobre el medio, yo sólo me preguntaba qué hacía él con cocaína en la casa.

—¿Tú no la consumes, verdad?

—No, escuincla, claro que no —me respondió efusivamente.

—¿Y por qué tienes ese bote? —yo no dudé ni un segundo sobre sus palabras, para mí lo que José Alfredo dijera era ley; ya me lo había demostrado con su padrinazgo.

—Uno queda muy bien dando este tipo de regalos, escuincla, esta nieve que te acabo de enseñar es un obsequio para alguien de por aquí.

Su forma de explicarme qué era la cocaína había sido natural; era una medida de protección. Las advertencias de mamá no ocuparon más espacio en mi cabeza y continué con alegría nuestras andanzas.

En la Ciudad de los Vientos nos presentábamos, principalmente, en un cabaret llamado el Boston Club (posteriormente desapareció en un incendio). Era un lugar muy grande con una estupenda pista de baile. En una de las tantas veces que trabajamos en este sitio me llevé un susto de muerte: acabado el show esperábamos a un empresario para hablar de negocios. Cerca de nosotros estaban dos muchachos: uno era muy alto y fornido, se llamaba Pancho; el otro era chaparro y muy malhablado. José Alfredo se cansó de sus groserías y les pidió que bajaran sus voces porque había una dama presente.

—¿Éste qué se cree? —exclamó el chaparro. Los demás siguieron el patrón y comenzaron a armar un borlote; yo estaba muy asustada porque conocía al Rey y sabía que no se iba a rajar.

—¡Ah, sí! Éste se cree un dios —dijo el mismo hombre de estatura corta.

—No me creo —le gritó José Alfredo. Y parándose de la silla remató—: soy un dios y ustedes se me largan.

Justo en ese momento ingresó en el cabaret el señor Palomares, a quien esperábamos. Él los sacó del sitio y conversó con nosotros; preguntó si nos estaban molestando y mi esposo le comentó lo sucedido.

—Mucho cuidado, el alto al que le llaman Pancho tiene fama de matón.

Fue el peor comentario que el empresario nos pudo haber dicho; me preocupé en demasía y me petrifiqué del miedo al día siguiente mientras esperábamos en el camerino del cine Congress. Me imaginaba que el tal Pancho entraba con un rifle y nosotros estábamos sin ningún tipo de protección, a su merced total. ¡Me quería regresar a la Ciudad de México antes que tener que jugar al tiro al blanco con un criminal! Naturalmente no sucedió nada, aunque sí estuve mortificada antes del show.

Nuestra luna de miel se sumaba a la cantidad de recuerdos que teníamos sobre Chicago; terminada nuestra jornada laboral en esta ciudad, yo estaba rendida y muy cansada: boda, trabajo, fiestas. ¡Extrañaba mi hogar!

—Ya que lleguemos allá vas a descansar largo y tendido —me dijo José Alfredo cuándo nos sentamos en nuestros sitios sobre el avión. Ya íbamos a regresar.

—Ven acá —le contesté de forma coqueta y lo acerqué hasta mí. Le planté un beso propio de una recién casada y luego, como ya era costumbre, le lamí la punta de la nariz. Reímos agarrados de la mano y con la mirada sin punto fijo. Estaba tan cansada que los ojos se me cerraban; tan abatida que…

—Ah, caray —exclamé.

—¿Qué sucede, escuincla?

—No siento la punta de la lengua.

—¿Cómo?, ¿se te durmió?

Me limité a encogerme de hombros y asentir. ¿Se debía a mi cansancio? No creo; esto ya me había pasado antes, pero nunca tan rápido y jamás por jornadas extenuantes. Él me miró con curiosidad y al notar mi preocupación, me jaló más cerca de él y me besó con ternura. No hice más preguntas.

Cuando por fin regresamos a nuestro adorado departamento sobre la calle Nueva York, recurrí a la cama para poner fin a la pesadilla de los calambres y los dolores de cabeza. Cada concierto era una fiesta y cada fiesta significaba desvelos, los cuales cobraban factura.

Desde mi confirmación católica a los doce años había prometido no beber alcohol hasta los veintiún años de edad. Al menos los dolores de cabeza y estómago, propios de la cruda, no me molestaban.

Desperté recompuesta luego de varias horas. Me estiré plácidamente para después desempacar; me topé con la servilleta conmemorativa de boda marcada con la tinta roja. “El dueño del pueblo”, murmuré y emití una sonrisa. Decidí guardarla junto con las demás cartas y los recados de amor que José Alfredo me escribía. Los conservaba en una caja dentro de un cajón. No habían pasado muchos años desde que anhelé, desde el escondido asiento trasero del Chevy Nova, que alguien me amara con un amor tan bonito como el que José Alfredo cantaba en sus composiciones. Hoy era mi realidad diaria. Acomodé la servilleta sobre esa pila de sentimientos y recuerdos. Suspiré.

La boda, así como nuestro noviazgo, ni intensificó ni cambió mis sentimientos por él. Yo continuaba siendo tan feliz, amorosa, romántica y sincera como al principio. Él recurría más y más al alcohol, no obstante, estaba presente en el día a día y me incluía en todos los aspectos de su vida. Con más frecuencia se encerraba en su Tenampa para acabar una canción o para disfrutar de un nuevo disco, con todo y eso, no tardaba en venir por mí y entregarme su completo amor. Utilizaba con mucho cariño la grabadora que le regalé; se la había comprado en Texas. A José Alfredo se le olvidaba cambiar las pilas y entonces el resultado en las cintas se escuchaba distorsionado. Como era portátil, a veces la llevaba consigo al teatro Blanquita. En varios casetes que conservo, se aprecian las voces del mariachi Vargas y de Lola Beltrán.

Varios se preguntan sobre el origen de las canciones de José Alfredo. Siempre surgían de situaciones diarias, de paseos por México, de comentarios de otras personas. Recuerdo muchos momentos que inspiraron grandes canciones…

La carretera a Zacatecas era larga, el sol estaba en su punto y bañaba con su luz los arbustos a un costado del camino. José Alfredo iba a mi lado, con una mano en el volante y otra en mi pierna; mi mamá iba atrás, también admiraba el paisaje. De repente observé que el Rey alternaba su mano entre posarla sobre mí y beber de una pachita. Me dio vergüenza, no quería que mi madre se diera cuenta de que mi esposo iba consumiendo alcohol en el camino hacia nuestro próximo espectáculo.

Un silencio incómodo cayó sobre nosotros; no sabía qué hacer con él, así que lo evadí. José Alfredo tampoco hablaba, iba concentrado en el volante, la pierna, la bebida y tal vez alguna nueva canción. Mi mamá quiso suavizar el ambiente y comenzó a hablar animosamente. José Alfredo le contestaba a sus preguntas o asentía para darle a entender que la estaba escuchando. Yo sabía que él se percataba de que yo estaba nerviosa. Soltó un comentario como especie de broma, a mí no me agradó:

—Mira qué bonito carácter tiene tu mamá; tú tan chiquita y tan amargada, ja ja ja.

Entre líneas me estaba diciendo la verdad. Yo guardé silencio y mamá continuó hablando como si nada hubiera pasado. Gracias a Dios el hotel se dibujó pronto frente a nosotros sin ningún inconveniente y arribamos en paz. Empezamos a desempacar y a instalarnos. Mi madre se dirigió a su cuarto para descansar; yo estaba intentando hacer lo mismo cuando José Alfredo se aproximó a mí sobre la cama y me enseñó un pedazo de papel de baño de hoja muy delgadita.

—Toma, escuincla; recién hecha.

—“Porque a mi edad yo puedo ser tu padre, a ti te faltan los años no cumplidos, yo debí enamorarme de tu madre pero Dios es quien marca los caminos…” —leí en voz alta—; ¿qué es esto?

Lo volteé a ver pasmada y él me invitó a seguir leyendo con un ademán.

—“Y el camino que vamos recorriendo, es tal vez el camino más humano porque entre más me griten que te deje, yo más fuerte te aprieto de la mano…” —acabé de leer.

—Es una canción que acabo de escribir, la melodía va así… —comenzó a tararearla; era un vals muy bonito. Yo le sonreí, me habían encantado las últimas palabras. Apreté su mano y le besé la nariz.

—¿Cómo se titula?

—“Yo debí enamorarme de tu madre”.

—¡José Alfredo!

—Ja ja ja, ya lo sé, escuincla; va a causar polémica.

—¿Y por qué la escribiste en un pedazo de papel de baño? —lo cuestioné con intriga.

—Sencillo, si no me gusta, lo uso.

Se encogió de hombros, mientras yo me carcajeaba.

En nuestro restaurante de mariscos favorito, La Marinera, surgió otra canción. Lamentablemente el lugar ya no existe. En su época dorada se llenaba de tal manera que, en minutos, ni siquiera cabían los carros que llegaban al estacionamiento. El destino quiso, un día que fuimos, que las circunstancias no ayudaran para mejorar mi humor; yo estaba como agua para chocolate. Nuestro carro no cupo en el estacionamiento y tuvimos que quedarnos por la Zona Rosa, en la otra cuadra. José Alfredo me tomó de la mano para cruzar la calle, no obstante, los carros se abalanzaban sobre nosotros, los peatones, y nos impedían el paso. Sentía que me salía humo por los oídos; ¡sólo quería comer!

José Alfredo, que ya se estaba hartando de no poder llegar a nuestro destino, me cogió con más fuerza y logramos llegar hasta el ingreso del restaurante. Para nuestra sorpresa, no estaba tan lleno. Nos asignaron una mesa y los dos sumimos nuestras narices en los menús para escoger el manjar que íbamos a comer. Atrás de José Alfredo, en otra mesa, había dos hombres comiendo juntos. Uno de ellos no me quitaba los ojos de encima; aprovechaba cada oportunidad para levantar su copa y sonreírme. Bueno, ¿no se daba cuenta de que yo estaba acompañada? Aquel pelado coqueteándome y mi esposo viendo por la ventana.

Me levanté disgustada y me cambié de lugar para no mirar directamente al señor de la otra mesa; José Alfredo me preguntó a qué se debía mi cambio y se lo conté.

—No le hagas caso, escuincla.

—Pero si está viendo que vengo contigo.

Intentó tranquilizarme con un conjunto de frases románticas y poéticas. Este recurso sólo me enfureció más; aborrecía que cuando estaba histérica, él mostrara sus habilidades natas de oratoria. En ese momento no quería a un poeta.

—Ya, José Alfredo —lo detuve; mi cabeza estaba por estallar.

—¡No! Si ya sé que soy un rey sin trono ni reina —me contestó.

—¡Ah, manito, ponle música!

Los dos guardamos silencio y esperamos nuestros platillos. Resultó tan evidente que lo que necesitábamos era proteína. De regreso en la casa, él se encerró en su Tenampa y yo me distraje con la televisión. Cuando me fui a dormir, vi la luz prendida en el último cuarto del pasillo, donde estaba él. No lo molesté, algo importante estaría haciendo. Al día posterior me dio una hoja de papel.

—Ten, le puse música. Entre mis dedos estaba la primera versión de una de sus más famosas canciones: Yo sé bien que estoy afuera, pero el día que yo me muera, sé que tendrás que llorar; dirás que no me quisiste, pero vas a estar muy triste y así te vas a quedar…

La cantante mexicana Alicia Juárez, viuda de José Alfredo Jiménez, muere a los 67 años

lunes, agosto 28th, 2017

La cantante Alicia Juárez, viuda de José Alfredo Jiménez, murió este lunes de un paro cardiaco. Conoció al cantautor al comenzar su carrera y permaneció a su lado hasta su muerte en 1973.

Alicia Juárez muere a los 67 años de edad. Foto: Youtube.

México, 28 de agosto (EFE).- La cantante mexicana Alicia Juárez, viuda del compositor José Alfredo Jiménez y considerada su última musa, falleció a los 67 años de edad este fin de semana en su casa de México, informaron hoy fuentes de su familia.

Juárez falleció de un paro cardiaco mientras dormía y sus restos serán incinerados para ser trasladados a Oxnard (California, Estados Unidos), donde viven su madre y sus dos hijos, indicó la familia a la prensa mexicana.

Confirmaron que al amanecer del sábado 26 de agosto, su esposo Rogelio Baka se despertó y luego de unos minutos la llamó sin respuesta. Al tocarla se dio cuenta de que había fallecido, lo que más tarde fue certificado por un médico.

La cantante nació en 1950 en La Barca, estado mexicano de Jalisco, y se crió en Oxnard, donde comenzó su carrera como cantante y conoció a José Alfredo cuando el compositor tenía 42 años de edad.

José Alfredo, un prolífico compositor de temas como “El Rey” y “Te solté la rienda”, y Alicia Juárez se reencontraron y estuvieron juntos hasta la muerte del autor en 1973.

“En León, la vida no vale nada”: Familia de José Alfredo demandaría al PVEM por campaña

sábado, julio 15th, 2017

Entre los espectaculares que se pueden ver en la entidad está uno que dice “No pases por Salamanca que ahí me hiere el recuerdo… y el aire contaminado” y otro más que reza “Caminos de Guanajuato, que pasas por tantos pueblos. Inseguros y descuidados”.

Ciudad de México, 15 de julio (SinEmbargo).- En Guanajuato, los ciudadanos se han mostrado inconformes por una campaña del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que utiliza las letras de José Alfredo Jiménez.

“En Guanajuato la vida no vale nada… 481 asesinatos”, dice uno de los espectaculares que ha colocado el PVEM en el estado.

Al respecto, la familia del mismo compositor mexicano a contemplado demandar al partido político. De acuerdo con lo declarado por el sobrino nieto de José Alfredo, José Guillermo Azanza Liera, al medio local AM.

“José Alfredo Jiménez Jr. ya está tomando las acciones legales pertinentes, a él le corresponde como albacea de los derechos”, explicó el familiar al medio.

Azanza Liera señaló que la familia del ídolo mexicano nunca fue consultada por el PVEM al respecto de los derechos de autor, además de que, asegura, José Alfredo no hubiera estado de acuerdo en que se utilizara su música para hablar mal de Guanajuato.

Entre los espectaculares que se pueden ver en la entidad está uno que dice “No pases por Salamanca que ahí me hiere el recuerdo… y el aire contaminado” y otro más que reza “Caminos de Guanajuato, que pasas por tantos pueblos. Inseguros y descuidados”.

MÁRQUEZ SE LAVA LAS MANOS

Zona Franca preguntó su opinión al Gobernador Miguel Márquez Márquez, y él comentó que es la misma ciudadanía la que ha pedido que no se utilice el tema de la inseguridad para campañas como la del Verde.

“Ya hay expresiones ciudadanas descalificando dicha campaña. Yo he sido muy respetuoso pero ya hay expresiones que dicen que no se abuse en estos temas”.

En tanto, el Consejo Coordinador Empresarial de Salamanca exigió a las autoridades locales retirar la campaña del PVEM.

-Con información de Carmen Pizano de ZonaFranca

Microhistorias: “El cine es muy lento, prefiero una cantadita”

sábado, enero 23rd, 2016

José Alfredo Jiménez nació en Dolores Hidalgo, Guanajuato, el 19 de enero de 1926 y aun cuando destacó por sus composiciones musicales, fue tal su éxito, que también fue estrella de cine.

Ciudad de México, 23 de enero (SinEmbargo/WikiMéxico).- Después del éxito de “Yo”, en 1950, José Alfredo Jiménez comenzó una frenética actividad que iba de la radio a los conciertos en palenques, de los palenques al teatro, del teatro a la televisión.

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Su música empezó a llegar a todas partes, y pronto se coló en la pantalla grande. La primera película en donde sus temas fueron incluidos fue Tú y las nubes.

Pero el público quería más del “hijo del pueblo”, así que no tardó mucho en empezar a actuar en películas –o al menos a intentarlo-. Según su hijo, José Alfredo Jiménez Jr., actuar no era una de sus actividades favoritas:

“El cine no era una de sus partes que le encantaran. Siempre me decía ‘Es que el cine es muy lento y yo prefiero una cantadita, una actuación rápida y ¡Vámonos!….’”.

En 1951 participó en la película Martín Corona, a la que le siguieron otros títulos comoPóker de ases y Ni pobres ni ricos, en 1952; Los aventureros y la fiera, de 1954; Camino de Guanajuato en 1955; Pura vida, en 1956; Guitarras de medianochela Feria de san Marcos y Mis padres se divorcian, las tres filmadas en 1957; y El hombre del alazán y Ferias de México en 1958. Lento, lento, José Alfredo Jiménez actuó en una veintena de películas.

Una de sus cintas más recordadas es Camino de Guanajuato, en donde comparte créditos con Lola Beltrán y Demetrio González bajo la dirección de Rafael Baledón. En la trama, José Alfredo interpreta a un músico que se hacía acompañar de su guitarra y buscaba alcanzar la fama y entra como concursante de un programa de aficionados de radio, de aquellos donde descalificaban a los desafinados con el toque de una campana.

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José Alfredo murió el 23 de noviembre de 1973.ino de Guanajuato en 1955, Guitaigidos por Rençemada en 1988da fue inspiracitelevisidas en 1957 ino de Guanajuato en 1955, Guita Al morir el cantante, compositor y actor nació el mito. Creado y alimentado por todas las personas que convivieron con él o que lo admiraban.

Tiempo después ya no sólo sus canciones, sino también su vida fueron inspiración para el cine. “El As de la música ranchera” fue interpretado por el actor Leonardo Daniel en la película Pero sigo siendo el Rey, filmada en 1988, en donde también actúan Sonia Infante, Lourdes Munguía, Edith González y Jorge Ortiz de Pinedo, dirigidos por René Cardona Jr.

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José Alfredo Jiménez hijo, presenta performance en homenaje a su padre

sábado, octubre 17th, 2015

16 Oct (Notimex).- José Alfredo Jiménez Medel, hijo menor del prolífico compositor José Alfredo Jiménez, presentó la premier del performance “Así fue mi padre”, en el Centro Cultural Roberto Cantoral.
Después de ver desfilar a grandes amigos del compositor de temas como: “Si nos dejan” y “Amanecí en tus brazos”, como Marco Antonio Muñiz, Huberto Elizondo y María Victoria, Jiménez Medel captó la atención de los presentes desde el primer momento.

Los testimonios de voz en off de Julio Iglesias, Lucero, Jaime Almeida, Emmanuel, Tania Libertad, Facundo Cabral, Rapahel, Carlos Monsiváis, Alberto Cortez, Itatí Cantoral y Juan Gabriel, dieron cuenta de la genialidad, espiritualidad y grandeza de José Alfredo Jiménez, toda vez que tuvieron la oportunidad de conocerlo de diferente manera que sus propios familiares.

El público, que no perdió detalle, se sorprendió de los testimoniales en video para saber más de José Alfredo Jiménez, como el legendario portero de la selección mexicana de futbol, Antonio “La Tota” Carbajal, con quien compartió las canchas de futbol en las colonias Santa María la Ribera y San Cosme, en donde eran ambos residentes.

Otros testimoniales fueron los de Rubén Fuentes, Armando Manzanero, César Costa, Marco Antonio Muñiz y las palabras del propio José Alfredo Jiménez, en un video poco conocido por los josealfredistas.

El estilo del Mariachi Continental y la voz de Myrna Lozano, alumna de María de Lourdes, con la narrativa de Jiménez Medel, hicieron que la vida del creador de “Amarga Navidad” sonara distinta y más humana, que las anécdotas llevaron al público a abrir el baúl de los recuerdos, especialmente a familiares y amigos del compositor.

El espectáculo multimedia estuvo a cargo de la hija de José Alfredo Jiménez Medel, Karla Rebbeca Jiménez Pavón, quien hizo posible que la dinámica fuera emotiva, contundente y directa sobre los aspectos relevantes de la vida del compositor de “Camino de Guanajuato”.

Jiménez Medel indicó que parte de los arreglos musicales estuvieron a cargo de José Cantoral, hijo de Roberto Cantoral, a quien le agradeció su colaboración, para hacer posible el performance en honor a José Alfredo Jiménez.

“Nunca he tenido la intención de ser artista, el respeto al arte lo aprendí de mi padre y la admiración, el amor y el gusto por su obra, fueron los elementos que me motivaron a escribir ‘Así fue mi padre’”, puntualizó.