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Lawrence Ferlinghetti, poeta y editor fundamental para la Generación Beat, fallece a los 101 años

martes, febrero 23rd, 2021

El poeta beat y fundador de la editorial y librería City Lights, falleció este lunes en San Francisco debido a una enfermedad pulmonar. Ferlinghetti fue también periodista, dramaturgo, ensayista y pintor, con un especial cariño por México, pues vivió y viajo por este país, al igual que otros beats.

En su libro La noche mexicana, a manera de diario de viaje, comenta sus estancias en Baja California (Tijuana, Ensenada, Mexicali) y el sur (Ciudad de México, Oaxaca, San Miguel de Allende, Uxmal) entre las décadas de 1950 y 1960.

Ciudad de México, 23 de febrero (SinEmbargo).- Lawrence Ferlinghetti, poeta beat y fundador de la editorial y librería City Lights, falleció este lunes en San Francisco a los 101 años de edad, debido a una enfermedad pulmonar, informó dicha casa editorial en redes sociales.

“El poema más grande es la vida lírica misma… Nuestro poeta y héroe, Lawrence Ferlinghetti, falleció el lunes 22 de febrero por la noche. Te amamos, Lawrence. Corazón chispeante”, se lee en un tuit de City Lights.

Lawrence Ferlinghetti (poeta, periodista, dramaturgo, ensayista y pintor) nació el 24 de marzo de 1919 en Nueva York. Su padre fue un inmigrante italiano que falleció antes del nacimiento de Lawrence, y a los 2 años de éste, su madre tuvo un quebrantamiento mental que la incapacitó para hacerse cargo del hijo. El niño fue atendido por sus tíos Ludvico y Emily, con ella vivió varios años en Francia, hasta su posterior regreso a los Estados Unidos, donde creció en un orfanato de Manhattan.

Entre 1937 y 1941, Ferlinghetti estudió periodismo en la universidad de Carolina del Norte y, posteriormente, hizo un doctorado en La Sorbona, en París, Francia. Durante varios años ejerció su oficio de periodista en periódicos y revistas.

A parir de la década de 1950 se estableció en la ciudad de San Francisco, California. Entre sus primeros amigos estuvieron el maestro de generaciones poéticas Kenneth Rexroth y los futuros poetas beat Philip Lamantia y Robert Duncan, con quienes compartió ideas políticas y filosóficas formando parte del Círculo Anarquista. Desde entonces, el poeta se ha considerado «un anarquista de corazón». Por esta experiencia, es notable que a lo largo de su vida Ferlinghetti ha sido un notable opositor a las guerras de Corea, Vietnam y otras; y simpatizante de la Revolución Cubana y el Sandinismo de Nicaragua así como de Salvador Allende y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional de Chiapas, México, y se ha manifestado en contra del poder nuclear en su país.

Su entrada a la generación beat empezó en la década de 1950 por sus coincidencias con sus amigos poetas de San Francisco, donde, además de los antes mencionados trabó amistad con Allen Ginsberg, Gregory Corso, Jack Kerouac y otros; aunque alguna vez haya dicho, como William Burroughs, que él no es beatnik.

No obstante, con toda razón, se ha dicho que la generación beat ha sido un «invento» de Ferlinghetti, ya que en su editorial y librería City Lights (fundada en 1952), en la colección «Pocket Poets Series», ha publicado a muchos beats, para empezar, el famoso Aullido y otros poemas de Ginsberg (por el cual tuvo que enfrentar un juicio acusado de atentado a las buenas costumbres junto con el autor), así como libros de Philip Lamantia, Peter Orlovsky, Gregory Corso, Denise Levertov, Diane di Prima, William Burroughs, Robert Duncan, Frank O’Hara, Janine Pommy Vega, Bob Kaufman, Gary Snyder, Michael McClure y el mismo Ferlinghetti.

SU AMOR POR MÉXICO

Para Ferlinghetti México ha sido un especial atractivo, donde ha vivido estancias y viajes, al igual que otros beats (Ginsberg, Kerouac, Lamantia, Diane di Prima, Marge Piercy, ruth weiss). En su libro La noche mexicana, a la manera de diario de viaje, comenta sus estancias en Baja California (Tijuana, Ensenada, Mexicali) y el sur (Ciudad de México, Oaxaca, San Miguel de Allende, Uxmal) entre las décadas de 1950 y 1960.

Años después recuerdo que realizó dos lecturas en el Palacio de Bellas Artes, a la primera (tendría yo 24 años de edad) asistí como público; en la segunda (febrero 26 de 2004), fui uno de sus presentadores, con el antecedente de compartir el almuerzo y una amena y larga conversación. Aunque más breve, intercambiamos palabras en 1977 después de una lectura de Allen Ginsberg en un auditorio de la Universidad de San Francisco donde, al presentarme como un poeta mexicano, él, muy contento, comentó:

«La última vez que estuve en México viajé, con el joven poeta Oscar Oliva, a Cuernavaca, donde comí unos hongos alucinógenos y cabalgué en un brioso caballo por el campo». De La noche mexicana recojo estas palabras: «Perdóname si desaparezco en México, portando una máscara y extraños tirantes».

—Con información de Barbas Poéticas

Festival Kerouac México no se rinde frente a la pandemia y resiste con poesía en una edición híbrida

viernes, enero 22nd, 2021

Con apoyo de poetas mexicanos, el evento originario de España celebra su tercera edición en México, un país del cual se enamoraron grandes escritores de la Generación Beat. El festival será inaugurado este viernes desde sus redes sociales y las del Claustro de Sor Juana, para concluir el domingo 24.

“El evento se realiza con el esfuerzo del movimiento Poetryfighters, aquellos que luchan por la poesía, para mantener viva su llama y seguir construyendo conexiones en el mundo”, dijo este viernes el director del festival, Marcos de la Fuente.

México, 22 de enero (EFE).- El Festival Kerouac no se rinde frente a la pandemia y durante tres días a partir de este viernes tomará escenarios mexicanos, tanto virtuales como presenciales, para reinventarse y seguir creando vínculos internacionales a través del arte.

“Es una edición híbrida, que se realiza con la ayuda y el esfuerzo de los poetas mexicanos que se suman al movimiento Poetryfighters, aquellos que luchan por la poesía, para mantener viva su llama y seguir construyendo conexiones poéticas en todo el mundo”, dijo este viernes a Efe el poeta y director del festival, Marcos de la Fuente.

El evento nacido en Vigo, España, regresa a México para celebrar su tercera edición en el país, tras el éxito de sus dos primeros certámenes.

Según explicó De la Fuente, una de las razones por las que México los atrajo para aterrizar el festival (que también se replica en Nueva York), fue “la lengua, su frontera con Estados Unidos y la emigración desde España”.

Pero también el interés que tuvieron por el país grandes escritores de la generación Beat como Jack Kerouac y William Burroughs.

Con un streaming diario, pensado para que sea seguido desde cualquier lugar del mundo, el festival propone tres experiencias poéticas, diversas y contemporáneas en las que se aprovechará la virtualidad y se explotará el contacto a través del lenguaje.

El evento será inaugurado este viernes por medio de las redes sociales del festival y del Claustro de Sor Juana de la Ciudad de México a las 13.00hrs (19.00 hora GMT) con el “Especial Bifronte”.

Dicho evento contará con la actuación de la poeta y mexicana Rocío Cerón y la poeta gallega Chus Pato, quienes recitarán en gallego y castellano mientras el mexicano Fabián Elizalde musicaliza el acto.

Para el sábado 23, los poetas gallegos, Lara Dopazo y el propio director, Marcos de la Fuente, viajarán a los estados mexicanos de forma virtual para conocer la poesía de propia voz y lengua de sus creadores.

Entre ellos Horacio Warpola desde Querétaro, Hubert Matiúwaa en las montañas de Guerrero o Balam Rodrigo en Chiapas. Dicho encuentro promete una convivencia entre culturas a través de recitales en castellano, maya, gallego o náhuatl.

Fotografía cedida este viernes, donde se observa al Director del Festival Kerouac y poeta Marcos de la Fuente, en Ciudad de México. Foto: Cortesía Bernard Betancourt para EFE

Por último, las actividades del domingo 24 serán tanto presenciales como virtuales teniendo como punto físico el jardín de La Mano en Coyoacán, gestionado por Jessica Rodarte quien junto a las poetas Tania Favela, Zazil Collins y Lucía Hinojosa cerrarán el festival.

El evento se llevará a cabo al aire libre y con medidas de sanidad necesarias como el uso de cubrebocas obligatorio.

El director explicó que la poesía servirá para “animar a la gente y darle profundidad”, ahora que los tiempos son tan adversos y que la realidad no deja espacio para la “magia, el romanticismo y sueños imposibles”.

“Ahora más que nunca es necesaria esta humanidad, ahora más que nunca son necesarios los poetas. La poesía despertará, el lado más humano de las personas, el ponerse en el lugar del otro, algo fundamental en esta crisis que viene”, apuntó De la Fuente.

El primer amor y la muerte en dos novelas de Jack Kerouac: Visiones de Gerard y Maggie Cassidy

sábado, enero 16th, 2021

Ambos libros comparten un personaje, Jack Dulouz, alter ego del propio Kerouac, quien narra el suceso más determinante de su niñez: la enfermedad y muerte de su hermano mayor, Gerard. Este tema también es una excusa para reflexionar sobre conceptos como el bien y el mal, lo divino y la trascendencia.

Maggie Cassidy es mucho más cercana al Kerouac de On the road, mientras que Visiones de Gerard ofrece una prosa más mesurada, aguda y melancólica. La historia de enamoramiento que relata es casi una alegoría sobre la pérdida de la inocencia de una generación, que habría de ser sacudida por la guerra.

Por Nora de la Cruz

Ciudad de México, 16 de enero (BarbasPoéticas).- Dos novelas no tan célebres del autor, pero que reflejan bien su estilo y sus preocupaciones: altos niveles de lirismo, viñetas, sobrecarga sensorial y originalidad en las imágenes y el vocabulario.

Las dos comparten un personaje, Jack Dulouz, alter ego del propio Kerouac, que narra en sendas novelas su juventud y primer amor, y el suceso más determinante de su niñez: la muerte de su hermano mayor, Gerard.

La historia de infatuación sirve para mostrar un retrato de la juventud de la época y, de manera casi alegórica, la pérdida de la inocencia de esa generación, que habría de ser sacudida por la guerra. Por otro lado, la enfermedad de Gerard y su muerte se narran en un tono que podría parecer hagiográfico, muy pertinente para las reflexiones del autor sobre lo divino, y los conceptos metafísicos de bien, mal y trascendencia. De las dos, Maggie Cassidy es mucho más cercana al Kerouac de On the road, mientras que Visiones de Gerard ofrece una prosa más mesurada y, aunque aguda, permanentemente melancólica.

Además, el ritmo de la primera novela –producido por los cambios de escenarios, las acciones y los múltiples personajes- es mucho más acelerado que el de la segunda, compuesto por pasajes de poca movilidad, centrados casi siempre en Gerard y su interacción con una o dos personas, casi siempre miembros de su familia. Sin embargo, a raíz de ello, Visiones… gana profundidad. En las dos, el estilo de Kerouac está presente el ritmo –asincopado, casi de bebop- y en la densidad que adquieren los acontecimientos al narrarse gracias a las catálisis expansivas que rodean cada pequeña acción.

De cierta manera –mucho más evidente en Maggie Cassidy– percibimos un hilo narrativo muy fino alrededor del cual se superponen capas de información sensorial o interior que imponen al lector un ritmo de lectura particular (en esto, entre otras cosas, Kerouac es semejante a Proust).

Si bien es cierto que Kerouac es un autor de culto que cuenta con seguidores apasionados, no creo exagerar si afirmo que no hay alguien que no pueda disfrutar de su lectura (una vez que descifre su código estético), sobre todo en una era en la que la adolescencia aparece idealizada y extendida la mayor cantidad de años que sea posible, a cualquier costo.

Como suele ocurrir con longsellers como Kerouac, existen siempre diferentes ediciones de su obra. Los especialistas o admiradores se decantan por una determinada en función de lo que ofrece de particular: prólogos, cronologías, estudios preliminares, etcétera. Los libros que nos ocupan son publicados por Juan Pablos y cuentan ambos con prólogos fervorosos pero informados: Jorge García-Robles (encargado también de la traducción de ambos tomos) ofrece una introducción accesible para los que no conocen al autor, pero también interesante para quienes sí, por la frescura de su perspectiva y lo desenfadado de su estilo. Sin embargo, lo verdaderamente llamativo en ambos libros es, precisamente, la traducción.

En este punto no es ocioso decir que uno de los aspectos de lo literario es su “intraducibilidad”: el autor no consigue nunca transmitir a cabalidad sus pensamientos por medio del lenguaje y, por otra parte, una obra solamente es plena en su idioma original, pues al ser transferida a otra pierde los matices sonoros, sintácticos, formales y semánticos que le daban identidad estética. Al leer una traducción siempre nos encontramos ante otra obra.

En este sentido, la elección de una traducción particular se basa en distintos criterios, que suelen estar ligados a la precisión (siempre ilusoria) que suele depender del grado de especialización del traductor, no sólo en la lengua original, sino en el estilo del autor, sus coordenadas históricas y culturales y el código estético de la obra. Usualmente, el traductor aspira a ofrecer una interpretación fidedigna e informada, que comunique los matices de la voz del autor, de modo que –se entiende- parte de su trabajo es volverse traslúcido.

Por ello nos parece chocante, en Latinoamérica, la lectura de los tomos publicados por editoriales ibéricas que no tienen empacho en cargarlos de localismos que de inmediato nos recuerdan la mediación existente y crean una distancia entre nosotros, lectores, y la obra en sí. Jorge García-Robles toma una decisión atrevida en sus versiones de Kerouac al usar deliberadamente jerga mexicana, por lo general de la capital, pero también nahuatlismos:

“En la otra foto (¡Gracias a Dios! Pensé cuando la vi al día siguiente en el Lowell Evening Leader) soy un héroe atleta griego con rizos negros, cara blanca como el marfil, ojos como periódico gris claro, cuello de joven noble, manos poderosas posadas como leones en a cada lado de mi regazo desesperado… en vez de tener a Maggie entre mis brazos para la foto como felices prometidos que se ríen, nos sentamos a cada lado de la mesa con pequeños regalos dispuestos sobre ella, (radio, guante de béisbol, corbatas) – aún así no sonrío, tengo una grave mirada vanidosa que medita internamente ante la cámara para mostrar que tengo honores especiales reservados para mí en la sala de eco y el oscuro pasillo del infinito, esta sombría telepatía, pensando en grande, en lugar de estallar en grandes risas como Iddyboy [Robert Morissette] ahí atrás, que pasa su brazo alrededor de Martha Alberge y Louise Giroux – diciendo ‘HEE! en un estruendoso grito regodeándose con la chica, Iddyboy abrazando con satisfacción a la chica, amando la vida mostrando tanto entusiasmo que hace saltar el cabello del fotógrafo. Maggie, por su parte, es un ejemplo de desinterés ante la cámara, no quiere tener nada que ver con eso (como yo) pero tiene una actitud más fuerte, duda mientras hago pucheros, frunce los labios mientras miro fijamente al mundo – porque también mis ojos brillan grisáceamente en el papel y muestran un interés definitivo en la cámara que al principio es imperceptible, como de sorpresa — En Maggie hay asco sin disimulo. Lleva un crucifijo y en primer lugar no tiene nada que decirle al mundo ante la cámara”.- Jack Kerouac, en Maggie Cassidy (Traducción por Odeen Rocha)

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ENSAYO | John Clellon Holmes, primer autor en difundir las ideas beat, y su visión de esta camada

sábado, octubre 17th, 2020

«Los orígenes de la palabra beat son oscuros, pero el significado es muy claro. Implica la sensación de haber sido usado, de un ser crudo. Una especie de desnudez de la mente. Criados durante una sombría depresión, desconfían de la colectividad. Su adolescencia transcurrió en un mundo patas arriba», escribía el poeta, novelista y profesor Clellon Holmes sobre sus colegas generación en noviembre de 1952, en el Times Magazine.

Traducción y adaptación por Odeen Rocha

Ciudad de México, 17 de octubre (BarbasPoéticas).- Hace varios meses [del año 1952], una revista nacional publicó un artículo bajo el título “Youth” (“Juventud”) y el subtítulo “‘Mother Is Bugged At Me” (“Mamá está enfadada conmigo”. Se refería a una chica californiana de 18 años que había sido detenida por fumar marihuana y quería hablar de ello.

Mientras un reportero anotaba sus ideas en el lenguaje rápido del “té”, alguien tomó una foto. En vista de su afirmación de que formaba parte de una cultura completamente nueva en la que una de cada cinco personas que conoces es usuaria, fue una fotografía impactante.

En el rostro pálido y atento, con sus ojos suaves y su boca inteligente, no había ningún indicio de corrupción. Era un rostro que sólo podía ser considerado criminal a través de un enorme esfuerzo de rectitud. Su única queja parecía ser: “¿Por qué la gente no nos deja en paz?”. Era el rostro de una generación beat.

Marti Robertson, la chica que fue detenida por posesión de mariguana. Foto: Especial

Ese rostro joven y limpio ha estado apareciendo en los periódicos desde la guerra. De pie ante un juez en un juzgado del Bronx, siendo acusado de robar un coche, miró a la cámara con una risa curiosa y sin culpa. La misma cara, con una inclinación más seria, miraba desde las páginas de la revista Life, representando a una clase graduada de ex-soldados, y decía que como creía que la pequeña empresa estaba muerta, pretendía convertirse en un cómodo engranaje de la mayor corporación que pudiera encontrar.

Un poco más joven, un poco más desconcertado, era este mismo rostro que los fotógrafos capturaron en Illinois cuando el primer club no virgen fue descubierto. El joven redactor, inclinado en el bar de la Tercera Avenida, bebiendo tranquilamente hasta relajarse, y el enérgico conductor de bólidos de Los Ángeles, que juega a la ruleta rusa con un cacharro, están separados sólo por un continente y unos pocos años. Son los extremos. Entre ellos caen las secretarias preguntándose si acostarse con sus novios ahora o esperar; el mecánico que soporta a los chicos y se va a Detroit por capricho; las modelos que se dejan caer cuidadosamente en un cóctel. Pero la cara es la misma. Brillante, nivelada, realista, desafiante.

Cualquier intento de etiquetar a una generación entera es poco gratificante, y sin embargo la generación que pasó por la última guerra, o por lo menos pudo conseguir fácilmente una bebida una vez que terminó, parece poseer una cualidad uniforme y general que exige un adjetivo. Fue Kerouac, el autor de una fina y descuidada novela, “La ciudad y el campo”, quien finalmente la inventó. Fue hace varios años, cuando la cara era más difícil de reconocer, pero él tiene un ojo agudo y simpático, y un día dijo, “Sabes, esta es realmente una generación beat”.

Los orígenes de la palabra “beat” son oscuros, pero el significado es muy claro para la mayoría de los americanos. Más que un mero cansancio, implica la sensación de haber sido usado, de un ser crudo. Implica una especie de desnudez de la mente, y, en última instancia, del alma; un sentimiento de ser reducido a los cimientos de la conciencia. En resumen, significa ser empujado sin dramatismo contra la pared de uno mismo. Un hombre es golpeado cada vez que va a la quiebra y apuesta la suma de sus recursos en un solo número; y la generación joven ha hecho eso continuamente desde la temprana juventud.

Sus miembros tienen una individualidad instintiva, que no necesita de bohemia o excentricidad impuesta para ser expresada. Criados durante las malas circunstancias colectivas de una sombría depresión, destetados durante el desarraigo colectivo de una guerra global, desconfían de la colectividad. Pero nunca han sido capaces de mantener al mundo fuera de sus sueños. Las fantasías de su infancia habitaron la penumbra de Munich, el pacto nazi-soviético, y el eventual apagón. Su adolescencia transcurrió en un mundo patas arriba de bonos de guerra, turnos de cambio y movimientos de tropas. Adquirieron una mentalidad independiente en las cabezas de playa, en los molinos de ginebra y en los USO, en las llegadas de medianoche y en las salidas antes del amanecer.

Sus hermanos, maridos, padres o amigos aparecieron muertos un día al otro lado de un telegrama. En los cuatro temblorosos rincones del mundo, o en la ciudad natal invadida por fábricas o soldados solitarios, tuvieron una experiencia íntima con el nadir y el cénit de la conducta humana, y poco tiempo para mucho de lo que se interpuso. La paz que heredaron era tan segura como el siguiente encabezado. Era una paz fría. Su propia lujuria por la libertad, y la capacidad de vivir a un ritmo que mata (a la que la guerra los había acostumbrado), llevó a los mercados negros, al bebop, a los narcóticos, a la promiscuidad sexual, al hucksterismo y a Jean-Paul Sartre. El ritmo se estableció más tarde.

Es una generación de posguerra, y, en un mundo que parece marcar sus ciclos con sus guerras, ya se está comparando con esa otra generación de posguerra, que se autodenominó “perdida”. Los locos años veinte, y la generación que los hizo rugir, están pasando por un renacimiento sentimental, y la comparación es valiosa. La Generación Perdida fue descubierta conduciendo un convertible, riéndose histéricamente porque ya nada significaba nada. Emigró a Europa, sin saber si estaba buscando el “futuro orgiástico” o escapando del “pasado puritano”. Sus símbolos eran el flapper, el frasco de whisky de contrabando y una actitud de frivolidad desesperada que se expresa mejor con la línea: “¿Alguien quiere jugar tenis?” Estaba atrapado en el romance de la desilusión, hasta que incluso eso se convirtió en una ilusión.

Cada acto en su drama de pérdida era un trágico o irónico tercer acto, y “La tierra baldía” de T.S. Eliot era más que la declaración sin salida de un poeta perspicaz. La atmósfera dominante de ese poema era una sensación de pérdida casi sin objeto, a través de la cual el lector sentía inmediatamente que la cohesión de las cosas había desaparecido. Era, para toda una generación, una imagen que expresaba, con terrible exactitud, su propia condición espiritual.

Pero los chicos salvajes de hoy no están perdidos. Sus caras sonrojadas, a menudo burlonas y siempre atentas eluden la palabra, y les parecería falsa. Esta generación carece de ese aire elocuente de duelo que hizo que muchas de las hazañas de la Generación Perdida fueran acciones simbólicas. Además, el repetido inventario de ideales destrozados, y los lamentos sobre el barro en las corrientes morales, que tanto obsesionaron a la Generación Perdida, no conciernen a los jóvenes de hoy. Ellos toman estas cosas espantosamente por sentado. Fueron criados en estas ruinas y ya no las notan. Beben para “dar el bajón” o para “elevarse”, no para ilustrar nada. Sus excursiones a las drogas o a la promiscuidad surgen de la curiosidad, no de la desilusión.

Sólo los más amargados de entre ellos llamarían a su realidad una pesadilla y protestarían por haber perdido algo: el futuro. Desde que tuvieron la edad suficiente para imaginar uno, que ha estado en peligro de todos modos. La ausencia de valores personales y sociales es para ellos, no una revelación que sacude el suelo debajo de ellos, sino un problema que exige una solución diaria. El cómo vivir les parece mucho más crucial que el por qué. Y es precisamente en este punto en el que el redactor y el conductor del bólido se encuentran y su ritmo idéntico se vuelve significativo, ya que, a diferencia de la Generación Perdida, que estaba ocupada con la pérdida de la fe, la Generación Beat está cada vez más ocupada con la necesidad de ella. Como tal, es una inquietante ilustración del viejo y fiable chiste de Voltaire: “Si no existiera Dios, sería necesario inventarlo”. No contentos con lamentar su ausencia, están afanosa y anárquicamente inventando tótems para él por todos lados.

Para el nihilista risueño, comiendo en la autopista a noventa millas por hora y maniobrando con sus pies, no es Harry Crosby, el poeta de la Generación Perdida que planeó volar su avión hacia el sol un día porque ya no podía aceptar el mundo moderno. Al contrario, el conductor del bólido invita a la muerte sólo para burlarla. Está afirmando la vida dentro de él de la única manera que sabe, en el extremo. La chica de cara ansiosa, detenida por un asunto de drogas, no es una de esas “mujeres y chicas llevadas a gritos con bebida o drogas de los lugares públicos”, de las que Fitzgerald escribió.

En cambio, con una seriedad persuasiva, describe el sentido de comunidad que ha encontrado en la marihuana, que la sociedad nunca le dio. El redactor, tan borracho a medianoche como su homólogo de la Generación Perdida, probablemente lee “Dios y el Hombre” en Yale durante su resaca de los domingos por la tarde. La diferencia es esta voluntad casi exagerada de creer en algo, aunque sólo sea en sí mismos. Es una voluntad de creer, incluso frente a la incapacidad de hacerlo en términos convencionales. Y eso está obligado a conducir a excesos en una u otra dirección.

La conmoción que sienten las personas mayores al ver esta Generación Beat es, en su nivel más profundo, no tanto repugnancia por los hechos, sino más bien angustia por las actitudes que la mueven. Aunque preocupados por esta angustia, la mayoría de las veces discuten o legislan en términos de los hechos más que de las actitudes. El lector del periódico, estudiando los ojos de los jóvenes drogadictos, sólo puede encontrar una salida para su horror y perplejidad en las demandas de que los transeúntes reciban la silla eléctrica.

Los sociólogos, con una preocupación más académica, están igual de preocupados por las legiones de jóvenes cuya mayor ambición parece ser encontrar un lugar seguro en una corporación monolítica. Los historiadores contemporáneos expresan una leve sorpresa por la falta de movimientos organizados, políticos, religiosos o de otro tipo, entre los jóvenes. Los artículos que escriben nos recuerdan que ser el jefe de uno mismo y ser un carpintero natural son dos de nuestros rasgos nacionales más apreciados. En todas partes la gente con moralidad ordenada sacude la cabeza y se pregunta qué pasa con la generación joven.

Tal vez no se han dado cuenta de que, detrás del exceso, por un lado, y de la conformidad por el otro, se encuentra ese desapego a la espera que resulta de tener que recurrir al apoyo más en la capacidad de resistencia humana que en la filosofía de vida. No es que la Generación Beat sea inmune a las ideas; éstas le fascinan. Sus guerras, tanto pasadas como futuras, fueron y serán guerras de ideas. Sin embargo, sabe que en el momento final y privado del conflicto un hombre está luchando realmente contra otro hombre, y no contra una idea. Y que lo mismo ocurre con el amor. Así que es una generación con mayor facilidad para entretener ideas que para creer en ellas. Pero también es la primera generación en varios siglos para la que el acto de fe ha sido un problema obsesivo, aparte de las razones para tener una fe particular o no tenerla. Exhibe por todos lados, y en un desconcertante número de facetas, un perfecto deseo de creer.

Aunque es ciertamente una generación de extremos, incluyendo tanto al hipster como al joven radical republicano en sus filas, le da al César (es decir, a la sociedad) lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Para el hipster más salvaje, haciendo una mística del bop, las drogas y la vida nocturna, no hay ningún deseo de destrozar la sociedad “cuadrada” en la que vive, sólo de eludirla. Subirse a una tribuna o escribir un manifiesto le parecería absurdo. Mirando el mundo normal, donde casi todo es una “carga” para él, sin embargo, dice: “Bueno, ese es el Bosque de Arden después de todo. E incluso salta si lo miras bien”. Igualmente, el joven republicano, aunque a menudo parece sostener que Babbitt es su héroe cultural, no es ni vulgar ni materialista, como lo fue Babbitt. Se conforma porque cree que es socialmente práctico, no necesariamente virtuoso. Ambas posiciones, sin embargo, son el resultado de más o menos la misma convicción ―a saber, que el abismo sin valor de la vida moderna es insoportable.

Porque debajo del exceso y la conformidad, hay algo más que el desapego. Están los estímulos de una búsqueda. Lo que el hipster busca en su ” coolness” (retiramiento) o ” flipness” (éxtasis) es, después de todo, un sentimiento en algún lugar, no sólo otra distracción. El joven republicano siente que hay un punto más allá del cual el cambio se convierte en caos, y lo que quiere no es simplemente privilegio o riqueza, sino una posición estable desde la cual operar. Ambos están hartos de la falta de hogar, de la falta de valor, de la falta de fe.

La variedad y el extremo de sus soluciones son sólo una indicación final de que para los jóvenes de hoy en día no existe todavía un único pivote externo alrededor del cual puedan, como generación, agrupar sus observaciones y sus aspiraciones. No hay una sola filosofía, ni un solo partido, ni una sola actitud. El fracaso de la mayoría de los conceptos morales y sociales ortodoxos para reflejar plenamente la vida que han conocido es probablemente la razón de ello, pero debido a ello cada persona se convierte en una unidad andante y autónoma, obligada a enfrentarse, o al menos a soportar, el problema de ser joven en un mundo aparentemente indefenso a su manera.

Más que cualquier otra cosa, esto es lo que es responsable de la renuencia de esta generación a nombrarse a sí misma, su renuencia a discutirse a sí misma como grupo, a veces su renuencia a ser ella misma. Porque los dioses inventados invariablemente decepcionan a los que los adoran. Sólo la necesidad de ellos continúa, y es esta necesidad, agotando un objeto tras otro, la que proyecta a la Generación Beat hacia el futuro y un día la privará de su beatitud.

Dostoievski escribió a principios de 1880 que la joven Rusia sólo habla de las eternas preguntas. Con los cambios apropiados, algo muy parecido a esto está empezando a suceder en América, a la manera americana; una reevaluación de la cual las hazañas y actitudes de esta generación son sólo síntomas. No hay una sola comparación de una generación contra otra que pueda medir con precisión los efectos, pero parece obvio que una generación perdida, ocupada con la desilusión y tratando de mantenerse ocupada entre las piedras rotas, es poéticamente conmovedora, pero no muy peligrosa. Pero una generación vencida, impulsada por un deseo desesperado de creer y aún incapaz de aceptar las moderaciones que se le ofrecen, es otra cosa. Luego de treinta años, después de todo, la generación de la que Dostoievski escribió se reunía en sótanos y fabricaba bombas.

John Clellon Holmes posa en su casa ubicada en Lyme, Connecticut (1966). Foto: Especial

Esta generación puede que no haga bombas; probablemente se le pedirá que deje caer algunas, y que se le arrojen algunas sobre ella y, no obstante, este hecho nunca está lejos de su mente. Es una de las presiones que la creó y jugará un gran papel en lo que le sucederá. Hay quienes creen que en generaciones como ésta existe siempre la posibilidad constante de que una gran idea moral nueva, concebida en la separación, cobre vida. Otros notan la autocomplacencia, el derroche, la aparente irresponsabilidad social, y no están de acuerdo.

Pero su capacidad de mantener los ojos abiertos y, sin embargo, evitar el cinismo; su convicción cada vez mayor de que el problema de la vida moderna es esencialmente un problema espiritual; y esa capacidad de sabiduría repentina que poseen las personas que viven duramente y van lejos, son activos y merecen ser vigilados. Y, de todos modos, los rostros nítidos y desafiantes valen la pena.

Texto extraído de “This Is The Beat Generation” by John Clellon Holmes, en Literary Kicks. Originalmente publicado el 16 de noviembre de 1952, en el Times Magazine.

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PERFIL | “El ángel radical” Lawrence Ferlinghetti, poeta beat y fundador de la editorial City Lights

sábado, septiembre 19th, 2020

El siguiente texto, hasta ahora inédito, fue escrito por José Vicente Anaya (1947-2020) a principios de 2018, y es el prólogo de la antología Endless Life – Vida infinita de Lawrence Ferlinghetti.

Por José Vicente Anaya

Ciudad de México, 19 de septiembre (BarbasPoéticas).- El siguiente texto, hasta ahora inédito, fue escrito por José Vicente Anaya (1947-2020) a principios de 2018, y es el prólogo de la antología Endless Life – Vida infinita de Lawrence Ferlinghetti.

Se trata de una selección de 85 poemas, seleccionados por el propio Lawrence, de ocho de sus libros de poesía. La traducción estuvo a cargo de Eduardo Hidalgo (México, D. F., 1982), escritor, docente y traductor. El desarrollo de este proyecto se llevó a cabo entre 2016 y 2018 en el programa de posgrado Maestría en Producción Editorial de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

Barbas Poéticas presenta un breve perfil del poeta y editor estadounidense Lawrence Ferlinghetti.

Esta antología, Vida infinita: poemas selectos, del poeta beat Lawrence Ferlinghetti fue publicada en inglés (Endless Life: Selected Poems) en 1981 por la muy prestigiada editorial estadounidense New Directions. La selección fue hecha por el propio poeta a partir de ocho de sus relevantes libros, que fueron publicados entre 1955 y 1979. Con estos datos, es fácil deducir que el criterio de Ferlinghetti para elegir los poemas es consecuencia de puntos de vista que toman en cuenta las cualidades poéticas y la historia de su propia obra, y una formidable observancia en la calidad. También, en lo hasta aquí dicho, se trata del mejor libro para apreciar el desarrollo de 24 años de vida poética en Ferlinghetti, durante el entusiasmo de la revolución poética que realizaron los miembros de la generación beat en los Estados Unidos. La traducción al español de esta obra se debe a la muy buena experiencia y disciplinado trabajo que ha hecho el poeta Eduardo Hidalgo.

Lawrence Ferlinghetti (poeta, periodista, dramaturgo, ensayista y pintor) nació el 24 de marzo de 1919 en Nueva York. Su padre fue un inmigrante italiano que falleció antes del nacimiento de Lawrence, y a los 2 años de éste, su madre tuvo un quebrantamiento mental que la incapacitó para hacerse cargo del hijo. El niño fue atendido por sus tíos Ludvico y Emily, con ella vivió varios años en Francia, hasta su posterior regreso a los Estados Unidos, donde creció en un orfanato de Manhattan.

Entre 1937 y 1941, Ferlinghetti estudió periodismo en la universidad de Carolina del Norte y, posteriormente, hizo un doctorado en La Sorbona, en París, Francia. Durante varios años ejerció su oficio de periodista en periódicos y revistas.

A parir de la década de 1950 se estableció en la ciudad de San Francisco, California. Entre sus primeros amigos estuvieron el maestro de generaciones poéticas Kenneth Rexroth y los futuros poetas beat Philip Lamantia y Robert Duncan, con quienes compartió ideas políticas y filosóficas formando parte del Círculo Anarquista. Desde entonces, el poeta se ha considerado «un anarquista de corazón». Por esta experiencia, es notable que a lo largo de su vida Ferlinghetti ha sido un notable opositor a las guerras de Corea, Vietnam y otras; y simpatizante de la Revolución Cubana y el Sandinismo de Nicaragua así como de Salvador Allende y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional de Chiapas, México, y se ha manifestado en contra del poder nuclear en su país.

Su entrada a la generación beat empezó en la década de 1950 por sus coincidencias con sus amigos poetas de San Francisco, donde, además de los antes mencionados trabó amistad con Allen Ginsberg, Gregory Corso, Jack Kerouac y otros; aunque alguna vez haya dicho, como William Burroughs, que él no es beatnik. No obstante, con toda razón, se ha dicho que la generación beat  ha sido un «invento» de Ferlinghetti, ya que en su editorial y librería City Lights (fundada en 1952), en la colección «Pocket Poets Series», ha publicado a muchos beats, para empezar, el famoso Aullido y otros poemas de Ginsberg (por el cual tuvo que enfrentar un juicio acusado de atentado a las buenas costumbres junto con el autor), así como libros de Philip Lamantia, Peter Orlovsky, Gregory Corso, Denise Levertov, Diane di Prima, William Burroughs, Robert Duncan, Frank O’Hara, Janine Pommy Vega, Bob Kaufman, Gary Snyder, Michael McClure y el mismo Ferlinghetti. Se trata de una colección de libros de bolsillo que abrió la perspectiva de una verdadera nueva poesía en los Estados Unidos y en el mundo.

En los Estado Unidos, se ha dicho que Ferlinghetti «es uno de nuestros ángeles radicales y un verdadero bardo» (bardo: poeta heroico de la cultura celta). Su obra no tiene discusión, y esta antología es la mejor muestra, no solo la selección es excelente, sino que también destacan poemas singulares como «Autobiografía» que en el orden de la cultura cotidiana de los Estados Unidos y el mundo hace un paseo por sucesos determinantes y personales. En el poema «Manifiesto Populista», arenga a los poetas insustanciales: «Poetas, salgan de sus clósets / Abran sus ventanas, abran sus puertas, / Han estado encerrados mucho tiempo / en sus inaccesibles mundos». Lo que nos recuerda otra proclama del Príncipe de los Poetas, Friedrich Hölderlin, en términos de una contraparte porque es un llamado combativo: «¡Poetas! ¡Despierten a los aletargados! / Legislen contra las leyes opresoras, / traigan la vida. / ¡Poetas! ¡Acepten su condición de héroes y vencerán, / pues tal como Baco, sólo ustedes / tienen derecho a la victoria». También llama la atención el poema «Elegía para disipar la penumbra» por el asesinato del alcalde George Moscone y el concejal Harvey Milk: «No es tiempo de sentarse en el piso / y contar historias tristes / sobre la muerte y la cordura. / Dos humanos hechos de carne / son ahora carne muerta / y no es necesario decir más. / Es pura vanidad / pensar que toda la humanidad / se bañe en rojo / porque un joven loco / un hombre tan malo / perdió la cabeza». Protesta de hechos ahora tan abundantes en nuestro tan atropellado mundo.

Solo por mencionar uno de sus notables libros, A Coney Island of the Mind ha vendido más de un millón de ejemplares.

Para Ferlinghetti México ha sido un especial atractivo, donde ha vivido estancias y viajes, al igual que otros beats (Ginsberg, Kerouac, Lamantia, Diane di Prima, Marge Piercy, ruth weiss). En su libro La noche mexicana, a la manera de diario de viaje, comenta sus estancias en Baja California (Tijuana, Ensenada, Mexicali) y el sur (Ciudad de México, Oaxaca, San Miguel de Allende, Uxmal) entre las décadas de 1950 y 1960. Años después recuerdo que realizó dos lecturas en el Palacio de Bellas Artes, a la primera (tendría yo 24 años de edad) asistí como público; en la segunda (febrero 26 de 2004), fui uno de sus presentadores, con el antecedente de compartir el almuerzo y una amena y larga conversación. Aunque más breve, intercambiamos palabras en 1977 después de una lectura de Allen Ginsberg en un auditorio de la Universidad de San Francisco donde, al presentarme como un poeta mexicano, él, muy contento, comentó: «La última vez que estuve en México viajé, con el joven poeta Oscar Oliva, a Cuernavaca, donde comí unos hongos alucinógenos y cabalgué en un brioso caballo por el campo». De La noche mexicana recojo estas palabras: «Perdóname si desaparezco en México, portando una máscara y extraños tirantes».

La traducción que ha hecho el poeta Eduardo Hidalgo de Vida infinita: poemas selectos es, para decirlo sencillo: excelente, pues los poemas se leen como si hubieran sido escritos originalmente en español, ejemplo de las mejores traducciones de poesía. Ésta es la mejor cualidad que podemos atribuirle a esta antología. Habría que agregar que este poeta traductor tiene una formación intelectual muy sólida en el estudio y conocimiento de la literatura y los idiomas inglés y francés.

Los libros de donde se seleccionaron los poemas de esta antología son: Pictures of the Gone World [Imágenes del mundo desaparecido] (1955), A Coney Island of the Mind [Un Coney Island mental] (1958), Starting from San Francisco [Partir de San Francisco] (1961), The Secret Meaning of Things [El significado secreto de las cosas] (1968), Open Eye, Open Heart [Ojo abierto, corazón abierto] (1973), Who Are We Now [Quiénes somos ahora] (1976), Northwest Ecolog [Ecología del Noroeste] (1978), y Landscapes  of Living & Dying [Paisajes de vida y muerte] (1979).

En el año 2018 Ferlinghetti llega a los 99 años de edad. Sigue intelectualmente lúcido y escribiendo. En el 2016, el periodista Iker Seisdedos en el periódico El País, de España, le preguntó si seguía escribiendo, y Ferlinghetti respondió: «Un escritor no se retira hasta que no puede sostener el bolígrafo».

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ENSAYO | El negro blanco: reflexiones superficiales sobre el hipster, de Norman Mailer

sábado, agosto 8th, 2020

En 1957, el escritor, periodista y cineasta Norman Mailer vivió el nacimiento de una nueva era, donde el joven blanco norteamericano que va contra las ideas sociales del éxito, la pareja y la familia, es marginado y entonces “absorbe las sinopsis existenciales del negro”; su cultura y su rabia.

Barbas Poéticas presenta un extracto del texto The White Negro (1957), un análisis riguroso y apasionado que ahonda en el mundo hip, en su filosofía, su lenguaje y sus actitudes.

Traducción por Martín Abadía

Ciudad de México, 8 de agosto (BarbasPoéticas).- «The dream is over» cantaba John Lennon en 1970; el sueño de los sesenta terminaba su viaje hipster. En 1957, Norman Mailer, que vivió el nacimiento de una nueva visión de la vida por parte de los jóvenes norteamericanos, ahonda en el mundo hip, en su filosofía, en su lenguaje, en sus actos y actitudes.

Para él, el joven que participa de la incredulidad colectiva contra las palabras de los hombres que detienen demasiado dinero y poder y las ideas socialmente monolíticas de la pareja, la familia, la vida amorosa, no tiene otra salida que marginarse.

En este “ponerse afuera”, el joven blanco se encuentra del brazo del negro, viviendo como él de su música, su cultura y su rabia, hasta el punto en que «el hipster absorbe las sinopsis existenciales del negro y en la práctica puede ser considerado como un negro blanco».

Barbas Poéticas presenta un extracto traducido del texto The White Negro: Superficial Reflections on the Hipster (1957), un análisis riguroso y apasionado de un fenómeno que sigue siendo para muchos incomprensible, pero que ha cambiado irreversiblemente ideas y costumbres en el mundo entero.

***

IV

Como los niños, los hipsters van detrás de los dulces y su lenguaje es una colección de indicios sutiles hacia el éxito o hacia el fracaso en la búsqueda del placer. Tácita aunque obvia es la sensación social de que no hay suficientes dulces para todos. De modo que los dulces están destinados al victorioso, al mejor, al hombre que más sabe sobre cómo hallar su energía y cómo no perderla. El énfasis está puesto en la energía dado que el psicópata y el hipster no son nada sin ella y que no tienen la protección de una posición o clase con la que contar cuando ha ido demasiado lejos.

El lenguaje del Hip es enérgico, cómo hallar y cómo no perder la energía. Pero veamos. Mientras que yo he anotado quizás una docena de palabras, el Hip probablemente las haga durar con un mínimo de variación. Las palabras son man, go, put down, make, beat, cool, swing, with it, crazy, dig, flip, creep, hip, square. Todas sirven para una larga variedad de propósitos y el matiz de la voz es el matiz conveniente a la situación para diferenciar contextos sutiles.

Si el hipster se mueve a través de la noche y a través de su vida en una constante búsqueda y vislumbre de una Mecca a través de diversas experiencias (Mecca en tanto orgasmo apocalíptico) y si todos quienes habitan en el mundo civilizado son al menos en un pequeño grado lisiados sexuales, el hipster vive con el conocimiento de dónde puede hallarse sexualmente lisiado y donde sexualmente vivo, y las facetas de la experiencia por las que la vida se le presenta se comprometen cada día, se desligan o se abortan tanto como sus necesidad y su humanidad lo prevén posible. Dado que la vida es un concurso en el que generalmente el victorioso se recupera rápidamente y el perdedor tarda en sanar, surge una competición de exploradores que colisionan permanentemente, competición en la que uno debe avanzar o bien pagar el precio de seguir siendo el mismo (pagar con enfermedad, depresión, angustia por la oportunidad perdida) pero siempre pagar o avanzar.

Por tanto, uno encuentra palabras como go (“sigue”) o make it (“hazlo”) o with it (“en ello”) y swing (“moverse”): “Go”, en el sentido de que, luego de horas o días o meses o años de monotonía, aburrimiento y depresión, uno tiene finalmente su oportunidad, ha acumulado suficiente energía para enfrentarse a ella con todo el talento necesario para arrojarse (“flip”) hacia arriba o hacia abajo; uno ya está listo para ir (“go”), listo para apostar. El movimiento siempre es preferido frente a la inacción. En él, el hombre tiene una oportunidad, su cuerpo se calienta, sus instintos se agilizan y cuando la crisis llega —en forma violenta o afectiva— puede hacerlo (“make it”), puede ganar, puede liberar un poco más de energía ya que se odia un poco menos, puede mejorar su sistema nervioso, puede intentarlo una vez más, más rápido esa próxima vez, con más ímpetu, y así hallar más gente con las que poder moverse (“swing”), en tanto que moverse es comunicarse, es congeniar el ritmo del propio ser al de un amante, un amigo, o una audiencia y de igual manera, ser capaz de sentir el ritmo de la respuesta.

Moverse al ritmo del otro es enriquecerse —el concepto de aprendizaje subterráneo del Hip consiste en que no se puede entender verdaderamente hasta llegar a que uno contenga el ritmo implícito de la materia o de la persona en cuestión. Pongamos por ejemplo, recuerdo que una vez escuché a un negro en una fiesta sostener una discusión intelectual de media hora con una chica blanca que sólo unos años atrás había acabado la universidad. El negro, literalmente, no sabía leer ni escribir pero tenía un oído extraordinario y un fino sentido del mimetismo. Así que mientras la chica hablaba, él detectaba las incertidumbres particulares de su discurso y en un agradable (y suavemente sureño) acento inglés, respondía a todas las facetas de sus dudas.

Cuando ella acabó el relato de lo que pensaba que era una idea muy bien articulada, él le sonrió tímidamente y le dijo, “hay otra dirección. ¿No crees?”, “Bueno. No” tartamudeó ella, “ahora que vuelves a ello, hay algo que me parece desagradable,” y arremetió nuevamente unos cinco minutos más. Por supuesto, el negro no estaba aprendiendo nada acerca de los méritos y deméritos de la discusión, pero aprendía bastante de un tipo de chica con el que nunca se había encontrado antes y que eso era lo que quería. Al ser incapaz de leer y escribir, apenas podía interesarse en ideas como interesarse en la misma humanidad, de modo que se abstenía de obedecer a cualquier tipo de precisión o de imprecisión en el lenguaje de la chica y en cambio, se disponía a sentir su carácter (y el valor de su tipo social) al moverse en el matiz de su voz.

Así que moverse (“swing”) es ser capaz de aprender, y aprender implica un paso hacia la acción, hacia la creación. Lo creado es infinitamente menos importante para la creencia del hipster que el hecho mismo de hacerlo, ser capaz de echar mano a lo que sea, incluso a una autodisciplina.

Lo que debe hacer luego es hallar su valor en el momento de la violencia, o conseguirlo igualmente en el acto del amor, encontrar un poco más de sí mismo, crear algo más entre él y su mujer, o de hecho, entre él y un amigo (dado que muchos hipsters son bisexuales), pero lo primordial, lo imperativo, es la necesidad de hacerlo ya que, en el hacer, uno forma un nuevo hábito, desentierra un nuevo talento que la vieja frustración antes negaba.

Tanto si eres un holgazán (la peor palabra para el Hip: “goof”) o si recaes en el ser de un niñito asustado, como si te arrojas y pierdes el control, revelas la más débil, oculta y femenina parte de tu naturaleza, por tanto es más difícil que vayas a moverte otra vez y tus oídos estarán menos vivos, tu hábito al derroche de energía a la larga se confirma y al final ya estás bastante lejos de estar en ello (“with it”).

Pero estar en ello es obtener la gracia, es acercarse a los secretos de esa inconsciente vida interior que ha de nutrirte si te prestas a oírla, la manera de estar más cerca de ese Dios que cada hipster cree localizado en los sentidos de su cuerpo, ese tramposo, despojado y en sentido alguno megalómano Dios que es ello, que es la energía, la vida, el sexo, la fuerza, el prana del Yoga, el órgano reichiano, la sangre lawrenceana, el bien hemingwayano, el vigor shaviano; “ello”; no el Dios de las iglesias sino el inalcanzable susurro del misterio que conlleva el sexo, el paraíso de energía ilimitada y la percepción que reside más allá de la nueva ola que trae el nuevo orgasmo.

A lo que cualquier gato replicaría, “Crazy, man!” ya que, después de todo, lo que puedo ofrecer es una hipótesis, nada más, y no hay hipster vivo que no haya sido absorbido por sus propias y tumultuosas hipótesis. La mía interesa, mi forma de salir (en la avenida del misterio que lleva a “ello”) aunque sólo sea un gato en un mundo de gatos gélidos y todo lo interesante sea loco (“crazy”) o al menos es lo que dirían todos los Square que no saben cómo moverse.

(Y aún loca es la ironía protectora del hipster. Al vivir con preguntas y no con respuestas, él es tan diferente en su aislamiento y en el objetivo lejano de su imaginación de casi todos con los que lidia en el mundo exterior de los Square, y a su vez, se encuentra generalmente con la animosidad, la competencia y el odio en el mundo del Hip, es decir que su aislamiento está siempre en peligro de volverse sobre sí mismo y dejarlo verdaderamente así, loco).

Sin embargo, si estás de acuerdo con mi hipótesis, si como cualquier otro gato buscas una salida (“a way out”), y estamos todos en el mismo surco (y podemos ver el universo como series de rayos que se extienden desde un centro) simplemente lo captas (“dig it”). Dado que ni el conocimiento ni la imaginación llegan fácilmente sino que se entierran en el dolor de una olvidada experiencia personal, uno debe intentar hallarlo, uno debe ocasionalmente extenuarse por captarlo en el interior del ser con el fin de percibir lo que hay fuera de él.

Y verdaderamente, hace falta captar lo más que se pueda, ya que si no lo captas pierdes tu superioridad por sobre los Square y estás menos próximo a ser cool (es decir, estar en control de la situación ya que te mueves allí donde no lo hacen los Square, o permitirte la entrada consciente al dolor, la culpa, la vergüenza o el deseo, entrada que los demás no tienen el valor de enfrentar). Ser cool significa estar dotado, y si estás dotado es más difícil que el gato que esté cercano a ti logre abatirte (“put down”).

Por supuesto, uno difícilmente pueda puede dejar que esto suceda, o bien uno es ya alguien abatido (“beat”), ya que ha perdido la confianza, ha perdido la voluntad y se encuentra impotente frente al mundo de la acción y próximo al degradante salto que lo haría convertirse en un extraño (“queer”), o verdaderamente próximo a la muerte; por tanto, volver a recobrar la energía para intentarlo una vez más se vuelve más difícil ya que una vez un gato se encuentra abatido no tiene nada que dar y nadie ya se interesa en tratar de hacerlo (“make it”) con él.

Éste es el terror del hipster —ser abatido (“to be beat”) — dado que una vez que el dulce del sexo lo ha desolado, él debe continuar y no abandonar la búsqueda. Huelga decir que no está garantizado que el hipster vaya a envejecer con gracia; ha sido capturado muy temprano por el viejo sueño del poder, la fuente dorada de Ponce de León, fuente de la juventud donde todo el oro reside en el orgasmo.

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Ser beat , por tanto, es haber sido capaz de arrojarse (“flip”) y consuma algo que va más allá de la experiencia personal, imposible de anticipar —de hecho, en el vocabulario corriente del Hip, existe otro significado para flip, mientras que yo aquí sólo lo he confinado a sólo unas cuantas connotaciones.

Como en todos los vocabularios primitivos, cada palabra es primordialmente un símbolo y sirve a docenas o cientos de funciones de comunicación; en la dialéctica instintiva por la que el hipster percibe su experiencia, se ejecutan continuamente diferenciaciones instantáneas de la existencia en las que uno está siempre en movimiento hacia algo más o retrayéndose hacia algo menos.

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Allen Ginsberg pasó sus últimos días meditando y escribiendo. Aquí dos poemas de su lecho de muerte

sábado, junio 6th, 2020

El 6 de abril de 1997, los periódicos anunciaban que el poeta estadounidense había muerto en su departamento. Diagnosticado con cáncer de hígado poco antes de su muerte, Ginsberg dejó el mundo rodeado de amigos y practicando la meditación budista. Además, creó una docena de poemas cortos; presentamos dos de esos textos traducidos.

Adaptación por Odeen Rocha

Ciudad de México, 6 de junio (BarbasPoéticas).- Sábado cinco de abril. Uno de esos días de finales de los noventa en que uno se preguntaba de qué manera lograría superar la preparatoria sin demasiados daños colaterales. Eso era lo que pasaba por la cabeza en 1997, a poco de iniciar la primavera, cuando no se tenía mucha idea de quiénes habían pasado las últimas décadas forjando el mundo en que vivimos.

A la mañana siguiente, el seis de abril de 1997, los periódicos anunciarían la noticia de que el poeta estadounidense Allen Ginsberg había muerto pacíficamente en su departamento del Lower East Side, de Nueva York.

Famoso desde 1956 cuando, en el legendario recital de la Six Gallery, entregó al mundo su poema Howl, que después se convertiría en un libro rodeado de protestas y polémica con el juicio por obscenidad que enfrentó su editor Lawrence Ferlinghetti, para después convertirse en el libro de poesía más vendido de la historia.

Ginsberg acuñó el término flower power, usado en las protestas juveniles de los sesenta, creó muchas estrategias para las manifestaciones pacíficas que se continúan usando hoy en día, también defendió los derechos de los homosexuales y participó en numerosas manifestaciones (be in) contra la guerra del Vietnam.

Sufría hepatitis crónica desde años atrás, que terminó convirtiéndose en cirrosis. Diagnosticado con cáncer terminal de hígado apenas ocho días antes de su muerte, se negó a dejar el mundo en un hospital. Pasó sus últimos días en casa hablando con los amigos, escribiendo poemas y practicando la meditación budista. Poco antes de su muerte, escribió una docena de poemas cortos. Uno de ellos titulado Death & Fame, que presentamos aquí traducido al español junto con otro poema incluido en su último libro, Father Death Blues.

BLUES DEL PADRE MUERTE

Oye, Padre Muerte, vuelo a casa
Oye, pobre hombre, estás solo por completo
Oye, viejo papi, sé adónde voy

Padre Muerte, no llores más
Mamá está ahí, bajo el suelo
Hermano Muerte, ocúpate de la tienda por favor

Vieja Tía Muerte, no escondas tus huesos
Viejo Tío Muerte, escucho tus quejidos
Oh, Hermana Muerte, qué dulces tus gemidos

Oh, Niños Muerte, anden a respirar sus suspiros
Pechos sollozantes aliviarán sus Muertes
Dolor se fue, lágrimas toman el resto

Genio Muerte tu arte ha terminado
Amante Muerte tu cuerpo se ha ido
Padre Muerte, me voy a casa

Gurú Muerte, tienes razón
Maestro Muerte, te agradezco
Por inspirarme a cantar este blues

Buda Muerte, desperté contigo
Dharma Muerte, tu mente es nueva
Sangha Muerte, ya lo resolveremos

Lo nacido es sufrimiento
La ignorancia me desamparó
Verdades lagrimeantes que no puedo despreciar

Padre Aliento una vez más, Adiós
El nacimiento que diste no enfermó
Mi corazón está quieto, como el tiempo dirá.

FATHER DEATH BLUES

Hey Father Death, I’m flying home
Hey poor man, you’re all alone
Hey old daddy, I know where I’m going

Father Death, Don’t cry any more
Mama’s there, underneath the floor
Brother Death, please mind the store

Old Aunty Death Don’t hide your bones
Old Uncle Death I hear your groans
O Sister Death how sweet your moans

O Children Deaths go breathe your breaths
Sobbing breasts’ll ease your Deaths
Pain is gone, tears take the rest

Genius Death your art is done
Lover Death your body’s gone
Father Death I’m coming home

Guru Death your words are true
Teacher Death I do thank you
For inspiring me to sing this Blues

Buddha Death, I wake with you
Dharma Death, your mind is new
Sangha Death, we’ll work it through

Suffering is what was born
Ignorance made me forlorn
Tearful truths I cannot scorn

Father Breath once more farewell
Birth you gave was nothing ill
My heart is still, as time will tell.

MUERTE Y FAMA

Cuando yo muera
No me importa lo que pase con mi cuerpo
lancen las cenizas al aire, dispersas en el
Río Este
o enterradas en una urna en Elizabeth, New
Jersey, cementerio B’nai Israel
Pero quiero un gran funeral
Catedral de San Patricio, iglesia de San
Marcos, la más grande sinagoga de Manhattan
Primero, está la familia, hermano, sobrinos,
activa madrastra Edith de 96 años de edad, Tía
Honey la del viejo Newark,
Doctor Joel, prima Mindy, hermano Gene, tuerta y desorejada cuñada Connie, cinco
sobrinos, hermanastros & hermanastras, sus
nietos,
compañero Peter Orlovsky, guardianes
Rosenthal & Hale, Bill Morgan…
Después, la mente fantasma del Maestro Trungpa
Vajracharya, Gelck Rinpoche, ahí Sakyong
Mipham, Dalai Lama alerta, posible visitante de Norteamérica
Salchitananda Swani Shivananda, Deborahava
Baba, Karmapa XVI, Dudjon Rinpoche, fantasmas de Katagari & Suzuki
Baker, Whalen, Daido Loorie, Qwong, frágil y
canoso Kapleau Roshis, Lama Tarchin…
Luego, los más importantes, amantes durante
medio siglo
Docenas, un centenar, más, compañeros mayores calvos & ricos
jóvenes conocidos recientemente desnudos en
la cama, multitudes sorprendidas de verse unas a otras, innumerables, íntimos, intercambiando recuerdos
“Él me enseñó a meditar, ahora soy un antiguo
veterano del retiro de los mil días…”
“Yo toqué música en los andenes del metro,
soy hetero pero le amé y me amó”
“A los 19 sentí más amor de su parte que nunca por alguien más”
“Nos tumbamos bajo mantas a chismear, leyó
mis poemas, abrazos & besos barriga con barriga, abrazándonos uno al otro”
“Yo siempre me meto en su cama con ropa
Interior puesta & por la mañana los calzoncillos en el suelo”
“Japonés, siempre quise envolver mi trasero con un maestro”
“Hablamos toda la noche de Kerouac &
Cassidy sentados como Budas, luego dormimos en su cama de capitán”
“Parecía necesitar mucho cariño, una pena
no hacerle feliz”
“Nunca antes estuve desnudo en la cama con
nadie, fue tan cariñoso, mi estómago
estremecido cuando deslizó el dedo por
mi abdomen de pezones a caderas…”
“Lo único que hice fue acostarme con los
ojos cerrados, me hizo venir con la
boca & los dedos deslizándose por la cintura”
“Me la chupó grandiosamente”

Así son los chismes de amantes de 1946,
el espíritu de Neal Cassidy mezclándose
con carne y sangre de la juventud de 1997
y sorpresa: “¿También tú? ¡Si yo creía que eras hetero!”
“Lo soy, pero Ginsberg fue una excepción,
por algún motivo me complació”
“Olvidé si yo era hetero, gay, marica o divertido,
Fui yo mismo tierno y cariñoso para que me
besen la coronilla,
la frente, garganta, corazón & plexo solar,
en pleno vientre, en la verga, me hizo cosquillas en el culo con su lengua”
“Me encantaba el modo en que recitaba:
‘Pero a mi espalda siempre oigo el carruaje alado
del tiempo que se apresura acercándose’, manos
juntas, ojo a ojo, en la almohada…”
Entre amantes, hermosa juventud
ofrece el trasero
“Yo asistí a sus clases de poesía, era un chico de
17 años, hice algunos encargos hasta su piso
sin ascensor,
me sedujo y no quería, hizo que me viniera,
fui a casa, nunca lo volví a ver, nunca quise…”
“No se podía levantar, pero me amó”,
“Un viejo limpio”,
“Se aseguró de que yo me viniera primero”
Ésta la multitud más orgullosamente sorprendida
en el lugar de honor de la ceremonia…
Luego poetas & músicos —bandas grunge de
Universitarios—
envejecidas estrellas del rock, Beatles,
fieles guitarras acompañando directores gay de música clásica,
desconocidos compositores de jazz muy volados,
trompetistas funky, bajos con arco & genios negros con cornos franceses,
cantantes de folk, violines, con resonador, pandereta, armónica, mandolina,
arpa de boca, silbatos y kazoos
Después artistas italianos realistas románticos
educados en la India de los 60, pintores-poetas toscanos fauvistas tardíos,
dibujantes
clásicos de Massachusetts, mequetrefes surrealistas
casados con mujeres continentales, pobreza,
cuadernos de dibujo, maestros del yeso y acuarelas
de las provincias norteamericanas.
Luego profesores de preparatoria, solitarios
bibliotecarios irlandeses, delicados bibliófilos,
tropas de liberación sexual, mejor dicho, ejércitos,
damas de uno y otro sexo.
“Le vi docenas de veces y nunca recordaba mi
nombre, de todos modos lo amaba, un auténtico artista”
“Un ataque de nervios después de la menopausia,
el humor de su poesía me salvó del suicidio”
“Charmant, un genio de modales modestos,
lavaba los platos, estuvo invitado una semana
en mi estudio de Budapest”
Miles de lectores, “Aullido me cambió la vida
en Libertyville, Illinois”
“Lo vi leer en Montclair State Reacher College
y decidí ser poeta…”
“Me enganchó, empecé con garaje rock
Cantando mis canciones en Kansas City”
“Kaddish me hizo llorar por mí mismo y por
mi padre que vivía en Nevada City”
“Padre Muerte me consoló cuando mi
hermana murió en Boston, en 1982”
“Leí lo que dijo en una revista, me voló
la cabeza, comprendí que por ahí había otros como yo”
Bardos sordos & tontos firmando ágiles con brillantes gestos de mano
Luego periodistas, secretarias de editores,
agentes, retratistas y fotógrafos aficionados,
críticos de rock, trabajadores culturales
historiadores de la cultura vienen a atestiguar el
histórico funeral
Super-fans, poetastros, beatniks de
edad madura & seguidores fieles de los Grateful Dead,
cazadores de autógrafos, distinguidos paparazzi,
mirones inteligentes
Todos saben que fueron parte de la “Historia”
exceptuados los muertos que nunca supieron
lo que pasaba exactamente
ni siquiera cuando yo estaba vivo.

DEATH & FAME

When I die
I don’t care what happens to my body
throw ashes in the air, scatter ‘em in East River
bury an urn in Elizabeth New Jersey, B’nai Israel Cemetery
But l want a big funeral
St. Patrick’s Cathedral, St. Mark’s Church, the largest synagogue in
Manhattan
First, there’s family, brother, nephews, spry aged Edith stepmother
96, Aunt Honey from old Newark,
Doctor Joel, cousin Mindy, brother Gene one eyed one ear’d, sister-
in-law blonde Connie, five nephews, stepbrothers & sisters
their grandchildren,
companion Peter Orlovsky, caretakers Rosenthal & Hale, Bill Morgan–
Next, teacher Trungpa Vajracharya’s ghost mind, Gelek Rinpoche,
there Sakyong Mipham, Dalai Lama alert, chance visiting
America, Satchitananda Swami
Shivananda, Dehorahava Baba, Karmapa XVI, Dudjom Rinpoche,
Katagiri & Suzuki Roshi’s phantoms
Baker, Whalen, Daido Loorie, Qwong, Frail White-haired Kapleau
Roshis, Lama Tarchen —
Then, most important, lovers over half-century
Dozens, a hundred, more, older fellows bald & rich
young boys met naked recently in bed, crowds surprised to see each
other, innumerable, intimate, exchanging memories
“He taught me to meditate, now I’m an old veteran of the thousand
day retreat –”
“I played music on subway platforms, I’m straight but loved him he
loved me”
“I felt more love from him at 19 than ever from anyone”
“We’d lie under covers gossip, read my poetry, hug & kiss belly to belly
arms round each other”
“I’d always get into his bed with underwear on & by morning my
skivvies would be on the floor”
“Japanese, always wanted take it up my bum with a master”
“We’d talk all night about Kerouac & Cassady sit Buddhalike then
sleep in his captain’s bed.”
“He seemed to need so much affection, a shame not to make him happy”
“I was lonely never in bed nude with anyone before, he was so gentle my
stomach
shuddered when he traced his finger along my abdomen nipple to hips– ”
“All I did was lay back eyes closed, he’d bring me to come with mouth
& fingers along my waist”
“He gave great head”
So there be gossip from loves of 1948, ghost of Neal Cassady commin-
gling with flesh and youthful blood of 1997
and surprise — “You too? But I thought you were straight!”
“I am but Ginsberg an exception, for some reason he pleased me.”
“I forgot whether I was straight gay queer or funny, was myself, tender
and affectionate to be kissed on the top of my head,
my forehead throat heart & solar plexus, mid-belly. on my prick,
tickled with his tongue my behind”
“I loved the way he’d recite ‘But at my back allways hear/ time’s winged
chariot hurrying near,’ heads together, eye to eye, on a
pillow –”
Among lovers one handsome youth straggling the rear
“I studied his poetry class, 17 year-old kid, ran some errands to his
walk-up flat,
seduced me didn’t want to, made me come, went home, never saw him
again never wanted to… ”
“He couldn’t get it up but loved me,” “A clean old man.” “He made
sure I came first”
This the crowd most surprised proud at ceremonial place of honor–
Then poets & musicians — college boys’ grunge bands — age-old rock
star Beatles, faithful guitar accompanists, gay classical con-
ductors, unknown high Jazz music composers, funky trum-
peters, bowed bass & french horn black geniuses, folksinger
fiddlers with dobro tamborine harmonica mandolin auto-
harp pennywhistles & kazoos
Next, artist Italian romantic realists schooled in mystic 60’s India,
Late fauve Tuscan painter-poets, Classic draftsman Massa-
chusets surreal jackanapes with continental wives, poverty
sketchbook gesso oil watercolor masters from American
provinces
Then highschool teachers, lonely Irish librarians, delicate biblio-
philes, sex liberation troops nay armies, ladies of either sex
“I met him dozens of times he never remembered my name I loved
him anyway, true artist”
“Nervous breakdown after menopause, his poetry humor saved me
from suicide hospitals”
“Charmant, genius with modest manners, washed sink, dishes my
studio guest a week in Budapest”
Thousands of readers, “Howl changed my life in Libertyville Illinois”
“I saw him read Montclair State Teachers College decided be a poet– ”
“He turned me on, I started with garage rock sang my songs in Kansas
City”
“Kaddish made me weep for myself & father alive in Nevada City”
“Father Death comforted me when my sister died Boston l982”
“I read what he said in a newsmagazine, blew my mind, realized
others like me out there”
Deaf & Dumb bards with hand signing quick brilliant gestures
Then Journalists, editors’s secretaries, agents, portraitists & photo-
graphy aficionados, rock critics, cultured laborors, cultural
historians come to witness the historic funeral
Super-fans, poetasters, aging Beatnicks & Deadheads, autograph-
hunters, distinguished paparazzi, intelligent gawkers
Everyone knew they were part of ‘History” except the deceased
who never knew exactly what was happening even when I was alive

February 22, 1997


Extraído de Allen GINSBERG, Collected Poems 1947-1980.

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Michael McClure, famoso poeta de la Generación Beat, muere a los 87 años en Oakland, California

miércoles, mayo 6th, 2020

Aunque su primera lectura en 1955 fue eclipsada por la introducción de Howl de Allen Ginsberg, McClure sobrevivió a todos los Beats en una carrera que abarcó más de 60 años, en los que publicó más de 30 libros de poesía, obras de teatro y antologías hasta 2017.

Recorrió Estados Unidos, México y Japón con Ray Manzarek de The Doors. También fue profesor de poesía en el California College of the Arts durante 43 años.

San Francisco, 6 de mayo (AP).- Michael McClure, famoso poeta de la Generación Beat de San Francisco cuya carrera literaria eclipsó las de muchos otros en la cultura popular, falleció. Tenía 87 años.

McClure murió el martes en Oakland, California, tras haber sufrido un derrame cerebral el año pasado, reportó el San Francisco Chronicle.

A sus 22 años, ayudó a organizar la lectura de poesía beat en la Six Gallery el 7 de octubre de 1955, y más tarde leyó en el Human Be-In, en el Golden Gate Park, que dio inicio al Verano del Amor en 1967 y al concierto de The Band “Last Waltz” en Winterland en 1976.

“Sin el clamor de McClure, no hubieran existido los 60”, dijo alguna vez el actor Dennis Hopper.

En Scratching the Surface of the Beats, su recuento de 1982 sobre la lectura en la Six Gallery, McClure presentó las condiciones que llevaron a la revolución de mediados de la década de 1950:

“El mundo al que salimos temblorosamente esa década era amargo y gris”, escribió. “Vimos que el arte de la poesía estaba esencialmente muerto — matado por la guerra, por academias, por negligencia, por falta de amor, y por desinterés. Sabíamos que podíamos traerlo de vuelta a la vida”.

Su primera lectura en 1955 fue eclipsada por la introducción de “Howl” de Allen Ginsberg. Pero McClure sobrevivió a todos los Beats en una carrera que abarcó más de 60 años, en los que publicó más de 30 libros de poesía, obras de teatro y antologías hasta 2017. Recorrió Estados Unidos, México y Japón con Ray Manzarek de The Doors. También fue profesor de poesía en el California College of the Arts durante 43 años.

“Michael era increíblemente amable, erudito, y totalmente dedicado al llamado de la poesía”, dijo Elaine Katzenberger, editora de City Lights, que publicó obras de McClure que datan de 1963. “Era un bromista ocasional, definitivamente un provocador, y aun así bastante solícito y paciente, un sabio hermoso por dentro y por fuera”.

“Nunca morir sino ser infinito”: Poemas de Gregory Corso, quien comenzó a escribir en la cárcel

sábado, abril 18th, 2020

Hijo de migrantes italianos, Corso pasó la mayoría de su infancia en orfanatos, pues su madre lo abandonó al nacer y su padre huyó en repetidas ocasiones. A los 17, fue condenado a tres años de prisión, donde descubrió la poesía y se convirtió en uno de los mentores de la Generación Beat.

Además de su célebre poesía, Corso escribió la novela The American Express (1961), así como piezas de teatro y textos sobre arte contemporáneo. Barbas Poéticas presenta una selección de poemas extraídos del libro Gasolina, teñidos del caos y la desolación.

Ciudad de México, 18 de abril (BarbasPoéticas).- Hijo de migrantes italianos, Gregory Corso nació el 26 de marzo de 1930 en Nueva York. Corso pasó la mayoría de su infancia en orfanatos, pues su madre lo abandonó al nacer y su padre huyó en repetidas ocasiones. Luego fue enviado a una casa de acogida para jóvenes, de la cual escapó.

A los 17 años de edad fue condenado a tres años de prisión por verse envuelto en el robo de una radio. Durante ese tiempo fue un ávido lector en la biblioteca de la cárcel y comenzó a escribir. Desde entonces se dedicó a la poesía y se convirtió en uno de los mentores de la Generación Beat.

Los poemas “The vestal lady on brattle” (1955), “Gasoline” (1958) y “The happy birthday of death” (1960) le dieron popularidad. Entre sus poemas más célebres figura el soneto satírico “Bomba”, escrito en forma de nube atómica. Además es autor de la novela The American Express (1961); así como piezas de teatro y textos sobre el arte contemporáneo.

En esta ocasión, Barbas Poéticas, presenta una selección de poemas de Gregory Corso, extraídos del libro Gasolina, “cuyo contenido iba desde las rimas descriptivas hasta un lenguaje oscuro y provocador. Poética del caos y la desolación, a mitad de camino entre la ironía sangrienta y la crítica social sin blanco muy preciso”, de acuerdo con el diario El País.

EL LAMENTO DE ZIZI

Estoy enamorado del mal de la risa
Me haría mucho bien si me diera
He vestido los espléndidos vestidos del Sudán
he cargado las magníficas halivas de los Hnos. Boudonin
he besado a las Fátimas cantadoras del padrote de Adén,
he escrito salmos gloriosos en el café de Hakhaliba,
pero nunca tuve el mal de la risa
entonces ¿de qué sirvo?
El gordo mercader me ofrece opio, kief, hachís,
incluso jugo de camello…
todo es insatisfactorio…
¡Oh maldita noche amarga! ¡Tú otra vez! ¿Aún debo
arrancarme los dientes irreales
desvestir mi ser incapaz de reír
poner a dormir esta cabeza melancólica?
No soy nada sin el mal de la risa.
Mi padre la tuvo, mi abuelo la tuvo;
seguramente mi Tío Fez la tendrá pero yo, yo
a quien le haría el mayor bien,
¿alguna vez la tendré?

HOLA…

Es desastroso ser un ciervo herido.
Soy el más herido, los lobos merodean,
y también tengo mis fallas.
¡Mi carne está atrapada en el Gancho Inevitable!
De niño vi muchas cosas que no quería ver.
¿Soy la persona que no quería ser?
¿Esa persona que habla consigo misma?
¿Esa persona de la que los vecinos se burlan?
¿Soy quien, sobre escalones del museo, duerme de costado?
¿Visto las ropas de alguien que falló?
¿Soy el tipo loco?
En la gran serenata de las cosas,
¿soy e pasaje más omitido?

TRES

1
El cantante callejero está enfermo
agachado junto al portal, se agarra el corazón.
Una canción menos en la noche ruidosa.

2
Del otro lado de la pared
el jardinero viejo planta sus tijeras de podar
Un nuevo joven
ha venido a cortar el seto

3
La Muerte llora porque la Muerte es humana
se pasa todo el día en una película cuando llora un niño.

TENGO 25

Con un amor una locura por Shelley
Chatterton Rimbaud
el ladrido-necesario de mi juventud
se ha ido de oreja a oreja:
¡ODIO A LOS POETAS VIEJOS!
Especialmente a los poetas viejos que se retraen
que consultan a otros poetas viejos
que hablan de su juventud en susurros,
dicen: -yo hice eso entonces
pero eso fue entonces
eso fue entonces
Oh yo calmaría a los viejos
les diría: -Soy tu amigo
lo que una vez fuiste, a través de mí
lo volverás a ser…
Luego de noche en la confianza de sus hogares
Arrancaría sus lenguas-apología
y robaría sus poemas.

EXTRAÑO A MIS QUERIDOS GATOS

Mis manos coloradas de agua están sin gatos ahora
aquí sentado solo en la oscuridad
mi cabeza conforma de ventana se inclina con tristes cortinas
Estoy sin gatos casi cerca de la muerte
Detrás de mí cuelga en la pared mi último gato
Muerto por mi mano hinchada de alcohol
Y en todas las otras paredes del ático al sótano
cuelga mi triste vida de gatos.

ANOCHE MANEJÉ UN AUTO

Anoche manejé un auto
sin saber manejar
sin tener un auto
Manejé y noqueé
a gente que amaba
…iba a 120 por el pueblo.
Me detuve en Hedgeville
y dormí en el asiento trasero

…emocionado por mi nueva vida.

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Poemas de Bob Kaufman, conocido como el “Rimbaud americano” y gran exponente del bebop en las letras

sábado, abril 4th, 2020

Kaufman quería ser olvidado y se negaba a escribir su trabajo. De no ser por su esposa y amigos (otros beats, como Kerouac, Corso y Ginsberg), quienes procuraban capturar al vuelo los recitales o grabarlo en cintas, no habría testimonio de su poesía.

Bob pasaba sus días en las calles, vagando y bebiendo. También estuvo largo tiempo en la cárcel por “alterar el orden público y escandalizar”, dada su costumbre de comenzar a recitar a gritos en cualquier esquina, bar o local que se le atravesara.

Intro y adaptación por Odeen Rocha

Ciudad de México, 4 de abril (BarbasPoéticas).- Bob tuvo el mejor deseo que un poeta beat pudo haber tenido: quería ser olvidado. Y por eso se negaba a escribir su trabajo poético. Pasaba mucho tiempo en las calles, vagabundeando y bebiendo. Improvisando como un músico de jazz en una sesión de Jam.

Fue quizá el mejor exponente del bebopen las letras de mediados del siglo XX. Pasó mucho tiempo en la cárcel por “alterar el orden público y escandalizar” —y por supuesto, por ser negro—, dada su costumbre de comenzar a recitar a los gritos en cualquier esquina, bar o local que se le atravesara.

Parte del Renacimiento poético de San Francisco, Bob tiene unos cuantos libros publicados: Solitudes Crowded with Loneliness (1965), Golden Sardine (1967), Ancient Rain: Poems 1956-1978 (1981) y Cranial Guitar: Selected Poems by Bob Kaufman (1996).

De no ser por su esposa y amigos —los demás beats, como Kerouac, Corso, Ginsberg y Ferlinghetti —, quienes procuraban capturar al vuelo los recitales o grabarlo en cintas magnetofónicas, no habría testimonio de su poesía bebop. Hasta ahora, en México hay textos suyos en dos traducciones: Trozos de mí, de Editorial Laberinto y “Una tribu de salvajes improvisando a las puertas del infierno: Antología Beat, editado por la UANL.

MISIONES PROFANAS

Quiero que me entierren en un cráter anónimo en la luna.
Quiero construir minigolfs en todas las estrellas.
Quiero probar que la Atlántida fue un sitio de veraneo para el hombre de las cavernas.
Quiero probar que la ciudad de Los Angeles es una broma que nos gastaron los seres superiores de un planeta simpático.
Quiero denunciar al Cielo, un sanatorio exclusivo, repleto de ricos psicópatas que creen poder volar.
Quiero demostrar que la Biblia se publicó en una revista romana para niños.
Quiero probar que el sol nació cuando Dios se quedó dormido con un cigarro encendido, exhausto tras una dura noche como juez.
Quiero probar de una vez por todas que no estoy loco.

EN

En prisioneras esquinas de deseos embriónicos, ahogadas en una gota de heroína.
En prisioneras esquinas de vuelos estacionarios para sonar los bolsillos llenos en el espacio.
En neuro-esquinas de cerebros desnudos y desesperados electro-cirujanos.
En alcoholizadas esquinas de discusiones inútiles y cronísticas crudas.
En televisivas esquinas de literarios cornflakes y rockwells América impotente
En universitarias esquinas de intelecto a la medida y abrecartas griegos.
En militares esquinas de muertes megatónicas y anestesia universal.
En religiosas esquinas de quintillas teológicas y
En radio esquinas de grabaciones eternas y eventos estáticos.
En publicitarias esquinas de helados con filtro e instantáneos instantes.
En adolescentes esquinas de seducción de libros de comics y guitarras corrompidas.
En políticas esquinas de candidatos buscados y mentiras rituales.
En cinematográficas esquinas de lassie y otros símbolos.
En intelectuales esquinas de terapia conversacional y miedo analizado.
En periodísticas esquinas de encabezados sexys e historietas escolares.
En divididas por el amor, esquinas de -muera ahora pague después- funerarias.
En filosóficas esquinas de criminales semánticos y traficantes de ideas.
En clasemedieras esquinas de pubertad de escuela privada y revueltas anatómicas.
En ultra-realistas esquinas de amor en montañas rusas abandonadas.
En esquinas de poetas solitarios, de hojas que yacen por lo bajo y de ojos de profetas enmohecidos.

POEMAS DE LA CÁRCEL

1
Estoy sentado en una celda con vista hacia malignas paralelas
esperando que el trueno me astille en mil pedazos.
No es suficiente estar enjaulado con uno mismo;
quiero sentarme frente a cada prisionero en cada agujero.
Las puertas se deslizan y golpean. Cada portazo una conclusión, ¡bang!
El yonqui desapareció en un ruido rojo; se drogaba para sacarse un infierno.
El fragante borracho se enorgullece porque no fuma,
huellas de dedos sobre negras lápidas de tinta,
ruidos de angustia filtrándose a través de paredes de acero, rompiéndose,
alcanzan mi dolor. Me hago parte de alguien más para siempre.
El acento salvaje de los criminales me resulta más dulce que el zumbido de los policías,
ocupados en clausurar las escotillas de estas almas; carga
destinada a puentes de acusaciones, muelles de culpas.
¿Qué comen los policías, viejo Sócrates, aún prisionero?

2
Pintor, píntame una cárcel enloquecida, dementes celdas de acuarela.
Poeta, ¿qué edad tiene el sufrimiento? Escríbelo en plomo amarillo.
Dios, hazme un cielo sobre mi techo de vidrio. Necesito estrellas
para guiarme en esta atmósfera de gritos e infiernos particulares,
entradas y salidas, adentro… afuera… arriba… abajo. El balancín municipal.
Yo—aquí—ahora—óiganme—aquí—ahora—siempre aquí de alguna manera.

3
En un universo de celdas, ¿quién no está preso? Los carceleros.
En un mundo de hospitales, ¿quién no está enfermo? Los médicos.
Una sardina dorada está nadando en mi cabeza.
Ah, sabemos algunas cosas, hermano, sobre algunas cosas
como el jazz y las cárceles y Dios.
El sábado es un buen día para ir a la cárcel.

4
Ahora nos dan un nuevo formulario, tembloroso como gelatina,
que demuestra que cualquier muchacho puede ser presidente de Muscatel.
Le odian porque es uno de Ellos.
Desnudez no planeada, salpicada de gris; dedos
pestilentes aferrados a la poceta. El Sr. América se quiere bañar.
¡Mira! En el piso, acostado sobre el rostro de América,
una estrella de cine que ha actuado en un millón de noticieros.
¿Qué estoy haciendo?, ¿sentir compasión?
Cuando salga colaborará con mi asesinato.
Probablemente odia estar vivo.

5
Tuercas y tornillos resonando en su estómago, revueltos.
La sociedad se ha hecho pedazos en su barriga, hinchada.
Mira el gran molino americano, inclinándose hacia dentro,
bueno y sólido, como los que embriagaron América.
El éxito escrito en todo su culo rayado por las calles.
Exitoso éxito, cuarenta jonrones en un solo inning.
Deja de sufrir, Jack, no nos puedes engañar. Lo sabemos.
Este es el mejor país del mundo, ¿no lo es?
No lo logró. Borracho en la Celda 3.

6
Han pasado demasiados años en este breve lapso.
Mi alma reclama una caverna propia, como el dios del Jainismo;
mas debo lograr que continúe, ruda como el jazz, relumbrando
en esta oscura selva de plástico, tierra de largas noches, heladas.
Mi ombligo es un botón que aprieto cuando quiero salir de mí.
¿Soy algo más que una masa de entrañas y toscos tejidos?
¿Debo romperme los huesos? ¿Beber mi sangre, diluida en vino?
¿Debería arrancar viejas tristezas de mi pecho?
No otra vez,
esas antiguas bolas de fuego, engullidas con ardor, déjenlas.
Déjenme escupir vapores de introspección, pedazos de mí,
así, cuando me vaya seguiré estando en el aire.

7
Alguien que soy no es nadie.
Algo que he hecho no es nada.
Algún lugar que he visitado no está en ninguna parte.
No soy yo.
¿A qué respuestas
debo buscar preguntas?
Debo encontrar ciudades
para estas calles ajenas.
Gracias a Dios por los beatniks.

8
Toda la noche el hedor de personas que se pudren,
el vaho que surge de piras de hombres vivos,
satura mi nariz de repugnancia gaseosa,
ahogando en lágrimas mis expuestos ojos.

9
Vendedor ambulante de Dios, reventándome el tímpano
con la parte más aburrida de un libro bueno y sensual,
impaciente por el lunes y las calculadoras.

10
Perros de ojos amarillos silbando en la noche.

11
El bebé vino hoy a la cárcel.

12
Un día más al infierno, lleno de glándulas flotantes.

13
La cárcel, un cubo de metal enorme y hueco
colgado de la luna por una cadena de plata.
Johnny Appleseed la cortará un día.

14
Tres largos hilos de luz
trenzados en un rayo.

15
Soy aprensivo en cuanto a mi futuro;
mi pasado me ha dado la espalda.

16
Veo sombras formándose en la pared,
imágenes del deseo que se protegen de mis ojos.

17
Después de pasar toda la noche construyendo un sueño,
vino la mañana y me cegó con su luz.
Ahora busco, entre montañas de cáscaras de huevos,
el maldito sueño que nunca quise.

18
Sentado aquí escribiendo cosas en el papel,
en lugar de clavar mi lápiz en el aire.

19
La Batalla de los Fracasos Monumentales, crispada;
ambos bandos anhelan una limpia derrota.

20
Ahora veo la noche, abrumando silenciosamente el día.

21
Atrapado en las imaginarias redes de la conciencia,
lloro por mis actos, mas continúo creyendo.

22
Deberían construir las ciudades en un solo lado de la calle.

23
Las personas que no arrojan sombra
nunca mueren de pecas.

24
El fin siempre llega de último.

25
Nos sentamos en una mesa
devorándonos palabra por palabra
hasta que no quedó nada, esqueletos repulsivos.

26
Estoy sentado escribiendo, sin atreverme a parar,
por miedo a ver lo que está fuera de mi cabeza.

27
Listo, Jesús, ¿ves que no dolió ni un poco?

28
Temo seguir a mi propia carne hasta esas angostas
anchas rígidas blandas camas mujeriles, pero lo hago.

29
Eslabón por eslabón, forjamos la cadena.
Luego, al descubrirla alrededor de nuestros cuellos,
nos espantamos.

30
Nunca he visto una hogaza poética silvestre de pan,
pero si la viera, me la comería con corteza y todo.

31
¿Desde qué lejanos años vienen los bebés?

32
Universalidad, dualidad, totalidad… uno.

33
El anormal que balbuce en el suelo
alguna vez fue un hombre que gritaba sobre las mesas.

34
Ven, ayúdame a aplanar una gota de lluvia.

Escrito en la Cárcel de la ciudad de San Francisco
Celda 3, 1959.

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POEMA | “Mujer que habla deprisa”, la emancipación de la escritora y activista Anne Waldman

sábado, marzo 7th, 2020

En “Fast Speaking Woman”, poema que ha acompañado diversos movimientos feministas, la autora crea un patrón rítmico que lleva al clímax emocional conforme avanza la lectura, para animar a las mujeres a no actuar como sometidas. Es la “mágica eficacia del lenguaje como acto político”.

El poema está incluido en un libro del mismo nombre, publicado en 1975. Waldman, autora de más de 40 títulos y notable exponente de la Spoken Word por décadas, llena las páginas de lamentos, cantos, éxtasis e invocaciones místicas.

Traducción por Odeen Rocha

Ciudad de México, 7 de marzo (BarbasPoéticas).- Anne Waldman (New Jersey, 1945) es autora de más de 40 títulos desde los años setenta. Cercana a la Generación Beat y miembro de la segunda generación de The New York School. En sus palabras, Waldman es “llevada por la mágica eficacia del lenguaje como acto político”.

La también fundadora del sello discográfico Fast Speaking Music, inauguró en 1974 junto con Allen Ginsberg, la Jack Kerouac School of Disembodied Poetics en el Naropa Institute de Boulder, Colorado. Ha trabajado a lado de poetas como Ted Berrigan, Diane di Prima, y Kenneth Koch.

En 1975 publicó en City Lights, editorial beat dirigida por Lawrence Ferlinghetti, “Fast Speaking Woman”. Un libro lleno de lamentos, cantos e invocaciones místicas. Creencias venidas desde lo más antiguo donde la magia y el éxtasis se unen para deslumbrar con el poder de la llamada Spoken Word, de la que Waldman ha sido una notable exponente durante décadas.

Nos dice ella misma en la presentación de “Fast Speaking Woman”:

“FSW está dedicado a María Sabina, shamán mazateca en México, quien guió a muchos a través de profundos viajes ayudados por hongos mágicos, este es un re-trabajo y coincidencia con todos aquellos espíritus errantes a nuestro alrededor. Leyéndolo en voz alta, como se pretende que puedo ser más lúdica, improvisando palabras nuevas y sonidos que ayudan a expandir el territorio donde me encuentro. Este poema inicia como una meditación durante un viaje a Sudamérica, luego de vuelta en New York, y después en la India. Seguí creciendo. Sabina murió a mediados de los 80”.

Así pues, FSW es un poema que ha estado presente como apoyo para algunos movimientos por la emancipación femenina. A través del uso de la anáfora, Waldman crea un clímax emocional conforme avanza la lectura —como lo podemos encontrar en el famoso discurso “Yo tengo un sueño”, de Martin Luther King y por supuesto las repeticiones contenidas en poemas como “Aullido”, de Allen Ginsberg, entre otros beats— y anima a las mujeres a actuar como ganadoras y no como sometidas.

Soy una mujer torbellino salvaje
Soy una mujer torbellino de espuma
Soy una mujer de juego y luz
Soy una mujer de altas mareas en la piscina
Soy una mujer que habla de prisa
[…]
Mujer que nunca vende sus secretos, dice
Mujer que invierte los polos, dice
Mujer que nunca dejó América para saber esto
Pero lo hizo, dice, se fue.
Mujer peina serpientes fuera de su cabello
Mujer peina demonios fuera de su cabello
Mujer que yace con la cobra
Y luego medita bajo su manto

El uso de la anáfora crea un patrón rítmico en el poema y refuerza la sensación de que aquellas que profesan estas palabras, son perfectamente capaces de llevarlas a cabo. Es así que Anne Waldman, a través de su trabajo poético, eleva un mensaje muy claro: que las mujeres pueden ganar a pesar del supuesto dominio masculino.

[youtube 6DSThugrJ-M]

MUJER QUE HABLA DEPRISA

Homenaje a María Sabina
“Yo es otro”
– Rimbaud

Porque no me han escupido
Porque no tengo desperdicio
Porque no tengo polvo
Porque yo no tengo ese que está en el aire
Porque soy aire
Deja que use mis poderes mágicos contigo

Soy una mujer tiradora
Soy una mujer discurso
Soy una mujer atmósfera
Soy una mujer hermética
Soy una mujer de carne
Soy una mujer flexible
Soy una mujer de tacones altos
Soy una mujer de gran estilo
Soy una mujer automóvil
Soy una mujer en movimiento
Soy una mujer elástica
Soy una mujer collar
Soy una mujer pañuelo de seda
Soy una mujer que sabe-nada
Soy una mujer sabelotodo
Soy una mujer día
Soy una mujer muñeca
Soy una mujer Sol
Soy una mujer de la tarde-noche
Soy una mujer reloj
Soy una mujer viento
Soy una mujer blanca
SOY UNA MUJER DE LUZ PLATEADA
SOY UNA MUJER LUZ AMBAR
SOY UNA MUJER LUZ ESMERALDA

Soy la mujer oreja marina
Soy la mujer abandonada
Soy la mujer avergonzada, la mujer galimatías
La mujer aborigen, la mujer fuga
La mujer Nubia
La mujer antediluviana
La mujer ausente
La mujer transparente
La mujer ajenjo
La mujer absorbida, la mujer bajo tiranía
La mujer contemporánea
La mujer burlona
La artista soñando en su casa

Soy la mujer dispositivo
Soy la mujer druida
Soy la mujer igbo
Soy la mujer Yoruba
Soy la mujer vibrato
Soy la mujer ondulación
Soy la mujer de agallas
Soy la mujer con heridas
Soy la  mujer con espinillas
Soy la mujer magullada
Soy la mujer erosionando
Soy la mujer suspendida
Soy la mujer seductora
Soy la mujer arquitecto
Soy la mujer trucha
Soy la mujer tungsteno
Soy la mujer con las llaves
Soy la mujer con el pegamento

Soy la mujer que habla deprisa.

Agua que limpia
Flores que limpian
Agua que limpia mientras camino

Soy la mujer del crepúsculo
Soy la mujer trompeta
Soy la mujer rafia
Soy una mujer volátil
Soy la mujer que codea
Soy la mujer vagabunda
Soy la mujer desafiante
Soy la mujer demente
Soy la mujer mundana
Soy la mujer desarraigada, la mujer destruida
La mujer detonadora, la mujer demonio

Soy la dama de las acacias
Soy la dama con las alfombras

Soy la mujer realizada
Soy la mujer que conduce
Soy la mujer alabastro
Soy la mujer escandalosa
Soy la mujer embrión

Soy la chica bajo una anticuada coacción
Soy una mujer pensamiento
Soy una mujer creadora
Soy una mujer que espera
Soy una mujer preparada
Soy una mujer atmósfera
Soy la mujer de la estrella de la mañana
Soy la mujer paraíso

Así es como se ve cuando
Vas al paraíso
Te dicen que es algo dulce aquí
Te dicen que es como el rocío

Soy una mujer exuberante

Soy una mujer solitaria
Soy una mujer zafiro
Soy una mujer que se queda en casa
Soy una mujer de moscas en mantequilla
Soy una mujer viajera
Soy una mujer que va de aventón
Soy una mujer más allá del camino
Soy una mujer-Sol
Soy la mujer-coyote
No quiero regresar
Regresaré

Soy una mujer justa
No es tristeza
No, no es mentira

Soy la mujer de la Cruz del Sur
Soy una mujer de la Luna
Soy una mujer-día
Soy una mujer-muñeca
Soy la mujer rocío
Soy la mujer estrella solitaria
Soy la mujer cabos sueltos
Soy la mujer pálida costa
Soy la mujer pilar

Soy una mujer-roca
Soy una mujer-caballo
Soy una mujer-mono
Soy una mujer-ardilla
Soy una mujer-montaña
Soy una mujer montaña azul
Soy una mujer pantano
Soy una mujer jungla
Soy una mujer tundra
Soy la dama en el lago
Soy la dama en la arena

Agua que limpia
Flores que limpian
Agua que limpia a mi paso

Soy una mujer pájaro
Soy una mujer libro
Soy una mujer payaso diabólico
Soy una mujer payaso sagrado
Soy una mujer torbellino salvaje
Soy una mujer torbellino de espuma
Soy una mujer de juego y luz
Soy una mujer de altas mareas en la piscina
Soy una mujer que habla de prisa

[…]

II

Mujer jamás bajo tu pulgar. Dice
Calavera que un día fue cabeza, dice
Ojos inyectados de sangre, dice

Soy la mujer Kali la mujer asesina
Mujer con sal en la lengua

Fuego que limpia
Fuego que atrapa
Fuego que arde aún más mientras camino

Mujer que nunca vende sus secretos, dice
Mujer que invierte los polos, dice
Mujer que nunca dejó América para saber esto
Pero lo hizo, dice, se fue.

Mujer peina serpientes fuera de su cabello
Mujer peina demonios fuera de su cabello

Mujer que yace con la cobra
Y luego medita bajo su manto

Mujer que tiene un hueso en la garganta, dice
¿Era suyo? Dice
Admite que tiene un gusto por usted, dice
Es una mujer caníbal, mujer Kali

Lengua de mujer que una vez escupió en diez direcciones
Uno: soy una mujer salvaje
Dos: soy la mujer en celo
Tres: soy la danza de fuego con los pies de carbón negro
Cuatro: soy la pensadora del pasado
Cinco: mujer farsante
Seis: soy la editora
Siete: autora
Ocho: te cazo con mis canciones
Nueve: Era la monja
Ahora estoy atada por el deseo nuevamente
Diez: soy la mujer cittipatti
La mujer cráneo danzante

Boca se mueve, dice
Boca de cráneo moviéndose, dice
Dice estas cosas
Dice cosas terribles a mi paso

La boca se abre
La lengua sangra
Sufrimiento por todas partes, mientras camino

Soy  la mujer celebridad
Soy la mujer luminaria
Soy la mujer sobresaliente
Soy la mujer fanfarrona
Soy la mujer fierecilla en la ventana
Soy la mujer estigma
La mujer golpeada
La mujer desgraciada
Mujer milagrosa
¿Dónde iré?
¿Quién me tendrá?

Agua, límpiame
Agua límpiame, a mi paso

Soy la  mujer camuflageada
Soy la mujer mitigada
Soy la mujer voraz
Soy la mujer Kali Yuga
Soy la mujer ultrasónica
No una mujer insignificante
Mujer silbido

Soy la mujer con colmillos
Soy la mujer con las armas
La mujer con los tiempos
La mujer anzuelo
La  mujer libro robado

Fuego que arde a mi camino

Mujer que estuvo en el mundo, caminaba
Mujer que cantaba sonando todo el día
Suena como una vieja máquina gruñona, dijo alguien
(alguien que era un hombre malvado, un niño-hombre malvado)
Pero ella ignoró la parte de la vieja máquina gruñona y siguió su camino

Mujer que tomó su altivo ser hasta el cielo
Tenía una nariz así de alta
¿Qué tal alta?
¡Así de alta!
Hasta que se atascó
Buah buah buah buah lloró
Buah buah buah
Ella estaba ardiendo muy bien
Su hogar (ese que ella cargaba sobre su cabeza) era fuego.

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EPISTOLARIO | “Te extraño como al hogar”: La correspondencia de Allen Ginsberg y Peter Orlovsky

sábado, febrero 1st, 2020

El padrino de la Generación Beat, Allen Ginsberg, y el poeta Peter Orlovsky se conocieron en San Francisco en 1954, y su relación, que atravesó muchas fases y traspasó múltiples desafíos, duró hasta la muerte de Ginsberg en 1997.

“Siento como si fueras el dios al que le rezo […] Estoy bien aquí pero te extraño. La vida parece vacía sin ti […] Ilumíname y piensa en mí”, se lee en la antología de misivas My Dear Boy: Gay Love Letters Through the Centuries (1998).

Traducción y adaptación por Loops Sandoval y Odeen Rocha

Ciudad de México, 1 de febrero (BarbasPoéticas).- El padrino de la Generación BeatAllen Ginsberg, y el poeta Peter Orlovsky se conocieron en San Francisco en 1954 y comenzaron lo que Ginsberg llamó su “matrimonio”: una relación de por vida que atravesó muchas fases, soportó múltiples desafíos, pero finalmente duró hasta la muerte de Ginsberg en 1997.

La correspondencia de los amantes, llena de errores tipográficos, signos de puntuación faltantes y las rarezas gramaticales típicas de la escritura impulsada por estallidos de emoción intensa en lugar de precisión literaria, es absolutamente hermosa.

En la colección de misivas My Dear Boy: Gay Love Letters Through the Centuries (1998) aparece esta carta del 20 de enero de 1958, donde Ginsberg le escribe a Orlovsky desde París para contarle sobre la visita a su colega beatnik y amigo cercano, William S. Burroughs, otro ícono de la literatura:

«Querido Petey:

¡Oh corazón, Oh amor, de pronto todo se ha convertido en oro! ¡No te asustes, no te preocupes, la cosa más maravillosa ha sucedido aquí! No sé empezar por otro lado más que por lo importante. Cuando Bill (William S. Burroughs) vino, yo… nosotros, pensamos que sería el mismo Bill loco, pero algo había pasado con Bill en el tiempo en que no lo habíamos visto… Finalmente anoche Bill y yo nos sentamos cara a cara en la mesa de la cocina, nos miramos a los ojos y hablamos, confesé mis dudas y la miseria — ¡Y frente a mis ojos se convirtió en un ángel!

¿Qué pasó con él en Tangiers en los últimos meses? Parece que dejó de escribir y se sentaba en su cama todas las tardes a pensar y meditar solo y dejó de beber — y finalmente iluminó su conciencia, lenta y repetidamente, cada día, por muchos meses — Se percató del “sensible y benévolo centro de toda la Creación” — aparentemente, a su modo, lo que me ha obsesionado a mí y a ti, una visión enorme del pacífico amor intelectual.

Desperté esta mañana sintiendo la dicha de la libertad y la alegría en mi corazón, Bill está salvado, yo estoy salvado, todos nosotros estamos salvados, todo ha sido muy apasionante desde entonces —Sólo me entristece pensar que tal vez te fuiste preocupado cuando nos dijimos adiós y nos besamos extrañamente — Desearía volver a tener la oportunidad de decirte adiós alegremente y sin las preocupaciones y dudas que tuve en ese polvoso anochecer en el que te fuiste… —Bill ha cambiado su naturaleza, incluso yo me siento muy cambiado, grandes nubes ruedan mientras recuerdo cuando teníamos una buena relación, bueno, nuestra buena relación ha permanecido en mí, conmigo. En vez de perderla, siento algo como lo que había entre nosotros con todos los demás».

Unas semanas después, a principios de febrero, Orlovsky le envió una carta a Ginsberg desde Nueva York, en la que escribe hermosas premoniciones:

«[…] No te preocupes querido Allen, las cosas están yendo bien — Cambiaremos el mundo tal y como lo deseamos — Aún si tenemos que morir — pero Oh, el mundo tiene 25 arcoíris sobre la repisa de mi ventana…»

Tan pronto como recibe la carta el día después de San Valentín, Ginsberg escribe de vuelta, citando a Shakespeare como sólo un poeta enamorado lo haría:

«He estado aquí con poetas locos y miserables así como con los come-mundos e imploraba al cielo palabras amables y tú las escribiste, vinieron tan frescas como la brisa de verano y “cuando pienso en ti querido amigo / todas las pérdidas se recuperan y los sufrimientos terminan” —Es el final de un soneto de Shakespeare que seguía viniendo y viniendo a mi mente. Él también debió haber estado felizmente enamorado. Nunca antes lo había pensado… Escríbeme pronto, cariño. Yo te escribiré un gran poema largo. Siento como si fueras el dios al que le rezo. Con amor, Allen».

En otra carta escrita nueve días después, Ginsberg escribe:

«Estoy bien aquí pero te extraño, extraño tus brazos y tu desnudez y el abrazarnos. La vida parece más vacía sin ti, la calidez del alma no está por aquí».

Hablando sobre otra conversación que había tenido con Burroughs, continúa presagiando el gran salto por la dignidad y la equidad del amor que terminará por verse hasta una mitad de siglo después de que Ginsberg escribiera esto:

«Bill piensa que la nueva generación americana estará en la onda y lentamente cambiará las cosas —leyes y actitudes, tiene fe en ello— por la redención de América que está en busca de su alma… — Tienes que amar a toda la vida, no sólo partes de ella, para llegar a la eterna escena. Eso es lo que he pensado desde que lo hicimos, más y más veo que esto no está sólo entre nosotros, creo que es un sentimiento que puede extenderse a todo. Aunque yo imploro porque la luz del sol nos acaricie estando juntos. Te extraño como al hogar. Ilumíname de vuelta y piensa en mí».

Terminó la carta con un verso:

«Hasta luego señor febrero.
tan delicado como siempre
llevado por la tibia lluvia
amor de tu Allen».

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Amiri Baraka, el poeta, activista y jazzista que luchó contra el racismo y fue perseguido en EU

sábado, diciembre 7th, 2019

El autor afroamericano, quien falleció en 2014, fue uno de los últimos representantes de la Generación Beat y se movió entre los círculos intelectuales con un fuerte compromiso en la lucha contra el racismo.

Te presentamos el poema “Somebody Blew Up America”, que Baraka escribió en 2001, poco después del atentado del 11 de septiembre en Estados Unidos. Este texto le valió una dura persecución, pues plantea que los israelíes y George Bush estaban al tanto de los ataques antes de que ocurrieran.

I have seen many suns use
the endless succession of hours
piled upon each other

Por Odeen Rocha

Ciudad de México, 7 de diciembre (BarbasPoéticas).- Poeta, intelectual y jazzista. Amiri Baraka fue uno de los últimos representantes (falleció en 2014) de la explosión cultural de los Estados Unidos de los años 50, tiempo del Renacimiento de San Francisco, la Generación Beat y por supuesto, el Jazz Bop.

Nació en el ’34 bajo el nombre de Everett LeRoi Jones en Newark, New Jersey. Compartió con otros poetas de la época —Ginsberg y Keruac— el impulso por incluirse en las fuerzas armadas; aunque, como aquellos, también terminó su carrera abruptamente.

Al establecerse en Greenwich Village comenzó su contacto con el jazz, y también empezó a relacionarse con poetas de la Beat Generation, Black Mountain poets y New York School. Años después fundaría la editorial Totem Press junto a su esposa, donde serían publicados Kerouac, Ginsberg junto a otros proyectos editoriales.

Baraka fundaría la editorial Totem Press junto a su esposa, donde serían publicados Kerouac y Ginsberg junto a otros proyectos editoriales. Foto: Especial

Al establecerse en Greenwich Village comenzó su contacto con el jazz, y también empezó a relacionarse con poetas de la Beat Generation. Foto: Especial

Desde entonces se movió entre los círculos intelectuales y poéticos, haciéndose poco a poco de una faceta dura y comprometida con la lucha contra el racismo, además de convertirse al islamismo a finales de la década del 60, asumiendo el nombre de Imamu Amear Baraka.

Amiri Baraka falleció el 9 de enero de 2014 en Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos, a los 79 años. Foto: Especial

En 2001, escribió su poema “Somebody Blew Up America” poco después de los ataques del 11 de septiembre. Este texto le valió dura persecución en la tierra de la libertad, ya que está lleno de críticas contra el racismo, además de la postura política de Baraka respecto a los ataques, donde plantea que los israelíes y el presidente George Bush estaban enterados de éstos antes de que ocurriesen.

Por fortuna, Baraka se defendió con la espléndida declaración “NO ME DISCULPARÉ, NO RENUNCIARÉ”, donde pone en su lugar a la “Liga Contra la Difamación” [ADL] con argumentos dignos de leerse aquí.

“[…] este mundo necesitan desesperadamente los valores humanos más profundos que la poesía pueda enseñar. Es lo que Keats y Du Bois exhortaron al poeta que hiciera, producir Verdad y Belleza. Ser como la más antigua imagen paradigmática del poeta. Ser como Osiris y Orfeo, cuya tarea era hacer salir el Sol cada mañana con cantos e historias. Iluminar la mente humana e iluminar el mundo. ¡POETAS AHORA!”

Aquí una traducción de “Somebody Blew Up America”:

ALGUIEN REVENTÓ AMÉRICA

(Todos los que piensan
se oponen al terrorismo
interior
e internacional…
Pero el uno no debiera
utilizarse
para encubrir el otro)

Dicen que es algún terrorista, algún
bárbaro
árabe, en
Afganistán
No fueron nuestros terroristas americanos
No fue el Klan ni los Skinheads
O los que vuelan negros
iglesias o nos reencarnan en el corredor de la muerte
No fue Trent Lott
Ni David Duke ni Giuliani
Ni Schundler, Helms jubilado

No fue
la gonorrea disfrazada
las enfermedades de sábana blanca
Que han asesinado a los negros
Aterrorizado la razón y la cordura
La mayor parte de la humanidad, como desean

Dice -¿Quién dice? Quiénes son los que dicen
Quiénes son los que pagan
Quién dice las mentiras
Quién se disfraza
Quién tenía los esclavos
Quién les quitó el dinero a los negros

Quién se enriqueció en las plantaciones
Quién exterminó a los indios
Trató de liquidar a la nación negra

Quién vive en Wall Street
La primera plantación
Quién os cortó los cojones
Quién violó a tu mamá
Quién linchó a tu papá

Quién proporcionó el alquitrán, quién las plumas
Quién tenía el fósforo, quién lo encendió
Quién mató por encargo de quién
Quién dijo Dios sin dejar de ser Satanás

Quién es el más grande
Quién es el mejor
A quién se parece Jesús

Quién creó todo
Quién es el más listo
Quién es el más grande
Quién es el más rico
Quién dice que eres feo y ellos los más guapos

Quién define el arte Quién define la ciencia

Quién hizo las bombas Quién hizo los rifles

Quién compró los esclavos, quién los vendió

Quién te insultó Quién dijo que Dahmer no estaba loco

Quién / Quién / Quién /

Quién robó Puerto Rico Quién robó las Indias, las Filipinas, Manhattan
Australia y Las Hébridas
Quién impuso el opio a los chinos

Quién posee los edificios
Quién tiene el dinero
Quién piensa que eres raro
Quién te encerró
Quién controla los periódicos

Quién poseía el barco negrero
Quién dirige el ejército

Quién es el presidente impostor
Quién gobierna
Quién lo financia

Quién / Quién / Quién /

Quién posee la mina
Quién altera tu mente
Quién tiene pan
Quién necesita paz
Quién piensas tú que necesita la guerra

Quién posee el petróleo
Quién es el que no trabaja
Quién posee la tierra
Quién no es negro
Quién es tan grande que no hay nada mayor

Quién posee esta ciudad

Quién es dueño del aire
Quién es dueño del agua

Quién es dueño de tu cuna
Quién asalta y roba y engaña y asesina
y hace de mentiras verdad
Quién te llama ordinario

Quién vive en la casa más grande
Quién comete el crimen más grande
Quién va de vacaciones cuando quiere

Quién mató más negros
Quién mató más judíos
Quién mató más italianos
Quién mató más irlandeses
Quién mató más africanos
Quién mató más japoneses
Quién mató más latinos

Quién / Quién / Quién

Quién posee el océano

Quién posee los aviones
Quién posee los centros comerciales
Quién posee la televisión
Quién posee la radio

Quién posee hasta lo que nadie cree que se pueda poseer
Quién posee a los dueños que no son los dueños verdaderos

Quién posee los suburbios
Quién empobrece las ciudades
Quién hace las leyes

Quién hizo que Bush fuera presidente
Quién cree que la bandera confederada deba ondear
Quién habla de democracia y miente

QUIÉN / QUIÉN / QUIENQUIÉN

Quién es la Bestia del Apocalipsis
Quién el 666
Quién decide
crucificar a Jesús

Quién es Satanás en la vida real
Quién se enriqueció con el genocidio armenio

Quién es el mayor terrorista
Quién altera la biblia
Quién mató más gente
Quién hizo más mal
Quién no se preocupa de la supervivencia

Quién tiene las colonias
Quién robó más tierras
Quién dirige el mundo
Quién dice que es bueno pero sólo hace mal
Quién ejecuta más gente

Quién / Quién / Quién

Quién posee el petróleo
Quién quiere más petróleo
Quién te dijo lo que piensas y después descubres que es mentira
¿Quién? / ¿Quién? ¿¿¿???

Quién creó a Bin Laden, tal vez ellos son Satanás
Quién paga a la CIA,
Quién sabía que la bomba iba a estallar
Quién sabe por qué los terroristas
Aprendieron a volar en Florida, San Diego

Quién sabe por qué cinco israelíes estaban filmando la explosión
Muertos de risa de sólo pensarlo

Quién necesita combustible fósil si el sol no se va

Quién hace las tarjetas de crédito
Quién ahorra más impuestos
Quién se fue de la Conferencia
Contra el Racismo
Quién mató a Malcom, a Kennedy y a su hermano
Quién mató al Dr. King. ¿Quién deseaba su muerte?
¿Tienen algo que ver con el asesinato de Lincoln?

Quién invadió Granada
Quién ganó dinero con el Apartheid
Quién mantiene a los irlandeses como una colonia
Quién derrocó después a Chile y Nicaragua

Quién mató a David Sibeko, a Chris Hani,
los mismos que mataron a Biko, Cabral,
Neruda, Allende, Che Guevara, Sandino,

Quién mató a Kabila, los que liquidaron a Lumumba, a Mondlane, a Betty Shabazz, a la princesa Margaret, a Ralph Featherstone, a Little Bobby

Los que encerraron a Mandela, a Dhoruba, a Geronimo,
a Assata, a Mumia, a Garvey, a Dashiell Hammett, a Alphaeus Hutton

Los que mataron a Huey Newton, a Fred Hampton,
a Medgar Evers, a Mikey Smith, a Walter Rodney,
¿Fueron los que trataron de envenenar a Fidel
Los que trataron de mantener oprimidos a los vietnamitas?

Los que pusieron precio a la cabeza de Lenin

Los que metieron a los judíos en hornos,
y los que les ayudaron a hacerlo
Los que dijeron “América Primero”
Y aprobaron las estrellas amarillas
QUIÉN/QUIÉN/

Quién mató a Rosa Luxemburgo, a Liebneckt
Quién asesinó a los Rosenberg
Y a toda la gente buena aniquilada,
Torturada, asesinada, desaparecida

Quién se enriqueció en Argelia, Libia, Haití,
Irán, Irak, Arabia Saudí, Kuwait, Líbano,
Siria, Egipto, Jordania, Palestina

Quién cortó manos en el Congo
Quién inventó el sida Quién puso los gérmenes
en las sábanas de los indios
Quién imaginó “El Sendero de las Lágrimas”

Quién hizo volar el Maine
y comenzó la Guerra Hispano-Americana
Quién puso de nuevo a Sharon en el poder
Quién respaldó a Batista, a Hitler, a Bilbo,
a Chiang kai Chek quién QUIÉN Q U I É N

Quién decidió que la Acción Afirmativa debía desaparecer
La Reconstrucción, el New Deal, la Nueva
Frontera, la Gran Sociedad,

Para quién trabaja el idiota de Tom Clarence
Qué mierda sale de la boca del Colin
Quién sabe qué clase de puta es Condoleeza
Quién le paga a Connelly para que sea un negro de madera
Quién le da Premios de Genio al Homo Locus
Subsidere

Quién derrocó a Nkrumah, a Bishop,
Quién envenenó a Robeson,
Quién trató de encarcelar a DuBois
Quién preparó la trampa para Rap Jamil al Amin, Quién se la preparó a los Rosenberg, Garvey,
a los Scottsboro Boys, a los Hollywood Ten

Quién incendió el Reichstag

Quién sabía que iban a bombardear el World Trade Center
Quién les dijo a los 4000 empleados israelíes de las Torres Gemelas
Que se quedaran en casa ese día
Por qué no acudió Sharon

Quién, quién, quién/
Los periódicos dijeron que aquella explosión era un presagio
que revelaba el rostro del diablo Quién QUIÉN Quién QUIÉN

Quién gana dinero con la guerra
Quién se hace rico con miedo y mentiras
Quién quiere que el mundo sea como es
Quién quiere que el mundo sea regido por el imperialismo, la opresión nacional y el terror
La violencia y el hambre y la pobreza.

¿Quién dirige el infierno?
Quién es el más poderoso

¿Conoces a alguien
Que haya visto a Dios?

Pero todos han visto
Al Diablo

Como un canto fúnebre de lechuza que estalla
En tu vida en tu cerebro en tu ser
Como una lechuza que conoce al diablo
Toda la noche, todo el día si escuchas. Como el canto de una lechuza
Que se convierte en fuego. Escuchamos brotar las preguntas
Entre llamas terribles como el silbido de un perro enloquecido

Como el ácido vómito del fuego del infierno
Quién y Quién y QUIÉN(+) quién quién
¿¿Quiééééénnn y Quiiiiééeéénnnn!!

*En el original utiliza la expresión “nigger”, con un fuerte matiz despectivo en referencia a la gente de raza negra.

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ENSAYO | Allen Ginsberg y Aullido: el juicio en contra de su editor por vender “material obsceno”

sábado, noviembre 30th, 2019

Durante el proceso judicial, el Estado utilizó el argumento de la obscenidad como una careta que ocultaba el verdadero objeto de sus señalamientos: la homosexualidad abierta del poeta y el gozo con el que describe sus prácticas sexuales. Esto escandalizó a la buena moral cristiana de ultraderecha estadounidense de entonces. 

Irónicamente, los temas tabú que el Estado puso en la mesa durante el juicio, fueron la mejor publicidad que pudo tener el libro de Ginsberg porque, como se sabe, lo prohibido es tentador y los lectores quisieron descubrir aquel poema que tanta controversia había causado.

Por Eduardo Hidalgo

Ciudad de México, 29 de noviembre (BarbasPoéticas).- Allen Ginsberg escribió su poema Aullido en 1955. El poema, según el propio autor, está inspirado en la vida de Carl Solomon, a quien Ginsberg había conocido años atrás en un hospital psiquiátrico de Nueva York, y a quien dedicó el poema. En algunos de los versos, sin embargo, también se mencionan los nombres de Jack Kerouac y Neal Cassady, amigos de Ginsberg y miembros notables del movimiento literario denominado Generación Beat.

Las vidas de estos tres personajes (Solomon, Kerouac y Cassady) y la del propio Ginsberg, entre otras, fueron la base del relato que se retrata en el poema Aullido. Son ellos las famosas «mejores mentes de mi generación». El lenguaje utilizado por Ginsberg, que podría considerarse obsceno en ciertos ámbitos, es el que el poeta eligió para expresar la crudeza de las vidas que decidieron vivir él y sus camaradas beat.

En ese mismo año de 1955, Allen Ginsberg organizó un recital de poesía en la Six Gallery de San Francisco, en el que Kenneth Rexroth, un poeta y viejo conocido del ambiente literario de esta ciudad, fungió como maestro de ceremonias y en el que varios poetas recitaron algunos de sus textos. Fue la primera vez que Ginsberg leyó «Aullido» en público. Según el testimonio de Jack Kerouac, que puede leerse en la novela Los vagabundos del Dharma, la lectura del poema fue un éxito. El propio Kerouac organizó la coperacha entre los asistentes, fue a comprar tres galones de vino y, mientras Ginsberg leía, todos los asistentes bebían y lo animaban a seguir leyendo con gritos y júbilo desbordados. Pero dejemos que sea el propio Kerouac quien lo relate:

Estaban allí todos. Fue una noche enloquecida. Y yo fui el que puso las cosas a tono cuando hice una colecta a base de monedas de diez y veinticinco centavos entre el envarado auditorio que estaba de pie en la galería y volví con tres garrafas de borgoña californiano de cuatro litros cada una y todos se animaron, así que hacia las once, cuando Alvah Goldbook [Allen Ginsberg] leía, o mejor, gemía su poema «¡Aullido!», borracho, con los brazos extendidos, todo el mundo gritaba: «¡Sigue! ¡Sigue! ¡Sigue!» (como en una sesión de jazz) y el viejo Reinhold Cacoethes [Kenneth Rexroth], el padre del mundillo poético de Frisco [San Francisco], lloraba de felicidad (19).

Uno de los asistentes al recital fue Lawrence Ferlinghetti, conocido poeta, editor y dueño de la librería y editorial City Lights. Al día siguiente, Ferlinghetti envió una carta a Ginsberg en donde lo saludaba al inicio de una gran carrera literaria con la intención de solicitar el manuscrito de «Aullido» para publicarlo bajo su sello editorial: City Lights.

Aullido y otros poemas salió a la luz al año siguiente, 1956, en una edición de bolsillo de 1,000 ejemplares. El tiraje se agotó pronto, en buena medida por la popularidad que tenía Ginsberg gracias al célebre recital, y Ferlinghetti mandó imprimir 1,000 ejemplares más en Inglaterra. Sin embargo, un juez había iniciado un proceso en contra del editor por vender material obsceno.

Cuando los ejemplares llegaron al puerto de San Francisco, los inspectores de aduanas los incautaron. No contento con esto, Ferlinghetti mandó imprimir otras 1,000 copias en territorio gringo para evitar las aduanas, lo cual funcionó por unos meses porque, en junio de ese año, el Departamento de Policía de San Francisco detuvo a Lawrence Ferlinghetti por publicar y vender material obsceno, lascivo y pornográfico.

En su libro La Generación Beat. Crónica del movimiento que agitó la cultura y el arte contemporáneo, Bruce Cook menciona que «la publicación estuvo bloqueada por un proceso judicial por obscenidad. Se necesitó nada menos que la intervención del abogado criminalista ‘Jake’ Ehrlich para ganar el proceso y lograr la distribución del libro» (76).

EL JUICIO

Lawrence Ferlinghetti sabía que la publicación de Aullido y otros poemas podía causarle dificultades por ser el editor responsable. Previendo lo anterior, el editor se había hecho miembro de la American Civil Liberties Union, quienes se encargaron, a través del famoso abogado criminalista Jake Ehrlich, de la defensa de Ferlinghetti. Se trató, pues, de un juicio entre el Estado y Lawrence Ferlinghetti.

Tanto el Estado como la defensa contaron con testigos académicos y críticos literarios que, por un lado, encontraban poco o nulo mérito literario en la obra de Ginsberg y, por otro, hubo quienes defendieron el famoso poema arguyendo que se trataba, efectivamente, de un texto poético con valor estético y literario. En su libro Los poetas que cayeron del cielo. La Generación Beat comentada y en su propia voz, José Vicente Anaya menciona que «Ginsberg fue absuelto solo mediante la defensa del célebre abogado Elrich, […] y con la condición de que un grupo de catedráticos universitarios especialistas en literatura atestiguaran […] que aquella poesía era merecedora de valor artístico» (10).

El Estado, a través de la Suprema Corte de Estados Unidos, afirma que la obscenidad es «tener una tendencia sustanciosa a corromper despertando deseos lujuriosos» (Howl) y, por lo tanto, algunos fragmentos de «Aullido» pueden recibir el calificativo de obscenos. Es cierto que el poema contiene palabras que reflejan con crudeza el relato de la vida de Ginsberg y sus amigos; pero también es cierto que, lo que más escandalizó a las buenas costumbres morales y cristianas de la ultraderecha gringa fue el hecho de que Ginsberg no solo aceptara abiertamente su homosexualidad, sino que utilizara el lenguaje obsceno que caracteriza a algunos versos de «Aullido» para describir con gozo la manera libre en que el poeta disfruta su homosexualidad. Así lo dice el traductor Antonio Rómar en el prólogo de El pulso de la luz, una antología de la obra poética de Lawrence Ferlinghetti: «Pero es el tabú de la homosexualidad lo que se quiebra de un golpe y sacude las bases de la morales cristianas del país» (9).

Uno de los argumentos, quizá el más valioso, que utilizó la defensa para ganar el caso fue el siguiente: «La descripción de actos sexuales o sentimientos en el arte y la literatura es de suma importancia para una sociedad libre» (Howl). Por su parte, el Estado, a través de uno de sus jueces, dictaminó que algunas palabras obscenas de Ginsberg bien pudieron sustituirse por otras en aras del buen gusto (valdría la pena preguntarnos ¿qué es el buen gusto? y ¿quién decide cuál es el buen gusto?); sin embargo, continúa el Estado,

un autor debe ser auténtico al tratar su tema y se le debe permitir expresar sus pensamientos e ideas en sus propias palabras. Las libertades de expresión y prensa son inherentes a una nación de personas libres. Esas libertades deben protegerse si queremos seguir siendo libres, tanto individualmente, y como nación (Howl).

Bajo el amparo de estos argumentos, el Estado dictaminó que Aullido y otros poemas «tiene cierta importancia social redentora y el libro no es obsceno» (Howl).

EL ANÁLISIS

Los hechos que acabamos de presentar líneas arriba muestran que los protagonistas fueron, en su momento, celebridades literarias que adquirieron notoriedad gracias al movimiento contracultural al cual pertenecieron: la Generación Beat. Allen Ginsberg fue el poeta más carismático de todo el grupo; y Lawrence Ferlinghetti, también poeta y reconocido intelectual en la vida bohemia y literaria de San Francisco, fue el editor de varios poetas beat.

El asunto central del juicio no fue la obscenidad, como el Estado lo planteó, sino la homosexualidad abierta del poeta y el gozo con el que describe sus prácticas sexuales. El Estado utilizó la obscenidad como una careta que ocultaba el verdadero objeto de sus señalamientos: la práctica abierta de relaciones sexuales entre hombres. De hecho, en el argumento del Estado que presentamos líneas arriba, se utiliza el arte como careta que oculta el acto en sí. Lo que el juez vio en el libro no es la práctica de relaciones homosexuales, sino un arte, obsceno tal vez, pero, a fin de cuentas, solo arte. O al menos eso es lo que parece decir el Estado.

El argumento por el que el juez dictaminó que el libro no es obsceno claramente menciona que, en tanto arte, en tanto literatura, la obscenidad y la homosexualidad son permisibles por el Estado. Es un lugar común decir que la literatura es ficción, y lo es en buena medida, y como la ficción no es la realidad, a pesar de estar basada en ella, el Estado no tiene objeción en que se publiquen obras obscenas. El juez no halló culpable a Lawrence Ferlinghetti debido al ocultamiento retórico de la homosexualidad en el libro Aullido y otros poemas. Sin embargo, cuando la homosexualidad no se expresa en el arte, sino en la vida cotidiana, en los hechos, el Estado, y en buena medida la sociedad, condena estas prácticas. Estamos ante un discurso discriminatorio que, por ejemplo, en la mayoría de países, no reconoce el derecho a contraer matrimonio entre personas del mismo sexo, ni mucho menos adoptar niños. Valdría la pena preguntarse si la comunidad gay realmente debe entrar a ese discurso, o simplemente permanecer fuera. El matrimonio es también una institución regulada y establecida por el mismo Estado que reprime la naturalidad polígama del ser humano y lo urge a reproducir su especie y a participar en el medio de producción capitalista que mantiene los privilegios de las clases altas y la repartición injusta de la riqueza producida por la humanidad. ¿No será conveniente que la comunidad gay —y todos los seres humanos— nos alejemos poco a poco de ese discurso? Pero el matrimonio, de suyo un tema polémico y discutible, no es el tema de este ensayo, así que sigamos con nuestro asunto.

No hay que olvidar que la creación artística está limitada a esa porción de la población que, por diferentes factores, tiene acceso a la llamada alta cultura, a las belles lettres; aunque de vez en cuando haya una que otra excepción. En el caso de Allen Ginsberg, el Estado reconoce su calidad de poeta y figura pública que, por su «genio artístico», tiene permiso para expresar su homosexualidad en los términos que él decida. En su celebre ensayo «La muerte del autor», Roland Barthes nos dice que «el autor es un personaje moderno, producido indudablemente por nuestra sociedad». Y ese personaje moderno, al estar investido por sus cualidades artísticas y de genialidad, tiene permiso, en los hechos, de expresar su homosexualidad abiertamente a través de su arte.

El reconocimiento del Estado hacia las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo está vedado para el ciudadano común; y a los artistas se les otorga siempre y cuando permanezca en el terreno del arte, de la ficción. Mientras la homosexualidad se exprese a través de alguna expresión artística, está bien, pero que ahí se quede —diría el Estado—, porque si se expresa abiertamente en la vida real, como hemos dicho líneas arriba, se señala, se reprime y se condena. Bien dice Terry Eagleton en su Una introducción a la teoría literaria que a la literatura «podría definírsela […] como obra de ‘imaginación’, en el sentido de ficción, de escribir sobre algo que no es literalmente real» (11). No es de extrañar que las relaciones homosexuales se escondan y que la decisión de salir del closet sea un parteaguas vital para muchos, cuando en realidad no es otra cosa que una simple cuestión de gusto.

Si bien Allen Ginsberg había declarado sus preferencias sexuales abiertamente antes de que escribiera «Aullido», como se puede leer en la correspondencia que mantuvo con Jack Kerouac, su participación como poeta célebre en la vida pública de Estados Unidos fue un factor decisivo para que el juez dictaminara que su libro no era obsceno.

Los beats no buscaban la fama, pero sí querían que sus obras se publicaran, y aceptaban los riesgos que ello implicaba. Cuando finalmente alcanzaron el reconocimiento del público y un sector de la crítica, entraron, quizá sin quererlo, a la alta cultura de la que se mofaban cuando eran jóvenes escritores en ciernes; y gozaron de las prerrogativas, quizá también sin quererlo, que su nueva investidura de escritores les ofrecía. Prueba de ello fue el fallo del juez a favor de Lawrence Ferlinghetti.

Jack Kerouac renegó de su fama y de que los hippies lo tomaran como una influencia decisiva en su estilo de vida. Se retiró a distintos lugares dentro de Estados Unidos a vivir con su madre alejado de los reflectores y acompañado por la soledad, la escritura y el alcoholismo. Él quería seguir siendo un vagabundo, un católico budista en busca del Dharma, un escritor desconocido que se niega a participar en los mecanismos del sistema, un beat. Ginsberg, por su parte, participó efusivamente en el movimiento hippie, el verano del amor y la revolución psicodélica de los años sesenta del siglo XX. Parece que la fama le sentó bastante bien y la aprovechó para manifestarse en contra de la Guerra de Vietnam y a favor de la legalización de la marihuana y la liberación de los gays. Lawrence Ferlinghetti recibió una gran publicidad gratuita mediante el juicio en su contra. La obscenidad, el sexo, la homosexualidad y las groserías, temas tabú que el Estado puso en la mesa durante el juicio, fueron la mejor publicidad que pudo tener el libro de Allen Ginsberg porque, como se sabe, lo prohibido es tentador y los lectores quisieron leer aquel poema que tanta controversia había causado.

Sin duda, la publicación de Aullido y otros poemas fue un hito en la historia moderna de la literatura. No solo contribuyó a la consolidación del movimiento beat en Estados Unidos, también permitió ejercer la literatura desde un enfoque distinto al establecido por las clases altas y mostró que la libertad del ser humano no depende de las costumbres impuestas por el Estado y la ideología capitalista. Asimismo, como resultado del juicio en su contra y seguramente sin proponérselo, el Estado dio un gran impulso a la carrera editorial de Lawrence Ferlinghetti. En la actualidad, a poco más de 60 años del juicio, City Lights goza de excelente salud y siguen publicando libros de muy diversa índole, algunos abiertamente en contra del Estado.

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ENSAYO | La Generación Beat ante la cultura oficial: crónica de una verdad construida

sábado, noviembre 23rd, 2019

¿Por qué cuando se habla de los beats casi siempre se menciona solo a tres de sus miembros? ¿Por qué las revistas académicas y especializadas no hablan del tema? William Burroughs, Jack Kerouac y Allen Ginsberg son los escritores más representativos, pero no los únicos…

Este texto es para el lector interesado en conocer más acerca de un movimiento literario que cimbró las estructuras de la ideología dominante en los Estados Unidos la segunda mitad del siglo XX.

Por Eduardo Hidalgo

Ciudad de México, 23 de noviembre (BarbasPoéticas).- En la era del internet, los acontecimientos del mundo se dan a conocer prácticamente en el momento en que suceden. Los medios de comunicación tradicionales (televisión, radio y prensa) han sido rebasados por las redes sociales. Sin embargo, aunque pudiera pensarse que dichos medios han perdido su hegemonía, la siguen ejerciendo a través de las mismas redes que las grandes cadenas de noticias han sabido explotar a su beneficio. Por otro lado, a partir de que se empezaron a difundir noticias falsas en internet, los usuarios buscan las cuentas oficiales de CNN, El Universal, Proceso, Noticieros Televisa, La Jornada –por mencionar algunos ejemplos– para corroborar las noticias que se difunden en la red.

Es decir, a pesar de que los propios usuarios pueden convertirse en reporteros y decir prácticamente cualquier cosa en internet, seguimos anclados a los medios de comunicación tradicionales. Lo anterior se explica, en mi opinión, por la adhesión a la estructura de vida que, sin saberlo, nos domina desde el momento en que nacemos; y también porque nos resistimos al cambio.

Los medios masivos de comunicación tienen el monopolio de la información. Y como tal, ejercen su poder para moldear las opiniones de los ciudadanos para proteger los intereses de las clases altas y de los gobernantes. Algunas de las «verdades» que se difunden a través de la televisión, la prensa escrita y la radio no son más que construcciones temporales que, a fuerza de repetirse, terminan por volverse lugares comunes y aceptadas como ciertas por el grueso de la población.

El problema es que no solo se trata de una simple creencia, sino que la verdad, cualquiera que esta sea, regula las prácticas sociales. Quien controla la información, controla la sociedad. En otras palabras, las construcciones de las que hablaba líneas arriba tienen efectos en el acontecer cotidiano. El poder de los medios, ejercido a través de ciertos periodistas, analistas e «intelectuales» al servicio del régimen, manipula la opinión pública en detrimento de los intereses de la mayoría. Por mencionar un ejemplo, veamos el caso de Venezuela.

Muchas personas, sin ningún asomo de duda, afirman que Nicolás Maduro es un dictador. Estamos ante un caso de una verdad construida que ni siquiera se cuestiona. Repasemos los hechos. Maduro asumió la presidencia de su país el 19 de abril de 2013, es decir, está próximo a cumplir cinco años en el cargo. Dentro de este periodo, mediante votaciones, los venezolanos eligieron nuevos representantes de la Asamblea –lo que en México equivaldría al Congreso– en 2015. En dichas elecciones, la oposición obtuvo más votos que el partido de Nicolás Maduro y los votos fueron respetados: la oposición tiene mayoría en la Asamblea. Me surgen algunas preguntas: ¿en qué dictadura hay elecciones?; y en caso de que las hubiera; ¿en qué dictadura se respeta el voto en contra del propio dictador?; ¿cuatro años son suficientes para llamar dictador a un presidente?

En Inglaterra, por mencionar un ejemplo opuesto, la reina Isabel ha gobernado su país desde el 6 de febrero de 1952. Es decir, está a punto de cumplir 66 años en el poder. Si bien es cierto que existe la figura del primer ministro, que hace las veces de presidente, el poder que tiene la reina es real y ningún medio masivo de comunicación cuestiona su autoridad. Pero como Inglaterra defiende el llamado neoliberalismo; y es una potencia al servicio de la clase dominante en el mundo; y por ser europeos de raza blanca, nadie afirma que se trata de una dictadura. Inglaterra es, pues, una real y auténtica democracia ante los ojos del mundo, mientras que Venezuela es una dictadura. Este es, pues, un claro ejemplo de verdad construida.

Pero como decía líneas arriba, no se queda en la teoría, sino que estas «verdades» regulan la vida en el mundo. Esperemos que no suceda así, pero a nadie le parecerá extraño que Estados Unidos intervenga militarmente para «tirar» a Maduro «el dictador». No será un crimen, ni un genocidio, ni un acto injusto, ni una intromisión en los asuntos políticos del país sudamericano; será, más bien, un acto de justicia en beneficio de la «oprimida» población venezolana. Pero si lo mismo ocurriera en Inglaterra, todos los medios lo condenarían y lo definirían con las primeras palabras que utilicé en la frase anterior; y muchas personas pondrían de fondo la bandera de Inglaterra en su foto de perfil de Facebook y el hashtag #PrayForEngland sería tendencia en Twitter. Pero dejemos el terreno político, en donde hay infinidad de verdades construidas, y pasemos al literario, en donde también las hay.

Recordemos un poco de historia, a propósito de Estados Unidos. La Segunda Guerra mundial terminó, oficialmente, el 2 de septiembre de 1945 con la rendición de Japón. A partir de ese momento, Estados Unidos se erigió como la superpotencia del mundo: el Imperio Romano del siglo XX y lo que va del XXI. Sin embargo, lejos de ser el país humanitario que salvó al mundo del comunismo y de los nazis, Gringolandia se convirtió en el supuesto portavoz de la libertad, el progreso y la democracia y, bajo esta máscara, los gobiernos yanquis han explotado a la clase trabajadora del mundo para favorecer sus intereses y conservar el opulento estilo de vida de las clases altas.

A sabiendas de lo anterior, dos jóvenes estadounidenses que nacieron en la segunda década del siglo pasado se desencantaron de su país y se negaron, en la medida de lo posible, a participar en la sociedad consumista y capitalista que su país les proporcionaba. Estos jóvenes fueron Jack Kerouac (1922-1969), nacido en Lowell, Massachusetts; y Allen Ginsberg (1926-1997), nacido en Newark, Nueva Jersey, futuros miembros principales de la Generación Beat. Ambos se conocieron en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y tenían un amigo en común: Lucien Carr (1925-2005), quien, a su vez, los presentó con otra de las figuras emblemáticas de la Generación Beat: William Burroughs (1914-1997), nacido en San Luis, Misuri.

Allen Ginsberg, Lucien Carr y William S. Burroughs. Foto: Especial

No detallaré en estas líneas los pormenores de la Generación Beat. Para eso recomiendo dos excelentes libros sobre el tema: Los poetas que cayeron del cielo. La Generación Beat comentada y en su propia voz de José Vicente Anaya, publicado en 2001 por Casa San Pablos y el Instituto de Cultura de Baja California; y La Generación Beat. Crónica del movimiento que agitó la cultura y el arte contemporáneo de Bruce Cook, publicado en español (traducción del inglés) en 2011 por la editorial Ariel. Asimismo, al lector interesado en estos temas podrían serle de utilidad las Cartas de Jack Kerouac y Allen Gisnberg, publicadas en español (traducción del inglés) en 2012 por la editorial Anagrama; un libro que registra gran parte de la correspondencia entre estos dos escritores y que muestra su propia visión sobre los acontecimientos que los llevaron a ser los miembros principales de la Generación Beat. Pero si no detallaré en estas líneas los pormenores de este movimiento literario, ¿cuál es el objetivo de este texto?

Lo que intento poner de manifiesto es lo que precisamente acabo de hacer en el párrafo anterior: cuando se escribe sobre la Generación Beat, a menudo se cae en el lugar común de nombrar a los tres miembros principales: William Burroughs, Jack Kerouac y Allen Ginsberg. La importancia de la obra de estos tres escritores es incuestionable, y el estatus de líderes de dicho movimiento –aunque William Burroughs siempre pintó su raya– lo tienen bien merecido. Sin embargo, como lo menciona José Vicente Anaya en su ensayo «Lo que se ignora de la Generación Beat», publicado el 4 de enero de 2013 en Círculo de poesía. Revista electrónica de literatura, «[…] hay un promedio de 70 escritores beats […]». ¿Cómo es posible que, en México, del promedio de 70 escritores beats solo se conozcan tres, y quizá unos cuantos más? La respuesta tiene que ver con lo que discutíamos al inicio de este ensayo: las verdades construidas que imponen los medios masivos de comunicación quienes, a su vez, sirven a los intereses de las clases altas.

Para probar lo anterior, citaré un solo ejemplo de esta «verdad». Me valdré de un conocido escritor mexicano célebre por su irrupción en la literatura mexicana en la década de los sesenta del siglo xx: José Agustín. En su libro La contracultura en México, el autor de La tumba relata de la siguiente manera el surgimiento de este movimiento:

En 1945, los jóvenes escritores Jack Kerouac y Allen Ginsberg […] conocieron, cada quien por su lado, a William Burroughs en la Universidad Columbia de Nueva York. Burroughs […] era un gran conocedor de literatura, sicoanálisis y antropología; además le gustaba la morfina y la heroína. De más está decir que impresionó profundamente a los chavos, quienes lo tomaron como una especie de tutor, de gurú, a la vez que establecían una gran amistad entre ellos dos. Más tarde se les unieron los poetas Gregory Corso y Gary Snyder, el novelista John Clellon Holmes y el loco de tiempo completo Neal Cassady […]. Todos coincidían en una profunda insatisfacción ante el mundo de la posguerra, creían que urgía ver la realidad desde una perspectiva distinta y escribir algo libre como las improvisaciones del jazz, una literatura directa, desnuda, confesional, coloquial y provocativa, personal y generacional; una literatura que tocara fondo (21-22).

Sería injusto decir que José Agustín pretende hacer un estudio profundo de la Generación Beat, porque no es así. La cita anterior es, más bien, un fragmento de ocho páginas que el autor de De perfil dedica en su libro La contracultura en México al movimiento que nos ocupa. José Agustín habla de la Generación Beat (así como de los pachucos, los existencialistas y los hippies) como una forma de establecer las bases que permitieron, a su juicio, la existencia de un movimiento contracultural en México. Por lo tanto, las líneas que dedica al tema solo bordean la superficie y no podemos objetarle la falta de información porque, evidentemente, se trata de generalidades. Sí se echa de menos, sin embargo, que José Agustín solo mencione a unos cuantos escritores beats.

A lo largo de su disertación, solo menciona a 17 escritores (recordemos que el promedio es 70). Y no es que cualquier escrito sobre la Generación Beat deba tener una lista de los todos los miembros, pero sí sería deseable que al menos se mencionara el número aproximado. Si bien José Agustín menciona a 17, el énfasis siempre recae en los tres principales, cuyos nombres ya supondrá el lector. Desconozco las razones por las cuales el escritor acapulqueño no mencione que, aparte de la Santa Trinidad de la Generación Beat, hay muchos miembros más de este movimiento. Lo que me queda claro es que el lector podría quedarse con la impresión de que la Generación Beat fue un movimiento literario que tuvo pocos miembros. José Agustín es un escritor apreciado por los jóvenes lectores y, a pesar de hallarse del lado rebelde de la literatura, su palabra pesa en la intelectualidad oficial, en donde se reconoce que William Burroughs, Jack Kerouac y Allen Ginsberg son los tres miembros más importantes (y tal pareciera que únicos) de la Generación Beat.

No he querido culpar a José Agustín del hecho que he intentado manifestar en estas líneas. Pienso que sus intenciones al escribir sobre la Generación Beat en su libro La contracultura en México son bien distintas. Lo tomo como ejemplo para mostrar que las verdades construidas en la literatura, así como en política, regulan el pensamiento de las personas y, por lo tanto, las prácticas con las que se desenvuelven en la sociedad. Para cualquiera que se acerque a algún libro de cualquier escritor beat, resultará claro que se trata de una literatura antiintelectual, anticonvencional, antisistema, antivalores tradicionales de la sociedad gringa de mediados del siglo pasado, anticapitalismo, anticonsumismo. Se trata, más bien, de una literatura que refleja un estilo de vida en donde la sexualidad (incluidas las relaciones entre personas del mismo sexo) se disfruta sin tapujos, sin el discurso represor de la moralidad cristiana; en donde el consumo de sustancias para alterar la conciencia es visto como una práctica no para escapar de la realidad, sino para aumentarla; en donde hay un constante rechazo del mundo laboral porque esclaviza al ser humano; en donde el vagabundo es visto como un ser en busca de libertad; en donde no hay un culto al dinero; en donde la religiosidad se expresa en el mundo cotidiano (bien decía Ginsberg que todo es sagrado) y no en el falso discurso redentor de los sacerdotes en la misa dominical; en donde el matrimonio es antinatural al ser humano, y no la base de la felicidad; en donde el ser humano no busca acumular riquezas a costa de los demás, sino que reconoce que no se necesita mucho dinero para ser feliz, entre otros preceptos.

En pocas palabras, y a pesar de algunas posturas de ultraderecha que mostró Kerouac en sus últimos años, los escritores de la Generación Beat, como decimos en México, “estaban gruesos”. No es de extrañar que los hippies (la generación juvenil que los precedió) los hayan tomado como base para construir su ideología de amor, paz, ecologismo, revolución, liberación sexual y expansión de la conciencia. No resulta difícil concluir que estos escritores representaron una amenaza para la estabilidad del sistema. Y el sistema, como acostumbra en estos casos, construye, a través de los medios a su disposición, «verdades» que intentan ningunear, acallar, anular, vilipendiar, denostar y extinguir las voces en su contra, como sin duda lo fueron los libros de los escritores beats.

En su tiempo, los medios oficiales de Estados Unidos los tachaban de drogadictos, homosexuales, vagabundos sin oficio ni beneficio, rebeldes sin causa e, incluso, de criminales. Todos estos motes, evidentemente, se usaban en el peor de los sentidos. Si los beats irrumpieran en el México de hoy, seguramente serían circunscritos en la categoría de chairos, locos, marihuanos, vagos, ninis, etc.

Y ya que hablamos de México, las vacas sagradas de la cultura oficial mexicana de la segunda mitad del siglo xx y lo que va del xxi siempre han considerado sus libros como subliteratura. Los beats, sean tres o 70, en los hechos, no son incluidos en antologías (salvo en las temáticas, claro); no se imprime mucha tinta en hablar de ellos; no merecen pertenecer a la categoría de «grandes escritores». Son, más bien, una moda literaria que influyó en las mentes débiles de los jóvenes contestatarios de la segunda mitad del siglo pasado; un grupo de escritores que no merecen ser leídos porque sus vidas no fueron «ejemplares»; un colectivo dionisiaco que debe ser extinguido por su rechazo a la moral y a las buenas costumbres de la sociedad burguesa y la clase dominante de la época en que les tocó vivir que, a punto de finalizar la segunda década del siglo xxi, siguen siendo, en esencia, las mismas.

¿Por qué cuando se habla de los beats casi siempre se menciona solo a tres de sus miembros?; ¿por qué las revistas académicas y especializadas no hablan del tema? Comprendo que los intereses de algunos académicos e intelectuales no sean los mismos que los del autor de estas líneas, pero, ¿por qué no hay muchos ensayos sobre los beats como sí los hay de Octavio Paz, Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, William Shakespeare, Marcel Proust y Johann Wolfgang von Goethe?; ¿será por la necesidad de extinguir su voz para preservar el establishment de la cultura oficial?; ¿será porque, efectivamente, no son tan buenos como los escritores que acabamos de mencionar?; ¿será porque esta verdad construida conviene a los intereses de las mafias culturales impuestas desde las clases altas?; ¿será porque los recitales de los poetas alabados por la academia nunca han estado tan concurridos como el célebre recital en la Six Gallery de San Francisco en donde Allen Ginsberg leyó «Aullido» por primera vez?

Por otro lado, ¿necesitarán los beats el reconocimiento de la academia?; ¿los lectores necesitaremos ensayos escritos por «intelectuales» que nos «expliquen» sus obras?; ¿serán necesarias tesis doctorales sobre los beats que solo leen los tutores del doctorando?; ¿o ensayos en revistas especializadas dirigidas a la misma comunidad académica y fuera del alcance de los lectores?; ¿no será mejor permanecer fuera de ese discurso?; ¿no será mejor estar del lado de las letras rebeldes (aunque eso no quiera decir que no disfrutemos de la obra de los «grandes escritores»)?; ¿no será mejor pelear a la contra?; ¿no será mejor tener una actitud francamente valeverguista ante las actitudes de la academia?; ¿una actitud francamente beat?

No pretendo responder las preguntas anteriores. Creo, más bien, que para criticar algo (una actitud, una «verdad», un discurso, una opinión o creencia generalizada) es necesario conocerlo. Tampoco es mi intención desvalorizar las opiniones de la academia en contra de la Generación Beat porque, finalmente, forman parte de todo el conjunto de juicios formulados alrededor de este grupo. No hay que casarse con una valoración en particular, sino cotejarla con otras (a favor y en contra), y con la propia, para tener un dictamen más completo, más informado. Mi propósito ha sido, en todo caso, mostrar que ciertas «verdades» son construidas pero que no necesariamente son ciertas, como es el caso de algunas cosas que se dicen sobre la Generación Beat.

Para terminar, tomemos en cuenta que William Burroughs, Jack Kerouac y Allen Ginsberg son los tres escritores más visibles de este movimiento literario, pero no los únicos. Al lector interesado en un compendio más completo de los miembros de la Generación Beat, lo remito a los libros mencionados anteriormente y al artículo «Lo que se ignora de la Generación Beat» de José Vicente Anaya, publicado en Círculo de Poesía. Revista electrónica de literatura, que puede consultarse en la red. Valdría la pena echarle un ojo a estos textos no para tener una visión más completa de la Generación Beat, pero sí menos sesgada. Finalmente, para quien realmente desee tener un juicio propio en torno a los escritores beats, existe una necesidad de conocer más de lo que se muestra en la superficie, más de lo que dice la academia y, definitivamente, conocer la obra de más escritores de este movimiento literario que cimbró las estructuras de la ideología dominante en los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo xx. Y ya con esos elementos en mano, ahora sí, que el lector decida y tome partido.

Obras citadas:

Agustín, José. La contracultura en MéxicoLa historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas. México, DF: Random House Mondadori, 2006.

Anaya, José Vicente. «Lo que se ignora de la Generación Beat». Círculo de poesía. Revista electrónica de literatura. 2013.

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Elegía por Jack Kerouac, de Parménides García Saldaña, en el 50 aniversario luctuoso del escritor beat

sábado, octubre 26th, 2019

El siguiente texto fue publicado por Parménides García Saldaña, meses después de la muerte de Jack Kerouac. El autor de On the road, biblia de toda una generación, falleció el 21 de octubre de 1969 a los 47 años de edad, debido a una hemorragia interna provocada por su prolongado alcoholismo.

“Habla de México, de sus viajes, de sus impresiones del paisaje, de las indias mexicanas que le parecen las mujeres más bellas de la tierra. Para Kerouac son dioses y diosas prehispánicas en el siglo XX. Kerouac viene a la Ciudad de México y busca mariguana en las ciudades perdidas, y va a buscar peyote en Chihuahua…”, rememora Parménides.

Ciudad de México, 26 de octubre (BarbasPoéticas).- El siguiente texto fue publicado por Parménides García Saldaña, meses después de la muerte de Jack Kerouac. El autor de On the road, biblia de toda una generación, falleció el 21 de octubre de 1969 a los 47 años de edad, debido a una hemorragia interna provocada por su prolongado alcoholismo.

“Descansa en paz. En el camino dejaste flores, incienso, tu vida, fuiste un ángel y moriste como humano. A un pueblo le enseñaste que para creer en Dios se necesita algo más que decírselo en una moneda de dólar. Buen Salvaje viviendo entre los bosques, ahora estás en el lugar donde habitan tus amigos. Estás al lado de Charlie Parker, Leadbelly. Viviendo en el paraíso que imaginó tu cerebro entre sueños”, apunta el autor para homenajear al escritor beat.

A continuación, te presentamos el texto íntegro, publicado el 17 de diciembre de 1969 en La Cultura en México.

***

EL 21 de octubre de este año murió en San Petesburgo, Florida, Estados Unidos, Jack Kerouac a los 47 años. Jack Kerouac o Jack Kaira o Jafck Heap of Stones o Jack Cornwall o Kairn Wal o Jack Kernuac o Jack Kerr fue uno de los actores principales del movimiento beatnik. Fue uno de los filósofos más lúcidos del movimiento y el cronista. Fue el filósofo de la Beat Generation, el acadé­mico del lenguaje beatnik. Profeta de estos tiempos, los nuevos tiempos de la sociedad norteamericana. Hoy, sus novelas están viviéndose en todas las ciudades, las calles de Estados Unidos de América. Hoy, el mundo de las novelas de Jack lo están viviendo los diggers, hippies, yippies de todo el mundo, incluyendo nuestra generación misticosicodélica que quiso hacer un Tíbet en la Sierra Mazateca, allá en Huautla.

Donde crece la carne de Dios para purificar el alma y los corazones de los hippies autóctonos, que buscan a Dios a través de las enseñanzas de Buda o Cristo o de cualquiera de los swamis o simplemente a través de intoxicarse con una droga para que la mente se abra a las percepciones cósmicas, el saber ontológico. Hoy, los onderos de México leen los “Vedas”, buscan el “Karma”, la naturaleza verdadera de todo, seguir rectamente los principios del “Dharma”; generación que busca el camino de Buda y en vez de hablar sobre la verdad, entrega flores; y camina por las carreteras de México, con la V de la paz y el triunfo del futuro en las manos; estudiando los “tatwas”: el Universo visible corno el invisible no es más que el efecto del éter.

Hay siete vibraciones del éter, los “Tatwas” son “Prithvi” (el cuerpo), “Apas” (el cuerpo astral), “Tejas” (la mente inferior), “Vayu” (cuerpo causal superior), “Akash” (el retorno al estado primitivo), “Anupadaka” y el “Adi Tatwa”. (Principio eterno del inundo divino). Muchachitos no mayores de 20 años tratando de descifrar la “Tabla de Esmeralda” de Hermes Trimégisto; leyendo los libros esotéricos de Eliphás Levi, buscando la paz interior en la posición de los planetas, aprendiendo astrología para llegar a Dios, viajando en ácido o en mariguana o en peyote para que Dios les conceda una entrevista y les sean revelados los secretos, las palabras del absoluto. Buscando la iniciación camino a Huautla. Tal vez alguno sea  un Rama o Krishna o Hermes o Moisés u Orfeo o Cristo llegando a la Tierra Prometida. Y muchachitas que para escuchar la palabra de Dios dejan sus casas y se visten como pordioseras siguiendo los principios de la humildad y la caridad y también van en busca de la palabra, la purificación porque esta ciudad las ha contaminado, ensuciado su alma y corazón. Y ellos y ellas quieren vibrar a ritmo del Universo y transmitir a todos su limpieza.

He aquí los personajes de las novelas de Jack Kerouac, quien con Allen Ginsberg, William Burroughs, Gregory Corso, Jack Cassidy, Lawrence Ferlinghetti, Alan Watts, fundó la Sociedad Beat, pequeña comunidad que originó a la Hip. Padre del vocablo Hipster, de donde se derivó hippie. Quien usó la forma del haiku por primera vez en tierra norteamericana, para expresar sus estados místicos, y habló de “Los Vagabundos del Dharma” que opusieron una religión a otra, para buscar una verdad que se había perdido entre el cemento, la soledad de las grandes ciudades norteamericanas.

Jack Kerouac fue quien le enseñó a George Harrison el camino hacia la India, la búsqueda a los Beatles de los gurús. Quien a Bob Dylan le dio la decisión necesaria para ir al Camino y vagar por Estados Unidos: ir a New Mexico, Colorado, Texas, Ohio, Oklahoma, buscando su vida, ver cómo vivía la gente y qué buscaba la gente en la vida; y enfrentar una realidad personal a una realidad colectiva y vacía, de gente muy segura de sí misma.

Cuando Jack Kerouac se lanzó al camino, nadie preveía que con su modo de vida, iba a provocar una de las revoluciones más singulares del siglo XX. Que con sus libros iba a anticipar un modo de vida que ahora es de cientos de miles de jóvenes norteamericanos, ingleses; y en menor escala, en otras partes del mundo, incluyendo a México.

Recuerdo cuando entré a una librería y vi En el camino, novela de Jack Kerouac. Me gustó mucho el título. No suponía de lo que trataba. Leía entonces literatura norteamericana, pero fresa: Hemingway, Faulkner, Salinger, Fitzgerald. No sabía de la existencia de la Beat Generation. Compré On the road, editada en español por la editorial Losada.

En parte, me identifiqué con el modo de vida de la novela. Yo había querido vivir así, recorriendo calles, ciudades, pueblos, ir de aquí para allá, buscando…  ¿qué? Algo, cualquier cosa, pero ver y escuchar a la gente. Ver mi país, ver otros países. Ir en busca de mí mismo, en el camino sólo lo encontraría.

La ciudad de México me asfixiaba, me asfixiaba ir a la escuela, las amistades que tenía vivían con moldes, trataban cautamente de que yo también tuviera un molde. Más que leer, quería ver la vida. Pero tenía miedo de ir al camino. Por otro lado, durante cierto tiempo –en mi breve vida de estudiante universitario– la política consumió mi vida, más teórica, que práctica. Y tenía problemas de conciencia para no mandar todo al diablo, ir al camino. Estar en el camino. Tenía amigos muy solemnes que eran sabios que sólo habían viajado de su tierra natal a la ciudad de México, en ómnibus y realmente, su vida, carente de interés, me aburría.

Cuando leí On the road fue una revelación. Un mundo se revelaba frente a mí, en cada página hallaba algo. Descubría un mundo lejano, pero intensamente vital. Veía a mi país con otros ojos. A Estados Unidos con otros ojos, sin gafas. A los 18 años había hecho mi primer viaje solo a Estados Unidos en busca de una nena, New Orleans y la tumba de Willams Faulkner en Oxford, Mississippi. Regresé con una pésima impresión de mi amiga, con un amorsísimo a New Orleans y con un librito de John Faulkner, My Brother Bill, sobre la vida de Williams Faulkner. Regresé porque me dio una horrible paranoia que hizo que allá en Estados Unidos no hablara con nadie, no confiara en nadie, ni siquiera para pedir una hamburguesa o una coke.

¿Qué encuentro en On The Road? a los “swingers” que viajan por Estados Unidos, en camiones de carga, en trenes de carga, en coches viejos, en busca de las chicks para hacer el amor; que van a San Francisco para escuchar a Shearing, Young, Charles; que hablan de lo grandioso que era Charlie Parker y lloran escuchando los discos de Billie Holliday. Ellos que en los sótanos de Frisco escuchan a los negros que tocan jazz, que buscan a las chicks para buscar una revelación divina en el amor físico y se entregan a la búsqueda de la verdad a través de la morfina, la mariguana, el peyote; y establecer así un mundo subjetivo, aislado, fuera de la sociedad norteamericana preocupada por los coches, los refrigeradores, la casa, olvidada de que el amor es comunión. Los Beatniks son los outsiders que tratan de vivir cada instante de su vida, en oposición del mundo square que trata de olvidar cada instante de su vida. En un inundo de opulencia, los beatniks viven como los negros. Se unen a ellos: son los primeros blancos que a través del jazz rompen la barrera racial, que, como los negros, practican el amor “Libre”. En el camino, “con mariguana, amor, música”. Sin dinero, con los pantalones de mezclilla y los huaraches y la camisa de obrero y los cabellos sucios del polvo del camino y la barba larga en la que está el tiempo andado en el camino.

Y Jack Kerouac habla de México, de sus viajes, de sus impresiones del paisaje, de los indios mexicanos, de las indias mexicanas que le parecen las mujeres más bellas de la tierra. Para Kerouac son dioses y diosas prehispánicas en el siglo XX. Y Kerouac viene a la ciudad de México y busca mariguana en las ciudades perdidas, y va a buscar peyote en Chihuahua. Teoría es práctica, y vida es literatura. Y sus novelas es un mundo limitado a la experiencia: pero esa experiencia se proyecta hacia el futuro, anticipa el mundo que ahora está en crisis.

Pero, para mí, una novela de Kerouac es más valiosa que cualquier novelista mexicano, muy bien escrita, que habla de un mundo aburrido de tan dicho, de tan, después de todo, folk. Jack Kerouac fue un profeta que anduvo en el camino y habló de lo que vio, sintió, aprendió. Para que hoy, muchos, sin saberlo lo estén viviendo. Y para que muchos, recapaciten sobre la obra que llamaron de quinta categoría y vean que no les ha quedado otra cosa que seguir las huellas de Jack Kerouac, en el camino. Y que lo que vean y oigan y aprendan y escriban, Kerouac ya le dijo.

Para la literatura norteamericana es muy importante la Beat Generation, no sólo porque creó un estilo de decir las cosas diferentes, que influyó en los jóvenes que ahora escriben canciones de rock, sino porque, por primera vez en el siglo XX, se da una Generación de Escritores que, como los surrealistas, fundaron y crearon un movimiento. Beat Generation no es un nombre, es una generación de “outsiders” que empezó a vivir al ritmo intenso del jazz, que habló, gritó y aulló para que una generación posterior de jóvenes despertara del sueño norteamericano.

Los Beatniks dejaron las universidades, buscaron en los sótanos de Brooklyn y Harlem a los negros que tocaban jazz, fueron a New Orleans para surtirse de la heroína que llegaba en los barcos extranjeros; a la realidad general norteamericana sobrepusieron una subjetiva de pesadillas, éxtasis, alucinaciones, locura. Amor loco a la música de los negros, amor loco al amor físico, amor loco a la locura.

Con su locura iniciaban la resurrección de un pueblo que para Allen Ginsberg era Moloch. Moloch, Dios de la Sociedad Norteamericana.

Los Beatniks eran sólo una pequeña sociedad, una secta que no representaba nada a los ojos de la limpia sociedad norteamericana. Una secta que era una moda más. Locos que venían de los bohemios de todos los tiempos. Buscando onda en los subterráneos. Las celdas del cerebro sacudidas por jazz, sexo, droga. Blancos perseguidos por blancos, encarcelados por delitos contra la salud. Encarcelados porque con su actitud vital derribaban una sociedad cuya higiene descansaba en el trabajo. Eran encarcelados por vagancia, suciedad. Porque eran todos los nihilistas del mundo desfilando –suéters de Oaxaca, Huaraches de Durango– por las grandes avenidas de Chicago, New York, San Francisco. Los buenos salvajes que obtenían revelaciones místicas en las terminales de la GreyHound, en los trenes de carga que pasaban por Camarillo, donde Charlie Parker estuvo loco y fue vuelto a la normalidad; en las carreteras entre el Desierto Mexicano.

Beatniks amando nuestro país, la cultura pre­hispánica, el mundo mágico indígena, antes que nosotros. Obteniendo visiones en Colombia o Perú. Buscando a través del Zen a Dios. Hoy Gurús de los Hippies y Yippies y Diggers que se asocian en los festivales de música pop, para que la Sociedad Norteamericana se dé cuenta que algo está cambiando, que cientos de miles de jóvenes norteamericanos son ahora la consecuencia de Dean Moriarty, Carlo Marx, Sal Paradise, Old Bull Lee, Marylou, Camille Moriarty, Mardou Fox, Fran Carmody, Rosie Buchanan, Maggie Cassidy: esos vagabundos solitarios que en la década pasada, empezaron a buscar a Dios y al hombre, a través de otros conceptos muy alejados del American Way Of Life. Personajes de las novelas de Jack Kerouac: On The Road, Tho Dhorern Bums, Maggie Cassidy, The lenesone Traveller, The sub terraneans.

Jack Jorouac; descansa en paz. En el camino dejaste flores, incienso, tu vida, fuiste un ángel y moriste como humano. Fuiste un hipster que le dijo a Allen Ginsberg cómo Aullar. Que aprendiste mucho de Jack Cassidy y de Buda también. A un pueblo le enseñaste que para creer en Dios se necesita algo más que decírselo en una moneda de dólar. Buen Salvaje viviendo entre los bosques, ahora estás en el lugar donde habitan tus amigos. Estás al lado de Charlie Parker, Leadbelly. Viviendo en el paraíso que imaginó tu cerebro entre sueños. Kerouac modern cat. Daddy of cats and chicks. Craziest! Old Man Mose is dead. But Kerouac get ahead.

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