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Sheinbaum, Nieto, Nahle y hasta Calderón respaldan a Beatriz Gutiérrez ante insultos

sábado, septiembre 25th, 2021

Políticos como Felipe Calderón Hinojosa, Rocío Nahle, Claudia Sheinbaum Pardo y Mario Delgado Carrillo condenaron los mensajes de odio que lanzaron en redes sociales contra Beatriz Gutiérrez Müller y expresaron su solidaridad con la historiadora.

Ciudad de México, 25 de septiembre (SinEmbargo).– La doctora Beatriz Gutiérrez Müller recibió muestras de apoyo de miles de usuarios, incluyendo a políticos y figuras públicas, en redes sociales después de que el supuesto investigador Aldo Aldrete la llamara “pseudoinvestigadora” y “pseudoescritora” en un tuit que fue exhibido por el Presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina de este viernes.

En el mensaje expuesto en la conferencia mañanera, el usuario Aldo Aldrete insultó a Gutiérrez Müller, esposa del Presidente, esto como respuesta a un tuit donde la FGR fijó su posicionamiento sobre la negativa de un Juez de Distrito del Estado de México a emitir las órdenes de aprehensión en contra de 31 académicos e investigadores del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, A.C.

Por medio del hashtag #BeatrizNoEstáSola, en redes sociales personajes como Santiago Nieto Castillo, Claudia Sheinbaum y Rocío Nahle mostraron su apoyo a la historiadora.

Mi solidaridad con la Doctora @BeatrizGMuller. Y por supuesto mi respeto y admiración”, escribió el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto Castillo.

“Beatriz Gutiérrez Müller es un orgullo para las mujeres mexicanas. Es una mujer culta, estudiosa, académica, conocedora de la historia de México. Mujer de convicciones firmes y gran sensibilidad”, compartió Claudia Sheinbaum Pardo, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

El presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), Jenaro Villamil, hizo un llamado a tratar a todas las mujeres en México con dignidad y respeto, así como a limpiar la red social Twitter de la “intoxicación de odio y misoginia que alientan los cobardes”.

La Secretaria de Energía, Rocío Nahle, aseguró que la investigadora Gutiérrez Müller es “la primera dama más preparada y culta” de la historia moderna de México, y expresó su solidaridad total con ella.

El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, manifestó su rechazo frente a los mensajes de odio que recibió la científica. “No hay nada que justifique este tipo de reacciones”, condenó.

En tanto, el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, quien ha criticado frecuentemente la gestión de López Obrador, repudió las expresiones en contra de Gutiérrez Müller y recordó que: “El ambiente de polarización y de odio que se instiga desde el poder trae como consecuencia violencia verbal”.

Asimismo, otras personas se unieron al hashtag para hacer eco al apoyo hacia la escritora.

https://twitter.com/atameAti/status/1441611715150495745

 

No hay serie de Angélica Rivera: Manolo Caro; “no voy a enaltecer a gente que ha dañado a mi país”

miércoles, diciembre 12th, 2018

La ex Primera Dama fue foco de críticas durante el sexenio de Enrique Peña Nieto por mostrarse, junto con sus hijas, en las portadas de revistas rodeada de lujos, viajes opulentos y fiestas. Fue el centro del escándalo de presunta corrupción conocido como “casa blanca”.

Rivera estaría en la búsqueda de “limpiar su imagen” con la publicación de un libro y una serie y regresar, también, a Televisa, de acuerdo con el periodista Jenaro Villamil. Pero Manolo Caro, un cineasta mexicano de prestigio internacional, ha declarado que al menos él no planea hacer una serie “para enaltecer” a alguien que ha dañado a México.

Ciudad de México, 12 de diciembre (SinEmbargo).– El cineasta mexicano Manolo Caro dijo que no realizará una serie sobre la ex Primera Dama, Angélica Rivera, porque está “en completo desacuerdo en enaltecer personas que, como ella, han dañado profundamente a mi país”.

La declaraciones del famoso director de la serie La casa de las Flores son a partir de un texto, “Angélica Rivera: adiós al glamour del poder”, publicado por la revista Proceso y firmado por el periodista Jenaro Villamil. Allí se menciona la posibilidad de que Caro fuera productor de una serie basada en la biografía de la ex Primera Dama. Villamil cita versiones de Netflix, la empresa estadounidense de entretenimiento por streaming fundada en el año 1997.

Enrique Peña Nieto, entonces Gobernador del Estado de México, contrajo nupcias con Angélica Rivera Hurtado el 27 de noviembre de 2010, tanto por lo Civil como por las leyes de la Iglesia católica –en la Catedral de Toluca–, y fue un enlace que atrajo la atención de los círculos político y del espectáculo. Foto: Cuartoscuro

A través de un comunicado, Manolo Caro afirmó que esta información es falsa. No ha tenido ningún tipo de conversación con Rivera, dijo.

“No es de mi interés llevar su vida  a una serie de televisión, película u obra de teatro. Esta información perjudica mi imagen pública ya que yo estoy en completo desacuerdo en enaltecer personas que, como ella, han dañado profundamente a mi país”, destacó el cineasta.

En  “Adiós al glamour del poder”, Jenaro Villamil destaca que la actriz está buscando un guión para “restaurar su dañada imagen tras el derrumbe del simulacro de romance y matrimonio con el expresidente”. El periodista explica que “La Gaviota” –como también se le llama– pretende “escribir” un libro para contar su experiencia al lado de Peña Nieto. Esa información había sido dada a conocer en septiembre de este año por Gustavo Adolfo Infante en su programa de espectáculos en Imagen Televisión.

Como Primera Dama, Angélica Rivera estuvo siempre en el centro de la polémica. Fue protagonista principal del escándalo de presunta corrupción conocido como “casa blanca”, una investigación realizada por Rafael Cabrera, Daniel Lizárraga, Irving Huerta y Sebastián Barragán, de Aristegui Noticias.

La residencia tenía un valor de 86 millones de pesos en 2014 y era propiedad de Ingeniería Inmobiliaria del Centro, una empresa que perteneciente a Grupo Higa, empresa ampliamente beneficiada con contratos por los gobiernos de Enrique Peña Nieto tanto en el Estado de México como a nivel federal.

Cuando la notica se dio a conocer, la entonces Primera Dama tuvo que salir a dar la cara a medios de comunicación en noviembre de 201. Afirmó que ella adquirió el inmueble gracias a “su trabajo como actriz de Televisa”.

“Ante acusaciones que han puesto en duda mi honorabilidad, quiero decirles que no tengo nada que esconder; que he trabajado toda mi vida y que gracias a eso soy una mejor independiente y he sido capaz de construir un patrimonio con honestidad y mi trabajo”. Dijo que vendería la propiedad.

Rivera fue la portada de innumerables revistas de frivolidades junto con sus hijas. Los lujos, en un país con la mitad de su población en pobreza según cifras de Conapred, eran protagonistas de las publicaciones.

A pesar de las críticas, Angélica Rivera siguió apareciendo en portadas de revistas y realizando viajes escoltada por elementos del Estado Mayor Presidencial.

AMLO en su edén: la recuperación de valores éticos en la política

sábado, diciembre 1st, 2018

¿Será el edén o sobrevendrá un infierno? La toma de posesión este sábado 1 de diciembre adelanta el gran cambio de México, no sabemos si para bien o como dicen los opositores, este país será Venezuela o Andrés Manuel López Obrador no sabrá cómo manejar la violencia. En este libro, AMLO y la tierra prometida, Bernardo Barranco coordina y él mismo redacta este artículo, destinados a analizar el proceso electoral 2018 y lo que viene.

Por Bernardo Barranco

Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo).- Las expectativas y las dudas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se multiplican. Ante esta incertidumbre, once analistas de primera línea ofrecen las explicaciones más informadas y agudas.

¿Qué México recibirá López Obrador? ¿Cómo fueron los comicios que lo llevaron al poder? ¿Qué problemas se padecieron y qué riesgos evidencian? ¿De qué tamaño es la podredumbre del sistema político y qué podemos esperar, por lo tanto?

En esta obra, tanto los críticos como los partidarios de AMLO encontrarán los datos precisos y las explicaciones exactas para entender la pasada elección y comprender qué México se nos viene encima.

Bernardo Barranco, Coordinador

Carmen Aristegui, Prólogo

Francisco Abundis · María Amparo Casar .  Juana Inés Dehesa . Rogelio Gómez Hermosillo .  Julio Hernández · Daniel Moreno. Ricardo Raphael. Ana Saiz · Jenaro Villamil .

Un libro para analizar y para estudiar. Foto: Grijalbo

Fragmento de AMLO y la tierra prometida, de Bernardo Barranco, con autorización de Grijalbo

Las campañas presidenciales de 2018 mostraron un fenómeno intempestivo: la notable irrupción de lo religioso en los discursos y actitudes políticas de los candidatos. Como nunca, los contendientes hicieron propia la agenda moral y religiosa de la Iglesia católica y de algunas iglesias evangélicas.

Los candidatos mostraron apegos conservadores a los valores religiosos y fueron conciliadores con la derecha religiosa e incluso la pentecostal. Dicho fenómeno no debe sorprendernos del todo si se tiene en cuenta la irrupción política en América Latina de un tipo de evangelismo político de corte neofundamentalista.

En diciembre de 2017, en un acto de campaña, José Antonio Meade —candidato del PRI—, con tono catequético, explicó los tiempos de adviento que preparan la Navidad. Ante mujeres mexiquenses, resaltó la vela rosa y pidió rezar por los feminicidios en el Estado de México. Se definió en diversas entrevistas como un hombre de familia y de misa dominical. El entonces presidente del PRI, Enrique Ochoa, con la modulación de pastor encendido, decretó que todos los mexicanos éramos guadalupanos. En el caso de Anaya, las diferencias diametrales entre el PAN y el PRD en temas como el aborto, los matrimonios igualitarios y la eutanasia decidió encorchetarlas; sin embargo, los reproches fueron inevitables por posturas tan disímbolas. La joya de la corona fue el encuentro entre Ricardo Anaya y el ultraconservador Frente Nacional por la Familia, filial yunkista, dado a conocer a los medios; ahí el candidato Anaya se comprometió a rechazar el aborto, mientras que el candidato independiente Jaime Rodríguez El Bronco reconoció ser creyente pero no muy religioso A pesar de ello, luego del temblor de septiembre de 2017, sorprendió al declarar: “Tendemos a estar demasiado liberales con la fe” y reconoció la presencia de un Dios castigador A su vez, Margarita Zavala, candidata independiente, se declaró creyente y con orgullo proviene de una familia de tradición católica, mientras que Mikel Arriola en la CDMX no desperdició oportunidad en su campaña para mostrarse como un católico apegado a los principios doctrinales de la Iglesia.

Andrés Manuel López Obrador fue el candidato que mayores alusiones y metáforas religiosas generó Su campaña empezó justo el 12 de diciembre guadalupano Sus alegorías religiosas se convierten en prédicas acerca de la moral de la política y el político tabasqueño lamenta la ruptura entre los principios y el ejercicio del poder en la política Según sus malquerientes, lo califican de “redentor” o “mesías tropical”, término acuñado por el historiador Enrique Krauze Pese a las críticas, amlo proclama con recurrencia llevar la imagen de la virgen en su cartera para que lo cuide; sin embargo, el mayor estruendo fue provocado por el sorpresivo anuncio de la alianza electoral de Morena con el Partido Encuentro Social (pes) con base social evangélica, especialmente de iglesias neopentecostales.

Dicho acuerdo político causó desconcierto en las bases seculares de Morena Ante la asamblea del PES, AMLO ofreció organizar encuentros ecuménicos e interreligiosos, así como reuniones con creyentes y no creyentes. Ante la militancia pesetista, con tono de prédica, prometió la elaboración de una “Constitución moral” para auspiciar una nueva corriente de pensamiento, que promueva un paradigma moral de amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria.

¿Se reconfesionaliza la clase política? y ¿cuál será el papel de la religión de la vida pública? Rafael Díaz-Salazar, en su libro Democracia laica y religión pública, presenta dos formas de presencia pública de la religión y de las instituciones eclesiales. La primera busca una normativización moral del Estado y de sus leyes, acordes con determinada concepción de las relaciones entre la religión, la moral y el derecho. Advierte el autor que esto constituye una modalidad de fundamentalismo ético-religioso con implicaciones políticas heredadas de los integrismos tradicionales. La segunda vincula la inspiración religiosa de transformación social presente en las religiones intramundanas (Max Weber) con la producción de ciudadanía políticamente activa y la profundización de la democracia.

El objetivo del presente ensayo es abordar precisamente los nuevos retos que se abrieron en este proceso electoral 2018 respecto a la religión, las iglesias y la política en México.

DUDAS FUNDADAS ACERCA DE LA PRESENCIA DEL VOTO RELIGIOSO EN LA ELECCIÓN DE 2018

La existencia del voto religioso es una polémica que se ha acrecentado, sobre todo en el proceso de 2018 En las agendas de todos los candidatos se contemplaron estrategias para congraciarse con la Iglesia ¿Es una falacia de la clase política el voto religioso, alejada de la sociedad, de analistas toscos y de actores religiosos que quieren sacar agua para su molino? o ¿efectivamente los principios religiosos son determinantes para el momento crucial de cruzar la boleta electoral? Sin embargo, las alianzas embrollaron las intenciones del supuesto voto clerical, como las constituidas por Morena con el PES  y el frente constituido por el PAN y el PRD. En términos religiosos, las posturas de sus actores en el interior de esos partidos son antagónicas y crearon confusión pues se entreveraban posiciones irreconciliables.

La clase política parece haber comprado la existencia del voto religioso En junio de 2016, Norberto Rivera y su semanario Desde la Fe celebraron la debacle del PRI en numerosas entidades debido al “voto de castigo católico”. Como respuesta punitiva a las posturas del presidente Enrique Peña Nieto en favor de los matrimonios igualitarios, la entonces dirigencia priista, en vez de analizar las causas del rechazo y el hartazgo ciudadano en las derrotas electorales, compró la tesis de la jerarquía católica y responsabilizó de las derrotas al presidente Peña Nieto. El voto religioso aquí fue maniobrado como ramplona justificación política.

En ese orden de ideas, surge una primera pregunta: ¿qué debemos entender por voto religioso? Es aquel que ejerce el ciudadano creyente siguiendo los principios y doctrinas que las iglesias decretan Dichos preceptos religiosos configuran la intención de un creyente para votar o no por un candidato o partido. Por ello, estaríamos ante el voto grupal, cuya convicción religiosa es determinante en la voluntad de los sufragantes. El voto religioso puede ser inducido por la estructura, sea un ministro de culto, una organización o también una comunidad de culto. Dicha persuasión política es estimulada por los aparentes designios de Dios, persuasión que puede ser sugestión, por presión o consigna: es el equivalente a un voto corporativo que el alto clero católico y el evangélico han tratado de vender a la clase política. En principio, hay que evidenciarlo, es una práctica antidemocrática y penada por la ley. El artículo 130, la Legipe y la ley de asociaciones religiosas y culto público prohíben tajantemente a las asociaciones religiosas inducir el voto a favor, en contra de algún candidato y mucho menos promover la abstención.

En el siglo pasado, en especial, el voto corporativo era inducido por patrones o dirigentes sindicales, gremiales o laborales, quienes utilizaban su influencia para que sus subordinados o afiliados votasen con determinada orientación, con lo cual violaban uno de los principios básicos de la democracia, que establece que el voto debe ser “libre y secreto”.

Pero el resultado en la elección de 2018 mostró que el voto religioso en cuanto tal no se hizo presente, es decir, no hubo un voto corporativo como tal inducido por las asociaciones religiosas que fuera determinante en el resultado final. Ni el voto religioso a favor ni el de castigo ni el voto católico ni el evangélico fueron distintivos en el balance final de las elecciones.

Desde Vicente Fox, en aquella alternancia panista del 2000, ha operado la utilización política de lo religioso y la tradición liberal laicista de la clase política se ha venido erosionando. Predomina el pragmatismo y el cortoplacismo electoral que ha llevado a partidos y políticos a relacionarse con la Iglesia con el interés de conquistar nichos electorales. Se opera una impostura religiosa de políticos que quieren congraciarse con las feligresías como mercados de votos. Por ello, la clase política establece relaciones clientelares con ministros prominentes y miembros del alto clero como interlocutores. Los partidos establecen intercambio de bienes de servicios materiales, relacionales y de poder con diversos ministros de culto. En suma, la clase política busca la complicidad clerical para alcanzar niveles de legitimación que los liderazgos religiosos ofrecen, como los casos de Norberto Rivera, Onésimo Cepeda, Antonio Chedraui, Rosi Orozco y el mismo Hugo Erik Flores del PES. Por su parte, los religiosos buscan privilegios y plataformas que posicionen a sus iglesias y sus agendas, sobre todo en materia moral.

Hablar del voto religioso en el caso de la Iglesia católica no es tarea sencilla. Como en casi todas las iglesias, la razón parece evidente, porque no es una estructura homogénea. El laberinto católico es espeso y muy diversificado. La Iglesia está filtrada o atravesada por todas las corrientes ideológicas y políticas presentes en la sociedad y aún más, está engarzada a corrientes teológicas concurrentes en la Iglesia a nivel mundial. En ese sentido, el conservador Frente Nacional para la Familia podrá incidir en un núcleo de feligreses de la Iglesia, pero no en toda. Por tanto, difícilmente podría demostrarse la incidencia contundente del clero en las preferencias electorales. De los más de 30 millones de votos que obtuvo AMLO, cabe suponer que aproximadamente 25 millones son de católicos, pero no podría afirmarse que AMLO fue el candidato católico ni que la Iglesia católica en tanto estructura operó a su favor. Diversos miembros del alto clero manifestaron sus reservas frente al fenómeno AMLO. Es tal la diversidad que militantes católicos de la ultraderecha católica encuentran más afinidades con Donald Trump que con AMLO y aun con el papa Francisco.

Un obispo sostiene relaciones de privilegio con la clase gobernante y con los grupos de poder fácticos, por lo general muy alejados de su feligresía. Ése fue uno de los reproches de Francisco en Catedral a los prelados en febrero de 2016. El alto clero habla a nombre de su grey y ofrece a los políticos plausibilidad sin consultar siquiera las bases que dice representar. Con sus particularidades, las iglesias cristianas tampoco escapan a su diversidad.

El tema del voto religioso se sube a la plaza pública en la alianza electoral que AMLO establece con el PES, un partido cuyas bases son evangélicas, en particular conformado por pentecostales. En el debate, dos elementos sembraban dudas sobre la efectiva existencia del voto colectivo de estos cristianos y se advertía la diversidad de modelos y liderazgos que se ejercen sobre todo en las iglesias pentecostales: primero, la mayoría de estas iglesias son pequeñas, en las cuales la influencia de los pastores es considerable en la vida y las familias de los feligreses. Dada la interacción directa ente los fieles y pastores, cabría suponer la inducción efectiva del voto. La segunda, son las experiencias de politización evangélicas en Sudamérica y Centroamérica, así como la notable irrupción evangélica en la vida política en países como Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala. Dicho ascenso de partidos de corte pentecostal se ha reflejado en poderosas bancadas legislativas. Si se ha operado en otros países, ¿por qué no en México también?

El PES no alcanzó su registro, por lo cual —de manera paradójica— el voto evangélico no le alcanzó para mantener por lo menos su registro Con la pérdida de registro del PES, el debate sobre el voto religioso hizo que la participación política de los evangélicos no se cancelara

LAS PARADOJAS DEL PARTIDO ENCUENTRO SOCIAL

Los procesos electorales se han caracterizado por el pragmatismo político de los contendientes que buscan el voto y la conquista del poder a cualquier precio, aun a costa de sacrificar tradiciones, memorias e ideologías de los partidos El PRI postuló a José Antonio Meade, un no militante; la izquierda perredista enarboló a Ricardo Anaya, integrante de la derecha yunkista del pan, y Morena realizó una extraña alianza electoral con Encuentro Social, un partido ultraconservador creado con bases de Iglesia evangélica en 2015 e inspirado en el activismo político de los pentecostales en América Latina.

Habría que distinguir que los llamados evangélicos, expresión genérica que conduce a los cristianos no católicos, están conformados por protestantes, por miembros de iglesias históricas y por los llamados neocristianos, o sea, aquellos provenientes de grupos pentecostales y neopentecostales. Estos últimos se han expandido entre los sectores populares desde mediados del siglo pasado. El partido, desde su nombre, tiene una connotación religiosa provocadora; por ello, el PES invoca al pez, el símbolo por excelencia de los cristianos primitivos. En ese sentido, el proceso de registro realizado por el INE desde 2014 deja muchas dudas, pues el espíritu constitucional del Estado laico no asienta la conformación de un partido confesional ni pararreligioso.

La alianza del PES con Morena creó confusión y enojo entre la militancia del partido. No es casualidad que en el acto de anuncio de la alianza con el PES, tanto la dramaturga Jesusa Rodríguez como la escritora Elena Poniatowska se manifestaron públicamente contra dicha alianza, con un cartel improvisado que decía: “No al PES”. Esto mostró preocupación en Morena y opinadores ante los riesgos de retroceso en libertades como los derechos reproductivos de las mujeres y la diversidad sexual. En un país de creyentes, la convergencia entre Morena y el PES fue más allá de lo religioso, porque la alianza es netamente electoral, pragmatismo puro.

Lo anterior se explica porque el PES está conformado por algunas iglesias pentecostales fundamentalistas y estuvo al frente de las marchas en contra de los matrimonios igualitarios, así como se unió a las organizaciones del Yunke. Los dirigentes del PES rechazan ser conservadores y se dicen tan pueblo como la mayoría de los simpatizantes de Morena, pero los hechos los contradicen: basta ver el contenido de sus iniciativas legislativas, es decir, las leyes evangélicas presentadas por el PES. En un recuento de sus iniciativas, la investigación de Ruiz Ramírez concluye: “Las iniciativas del PES tienen la finalidad de ajustar el marco normativo para establecer un orden moral único conforme a sus creencias, limitar la libertad de las personas para cuestionar ese orden moral, contar con medios para difundir sus ideas y controlar a las instituciones del Estado”.

El PES fue fundado por Hugo Eric Flores, de conocida trayectoria evangélica. Desde su fundación, trató de identificarse y atraer el universo evangélico. Flores es un personaje de largo linaje cristiano: nació en el seno de una familia vinculada con la Iglesia de Dios —agrupación de corte bautista—, estudió en una preparatoria presbiteriana y desde muy joven militó políticamente. Asimismo, trabajó en el PRI con el grupo de Colosio y fue asesor de Ernesto Zedillo, bajo la dirección de Liévano Sáenz. Erik Flores y el PES han tenido desde su constitución un comportamiento político oscilante.

Encuentro Social ha apostado por negociar en elecciones locales como estrategia de crecimiento. En 2003, antes de su registro federal, se alió exitosamente en Baja California con Convergencia. Tres años después se sumó a la campaña del PAN en 2005 en la candidatura de Felipe Calderón a la Presidencia, sirvió junto con Rosy Orozco y Casa sobre la Roca en ser los supuestos interlocutores de los cristianos no católicos y también se han aliado con el PRI. Por ejemplo, en las elecciones de 2017 se coaligó con el tricolor en el Estado de México y fue cómplice de uno de los mayores fraudes electorales en la historia reciente que llevó a la gubernatura a Alfredo del Mazo Maza. En 2018 se alió a Morena cuando unos meses atrás fue su adversario y victimario reciente en el Estado de México.

El ascenso evangélico pentecostal es notorio en México y en América Latina. Su éxito se finca en los estratos más pobres de las áreas urbanas y rurales, sectores excluidos por el Estado, carentes de servicios básicos de salud y educación. Los descartados, como diría Francisco, han sido los nichos de diversos pentecostalismos; además, en torno de la teología de la prosperidad se han expandido masivamente en los últimos 30 años; sin embargo, es notorio el conservadurismo, en numerosas iglesias, en términos morales y de sexualidad: ¿son resabios del viejo catolicismo? El PES, integrado por diversos grupos de iglesias, ha sabido capitalizar este sector y le ofreció en alianza a Morena más de dos millones de votos a cambio de una negociación ventajosa en términos de numerosos escaños en las cámaras.

El Partido Encuentro Social perdió su registro. Paradójicamente obtuvo cerca de 55 diputados federales, siete senadores, una gubernatura y varias alcaldías. Su porcentaje de voto a nivel nacional no alcanzó 3% requerido para mantener su registro. En términos porcentuales, al PES le fue peor que en las elecciones federales de 2015. En ese sentido, obtuvo 1 325 447 votos, es decir, cerca de 3 5% de las preferencias electorales. Asimismo, en el reciente proceso para presidente apenas llegó a 2 7%; además, en cuanto a diputados federales obtuvo 2 4%, lo cual es una caída estrepitosa e inesperada.

El proceso electoral de 2018 dejó en claro varias lecciones: el PES no representa a todos los evangélicos, Hugo Eric Flores sobrevendió al PES y el voto evangélico pretendió erigirse como interlocutor sin contar con un liderazgo real. Como diría Carlos Martínez García, los votos ponen a cada uno en el lugar que le corresponde. La representación y liderazgos en el complejo tablero cristiano no católico queda aún vacante. Morena, a pesar de que hizo una desfavorable negociación con el PES, lanzó un poderoso guiño ante el mundo evangélico que votó por AMLO, pero no por el PES. Finalmente, la debacle de este partido no significa que se paralice la irrupción política de los evangélicos, sino que habrá reacomodos y los liderazgos se sacudirán: es el caso de la iniciativa denominada “Cristianos por el cambio”, encabezada por el sacerdote Alejandro Solalinde y el pastor presbiteriano Abner López, quienes se apuntan como nuevos interlocutores. Enseguida veremos varias rutas, en una de ellas, algunas iglesias evangélicas se presentarán como aliadas potenciales de la intransigencia ultraconservadora católica, como en otros países En México tendrá sus modalidades propias.

AMLO Y SU EDÉN

En una entrevista en vivo con atmósfera relajada, Elena Poniatowska leyó un poema de Carlos Pellicer a la virgen de Guadalupe y pregunta: ¿te consideras como él un socialista guadalupano? AMLO respondió: “Soy cristiano. En la expresión amplia de lo que significa el cristianismo. Soy un seguidor de la vida y de la obra de Jesús Cristo Porque éste luchó en su tiempo por los pobres, por los humildes, por eso lo persiguieron los poderosos de su época. Por eso luchó todo el tiempo. Le tengo un profundo amor al pueblo”. De todos los candidatos a la Presidencia, AMLO destacó por su oferta abierta a los diversos mercados religiosos. Fue una oferta diferenciada, de ahí su indeterminación para definir con precisión su fe: se dijo “guadalupano”, “cristiano en sentido amplio”, se dejó hacer limpias santeras y se prestó a participar en ritos de sanación con pentecostales; ante los obispos se declaró católico e impulsó una audaz alianza con el conservador PES. En términos de acuerdo político fue ventajoso para el PES, pero AMLO se posicionó con apertura a las diversas comunidades evangélicas.

Según los ofrecimientos de Hugo Eric Flores, el número de votos que aportaría sería mayor a dos millones, un mayor volumen de spots en radio y televisión para la alianza; también ofreció mayor presencia electoral en el norte del país Sin embargo, dicha alianza fue extravagante: “contra natura”, expresarían muchos militantes molestos. Porque contradecía el patrimonio, la identidad y la naturaleza secular de la histórica militancia de izquierda presente en Morena. Mientras AMLO insistía con pragmatismo en su oferta: “Yo me hinco donde se hinca el pueblo, yo respeto la religión del pueblo”. No se puede soslayar, como hemos señalado, el fenómeno político de los movimientos pentecostales en América Latina; en este sentido, Brasil es el ejemplo paradigmático de las poderosas bancadas evangélicas. La irrupción de lo religioso en los procesos electorales es un fenómeno global, por ello, AMLO ha tomado una decisión política con riesgos que sólo se explican bajo la premisa o hipótesis de que en 2018 habría una elección cerrada.

En la clase política —ante la ausencia de paradigmas plausibles—, los valores morales religiosos se erigen como alternativos ante la carencia de legitimidad. Algunos califican esta reespiritualización de la política como consecuencia de su pérdida de credibilidad en México y en otras áreas del mundo. En los comicios recientes, la impostura religiosa de los candidatos y actores políticos se ha hecho patente. Desde Peña Nieto hasta los gobernadores, especialmente los más corruptos (como los Duarte), recurren a la religión en busca de un nivel de legitimidad que el pueblo les rechaza secularmente. Hay una regresión a la Edad Media en la que Dios, y no el pueblo, otorga la legitimidad al gobernante.

Diversas referencias en los planteamientos de AMLO aluden a cuestiones religiosas porque su discurso se sitúa muchas veces en el plano moral del bien y el mal (como la corrupción, la honestidad del político, el buen gobierno, la austeridad, los principios del servidor público, etcétera). Con insistencia alude López Obrador a la crisis ética de la clase política y al alejamiento de los valores sociales del ejercicio del poder. Por ello, ante grupos evangélicos propuso elaborar una constitución moral, ridiculizada por muchos. Quizá el instrumento no es el más adecuado porque toda constitución política supone o conlleva un marco ético; sin embargo, AMLO pone el dedo en la llaga: la separación entre la política y la moral, la fractura entre los valores y el servicio del poder. Sin que sea el instrumento idóneo, detrás de la propuesta de constitución moral está la necesidad de plantear un nuevo pacto entre sociedad, poder y quehacer político. En torno de la corrupción y la impunidad, AMLO levanta un discurso moralizador que provoca empatía con la ciudadanía y al mismo tiempo sacude los aspectos más vulnerables de la administración de Peña Nieto y de la clase política.

En el pensamiento católico, el ejercicio de la política es la forma más elevada del amor y de la caridad y se retoma la concepción kantiana de la moral social como búsqueda del bien supremo Paulo VI, seguidor del filósofo francés Jackes Maritain, afirma que la acción política es el servicio sublime a los demás. En el campo académico, en su texto La política como vocación, Max Weber aborda la cuestión y define dos vectores éticos de la política. Por un lado, lo que llamó la ética de la convicción y, por el otro, la ética de la responsabilidad, esto es, las perspectivas en que se asumen las consecuencias de las decisiones políticas. ¿Moral o política? Parecieran dos campos irreconciliables en los que al parecer AMLO quiere apostar, e incorporar algunos valores religiosos a la crisis moral del poder en México.

Sin embargo, el riesgo de trasladar los principios religiosos al ámbito de la conducción del poder del Estado es alto. Recuperar valores y principios religiosos debe pasar por el tamiz de la laicidad de los principios históricos del Estado moderno mexicano. De lo contrario, el riesgo del fundamentalismo estaría latente. En el caso extremo están las dictaduras islámicas, en las que los principios religiosos son normas sociales y políticas, mientras que la teocracia es la peor de las regresiones en la modernidad.

NUEVA AGENDA POLÍTICO-RELIGIOSA

En el siglo XXI nos encontramos ante un acontecimiento impensable para la tradicional cultura política secular: la repolitización de la religión. Las elecciones de 2018 en México muestran una forma pragmática de reconfesionalización de la clase política; además, los candidatos —en especial los presidenciables— fueron conservadores en materia moral y evitaron provocar la agenda tradicional de las Iglesias.

A continuación, se exponen brevemente cuatro grandes tendencias que se derivan de este proceso electoral que ha trastocado la vida política del país.

a) Nuevo mapa religioso de México

La población de México es religiosa y, sin duda, mayoritariamente católica. En los últimos 25 años, la presencia de fieles de diversas Iglesias evangélicas se ha incrementado de manera notable: podrían ser entre 10 y 15 millones de mexicanos; por tanto, es una realidad que reconfigura nuevos mapas religiosos y conduce a una progresiva pluralidad religiosa. En consecuencia, es de lamentar que aún persista la discriminación y la intolerancia, como ha advertido el informe del Conapred. Por otra parte, México es un país tanto con una fuerte tradición laica en su cultura política como, al mismo tiempo, una sociedad crecientemente secularizada, en la cual las jóvenes generaciones urbanas se desarrollan alejadas y ajenas culturalmente de las doctrinas e instituciones religiosas. Todas estas constataciones reales del México contemporáneo nos sitúan en un complejo mosaico de convivencias que deben coexistir bajo un régimen de libertades. Ante todo ello, la libertad de conciencia y la libertad religiosa se abren paso persistentemente bajo la laicidad del Estado.

b) En 2018, la irrupción política de los evangélicos

En esta elección, los resultados mostraron que la votación masiva de electores —en su mayoría creyentes— se debió ante todo al hartazgo de la corrupción e impunidad más que al voto propiamente religioso. Los ciudadanos votaron por la expectativa de un cambio significativo en el timón del país y no por las doctrinas o mandatos divinos. Así, primó la esperanza de un mejor país que la inducción de los ministros de culto. En esta elección, el voto ciudadano es secular y la dimensión religiosa pasa por el tamiz de la secularidad que pone en entredicho el voto corporativo de las iglesias. A pesar de que el PES no alcance el registro, no significa que se cancela la irrupción de los grupos evangélicos en la política mexicana, porque la Iglesia católica sigue imbricada en el Estado Como lo ha señalado Soledad Loaeza, busca privilegios y cobijo frente a la creciente competencia de otras iglesias cristianas y evangélicas. Por su parte, la irrupción de las nuevas iglesias se aleja de un modelo de mayor laicidad de las instituciones públicas y ahí inserta su agenda. Ahora las iglesias buscan competir con la Iglesia católica en su propio terreno, es decir, la paridad en los privilegios, la interlocución y ser favorecidas por el Estado.

c) Alianza del conservadurismo intransigente católico mexicano con movimientos pentecostales fundamentalistas

Desde las marchas multitudinarias contra los matrimonios igualitarios en septiembre de 2016, se percibió la confluencia de agendas entre los sectores religiosos más conservadores, es decir, ha habido el acercamiento de la ultraderecha católica tipo yunque con el fundamentalismo pentecostal.

En ese orden de ideas, Rodrigo Iván Cortés Jiménez, presidente del Frente Nacional para la Familia, comenta a Proceso sus reparos hacia el candidato López Obrador, pero saluda la alianza con el PES de la siguiente manera: “Sí, ése es un buen gesto de López Obrador a favor de nuestra agenda, ya que el PES  tiene principios muy similares a los nuestros; incluso en el frente participan organizaciones de iglesias evangélicas. Esperamos que esta alianza atenúe la agresividad de algunos miembros de Morena en contra nuestra, aunque también existe la posibilidad de que Morena se trague al PES y lo anule políticamente. Ya veremos qué sucede”.

En el fondo la presencia del PES plantea la resignificación de las derechas religiosas del país. Los grupos conservadores adquieren tintes ecuménicos, lo cual era impensable hace unos años, aunque estamos lejos de las derechas iracundas y obsoletas. No cabe duda de que los grandes cambios culturales y la globalización han tocado las puertas de los nuevos grupos conservadores, los cuales han logrado mutar, adaptarse e insertar en su agenda la conquista del campo público. Las derechas religiosas fundamentalistas —tanto la católica como las neopentecostales— tienen un mismo objetivo: imponer sus convicciones morales y religiosas en el ámbito público. En ese sentido, la irrupción del PES en 2018 lleva a reconsiderar nuevos retos de las nuevas derechas religiosas que veremos y la tentativa conservadora de incidir en la gobernabilidad del país.

d) Reconfesionalización de la clase política

Desde el año 2000, con la alternancia panista se presenta una tendencia cada vez más presente en la cultura política: nos referimos a la reconfesionalización de la clase política. Sea por convicción personal del político  o funcionario, por posicionamiento o por pragmatismo, diversos actores políticos se reconocen creyentes y, en consecuencia, así actúan en la vida pública, contraviniendo los principios básicos de la laicidad y del principio histórico de separación entre Estado e Iglesia.

Es oportuno recordar: en 2008 al “gober piadoso” Emilio González dando un “limosnazo” del erario para la edificación del templo cristero en Guadalajara, hecho que la sociedad reprobó. A su vez, el regalo de Enrique Peña Nieto a la Iglesia católica, al reformar el artículo 24 constitucional en 2011, se convirtió en un galimatías político. Por otra parte, los gobernadores Duarte, en Veracruz y Chihuahua, entregando con pasión fervorosa su gestión al Sagrado Corazón de Jesús y la inmaculada virgen María, hoy enfrentan severas acusaciones de peculado y lavado de dinero. Asimismo, hay muchos otros casos en que los políticos trastocan la tradición laica del Estado moderno mexicano ¿Habrá que repensar en la laicidad del Estado mexicano? Están en juego la legalidad, la moralidad y la legitimidad. La repolitización de las esferas morales y la irrupción de lo religioso en el ámbito público presentan ahora otra paradoja: la dimensión laica del Estado también se ve amenazada por la clase política.

Errores, corrupción y desprecio por la opinión pública: Peña hizo el peor Gobierno, afirma Villamil

sábado, mayo 19th, 2018

Dice Jenaro Villamil, autor de Cleptocracia: El nuevo modelo de corrupción (Grijalbo) que el Gobierno actual sólo duró dos años del sexenio. Los otros cuatro “no supieron cómo revertir el derrumbe. Lo que han hecho es agonizar”. La tecnocracia, para el periodista, es un modelo de eugenesia social y el neoliberalismo no ha tenido una época de gloria en los últimos 40 años.

Ciudad de México, 19 de mayo (SinEmbargo).- “A diferencia de la mafia del poder, el término cleptocracia define una dinámica distinta: es la institucionalización del robo. La mafia del poder es descriptiva, la cleptocracia es prescriptiva. La mafia del poder captura al Estado, la cleptocracia se vuelve el Estado”.

Así lo explica el periodista y teórico Jenaro Villamil, diciendo además que ese sistema institucional, que todo lo ha robado y que nada ha dejado para su pueblo, se viene abajo.

¿Qué habrá después de las elecciones? Es muy difícil decir ahora cuáles son las cosas que realmente se transformarán, pero algo no da de sí en este sistema.

Villamil lo explica es La cleptocracia: El nuevo modelo de corrupción (Grijalbo): “México vive una de las jornadas políticas más intensas, inciertas y polarizadas de los últimos años. La sucesión presidencial de 2018 no es el punto de arranque de un cambio, sino el desenlace de una historia que este país y su sistema político han vivido en las últimas cuatro décadas. ¿Continuará o cambiará el núcleo de la élite que ha gobernado el país desde la “toma del poder” de la tecnocracia en la década de los ochenta? ¿Seremos capaces de derribar el inmenso muro que separa a la sociedad civil mexicana de una clase política desgastada, desprestigiada, inmersa en una escandalosa decadencia? ¿Qué papel jugarán los factores externos, en especial los grupos de poder económico, político y militar de Estados Unidos, que nos ven como una extensión de su hegemonía? ¿Qué viene después de la elección presidencial: el reacomodo típico de los grupos que han dominado o la reestructuración de un sistema desgastado?”.

El libro es un compendio de todos los hechos que han marcado –sobre los que ha fracasado una y otra vez- el Presidente saliente Enrique Peña Nieto y además un análisis de la cleptocracia durante los últimos 40 años, donde el neoliberalismo ha hecho sus anchas y la teoría del derrame todavía la esperamos en forma práctica.

La “cleptocracia” no es la mafia del poder, sino el sistema mismo. “No es un asunto de “buenos” contra “malos”, es un problema de estructura, de arquitectura, de un sistema que sólo se sostiene bajo cimientos endebles. Un cáncer que ha invadido todo el cuerpo político e institucional. Corroe, corrompe, debilita cualquier anticuerpo democrático”, dice Villamil, un hombre nacido en Mérida en 1969, cuyos libros recientes son también La rebelión de las audiencias (2017), La caída del telepresidente (2015), Ciberdisidencias (2014), Peña Nieto: el gran montaje (2012) y Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto (2009).

“Etimológicamente, cleptocracia proviene del griego clepto (robo) y kratos (gobierno o dominio); es decir, “el gobierno de los ladrones”. Es la institucionalización del robo a costa de una constante simulación de legalidad. Es un cáncer que ha hecho metástasis sobre todo el cuerpo institucional, al grado de que es prácticamente imposible contar con anticuerpos judiciales, fiscales autónomos, mecanismos de rendición de cuentas reales, no simulados”, afirma.

No lo pongo así, pero lo que hay es un proyecto de eugenesia social, de eliminación de los débiles, de los prescindibles, son desechables. Foto: Cuartoscuro

–¿Fuiste viendo todas las acciones de Gobierno en pos de la cleptocracia?

­–Sí, así es. Es un libro sobre los últimos 40 años de México, la explicación de la corrupción tan desatada que hay ahora y que se ha desatado en el caso del Gobierno de Enrique Peña Nieto y de los gobernadores priístas, de los políticos panistas, del perredismo, no es ajeno a una historia. Esa historia tiene que ver con el ascenso de la tecnocracia, en los últimos 40 años, llegó en 1982 y estamos viendo el declive de ese modelo y de esta cleptocracia que ha gobernado. Es un derrumbe muy fuerte.

–Tú hablas de la tecnocracia que es un modo de decir, el neoliberalismo, en un contexto donde parece no haber posibilidades de otro sistema. Parece ser que el neoliberalismo es la respuesta a todo

–Exacto. La cleptocracia es un sistema degenerado que puede ser desde un Estado populista, nacionalista o de un Estado neoliberal. Lo que los neoliberales quieren decirnos es que sólo hubo corrupción en México en la vieja época de López Portillo, de Echeverría… Y lo que estamos viendo en estos últimos años de neoliberalismo, defendido por una élite, fueron muchísimos más rapaces, muchísimos más ineficaces, más criminales en términos sociales que el nacionalismo. Se les ha caído la careta. Cuando ellos hablan de modernización y de no regresar a modelos anteriores, lo único que están diciendo y asumiendo que en los últimos 40 años lo único que hicieron fue derrumbar sus propias expectativas.

–Tal es así que cuando hablan del Estado nos dicen de Venezuela o de la vieja Unión Soviética, pero no ponen de ejemplo al Estado de Finlandia, donde entre otras cosas no hay una sola escuela privada

–Ellos usan propagandísticamente sus propias referencias. Hablan de Venezuela porque Venezuela está al margen del modelo neoliberal, pero ¿por qué no hablan de lo que está pasando ahora de Argentina, con una crisis terrible? Lo que está pasando en México es producto de ese neoliberalismo que se ha aplicado y en el gobierno de Enrique Peña Nieto alcanzó su máximo nivel.

–Aquí estamos acostumbrados a que los precios aumenten a cada rato y el salario baje o quede igual, que no nos llama la atención otros países

–Hay un desfasamiento terrible. El nacionalismo mexicano tuvo un periodo de gloria, las sociedades crecieron, las clases sociales subieron, pero el neoliberalismo no ha tenido un solo periodo de gloria, beneficiando a una minoría.

–Ni hablar de la teoría del derrame.

–El libro se enmarca en esto, exactamente.

–Haces un compilado de los escándalos de Enrique Peña Nieto.

–Sí, al contrario, fue abriendo expedientes sobre los escándalos y ninguno ha cerrado. Ni Ayotzinapa, ni el despido de Carmen Aristegui, ni el caso del crimen organizado, Humberto Moreira, ni los 12 gobernadores, ya su capacidad de solución de algunos de estos casos es nula. Todavía con Carlos Salinas es el sexenio más acabado de esta tecnocracia y de este modelo, algunas cosas se resolvieron. Se derrumbo en 1994. En este sexenio ha sido crisis tras crisis.

Un libro que aclara muchas dudas. Foto: Especial

–También está el tema de la muerte

–Sí, claro. La tecnocracia no es una clase política limpia ni pacífica. Es profundamente violenta, eso explica por qué estamos llegando a este sistema de homicidios, de secuestros, de desapariciones. El verdadero rostro de la tecnocracia no es la familia feliz del banco de México, ni de los virreyes, el verdadero rostro es el que vemos en varias de las calles mexicanas donde el Estado aplicó su derecho a garantizar la seguridad.

–Las manifestaciones que hay en Reforma todos los días

–No lo pongo así, pero lo que hay es un proyecto de eugenesia social, de eliminación de los débiles, de los prescindibles, son desechables. Los vuelven cifras, anécdotas y en el peor de los casos los criminalizan. Buscaron su merecido a través del narco, eso es un lenguaje tecnocrático.

–¿Qué les pasa por la cabeza, el tema de las minas por ejemplo, es sólo el dinero?

–Ellos creen que es un sistema de hurto inacabable, que eso está legalizado y que eso no debe cambiar. No tienen un proyecto social y por eso cae esta tecnocracia. Tuvieron como la Cruzada Nacional contra el Hambre que terminó en un escándalo terrible de corrupción. Tuvieron simple y sencillamente respuesta de dudosa eficacia. Lo que están pensando es cómo proteger sus intereses sin tener que dar nada a cambio. Las concesiones mineras no se van a poder sacar, están tan apalabradas y con contratos leoninos. Lo mínimo que se les puede demandar es un proyecto de devolución a la comunidad. Lo mínimo. Por eso les está molestando tanto la candidatura de Napoleón Gómez Urrutia.

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–¿Tú crees que el Gobierno de Enrique Peña Nieto es el peor que nos tocó en años?

–Sí. Incontrastablemente sí, una acumulación de errores, de insensibilidad y de corrupción que a esto le agregas la persistencia del desprecio a la opinión pública. Es un sexenio que duró dos años, los cuatro siguientes años no supieron cómo revertir el derrumbe. Lo que han hecho es agonizar.

–¿Esta gente va a ir a la cárcel?

–A la tecnocracia lo que le interesa es acomodarse, gane quien gane y va a tratar de cooptar al futuro Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, si es que gana y si es que dejan que este triunfo sea algo respetable. El libro es una llamada de atención a esto, es decir, las cleptocracias se van adaptando, por eso en la primera parte hago una especie de debate teórico, diciendo que no es lo mismo la cleptocracia que la mafia del poder. Se parecen, pero la mafia del poder está fuera del Estado y para mí la cleptocracia forma parte de los cimientos del Estado. La caída implicará una construcción y reconstrucción muy fuerte.

–Está de caída, pero la tecnocracia tiene el espíritu del áve fénix…

–Lo que ha pasado es que no ha funcionado ninguna de las fórmulas que antes tenían para inhibir el voto. La campaña del 2018 es exactamente la otra cara de la moneda del 2006, se están desesperando, ya quitaron de la boleta a Margarita, a la cual ellos pusieron, retiraron la inversión.

–¿Qué pasa con los medios, por ejemplo el periódico La Razón?

–Se cayó el modelo hegemónico de Televisa. Lo más probable es que traten de adaptarse, que traten de mimetizarse para mantener sus privilegios. Un periódico como La Razón seguirá viviendo, pero no son medios que vivan de sus audiencias, son instrumentos de protección política y el empresario tamaulipeco que es el dueño de La Razón usará eso como negociación. Son medios de presión política, en la medida que esos chantajes ya no funcionen van a ir desapareciendo. El caso de Televisa es más complejo, es más grande y es esencial, va a tratar de adaptarse, ahí vamos a ver de qué tamaño estará hecha la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador o la astucia de Televisa.

Comienza la Feria del Libro de la Alameda con Paco Ignacio Taibo II y muchos más

sábado, diciembre 9th, 2017

Ayer, viernes 8 de diciembre, se inauguró la Feria del Libro de la Alameda Central de la Brigada para leer en libertad, esta vez a un costado del Palacio de Bellas Artes (metro Hidalgo). Cada día se obsequia un libro distinto a los asistentes y a la venta los habrá desde 10 pesos. Se ofrecerán gratuitamente conferencias, debates, mesas redondas, conciertos y otras actividades.

Ciudad de México, 9 de diciembre (SinEmbargo).- La Feria se realizará del 8 al 17 de diciembre a partir de las 13 horas los días viernes, sábados y domingos y desde las 17 horas el resto de la semana. Abrirá la programación un concierto de Mercy, que a ritmo de rock dará el banderazo de salida para el debate y la reflexión.

Durante los días de feria se presentarán 13 libros y regalarán 10,habrá firma de autores, grandes ofertas y remates de libros. Mónica Lavín, Emiliano Monge, Óscar de la Borbolla, Jenaro Villamil y Alberto Chimal son algunos de los escritores que participaran en las actividades de la Feria, que se abrirá con un mano a mano entre Benito Taibo y Kiren Miret.

Juan Veledíaz, especialista en asuntos militares, ofrecerá una conferencia sobre la Ley de Seguridad Interior y sus previsibles repercusiones en el futuro inmediato. Los feminicidios serán enfocados desde diversos ángulos y periodistas como Blanche Petrich, Alejandro Meléndez, Romina Gándara y Luis Hernández Navarro abordarán el caso de los periodistas asesinados.

El sábado 9 a las 18 horas tendrá lugar una mesa dedicada a revisar el flujo de información en los medios digitales y el papel que van a desempeñar en 2018, año que estará marcado por unas elecciones altamente competidas.

El domingo 10 a las 15:30 horas, Diego Enrique Osorno hablará del caso de la Guardería ABC donde murieron 49 niños por negligencia criminal. Se referirá el sufrimiento de los padres, la responsabilidad de las autoridades y los obstáculos a la justicia.

El programa completo de la feria lo pueden ver en:

brigadaparaleerenlibertad.com o ver este video:

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COLUMNISTA INVITADO | Hombres y feminismo, de Eduardo Cerdán

sábado, octubre 21st, 2017

A finales de los sesenta, la periodista estadounidense Carol Hanisch escribió un texto que sus editoras intitularon “Lo personal es político”, fundamental para el movimiento feminista. Hanisch explicaba allí que no sólo es importante actuar públicamente, como ella misma lo hacía junto con las Feministas Radicales de Nueva York, para hacer política —es decir, para impactar en las relaciones de poder—, pues hablar de lo que ocurre en el ámbito privado es también un acto político. Ella no satanizaba a las mujeres que no estaban de acuerdo con su grupo activista; al contrario: invitaba a sus compañeras para que escucharan aquellas voces divergentes. “Mientras digamos tienes que pensar como nosotras y vivir como nosotras para unirte al círculo especial, fracasaremos”, escribió.

Por Eduardo Cerdán

Ciudad de México, 21 de octubre (SinEmbargo).- Inmerso en un ambiente y en una muy difícil etapa en México, parto de que «lo personal es político» para hablar de manera íntima, casi hogareña, sobre la relación de los hombres con las manifestaciones actuales del feminismo en México. Sea ésta una reflexión desde el otro lado: el de los opresores. Intentaré urdir este texto de la manera más hilvanada posible. Lo digo porque, ante temas tan apremiantes como éste y ubicado en un duelo compartido —que no adueñado—, me resulta difícil mantener la cabeza fría.

El 15 de septiembre, en Santa María Xonacatepec, encontraron el cuerpo de la xalapeña Mara Castilla, estudiante de 19 años de la UPAEP. Sus familiares la buscaban desde la mañana del día 8, en cuanto Karen Leticia —a quien conozco desde los 13 años— notó que su hermana no había llegado a la casa donde ambas vivían en Puebla. Un par de días después, me enteré vía Facebook de la afanosa búsqueda que Karen había iniciado. El mayor temor se adivinaba cada vez que Mara Fernanda Castilla Miranda (apellidos que oí mil veces en el pase de lista) nos sonreía en las redes sociales al lado de sus características físicas y las circunstancias de su desaparición. Cuando tembló el 19 de septiembre —a dos días de que enterraran a Mara en Xalapa—, estaba yo deslizando el pulgar entre las palabras que el día anterior había dicho Gabriela Miranda, otra “madre mutilada” de nuestro país. “Que el nombre de mi hija trascienda”, pedía.

Estudiantes de diversas universidades de Puebla, se manifestaron por las calles del centro de la ciudad para exigir justicia tras el homicidio de la estudiante Mara Castilla. FOTO: HILDA RÍOS/ CUARTOSCURO

Luego de ver los videos catastróficos en las redes sociales y de leer lo que la prensa publicaba en tiempo real acerca del terremoto, pensé en aquellas personas que se acababan de enfrentar a una sacudida física en medio de la ruina emocional. Karen Leticia penaba por la hermana que le arrebató un feminicida (de nuestra edad, por cierto). ¿Cuántos hermanos estarían en una condición similar? Y mientras temblaba en los lugares que se devastaron, ¿cuántos padres habrán pensado en los restos de sus hijas vibrando bajo el suelo de los panteones? ¿Cuántos habrán imaginado las cenizas de sus muertas sacudiéndose en las urnas? Una nueva desgracia, de otro orden, se cernía sobre muchos mexicanos.

Igual que el feminicidio de Lesvy Berlín este año, el de Mara Castilla se erigió pronto como un emblema de la protesta contra la violencia misógina. En varias ciudades se organizaron marchas en su memoria y en una de ellas, la de la Ciudad de México, ocurrió un desafortunado incidente protagonizado por el periodista Jenaro Villamil y un grupo de mujeres que marchaban en el así llamado “contingente separatista”, que no admite hombres. Entre el coro que gritaba “¡Despídete de tu verga, violador de mierda!”, luego de que algunas mujeres lo empujaran y de que una le arrojara agua, el periodista se alejó. Es verdad que Villamil debía conocer perfectamente las condiciones de la marcha y no tenía nada que hacer adentro del “contingente separatista”, pero no por eso tenían que agredirlo. Y no: él no fue la nota. Me temo que quienes afirman esto tienen el centralismo tan arraigado, que ni siquiera lo atisban. Mientras los capitalinos discutían acerca de Villamil, los familiares de Mara Castilla marchaban, sin “contingentes separatistas”, en Xalapa. Frente a la Catedral donde se había oficiado la misa de cuerpo presente en honor a su sobrina, Claudia Miranda leyó a nombre de la familia una carta abierta dirigida al Presidente, a los gobernadores de Puebla, de Veracruz, y a todos nosotros. “En México —dijo Claudia—, la muerte tiene nombre de mujer”. Amén de señalar la ineficiencia de la fiscalía de Puebla —que se apresuró a cerrar la línea de investigación sobre trata de blancas—, los Castilla Miranda —que prácticamente fueron los investigadores del caso y proporcionaron pruebas contundentes— exigieron a cielo abierto que exista un verdadero Estado de derecho y que se frene la violencia contra las mujeres. Ésa es la nota.

Ahora: sin perder de vista el tema central, también hay que atender todo lo que pasa en manifestaciones como éstas. Por eso, las reacciones de quienes “corrieron” a Villamil merecen discusión y crítica. Muchos aliados del feminismo se abstienen de criticar porque no quieren descalificar un movimiento tan necesario como éste. Pero las críticas no son descalificaciones, sino reflexiones con argumentos. Es imperativo que haya contextos en que los hombres callen y las mujeres hablen sobre sí mismas, pero eso no debe volvernos acríticos. Creo que se puede criticar sin protagonismos. ¿A quiénes les hablan las que marchan en “contingentes separatistas”?, me pregunto. ¿A quiénes dirigen las exigencias para detener la violencia misógina? A la sociedad machista, ¿no? Es decir: a todo el país. ¿De veras creen que polarizar y agredir son las vías para concientizar a los machos? En las redes sociales y en la prensa, aquellas amenaza-vergas aparecen como las caras del feminismo, pero están muy lejos de serlo. Por desgracia, muchísimos mexicanos creen que el feminismo es un grupo homogéneo, ése, y no es así.

La lucha feminista se enfrenta a un contexto lleno de actos violentos que inician a nivel verbal, desde las palabras. La lengua, ya se sabe, también es política; de ahí que haya tantas personas que cambian la segunda “o” de “todos” por una arroba, por una equis o por una “e”. Siguiendo esta premisa, ¿no es incongruente usar un discurso falocéntrico en una marcha que se opone a éste? ¿No es delicado llamar “violador de mierda” a alguien? En esa misma marcha, más tarde, una mujer identificó a un vendedor de pan como su violador. Alrededor de 250 personas lo persiguieron hasta la Plaza Reforma 222, donde aquél se refugió. Una perseguidora, que en el video en el que agreden a Villamil alcanza a verse arrojándole agua —con un collarín puesto, a lo mejor a modo de performance—, aparece ya sin collarín en otro video filmado adentro de la plaza, donde grita: “¡Lo perseguimos porque es un violador de mierda y vamos a ir detrás de cada pinche violador!”. Entonces, ¿Villamil y el vendedor de pan, que sí fue acreditado como acosador por la fiscalía, son lo mismo?

Lo que hacen estas mujeres es sólo un modo de ejercer el feminismo. Sus acciones no definen el movimiento entero, como constatan muchas mujeres que no se sienten identificadas con ellas. Las opiniones de estas últimas son igual de válidas y deben ser escuchadas, como pedía Hanisch hace casi cinco décadas. Hay feministas que se burlan de los varones que, ante la sentencia “Todos los hombres son malos”, refutan: “No todos los hombres…”. Pero ocurre algo curioso: en varios textos escritos por ellas mismas, he encontrado burlas hacia el “No todos los hombres” y, líneas abajo, un deslinde encabezado por la frase “No todas las feministas”. Creo que este ejemplo evidencia muy bien la ineficacia de las generalizaciones. Y, aunque se burlen, la verdad es que no todos los hombres son machistas, no todos los hombres son “malos”. Me alarma que los aliados del feminismo se abanderen bajo esa condena. Invisibilizar a los poquísimos que de veras se oponen al machismo —no en los textos ni en las redes ni en las marchas, sino en la vida cotidiana— es ignorar un área importante de la lucha. “Lo personal es político”.

He hablado acerca del feminismo no en un descarado acto de mansplaining, sino urgido por esa reeducación que con mucha razón se nos exige a los hombres. Les hablo, pues, a mis congéneres. Las feministas no tienen la obligación de explicarnos su movimiento; por eso nosotros debemos leer a las teóricas, escuchar a las activistas, reconocer las varias manifestaciones del feminismo y, sobre todo, hacer un verdadero ejercicio de autocrítica y de introspección para reconocer la desigualdad de privilegios entre géneros y para remediar las muy normalizadas y sistemáticas conductas machistas. Son muchas: bromear entre amigos a costa de las mujeres; ser paternalista tras una máscara de caballero; decir que se «ayuda» con los hijos, en la cocina o en el aseo de la casa; «prohibir» algo a la pareja, celarla, creer que nos pertenece; mal ver a la que bebe, sale de noche o se acuesta con quien se le da la gana; asegurar que una trabajadora asciende por cogerse al jefe, o peor: exigirle sexo a una trabajadora a cambio de un puesto; cosificar a las mujeres, pitarles desde el coche, chiflarles, mirarlas lascivamente en la calle; creer que insistiendo y acosando se puede cambiar un «no»… Y ésas son sólo algunas de las conductas «menores».

Es terrible que la masculinidad hegemónica sea un fin: que “ser hombre” dependa de que se perpetúen las conductas que el machismo ha normado. Las feministas hablan, por supuesto, desde su condición de mujeres, de potenciales víctimas, y por eso ven en los hombres a potenciales agresores. Es totalmente comprensible. Y así como nosotros no tenemos idea de qué es ser mujer en México, las mujeres no saben qué significa ser hombre en un país como el nuestro. Ellas no nos lo van a explicar porque lo desconocen: nos toca a nosotros subvertir la masculinidad machista, entender cómo opera e identificar de qué manera las afecta a ellas en especial —porque las están matando— y también a ellos, a nosotros. «La vida precaria» (diría Judith Butler) y la normalización del machismo han formado hombres que violentan a las mujeres, y también a otros hombres, debido a la frustración generada por descubrir que no tienen el poder que desde niños han creído merecer. Todo el tiempo intentan mostrar al mundo que son fuertes, que «no se rajan». Pero ¿quiénes dicen que los hombres deben ser así? ¿Quiénes nos certifica como hombres? El género masculino se sabotea a sí mismo. Como hombre, no es fácil oponerse a un sistema machista. Lo sé porque lo he vivido. La disidencia es una zozobra constante. Soy un varón heterosexual de 22 años que, acaso por haberme criado bajo un régimen matriarcal —con sus varios actos machistas, eso sí—, siempre he preferido la compañía de las mujeres sobre la de los hombres: mis mejores amistades son mujeres, escribo sobre mujeres, mis modelos a seguir —en la vida, en la literatura— son mujeres. Y por ello, al menos durante mi adolescencia, se me estigmatizó como si lo mío fuera algo malo: “de viejas”, “de maricas”. Sólo porque me hicieron creer que yo no pertenecía, durante aquellos años pensaba dos veces antes de llamarme hombre, a pesar de que nunca he dudado de mi identidad ni de mi orientación sexuales.

Del feminismo hay que rescatar lo importante: la búsqueda de equidad, para que ese “Ni una más” no se lo lleve el viento. Urge erradicar el pensamiento machista. Mientras esto no cambie, seguirá habiendo “Porkys”, jueces indulgentes con los violadores, sexos desgarrados, infancias rotas, caras amoratadas, cadáveres envueltos y arrojados como basura. Que no se nos olvide: por el machismo, siete mujeres no volverán hoy a su casa.

Eduardo Cerdán. Foto: Facebook

 

Eduardo Cerdán (Xalapa, 1995), narrador y ensayista, es profesor adjunto en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue becario de verano en la Fundación para las Letras Mexicanas, ha sido premiado en concursos nacionales de cuento y ha colaborado en publicaciones periódicas como la Revista de la Universidad de México, La Jornada Semanal, Confabulario de El Universal, Punto de Partida, Crítica y La Palabra y el Hombre. Ha participado en libros colectivos de cuentos mexicanos y latinoamericanos (UV, BUAP, UAM-X y Ediciones Cal y Arena), así como de ensayos sobre literatura hispánica (Sussex Press). Colabora en el Grupo Planeta México y edita la sección de narrativa en Cuadrivio. Textos suyos se han traducido al inglés y al francés.

Celulares y redes sociales se han convertido en un arma que debe tratarse con responsabilidad: Villamil

viernes, marzo 31st, 2017

El periodista Jeanro Villamil dijo que Facebook, Twitter, Youtube, Periscope e Instagram, redes sociales que dejaron de ser “escaparates del ego”, se convirtieron en poderosos espacios para la discusión pública.

Ciudad de México (SinEmbargo).- En la era del trending topic, los celulares (y la tecnología en general) se han convertido en un arma que debe tratarse con responsabilidad, señaló el periodista Jenaro Villamil en su visita a la UNAM.

En México hay dos procesos de comunicación importantes y simultáneos, dijo el autor de La caída del telepresidente. Por un lado, continuó, está el ocaso de los medios tradicionales como la radio y la televisión, debido a la falta de credibilidad que tienen frente a las audiencias: “la gente ya no ve la Tele”. En la banqueta de enfrente, la era de las redes sociales, que llegó al país en 2010.

Facebook, Twitter, Youtube, Periscope e Instagram dejaron de ser “escaparates del ego” y se convirtieron en poderosos espacios para la discusión pública, dijo.

“Las audiencias buscan información sobre asuntos públicos”, agregó.

En la conferencia La Agenda Mediática en la era del #TrendingTopic, realizada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), el también autor de Peña Nieto: el gran montaje, apuntó que el gran desafío al que enfrenta la era “de la rebelión de las audiencias”, es la credulidad de los usuarios, pues se creen rumores y noticias que no han sido verificadas, ponderadas y que carecen de contexto.

“Las audiencias buscan información sobre asuntos públicos”. Foto: Especial.

A 10 años del inicio de la llamada “Guerra contra el narcotráfico”, miles han sido víctimas o testigos de hechos violentos en México, frente a eso y, en medio de la convulsión de las redes sociales, debemos ser “responsables” y pensar en las consecuencias de lo que compartimos, apuntó la maestra Jeanine Mondragón durante el evento.

La analista del discurso periodístico puso de ejemplo el caso del Colegio Americano del Noreste, en el que un alumno sacó un arma de fuego y disparó contra su profesora y sus compañeros, y posteriormente se suicidó. Por la red circuló el video del momento exacto del ataque, el cual era reproducido por Facebook “sin preguntar”.

Frente a esos casos, ¿cuál es la responsabilidad de las audiencias y del periodismo?, preguntó la profesora.

Algunos usuarios comparten el contenido de violencia para denunciar, sin embargo, señaló Mondragón, no los exenta de pensar en las consecuencias que tendrán las imágenes. 

Los periodistas no son los únicos que deben ser responsables en lo que comparten, las audiencias en general, coincidió con Villamil. 

La presentación forma parte de un proyecto para “vincular a los estudiantes con la práctica profesional y los asuntos coyunturales”, comentó la maestra Laura Canales, organizadora.