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Los Boomers, quienes laboran a alturas que te pondrían los pelos de punta, protagonizan El puente

sábado, marzo 16th, 2019

Después de leer El puente es imposible pasar ante grandes construcciones y no preguntarse cuántos obreros quedaron lisiados, cuántos dejaron la vida en algún accidente mortal, cuántos más ganaron pequeñas fortunas.

Por Miguel Ángel Moncada Rueda

Ciudad de México, 16 de marzo (Langosta Literaria/SinEmbargo).– Escribir historias que a ojos de otros parecerían menores y tratarlas de tal manera que lo humano y colosal surja es lo que ha hecho a Gay Talese merecer el puesto que ocupa como uno de los grandes del periodismo literario. Fiel a esta consigna, El puente (publicado en inglés en 1964 y por primera vez traducido al español) nos adentra en la construcción del que fuera en su momento el puente más grande del mundo: el Verrazano-Narrows, que une Brooklyn con Staten Island, en Nueva York.

Detrás de esa proeza de la arquitectura y la ingeniería que se terminó a finales de 1964 hay miles de historias que hubieran pasado desapercibidas si Talese no se hubiera dedicado a indagarlas. La construcción de una obra de tal magnitud cambió, para empezar, la vida de todos aquellos que tuvieron que dejar sus hogares que iban a ser derruidos por estar en el sitio planeado para construir dicho puente. Entre los afectados se encontraban una pareja de amantes, una guapa morena de ojos color olivo, un viejo inmigrante italiano y varios cientos de personas más que o bien vieron mejorar sus existencias con el cambio o jamás se recuperaron de la melancolía de dejar sus antiguas casas. Sin embargo, los verdaderos protagonistas del libro son los boomers, aquellos trabajadores que recorren incansablemente Estados Unidos en busca del último boom de la construcción. Suelen ser tipos duros y robustos, trabajan de manera ardua durante el día, usualmente a alturas que a cualquiera le pondrían los nervios de punta y gastan las noches entre bares de copas y juegos de cartas, para al siguiente día retornar a sus labores con extrema puntualidad. La mayoría de ellos ven a sus esposas e hijos los fines de semana, y ganan enormes cantidades de dinero que de otra forma difícilmente ganarían. Estos obreros incansables y osados están contagiados por la fiebre del movimiento, una especie de vértigo que los obliga a viajar de una ciudad a otra, tan pronto sienten que una obra se está terminando. Son auténticos aventureros, una especie de descendientes de aquellos vaqueros del Viejo Oeste que conservan el ímpetu de la fuerza y de lo salvaje aún en tiempos de grandes urbes.

Entre ellos las cosas no son fáciles, hay una jerarquía bien establecida con base en el trabajo duro y en los conocimientos adquiridos después de años de trabajar en la construcción de grandes obras. Cada uno de estos boomers se integra a un equipo con una función determinada y esencial para que todo funcione como los engranes de una máquina bien aceitada. La competencia entre equipos es feroz, cada uno de ellos se esfuerza en ser el más productivo, y ninguno quiere ser el rezagado. Ser improductivo no está en la sangre de estos orgullosos hombres. Lo suyo es el levantar grandes estructuras y arriesgar la vida en ello, siempre con buen ánimo y optimismo, sobre todo cuando se trabaja a cientos de metros de altura.

Lo que Talese nos muestra es que detrás de la construcción del Verrazano-Narrows hay verdaderas historias de valentía de cuya esencia se nutre la civilización. Después de leer El puente es imposible pasar ante grandes construcciones y no preguntarse cuántos obreros quedaron lisiados, cuántos dejaron la vida en algún accidente mortal, cuántos más ganaron pequeñas fortunas. Esta crónica brillante es un retrato del espíritu de aquellos hombres invisibles que trabajaron y que aún trabajan con gran intensidad para edificar los grandes monumentos de la arquitectura e ingeniería, ya sea el puente Verrazano-Narrows o cualquier otra gran obra moderna.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE LA LANGOSTA LITERARIA. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Netflix anuncia el documental “Voyeur”, sobre el controvertido libro de Gay Talese

sábado, septiembre 2nd, 2017

El motel del voyeur: El esperado y controvertido libro del “maestro del periodismo”: una historia increíble y real que abre un debate ético. Ahora, Netflix prepara una película.

Ciudad de México, 2 de septiembre (SinEmbargo).- “Un reportaje magnífico, escrito a lo largo de décadas, sobre un tipo que adquirió un motel en Denver para espiar a sus clientes mientras mantenían relaciones sexuales. Un reportaje de suspense donde ambos, el voyeur y el periodista, parecen rondar el delito”, escribió Elvira Lindo, en El País.

Se refería así a el esperado y controvertido libro del “maestro del periodismo”: una historia increíble y real que abre un debate ético.

Poco antes de la publicación de La mujer de tu prójimo, Gay Talese recibió una carta de un misterioso hombre de Colorado que le hacía partícipe de un secreto sorprendente: había comprado un motel para dar rienda suelta a sus deseos de voyeur. En los conductos de ventilación había instalado una “plataforma de observación” a través de la cual espiaba a sus clientes.

Talese viajó entonces a Colorado, donde conoció a Gerald Foos y pudo comprobar con sus propios ojos la veracidad de la historia. Además, tuvo acceso a algunos de sus muchos diarios: un registro secreto sobre el cambio producido en las costumbres sociales y sexuales de su país. Pero Foos había sido también testigo de un asesinato y no lo había delatado.

Sin embargo, poco después, Gay Talese declaró: “Yo no voy a promocionar mi libro. ¿Cómo podría si su credibilidad acaba de quedar en la basura?”.

Gay Talese desacredita su próximo libro ‘El motel del voyeur’ y después lo defiende desacreditándose a sí mismo. Foto: eldiario.es

“Gerald Foos no es de fiar. Es un hombre deshonesto, totalmente deshonesto”, contestó airado el autor.. “ Hice lo que pude en este libro, pero puede que no fuera suficiente”. Las teorías han brotado como hongos por Internet y muchos escépticos dudan de que el padre del Nuevo Periodismo cometiese tal error de principiante y no investigase más sobre Foos en los años siguientes. También critican la torpeza de los fact-checkers del New Yorker, que asumieron la veracidad del artículo solo por tratarse de un tótem como Talese. 

Ante el estallido inesperado de la bomba, el periodista optó al principio por presumir de profesionalidad y boicotear su propio libro a menos de dos semanas del debut. Una decisión honesta para otros, aunque no puedan decir que este capítulo negro vaya a derrumbar las ventas.

PERO NETFLIX INTENTA HACER UNA PELÍCULA

La plataforma digital Netflix prepara un documental sobre el controvertido libro “Voyeur’s Motel” del periodista estadounidense Gay Talese, informó hoy el medio especializado Variety.

Figura y emblema del “nuevo periodismo”, Talese publicó en 2016 un libro que relataba las supuestas escenas, mayoritariamente sexuales, que contempló Gerald Foos, el antiguo propietario de un motel de Colorado (EE.UU.) que espiaba a sus inquilinos.

Sin embargo, una investigación posterior del diario Washington Post reveló incoherencias que cuestionaban la veracidad de lo narrado por Talese, lo que desató una notable polémica en el mundo editorial y llevó al autor a revisar su investigación y su libro.

El documental se titulará “Voyeur” y se estrenará en octubre en el Festival de Cine de Nueva York antes de pasar a formar parte del catálogo de Netflix.

El documental se titulará “Voyeur” y se estrenará en octubre en el Festival de Cine de Nueva York. Foto: efe

“Es un honor increíble ser capaces de añadir el nuevo capítulo de esta fascinante historia. El Festival de Cine de Nueva York es el lugar perfecto para estrenar este filme sobre el legendario periodista neoyorquino Gay Talese. Y estamos muy emocionados de lanzar ‘Voyeur’ globalmente con Netflix”, señalaron los directores del documental, Myles Kane y Josh Koury.
Netflix también anunció hoy que prepara un documental sobre otra periodista de renombre, la estadounidense Joan Didion.

LECTURAS | “El motel del voyeur”, de Gay Talese

sábado, marzo 4th, 2017

Alfaguara publica el nuevo reportaje de Gay Talese, El motel del voyeur, donde narra la inquietante historia de un hombre que que adquirió un motel para espiar a sus clientes mientras mantenían relaciones sexuales

Ciudad de México, 4 de marzo (SinEmbargo).- “Un reportaje magnífico, escrito a lo largo de décadas, sobre un tipo que adquirió un motel en Denver para espiar a sus clientes mientras mantenían relaciones sexuales. Un reportaje de suspense donde ambos, el voyeur y el periodista, parecen rondar el delito”, escribió Elvira Lindo, en El País.

Se refería así a el esperado y controvertido libro del “maestro del periodismo”: una historia increíble y real que abre un debate ético.

Poco antes de la publicación de La mujer de tu prójimo,Gay Talese recibió una carta de un misterioso hombre de Colorado que le hacía partícipe de un secreto sorprendente: había comprado un motel para dar rienda suelta a sus deseos de voyeur. En los conductos de ventilación había instalado una “plataforma de observación” a través de la cual espiaba a sus clientes.

Talese viajó entonces a Colorado, donde conoció a Gerald Foos y pudo comprobar con sus propios ojos la veracidad de la historia. Además, tuvo acceso a algunos de sus muchos diarios: un registro secreto sobre el cambio producido en las costumbres sociales y sexuales de su país. Pero Foos había sido también testigo de un asesinato y no lo había delatado.

Por cortesía de Alfaguara transcribimos un fragmento de El motel del voyeur, de Gay Talese

Gay Talese desacredita su próximo libro ‘El motel del voyeur’ y después lo defiende desacreditándose a sí mismo. Foto: eldiario.es

Uno

Conozco a un hombre casado y con dos hijos que hace muchos años se compró un motel de veintiuna habitaciones cerca de Denver a fin de convertirse en su voyeur residente.

Con la ayuda de su esposa, practicó unos agujeros de forma rectangular en los techos de una docena de habitaciones; cada uno medía quince por treinta y cinco centímetros. A continuación, cubrió las aberturas con unas lamas de aluminio de celosía que simulaban rejillas de ventilación, pero que en realidad eran conductos de observación que le permitían, mientras estaba arrodillado o de pie en el suelo del desván cubierto por una gruesa moqueta, bajo el tejado a dos aguas del motel, ver a los huéspedes de las habitaciones de abajo. Estuvo observándolos durante décadas, al tiempo que llevaba un diario en el que anotaba casi cada día lo que veía y oía. Y durante todos esos años, nunca lo pillaron.

No había oído hablar de ese individuo hasta el día en que recibí una carta escrita a mano, enviada por correo exprés y sin firma, fechada el 7 de enero de 1980 y remitida a mi casa de Nueva York. Comenzaba así:

Querido señor Talese: Tras enterarme de la publicación de su muy esperado estudio sobre el sexo a lo largo y ancho del país, que se incluirá en su libro de próxima aparición La mujer de tu prójimo, me considero poseedor de una importante información que podría formar parte de ese libro o de otro futuro.

Seré más concreto. Desde hace quince años soy el propietario de un pequeño motel de veintiuna unidades situado en el área metropolitana de Denver, y al tratarse de un establecimiento de clase media, ha atraído a gente de lo más variopinto y ha tenido como huéspedes a una muestra enormemente representativa de la población estadounidense.

Compré este motel para satisfacer mis tendencias de voyeur y mi irresistible interés por todas las fases de la vida de la gente, tanto social como sexualmente, y para responder a la antiquísima pregunta de “cómo la gente se comporta sexualmente en la intimidad de su dormitorio”.

A fin de lograr ese objetivo, compré este motel y lo dirigí yo mismo, desarrollando un método infalible para poder observar y escuchar las interacciones de las vidas de diferentes personas sin que se enteraran de que eran observadas. Lo hice tan solo por mi ilimitada curiosidad acerca de la gente, y no únicamente como si fuera un voyeur perturbado. Es algo que he hecho durante los últimos quince años, y he llevado un diario escrupuloso de la mayoría de individuos que he observado, compilando interesantes estadísticas sobre cada uno: qué hacían, qué decían, sus características individuales; edad y complexión; región de procedencia, y comportamiento sexual.

Estos individuos eran de condiciones sociales y profesiones diversas. El hombre de negocios que lleva a su secretaria a un motel a mediodía, algo que generalmente se clasifica como “de casquete rápido” en el gremio de moteleros.

Parejas casadas que viajaban de un estado a otro, ya fuera por negocios o vacaciones. Parejas que no estaban casadas pero vivían juntas. Mujeres que engañaban a su marido y viceversa. Lesbianismo, del que llevé a cabo un estudio personal debido a que cerca del motel se encuentra un hospital del ejército de los Estados Unidos en el que trabajan numerosas enfermeras y miembros femeninos del ejército. Homosexualidad, que no me interesaba mucho pero que observé.

Los años setenta, sobre todo su parte final, trajeron otra desviación sexual llamada “sexo en grupo”, que observé con gran interés.

Casi todo el mundo clasifica las prácticas precedentes como desviaciones sexuales, pero puesto que hay una gran proporción de gente que las practica de manera habitual, deberían reclasificarse como inclinaciones sexuales. Si los investigadores sexuales y la gente en general poseyeran la capacidad de indagar en las vidas privadas de los demás y ver cómo practican y llevan a cabo estas actividades, y pudieran determinar con exactitud el elevado porcentaje de personas normales que se entrega a estas así llamadas desviaciones, su opinión cambiaría de inmediato.

He visto expresarse casi todas las emociones humanas, con toda su tragedia y humor. Sexualmente hablando, durante estos últimos quince años he presenciado, observado y estudiado de primera mano el mejor sexo entre parejas, espontáneo, no de laboratorio, y casi todas las demás desviaciones concebibles.

El principal objetivo a la hora de proporcionarle esta información confidencial es la creencia de que podría ser muy valiosa para la gente en general y para los investigadores del sexo en particular. Además, durante mucho tiempo he querido contar esta historia, pero no tengo talento suficiente, y me da miedo que me descubran. Espero que esta fuente de información pueda ayudarle a añadir una perspectiva adicional a sus otras fuentes en la elaboración de su libro o libros futuros.

Si no le interesa esta información, quizá podría ponerme en contacto con alguien que pudiera utilizarla. Si está interesado en obtener más datos o le gustaría inspeccionar mi motel y sus actividades, por favor escríbame al apartado de correos que adjunto o notifíqueme cómo debo ponerme en contacto con usted.

De momento no puedo revelar mi identidad a causa de mi negocio, pero se la revelaré cuando me asegure que esta información será completamente confidencial. Espero que me responda. Gracias. Atentamente, A/A del Titular del Apartado Apartado 31450 Aurora, Colorado 80041

Tras recibir esa carta, la dejé en reserva unos cuantos días, sin saber muy bien cómo responder, ni si debería hacerlo. Me inquietaba profundamente que ese hombre hubiera violado la confianza de sus clientes e invadido su intimidad. Y al ser un escritor de no ficción que insiste en utilizar nombres auténticos en mis libros y artículos, supe enseguida que no aceptaría esa condición de anonimato, aun cuando, tal como sugería su carta, el remitente tuviera poca elección.

Para evitar la cárcel, además de las probables demandas que podrían llevarle a la bancarrota, debía proteger la intimidad que había negado a sus huéspedes. Y alguien así, ¿podía ser una fuente fiable? Sin embargo, mientras releía algunas de sus frases

ENTREVISTA | Gloria Steinem: He tenido que esperar muchos años a que nacieran mis mejores amigas

sábado, febrero 18th, 2017

Hablamos con la gran jefa del feminismo norteamericano sobre Hillary Clinton, maternidad, Black Lives Matter, Gay Talese y el estado de la cosa en cuestión. “Las expresiones populares feministas son algo bueno. Que Beyoncé cante con el rótulo “feminista” detrás es progresar”. “Es una lástima que no se conozca que a lo largo de nuestra historia más antigua las mujeres fueron viajeras por necesidad”

Por Lucía Lijtmaer, eldiario.es

Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo).- Nada en Gloria Steinem es corriente. Ni su infancia nómada, ni su intensa vida política ni, por su puesto, su autobiografía. El icono feminista estadounidense más importante de la década de los sesenta y setenta se planta con Mi vida en la carretera (Alpha Decay) ante un género que suele abundar en detalles serenos de una vida pública y le da la vuelta, optando por un ensayo personal sobre los viajes.

Si a la mujer se la relegaba al espacio doméstico, Steinem conquista la carretera. Como si fuera un nuevo libro de aventuras de Bruce Chatwin, lo importante es el viaje y la narración que deja. Así, la autora recorre Estados Unidos, India, los campus universitarios, las asambleas y las manifestaciones a vista de pájaro sobre su propia vida, dando a entender que ni el viaje ni la exploración vital son algo masculino. La carretera de Steinem devuelve una mirada intensa sobre las últimas décadas, reivindicando cuerpos y anécdotas que conforman el movimiento feminista.

–El libro trata el viaje y el espacio de viaje como un lugar de libertad. ¿Cómo se puede compaginar la carretera con el compromiso afectivo, el amor y la familia?

–Nunca lo pensé como algo absoluto, se trata de entenderlo para diferentes momentos de la vida y distintas épocas. Los seres humanos, a lo largo de la historia, hemos seguido a los animales en el viaje y el nomadismo, está en nuestra memoria celular. Con el paso del tiempo y la industrialización perdimos nuestra habilidad natural y el deseo de seguir las estaciones. No defiendo la vida nómada per se, pero sí tomarse un tiempo a lo largo de la vida para poder viajar, ya sea después del instituto, de la universidad, cuando sea. A ser posible, en nuestros propios países, para conocerlo. Y mejor aún si es sin planearlo. No planear es una virtud, no lo hacemos lo suficiente.

-Usted cita a Margaret Atwood: “Una mujer que se lanza sola a una azarosa expedición nocturna tiene muchas más posibilidades de acabar muerta, y mucho antes, que un hombre”. ¿Sabe de la polémica sobre los asesinatos de dos mujeres en Ecuador y la respuesta pública de #viajosola?

-No lo conocía pero no me sorprende, siempre nos ha pasado. Para la sociedad, si no está presente un hombre estás sola. Es una lástima que no se conozca que a lo largo de nuestra historia más antigua las mujeres fueron viajeras por necesidad, tenían que ir en busca de su familia. Eran los hombres los que se quedaban en casa. Para las mujeres, el viaje como opción personal es algo relativamente nuevo.

-Destina un capítulo a un viaje a India y cómo ese viaje con mujeres le hizo sentir que había que salir del aislamiento de lo individual. Si lo personal es político, ¿lo colectivo lo es más aún?

-No me parece necesario establecer una jerarquía, lo importante es realizar diferentes conexiones en momentos diferentes. Tradicionalmente, se ha entendido que los problemas de las mujeres son de tipo cultural, cuando se han reconocido, pero son políticos, como los de los hombres.

-Y también que la única manera de narrar el feminismo es a través de la historias de las narraciones personales.

-No solo el feminismo. Todos los verdaderos cambios políticos provienen de las narraciones personales: el movimiento en favor de los derechos civiles comenzó narrándose en primera persona desde las iglesias, lo mismo con los campesinos durante la Revolución China, hay multitud de ejemplos. Si no contamos nuestras cosas, no cambiamos nada. Lo que le pasa a uno y al resto es político. Entender eso es fundamental.

-Desmiente el enfrentamiento feminista por raza y clase, explicando que las mujeres durante el movimiento feminista se unían y que lo convertían en eslabones solidarios de una misma cadena. ¿Cree que sigue siendo así en Estados Unidos, en un momento de tensión tan grande en el que ha surgido Black Lives Matter?

-Es importante entender que son conceptos indisolubles e interrelacionados con el patriarcado. La sociedad patriarcal ha controlado los cuerpos de las mujeres para controlar la reproducción. Las mujeres siempre han sido de segunda categoría pero es muchísimo peor para las mujeres de una casta inferior o de otra raza, por ejemplo en India o las mujeres afroamericanas. Es un tema de control.

-Con respecto a Black Lives Matter, es importante recordar que es un movimiento fundado por tres mujeres. Me parece significativo que casi nadie lo sepa. En medio de todas las acusaciones y tanta violencia han logrado fomentar un movimiento inclusivo basándose en tres principios: compartir el amor, mantener el ego bajo control para realizar el mayor impacto posible y moverse a la velocidad de la confianza. Me parecen unos principios fantásticos y muy sabios, porque se trata de reglas abiertas y no jerárquicas.

-Usted narra una anécdota en la que una azafata prohibió a una mujer dar el pecho durante un vuelo. ¿Qué opina de que siga siendo un problema hoy en día, incluso en redes sociales?

-Siguen metiéndose con eso, ¿verdad? Es increíble. Mostrar un pecho es un acto normal, no tiene ningún sentido. Ojalá se metieran con la pornografía. La palabra “porno” proviene del griego, y significa dominación, a diferencia de “eros”, del placer erótico, que implica placer mutuo.

Un libro donde las mujeres viajan. Foto: Especial

-¿Le parece preocupante la presencia de pornografía en las redes?

Muchísimo. No abogo por la censura, pero sí por regularlo de alguna manera. Estamos dejando que entre en nuestras casas y que lo puedan ver niños. Hay fotos de menores realizando actos contra su voluntad, hay tráfico sexual. Y todo esto mientras la derecha aboga en Estados Unidos por prohibir la educación sexual en los colegios. ¿Cuál acaba siendo su sustituto para los jóvenes? La pornografía. Y eso es extremadamente peligroso.

-Usted defiende a Hillary Clinton en el libro, pese a las reservas que parece tener la opinión pública.

-En democracia no siempre logras el resultado que deseabas, pero al menos Hillary ha hecho que los puestos en los que ha estado hayan sido mejores gracias a ella. Me da rabia su situación, porque sufre la táctica de la derecha de ser atacada por sus virtudes y no sus debilidades. Y además lo consiguen: si se tienen en cuenta sus logros, es la más sincera en sus políticas, pero la siguen representando como a alguien que no es de fiar. Por otro lado, lleva tanto tiempo en la vida pública que eso le ha resultado contraproducente. No es algo que tenga que ver con el machismo: los medios premian a la novedad y penalizan la durabilidad. La verdad es que no sé cómo soporta el maltrato al que la someten.

-¿Qué opinión le merece de la explosión del feminismo contemporáneo? Recientemente se decía en un articulo que desvirtuaba la lucha original en pos de la popularidad (“We sold feminism to the masses and now it means nothing”).

-No es algo nuevo. Recuerdo un anuncio en los setenta en el que comparaban a una mujer lavando en una tinaja con una que fumaba un cigarrillo, como si el cigarrillo fuera la marca del progreso feminista. Se trata de un ejemplo más de cómo se ha intentado instrumentalizar el feminismo. Hay que ser consciente y denunciarlo. Pero las expresiones populares feministas son algo bueno. Que Beyoncé cante con el rótulo “feminista” detrás es progresar. Que se usen discursos de Chimamanda Ngozi Adichie es progresar.

-¿Quién le gusta de las nuevas feministas populares?

-¡Hay tantas! ¡Hay tantas mujeres menores de 35 años haciendo cosas! ¡Y en tantos países diferentes! Lena Dunham, Caitlin Moran, Ntozake Shange… Lo único que se me ocurre decir es que he tenido que esperar muchos años a que nacieran mis mejores amigas.

-Usted narra una anécdota humillante en la que Gay Talese la ninguneó tildándola de “la chica guapa de la temporada” ante Saul Bellow. ¿Pudo replicarle en algún momento de su vida?

-(Ríe) Cuando tuve que comprobar los datos de esta autobiografía no me atreví a llamarle. Me parecía que hacía tanto tiempo de eso y que lo tenía grabado en mi memoria como un momento tan vergonzoso que no lo hice. Cuando el New Yorker escribió una pieza sobre el libro le llamaron, porque esa gente comprueba todo. Respondió: “Suena como algo que yo diría, sí”. Así que ahí lo tienes.

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