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En este pueblo se bebe agua con excremento, lama y larvas: es el Ejido Estanque de León, Coahuila

sábado, agosto 10th, 2019

¿Cómo es vivir agua con larvas, tierra y lama? Los habitantes del Ejido Estanque de León, en Cuatrociénegas, Coahuila, lo saben bien.

Estanque de León es el ejido con más población en Cuatrociénegas, son cerca de 450 habitantes, 120 ó 140 de ellos son niños que no tienen miras a migrar del pueblo, desean en un futuro ser candelilleros como sus padres, ya les ayudan desde ahora.

Por Lidiet Mexicano 

Coahuila, 10 de agosto (Vanguardia).- El agua que vierte sobre un vaso Doña Fidencia, es tan turbia que parece de tamarindo. Pero el color es lo de menos, al acercarse a éste se puede comprobar que tiene larvas, tierra y lama. Y antes era peor, asegura ella que el agua tenía un tono verde y espeso. Y cómo no “si de donde toma agua el burro, tomamos nosotros”.

Dice la frase y el punto final es un largo sorbo a ese brebaje oscuro. Es lo que hacen cada vez que tienen sed ella, sus hijos y sus vecinos. “Esa ta’ limpia. La otra agua que estábamos tomando antes estaba verde. Ahí se orinaban los animales, las vacas adentro del estanque y nosotros tomábamos, no había más”.

El agua con lama, insectos ora vivos, ora muertos y excremento de animales ha pasado por años, como una cruel sentencia, por los labios de todos los habitantes del Ejido Estanque de León, en Cuatrociénegas, Coahuila.

Para entender el porqué alguien, el porqué un pueblo se niega a abandonar esta fracción olvidada del desierto es necesario sentarse en el piso de tierra, que todavía tienen algunas casas, caminar largos trechos cargando “agua” fétida, la mayoría de las casas no disponen de sanitario y ninguna de ellas tiene servicio de agua entubada a la red pública. Y no queda nada más que imaginar lo que sucedería si alguno de los habitantes sufriera una enfermedad, porque según datos del INEGI, ninguno es derechohabiente de ningún servicio de salud pública. Solo así, después de sobrevivir un día con la realidad de las cifras del Informe Anual Sobre La Situación de Pobreza y Rezago Social es que se puede entender que esta gente lo único que tiene es su trabajo en la cera de la candelilla y esta parte de tierra que los ha hecho fuertes.

Los habitantes se han acostumbrado al agua contaminada, ¿a qué costo? Foto: Luis Salcedo

Para llegar a Estanque de León en auto se necesitan de tres a cuatro horas desde la cabecera municipal, varios tanques de gasolina, pues. Y con el riesgo de perderse entre los 70 kilómetros de terracería pura, entre las montañas y sin una línea de señal en el teléfono. Para llegar hasta este fin del mundo hay que aislarse.

Las camionetas antiguas de los campesinos pelean contra las piedras del camino, contra sus motores arreglados año, contra el paso del tiempo y sus motores. Es un espectáculo casi conmovedor: parece que esos pedazos de metal se hubieran conmovido de la situación de sus dueños y obligaran a sus corazones de chatarra a chingarle.

La escena se detiene cuando nos saluda un campesino, advirtió que faltaban como tres horas y cuestionó, “¿Van a ver la seca? ¡Está feo!”, asentimos y seguimos el camino, recuerdo se despidió “Dios los bendiga”. Y vaya que necesitábamos su bendición, pasaban las cuatro de la tarde, habían pasado también cerca de cinco horas del recorrido en caminos ejidales donde solo veíamos lagartijas atravesándose a nuestro paso.

No sabía si íbamos en dirección correcta y entré en desesperación, el calor lo transforma a uno. Pensaba que sería mejor regresar, pero al paso de los minutos, alcancé a divisar un cuarto rojo, el color ya era degradado. Y no era mi imaginación, era el primer anuncio de que habíamos llegado.

La escasez de agua es casa vez más preocupante. Foto: Luis Salcedo

Nos recibió el aroma a muerte, a podrido. Era una vaca que había perdido la batalla contra la escasez del agua, quedó tirada sin que sus dueños le recogieran sus restos, fue devorada y al observarla de cerca era una postal que reflejaba la intensidad de “la seca”.

“No tenemos agua ni para tomar, se desespera uno oiga hasta dan ganas de llorar” nos dijo Guadalupe mientras se tocó la frente y pasó su mano hasta su nuca. Su cabello se veía rasposo y opaco. Nadie en el pueblo había podido bañarse en días.

Comenzó a platicar que el problema no es reciente, es de toda la vida. “Nombre hay otros que viven peor que uno y hasta enfermos” en eso empezó a cocinar en una parrilla, sobre las brazas.

Cada año es lo mismo, para estas fechas empieza la angustia porque el agua de los estanques, si, ahí donde los animales toman agua y también los habitantes, comienza a escasear.

Sin embargo, son pocos los que se van y muchos los que sufren aferrándose a su tierra.

Cocinando en un asador sobre piedras, Lupita tomó una taza y fue hacia un tambo que tuvo que ladear para sacarle agua. Regresó a cocinar y vació el agua sucia en el sartén.

“Se me van a enfermar mis niños pero, ¿qué le podemos hacer?” dijo sin voltear a verme. Así estamos, no tenemos agua, pero pues sopa, frijoles y huevo no nos hacen falta.

También los animales sufren el agua contaminada. Foto: Luis Salcedo

Tiene cuatro hijos, uno de 23, candelillero, otros de 11, 8 y 3 años de edad respectivamente. A este pequeño nunca le dio biberón para no darle agua contaminada, le dio pecho sin pensar que ella le transmite lo que ingiere a través de la leche materna.

“No teníamos ni agua pa’ tomar, se desespera uno porque no tiene agua, casi llora la gente oiga” dijo mientras seguía haciendo de comer,

“Ah de cuenta que pa’ trapear la casa, primero lavo, con el agua que lavo, le echo al baño, nos bañamos en un lavadero pa’ juntar la agua, pero ahora que no hay, a veces duramos sin bañarnos varios días” y miró a su hijo Mario, quien tímidamente agachó la mirada a sus zapatos llenos de tierra.

A sus ocho años, no juega, Mario trabaja. El salitre en su rostro, su cuello aparte de lo quemado por el sol, reflejaba un tono oscuro de la tierra acumulada. En eso, un ventarrón, levantó el polvo en eso, todo el pueblo se vio envuelto en la arena.

Todas las casas hechas en su mayoría de adobe, reforzadas con madera y lámina; tienen una característica: en sus patios tienen tambos, tinacos y cubetas, listos para reunir agua de lluvia. Lástima que lucen vacíos, porque han sido pocas las gotas de lluvia registradas ahí. Esperan un milagro poco probable en el desierto. Las casas me recuerdan a la estructura y esperanza de los cactus que se llenan con apenas una o dos lluvias al año.

También se ven niños, niños con un semblante triste y sucios de pies a cabeza. En los últimos tiempos de escasez de agua, muchos de ellos han enfermado por tomar ese líquido que no es agua potable y ni si quiera está limpio. Si no van mal las cuentas de las señoras del pueblo, son 30 ó 40 niños enfermos en esta temporada. Las larvas en el agua, la lama y los excrementos que han bebido los mayores por años han modificado sus estómagos, pero no son inmunes a las consecuencias de beber agua contaminada.

El Gobierno del Estado envió cuadrillas de salud, ahí venían médicos y confirmaron que los padecimientos que azotan a la comunidad, eran consecuencia de la ingesta del líquido sucio, pero no canalizaron el caso para que llegara ayuda al ejido. Vienen como yo a diagnosticar, a medir, a narrar, pero no pasa nada.

“Ha habido mucha andancia de dolor de estómago en el pueblo” confirmó Guadalupe y lo reiteró Doña Felícitas, quien para ese entonces tenía ocho días con un dolor en el abdomen.

“Les digo que ya no me duele pa’ que no me lleven, pero siento la molestia, me dicen que es por el agua, pero hasta eso ni la hervimos, así nos a tomamos verdosa”. Al ver las montañas que le rodeaban, contó que ahí nació y ahí seguirá criando a sus nietos, aunque cuando se bañen terminen “oliendo a perro muerto”, sonrió.

Estanque de León es el ejido con más población en Cuatrociénegas, son cerca de 450 habitantes, 120 ó 140 de ellos son niños que no tienen miras a migrar del pueblo, desean en un futuro ser candelilleros como sus padres, ya les ayudan desde ahora.

SÓLO UNOS AÑOS TUVIERON AGUA

Un mantel de flores rosas, adorna la mesa en la cocina del comisariado ejidal. Hay vasos de vidrio y un refresco de dos litros. Hay que portarse bien con los visitantes, dijo la familia. “No les podemos dar agua puerca”.

Con la mano en la cintura y su mirada en seguimiento de las moscas que rondan por la casa, Antonio contó que siempre se vive así, con sed. Y peleando hasta con los animales para poder tomar líquido, dijo a veces ya no puede llamársele agua.

Al pasar toda su vida en el ejido, Quiroz Montoya solo por unos años ha visto que el problema de agua se ha frenado, mas no controlado del todo, fue del 2000 al 2006 si mal no hace sus cuentas.

En aquel entonces el mandatario estatal, ordenó hacer una excavación, 600 metros aproximadamente. Todos estaban contentos porque abundaba el agua limpia, también tenían una purificadora.

Tan bien les iba que abastecían a las familias de los ejidos Lucio Blanco y los Cuates, contó el Comisariado ejidal.

Todo iba bien hasta que un día, la bomba que extraía el agua se “amarró” pero ahí no quedó todo, la falla del aparato causó que éste descendiera algunos metros… llevándose consigo toda la tubería que hacía posible que el agua saliera a la superficie. El corazón de hojalata del pueblo se detuvo. Ahora en el centro del ejido solo se encuentran tubos, esperando por una nueva reparación, esa que costaría a las autoridades más o menos, 5 millones de pesos. Una cantidad que parece pequeña, comparada –por decir algo- con el presupuesto que tuvo Cuatrociénegas en 2017, poco más de 51 millones de pesos.

“Quisiéramos que nos solucionaran el pozo, porque nos quita muchos problemas, cuando jalaba no batallábamos”. Solo promesas han recibido de los gobernantes, se quitó la gorra y se agachó como si después fuera a recibir un regaño por decir la raíz del problema.

Esto es de cada año y si no llueve, llegan solo unas pipas de agua para calmar un poco la ansiedad de la sed y así se olvidan del verdadero apoyo.

Volteó a ver dos Rotoplas gigantes, “esos los llenan las pipas, las mujeres los limpian para cuando vienen” dijo sin mirar aquellos cilindros de algunos 20 mil litros cada uno.

Hice cálculos, son dos pipas de agua de 20 mil litros, más los que se van regando por le camino, que divididos en 95 familias son 210 litros que les corresponden a cada familia.

Un “tonel” como le llaman ellos, para una semana, de ahí toman agua y cocinan, el resto de las actividades se hace con agua de los tres estanques del ejido.

Cuando la sed me alcanza, raspó en mi garganta el ver que el único lugar donde hay agua, tiene sapos flotando ya muertos.

TODO ES SUCIEDAD, PERO NO HAY MÁS QUE BEBER

“Orita’ no hay agua, no ha llovido bien, el agua de los estanques tiene orines de vacas, esta verde, pero tenemos que tomárnosla, que le hacemos oiga?”.

Al caminar por el ejido, vi casas vacías, son pequeñas, no se perdió mucho, en el pueblo se comenta que al menos 20 familias se han ido a buscar mejor vida, pero a lo largo de 15 años, difícilmente algunos toman esa decisión.

“¿A dónde nos vamos oiga? Aquí nacimos, no nos vamos, nos aguantamos, aquí tenemos trabajo, familia, nuestra vida, todo” reveló el comisariado.

SIN AGUA NO HAY NADA

Mujeres y hombres se encuentran desesperados, “no hay agua y no hay nada”, los campesinos no pueden trabajar en la candelilla para poder comprar si quiera comida para sus familias. O toman agua, o queman la hierba para sacar la cera.

Les pagan 70 pesos el kilo de cera que extraen, pero ahora es más importante hidratarse, aunque sea con lama y larvas. “Nos están comprando la cera hasta en 50 pesos a veces uno así la vende aquí por que de ahí comemos, pero nosotros estamos peor que todos los ejidos, hasta que Lucio Blanco”.

Mientras se secaba el sudor de su rostro Tomás Sánchez contó como a diario sube al cerro a cortar la candelilla, como no hay dinero no va en su camioneta. Baja cada vez que puede acarreando la hierba y ahí la va juntando.

Utiliza acido sulfúrico y agua para hervirla y sacar la cera, pero los últimos días se han peleado por el agua entre los mismos, todos quieren trabajar, pero el líquido que hay no alcanza para todos y comienza la desesperación.

¡Si no hay cera no hay dinero! Y aunque sean unos pesos, con eso compran huevo y frijoles para sus niños y esposas.

“Estamos batallando mucho para quemar, teníamos que ir hasta las noches por agua, como no había gasolina para quemar teníamos que ir sin camionetas a vueltas y vueltas”.

Señaló una botella que rellenó con agua de lluvia que cae del cerro: ¡Esta sabe buena! Dijo, con sus ojos amarillentos, agradecido. Sonreía y se pasaba la mano por su brazo mostrando nerviosismo. Su piel se escuchaba y veía raposa por el polvo, pero no decaería frente a los suyos.

Rozó sus labios con esa botella de plástico y dio un sobro. Negó que su plan sea irse del lugar.

Vivirá aquí con su esposa y sus dos hijos. Recuerda cuando se estremecían por los escalofríos producto de la infección del estómago, las fiebres para las que no hubo doctor, ni dinero, nomás “hierbas del monte”. Con eso se curaron y así es la vida en Estanque de León.

Yolanda Cantú, alcaldesa de Cuatrociénegas presumió que iría a un recorrido por las zonas afectadas a entregar apoyos y ayuda a la gente necesitada, pero de última hora, canceló. “ya fue mi gente a llevar agua”, nos dijo.

Dos pipas de 20 mil litros para dos ejidos con 600 personas ¿será suficiente? Esto para una semana, por que la siguiente le toca al estado llevar agua, si no cumplen, ni quien se dé cuenta. Los estragos de la sed los padecen niños que ni votan ni parecen importarle a nadie.

“40 mil litros es un apoyo mínimo a lo mejor, pero estamos de alguna manera atendiéndolos por que la verdad es que si estamos preparando otra estrategia, una pipa para la comunidad que quede en comodato para que se surtan de agua durante el tiempo que se requiera”.

No es solo eso, las pipas se quedan en el camino, la terracería no deja avanzar en tramos, no solo es el traslado del agua. Pero en fin, promete como muchos gobernantes que para este año “si queda el pozo de agua”.

Es un hecho para ella que los ejidatarios tendrán su obra, su purificadora, que acabará todo problema de escasez, pero mientras no hay un plan de apoyo para enfermedades que se están propagando por el consumo de agua sucia, de agua de estanque combinada con heces de animales.

Tal y como si estuviera frente a la alcaldesa, Mayra Quiroz clamó “No se olviden de nosotros. ¡Ayúdenos! Para nosotros el agua es muy indispensable que se requiere, mirábamos a los animalitos como balaban así como gritándonos tenemos sed, denos de tomar y pos nomas nos mirábamos unos a los otros”.

Son decenas de animales que han muerto por la seca de este año y las consecuencias en los seres humanos siguen sin verificarse.

Al volver a casa, me serví un vaso de agua cristalina, limpia y pura. Pero no pude tomármelo.

UN ASUNTO DE GRAVEDAD

El agua está en el epicentro del desarrollo sostenible y del desarrollo socioeconómico, la energía y los alimentos, los ecosistemas y para el hombre.

Cuestión de derechos

El agua y los sistemas de saneamiento no pueden estar separados. Ambos son vitales para reducir enfermedades y mejorar la salud y educación.

EQUILIBRIO

Hay una necesidad creciente de conciliar las demandas comerciales de los recursos hídricos para que las comunidades puedan estar bien.

Agua puerca Dicen lamentándose los habitantes de Estanque de León. De estas condiciones y calidad es la única agua que pueden beber.

Apoyo infrecuente Pipas o camionetas con agua llegan ocasionalmente. Apenas con lo necesario para sobrevivir. Pero no con lo mínimo para vivir.

LA MUERTE NOS RECIBE. En la entrada a Estanque de León, Cuatrociénegas reposa el cadáver de una vaca que no soportó la sed. Parece un mal augurio.

SIN MEDIDAS DE SALUBRIDAD

Un “tonel” como le llaman ellos, alcanza para una semana, de ahí toman agua y cocinan, el resto de las actividades se hace con agua de los tres estanques del ejido.Cuando la sed me alcanza, raspó en mi garganta el ver que el único lugar donde hay agua, tiene sapos flotando ya muertos. Todo es suciedad, pero no hay más que beber.

Candelilla, la última esperanza Para ellos que no tienen nada, su trabajo es lo único a lo que le tienen fe. Así regresan después de una dura jornada.

Tomás Sánchez contó como a diario sube al cerro a cortar la candelilla, como no hay dinero no va en su camioneta

Yolanda cantú Alcaldesa de Cuatrociénegas canceló un recorrido. Aseguró a Vanguardia que su gente “ya había ido a llevar agua”.

Las mujeres Prefieren no dar biberones de agua a sus hijos. La lactancia es el único filtro para sus bebés. Pero estudios señalan que sí hay afecciones a futuro.

DESOLACIÓN Y SOLEDAD

Una postal del olvido Estos paisajes desolados, con tecnología abandonada y una industria que raya en la tortura (la candelilla) son los últimos testigos del dolor cotidiano de este pueblo.

3.5 horas de terracería se deben cruzar entre desierto y montañas para llegar.

2015 año en el que hubo luz eléctrica en la comunidad.

5 MILLONES de pesos

costo aproximado de reparar la bomba.

Imagen: Vanguardia

“VIVIR EN LA JODIDEZ”

Estanque del rey está ubicado en el municipo de Cuatrociénegas en Coahuila y sus habitantes sobreviven como pueden y con sus propios medios a la escasez de agua desde hace años.

> Situada a casi 200 kilómetros de Saltillo, por el rumbo de Parras sus diversos negocios; además de la compra de predios irregulares, entre otros delitos.

> Lucio Blanco y Cuates de Australia son dos comunidades cercanas que también viven en los límites de la marginación

> VANGUARDIA ha documentado la pobreza de Estanque de León. En 2008 un reportaje de Semanario daba cuenta de la situación de este pueblo. Pese a los micro avaces y a los cambios políticos en municipio, estado y a nivel federal, tal y como lo vaticinó uno de los habitantes: “Gobiernos vienen, gobiernos van pero vivimos en la jodidez”. Su cita sigue vigente 11 años después.

“De donde toma agua el burro, tomamos nosotros. (…)Esa ta’ limpia. La otra agua que estábamos tomando antes, estaba verde. Ahí se orinaban los animales, las vacas adentro del estanque y nosotros tomábamos… no había más”.

Fidencia, Ejidataria

“No se olviden de nosotros: ¡Ayúdenos! Para nosotros el agua es muy indispensable y se requiere…”

Mayra Quiroz Ejidataria

“No teníamos ni agua pa’ tomar, se desespera uno porque no tiene agua, casi llora ”

Guadalupe, ejidataria

“Hay que portarse bien con los visitantes. No les podemos dar agua puerca”

Antonio, vecino del ejido.

“Les digo que ya no me duele pa’ que no me lleven, pero siento la molestia, me dicen que es por el agua, pero hasta eso ni la hervimos, así nos a tomamos verdosa”.

Felícitas, ejidataria.

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Volcadura de un autobús de pasajeros provoca la muerte de 7 personas; 5 son menores de edad

lunes, abril 2nd, 2018

El conductor circulaba a exceso de velocidad y presuntamente dormitó por lo que la unidad se salió del camino y volcó.

Coahuila/Ciudad de México, 2 abril (Vanguardia/SinEmbargo).- Un camión de pasajeros volcó en la carretera 30 de Cuatrociénegas a San Pedro a la altura del kilómetro 145, en el lugar perdieron la vida siete personas entre ellos cinco son menores de edad.

El accidente se registró momentos antes de las seis de la mañana y el Código Rojo se activó casi media hora después por la falta de señal en la carretera.

Las autoridades informaron que el camión de la línea “La Amistad” salió del municipio de Acuña la madrugada del 2 de abril con 40 pasajeros y se dirigía a San Pedro.

De acuerdo a la información de los testigos el conductor circulaba a exceso de velocidad y presuntamente dormitó por lo que la unidad salió del camino y volcó.

Se confirmó la muerte de siete personas, entre ellos dos bebés, dos niños de 7 y 8 años de edad y una joven de 15 años.

Los cuerpos de rescate que atendieron el accidente trasladaron a la clínica 7 del IMSS de Monclova a los lesionados más graves, algunos de ellos con extremidades amputadas.

Otros heridos fueron atendidos en centros de salud de la Región Centro y en la clínica de Cuatrociénegas.

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Cuatrociénegas: un ecosistema modelo que atrae a investigadores mundiales

lunes, enero 16th, 2017

Investigadores de la Universidad de Texas A&M, explorarán el Valle con el fin de crear una hipótesis para el estudio del agua, de acuerdo a sus declaraciones, se enfocarán en desarrollar investigaciones que pretenden aprovechar de una manera más eficiente el recurso del agua, por medio de proyectos que han funcionado en otras partes del mundo. van20170105-0032

POR Roxana Romero
FOTOS: Roberto Armocida/ Luis Salcedo
VIDEO: Orlando Sifuentes

Ciudad de México, 16 de enero (SinEmbargo/Vanguardia).- El Valle de Cuatro Ciénegas se ubica en la zona desértica del Estado; al mismo tiempo es un oasis con más de 500 cuerpos de agua: humedales, pozas, arroyos y lagunas que lo hacen único en el mundo. Esto atrae a investigadores de todo México y de otros países para estudiar los acuíferos que contienen agua fósil de aproximadamente 220 millones de años.

Perteneciente al Gran Desierto Chihuahuense, en esta vasta región son pocos los lugares con agua, algunos, incluso, ya no albergan lagunas, ni cuerpos de agua, como es el caso del Bolsón de Mapimí o la Comarca Lagunera, donde el Río Nazas y la Laguna de Mayrán se secaron completamente.

Con una extensión de 84 mil hectáreas, el Valle de Cuatro Ciénegas es considerado el sitio más importante en Norteamérica en biodiversidad, porque alberga mil 319 especies de flora y fauna, 72 de ellas son endémicas (principalmente acuáticas), según reportes de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

La NASA lo califica como uno de los ecosistemas modelo, en donde se puede conocer y entender la evolución de la Tierra, ya que en su interior aún se mantienen vivos organismos como los estromatolitos, estructuras rocosas que fueron las primeras en realizar el proceso de fotosíntesis y que producen oxígeno. Se trata de un lugar único, porque guarda en los genes de los microorganismos que allí habitan, la historia de cómo cambió el planeta, clave para enteder el origen de la vida en la tierra.

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EXPERTOS ANALIZAN EL AGUA Y CÓMO SE COMPORTA

El pasado mes de noviembre, la investigadora saltillense Rosario Sánchez, quien trabaja para la Universidad de Texas A&M, visitó, junto con cuatro de sus colaboradores, el municipio de Cuatro Ciénegas, con la finalidad de conocer y explorar la zona, hacer una hipótesis para el estudio del agua y, posteriormente, iniciar una investigación aunque todavía no hay una fecha para comenzar a trabajar.

VANGUARDIA habló con los especialistas, quienes platicaron cuál es el principal interés que tienen en estudiar el agua de Cuatro Ciénegas.

El investigador Ronald Kaiser comentó que en Texas A&M están interesados en educar y formar perfiles expertos en la administración del recurso, además de generar investigaciones científicas en torno al tema.

“Esta área del Estado de Coahuila es, además, única en el recurso, esto nos ayuda a familiarizarnos a nosotros mismos con el agua”, explicó el especialista.

Por su parte, John Tracy, del Instituto de Recursos Acuáticos de Texas, detalló que se enfocarán en desarrollar investigaciones que pretenden aprovechar de una manera más eficiente el recurso del agua, por medio de proyectos que han funcionado en otras partes del mundo.

“Una de las cosas que estamos tratando de hacer es encontrar patrones de investigación. Queremos tener contacto con los investigadores locales y saber en qué se están enfocando sus esfuerzos y así colaborar en sus proyectos de investigación”, declaró, y añadió que el Valle de Cuatro Ciénegas es un área muy importante para conocer de qué manera se aprovechan los recursos.

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Por su parte, la saltillense Rosario Sánchez platicó que Cuatro Ciénegas es el primer municipio que visitan; aunque también tienen pensado acudir a otros lugares para el reconocimiento de otras zonas del estado, sobre todo la parte norte de Coahuila, como Lamadrid y Ocampo, o la Región Laguna, que son ecosistemas totalmente diferentes, con problemas muy disímiles.

La experta consideró que ellos tienen la intención de realizar una investigación, pero involucrar a la gente que habita la región, quienes ya conocen la zona. Aseguró que, una vez concluida la investigación que realicen, tratarán de hacer una integración para que quienes forman parte del problema que investiguen, se enteren de los resultados y las posibles soluciones que existen.

Zhuping Sheng externó que quedó muy impresionado con su visita por el esfuerzo local de conservar el ecosistema y de tratar de vincular, de alguna manera, el uso del agua para la agricultura y del crecimiento urbano.

Peter Knappett opinó que el Valle de Cuatro Ciénegas es un área que se ha sobreexplotado, es por eso que le interesa conocer cuál es la reacción del agua y las modificaciones químicas que ha sufrido, pues cuando se extrae agua de más, cambian las concentraciones como el flúor o el arsénico, que es lo que más daño puede causar.

Indicó que le llama la atención que Cuatro Ciénegas representa un caso único, en el sentido de que, usualmente, cuando se bombea agua de un acuífero el nivel del recurso baja, pero en Cuatro Ciénegas pasa lo contrario.

El 7 de noviembre de 1994, este municipio fue declarado Área Natural Protegida (ANP), en la categoría de Área de Protección de Flora y Fauna. En ese entonces únicamente se establecieron trabajos de conservación en torno a la vida animal y vegetal del lugar, pero no se incluyeron lineamientos que garantizaran el resguardo del agua en la que las especies nativas vivían o de la que se alimentaban.

Fue hasta 2008, derivado de denuncias y evidencia sobre el descenso en los niveles de las lagunas y pozas, que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) emitió un acuerdo para limitar la extracción del líquido, que dañaba seriamente el equilibrio ecológico local.

En septiembre de 2013, la Presidencia de la República, que declaró al acuífero de Cuatro Ciénegas como Zona Reglamentada, con lo que se prohíben nuevas perforaciones para extraer agua y limita la operación de los pozos que ya existen. El decreto tiene una vigencia de 30 años y establece que la infraestructura que ya opera no podrá ser ampliada, ni tampoco podrá elevarse la capacidad de bombeo, sin previa autorización de la Conagua. Quienes incumplan con esta nueva normativa serán multados con hasta 20 000 salarios mínimos, conforme a la Ley de Aguas Nacionales.

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UN LABORATORIO VIVIENTE 

-El Valle de Cuatro Ciénegas está compuesto por más de 500 cuerpos de agua.
-Poza de la Becerra, Las Playitas, Poza Azul, son algunas de las atracciones científicas y turísticas.
-El Valle contiene agua fósil de aproximadamente 220 millones de años.
-Tiene una dimensión de 84 mil hectáreas.
-Es considerado por científicos como un muestrario de la evolución del planeta.
-Alberga mil 319 especies de flora y fauna.
-72 son especies endémicas (únicamente existen en esta parte del mundo).
-El 7 de noviembre de 1994, este municipio fue declarado Área Natural Protegida (ANP).

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OTRAS INVESTIGACIONES

De acuerdo con la CONANP, entre los principales estudios que se han realizado en el área natural protegida (ANP) destacan: Conocer el régimen de fuego en los pastizales alcalinos, realizado por Pronatura Noreste en 2007.

En 2008 se hizo el estudio de Paleoambientes y respuestas humanas asociadas por parte de la Universidad de Liverpool John Moores University, del Reino Unido, analizando núcleos de sedimentos para entender el valle.

En 2009 destaca el establecimiento de un convenio de trabajo entre la Conanp y la Universidad Juárez del Estado de Durango, para la realización de una investigación en tortuga bisagra, especie endémica y emblemática del ANP.

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Rigo, el hombre con alma de niño que quemaron vivo en Cuatrociénegas

lunes, agosto 29th, 2016

Esta es la historia de 50 días de dolor y una muerte que sigue impune en la conciencia de un pueblo.

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Por Jesús Peña

Ciudad de México, 28 de Agosto (SinEmbargo/VANGUARDIA).- Fue como si lo hubieran quemado vivo. Haberlo rociado con ácido sulfúrico en el cuerpo, fue como si lo hubieran quemado vivo.

Como si le hubieran prendido fuego, porque el ácido sulfúrico, ese que usan los campesinos de la región para extraer la cera de candelilla, cuando te cae en la piel, irrita, inflama y quema, produce rubor y un ardor infernal.

Tanto que los gritos de Rigo cimbraron el vecindario a varias cuadras a la redonda.

Eran gritos de dolor.

Dicen los químicos que el ácido sulfúrico, en altas concentraciones, quema la madera, carcome la madera, la corroe, también el plástico y el metal.

¿Te imaginas lo que hará con la piel?

Tres meses después la gente del, antes tranquilo, pacífico, pueblo de Ciénegas, se sigue preguntando, ¿quién tendría el alma de rociar a Rigo con ácido?

“Me habla mi esposo y me dice “Rigo grita muy feo”, le digo “¿y yo qué puedo hacer, si yo estoy acá, yo no puedo ir?”, y como mi esposo es una persona discapacitada, le amputaron las piernas, pues… tampoco pudo hacer nada”.

Nada, dice Laura Carrillo Villanueva, una empleada de la municipalidad en Ciénegas, que habita en la calle Eliseo Mendoza, a un lado de la casa que Rigo y sus familiares alquilaban y en la cual ocurrió la desgracia.

Y es verdad, la gente ya no pudo hacer nada.

Foto: VANGUARDIA

El pueblo se acostumbró a ver a Rigo caminando sin sentido por las calles o pidiendo dinero para una coca, un cigarro. Foto: VANGUARDIA

Cuando los vecinos se agolparon en el patio exterior para auxiliar a Rigo, Rigo se había desnudado y saltado dentro de la alberca inflable con agua, era de Gina, su sobrina de seis años. Lloraba de dolor, su playera hecha chicle sobre el suelo y en el cordón de la calle el rastro blancuzco del ácido.

EL RASTRO DE LA TRAGEDIA.

Una vecina le preguntó que ¿quién, “Chiquito”?, que ¿quién había sido?

Rigo sólo alcanzó a balbucear que “un güey”, que “un culo”, que “un joto” lo había quemado y apuntó con el índice para allá, para la bocacalle.

Tanía 41 años, no había aprendido a hablar y, según un expediente fechado en 1996, encontrado en los archivos del Centro Estatal de Salud Mental, Rigo había sido diagnosticado con discapacidad intelectual de moderada a grave.

Lo cual significa, según los psiquiatras, que su comportamiento era el de un niño preescolar o escolar, cuando mucho.

“Él lo que hizo fue que se arrinconó ahí…Tratando, me imagino, de que le abrieran la puerta”. Dirá Álvaro Torres, 13 años, sobrino de Rigo.

Eran la 1:00 ó la 1:30 de la tarde del pasado 3 de junio, viernes soleado, la hora en que en Ciénegas las madres van por los nenes a la escuela y a la tienda por las cocas, las tortillas y lo que hace falta para la comida.

“Qué raro, pero pos nadie vio nada”, dice Juanita Maldonado, la última peluquera de Rigo.

“Yo le corté el pelo como unas… cuatro veces. Lo traía Griselda, la hermana y muy tranquilo. En mi casa nunca se aceleró”.

Álvaro venía de la secundaria, la combi paró justo enfrente de donde estaba Rigo, gritando:

“Lo vi que estaba sentado en la alberca y dije “yo creo que Rigo se está bañando, tendrá calor”, hasta que me dice mi tía Rosa ‘ve y córrele a avisar a tus tíos. Rigo se está quemando con ácido’.

Rigo fue diagnosticado por el CESAME, con discapacidad intelectual de moderada a grave. Foto: VANGUARDIA

Rigo fue diagnosticado por el CESAME, con discapacidad intelectual de moderada a grave. Foto: VANGUARDIA

Fui a buscar a mis tíos, pero no encontré a nadie en sus casas”.

Ocho semanas más tarde, el 26 de julio, Rigoberto Adame Mejía, Rigo, expiraba en el Hospital General de Saltillo, a consecuencia de que alguien, ignorado hasta ahora, le vaciara una botella con ácido sulfúrico en el cuerpo que le provocó quemaduras de tercer grado.

Había soportado más de 50 días de calenturas y dolor; sin piel, con la viva, después que los médicos le hubieron retirado la piel quemada.

Había perdido la oreja izquierda y parte del cuero cabelludo.

Tenía las heridas infectadas.

Después a Rigo le vino un dolor de estómago que lo hacía llorar, lo quebraba y luego una anemia.

Cuando Sonia Adame, una de las hermanas de Rigo, habló por celular con personal del DIF estatal, para decirle que necesitaban medicamento, la impresionó la respuesta al otro lado de la línea; “¿Señora ¿quieren todo gratis?”, le dije “no señor, no queremos todo gratis. El Gobernador dijo que nos iba a dar el apoyo, por eso los estoy molestando’. Dice “pos déjeme ver qué puedo hacer”, déspota el señor”.

Al rato Rigo se empeoró…

“Lo entubaron, estuvo entubado e inconsciente. Después ya falleció”, dice Griselda Adame otra de las hermanas de Rigo.

No era la primera vez que Rigo, conocido en todo el turístico pueblo de Cuatro Ciénegas, una localidad del centro de Coahuila que tiene unos nueve mil habitantes, era agredido.

“Le buscaban pleito, lo hacía enojar, le gritaban “el Rigo loco”, le aventaban piedras”.

–¿Quién?

–Los muchachos, la gente.

–¿Qué gente?

–Lo huercos, los huercos maldosos.

50 días de dolor fue el tiempo que Rigo duró hospitalizado con las heridas abiertas. No soportó y murió. Foto: VANGUARDIA

50 días de dolor fue el tiempo que Rigo duró hospitalizado con las heridas abiertas. No soportó y murió. Foto: VANGUARDIA

Dice Camila López, 13 años, que vive justo frente a la casa donde quemaron a Rigo.

Ella tampoco vio, no estaba.

Una tarde nubosa, fresca, en la casa familiar, calle Juan Salas de la colonia Benito Juárez, un manchón de viviendas bajas de block, con cercas de tabla; chicos paseando en bicicleta, muchachos parados en las equinas, albañiles revolviendo mezcla y perros pintos echados en las aceras, Griselda Adame Mejía, 37 años, la hermana de Rigo, está recordando:

“Siempre fue bien tranquilo, bien noble, siempre estaba sonriéndole a la gente y nunca tuvimos problema con él, que fuera agresivo, que fuera, nada. La gente, muchachitos, siempre lo atacaban, lo insultaban. Le decían que “Rigo loco”. Muchas cosas que a Rigo le molestaban, pero nunca los atacó, era muy indefenso y siempre fue dependiente de nosotros”.

A veces Rigo llegaba a la casa llorando, la cabeza abierta, el ojo morado, y se quejaba con Griselda de que allá “un güey” le había hecho.

Griselda lo llevaba a ver quién había sido, él le decía y ella se enojaba y reclamaba, pero siempre la sonrisa cínica de los culpables, que no era cierto, y ya no se podía hacer nada.

“Nunca nos podía decir quién, “¿quién fue?”, “uto”, decía. Siempre le pegaban, siempre venía de la calle golpeado”.

La tarde que a Rigo lo quemaron Griselda, Gris, “Li”, en el ininteligible idioma de Rigo, andaba en Monclova,

Le avisó su hermana Rosa:

“Me dice “atacaron a Rigo en la casa, le echaron un líquido que lo quemó, está en el hospital, vente para acá”.

Cuando Griselda llegó al sanatorio vio a Rigo con la piel cafesosa, quemada, acartonada, dijeron los médicos que se le había acartonado la piel por el ácido, y se conmovió.

“Porque no se merece nadie eso, menos mi hermano. Él no hizo nada para que le hayan pasado eso, para que lo hayan matado de esa manera. Y que estén los que lo hicieron, sueltos, imagínese el peligro que estamos corriendo todos”

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–¿Qué habló con él?

–Le preguntábamos que quién lo había hecho, le dábamos nombres de personas, vecinitos y todo.

Él siempre agachaba la cabeza, que no. El ataque lo dejó traumado, me imagino. A parte él no hablaba, todo era con puras señas.

Dicen que la muerte es como una sombra que se presiente y Rigo presintió la suya, porque el día que iba a ser traslado del centro de salud de Ciénegas, al Hospital General en Saltillo, sacó a Gris del cuarto, la llevó hasta un Cristo grande y se persignó.

“Me dice “ven”, le digo “¿a dónde me llevas?, nos van a sacar las enfermeras ¿Qué?, ¿me quieres decir algo?”. Le pregunté que si le quería pedir al Cristo que lo cuidara, porque íbamos para Saltillo, le dije “no tengas miedo, él te va a cuidar, pídele que nos cuide y nos va a cuidar y nos va a ayudar. No tengas miedo, él va a ir con nosotros”.

Después, siempre que llegaban a verlo al hospital Rigo soltaba la cabeza, sacaba la lengua y hacia un estertor.

Que se iba morir.

“Le decíamos “no Rigo, no te vas a morir, aquí te va a curar el doctor, nos vamos a ir a la casa” y decía “no, no’”.

Cuando los hermanos de Rigo fueron donde Rómulo Trujillo, el director del Hospital General, para reportarle que en el Área Quemados había moscas, que las camas no servían y que el cirujano plástico, un tal doctor Marcelo Ruiz, no acudía a pasar visita y revisaba a Rigo a través de las fotografías que le mandaba, por whatsapp, una enfermera, se quedaron estupefactos:

“Nos dijo que si teníamos IMSS lo más conveniente era que nos lo lleváramos”.

Griselda está sentada en la sala de muebles rústicos instalada en el arbóreo patio trasero de la casa con hamaca, auto blanco y al centro el cuarto de adobe con techos de carrizo de Rigo.

El traspatio no tiene barda, pero sí una amplia vista a la calle que esta tarde, y las que vendrán, se ha vestido de un otoño precoz.

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Se han acercado Álvaro y Gina, los hijos de Griselda, dos niñas vecinas: Joselin y Mélany y Francisco, un amigo de la familia.

–Le aventaban piedras.

–¿Quiénes?

–Los de la esquina.

–¿Cuáles?

–Los cholos, le aventaban piedras y le decían cosas.

–¿Y tú no te metías defenderlo?

–No.

–¿Por qué?

–Por miedo.

Está diciendo Álvaro.

La pequeña Gina, sobrina de Rigo, que no había abierto la boca en toda la plática, está contando que a su tío le gustaba jugar con ella, y sus amigas del barrio, a las escuelitas.

UN HOMBRE TRANQUILO. Rigo era conocido en Cuatrociénegas, nunca se mostró agresivo con nadie, pero la gente en el pueblo le gritaban "Rigo Loco", lo hacían enojar, le aventaban piedras... Foto: VANGUARDIA

UN HOMBRE TRANQUILO. Rigo era conocido en Cuatrociénegas, nunca se mostró agresivo con nadie, pero la gente en el pueblo le gritaban “Rigo Loco”, lo hacían enojar, le aventaban piedras… Foto: VANGUARDIA

–Siempre me decía que quería pintar y yo lo ponía a escribir su nombre y él lo copiaba,

–Siempre iba a mi casa, como yo vivo aquí en frente, y nos pedía agua para el café, dinero, cigarros, dice Joselin, nueve años, amiga de Gina.

Son más de las 4:00 y el perro de los Adame, un chihuahua color canela, está de un empalagoso imposible.

Gris, dice que Rigo era muy cariñosos con sus sobrinos y afecto a los animales.

–Le gustaban los gatos, los perros y los conejos. Yo tenía un conejo y siempre lo quería tener abrazado. Se lo escondía en el suéter, es Gina.

–Le gustaba oír música, bailar. Nos hacía reír a todos porque era muy gracioso, muy chistoso. Se ponía a bailar y a todos encantaba viéndolo y riéndonos, dice Gris.

Rigo tenía la piel blanquita, medía, si acaso, un metro sesenta y seis, era flacucho, con el cabello negro y lacio, usaba bigote y le gustaba vestirse de botas picudas, pantalón de mezclilla, camisa, gafas oscuras y sombrero, cuando había fiesta, y salir a pasear por las calles de Ciénegas.

Ese era Rigo…

Con el tiempo, de tanto andar por las calles, Rigo se volvió el hombre más conocido del pueblo.

Una suerte de ícono.

Parte del inventario urbano de Ciénegas.

La gente lo saludaba, “Rigo, Rigo”.

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Y la respuesta favorita de Rigo para las muchachas era que las chuleeba, un piropo: “guaaaapa”, “aaaapa”, en su habla,

A los hombres “joto”, “coto”, en su dialecto.

–Le hablábamos ‘Rigo’ y él ‘joto’, era la palabra de él, ‘joto’, nomás.

–Afuera de Soriana cuando íbamos nos decía ‘tiquita’, a la que le gustaba y ‘guapa, guapa’. Se la pasaba ahí sentado, pero que fuera grosero no. Sentimos coraje porque pos él no le hacía mal a la gente.

Dice una pareja encargada de un bar en las ruinas de la zona roja de Ciénegas, uno de los lugares que, según los vecinos del barrio, Rigo solía visitar.

“Le decían las muchachas “vas a ser mi viejo eh, tú Rigo”, y decía “no, noja mamá”. Pero sí, aquí platicábamos con él, jugábamos con él. Bromas. Ya le dábamos que una coca, un cigarro”.

Lo cuenta una noche la cantinera de un salón, que casi se cae a pedazos, en la vieja zona de tolerancia de Ciénegas.

El pueblo se acostumbró a ver a Rigo caminando sin sentido por las calles o sentado afuera de los comercios y edificios públicos, pidiendo dinero para una coca, un cigarro, que cuando no lo vio más lo echó en falta.

Dice Griselda:

“Le gustaba estirar la mano y decirle a la gente que para la coca. Se la pasaba en Soriana, en los Oxxos, en las gasolineras, en la iglesia. Eran los lugares donde a él le gustaba pedir dinero, una moneda”.

Últimamente la gente de Ciénegas lo miraba en la entada de Soriana, sentado debajo de la cortina de aire o sobre las tarimas.

“No pedía dinero, nosotros mismos nos ofrecíamos. Le comprábamos un pan, un refresco, un agua, a veces taquitos. Lo invitábamos a comer o le dábamos dinero para que él comprara lo que a él le gustara. No era una persona agresiva, era una persona muy tranquila”, dice Kassandra Escobedo, empleada del área de farmacia de este centro comercial.

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Rigo, el sexto de nueve hermanos había nacido con discapacidad intelectual un 30 de diciembre de 1974, pero fue hasta después de sus 21 años que la mamá, Francisca Mejía, fallecida en marzo pasado, lo llevó al entonces Hospital Psiquiátrico de Saltillo para que le realizaran un diagnóstico.

La gente de Ciénegas describe a Francisca, la madre de Rigo, así: una mujer de buen temperamento, luchista, campechana, guasona

“No sé, así pasó. Mi mamá siempre trabajó, era sirvienta aquí en pueblo, siempre estuvo sola con nosotros, no tuvo apoyo de nuestro papá”.

–¿Dónde estuvo el papá?

–Él siempre estaba de gira.

Dice Griselda, la sonrisa forzada.

La mamá trató de inscribir a Rigo en la escuela, cuando Rigo tuvo edad para ir a la escuela, pero lo rechazaban.

Desde entonces Rigo pasaba el tiempo en casa, sin hacer otra cosa que ver la tele, oír música, comer, estar sentado.

Ya después agarró el vicio de fumar, vaya saber cómo, viendo a la gente, tal vez.

Gris no sabe.

Pedía cigarrillos y así.

Luego del ataque, Rigo se desnudó y saltó dentro de una alberca inflable con agua que estaba en este patio, era de Gina, su sobrina de seis años. Narran los vecinos que lloraba de dolor. Foto: VANGUARDIA

Luego del ataque, Rigo se desnudó y saltó dentro de una alberca inflable con agua que estaba en este patio, era de Gina, su sobrina de seis años. Narran los vecinos que lloraba de dolor. Foto: VANGUARDIA

Ya después, cuando Rigo tuvo 35 años, la mamá y los hermanos lo llevaron al Centro de Atención Múltiple, (CAM), de Ciénegas, que entonces era algo novedoso en el pueblo, en el pueblo nunca había habido CAM hasta recién.

Allí duró un tiempito, asistiendo al grupo de formación laboral, junto con otros alumnos con discapacidad intelectual, motriz, debilidad visual y autismo.

Pero quién sabe qué pasó después, que Rigo se desanimó y ya no quiso ir más.

“Siempre muy respetuoso y tranquilo, tanto con los niños, los profes. Ya por la edad no mostraba el interés. Como ya es grande su entorno es más a la comunidad, de estar en casa, no es tanto la responsabilidad de que hay que venir, entonces se pierde…”.

Dice Rodrigo Mazuca, que fue el profesor de formación laboral de Rigo y hoy es el director del CAM de Ciénegas.

Griselda dice otra cosa:

“No muy bien lo querían las maestras por la edad, pero sí, nos dijeron que lo dejáramos ahí y que iban ellas a enseñarlo a ser independiente. Que le iban a enseñar algún trabajo, por ejemplo de lavar carros, de barrer… Pero no, como mi hermano no estaba acostumbrado a que le dieran órdenes que ‘lava carros’ y que esto y lo otro, nada más fue una semana. No le gustó que lo pusieran a trabajar. La maestra dijo que la mamá de Rigo tenía que estar al pendiente de llevarlo todos los días y estar ahí con él hasta que se acabara la clase. Mi mamá como siempre estuvo ocupada pos no tuvo el tiempo, aparte mi hermano ya no quiso ir”.

 

El último censo del DIF de Ciénegas, dice que en este pueblo hay entre 100 y 120 personas con distintos tipos y grados de discapacidad intelectual, motriz, visual, síndrome de down y autismo.

“Hemos temido en las comunidades rurales situaciones de maltrato hacia los niños con discapacidad, bullying por parte de otros niños e incluso de la misma familia”, dice René Francisco Manrique Chávez, director del DIF de Cuatro Ciénegas.

“La pasábamos muy bien en la infancia. Nos divertíamos, jugábamos.

Está diciendo Saúl Adame, 43 años, albañil, el hermano de Rigo.

Solo que, cuando se trataba de jugar futbol con los plebes del barrio, nadie quería tener a Rigo en su equipo porque Rigo no sabía jugar bien.

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Griselda, su hermana, cuidó de él hasta el final en el hospital y comparte su experiencia. Foto: VANGUARDIA

“Generalmente lo segregábamos. Buscábamos la amistad de personas que tuvieran las mismas capacidades que nosotros. Por ejemplo, para jugar futbol, uno busca a alguien que sepa y él como estaba limitado lo hacíamos, digamos, de lado. Tal vez eso lo afectó al ir creciendo y ya en su vida adulta también. Es una necesidad de todo ser humano sentirse aceptado, ser parte del grupo, del ámbito familiar y cuando no se cubre esa necesidad supongo que afecta”.

Saúl habla como un psicólogo, pero en realidad es un Testigo de Jehová que asiste a la escuela de oratoria del templo y le gusta darse a la lectura.

La casa de Saúl, “Bul”, en el lenguaje de Rigo, es bonita, con pisos relucientes, paredes claras y bien cuadradas.

Saúl es albañil, como el resto de sus hermanos varones.

Su casa no se parece en nada a las casas de renta, de dos o tres piezas, en las que vivieron de chicos, cuando dormían de a tres en una cama angosta.

“En ese aspecto siempre estábamos muy juntos, muy unidos”.

Dice Saúl y su comentario suena como una broma de mal gusto, pero no lo es.

Cuando llegaron la Benito Juárez era una colonia pacífica, bonita tranquila.

Le decían “el ranchito”, por ser una de las últimas, por estar a las afueras de Ciénegas.

Con los años las cosas cambiaron.

“Se ve gente agresiva, hay muchos niños de secundaria que no estudian, muchos. La mayoría no va a la escuela y se la pasan pos… aquí nomás, de vaguitos, tomando cerveza, haciendo pleito. Es lo que vemos. Vemos pleitos, que se andan peleando entre ellos mismos. No, ya está muy feíta esta colonia”.

De vaguitos, dice Griselda, la hermana de Rigo.

 “Pos oiga ¿cómo lo van quemar hombre?, chingada madre” Fidencio Ruiz, albañil. Foto: VANGUARDIA

“Pos oiga ¿cómo lo van quemar hombre?, chingada madre”
Fidencio Ruiz, albañil. Foto: VANGUARDIA

Un informe de la coordinación de Juventud de Cuatro Ciénegas, dice que en este lugar no hay indicadores de adicciones fuertes, solo casos aislados de jóvenes que han sido canalizados al DIF o la Secretaría de la Juventud e incluidos en programas de reinserción social.

“Aceptamos que, como en todos lados, tenemos alcoholismo, tabaquismo, pero hasta ahí”.

Dice Sergio Alejandro Zúñiga Torres, coordinador de Juventud en Cuatro Ciénegas.

–¿Hay pandillas en la Benito Juárez?

–Que nosotros tengamos detectadas, no. Sabemos de que hay en otros sectores, un poquito más marginados, como es la colonia Magdalenas, que está relativamente cerca de esa colona (la Benito Juárez), pero es raro, son grupos de pandillas no tan agresivas. A lo que más llegan es al grafiti.

–¿Y lo que pasó con Rigo?

–Es un caso totalmente aislado, es la primera vez que vemos algo similar en Cuatro Ciénegas.

Otro reporte del Centro de Atención e Integración Familiar, (Ciaif), de Cuatro Ciénegas, dice que los fenómenos sociales que más abundan por acá son los problemas de conducta en infantes y adolescentes, violencia intrafamiliar y agresiones sexuales a niños.

“A veces hay algunas ansiedades en los niños a causa de algunos problemas conyugales o pérdida de los padres. A veces viven con las abuelas y eso va generando que la conducta de los niños cambie”.

Dice Betzabee Muñoz, la coordinadora del Caif Cuatro Ciénegas.

–¿Qué sentimiento le genera lo de Rigo?

–Un poco de indignación…

Un poco de indignación, dice Betzabee.

A la gente de Cuatro Ciénegas, le dio rabia.

“Pos oiga ¿cómo lo van quemar hombre?, chingada madre”.

Dice Fidencio Ruiz, 88 años, albañil, un mediodía caluroso, sentado en una banca de la plaza principal del pueblo, por donde Rigo se paseó tantas veces.

El niño por siempre, así vivió Rigo toda su vida. Le gustaba bailar, pintar con su sobrina y abrazar a los gatos. Foto: VANGUARDIA

El niño por siempre, así vivió Rigo toda su vida. Le gustaba bailar, pintar con su sobrina y abrazar a los gatos. Foto: VANGUARDIA

“Es que era muy raro porque no todo el tiempo salió. Hubo un tiempo, muchos años, que él siempre aquí. Después agarró un tiempo que ya nomás quería andar en la calle. Amanecía en la calle y llegaba ya en la noche. Venía a veces a comer y se volvía salir y en todo el pueblo andaba. Por eso mucha gente lo conocía, le hablaba por su nombre, ‘Rigo’, lo saludaba”, dice Griselda.

–A mí me decía guapa y eso, pero yo nomás me reía.

–A mi mamá también y ella le seguía la corriente.

–También a mi abuelita.

–”Chaha guapa”, nos decía y nosotras “eh Rigo, adiós”.

Está contando un grupo de chiquillas del barrio, una tarde que han salido a jugar a la puerta de su casa.

Para llegar a la zona roja de Ciénegas, hay que tomar por la calle de Juan Salas, donde vivía Rigo y su familia, ir hasta el fondo y andar un camino fangoso desde donde se divisan los restos de dos bares y al final, lo que queda del restorán de Isidro Barrios López, Chilo:

“‘No – decía Pancha, su mamá – hijo de la tiznada. Por más que lo amarro, Chilo, se me pela. Le escondo los zapatos y se pone los míos o de los hermanos y ái viene’, pero nomás. De que yo tuviéramos un mal récord de él, no, Era un muchacho muy noble”.

Dice Chilo.

Entonces los vecinos del barrio lo miraban pasar endomingado, con su camisa vaquera limpia, sus jeans limpios y sus botas picudas, limpias.

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“Se acercaba con uno y te platicaba, a señas, que “mira traigo botas, traigo pantalón nuevo” y “dame pal cigarro y pa la coca’”.

Dice Érika Reyna.

Ella acababa de llegar de su rutina cuando la estremecieron los gritos de Rigo, la tarde aquella que lo quemaron con ácido.

Otros días la gente veía deambular a Rigo sin rumbo por el pueblo, sucio, barbón, greñudo, oliendo a orines.

Es otra mañana otoñal a finales del verano en San Buenaventura, Coahuila, En el jardín de su casa estilo campestre, Sonia Adame, hermana de Rigo, dice que sí, que Rigo sufría de incontinencia urinaria:

“Se orinaba, mojaba su cama, su ropa. Le decía mi mamá “ya no te andes orinando”. No, otro día amanecía todo orinado”.

Un día un vecino del barrio vino hasta la casa de Saúl, para reclamarle el vidrio de su camioneta que Rigo había roto de una pedrada por tratar de defenderse de un grupo de plebes que le habían gritado loco en la calle.

“Dice “oye, pos es que pasó Rigo y me quebró el vidrio de la camioneta”, le digo, “pero ¿por qué?”, dice “pos es que venía por la calle, lo hicieron enojar unos muchachos y pos aquel traía la piedra en la mano, la tiró y pos le dio a mi camioneta”, dice “yo ni en cuenta con él ni él conmigo, nomás que la piedra fue a dar a la camioneta mía”. Le pagamos el vidrio”.

La historia de los vidrios rotos, se repetiría varias veces a lo largo de la vida de Rigo.

“A veces andaba de malas, pero porque alguien le había dicho o hecho algo”, dice Saúl.

Los vecinos de Ciénegas mencionan el 13 de marzo pasado, día en que murió la madre de Rigo, como el principio de su desgracia.

“Ella lo sobreprotegía mucho por su discapacidad. Siempre lo tenía muy cobijado, muy cerca de ella y él se acostumbró a estar siempre en la casa, hasta que murió mi mamá”, dice Saúl.

El sol cae en picada entre las nubes.

Los vecinos del barrio sacan las sillas a la calle para refrescarse.

Uno de ellos es Vicente González.

“Después que falleció la mamá como que andaba más dejadón, más descontrolado”, dice de Rigo.

Griselda dice que a Rigo le afectó la muerte de la mamá:

“El día que murió mi madre lo anduve buscando, me lo encontré en la calle, lo subí al carro y le dije “Rigo, vamos a ir a un funeral. Tú mamá se acaba de morir, vamos para que la veas”, nomás me decía, ‘no, no’. Nunca quiso verla en su caja. Cuando ya la llevamos a enterrar nunca se acercó.”.

Es otra mañana en el despacho de Mario Alberto José de los Santos, el director del Centro Estatal de Salud Mental, (Cesame), en Saltillo.

La oficina de Mario Alberto es solmene, con muros impolutos y olor a hospital.

Sobre su escritorio hay un expediente de tapas amarillas que dice Rigoberto Adame Mejía.

Según este documento, la primera vez que Rigo pisó el Cesame fue en 1996, cuando tenía ya 21 años.

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Su familia lo recuerda como alguien que siempre los hacía reír. Foto: VANGUARDIA

Lo acompañó la mamá.

El diagnóstico:

Discapacidad intelectual de moderada a grave.

Y hay no más datos.

Parece que la familia acudió poco o no volvió más al Cesame y la historia clínica de Rigo pasó al archivo muerto y de ahí al incinerador.

Se incineró.

20 años después, tras la muerte de la madre de Rigo, los hermanos volvieron a traerlo al Cesame para una revisión.

Ocurrió el 11 de abril pasado.

El diagnóstico no cambió:

Discapacidad intelectual de moderada a grave.
Lo cual significa que, aunque Rigo tenía 41 años, su mentalidad correspondía a la de un prescolar o escolar, pero con problemas de conducta.

“Y esto lo convierte en alguien inimputable, que no es responsable de sus actos, que obviamente requiere de cuidadores, de apoyo porque hablamos de un sistema nervioso central, de un cerebro, enfermo por discapacidad y esto lo hace más vulnerable a otras complicaciones conductuales“, dice Mario Alberto José.

–¿Por qué lo trajeron?

–El motivo de consulta es, principalmente, inquietud psicomotora. Él había perdido recientemente a un familiar cercano, quizá su principal cuidador, su mamá y esto le genera gran inestabilidad en su conducta. Si nos la genera a cualquiera que estamos en buenas condiciones, a alguien que es dependiente de su principal cuidador…

En el expediente de Rigo se lee:

“Han observado que ha presentado irritabilidad, pobre control de los impulsos, con errores de juicio, hipersomnia (sueño excesivamente prolongado y profundo) diurna, insomnio total con inquietud psicomotriz”.

La última vez que Rigo acudió a consulta al Cesame fue en mayo. Unas semanas antes de que le pasara, lo que le pasó.

“Se inició un tratamiento para controlar sus conductas irritables, se programó una cita para hacer una historia clínica y es la última noticia que tenemos de él”.

–¿Qué opina de este hecho?

–Es muy deplorable y tenemos que manifestar, quienes nos dedicamos a la salud y a la salud mental, nuestra inconformidad ante estos hechos sociales.

La tarde del viernes 3 de junio, como a la 1:00, Rigo, (nadie vio, pero se imaginan que así ha de haber sido), caminaba por la calle rumbo a la casa de renta en que vivía con su hermana Gris y sus sobrinos, cuando alguien lo alcanzó y le roció una botella con ácido sulfúrico por la espalda, de ese que usan los campesinos de la región para extraer la cera de candelilla.

Sus gritos cimbraron el vecindario a varias cuadras a la redonda.

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En la calle se quedaron marcadas las gotas del ácido, como un recuerdo indeleble de la tragedia
Una mañana, lejos de allí, Janet Ventura, doctora en biología experimental, adscrita al cuerpo académico del departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos, de la Facultad de Ciencias Químicas, de la UAdeC, habla de lo sencillo que puede resultar para cualquiera conseguir ácido sulfúrico.

“Vas, lo pagas y te lo dan”.

Janeth dice que este ácido, el ácido con el que rociaron a Rigo, se utiliza, principalmente, en la industria textil, de metales, tintas, fertilizantes, pero que también es un aditivo alimentico, que sirve para regular el ph.

“Nos lo comemos. Vamos a desatanizar al ácido, porque el ácido no es el malo”.

El ácido sulfúrico viene en distintas concentraciones.

La más alta es del 95 por ciento y es la que usan los campesinos de Cuatro Ciénegas, y de otras regiones candelilleras del país, para fabricar la cera.

Y el ácido sulfúrico es un líquido transparente que puedes confundir con agua.

Al contacto con la madera, quema la madera, al contacto con el plástico, quema el plástico y hasta el metal.

Janeth dice que haber rociado a Rigo con ácido sulfúrico, fue como si le hubieran prendido fuego.

La gente de Ciénegas se pregunta, ¿quién tendría el corazón de hacer una cosa como esa?
Cuando los vecinos se acercaron para ver lo que pasaba, Rigo se hallaba agazapado, con la cabeza baja, dentro de una alberca inflable llena de agua, estaba desnudo y llorando de dolor.

Sucedió en el patio de su casa.

Una señora, Érika Reyna, que había salido corriendo cuando escuchó los gritos de Rigo, trató de auxiliarlo echándole agua con una manguera.
40 minutos después llegó una ambulancia del Centro de Salud y se lo llevó.

Rigo no regresó más…

Hace un calor espeso en el salón parroquial de la iglesia de San José de Cuatro Ciénegas.

El padre Israel Orduña Gudiño, vicario, quien se encargó de darle los santos óleos a Rigo, dice que al pueblo le falta alguien:

“Ya no va a haber quién les diga “eh joto”, “adiós guapa’”.

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No hay denuncias contra responsables de ataques en Cuatrociénegas: PGJ de Coahuila

martes, noviembre 10th, 2015

El Procurador Homero Ramos declaró que los problemas entre ejidatarios y civiles se derivaron por la propiedad de las tierras.

homeroramos

Ciudad de México, 10 de noviembre (SinEmbargo).– El Procurador de Coahuila, Homero Ramos Gloria, reveló que hasta el momento no hay denuncias contra los responsables que destruyeron el ejido Gabino Vázquez del municipio de Cuatrociénegas Coahuila.

En su visita a Monclova para integrarse a la jornada “Un día 100 obras más” del Gobierno del Estado, el titular de la Procuraduría General de Justicia (PGJE) sostuvo que el incendio y destrucción de las construcciones en el pueblo de campesinos se debió a un conflicto entre particulares.

Declaró que los problemas entre ejidatarios y civiles se derivaron por la propiedad de las tierras, por lo que deberá intervenir el Tribunal Agrario.

Aunque señaló que policías investigadores e integrantes de la policía acreditable estuvieron en la comunidad rural la noche del atentado, no hubo detenidos.

Asimismo, Ramos Gloria reiteró que el conflicto no es del orden del estado ni grupos delincuenciales, además, no hay denuncias contra los responsables.

“La delegada de la PGJE en Monclova ya habló con las personas para que colocaran las denuncias y tener un acto jurídico, pero por el momento sólo se trabaja en una por despojo”, expuso.

Cabe hacer mención que tras el incidente el ejido Gabino Vázquez fue cerrado con candados en los accesos, puesto que los ejidatarios que perdieron sus viviendas se refugiaron en la cabecera municipal de Cuatrociénegas.

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Comando irrumpe en pueblo de Coahuila y quema casas, bodegas, iglesia y escuela

domingo, noviembre 8th, 2015

Las familias dormían cuando escucharon detonaciones de armas de fuego y huyeron.

Foto: Vanguardia.

El ejido Gabino Vázquez quedó completamente destruido. Foto: Vanguardia.

Ciudad de México, 8 de noviembre (SinEmbargo/Vanguardia).- Un pueblo de campesinos quedó completamente destruido, luego del paso de un grupo de pistoleros que abrieron fuego contra animales y construcciones, incendiaron viviendas, la iglesia y el centro de salud.

El atentado ocurrió el pasado miércoles por la noche en el ejido Gabino Vázquez que se encuentra a 60 kilómetros de la cabecera municipal.

El comisariado del ejido Osvaldo Padilla, frente a los restos de su casa destruida relató que las familias dormían cuando escucharon detonaciones de armas de fuego.

Al ver hombres armados, los campesinos huyeron en medio de la noche para ponerse a salvo, mientras que los delincuentes aprovecharon para incendiar más de 15 chozas y casas de bloque, bodegas, incluso arrasaron con la iglesia, el centro de salud y la escuela.

Destruyeron la bomba de agua, se robaron la planta de luz, mataron a tiros a los animales y con maquinaria echaron abajo las pocas construcciones que quedaron en pie después del incendio.

Elementos de la Policía Acreditable llegaron al lugar, y según los afectados, los hombres fueron detenidos pero sospechan que más tarde los dejaron en libertad.

El titular del ejido dio a conocer que aún no localizan a un campesino que esa noche trató de defender su patrimonio, desconocen si fue capturado o huyó por temor a ser lesionado.

Los pobladores atribuyen este ataque a que los quieren desalojar por el creciente interés de esas tierras, pues tiempo atrás los habitantes de la comunidad rural solicitaron créditos para la siembra, mismos que ahora son impagables por el incremento de intereses.

Señalan que los responsables de ordenar los actos violentos contra las familias de escasos recursos son empresarios de la Región Centro, incluso servidores públicos de Cuatrociénegas como el regidor de Alumbrado Octavio Cordero.

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