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Tengo miles de textos de apoyo a AMLO, pero se vale cambiar: Loaeza. Nos dividió con lo de fifís, afirma

viernes, junio 21st, 2019

Andrés Manuel López Obrador “cambió. Cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México era mucho más conciliador. Nunca se refirió a los fifís. En las mañaneras, cuando fue Jefe de Gobierno, no estaba tan dispuesto a señalar a los fifís o a los no-fifís. Eso ya no me gustó. Tengo miles de textos apoyando a López Obrador, pero se vale, se vale cambiar”, dice Guadalupe Loaeza, autora de Las niñas bien

Ciudad de México, 21 de junio (SinEmbargo).– Andrés Manuel López Obrador cambió, antes era conciliador, asegura Guadalupe Loaeza, autora de Las niñas bien.

“No hay duda que el Presidente de la República, al referirse todas las mañanas respecto a los fifís, ha creado una radicalización en la sociedad mexicana”, expone la escritora.

–En algún momento apoyaste a Andrés Manuel López Obrador, ¿qué pasó después?– se le pregunta.

–¿Qué pasó? Él cambió. Cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, era mucho más conciliador. Nunca se refirió a los fifís. En las mañaneras, cuando fue Jefe de Gobierno, no estaba tan dispuesto a señalar a los fifís o a los no-fifís. Eso ya no me gustó. Tengo miles de textos apoyando a López Obrador, pero se vale, se vale cambiar.

Loaeza dijo que el México de la “4T” es “interesante, complicado y preocupante”.

Es autora de decenas de libros. Foto: Twitter de Guadalupe Loaeza.

Guadalupe Loaeza es escritora. Inició su carrera periodística en 1982. Ha publicado más de 45 libros. En 2004 el Gobierno francés la condecoró con la Legión de Honor.

Es “una mujer de una tremenda energía, de una alegría por la vida que te contagia las ganas de disfrutarla, de abrir los brazos a todo lo nuevo curiosa por conocer lo que viene”, se describe en su sitio oficial.

En junio del 2018, después de haber apoyado a Andrés Manuel López Obrador durante mucho tiempo, la escritora se decantó por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

A través de redes sociales, Loaeza llamó a votar por José Antonio Meade Kuribreña, quien terminaría en tercer lugar en la elección presidencial, atrás de Ricardo Anaya Cortés y muy lejos de López Obrador.

“Confiemos en José Antonio Meade, porque es un hombre cabal. Es un buen padre, va a ser un buen padre para la República. Es honesto”, expresó la autora en ese momento.

2009. Guadalupe Loaeza habla con AMLO. Foto: Cuartoscuro.

Esta mañana, Guadalupe Loaeza se disculpó con la Embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, a quien hace unos días crítico por su forma de vestir.

En entrevista para SinEmbargo, la autora de Las Niñas Bien y Manuel de la Gente Bien dijo que discriminó sin darse cuenta, luego de que el 18 de junio publicara una columna en el diario Reforma donde criticó duramente la manera de vestir y peinarse de Martha Bárcena.

SinEmbargo comparte la entrevista íntegra aquí:

–¿En qué momento dejaste a la niña bien atrás?

–Nunca lo he dejado atrás. Ahora retomé el tema por la película. Creo que nunca lo voy a dejar.

–¿Cómo le hacemos para escribir docenas de libros?

–Es el periodismo. Muchos de esos libros son la recopilación de textos publicados en La Jornada o Reforma.

–Guadalupe, ¿cómo ves el México de hoy?

–El México de la 4T.

–Sí.

–Lo veo muy interesante. Muy complicado y preocupante. Esos tres adjetivos: interesante, complicado y preocupante.

–¿En México sigue presente la discriminación?

–Sí. Y uno cae en la discriminación sin darse cuenta. Yo acabo de tener un ejemplo en relación al texto que publiqué sobre una fotografía que publicó Mario Delgado. Creo que el periodismo nos da muchas lecciones, entre ellas luchas contra prejuicios adquiridos de antaño. Pido disculpas a la Embajadora Martha Bárcena, mi intención no fue ofenderla. Creo que hay mucha discriminación, sin darnos cuenta.

–¿Aceptas que te equivocaste?

–Me equivoqué. Fue muy desafortunado. Sin embargo, creo que todas las actividades se deben hacer de acuerdo con los protocolos, aunque parezcan tan superficiales como la vestimenta. Si eres bombero, te pones tus botas, te pones tu casco. Si te invitan a una charrería, vas vestido de charro. También de la diplomacia hay muchos códigos… No me estoy justificando. Fue muy desafortunado.

–En redes sociales se hizo una avalancha de críticas.

–Sí, más de 3 mil tuits llenos de odio, ira, misóginos. Todos refiriéndose a mi edad. ¿Por qué es una falta de respeto en el país ser de la tercera edad? Fue orquestado. Ya leí todos los tuits. Muchos se repiten. Dicen cosas absurdas. Los que escribieron esos tuits son jóvenes. Jóvenes que no saben quién soy o lo que he hecho en mi trayectoria. Fueron muy agresivos. Hay que tener mucho cuidado y lo reconozco: me equivoqué.

–¿Qué le dices a los que usan las redes para insultar?

–Fue orquestado. Yo he pasado por el sexenio de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Peña Nieto. Siempre he sido muy crítica. Siempre me he referido a la vestimenta de las primeras damas, de los esposos… He escrito miles de textos, pero jamás he tenido una respuesta como la de ahora. No hay duda que es un tema más sensible que años atrás. No hay duda que el Presidente de la República, al referirse todas las mañanas respecto a los fifís, ha creado una radicalización en la sociedad mexicana. Jamás había recibido esa respuesta. Me insultaron.

Guadalupe Loaeza. Foto: Cuartoscuro.

–En algún momento apoyaste a Andrés Manuel López Obrador, ¿qué pasó después?

–¿Qué pasó? Él cambió. Cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, era mucho más conciliador. Nunca se refirió a los fifís. En las mañaneras, cuando fue Jefe de Gobierno, no estaba tan dispuesto a señalar a los fifís o a los no-fifís. Eso ya no me gustó. Tengo miles de textos apoyando a López Obrador, pero se vale, se vale cambiar.

–¿Cuál es el panorama?

–Interesante, preocupante y muy complejo. Me gustaría que se hiciera hincapié en las redes. Es muy frustrante que no te puedes defender. Es un bullying. Es un verdadero bullying. Ya soy una persona con mucho callo y reconozco mi error.

–Salimos de ese tema. ¿A qué obstáculos te has enfrentado en tantos años en la industria editorial?

–Ninguno. He corrido con mucha suerte. H estado en publicaciones en las que se respeta la libertad de expresión. Nunca he tenido que enfrentar obstáculos. He publicado en La Jornada, El Financiero, Reforma.

–¿Cómo nos mantenemos vigentes en la industria editorial?

–No es fácil. Debemos informarnos, verificar nuestras fuentes, y manteniéndonos activos. Me he formado en la universidad de la vida. Para mí, el periodismo ha sido mi base. Reforma es mi casa.

“Me equivoqué”, acepta Guadalupe Loaeza en entrevista. Se disculpa con Embajadora Martha Bárcena

viernes, junio 21st, 2019

“El periodismo nos da lecciones, entre ellas luchar contra prejuicios de antaño. Pido disculpas a la Embajadora Martha Bárcena, mi intención no fue ofenderla”, señaló la autora de Las niñas bien .

Ciudad de México, 21 de junio (SinEmbargo).- La escritora Guadalupe Loaeza se disculpó este viernes con la Embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, a quien hace unos días crítico por su forma de vestir.

En entrevista para SinEmbargo, la autora de Las Niñas Bien y Manuel de la Gente Bien dijo que discriminó sin darse cuenta, luego de que el 18 de junio publicara una columna en el diario Reforma donde criticó duramente la manera de vestir y peinarse de  Martha Bárcena.

–¿En México sigue presente la discriminación? —se le preguntó.

–Sí. Y uno cae en la discriminación sin darse cuenta. Yo acabo de tener un ejemplo en relación al texto que publiqué sobre una fotografía que publicó Mario Delgado. Creo que el periodismo nos da muchas lecciones, entre ellas luchas contra prejuicios adquiridos de antaño. Pido disculpas a la Embajadora Martha Bárcena, mi intención no fue ofenderla. Creo que hay mucha discriminación, sin darnos cuenta.

–¿Acepta que se equivocó?

–Me equivoqué. Fue muy desafortunado. Sin embargo, creo que todas las actividades se deben hacer de acuerdo con los protocolos, aunque parezcan tan superficiales como la vestimenta. Si eres bombero, te pones tus botas, te pones tu casco. Si te invitan a una charrería, vas vestido de charro. También de la diplomacia hay muchos códigos… No me estoy justificando. Fue muy desafortunado.

La escritora dijo que la reacción en redes sociales fue orquestada. Foto: Cuartoscuro

–En redes sociales se hizo una avalancha de críticas.

–Sí, más de 3 mil tuits llenos de odio, ira, misóginos. Todos refiriéndose a mi edad. ¿Por qué es una falta de respeto en el país ser de la tercera edad?

Fue orquestado. Ya leí todos los tuits. Muchos se repiten. Dicen cosas absurdas. Los que escribieron esos tuits son jóvenes. Jóvenes que no saben quién soy o lo que he hecho en mi trayectoria. Fueron muy agresivos. Hay que tener mucho cuidado y lo reconozco: me equivoqué.

–¿Qué le dices a los que usan las redes para insultar?

–Fue orquestado. Yo he pasado por el sexenio de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Peña Nieto. Siempre he sido muy crítica. Siempre me he referido a la vestimenta de las primeras damas, de los esposos… He escrito miles de textos, pero jamás he tenido una respuesta como la de ahora. No hay duda que es un tema más sensible que años atrás.

Minutos después de la entrevista, Loaeza ofreció también disculpas desde su cuenta de Twitter: “El periodismo nos da lecciones, entre ellas luchar contra prejuicios de antaño. Pido disculpas a la Embajadora Martha Bárcena, mi intención no fue ofenderla”, escribió.

El 18 de junio, la escritora criticó la forma de vestir de la delegación mexicana que participó en las negociaciones con su pares norteamericanas, el pasado 7 de julio, y señaló que “como los vieron los trataron”.

Los señalamientos de escritora mexicana quedaron plasmados tanto en su cuenta de Twitter como en su columna “Con todo”, que se publica en el diario Reforma.

En el texto señala que “la delegación mexicana se veía muy pobrecita, desaliñada y particularmente mal vestida”.

Después, la escritora criticó la vestimenta de Martha Bárcena, Embajadora de México en Washington; Graciela Márquez Colín, Secretaria de Economía; y Lázaro Cárdenas Batel, Jefe de asesores del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sobre Bárcena, señaló que estaba “vestida como que iba al súper y que se vistió a la carrera. Llevaba un suetercito blanco con mangas remangadas que a leguas se veía, con todo respeto, que tenía muchas lavadas. Su vestido estampado azul y blanco no le favorecía en absoluto; la hacía ver sin un ápice de cintura”.

Y añadió: “No, no doña Martha, no parecía embajadora de México en Washington, más bien en la fotografía aparece como la tercera secretaria de la embajadora”.

Guadalupe Loaeza critica vestido de la Embajadora Martha Bárcena, y usuarios la tunden en Twitter

jueves, junio 20th, 2019

Loaeza criticó la vestimenta de Martha Bárcena, Embajadora de México en Washington; Graciela Márquez Colín, Secretaria de Economía; y Lázaro Cárdenas Batel, Jefe de asesores del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ciudad de México, 20 de junio (SinEmbargo).- La escritora Guadalupe Loaeza criticó la firma de vestir de la delegación mexicana que participó en las negociaciones con su pares norteamericanas, el pasado 7 de julio, y señaló que “como los vieron los trataron”.

Los señalamientos de escritora mexicana quedaron plasmados tanto en su cuenta de Twitter como en su columna “Con todo”, que se publica en el diario Reforma.

En el texto señala que “la delegación mexicana se veía muy pobrecita, desaliñada y particularmente mal vestida”, según, dijo, la foto que el Senador Mario Delgado compartió en su cuenta de Instagram.

Tras ello, criticó la vestimenta de Martha Bárcena, Embajadora de México en Washington; Graciela Márquez Colín, Secretaria de Economía; y Lázaro Cárdenas Batel, Jefe de asesores del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sobre Bárcena, señaló que estaba “vestida como estaba hagan de cuenta que iba al súper y que se vistió a la carrera. Llevaba un suetercito blanco con mangas remangadas que a leguas se veía, con todo respeto, que tenía muchas lavadas. Su vestido estampado azul y blanco no le favorecía en absoluto; la hacía ver sin un ápice de cintura”.

Y añadió: “No, no doña Martha no parecía embajadora de México en Washington, más bien en la fotografía aparece como la tercera secretaria de la embajadora”.

Al referirse a la titular de Economía, Loaeza apuntó que “el ´look´ resulta de verdad lamentable. Su pantalón de gabardina color beige es dos tallas menos que su verdadera talla, lo cual la hacía verse particularmente pasada de peso”.

Agregó: “Más que una secretaria de Estado, doña Graciela parece una abuela a la que su vestimenta la tiene sin cuidado. Vestida así pudo haber ido también al súper y encontrarse a doña Martha”.

Al referirse a Cárdenas Batel, dijo que “llevaba un saco gris de algodón muy arrugado el cual dejaba ver un abultadísimo vientre. Su camisa de cuadritos morados y blancos, que pudo haber sido bonita, no luce para nada con los jeans súper deslavados que se puso esa mañana”.

Y lo describió como “más que un asesor de la Presidencia, en tratos con altos funcionarios de la Casa Blanca, con todo respeto, Lázaro se ve como si hubiera ido a la junta de padres de familia de la escuela de uno de sus hijos”.

LAS CRÍTICAS

Los señalamientos a la vestimenta de los representantes mexicanos en Washington, desataron una serie de criticas contra la escritora.

Usuarios de Twitter calificaron los dichos de Loaeza como clasistas, superficiales e irrelevantes.

Incluso, señalaron la contradicción de la escritora con algunas de sus obras.

Otros señalaron su decepción ante los dichos de la escritora.

ADELANTO | Melodrama, comedia, crónica y ficción en Las niñas bien, de Guadalupe Loaeza

sábado, abril 6th, 2019

Entre el melodrama y la comedia, entre la crónica y la ficción, Guadalupe Loaeza retoma el argumento del largometraje Las niñas bien, que a su vez se inspiró en los personajes de Loaeza. 

Ciudad de México, 6 de abril (SinEmbargo).– El presidente que prometió defender al peso como un perro ha dejado una nación en bancarrota. El dólar se dispara hasta los cielos. Los mexicanos menos privilegiados se ven obligados a apretarse el cinturón para sobrevivir.

Nada de esto parece preocuparle a Sofía, quien está a punto de celebrar su cuarenta aniversario en su casa de Las Lomas y se siente en la cima del mundo. Sin embargo, su vida de lujos no durará mucho. También a ella le caerá encima la realidad económica de un país que, durante un sexenio, se creyó moderno, próspero y de primer mundo.

Entre el melodrama y la comedia, entre la crónica y la ficción, Guadalupe Loaeza retoma el argumento del largometraje Las niñas bien, que a su vez se inspiró en los personajes de Loaeza.

El resultado es un juego de espejos que nos cuenta la historia de una clase social en la que el privilegio y la apariencia terminan por amenazar hasta los cimientos de la amistad, la lealtad y la armonía familiar.

Fragmento del libro Las niñas bien: copyright: 2019, Guadalupe Loaeza. Cortesía otorgada bajo el permiso de Océano.

***

1

Entre más admiraba Sofía su silueta reflejada y multiplicada una infinidad de veces en los espejos del vestidor de Saks, más se convencía de que debía comprar el vestido. Le quedaba perfecto, la caída de la tela crêpe de soie era majestuosa, el color champagne le iba muy bien al rubio castaño de su pelo. Lo que más le gustaba, sin embargo, eran las hombreras: hacían lucir su cintura aún más reducida y le daban al conjunto un estilo entre sofisticado y moderno, ideal para una mujer a punto de festejar sus cuarenta años. Desde que se habían puesto de moda, una de las tantas obsesiones de Sofía eran las hombreras. Nunca de los nuncas salía sin ellas, y con el tiempo se había hecho de una gran colección: las compraba en todos colores, tamaños, volúmenes y texturas, no obstante que la mayoría de sus vestidos, blusas y sacos venían ya de fábrica con las hombreras incluidas. Tanto dependía de ellas que incluso a sus camisones, batas y rebozos de seda les hacía coser un par de hombreras. “No me da pena reconocer que me dan seguridad. Me hacen sentir importante. Son como my security blanket”, se confesaba en secreto. “Además, te hacen ver con más cintura y más delgada”, les decía a sus amigas.

En el caso del vestido que estaba a punto de comprar, tenía las hombreras del tamaño y espesor precisamente como a ella le gustaban. El vestido iría perfecto con los aretes de perlas comprados la semana anterior. Le pediría a Noel, su coiffeur de toda la vida, que le hiciera un peinado como los que llevaba Lady Diana; y a Martita le pediría que la maquillara supernatural.

—Oh, Mrs. Garay, you look really wonderful! —exclamó la vendedora.

Miss Elizabeth se ocupaba de Sofía desde hacía muchos años. Cada vez que llegaban las nuevas colecciones o había sales, le llamaba por teléfono para avisarle de las novedades. La vendedora también se ocupaba de sus amigas: Inés, Alejandra y Ana Paula. Para Miss Elizabeth no había mejores clientas que las mexicanas, sobre todo las de Monterrey. Gracias a ellas y a las comisiones de sus compras, había adquirido un coche, un departamento y había podido meter a sus dos hijos a un colegio privado muy cerca de su casa.

—Thank you… The dress it’s really beautiful. But it must be very expensive, no? —preguntó Sofía entre tímida y temerosa.

—You are a lucky woman… It’s on sale!

Las dos se rieron. Le dio tanto gusto a Sofía saber que su vestido estaba en barata que hasta le dieron ganas de abrazar a miss Elizabeth. Nada le gustaba más que comprar en “barata”, de ese modo se sentía, además de “muy suertuda”, atinadísima para encontrar exactamente lo que le quedaba a su estilo.

—How much? —preguntó, sonriéndose ante el espejo.

—Eight thousand dollars —respondió Miss Elizabeth, y con toda la cortesía del mundo le explicó a su clienta que de verdad se trataba de una ganga, ya que a pesar de que era de la temporada primavera-verano pasada era un diseño del gran estilista francés Gérard Pipart, de la casa Nina Ricci de París. En esos momentos, Sofía empezó a escuchar en su cabeza la voz de su madre. “Acuérdate, hija, que hay que comprar como rica para que dure como pobre. Tú aprovecha, no seas tonta. Además está en barata y es… ¡francés! ¿Te das cuenta de la envidia que les vas a dar a tus amigas tan pretenciosas?”

Por otro lado, también oía en su fuero interno las últimas recomendaciones que le hizo Fernando antes de irse a Nueva York: “Sofía, llévatela leve con tus tarjetas. Las pinches devaluaciones están a punto de duplicar las deudas de la empresa. No gastes tanto, caray…”.

La súplica de su marido no era estéril, las devaluaciones en México estaban a la orden del día. A pesar de que el presidente López Portillo había ofrecido defender al peso como “un perro”, sus promesas se vinieron abajo ante la falta de divisas. En agosto de 1982, el dólar había subido de 27 a 38 pesos.

“Con mayor razón —se dijo Sofía— hay que aprovechar el hecho de que el vestido está on sale.” Además, ella intuía que ya no viajaría tanto debido a la situación del país.

Estaba de verdad ante un dilema, comprarlo o bien olvidarse del vestido y, por primera vez, ser razonable en esos momentos tan aciagos del país.

“Si no lo compro me voy a arrepentir toda mi vida”, pensó. Lo usaría para su cumpleaños, para la fiesta de Año Nuevo del club Chapultepec, era tan clásico que podía llegar a ponérselo hasta en las futuras bodas de sus hijos… “To buy or not to buy?”, se preguntaba a modo shakesperiano, con cara de angustia, haciendo todo lo posible por verse relajada ante la vendedora. Y entre más se veía en el espejo, más coqueteaba con su propio reflejo. Pasaba las palmas de sus manos medio sudorosas sobre la suavidad de la seda, sus dedos recorrían las costuras sin perder detalle. Se miraba de reojo, por delante y por detrás. No había duda, el corte la hacía verse escultural. Era obvio que en México no podría conseguir algo semejante, ni siquiera en la boutique de Frattina.

“Ya sé, ya sé qué voy a hacer… —se dijo—. Divido el total, entre mis tres tarjetas. ¿Cuánto es ocho entre tres? Híjole, qué complicado, siempre he sido fatal para los números. Pensemos en algo más sencillo: a dos les pongo tres mil dólares, y a la Carnet le cargo dos mil. ¡Ya estuvo! ¡Será mi regalo de cumpleaños, de Navidad y de reyes! It’s now or never!”, se dijo entre dientes.

—Okay, I’ll take it —le comunicó a la vendedora con aire triunfante.

Si en algo era buena Sofía era en encontrarle una solución casi siempre exprés a los embrollos en los que ella misma se metía. Gracias a los cuatro años de psicoanálisis, su sentimiento de culpabilidad había desaparecido casi por completo. Fue tan impulsiva en su decisión que ni siquiera se tomó la molestia de convertir el precio en pesos mexicanos. Para qué sufrir si de todas maneras se lo llevaba. Para qué averiguar que 8,000 dólares correspondían a 38,000 pesos. Si llegaba a ponérselo 38 veces, como pensaba hacerlo, cada puesta le saldría en 1,000 pesos, la verdad es que era casi un regalo… Era el típico vestido que jamás pasaría de moda. “Le voy a sacar mucho provecho”, se decía para justificarse. La seda era de tan buena calidad y estaba tan bien confeccionado que con el tiempo lo usaría su hija para su primera fiesta formal.

Mientras Sofía firmaba con su pluma Mont Blanc los tres vouchers frente a la caja, con su letra picudita del Colegio Francés, a lo lejos escuchaba la voz de Julio Iglesias, cantando: “De tanto correr por la vida sin freno, me olvidé que la vida se vive un momento. De tanto querer ser en todo el primero, me olvidé de vivir los detalles pequeños…”.

Al escuchar la letra de la canción de moda de esos momentos, a Sofía se le llenaron los ojos de lágrimas. Mientras se dirigía a la puerta de salida del gran almacén, con su gran caja donde llevaba el vestido y otras bolsas más, se dijo: “En realidad me compré el vestido para gustarle a Julio”.

2

Desde que Sofía se enteró que el cantante español se había presentado, hacía apenas unas semanas, en una fiesta privada en casa de los barones Sandra y Ricky di Portanova en Acapulco pensó que nada le gustaría más que invitarlo a su fiesta de cuarenta años. Sabía que Iglesias adoraba México y que tenía una mansión espectacular en el fraccionamiento del hotel Villa Vera de Acapulco. “El que seguro sabe cómo conectarlo es Sánchez Osorio. Yo leí la crónica de esa fiesta en ‘Snobíssimo’ del Novedades. Llegando a México le llamo a Nicolás”, pensaba en el taxi camino al hotel. Sofía, además, había visto el reportaje de la fiesta en la revista ¡Hola! Allí estaban las fotografías a todo color de la propiedad de los Di Portanova, y su vagón funicular para transportar a los huéspedes a cada piso; había visto la terraza abierta Paso de Camello, con capacidad para ochocientos comensales; había visto los enormes arcos moriscos de triple altura y la alberca de quinientos metros cuadrados que aparentaba desaparecer en el mar. En el piano-bar El Harem, recubierto con murales pintados a mano, estaba la foto de Julio Iglesias, con su smoking blanco, entre los barones Di Portanova, los Corcuera, los Landucci y los Kissinger. Se veían felices, como si vivieran eternamente de vacaciones. En los últimos meses en que su marido estaba tan sumido en sus problemas, fantasear con Julio Iglesias le permitía darle cauce a su tremenda fantasía y soledad. Era como un escape a su cotidianidad. A veces sentía que se aburría con Fernando y sus amigas empezaban a provocarle un cierto tedio. “Siempre hablan de lo mismo. Cuentan los mismos chistes y chismes. Y para colmo no leen ni las columnas de sociales. ¡Son unas imbéciles!” Aunque las quería mucho, especialmente a aquellas que habían ido juntas al colegio, al pensar en ellas lo hacía con un cierto desprecio. “En el fondo me dan flojera”, le comentaba a su marido.

Mientras Sofía se dirigía a su hotel, se acordó en el taxi que debía comprar otra maleta, de lo contrario no le cabría toda su ropa. Compraría una de marca Hartmann, las más resistentes de todas. Para ello se tendría que despertar muy temprano, debía estar en el aeropuerto a más tardar a las 3:00 p.m. Necesitaba tiempo para hacer las últimas compras, los regalos de las maids: a cada una le compraría un walkman; a Toñis, su nana que tanto quería, le llevaría un radio portátil, y a Miguel, el chofer, un reloj digital. “Ya tengo los regalos de los gemelos y de mi hija. A mi mamá le llevo sus medias para la circulación y un gran frasco de perfume Fleurs de Rocaille, que tanto le gusta. Me pregunto para qué le llevo cosas si nunca me las agradece, seguro me va a decir que por qué mejor no le compré un traje sastre… Ay, mamá, a ti nunca se te da gusto. Siempre te quejas y dices que tus hijas son unas malagradecidas…”

Después de que Sofía hizo su maleta, se puso sus cremas de noche y se tomó su pastilla azul para dormir, vio en la tele un poco de noticias en donde aparecía Ronald Reagan lamentando el desempleo, 11.6 millones de norteamericanos estaban sin trabajo. Sofía apagó la tele y se dispuso a dormir. Esa noche tuvo un sueño, se veía bailando cheek to cheek con Julio Iglesias. Naturalmente llevaba puesto el vestido Nina Ricci que acababa de comprar en Saks. Julio le cantaba al oído. De repente en su sueño descubrió un enjambre de paparazzi de todo el mundo, que no dejaban de fotografiarla. También rondaban por allí los fotógrafos de la revista ¡Hola! Sus amigas, Alejandra, Inés y Ana Paula, la observaban de lejos y, muertas de la risa, le hacían señas para que metiera la panza. De pronto veía a Fernando en medio de la pista de baile, totalmente borracho, quien a gritos le preguntaba: “Sofía, ¿cuánto llevas gastado en tus tarjetas? ¿Sabes en cuánto está el dólar hoy?”. Del otro lado de la fiesta, su mamá la señalaba con el dedo: “Te ves horrible con ese vestido tan apretado. Si sigues bailando de ese modo tan descarado, Fernando se va a divorciar de ti”.

3

Lo primero que hizo Sofía al llegar del aeropuerto a su casa fue preguntarle a Toñis si no había llegado el estado de cuenta de Carnet. “No, Sofía. ¿Gastó mucho, mi niña?”, le preguntó su nana en un tono de complicidad. Antonia Rojas, originaria de Oaxaca, ahora de cincuenta y cuatro años y vestida con su eterno uniforme blanco, conocía a su “niña” como la palma de su mano, la había cuidado desde recién nacida. Sabía de sus debilidades, sus miedos, sus soledades pero, sobre todo, del vacío que padecía en su interior desde que era pequeña. Para Sofía, Antonia era como su “mamá buena”. En cambio, la otra, su verdadera madre… Sofía siempre se sintió en total desventaja frente a esa señora tan autoritaria que todo el tiempo quería tener la razón. La relación con su padre no era mejor, aunque lo adoraba; tenía la impresión de que no existía para él. Por ello, desde que Sofía era una niña, y para no sufrir lo que ella llamaba “la no-existencia” por parte de su familia inventó unos polvos mágicos que la hacían transparente. La época en que más recurrió a ellos fue en su adolescencia. Nunca se había sentido tan sola como cuando se fue a estudiar a Canadá. Curiosamente durante los dos años que vivió en París, en casa de su hermana, Sofía jamás sintió la necesidad de recurrir a sus polvos mágicos. Al contrario, lo único que quería en esos tiempos era sentir, vivir y existir. Mientras paseaba por Les Champs-Élysées se prometió que nunca sería como su mamá.

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Memoria del paladar: Ritual, arte y memoria de beber chocolate

sábado, julio 14th, 2018

En la gastronomía mexicana, el chocolate es tan antiguo como el maíz. Ambos fueron elementales en la dieta prehispánica. Proveniente del cacao, el chocolate es un alimento que ha despertado los sentidos desde tiempos de la mítica Aztlán. El número Chocolate III. Ritual, Arte y Memoria de la revista Artes de México es el último de una serie de ediciones dedicadas a explorar la historia, consumo y usos del chocolate en la cultura popular mexicana. En contraste con los números anteriores, donde se estudió el cacao en Mesoamérica (Chocolate: Cultivo y Cultura del México Antiguo) y su mestizaje en tiempos novohispanos (Chocolate: Mística y Mestizaje), este ejemplar nos ofrece, como lo afirma Margarita de Orellana, una caja de saberes.

Por María de los Ángeles Magaña Santiago

Ciudad de México, 14 de julio (SinEmbargo).- En esta edición, Salvador Reyes, experto en estudios mesoamericanos, nos invita a conocer el papel que jugó el cacao en la alimentación nahua, desde su consumo exclusivo por los nobles, así como sus propiedades sagradas a las que sólo sacerdotes y guerreros podían acceder. Reyes afirma que Cuauhcóatl, historiador mexica, afirmó que fue Aztlán la ciudad que legó el consumo del cacao en Mesoamérica. Cuauhcóatl, anota Reyes, llegó a afirmar que el cacao fue tan adictivo que “se convirtió en una comida pesada que los echaba a perder y los corrompía”. El Hombre cacao de Xochicalco, de acuerdo con la antropóloga Anahí Luna, es la figura de un hombre envuelto en lianas de cacao llamado “El Creador”. El cacao, como reactivo de las relaciones políticas, estéticas y creativas, dota de significado a la pieza.

En el mestizaje gastronómico, el cacao tuvo un lugar especial como bebida para pócimas y hechicerías. Así lo describe la historiadora Martha Few quien nos lleva de la mano por el lado prohibido y seductor del chocolate. Los españoles tomaron gusto por el chocolate y lo mezclaron con vainilla y azúcar para integrarlo en su dieta. De esta forma, Few explica que sus propiedades también eran curativas y que, al mismo tiempo, se usaba para hechicerías. Pronto, el chocolate, como la mujer, fue relacionado con el pecado: su consumo y uso tenían connotaciones sexuales encaminadas a “conquistar a un hombre”. La historiadora nos muestra, en archivos de la Inquisición, elementos deslumbrantes, complejos y curiosos sobre el perfil erótico del cacao.

Caballero y dama bebiendo chocolate: Caballero y dama bebiendo chocolate. D.R.:copyright:ARS / Biblioteca Pierpoint Morgan, en Artes de México. Chocolate III. Ritual, arte y memoria, 2013.

Si en Nueva España el chocolate se utilizaba para estos propósitos, los pueblos mayas de Guatemala y Honduras empleaban el cacao como parte del ritual “traída del invierno”, así lo explican Nikoli Grube, Michael Heinrich y Johanna Kufer. Los especialistas en etnobotánica y epigrafía maya lo nombran “cacao chortí”, ya que los mayas chortíes que habitaban las zonas centroamericanas lo utilizaban para elaborar bebidas en festejos y ceremonias, cuyas preparación dependía de la temperatura. Incluso, las temperaturas definían los efectos y consecuencias en el cuerpo humano como el parto o la abstención sexual.

En cuanto al poder afrodisiaco del chocolate, Jorge Betanzos, escritor y poeta, revisa diversos textos en los que el chocolate figura como protagonista de las cortes europeas Betanzos enuncia el gusto popular del chocolate por parte de la clase española, así como su prohibición para las damas durante las misas.

Cortés cena con los enviados de Moctezuma: Cortés cena con los enviados de Moctezuma, ca. 1680-1700. D.R.:copyright:Museo de América, Madrid, en Artes de México. Chocolate III. Ritual, arte y memoria, 2013.

El texto del escritor y editor José Luis Trueba Lara nos transporta a tiempos decimonónicos donde encontramos a un rival del chocolate y su llegada al incipiente estado mexicano: el café. Mientras que en Europa “la bebida de Quetzalcóatl” se convertía en el elixir de la sociedad francesa y española, en las nuevas tierras borbónicas el chocolate dejó de ser tan popular porque generaba sueño y pesadez, mientras que el café despertaba el ingenio y llenaba de alegría. De esta forma, las cafeterías comenzaron a instalarse en México y se convirtieron en centros de reunión exclusivos para caballeros.

Mujer cosechando cacao: Mujer cosechando cacao. Tarjeta postal. Sri Lanka, ca. 1910. D.R.:copyright:ARS / Kharbine-Tapabor, en Artes de México. Chocolate III. Ritual, arte y memoria, 2013.

El poeta Rafael Vargas y la escritora Guadalupe Loaeza dejan de lado los datos históricos y se adentran en el deleite de esta bebida que ha causado un sinfín de emociones contrariadas a través de los tiempos. Vargas retoma su uso en la cotidianidad mexicana a través de crónicas y poemas: José Juan Tablada escribió versos sobre la cocina mexicana y llegó a calificar al chocolate como habitual después de las misas y parte de los banquetes de una boda; Alfonso Reyes, en sus memorias, se refería al chocolate como una “bebida fría y amarga”. Loaeza, a través de sus dulces memorias, invita al lector a recordar el chocolate como una golosina que describe con un sabor a gloria y que la regresa a vivencias de su niñez, donde los protagonistas eran chocolates como Turín, La vaquita o Carlos V.

Ritual, arte y memoria son las tres palabras que definen el número 110 de Artes de México y con él recordamos que el chocolate está en la memoria de nuestro paladar como el alimento que ha dulcificado nuestras vidas. Las ediciones de Artes de México dedicadas al chocolate son: Chocolate. Cultivo y cultura del México antiguo, Chocolate II. Mística y mestizaje y Chocolate III. Ritual, arte y memoria. Estas ediciones pueden adquirirse en https://catalogo.artesdemexico.com/

 

Guadalupe Loaeza festeja su cumpleaños acuchillando una piñata de Trump; “no entiendes nada”, le dice (VIDEO)

lunes, agosto 14th, 2017

Como parte de la celebración de su cumpleaños número 71, la escritora Guadalupe Loaeza arremetió contra una piñata del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El momento fue compartido por la también escritora a través de su cuenta de Twitter; en la grabación le dice a la figura de cartón: “Ya déjanos en paz”. Posteriormente ofreció disculpas y señaló que su intención nunca fue “hacer apología de la violencia”.

Ciudad de México, 14 de agosto (SinEmbargo).- La escritora y periodista Guadalupe Loaeza “apuñaló” a una piñata del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como parte de la celebración de su cumpleaños.

A través de su cuenta de Twitter, la autora de “Las niñas bien” compartió un video en el que empuña un cuchillo y lo abalanza sobre una piñata de Trump.

“¡Ya déjanos en paz, ya déjanos en paz! ¡No entiendes nada, no entiendes lo que es México!”, dice la también periodista durante la grabación de 45 segundos.

Antes de la publicación del video, la escritora compartió una foto en la que apunta al corazón de piñata del Presidente estadounidense con el mensaje “Tuve una extraña pesadilla o tal vez un sueño… me veía rompiendo una piñata amarilla muy extraña!!!”.

Las imágenes fueron grabadas en un restaurante de la Ciudad de México donde Loaeza festejaba su cumpleaños número 71.

El video cuenta con más de 800 “me gusta” y ha sido compartido en más de 300 ocasiones.

Posteriormente, la periodista escribió un tuit para señalar que con su video nunca intentó hacer apología a la violencia, por lo que pidió disculpas.

ENTREVISTA | La escritora Guadalupe Loaeza presenta “Las yeguas desbocadas”

sábado, febrero 25th, 2017

Después de 10 años llega a librerías la segunda parte de Las yeguas finas. Protagonizada por Sofía, inmersa en un ambiente de doble moral, que ha sido expulsada del colegio francés, no tiene novio, su madre es un torbellino y su padre, ex diplomático está en su propio mundo. Su familia vive “como la gente bien, pero sin un centavo”. Una vez más, la escritora hace entre chistes y diversión una cirugía muy honda de una clase social que conoce y padece bien.

Ciudad de México, 25 de febrero (SinEmbargo).- Entrevistar a Guadalupe Loaeza es hacerlo con una mujer muy dinámica. Está terminando varios libros y se detiene a pensar en Las yeguas desbocadas, una continuación de Las yeguas finas, uno de sus trabajos más vendidos.

Especie de cirujana de una clase social a la que pertenece, Guadalupe ha fundado esa escritura divertida y al mismo tiempo crítica de un sistema social que ha cambiado mucho en los últimos años, pero que ella ha vivido con la piel a tono y que hoy recupera para por un lado ver lo mucho que se ha transformado nuestro país y ver por otro los mitos que todavía perduran, ahogando la evolución social.

En la conversación, llevada a cabo por el equipo de televisión, hace un análisis de Donald Trump, de Enrique Peña Nieto y de Andrés Manuel López Obrador, tan campeón que viene con las encuestas.

Dice tenerle miedo al líder de Morena, por ser demasiado personalista y no escuchar a sus ayudantes y prefiere poner sus confianzas en Rafael Moreno Valle Rosas, que “Puebla está hermosa, por él”.

Viene de agarrar ciática por participar en la marcha de las mujeres en contra de Donald Trump, pese a lo cual proyectaba participar en la marcha del 12 contra el mismo mandatario, mientras sigue escribiendo, la tercera parte de esta saga editada por Planeta.

La autora vuelve a ejercer su bisturí en la clase alta mexicana. Foto: Especial

Guadalupe Loaeza y el amor a Oaxaca en un libro colorido, histórico y festivo

sábado, abril 23rd, 2016
La autora escribe ahora su nueva novela, reveló. Foto: Secretaría de Cultura

La autora escribe ahora su nueva novela, reveló. Foto: Secretaría de Cultura

¿Quién no ha sentido la piel chinita con los bailes de La Guelaguetza o no se ha conmovido con la majestuosidad de sus ruinas arqueológicas?, sin olvidar los vivos matices y sabores de sus platillos deliciosos, la variedad de sus moles, sus tlayudas vestidas de carne, queso y salsas; sus nieves y dulces, sus bebidas frescas y la magia de sus mezcales.

Ciudad de México, 23 de abril (SinEmbargo).-Para la periodista y escritora Guadalupe Loaeza, Oaxaca es después de París la ciudad más bella del mundo, una aseveración que en México –donde precisamente no faltan las ciudades hermosas- constituye una valiente toma de posición.

“Es tan estética, tan colorida, tan rica en su pasado, en tantos aspectos, sus artistas, sus hombres ilustres, sus plantas, en fin, Oaxaca nos regala una diversidad de cosas, aquí lo tenemos en el Museo de Culturas Populares, ahí está la exposición, están los textiles, la fruta, los moles, las artesanías, el mezcal, por supuesto”, dijo Guadalupe, al presentar su reciente libro Oaxaca de mis amores (Aguilar) en el Museo Nacional de Culturas Populares, en Ciudad de México.

Se trata de una recopilación de textos publicados en diferentes periódicos y que hablan de la riqueza del Estado, presentada en el marco de la exposición “Manos y alma de Oaxaca. Esplendor de muchos pueblos”.

Desde la “Mc Indignación” hasta la caída de Ulises, Guadalupe entrega breves relatos de Oaxaca, llamada a renovarse o morir, sin olvidar su Guelaguetza y sus doce chapulines.

“Guadalupe Loaeza, fascinada por sus colores, sus sabores, sus tradiciones y su gente, con su pluma ágil, amena y fresca nos revela este mágico Estado y nos sumerge en un mole de cultura y tradición para conocer el corazón de Juana, los últimos días de don Porfirio y a un Juárez gigantesco”, afirmó el director del museo, Rodolfo Rodríguez.

Para el ensayista Pavel Granados, que acompañó a la autora en la presentación, Oaxaca de mis amores “es un libro colorido, histórico, festivo, optimista y fascinado con el pasado y que demuestra que aún hay mucho que aprender de Oaxaca”.

“El Oaxaca aguerrido, así como el Oaxaca de María Sabina y el Oaxaca cívico que inspira con su historia, en la que figuran importantes personajes como Benito Juárez y Porfirio Díaz”, agregó.

OAXACA MÍSTICA, MÁGICA Y SEÑORIAL

Sólo de llegar a Oaxaca la atmósfera despierta nuestros sentidos, un cielo dibujado por nubes muy blancas es marco de un sol resplandeciente. De inmediato sentimos en el ambiente un perfume de cordialidad y misticismo, árboles y pájaros estimulan nuestro asombro y las calles saludan con sus aromas de cocina y encanto, mientras plazas, iglesias y palacios antiguos murmuran sus secretos en cada rincón, en cada hermoso y viejo ventanal, en cada portón y en cada celda, misteriosos y conmovedores.

En este libro comparto las emociones que me produce la cultura de Oaxaca, su gastronomía, su colorido regional, sus expresiones artísticas, sus bailes y la gran personalidad de sus personajes históricos, transmitir el misterio de sus leyendas, el rubor amoroso de sus mujeres y el temple de sus caballeros, protagonistas de numerosas páginas en la historia de nuestro país y hombres y mujeres entrañables en la cotidianeidad.

¿Quién no ha sentido la piel chinita con los bailes de La Guelaguetza o no se ha conmovido con la majestuosidad de sus ruinas arqueológicas?, sin olvidar los vivos matices y sabores de sus platillos deliciosos, la variedad de sus moles, sus tlayudas vestidas de carne, queso y salsas; sus nieves y dulces, sus bebidas frescas y la magia de sus mezcales.

El amor a Oaxaca colorido y festivo. Foto: Especial

El amor a Oaxaca colorido y festivo. Foto: Especial

Porque Oaxaca es colorido y sabor, tradición y sincretismo, magia y seducción; tierra de pintores extraordinarios –Rufino Tamayo, Rodolfo Morales, Francisco Toledo, Rodolfo Nieto…–y hombres de gobierno –Benito Juárez, Porfirio Díaz, José Vasconcelos…– que marcaron la historia de México, de artesanías y paisajes, noble geografía, lugares de ceremonia y culto.

Oaxaca de mis amores es una pequeña invitación a saborear la diversidad y diversa región, conocer su grandeza, asomarse a la ventana de sus artistas y sentir intensamente al riqueza y colorido de su cultura. (Guadalupe Loaeza)

A JUÁREZ, DE UNA CHISMOSA

Estimado Licenciado Benito Juárez

Cementerio San Fernando

Con todo respeto me permito escribirle para ponerlo al corriente de una situación que, sin duda, le concierne directamente. No sé si sepa que desde que usted murió —aunque, como dice la canción oaxaqueña, “nunca debió morir”— el l8 de julio de l872, se ha tomado como costumbre bautizar a muchas calles del país con su nombre. Créame que no hay ciudad, municipio, pueblo o ranchería que no tenga una avenida o calle que no se llame Benito Juárez. Por ejemplo, en la Ciudad de México, la Avenida Juárez que prolonga la Alameda Central y que se encuentra a unas cuadras de la Catedral, es una de las más importantes del Centro Histórico. De hecho, allí está usted, perdón, su escultura en el famosísimo Hemiciclo a Juárez. Su nombre nos es tan institucional e imprescindible para el conocimiento de la historia de los mexicanos, que esta costumbre además de aplaudirla, siempre nos ha parecido justa y necesaria.

Sin embargo, licenciado, no faltan los necios e ignorantes que osan poner en tela de juicio su memoria. Éste es el caso de un triste individuo, que de seguro siempre se sacó cero en historia de México y que se llama Noé Aguilar Tinajero. De allí que se haya desatado en la Cámara de Diputados una discusión sumamente acalorada a propósito de posibles cambios de nombres a las calles de algunos municipios gobernados por el Partido Acción Nacional (el PAN es un partido de oposición de tendencia centro-derecha que existe hace más de cincuenta años y que, believe it or not, ha gobernado varios estados de la República), ya que dicho personaje se atrevió a afirmar que se debería quitar el nombre de Benito Juárez a una de las calles porque según él era un “traidor a la patria”. ¿Se da cuenta?… (Guadalupe Loaeza)

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