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Y en efecto, Narro, ligado al peor priismo (el de Peña), mantiene un pie en la UNAM

jueves, octubre 28th, 2021

José Narro Robles es uno de los exrectores de la UNAM que conserva poder en esta institución, según han señalado universitarios y el propio Presidente López Obrador. Es, además, uno de los exfuncionarios de la Universidad que ha formado parte de distintos gobiernos del PRI, partido en el militó por más de cuatro décadas y el cual abandonó luego de no poder hacerse de su dirigencia nacional.

Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).– José Narro Robles mantiene su influencia dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como lo han señalado voces al interior de esta institución y como lo ha referido el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Narro Robles ha ocupado en las últimas cuatro décadas distintas posiciones dentro de la máxima casa de estudios al igual que las ha tenido en gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al cual renunció en junio de 2019 luego del intento fallido de competir por la presidencia nacional del tricolor, pero al cual acompañó en los Gobiernos de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y en el de Enrique Peña Nieto.

Dentro de la Universidad, Narro Robles fue secretario general entre 1985 y 1991, años en los que fueron rectores Jorge Carpizo (1985-1989) y José Sarukhán (1989-1996), mandatos en los cuales se trató de impulsar el cobro de cuotas, situación que en el caso de Carpizo —a la postre integrante del salinismo— dio pauta a la conformación del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) y en el de Sarukhán a presiones por parte del Gobierno de Carlos Salinas de no implementar los cobros diferenciados.

Una vez fuera de la secretaría general, Narro contendió contra Sarukhán y Juan Ramón de la Fuente para desempeñarse al frente de la Rectoría de la UNAM, puesto al que llegaría en noviembre de 2007 y en el cual repetiría en un segundo periodo que se alargaría hasta el mismo mes de 2015.

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Identificado como un personaje cercano a Guillermo Soberón y Jorge Carpizo, dos de los rectores que tuvieron una influencia notable en la Universidad y que se desempeñaron como funcionarios del Gobierno federal, Narro Robles aún mantiene ciertas posiciones de control en la UNAM, como reveló el consejero Octavio Solís Jiménez a Milenio en septiembre de 2019, en el marco de la renovación de la rectoría la cual ganó para un segundo periodo el actual rector Enrique Graue.

“Narro, además de ex priista, aún tiene el respaldo de directivos y funcionarios que dejó desde su administración”, indicó Solís a Milenio. En ese mismo sentido se han difundido distintos trascendidos que incluso hablan del exrector Narro como “el poder real” en esta institución.

Ahora el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador señaló esta misma influencia que detenta el Secretario de Salud de Peña Nieto en la UNAM:

“Apenas estoy opinando y ya el doctor Narro, que es el jefe del grupo dominante desde hace muchos años en la UNAM, está hablando de que se intenta afectar la autonomía de la UNAM, entonces no puedo yo hacer ninguna propuesta además. No es ese el propósito, yo soy respetuoso de la autonomía de la UNAM”.

El Presiente Peña Nieto junto a José Narro Robles, en 2017 cuando fue su Secretario de Saludo. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro.

EL LEGADO DE NARRO CON PEÑA 

Ahora el exrector y exfuncionario priista se ha vuelto una de las voces más críticas hacia el Gobierno de López Obrador. Ha sido uno de los principales actores que ha cuestionado el manejo de la pandemia, al frente de la cual ha estado el polémico Subsecretario Hugo López-Gatell.

Recientemente, salió a responder los señalamientos que hizo el Presidente sobre la UNAM. “La UNAM tiene un compromiso con el país, lo ha demostrado en un momento y en otro; con un Presidente y con otro, pero lo ha demostrado siempre con la sociedad”, dijo en entrevista con la periodista Azucena Uresti en Radio Fórmula, dando luz precisamente a la relación entre esta institución y el Ejecutivo federal.

No obstante, su paso por la administración de Enrique Peña Nieto, uno de los gobiernos más señalados por presuntos actos de corrupción, no ha estado exenta de cuestionamientos por su desempeño. Precisamente el Subsecretario López-Gatell acusó en mayo de 2020 a Narro Robles de que durante su gestión se abandonaron 307 hospitales, señalamiento que no ha aclarado el exfuncionario peñista.

En ese sentido, El Universal reportó en mayo de 2019 que de 326 hospitales y unidades médicas que estaban en ese entonces sin concluir en el país, casi la mitad —en los que había invertido el Gobierno de Enrique Peña Nieto— eran  inviables y no podían funcionar porque serían un riesgo para los ciudadanos. 

José Narro y el actual rector Enrique Graue. Foto: Mario Jasso.

A estas irregularidades, se suma la operación política que encabezó el exsecretario de Salud en el marco de la elección gubernamental del Estado de México de 2017, según denunció en ese entonces López Obrador. La contienda en esta entidad, uno de los últimos bastiones que le quedan al PRI, estuvo marcada por una serie de irregularidades que —a decir de la oposición— beneficiaron al candidato priista, el ahora Gobernador Alfredo del Mazo.

Fue días antes de la elección en esa entidad que López Obrador denunció la supuesta  injerencia de funcionarios de alto nivel del Gobierno de Enrique Peña Nieto en el proceso electoral a través de diversas acciones en municipios  como Ecatepec, Atlacomulco, Naucalpan y Chimalhuacán, e incluso presentó documentos que la Presidencia dijo desconocer.

“Por ejemplo, en Amecameca, el ingeniero Jorge Rescala Pérez; en Atlacomulco, Nuvia Mayorga Delgado; en Chimalhuacán, Simón Iván Villar Martínez, Cuautitlán Izcalli, el secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer; en Ecatepec, el doctor José Narro Robles, ¿quién iba a pensar que de rector de la UNAM iba a terminar de mapache?”, acusó López Obrador en un video de mayo de 2017.

En mayo del año pasado trascendió que Narro Robles estaba en la mira de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), no obstante la dependencia salió a aclarar que aunque no indagaba al exfuncionario sí tenía una investigación en curso por presuntos casos de corrupción en el sistema de salud durante el sexenio anterior. 

Un mes antes, Univisión informó que el exrector de la UNAM se encontraba entre los funcionarios del peñismo que tenían un expediente abierto en la Secretaría de la Función Pública (SFP) por su evolución patrimonial. A Narro y a su esposa, indicaba el reporte, les asignaron la pesquisa número 036/2020, no obstante el exsecretario de Salud dijo desconocer oficialmente de cualquier investigación sobre su persona o su esposa. A la fecha, no se ha dado a conocer más sobre aquella indagatoria.

Jorge Carpizo Mcgregor, y José Narro Robles. Foto: Iván Mendez, Cuartoscuro.

ENTRE EL GOBIERNO Y LA UNIVERSIDAD

Los fallecidos Guillermo Soberón y Jorge Carpizo son dos rectores que antecedieron José Narro y con quienes tuvo una buena relación. 

En sus memorias, El médico, el rector (Fondo de Cultura Económica), Soberón encargó el prólogo a José Narro, quien por entonces era rector de la UNAM. Sobre ello escribió:

“Con él conviví en la Coordinación de los Servicios de Salud de la Presidencia de la República y en la Secretaría de Salud, donde fungió como director de los Servicios de Salud del Distrito Federal durante mi tiempo como Secretario de Salud”.

Soberón estuvo al frente de la Secretaría de Salud durante el Gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988), en cuya administración se estableció la política neoliberal. No obstante, sus relaciones con el poder datan del Gobierno de José López Portillo (1976-1982).

En lo que respecta a Carpizo su relación se dio tanto en la Universidad como en el Gobierno. Narro Robles fue secretario general de la UNAM en los cuatro años que Jorge Carpizo fue rector. Posteriormente, ambos formarían parte del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari, una de las administraciones más autoritarias del PRI. 

Carpizo se desempeñó como Procurador General de la República y Secretario de Gobernación, mientras Narro Robles fue secretario general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) tras salir de la secretaría general de la UNAM en 1991 para contender por la dirección de la Facultad de Medicina, proceso en el cual no participó para precisamente sumarse al Gobierno. Ya con Carpizo en la Secretaría de Gobernación (Segob), Narro se sumaría a la dependencia como Subsecretario.

De izquierda a derecha: Enrique Graue, Guillermo Soberón y José Narro. Foto: Diego Simón Sánchez.

Desde el Gobierno, Narro Robles buscó contender —sin éxito— por la rectoría de la UNAM, como lo relata en su libro de memorias Desde el sexto piso (Fondo de Cultura Económica), José Sarukhán, quien terminaría por imponerse a Narro en un segundo periodo. No obstante, Sarukhán —quien años después de dejar el Gobierno se incorporaría al Gobierno de Vicente Fox— denunció que en ese proceso de renovación de la UNAM enfrentaría una animadversión. Sobre aquella época, Sarukhán escribe: 

“Una mañana recibí en mi oficina una llamada de José Narro, quien en ese tiempo era secretario general del Instituto Mexicano del Seguro Social, pidiéndome que tuviéramos una reunión en algún lugar ‘discreto’. Me causó extrañeza el asunto, ya que ése no era el proceder de Narro. Le propuse un lugar en el sur de la ciudad y ahí nos encontramos. Básicamente lo que Narro quería decirme era que había tomado la decisión de participar en el proceso de elección de rector y que quería informármelo personalmente, antes de que la noticia apareciera en la prensa. Fue un buen detalle de su parte, que le agradecí. Aun así, me atreví a preguntarle por qué había cambiado de opinión, ya que un par de años antes (o algo así) había dejado la Secretaría General de la UNAM para participar en el proceso de elección de la Dirección de la Facultad de Medicina, camino por el que finalmente tampoco optó esgrimiendo el argumento, que me pareció válido, de que era tiempo de ‘voltear la página de la Universidad’ para dedicarse a su vocación profesional, en asuntos de salud pública. Su respuesta fue que él consideraba que ahora había cosas que no iban bien en la UNAM (no mencionó cuáles) y que por ello quería participar en el proceso de elección de rector. Mi comentario fue que él tenía todo el derecho de hacerlo como universitario y buen conocedor de la UNAM. Terminamos poco después la charla junto con nuestros respectivos cafés, y nos despedimos”.

José Sarukhán y José Narro Robles. Foto: Enrique Ordoñez, Cuartoscuro.

Tras la rectoría de Sarukhán, y los infructuosos años de Francisco Barnés, quien llegó en 1997 y estuvo sólo un par de años debido al estallido de huelga que causó su plan de aumentar las cuotas, se abriría en los últimos días de 1999 el proceso de renovación de la rectoría, en el cual contendió Narro Roble. Las crónicas de esos días recuerdan cómo Narro nunca asistió a las entrevistas que hizo la Junta de Gobierno en el Palacio de Minería. El vencedor de ese proceso sería Juan Ramón de la Fuente, por ese entonces Secretario de Salud de Ernesto Zedillo, dependencia en la que también se encontraba, como Subsecretario, José Narro.

El turno del esxecretario de Salud llegaría en noviembre de 2007, cuando ganó la rectoría por un primer periodo. Cuatro años después repetiría la fórmula para reelegirse hasta 2015. 

Juan Ramón de la Fuente y José Narro Robles. Foto: Adolfo Vladimir, Cuartoscuro.

De su paso por la UNAM, Narro ha presumido el aumento del número de estudiantes que ingresó a la Universidad, que la superficie construida creció y la creación de 27 nuevas licenciaturas. No obstante, su legado por la máxima casa de estudios del país también se vio marcado por un secreto a voces que se gestó durante años en el seno de la institución y que en su rectoría creció al punto de ser uno de los pendientes que heredó a Enrique Graue: el narcomenudeo.

Junto a esta actividad, la situación de la inseguridad también ha sido cuestionada a Narro, junto a una serie de problemas que no han atendido las autoridades educativas como los abusos laborales a la planta docente, la violencia de género en los salones de clases y las malas condiciones con las que operan la mayoría de los planteles educativos.

Nexos de rectores con políticos les han dado acomodo en gobiernos de PAN, PRI, Morena

miércoles, octubre 27th, 2021

Seis de los últimos ocho rectores de la UNAM han pasado de la academía a la política y viceversa jugando, en unos casos, un rol determinante en el Gobierno federal, e incluso a partir de su cargo al frente de la máxima casa de estudios han dado de cuenta de la politización dentro de esta institución.

Ciudad de México, 27 de octubre (SinEmbargo).– En las últimas cuatro décadas la mayoría de los rectores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han mantenido una relación cercana con los presidentes de México, que los han sumado a sus gobiernos. Guillermo Soberón con Miguel de la Madrid, Jorge Carpizo con Carlos Salinas Salinas, José Sarukhán con Vicente Fox, José Narro Robles con Enrique Peña Nieto y Juan Ramón de la Fuente con Andrés Manuel López Obrador.

El Presidente López Obrador ha criticado en día pasados cómo la Universidad se ha “derechizado” y ha mantenido al interior de las facultades a funcionarios conservadores. El planteamiento del mandatario federal ha generado un aluvión de críticas y ha sido visto como una embestida hacia la UNAM, institución de la que es egresado.

No obstante, la Universidad se ha manejado a lo largo del tiempo mediante criterios políticos y muestra de ello es la trayectoria que han tenido en la administración pública federal los rectores a lo largo de la vida de la institución, por ejemplo de los 33 que ha tenido 26 han desempeñado un cargo público, en gran parte a que la autonomía se obtuvo hasta 1929 y a que los lineamientos que rigen a la fecha a la institución fueron establecidos en 1945, cuando el rector era Alfonso Caso.

Más recientemente, a partir de la década de 1980, durante el mandato de Miguel de la Madrid (1982-1988), en cuya administración se estableció la política neoliberal, la politización de la institución ha sido clara con algunos de sus rectores ocupando puestos clave en el Gobierno federal, salvo Octavio Rivero Serrano y el actual rector Enrique Graue.

El Presiente Peña Nieto junto a José Narro Robles, en 2017 cuando fue su Secretario de Saludo. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro.

El último de ellos fue el doctor José Narro Robles quien estuvo al frente de la máxima casa de estudios del país del 13 de noviembre del 2007 al 2011 y en un segundo periodo del 10 de noviembre de ese año hasta el 2015; meses después se sumó al Gobierno de Enrique Peña Nieto en la Secretaría de Salud. Narro Robles incluso contendería —sin éxito— en marzo de 2019 por la dirigencia del PRI, candidatura que abandonaría y que lo llevaría incluso a renunciar a su militancia después de 46 años.

Al momento de sumarse al Gobierno de Peña Nieto, Narro Robles ya contaba con una trayectoria como funcionario federal. Fue secretario general del IMSS y subsecretario subsecretario de Gobierno en el Gobierno de Carlos Salinas. Posteriormente, en la administración de Ernesto Zedillo fue subsecretario de Salud.

Ahora el exrector y exfuncionario priista se ha vuelto una de las voces más críticas hacia el Gobierno de López Obrador. Ha sido uno de los principales actores que ha cuestionado el manejo de la pandemia, al frente de la cual ha estado el polémico Subsecretario Hugo López-Gatell.

Recientemente, salió a responder los señalamientos que hizo el Presidente sobre la UNAM. “La UNAM tiene un compromiso con el país, lo ha demostrado en un momento y en otro; con un Presidente y con otro, pero lo ha demostrado siempre con la sociedad”, dijo en entrevista con la periodista Azucena Uresti en Radio Fórmula, dando luz precisamente a la relación entre esta institución y el Ejecutivo federal.

Al igual que él, otros rectores han tenido un paso, ya sea antes o después de haberse desempeñado al frente de la UNAM, en la política mexicana.

Guillermo Soberón fue rector de la UNAM por dos periodos y luego Secretario de Salud. Foto: Archivo/Cuartoscuro.

GUILLERMO SOBERÓN Y LA INJERENCIA 

“Para moverme en este Gobierno, lo primero que debo tener es la confianza de la sociedad, y la Universidad es muy importante para mí. A usted le tienen confianza, eso está demostrado. Para llenar las posiciones de mi gabinete tengo a la vista tres o cuatro personas por cada posición, pero para ocupar la posición de rector la Junta de Gobierno sólo tiene una de su estatura: usted mismo. Conozco cuánto ha pasado y sé que hay otros candidatos. […] Le pido que acepte para que pueda luego tener un interlocutor de confianza. Apóyeme en esto. Vamos a hacer un pacto de caballeros: si usted acepta, en correspondencia le voy a dar todo el apoyo que necesite para la Universidad, yo me comprometo”.

Las palabras son del Presidente José López Portillo (1976-1982) y corresponden a la plática que sostuvo con Guilermo Soberón, quien había declinado a reelegirse como rector de la UNAM luego de haber ocupado este cargo, en un primer periodo, del 3 de enero de 1973 al 3 de enero de 1977, pero que a petición del mandatario federal tuvo que acceder a un segundo mandato de esta última fecha al 2 de enero de 1981, según confesó el propio Soberón en su libro El médico, el rector (Fondo de Cultura Económica). 

“Si a uno le piden algo y al mismo tiempo le tocan el Himno Nacional, pues ni modo de negarse”, recuerda que dijo Soberón a su esposa luego de haber aceptado la reelección como rector a petición del Presidente López Portillo, una situación que él mismo señala le valió críticas de la prensa en aquel entonces: “Dijeron que todo respondía a intereses creados y a la cuestión aquella del ‘hueso’ en el gabinete presidencial, y yo ya no podía negar lo que pareció evidente. Las razones de peso que había esgrimido tenazmente para rechazar la postulación, ésas nunca trascendieron. Así se hace la historia”.

Al finalizar su segundo periodo como rector, Soberón accedió a petición del Presidente López Portillo a realizar un diagnóstico del sector salud que sería presentado al Presidente electo Miguel de la Madrid, quien pediría a Soberón sumarse a su Gobierno en la Secretaría de Salubridad, cargo que desempeñó a lo largo de toda la administración.

El expresidente Miguel de la Madrid en 1999. Foto: Germán Romero, Cuartoscuro.

Durante su paso por la administración de De la Madrid, Soberón recuerda en su libro cómo desde el Gobierno federal el entonces Secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, buscó influir para que fuera reelecto Octavio Rivero Serrano, de quien el propio Guillermo Soberón cuestionó su sumisión al Gobierno. El emisario, recuerda, para que influyera en el proceso de sucesión de la UNAM fue el entonces Secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles. Sobre ese episodio, Soberón escribe:

“A mediados de noviembre me habló don Jesús Reyes Heroles, que era Secretario de Educación, para decirme que deseaba conversar conmigo. […] Fui a su despacho, donde me dijo que el Presidente De la Madrid le había encargado buscarme porque el Gobierno apoyaba a Rivero. Era la primera ocasión en que yo me enteraba de que el Gobierno intentaba inmiscuirse en tan trascendentes decisiones. Me pidió que hablara con (Jorge) Carpizo y (Jaime) Martuscelli (candidatos a la rectoría), ya que eran mis amigos. Le contesté que, en primer lugar, me parecía muy mal que el Gobierno se metiera porque pasaba por encima de la autonomía universitaria; en segundo lugar, le dije que la elección era pésima; en tercero, que como funcionario gubernamental —era Secretario de Salud— hablaría con mis amigos para decirles que el Gobierno respaldaría a Rivero porque era importante que lo supieran, pero que no les daría opinión alguna y menos una sugerencia sobre su forma de proceder. Si el Gobierno había decidido intervenir se las tenía que arreglar solo. Reyes Heroles me aseguró que estaba de acuerdo conmigo en que la reelección de Rivero era inadecuada. ‘Soy amigo de Carpizo y reconozco sus méritos —agregó—, pero Bartlett es quien ha promovido el apoyo gubernamental a Rivero. No tengo intenciones de comprarme un pleito con él’”.

Soberón llevaría su planteamiento al Presidente De la Madrid a quien le diría que no se inmiscuiría en el proceso, algo que el mandatario aceptó. Y también habló con Bartlett, quien —recuerda— enfureció cuando le advirtió que no metería las manos para que Rivero se reeligiera al frente de la UNAM. 

Finalmente, tras una votación apretada entre Carpizo y Martuscelli, el primero llegaría a la rectoría de la UNAM.

En lo que respecta a Soberón, en fechas recientes fue de los otros exfuncionarios que cuestionó el manejo que ha dado el Gobierno de López obrador a la pandemia de la COVID-19. El doctor Soberón falleció el pasado octubre de 2020. Su gestión al frente de la UNAM se distinguió ​​por el Programa de Descentralización de Estudios Profesionales, a partir del cual se creó la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP), con sus planteles en Cuautitlán, Acatlán, Iztacala, Aragón y Zaragoza, y atendió la demanda de educación superior en la zona conurbada de la Ciudad de México.

Jorge Carpizo. Foto: Susana Navarrete, Cuartoscuro.

CARPIZO Y EL SALINISMO

Otro rector que ha tenido una influencia importante tanto en la Universidad como en el Gobierno federal fue Jorge Carpizo McGregor, reconocido en la academia como uno de los principales constitucionalistas del país y por la trascendencia que tuvo su libro El presidencialismo mexicano (Siglo XXI Editores), en el cual buscó responder la cuestión de “qué es realmente el régimen presidencialista mexicano” y en el que acuñó el término “facultades metaconstitucionales” para explicar el predominio en México del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo y el Judicial.

Paradójicamente, Carpizo McGregor formó parte del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), uno de los mandatarios que ha concentrado más poder y cuya administración estuvo marcada en un inicio por el fraude de 1988 al candidato de las izquierdas el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas —la llamada caída del sistema decretada por Manuel Bartlett, Secretario de Gobierno de Miguel de la Madrid y actual director de la Comisión Federal de Electricidad—, y a lo largo de su mandato por actos como el levantamiento zapatista y el asesinato del candidato presidencial oficialista Luis Donaldo Colosio y del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, cuñado de Salinas.

A ese Gobierno priista se incorporó Jorge Carpizo McGregor. Previo a ello, al inicio del salinismo ​​Carpizo fue designado Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, luego de haber ocupado entre enero de 1985 y enero de 1989 la rectoría de la UNAM. Su reelección como rector no pudo materializarse a causa del movimiento estudiantil que tuvo lugar entre 1986 y 1987 cuando pretendió aumentar las cuotas y eliminar el pase automático de bachillerato a licenciatura.

Para 1990, ocupó la titularidad de la recién creada Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en la cual estuvo hasta 1993 para ingresar al frente de la Procuraduría General de la República (PGR) de enero de 1993 a enero de 1994, tiempo en el cual pasaría al frente de la Secretaría de Gobernación (Segob), cargo en el cual le tocó vivir desde una posición clave la imagen de un Gobierno asediada por el levantamiento zapatista en Chiapas y los asesinatos del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio y del secretario general del partido, José Francisco Ruiz Massieu.

Desde ese mismo cargo condujo la elección de 1994 —marcada por el magnicidio de Colosio— y como presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral negoció con el PAN y el PRD la ciudadanización del organismo. 

De su paso por la Procuraduría General de la República ha sido cuestionado su papel por la explicación que dio en televisión del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el cual siempre atribuyó a una confusión de los hermanos Arellano Félix al querer asesinar a Joaquín “El Chapo” Guzmán. La conocida versión “Nintendo”.

Jorge Carpizo, como Secretario de Gobernación, y Carlos Salinas de Gortari. Foto: Victoria Valtierra, Cuartoscuro.

Esta postura fue desestimada por la Iglesia mexicana, sobre todo por el sucesor de Posadas Ocampo, Juan Sandoval Iñiguez —con quien Carpizo sostuvo importantes diferencias a lo largo de los años—, quien señaló en todo momento que el asesinato era un crimen de Estado en el que apuntó a los vínculos de políticos mexicanos con capos del narcotráfico.

Ya en el Gobierno de Ernesto Zedillo ​fue nombrado Embajador en Francia, representación en la que estuvo del 17 de julio de 1995 – 7 de septiembre de 1995.

Carpizo falleció el 30 de marzo de 2012 en la Ciudad de México por complicaciones médicas preoperatorias. En sus últimos días regresó a la academia, en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. 

En su gestión frente a la Universidad, Carpizo presentó el diagnóstico titulado Fortaleza y debilidad de la UNAM a partir del cual buscó hacer una reforma dentro de la UNAM que contemplaba establecer promedios mínimos de calificación para tener derecho al pase automático del bachillerato a la licenciatura; un tiempo máximo para ser considerado alumno regular, así como el aumento de las cuotas. En respuesta, se integró el Consejo Estudiantil Universitario (CEU), un movimiento de protestas que no se había visto en ese entonces desde las manifestación de 1968 y cuya magnitud pudo detener la Reforma de Carpizo.

José Sarukhán Kermez. Foto: Mosés Pablo, Cuartoscuro.

SARUKHÁN Y LOS 3 PRESIDENTES

José Sarukhán tomó posesión como rector el 2 de enero de 1989, cargo que desempeñó en dos periodos, los cuales culminaron el 6 de enero de 1997. Al igual que con Jorge Carpizo, el secretario general de la UNAM en aquella época fue el doctor José Narro Robles. Su gestión en la casa de estudios dio un vuelco cuando propuso un esquema de cuotas diferenciadas, el cual a su vez fue comentado, con el Gobierno de Carlos Salinas, quien en un primer momento aceptó la idea, pero que ante el escándalo mediático y las movilizaciones estudiantiles que suscitó el planteamiento terminó por llamar al rector a una reunión en la residencia oficial de Los Pinos:

“En ella se encontraban, acompañando al Presidente Salinas, el Secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios; el Secretario de Educación Pública, Ernesto Zedillo Ponce de León, y el Jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís. El Presidente Salinas tomó la palabra, me agradeció haber aceptado su invitación y fue de inmediato al grano. Estaba preocupado por la posibilidad de que las manifestaciones que se habían dado en las calles en contra de las cuotas se complicaran, ya que podrían afectar el proceso electoral en Michoacán, que debía realizarse en unos cuantos meses más”, narra el propio Sarukhán en su libro de memorias ​​Desde el sexto piso (Fondo de Cultura Económica).

Sarukhán reseña en el mismo texto cómo Manuel Camacho Solis, quien por aquel entonces se perfilaba como uno de los principales candidatos a suceder a Salinas, insistió en aquella reunión que lo sucedido en la UNAM podría complicar las próximas elecciones estatales, una situación que él atribuyó a que había un acuerdo entre Camacho “y algunos de los grupos que promovieron originalmente al CEU”.

José Sarukhán y el Presidente Vicente Fox en noviembre del 2000. FOTO: Victoria Valtierra/Cuartoscuro.

“Después de un buen rato de la confrontación narrada, el Presidente Salinas me dijo que tenía frente a mí los argumentos de sus colaboradores y que yo juzgase, para bien del país, si era conveniente seguir o no con el proceso de revisión de cuotas que había iniciado. Dijo que de ninguna manera él trataría de influir en una decisión que le correspondía al rector de la UNAM”, prosigue en su relato Sarukhán para revelar que luego de contemplar su renuncia y de hacer públicas las presiones del Gobierno, optó por “velar por el bien de la institución” y el 2 de julio de ese año canceló su propuesta.

En sus memorias, destaca el trato con el Presidente Salinas, con quien refiere que tuvo una “fluida comunicación”, y refiere que si bien con Ernesto Zedillo tuvo algunas fricciones cuando estuvo al frente de la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) éstas no trascendieron a más. “En una cena en mi casa cuando aún era él secretario de la SPP, con algunos de mis colaboradores y con mi esposa Adelaida, él y su esposa, Nilda Patricia, fueron tan vehementes en sus críticas a la educación superior pública, a la UNAM y al IPN, que la reunión se tornó tensa y yo no veía la forma y el momento de que terminara lo que parecía un fallido convivio de acercamiento”, recuerda por ejemplo. Todo cambiaría con la llegada de Zedillo a la SEP y su posterior victoria como Presidente de México, ya que aunque en temas presupuestarios la difícil situación económica del país, indica, impidió que hubiera mejores apoyos económicos.

Tras dejar la rectoría de la UNAM, Sarukhán fue invitado a formar parte del primer gobierno de transición, el cual lideró Vicente Fox y que estuvo marcado por el incumplimiento de un cambio, que muchos han observado que significó la continuidad del mismo modelo político implementado hasta la fecha. 

El exrector se sumó al Gobierno de Vicente Fox como Comisionado para el Desarrollo Social y Humano en el gabinete presidencial entrante, puesto al que renunció en febrero de 2002. Posteriormente señalaría que algunos de los motivos de su salida coincidían con los expuestos por Alfonso Durazo que dejaría la secretaría particular y la dirección de comunicación social de Presidencia haciendo algunas críticas sobre la conducción de esa administración.

Francisco Barnés. Foto: Juan Pablo Zamora/Cuartoscuro.

FRANCISCO BARNÉS Y LA HUELGA

En enero de 1997 fue nombrado rector Francisco Barnés de Castro, quien estuvo en este cargo sólo por dos años a causa de la huelga que estallaría en la UNAM por el plan de reforma que emprendió y que consistía en un aumento en el pago de cuotas por concepto de inscripción, pago semestral y otros servicios, la cual se extendería por casi un año.

Barnés pasó de la administración pública federal a la máxima casa de estudios. Él se desempeñó en el Gobierno de Ernesto Zedillo como Subsecretario de Energía y como director general del Instituto Mexicano del Petróleo antes de asumir la rectoría.

Un día después de asumir al frente de la UNAM, Barnés anunció que pondría a revisión el pase automático y el aumento de las cuotas, temas que en el pasado habían causado encono entre la comunidad universitaria. Para febrero de 1999 el planteamiento tomó forma y detonó el llamado a huelga de abril de ese año.

La investigadora Marcela Meneses Reyes señala al respecto, en su libro ¡Cuotas NO! El movimiento estudiantil de 1999-2000 en la UNAM (UNAM) cómo “la propuesta de Barnés de modificar el RGP (Reglamento General de Pagos) fue avalada o, mejor dicho, impulsada por el Gobierno federal interesado en echar a andar el proyecto conjunto con las instituciones financieras internacionales para insertar a la UNAM en el mercado”. 

Y en ese sentido, Meneses cita al propio exrector: “El Presidente Zedillo nos recomendó que lo manejáramos con todo cuidado para que, efectivamente, lográramos obtener los propósitos que nos habíamos planteado y que se consiguiera llevar a cabo el proceso de adecuación a través de una discusión amplia en la Universidad, sin que se politizara indebidamente. Fue su única preocupación”.

Para el 12 de noviembre de ese año Barnés de Castro presentó ante la Junta de Gobierno de la UNAM su renuncia. “La intransigencia de los grupos radicales que se han adueñado de la conducción del movimiento, la injerencia de grupos políticos ajenos a la vida universitaria y al clima de impunidad que a lo largo de estos meses ha prevalecido”, fueron sus palabras que consignó en ese entonces La Jornada.

Su salida, en medio del conflicto, llevó a que entrara en juego un nuevo actor proveniente del Gobierno de Zedillo.

Una vez fuera de la rectoría, Barnés se sumó a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) en 2004 durante el Gobierno de Vicente Fox, cargo que ocupó hasta 2014.

Juan Ramón de la Fuente y el Presidente López Obrador. Foto: Saúl López, Cuartoscuro.

DE LA FUENTE: DEL GOBIERNO DE ZEDILLO A LA 4T 

Juan Ramón de la Fuente Ramírez llegó a la rectoría de la UNAM luego de haber ingresado al sector público el 1 de diciembre de 1994 cuando el Presidente Ernesto Zedillo lo designó como Secretario de Salud, uno de los tres únicos miembros del gabinete presidencial que no pertenecían al Partido Revolucionario Institucional.

Permaneció en el cargo hasta 1999 cuando fue designado rector de la UNAM en medio de la huelga estudiantil de más de 10 meses de duración motivada por la intención del exrector, Barnés de Castro de cobrar cuotas de ingreso a los estudiantes. El inicio de la gestión de De la Fuente al frente de la UNAM no estuvo exenta de polémica, pues implicó la toma de CU por parte de la policía y el arresto de cientos de estudiantes huelguistas, situación que le ha valido reproches como los que vivió en agosto de 2018 cuando exhuelguistas lo acusaron de represor en un evento conmemorativo del 68, en el que participó.

Durante su gestión se mejoró la imagen que se tenía de la Universidad, dando publicidad al hecho de que la UNAM se ha posicionado positivamente en mediciones internacionales siendo la mejor de Iberoamérica. También logró la declaración de Ciudad Universitaria como Patrimonio Cultural de la Humanidad según la Unesco, logró la reforma gradual del sistema de inscripciones, impulsó la creación del sistema moderno de transporte PUMABUS y el sistema de uso de bicicleta BICIPUMA, la computadora más potente de Latinoamérica, Kan Balam, el Memorial del 68 y el Museo Universitario de Arte Moderno, entre muchos otros de sus logros como Rector. En 2005, la Universidad Autónoma de Sinaloa le otorgó el título de doctor honoris causa.

Juan Ramón de la Fuente es una de las personalidades más influyentes de la política mexicana. En 2006 se mencionó la posibilidad de su candidatura presidencial y el interés del candidato Andrés Manuel López Obrador de integrarlo en su gabinete. Un plan que se ratificó con su incorporación a la representación de México ante la ONU.

En septiembre pasado, el Presidente López Obrador mencionó a De la Fuente como uno de los integrantes de su Gobierno que podrían contender por la Presidencia en 2024, en una clara muestra de la influencia que llegan a tener en la política los rectores y exrectores de la UNAM.

Guillermo Soberón, exrector de la UNAM y exsecretario de Salud federal, fallece a los 94 años de edad

martes, octubre 13th, 2020

El exrector fomentó la descentralización de proyectos y programas en diferentes puntos del país, como una forma de promover el desarrollo científico a nivel nacional.

Ciudad de México, 13 de octubre (SinEmbargo).- Guillermo Soberón Acevedo, exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y exsecretario de Salud, falleció este lunes a los 94 años de edad.

Así lo dio a conocer la UNAM a través de un comunicado en sus redes sociales, en el cual resaltó el trabajo de Soberón Acevedo en el área de la educación y la Salud.

“La Universidad Nacional Autónoma de México informa del lamentable fallecimiento del doctor Guillermo Soberón Acevedo, exrector de esta casa de estudios y un mexicano de excepción, quien deja un legado inmenso en las áreas de la educación superior y la salud. Murió a los 94 años”, publicó la UNAM en Twitter.

Durante su paso como rector de la UNAM, Soberó Acevedo impulsó la iniciativa para que las universidades del país fueran autónomas, facultad que garantizó el respeto de la libertad de cátedra e investigación.

El catedrático también implementó el Programa de Descentralización de Estudios Profesionales, a partir del cual se creó la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP), con sus planteles en Cuautitlán, Acatlán, Iztacala, Aragón y Zaragoza, y atendió la demanda de educación superior en la zona conurbada de la Ciudad de México.

De acuerdo con el comunicado de la Máxima casa de estudios, durante la rectoría de Soberón Acevedo también se creó el Centro de Investigación sobre Fijación de Nitrógeno en Cuernavaca, siendo la primera entidad académica que se estableció fuera de la zona metropolitana.

En el mismo sentido, el exrector fomentó la descentralización de proyectos y programas en diferentes puntos del país, como una forma de promover el desarrollo científico a nivel nacional.

Otra de sus aportaciones a la educación del país se refiere a la participación que tuvo la Universidad en el diseño de nuevas instituciones de educación media superior y superior, como la Universidad Autónoma Metropolitana, el Colegio de Bachilleres y el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica.

Para la cultura en la UNAM y el país, el exsecretario de Salud fue el artífice del Centro Cultural Universitario -que reúne en un solo lugar los espacios destinados a la música, danza, teatro y cine- a los que se suman la Biblioteca y la Hemeroteca nacionales, además de la Sala Nezahualcóyotl, uno de los sitios para conciertos más importante a nivel mundial.

El doctor Guillermo Soberón coordinó el Consejo Consultivo de Ciencias, órgano asesor de la Presidencia de la República en esta materia, presidente ejecutivo de la Fundación Mexicana para la Salud A.C, organización no gubernamental que realiza programas en apoyo del sistema de salud.

Y fue miembro de numerosas agrupaciones nacionales y extranjeras como la Sociedad Mexicana de Bioquímica, la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas, y la Asociación de Médicos del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán y a la Academia Mexicana de Ciencias.

Soberón Acevedo fue distinguido con más de una docena de doctorados honoris causa por parte de instituciones en México y el extranjero, e incluso fue reconocido como miembro de El Colegio Nacional.

El catedrático de la UNAM nació el 29 de diciembre de 1925, en Iguala, Guerrero. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y se tituló como médico cirujano por la Escuela Nacional de Medicina, hoy Facultad de Medicina; luego realizó estudios de doctorado en Química Fisiológica en la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos.

En redes sociales, diferentes funcionarios lamentaron el deceso de Guillermo Soberón Acevedo como el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, quien mandó condolencias a sus familiares.

“Lamento el fallecimiento del Dr. Guillermo Soberón Acevedo, quien fuera rector de la @UNAM_MX y exsecretario de Salud. Mis más sinceras condolencias para sus familiares, amigos y la comunidad universitaria. Descanse en paz”, escribió el epidemiólogo.

Por su parte, Diego Valadés, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, describió al Soberón como “un inolvidable rector y ejemplo de entereza, rectitud y pasón por el saber libre”.

El Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, también lamentó el fallecimiento del exrector y externó sus condolencia a familiares, amigos y a la Universidad.

“Mis condolencias a sus amigos y familiares así como a nuestra querida Universidad Nacional Autónoma de México, institución de la que fue rector de 1973 a 1981”, escribió Ebrard en su cuenta oficial de Twitter.

Soberón, Frenk, Narro, Juan… ex titulares de Salud critican la estrategia de la 4T ante COVID-19

sábado, marzo 28th, 2020

A través de una carta publicada en las redes sociales de “Por la salud de todos”, los manifestantes pidieron que se suspendan todas las actividades masivas, se clausuren los espacios públicos, se reasignen los recursos suficientes para reforzar la capacidad de atención de los centros de salud, se asegure la cantidad necesaria de pruebas de diagnóstico de coronavirus y se le dé a la población indicaciones precisas de actuación.

Ciudad de México, 28 de marzo (SinEmbargo).- Profesionales de la salud, comunicadores, servidores públicos e investigadores de distintas áreas exhortaron a la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador a implementar medidas más contundentes para hacer frente a la epidemia por COVID-19.

A través de una carta publicada en las redes sociales de “Por la salud de todos”, los manifestantes pidieron que se suspendan todas las actividades masivas, se clausuren los espacios públicos, se reasignen los recursos suficientes para reforzar la capacidad de atención de los centros de salud, se asegure la cantidad necesaria de pruebas de diagnóstico de coronavirus y se le dé a la población indicaciones precisas de actuación.

El documento, firmado por los ex secretarios de Salud Julio Frenk, José Narro, Salomón Chertorivski, Mercedes Juan, Guillermo Soberón y el ex director del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Miguel Ángel Celis, indicó que el equipo de trabajo del actual titular de Salud, Jorge Alcocer Varela, no ha asumido el liderazgo oportuno para enfrentar la situación sanitaria actual.

“Desde hace más de dos meses se sabía que era altamente probable que el problema nos afectara. En este lapso se hizo muy poco para prepararnos. Todavía ahora se insiste en una estrategia que no ayuda a interrumpir la transmisión del virus. Como era previsible, los trabajadores de la salud han denunciado las carencias que afectan a los servicios y los pacientes la limitada atención que se les puede brindar”, señalaron en la redacción.

El mensaje apuntó que el mandatario López Obrador no se comprometió a respaldar las medidas básicas de higiene, así como el distanciamiento social.

“La ausencia de liderazgo de las autoridades sanitarias de carácter federal, ha ocasionado que cada entidad federativa, algunos municipios, cada sector y algunas instituciones civiles, tomen las medidas que les parecen más pertinentes. […] “Han dejado en claro la falta de coordinación y estrategia general”, aseveró.

Los inconformes exigieron la disponibilidad de los equipos médicos y de protección requeridos por el personal sanitario, así como el establecimiento de protocolos de actuación pertinentes para aminorar el impacto de la epidemia.

También reiteraron la urgencia de seguir las indicaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), mediante la aplicación generalizada de pruebas para atender al número total de afectados por el coronavirus y romper la cadena de transmisión.

“Estamos ciertos de que las determinaciones sanitarias deben estar por delante de las consideraciones políticas y de otras derivadas de las experiencias vivenciales de alguien. Por ello es indispensable que las acciones se basen en el conocimiento y la experiencia y no las creencias, la intuición o el pensamiento mágico”, manifestaron.

Declararon que la insuficiencia de recursos empeoró con la desaparición del Seguro Popular, ya que el establecimiento del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), no inició correctamente y carece del programa estratégico para asegurar la cobertura.

“Es ahora cuando debemos mostrar mostrar nuestra solidaridad con el país. Es en este trance cuando debe aflorar lo mejor de todos, de quienes deben dirigir, de quienes deben aportar, de todos los que tendremos que sacrificar parte de nuestra vida cotidiana y de las condiciones en las que vivimos, para hacer menos difícil el momento de aquellos que siempre han vivido con dificultades que ahora se van a incrementar. Aún estamos a tiempo. ¡Actuemos!”, concluyeron.