Posts Tagged ‘colectivos de búsqueda’

La fosa de Hacienda Arriba arroja restos de 18 personas en León, y aún rascan por más

viernes, mayo 13th, 2022

En León, municipio más poblado de Guanajuato, se ha reportado la desaparición de 289 personas hasta el día de hoy; los colectivos locales han detectado que en León existe un estigma en torno a este delito, que evita en muchos casos que las denuncias por desaparición sean presentadas ante el ministerio público.

Por Melissa Esquivias

León, 13 de mayo (SinEmbargo).– Durante dos intensas semanas de búsqueda en campo, una finca en aparente estado de abandono se convirtió en el escenario de la fosa clandestina más grande localizada en el municipio de León, de donde fueron recuperados los restos de al menos 18 personas. La propiedad arrojó el primer punto positivo el martes 26 de abril, gracias a la persistencia de los colectivos, en colaboración de la célula municipal y la Comisión Estatal de Búsqueda.

La fosa se encuentra en la localidad Hacienda Arriba, ubicada a un costado de la carretera que conduce a Comanja de Corona, en la zona limítrofe de Guanajuato con Jalisco. En noviembre de 2020, en la comunidad vecina de Comanja fue desmantelado un centro de operaciones del CJNG.

Aunque han transcurrido dos días desde que concluyó la búsqueda en la finca de Hacienda Arriba, la Fiscalía estatal ha mantenido hermetismo en torno a los hallazgos. Este jueves el colectivo Madres Guerreras de León difundió un comunicado en el que precisa que los hallazgos fueron agrupados en la carpeta de investigación 46058/2022. También invitaron a las familias de personas desaparecidas a acudir al ministerio público para solicitar las pruebas de ADN y descartar que se trate de quien esperan en casa.

Colectivo Madres Guerreras de León. Foto: Melissa Esquivias, Pop Lab

De acuerdo a información proporcionada por el colectivo, en la finca fueron exhumados al menos 18 cuerpos en estado óseo, de los cuales 10 corresponden a varones y 8 a mujeres. Todos fueron encontrados con huellas de violencia y permanecieron enterrados entre 2 años y 8 meses.

“Me siento un poco contenta y triste porque se dio este hallazgo. Triste porque al final fueron 18 cuerpos, pero también estamos contentas porque 18 familias van a saber de sus desaparecidos”, anunció Martha Cecilia Cruz, vocera del colectivo Madres Guerreras, que busca desde 2017 a su hijo Lucio Uriel Cruz.

En León, municipio más poblado de Guanajuato, se ha reportado la desaparición de 289 personas hasta el día de hoy, según la base de datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. Pese a la elevada cifra, los colectivos locales han detectado que en León existe un estigma en torno a este delito, que evita en muchos casos que las denuncias por desaparición sean presentadas ante el Ministerio Público.

“Siento que a veces las familias no denuncian por miedo, por vergüenza o porque tienen la esperanza de que nuestros desaparecidos regresen al mes, 2 meses, 3 meses, 4 meses, al año tal vez”, aseguró Martha Cecilia.

A casi un año de su creación, el colectivo Madres Guerreras ha sido el cobijo de 25 familias en búsqueda de un familiar. Para Martha Cecilia, su lema es “ayudar a estas madres, que de verdad a veces no sabemos qué hacer, que nos sentimos solas, que nos sentimos en una situación tan vulnerable”.

Comité de la Célula Municipal de Búsqueda de Personas Desaparecidas de León. Foto: Especial.

Además de Madres Guerreras, en León se han formado los colectivos Buscadoras y Buscando con el Corazón, por iniciativa de las propias familias. Desde el 7 de abril, estos colaboran con la célula municipal para acelerar las búsquedas en campo. Luego de los hallazgos en Hacienda Arriba, los colectivos locales proyectan realizar las próximas prospecciones en seis nuevos posibles puntos positivos.

ESTRECHA COLABORACIÓN

En entrevista para POPLab, el secretario de Ayuntamiento, Jorge Jiménez Lona, informó que a través de una solicitud del colectivo Madres Guerreras y la Comisión Estatal de Búsqueda, comenzaron las labores de campo en la localidad de Hacienda Arriba. “Ellos traían varios puntos, de la información que reciben los colectivos de manera anónima, el primer punto que se revisó fue Lomas de Medina, donde no se encontró nada y se pasó a este punto, donde se encontró el primer positivo”, declaró.

El funcionario aseguró que durante los 15 días que prolongó la búsqueda en la finca, estuvo presente “gente” de la célula de búsqueda, así como el comisionado Víctor Aguirre Armenta, quien lidera dicho grupo de acompañamiento.

María Rosario Nava durante una entrevista en las oficinas de la Red Milynali, un colectivo de familias que asisten en la búsqueda de familiares desaparecidos. Foto: Marco Ugarte, AP

Cuestionado acerca de la demora de los hallazgos masivos en León, que a diferencia de municipios como Celaya, Salvatierra, Acámbaro y Juventino Rosas, ha mostrado un rezago en materia de búsquedas colaborativas, Jorge Lona aseguró que se trataba de una negativa a afrontar este fenómeno criminal.

“Antes se negaba la existencia, se negaba el reconocimiento de esto, se decía que se iban con el novio o a Estados Unidos y creo que ha sido afortunado trabajar de la mano con las familias”, dijo.

En el mismo sentido, la buscadora Martha Cecilia Cruz reiteró la importancia de la participación ciudadana en su causa, para informar de posibles ubicaciones de sitios de inhumación clandestina, pues “los puntos los da la ciudadanía” y “existe buena colaboración” con las autoridades municipales y estatales.

“Creo que en León hay mucho qué buscar, en León hay mucho qué trabajar. Desgraciadamente la gente se queda sorprendida por los 18 hallazgos, nunca se había oído esto, pero siento que si vamos en coordinación con las instituciones vamos a encontrar más”.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE POP LAB. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Me vino a ver a Silao, dice la mamá. Fue por la cena y Alberto nunca regresó. Otra vez, en Guanajuato

lunes, diciembre 21st, 2020

“Estábamos en plena contingencia cuando le propuse que él y Selene, su novia, se vinieran dos semanas al pueblo, a Silao. Una noche antes de que partieran rumbo a Torreón tres hombres armados se lo llevaron. Era 20 de julio. Lo último que dijo fue que iba a comprar de cenar. Veinticuatro días estuvo desaparecido, veinticuatro días lo busqué”, relata una madre que busca justicia.

Por Alonso Merino Lubetzky

Guanajuato, 21 de diciembre (Pop Lab).- Alberto y yo éramos así…uno. Aunque fuera a la distancia, aun lejos el uno del otro, siempre sabíamos de nosotros. No había día que no le mandara mensajes y si veía que no me contestaba le marcaba de mi celular o del teléfono de la casa. Con que respondiera, con solo verlo “en línea”, me sentía tranquila. Diario le daba los buenos días o su bendición en la noche. Así fue hasta que lo desaparecieron y me destruyeron por completo.

Mi hijo estaba en Torreón trabajando y reconciliándose con su padre. Siempre le dije que quería que se alejara de los vicios y accedió a irse para empezar de nuevo. Se fue justo cuando el crimen empezó en Guanajuato. Sentía terror, pánico, de imaginar que algo le llegara a suceder.

Estábamos en plena contingencia cuando le propuse que él y Selene, su novia, se vinieran dos semanas al pueblo, a Silao. Una noche antes de que partieran rumbo a Torreón tres hombres armados se lo llevaron. Era 20 de julio. Lo último que dijo fue que iba a comprar de cenar. Veinticuatro días estuvo desaparecido, veinticuatro días lo busqué.

Yo nací aquí en Silao, Guanajuato, pero mis mejores recuerdos son con mis hermanos y mis abuelos, cuando nos íbamos al rancho. Era tan bonito andar allá que no nos queríamos regresar. En ese rancho nació mi mamá: San José de Gracia, se llama. Le llorábamos para no venirnos. Era muy libre. La casa de mis abuelos es grande, tiene árboles frutales y está a la orilla del río.

Era donde nos dábamos la gran vida. Ahí tenían los carritos de mulas, esos en los que se vende fruta, y nos encantaba andar trepados con mis tíos. Son carros con un caballo o dos mulas adelante. Esos son de los momentos más bonitos que vivimos porque mis abuelos de allá eran bien diferentes a los de aquí. Los de Silao eran muy duros, muy pegones, y allá en el rancho no. Eran diferentes: muy amorosos.

Soy la más chica de cinco mujeres y un hermano. A pesar de que tuve a un papá muy machista, alcohólico y golpeador, mi niñez fue una de las etapas más bonitas de mi vida. Hubo un tiempo que viví con un hermano de mi mamá aquí en Silao. Me iba con mi tía, su esposa, porque como no tuvo hijos me invitaba a ayudarla a vender muebles, pero también porque quería alejarme de todo lo que estaba viviendo en mi casa. Toda la semana yo salía de la escuela y me iba directo con mi tía, salvo los fines de semana. Nunca me fui del todo porque yo sabía que se llegaba el fin de semana y mi papá iba a tomar. Yo quería estar ahí para cuidar a mi mamá.

Cuando cumplí 15 años me fui a vivir a Ciudad Juárez, pero me fui yo sola, sin mi familia. Estaba en la secundaria y la dejé para irme a trabajar. Al principio estaba en una tienda de ropa, pues como era menor de edad, no podía entrar a una empresa formalmente. Me fui sin avisar, allá me recibió la familia que tengo por parte de mi mamá.

No sé cómo pude tener el valor para hacer eso, porque me fui en el tiempo en el que estaba más fuerte el feminicidio, en el que había muertas todos los días. Loca, tomé esa decisión tan arrebatada, y hui. Mis papás estaban enojados y aunque me pedían que regresara yo les decía que no, pero siempre me pregunté por qué no fueron a buscarme. Ellos podían hacerlo, sin embargo, no lo hicieron.

Fui diferente con Alberto. Hice muchas cosas por él, pues lo buscaba incluso antes de que desapareciera. Yo quería lo mejor para él y para mis hijas, y por eso siempre andaba detrás suyo. Si a mí me preguntan hoy en día que si tengo remordimiento en mi relación con él, les diría que no, pues sé que hice más de lo que estaba en mis manos. Hay gente que no sabe o que no tiene la mínima idea. Todas las veces que yo lo metía a un anexo o a una clínica, él me decía que no le gustaba, pero me decía que me amaba, que me lo agradecía.

Al papá de Alberto y de mis hijas lo conocí en Juárez. Él trabajaba en una empresa japonesa de plásticos a la que me ayudaron a entrar con una carta, pues era menor de edad. Pasó el tiempo y nos juntamos, luego vinieron los hijos. En Ciudad Juárez nacieron los más grandes, mi hija la mayor y Alberto; allí estuve como siete años. Después me fui a Torreón donde nació mi hija la más chica.

a siendo mamá, ya con hijos, comienzo a ver realmente la situación Foto: Pop Lab

Ya siendo mamá, ya con hijos, comienzo a ver realmente la situación. Estando chica no percibía la inseguridad. Y entonces fue que me dije a mí misma que no quería que mis hijos crecieran en ese ambiente. Ciudad Juárez es horrible en todos los aspectos, tanto en el clima como en la violencia. Si tú vas sigues viendo papeles pegados de mujeres desaparecidas.

Nos mudamos a Torreón porque el papá de mis hijos es de ahí. Para entonces ya teníamos problemas, tal vez era la diferencia de edades entre el señor y yo, quien es 11 años más grande. Era muy posesivo y después agarró amistades que a mí no me gustaban y aumentaron los conflictos.

Al principio era como cualquier papá, miraba por sus hijos, pero luego fue cambiando mucho. Al tiempo de que lo conozco, me embarazo y me salí de trabajar. Él ganaba muy bien en el trabajo. Pero, así como ganaba bien, era muy mujeriego. Tomaba más de lo normal y consumía sustancias. Se volvió irresponsable, y desde ahí empezamos a distanciarnos. Salía de trabajar el viernes y llegaba hasta el sábado, pero ya llegaba sin un peso. Entonces, ¿qué tenía que hacer yo? Pues trabajar. Por eso estando en Torreón trabajé en varias empresas automotrices.

El papá de Alberto fue violento físicamente conmigo. Aunque solo una vez me golpeó, con esa vez tuve. Me amenazaba constantemente y nunca quiso ayuda de nadie con sus problemas de adicciones. Conforme su adicción crecía, su violencia también. La vez que me golpeó me mandó al hospital. Me golpeó a puño cerrado dejándome inconsciente tirada en un charco de sangre. Coincidió que mi hermana estaba allá y me dijo que abriera los ojos, que no era posible que yo soportara eso. Eso pensé, que no tenía por qué estarlo aguantando.

No era responsable de sus hijos y no me ayudaba económicamente. Se volvió la peor persona, ya no trabajaba, ya no aportaba nada. Solo pensaba en el vicio. Tenía una mujer que le compraba droga para que estuviera con ella, y eran todo ese tipo de cosas que yo tenía que aguantar. Yo decía “como para que ande con esa persona, entonces yo quién soy o qué soy”, al grado de que se me bajaba la moral. Desde que nos separamos, yo estando allá, tuve que trabajar sola para salir adelante.

Tal vez era miedo de que me hiciera algo más. Llegó un momento en que me dije que eso no podía continuar, que no me podía quedar ahí, que tenía que hacer algo.

Alberto creció y comenzó a tener problemas de adicciones. Yo quería que fuera una persona de bien, que saliera de eso. Foto: Pop Lab

De vivir en el norte del país me queda la violencia, que ahora es la misma en Guanajuato. Torreón estaba igual que Juárez: muchísima inseguridad, muchos muertos por donde quiera. En las escuelas de Torreón amenazaban a los maestros, les iban y les cobraban cuota y amenazaban que si no pagaban que les pedían se llevarían a ciertos niños y a los maestros. Y sí lo llegaron a hacer. La mejor opción fue regresarnos a Silao con mi familia. Yo pensé que ya no tenía nada que hacer ahí, pues ya para entonces no estaba con el papá de mis hijos.

Al tiempo de haber regresado a Silao conocí a mi pareja actual, Luis. Nos empezamos a tratar y tenemos juntos desde entonces. Él tiene una niña también y vive con nosotros. Desde que nos conocimos él me ayudó con mis hijos y yo con su niña. Luis también siempre fue muy cercano a Alberto. Seguido los encontraba platicando mientras miraban la televisión.

Siempre he querido mucho a mi mamá. Siempre. Para mí ha sido lo mejor que me ha pasado. Para mí es una mujer admirable porque nunca nos dio un mal ejemplo. Nunca. Sufrió mucho y yo también por ella. Te quedas marcada. Alberto también la quiso mucho, donde quiera que la viera, la abrazaba y la besaba siempre. Con su abuelita también era muy allegado, por eso antes de irse a Torreón, antes de que lo desaparecieran, en el último lugar en el que quiso estar fue en su casa.

Ella viene de una familia en la que mi abuelo tenía tierras, sembraban. No le faltaba nada, tenía todo lo necesario. Se casó de 28 años. Ella dice que sus hermanos no la dejaban tener novio y por eso se fue con mi papá a escondidas, porque realmente se la pasaban cuidándola. Obviamente si hubieran visto al señor con quien se iba a ir no la hubieran dejado.

Mi hija le pregunta a su abuela por qué cambió su vida para irse a meter a una casa donde la golpeaban y le hacían de todo cuando tuvo una vida muy buena con sus papás. Cuando se vino del rancho a Silao hasta sus propios suegros la trataban mal. Fue totalmente un cambio porque acá mi papá era tomador, mujeriego, golpeador. Igual, si se le antojaba se gastaba todo el dinero y ya no daba para la semana.

En muchas ocasiones la dejaba embarazada y se iba a Estados Unidos y se quedaba con otras mujeres. Mi mamá siempre ha sido de las personas que decía que, si tú te casas, te casas para toda la vida. Siempre que le pregunto por qué, ella contesta que era su cruz. Le decía que no, que no era cierto, no tiene por qué una estar aguantando golpes.

Cuando mi papá murió le dijimos que se casara de nuevo. Y dijo que no. Yo creo que mi madre empezó a tener vida después de que mi papá falleció. El 18 de octubre cumplió 10 años de muerto. Casarse con él fue lo peor para ella. Su matrimonio duró treinta y tantos años, y ella va a cumplir ochenta.

Tal vez por eso yo nunca me casé. En mi casa con mi mamá era de que a fuerza me tenía que casar, por la iglesia y por el civil. Todas mis hermanas así lo hicieron. Todas menos yo. Con ninguno me casé.

Recuerdo mucho cuando estaba en sexto de primaria. Cuando mi papá tomaba, comía mucho. Todo el día quería estar comiendo y le exigía a mi mamá que le sirviera de comer. “No, sírveme otra vez, porque no me has dado”, le decía mi papá. Fue un domingo y ese día había hecho caldo cocido. Cuando ella le sirve un plato, agarra y dice: “Mmm, ni para caldo eres buena” y se lo aventó. Mi mamá se quedó asustada. Agarró una madera y se le dejó ir para golpearla. Le grité que no le pegara y me puse enfrente de ella. El golpe que le iba a dar, me lo dio a mí en la cabeza. Él se fue y me quedé escurriendo de sangre.

Cuando me fui a Ciudad Juárez fue lo peor dejar a mi mamá. Después me arrepentía de haberme ido. Te das cuenta que dejaste tu hogar, que las cosas no son como te las platicaron. Es doloroso dejar a tu familia atrás, pero lo que más me dolió fue dejarla a ella.

Cuando llegué a Silao con ella, llegué como desorientada. Estaba acostumbrada a vivir en otra ciudad más grande. Pero me sentí tranquila de vivir aquí. Entonces no había peligros, era muy calmado todo. Ese cambio fue muy radical, pero yo vi a mis hijos contentos.

Llegando a Silao estuvimos un tiempo en casa de mi mamá. Estaba encantada porque estábamos juntas. Mi hermano vive ahí con ella, nunca se casó y no tiene hijos. Si hacían alguna travesura, él se enojaba. Los amenazaba con pegarles y yo lo confrontaba. “A mis hijos no los vas a tocar”, le decía. Como me sentía harta de esas amenazas y no quería que nada le pasara a mis hijos, decidí salirme también de ahí.

Estaban por cumplir un mes aquí cuando tuvimos nuestra última conversación. Foto: Pop Lab

Por eso, y como no pensaba pasarme toda la vida con mi mamá, me metí a trabajar al Parque Bicentenario cuando lo abrieron. Trabajaba como cajera y los horarios se me acomodaban. Rentamos un departamento, ahí teníamos más privacidad. Mi hija se graduó de la primaria y entró a la secundaria. Cambié a mis hijos más cerca. Ellos se iban caminando a la casa de su abuelita cuando salían de la escuela y yo los recogía al terminar el día.

De pronto me quedé sin trabajo. Entonces entré a una empresa en Puerto Interior donde se hacen motores para los limpiaparabrisas de los carros. Estuve casi dos años ahí. Al tiempo me salí porque Alberto se estaba haciendo pato en la secundaria. Los maestros me llamaron y me dijeron que Alberto sí llegaba a la escuela, pero que no entraba a los salones.

Me di cuenta que necesitaba atención. Y un lunes me pregunta Alberto: “¿Por qué no vas a ir a trabajar?” –“Porque tengo un niño de kínder que tengo que llevar a la secundaria para que entre al salón”. –“No es cierto, sí entro”, dijo. — “No, niño –le dije–, yo no voy a estar pagando para que usted se quede en el patio. Yo pago para que usted ocupe la silla y se ponga a estudiar como es. Así es de que vámonos, lo voy a llevar y voy a hablar con sus maestros”.

Alberto creció y comenzó a tener problemas de adicciones. Yo quería que fuera una persona de bien, que saliera de eso. Nunca me iba a resignar a que estuviera perdido en algún vicio. No tengo ni el mínimo remordimiento ni siquiera de las veces que lo reprendí porque sé que él siempre estuvo consciente que fue por su bien. Como madre uno lo tiene que hacer. Nunca le solapé nada, en ninguno de los aspectos.

Iba a ser su cumpleaños, tenía 14, y se me salió con unos amiguillos. Me pidió permiso para dormir en casa de un amigo. Se lo negué, le di solo permiso de salir con ellos, pero no de dormir afuera. Cuando fuimos a buscarlo, no lo hallé. Llegué a la casa y le marqué de nuevo. “No soy tu juguete. ¿Dónde estás?”, le dije. “No te doy permiso”. Pero insistió que ahí estaba y ahí voy de nuevo. Luis me llevó por él en el carro y cuando se sube nos percatamos que olía a alcohol. Apenas llegamos a la casa le pedí que subiera a la habitación. “¿Qué pasó, Alberto? A ver, ¡sóplame!” Le di un cintarazo, lo regañé. Me pidió perdón, me dijo que sus amigos lo convencieron porque era su cumpleaños. Fue la primera y la última vez que le pegué, pero cuando me fui a trabajar me sentía súper mal.

Mi momento más feliz con él fue cuando lo llevaba a la escuela, en las vacaciones, cuando iba a sus festivales. Cuando veíamos películas, cuando íbamos al cine. Cuando se graduó de la primaria, no le busqué madrina. Yo fui su madrina para bailar su vals con él. Hay un video donde estamos bailando y está llorando porque se estaba despidiendo de sus amigos. Yo sabía que era muy noble y sentimental. Lo abracé y le dije de cerca que sí, que ya no iba a ver a sus amigos, pero que comenzaba una nueva etapa y que así tenía que ser.

Cuando nos llegamos a ir a Guayabitos estábamos por un camino rumbo a Los Ayala. Nos fuimos caminando y el paisaje estaba muy bonito por toda la carretera. Él sabe que yo odio las lagartijas, las iguanas y todo eso. Me dan mucho pánico. Ese día ya veníamos y sale corriendo con una iguana enorme. “¡Te la voy a echar!”, me dijo. “Dame 500 pesos, si no te la voy a echar encima”. Yo grité. Le pedí ayuda a mi mamá porque pensé que estaba viva. Se la encontró atropellada. “Pinche niño”, le dije. Se murió de risa porque yo me asusté.

Alberto vivía en Torreón. Le recomendé que se fuera de aquí para protegerlo, pues la violencia crecía en el pueblo. Yo pensé que le servirían los consejos de su papá, el hecho de que regresara y lo viera, que empezaran a platicar y arreglaran todos sus problemas. Las hermanas del papá de Alberto me habían dicho que ya estaba cambiado. Ciertamente me dolía mucho que se fuera, y aunque se me rompía el corazón porque nunca nos habíamos separado, lo veía bien allá.

Pero su papá y un amigo suyo lo habían golpeado días antes de que regresara a Silao. Acordamos que él y su novia se vinieran por la pandemia, porque económicamente se estaba poniendo difícil. Alberto me contó que llegaron él y su novia a casa de su papá y lo encontraron drogado con un amigo. Se hicieron de palabras por algo de la casa y su papá y su amigo, los dos, se le fueron encima a golpes. El amigo de su papá le pegó con un envase de cerveza y quedó todo cortado del brazo. Hasta la fecha yo sigo enojada con su padre por eso. No se lo perdono.

Estando acá ya en Silao, Alberto me dijo que no se iban a quedar mucho tiempo. Selene y él llevaban poco de haberse juntado. Le dije: “Vente y se quedan quince días”. El plan era que cuando regresaran a Torreón, llegarían a vivir a casa de una tía y pondrían un taller de motos. Él había trabajado en uno y queríamos que abriera el suyo allá. Yo lo veía que estaba saliendo adelante.

Estaban por cumplir un mes aquí cuando tuvimos nuestra última conversación. Fue un sábado en casa de mi mamá. Me dijo que el lunes se irían de regreso a Coahuila. Estaba en casa de su abuelita porque se estaba despidiendo y fue cuando me platicó que había tenido un problema con una persona que vendía droga.

El domingo fui de nuevo a casa de mi mamá y los vi a él y a mi nuera. Al día siguiente, el lunes, pedí permiso para ausentarme porque quería despedirlo. A las 12:00 del día llegué a casa de mi mamá y lo primero que me dicen es que Alberto no había llegado en toda la noche. Les había dicho que iba a ir a comprar cena, pero ya no regresó.

Durante casi un mes dormí en el sillón de la sala. En las noches esperaba despierta que tocara la puerta y entrara. Foto: Pop Lab

Lo primero que hice fue ir a hospitales. Luego al Pentágono –así le llaman al edificio de Seguridad Pública en Silao-. Fui varias veces ese mismo día, pero no me dejaban entrar a barandilla. No era la primera vez que Alberto no llegaba y podría estar ahí. Una vez hasta se cambió el nombre y por eso yo les pedía que me dejaran ver, porque su nombre no aparecía en la lista. Entonces salió un hombre a quien lo habían arrestado por tomar. Saco una foto y se la muestro. Me dijo que no había nadie como él adentro.

El tiempo estaba corriendo y yo no sabía nada. Le dije a Selene que me iba a regresar porque tenía que darle de comer a mis hijas. Pasó el lunes, se hizo de noche y mi hijo tampoco llegó. Volví a ir más tarde al Pentágono, pero ya estaba oscuro. Les pedí que si me dejaban entrar y tampoco tuve suerte. Me dijeron que podía ir al día siguiente a las 8:00 de la mañana, cuando hay cambio de juez. Tampoco pude entrar.

Fui al Ministerio Público como a eso de las 3 de la tarde del martes y pongo la denuncia por desaparición. Me tomaron algunos datos. En un primer momento no me pidieron sus características personales. No me preguntaron cuánto medía, qué tatuajes tenía, qué ropa llevaba. Nada. Solamente su nombre, mi nombre, dirección y la última vez que se le vio.

Estaban mis hermanas en mi casa y llegó la persona sospechosa de su desaparición. Aseguró que tres hombres armados llegaron en un carro gris, que estaba sentado frente a su casa cuando vio que se lo llevaron. Me cayó un balde de agua fría. Las versiones sobre la desaparición de Alberto cambiaron cada vez. Ellos las cambiaron. A mi nuera esta persona le dijo que Alberto estaba en su casa y que los hombres armados habían entrado por él. Unos días antes de que encontrara a mi hijo, él mismo dijo que Alberto les había hablado por teléfono para irse con ellos.

Estuvo casi un mes desaparecido, veinticuatro días. Cuando iba al Ministerio Público o me mandaban llamar, me decían que no sabían nada. Cuando me enteraba de algo acudía al MP para decirles lo que sabía, para aportar lo poco que podía, pero siempre me decían “que yo qué sabía”. Realmente no sabemos a quién irle a confiar lo que uno sabe.

Lo último que hizo el Ministerio Público fue venir hasta mi domicilio. Entraron los ministeriales sin identificarse mientras yo no estaba en casa. Mi nuera les abrió y se pasaron. Nunca pude saber quiénes eran porque no llevaban nada visible: ni placa, ni nada. Nos pidieron llevarlos a la casa donde Alberto desapareció. Con desconfianza nos subimos a la camioneta mi nuera y yo.

Hicieron un cateo para ver si podían encontrar las pertenencias de mi hijo, pero nunca se cercioraron de que el sospechoso estuviera ahí. Otras personas me dijeron que iba llegando cuando vio a los agentes haciendo el cateo. Me llamaron al MP y sus últimas palabras fueron que ya no había nada qué hacer. Me notificaron que la carpeta de investigación se iba a Irapuato.

En esas fechas habían encontrado fosas y yo ya estaba en los colectivos de búsqueda, por eso supe. Mi colectivo es “De Pie Hasta Encontrarte”. Selene, la novia de mi hijo, se fue conmigo a Irapuato. No sabíamos llegar, pero igual tomamos un camión bajando de la central de autobuses. Les pedí que me orientaran para llegar al CERESO y al SEMEFO.

Llegando al Servicio Médico Forense uno de los agentes en la puerta me pidió el número de carpeta de investigación. Se lo doy. Yo quería ver si me podían enseñar las fotos de las personas no identificadas. Me pregunta qué relación tiene la persona desaparecida conmigo. –“Es mi hijo”, le dije. Tomó el papel donde llevaba anotado el número de carpeta y se fue. A los pocos minutos apareció de nuevo.

Nos dijeron que nos dirigiéramos al edificio de Homicidio. Me registro y me piden que me pase. Cruzo la puerta de arriba y salen agentes de investigación, quienes nos dijeron que nos llevarían a ver las fotos. Nos subimos a su camioneta y ya arriba una agente se me queda viendo. Saca su teléfono y empieza a pasar fotos. Me mira de nuevo y me pregunta por la ropa de Alberto, por sus tatuajes. Me pidió tranquilizarme y me mostró las fotos. Era él.

Su respuesta fue que el mismo domingo que desapareció lo encontraron entre las 11 y 12 de la noche por el parque industrial Castro del Río. Estuvo casi un mes en SEMEFO, con todo y que les proporcioné fotos. Todo. Características. Todo. Pruebas de ADN. No entiendo cómo, si tenían mis pruebas de ADN y las de mi hija, en ningún momento nos avisaron que estaba ahí.

En ese momento me pidieron su acta de nacimiento, pero no la llevaba. Llamé a mis familiares para que me la llevaran. Finalmente liberaron el cuerpo, así que partimos rumbo a SEMEFO. Me dijeron que empezara los trámites con la funeraria para que lo recogieran. Cuando llegué y pasé a firmar los papeles que me pedían, me negaron el cuerpo de mi hijo una vez más: me faltaba una copia. A esas horas de la noche no había ni un solo lugar dónde sacar una copia, además de que no estaba la trabajadora social para firmar.

Fosas clandestinas en Guanajuato. Foto: Especial.

Tuve que regresar al día siguiente antes de las 9 de la mañana. Cuando terminé los trámites me pidieron pasar a reconocer a Alberto. Antes, cuando lo estaba buscando, le había dicho a mi hermana que si algo malo pasaba ella debería reconocerlo por mí, porque yo no tenía el valor.

Tuve que hacerme más fuerte porque solo yo tenía permiso para entrar. Su cuerpo ya estaba en estado de descomposición, pero todavía se alcanzaban a ver sus facciones. El cuerpo se lo llevó la funeraria y por instantes me quisieron negar también el velatorio “porque ya tenía muchos días allá”, según dijeron. Insistí que para esa noche y al día siguiente lo sepultamos.

Durante casi un mes dormí en el sillón de la sala. En las noches esperaba despierta que tocara la puerta y entrara. Hasta el momento no sé lo que pasó. La única versión que existe es que fue por 200 pesos de mariguana. No me cabe en la cabeza que eso valiera su vida.

La ropa de Alberto la conservaba toda hasta hace unas semanas. Poco a poco la he ido regalando como él de por sí lo hacía con sus amigos. Cuando los veía sin tenis o sin algo para vestir, él se los daba a escondidas. Ahora solo guardo algunas cosas en su clóset.

Siempre se los dije, incluso se lo dije a la persona que está detenida: yo estoy segura que mi hijo no tenía nada que ver. Y yo tampoco, porque soy una de las personas que se levanta día a día a trabajar, y a trabajar honestamente para sacar a mi familia adelante. Yo no tengo por qué esconderme, porque yo he hecho las cosas bien. Si hay alguien que no ha hecho las cosas bien, son ellos. Eso siempre le dije a mi familia: yo no tengo miedo, porque yo no estoy haciendo nada equivocado. Lo busqué sin parar hasta encontrarlo. Y lo encontré, pero no se ha hecho justicia.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE POP LAB. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

“Ya los atendimos, no sé por qué están aquí”, dijo Bonilla a familiares de desaparecidos en BC

lunes, noviembre 30th, 2020

Luego de ser escuchadas brevemente por López Obrador, este firmó la carta compromiso que redactaron los familiares, la cual también terminó firmando el Gobernador de Baja California.

Baja California, 30 noviembre (Zeta).- Gracias a que colectivos de búsqueda de personas desaparecidas interceptaron al Presidente de México en La Rumorosa, Andrés Manuel López Obrador se comprometió en apoyarles con más recursos, esto ante el enfado de Jaime Bonilla Valdez, Gobernador del Estado.

Así lo dieron a conocer en una conferencia de prensa este lunes 30 de noviembre, Angélica Ramírez, fundadora del colectivo Una Nación Buscando “T”; Judith Arcadia, presidenta del Colectivo Unidos; y Mónica Martínez, quien busca a su hermano José Miguel, el cual está desaparecido desde el 7 de enero del 2020.

Las mujeres indicaron que con lonas y poniéndosele de frente a la camioneta donde viajaba el Presidente de la República, es como lograron verlo por unos minutos el viernes 27 de noviembre, en un restaurante.

“El señor Jaime Bonilla –Gobernador de Baja California- anteriormente ustedes se dieron cuenta que él se comprometió a darle seguimiento con el tema de desaparecidos, el cual no hemos tenido ningún resultado, ni el seguimiento ni nada.

Mujeres entregaron documento a López Obrador. Foto: Zeta

“Lo único que se llegó fue a una reunión con la Fiscalía –Fiscalía General del Estado- y fue todo, y cuando encontramos al señor Jaime Bonilla, con el señor Presidente –Andrés Manuel López Obrador-, el señor Jaime Bonilla todavía nos dijo, ya nosotros ya los atendimos, no sé por qué están aquí”.

“Fue donde la señorita Mónica –Martínez- le dice usted no me ha atendido, a lo mejor sí me escuchó, pero no nos dio continuidad y no nos dio una certeza de qué era lo que iba pasar, ni siguió el caso de nadie”, afirmó Angélica Ramírez.

Cabe destacar que Mónica Martínez hizo un pastel de cumpleaños para su hermano José Miguel Martínez Villanueva, quien cumplió 18 años el 5 de noviembre, y le se lo llevó a Jaime Bonilla Valdez cuando se encontraba en el Centro de Gobierno.

Eso provocó que el 9 de noviembre Bonilla Valdez recibiera en la explanada del Centro de Gobierno a Mónica Martínez y además colectivos de búsqueda, junto con pacientes de cáncer quienes denunciaron que no había medicamentos.

Ese día Jaime Bonilla Valdez le encargó a la Fiscalía General del Estado (FGE) que atendiera a las familias de las víctimas y que quería volver a recibirlos para que le dijeran que no estaban siendo atendidos como se debe.

Las mujeres señalaron que lograron entregarle un documento al Presidente de México en donde exigen que haya más elementos la Fiscalía encargada del tema de desaparecidos y en el Servicio Médico Forense (Semefo), así como más presupuesto.

Luego de ser escuchadas brevemente por López Obrador, este firmó la carta compromiso que redactaron los familiares, la cual también terminó firmando el Gobernador de Baja California.

Las activistas aseguraron que el compromiso es que no deben pasar más dos meses sin ver un cambio y Andrés Manuel López Obrador les dijo que su firma valía, por lo que esperan que sí cumpla, no como Jaime Bonilla Valdez.

“Él –Andrés Manuel López Obrador- dijo que su firma vale y mi firma es su compromiso, y yo cumplo mis palabras, entonces por eso también estamos dando esta rueda de prensa porque ahí está su firma, está su palabra que nos dio, de que iba dar cumplimiento a este documento y que lo iba hacer valer.

“Si no lo hizo el señor Bonilla él si lo hace, entonces aquí esperemos, aquí están las dos firmas para que veas que su firma y su palabra vale”, dijo. Judith Arcadia.

HUELGA DE HAMBRE

Por su parte Mónica Martínez le informó a Zeta que debido a la desesperación, porque las autoridades nunca la atendieron como debieron, tiene contemplado iniciar con una huelga de hambre esta semana en las instalaciones de Capea.

Su hermano llegó a esta ciudad, de Guerrero, el 28 de noviembre del año pasado, como su regalo de cumpleaños número 18.

Un día el joven salió de la casa de su hermana, en Hacienda Los Laureles Pacífico, fue a comprar unas cosas para la comida cuando le intentaron robar su teléfono celular, pero un vecino, apodado como “El Negro” lo defendió y de ahí nació una amistad entre ambos.

“El Negro” comenzó a visitar constantemente a José Miguel, hasta que un día le llevó una bicicleta para que la arreglara, hasta le ofreció pagarle.

El 7 de enero del 2020, alrededor de las 16:45 horas, José Miguel y “El Negro” salieron de la casa de Mónica, nunca lo volvió a ver.

Al día siguiente una señora de nombre Martha, madre de “El Negro” le dijo que la Policía se los había llevado, que era algo común, pero que los sueltan en 24 horas.

Al pasar el tiempo, la hermana del joven desaparecido fue descubriendo que eso era mentira, que vecinos vieron en la calle a “El Negro”, y que José Miguel entró a la casa de la señora Martha, pero no lo vieron salir.

Mónica aseguró que a las 11:00 horas del 9 de enero acudió a poner la denuncia de desaparición a la Fiscalía General del Estado (FGE), les explicó los hechos que descubrió por su cuenta, pero no hicieron algo.

El 15 de enero la madre de “El Negro” le marcó y le dijo que su hermano le debía una cantidad -9 mil pesos- que si lo quería ver tenía que pagarle esa cantidad, información que les pasó a los agentes ministeriales que atendían su caso, pero no fueron a la casa.

Fue por ello que mujer marcó al 911, a las 22:00 horas acudieron unos agentes de la Policía Municipal, con el permiso del dueño de la casa, acompañada de varios vecinos, Mónica ingresó a la casa para buscar a José Miguel, pero no lo encontró, sin embargo, si halló su balón de futbol y su mochila, la cual le regaló en Navidad.

La FGE acudió hasta el mes a la casa, se llevó la mochila, la mujer quien se identificó como Martha y su hijo se fueron de la Ciudad y no ha habido avance en la investigación, hasta les negaron una orden de cateo.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE ZETA. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

El Gobierno no debería celebrar por encontrar muertos, dicen activistas y familias de desaparecidos

lunes, noviembre 2nd, 2020

La vocera del colectivo “A tu encuentro” relató que hay compañeras que tienen hijos, víctimas de homicidios y desaparición, pero son los familiares los que iniciaron una lucha desde el momento en que se llevan a sus seres queridos, a quienes destacó siempre los buscan con vida.

Por Laura Villafaña

Irapuato, Guanajuato (Zona Franca).– “No queremos que el Gobierno consideré como un compromiso cumplido, el resultado de haber encontrado fosas clandestinas y cuerpos”, señaló Viviana Mendoza, hermana de un desaparecido y vocera del colectivo “A tu encuentro”.

“Que la señora Sophia ( Huett) no salga a celebrar como diciendo que esa es la promesa o el compromiso del Gobernador. Todo este tiempo se encargaron de negar la existencia de fosas clandestinas y ahora que ya salieron a la luz, dicen que son los resultados y eso no lo vamos aceptar, justicia para los que ya no están y búsqueda en vida para la que nos faltan”, dijo.

Se detalló que el mandatario estatal, el pasado 6 de enero se comprometió a ayudar y rescatar con vida a las personas desaparecidas.

“No queremos que nuestros hijos, hermanos, nuestros padres se encuentren en esas fosas y que ahora digan que ese es el compromiso que el Gobierno tuvo con nosotras, porque eso no fue”.

Viviana Mendoza, hermana de un desaparecido y vocera del colectivo “A tu encuentro”. Foto: Zona Franca.

Y es que, Viviana señaló que a dos años de la búsqueda de su hermano, Manuel Ojeda, lo quiere vivo de regreso y no que le digan que su cuerpo estuvo en una fosa clandestina.

La vocera del colectivo “A tu encuentro” relató que hay compañeras que tienen hijos, víctimas de homicidios y desaparición, pero son los familiares los que iniciaron una lucha desde el momento en que se llevan a sus seres queridos, a quienes destacó siempre los buscan con vida.

“Yo a mi hermano lo quiero con vida y a nosotros a nuestros desaparecidos los buscamos con vida, el resultado real va ser que todas las que estamos de aquí, el colectivo ya no exista porque nos hayan devuelto a todos nuestros familiares con bien”.

“ES TONTO FESTEJAR QUE SE ENCUENTREN MUERTOS”

Por su parte, el director general del colectivo “Sembrando Comunidad”, José Gutiérrez Cruz aclaró no es un compromiso cumplido del Gobernador el haber hallado las fosas, pues para empezar son las familias por las que se llegó a esos hallazgos.

“Me parece muy tonto festejar el encontrar personas muertas y nosotros no vamos aceptar vivir en un Estado dónde se piense que encontrar personas sin vida, asesinadas, es un logro”, dijo el activista.

“Lo que se ha avanzado en el tema de las personas desaparecidas solamente se le puede reconocer a las familias, que no sé si se le pudiera llamar reconocimiento, pero si no tuviéramos tantas familias buscando a sus familiares no tendríamos una comisión local, no habría la presión que existe. Esto solamente es el resultado del trabajo de las familias, del sufrimiento de tantas familias de Guanajuato”.

“Me parece muy tonto festejar el encontrar personas muertas y nosotros no vamos aceptar vivir en un Estado dónde se piense que encontrar personas sin vida, asesinadas, es un logro”, dijo el activista. Foto: Zona Franca.

El activista que subrayó cómo de no tener un solo colectivo, en tan solo un año se trata de ocho; también resaltó que a la fecha no hay identidades de las personas halladas en las fosas de Uriangato, Salvatierra, Cortazar e Irapuato.

Además de que el Fiscal, Carlos Zamarripa ha respondido a la solicitud de una mesa para la identificación de lo que estima son más de 100 cuerpos encontrados en estás fosas clandestinas.

EN MEMORIA DE MÁS DE 100 CUERPOS SIN IDENTIFICAR

Lo anterior, trascendió durante la colocación de un altar en memoria de los más de 100 cuerpos sin identificar encontrados en las fosas clandestinas y las 22 personas localizadas sin vida este año, después de haber desaparecido.

“Hoy fue para conmemorar a las víctimas que tenemos en ‘Sembrando Comunidad’, pero sobre todo aquellas víctimas, que no sabemos quiénes son y las que sus familias les esperan”.

El altar se colocó frente a la Presidencia Municipal, y en el lugar se reunieron lo más de 50 personas, quienes contaron con el resguardo de los elementos de la Policía Municipal.

En el altar se colocaron flores de cempasúchil, veladoras y las fotografías de aquellos que han sido localizados sin vida.

Los familiares colocaron una ofrenda en memoria de las víctimas de desaparición. Foto: Zona Franca.

Sin embargo en el piso se colocaron las siluetas de esas personas, cuyos cuerpos fueron hallados en las fosas clandestinas. Ahí con las veladoras encendidas, los familiares rezaron y cantaron en memoria de sus seres queridos.

Por un momento hubo quienes no pudieron contener el llanto en medio de cada plegaria.

Bajo la ofrenda, pusieron siluetas que simulaban a las víctimas localizadas en las fosas clandestinas. Foto: Zona Franca.

“Escucha nuestras súplicas de madre, en este momento, tu eres madre y sabes el sufrimiento y del dolor de los hijos, madre santísima. Aquí estamos implorándote para que nos ayudes a encontrar a nuestros hijos desaparecidos”.

“Este último misterio es para las personas que han sido encontradas y aún no han sido identificadas para que ya puedan descansar en paz”, sonaron algunos rezos.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE ZONA FRANCA. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

“No vemos que trabajen”: Familias toman predio custodiado para buscar a sus desaparecidos en BC

domingo, septiembre 13th, 2020

La madre de César, Bárbara Martínez, explicó a EFE que este fin de semana entraron a la propiedad, que la Fiscalía General del Estado custodia desde 2019, cuando el presunto autor del delito lo relacionó con los hechos.

Por Carlos Zúñiga

Tijuana (México), 13 sep (EFE).– La frustración, la desesperación y la desconfianza llevaron a colectivos mexicanos de búsqueda de desaparecidos a irrumpir en un predio resguardado por la Fiscalía General del Estado de Baja California (FGE) para escarbar en busca de cadáveres.

Dentro del objetivo de las familias de la ciudad fronteriza de Tijuana está hallar el cadáver de César Ezequiel Rico, quien tenía 17 años de edad cuando lo secuestraron el 25 de octubre 2018, fecha desde la que su cuerpo no aparece.

La madre de César, Bárbara Martínez, explicó a EFE que este fin de semana entraron a la propiedad, que la FGE custodia desde 2019, cuando el presunto autor del delito lo relacionó con los hechos.

Familiares de personas desaparecidas buscan por su cuenta a sus seres queridos, el 11 de septiembre de 2020, en Tijuana (México).

Familiares de personas desaparecidas buscan por su cuenta a sus seres queridos, el 11 de septiembre de 2020, en Tijuana (México). Foto: Joebeth Terriquez, EFE

“Ya transcurrió casi un año y no los vemos escarbando, no los vemos trabajando, por eso decidimos entrar por nuestra cuenta”, manifestó la mujer.

El caso de César es parte de la “crisis de desaparición” que reconoce el Gobierno de México, que contabiliza cerca de 75 mil personas no localizadas y casi 4 mil fosas clandestinas de 1964 a la fecha.

Uno de los focos rojos es Tijuana, donde colectivos buscan a más de 450 personas desaparecidas este 2020 que oscilan entre los 21 y los 26 años, con 70 por ciento de hombres y 30 por ciento de mujeres.

De enero a septiembre se han encontrado 114 cuerpos en distintas fosas clandestinas ubicadas en zonas de Baja California como Cañón del Sainz, Urbi Villa del Prado, Tecate y Villas del Campo.

Pese a la crisis, las familias denuncian la inacción de las autoridades estatales, quienes les impidieron buscar a los desaparecidos en el terreno, dividido en dos casas en construcción que presuntamente eran utilizadas para retener a personas, torturarlas, matarlas y enterrarlas.

Por ello, Martínez exclamó que no le importa ser detenida, pero que no se la llevarían presa sin antes hallar el cuerpo de su hijo.

Familiares de personas desaparecidas buscan por su cuenta a sus seres queridos, el 11 de septiembre de 2020, en Tijuana (México).

Familiares de personas desaparecidas buscan por su cuenta a sus seres queridos, el 11 de septiembre de 2020, en Tijuana (México). Foto: Joebeth Terriquez, EFE

Es “hacer el trabajo que ellos no quieren hacer, buscar a nuestros tesoros”, justificó Martínez.

CONFRONTACIÓN

Agentes fiscales intentaron ingresar al predio este sábado, pero los colectivos lo impidieron.

En respuesta, los oficiales tomaron fotografías de los activistas y los periodistas presentes.

Bárbara atendió el teléfono en más de una ocasión, era un hombre que dijo ser el autor del delito, quien le estaba explicando en dónde escarbar para dar con su hijo y dos cuerpos más, ya que buscaba la forma de “sanar” su culpa.

Durante 12 horas, la búsqueda y trabajos de excavación continuaron sin éxito, por lo que anunciaron que este domingo seguiría aun sin las autoridades.

José Fernando Ortigoza, presidente del Movimiento Estatal por los Desaparecidos, mencionó que ahora existe una coordinación con el Servicio Médico Forense, que en una semana ayuda a identificar el ADN de los cuerpos encontrados.

Un caso reciente de desaparición ocurrió el 29 de mayo de 2019, cuando Miguel Anthony Rendón fue sacado por la fuerza de una habitación de un motel llamado “Parador”, en Tijuana.

Los familiares de las víctimas de desaparición forzada esperan verdad y justicia.

Los familiares de las víctimas de desaparición forzada esperan verdad y justicia. Foto: Cuartoscuro

Emma Rendón, madre del joven, expuso que entregaron 3 mil dólares por el rescate, pero no volvieron a tener comunicación con los supuestos captores.

También en Tijuana desapareció la pareja Hilda Teresa Padilla Cox y Nora Ariday Pacheco Becerra el pasado 24 de agosto en un caso que sigue bajo investigación como posible secuestro virtual.

Familiares inician búsqueda de personas desaparecidas en fosas clandestinas de Huitzuco, Guerrero

viernes, julio 31st, 2020

A partir de las 8:00 del 29 de julio integrantes de colectivos de familiares de desaparecidos de Huitzuco, Morelos, Veracruz y Querétaro, con el acompañamiento de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) y el resguardo de policías del estado, Guardia Nacional, Ejército y Policía Municipal, realizaron búsquedas de fosas clandestinas.

Por Alejandro Guerrero

Huitzuco, Guerrero, 31 de julio (El Sur).– Familiares de víctimas de desaparición iniciaron el jueves una búsqueda de fosas clandestinas en el paraje Piedra del Sapo, al norte de la cabecera municipal de Huitzuco, porque se les informó que hombres armados llevaron ahí a personas secuestradas.

A partir de las 8:00 del 29 de julio integrantes de colectivos de familiares de desaparecidos de Huitzuco, Morelos, Veracruz y Querétaro, con el acompañamiento de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) y el resguardo de policías del estado, Guardia Nacional, Ejército y Policía Municipal, realizaron búsquedas de fosas clandestinas.

Al inicio de la exploración, miembros de la Guardia Nacional y de la Comisión Nacional de Búsqueda se opusieron a entrar al predio, bajo el argumento de que era un terreno particular y que tenían que solicitar la autorización del propietario.

Los familiares de desaparecidos ingresaron a explorar la zona. Un representante de la CNB ofreció gestionar con el alcalde reelecto, José Luis Ávila López, para poder ingresar a la zona, pero hasta las 3 de la tarde sólo ofrecieron una vigilancia perimetral.

En la zona fueron excavados unos 10 posibles entierros clandestinos, pero los resultados fueron negativos hasta las 15:00 horas. La búsqueda continuará este viernes 31 de julio.

La acción fue encabezada por el buscador de fosas Mario Vergara Hernández, quien desde 2012 está buscando a su hermano Tomás, secuestrado y desaparecido en este municipio, ahora estuvo respaldado por colectivo Marabunta.

Los familiares ingresaron a un terreno cercado con postes de madera y alambre de púas, por tratarse de zona “privada”, las autoridades que los escoltaban optaron por no ingresar y quedarse a la orilla formando un perímetro de seguridad.

Debido a la lluvia, los dos cerros que rodean el lugar están llenos de vegetación nueva y en los parajes que hay los familiares empezaron a ubicar las posibles fosas, logrando diez, pero todas fueron negativas.

En declaraciones hechas en el lugar, Mario Vergara destacó que una constante en el país es que las autoridades son omisas, en referencia a la acción de los efectivos que los escoltaban, al negarse a entrar al terreno por ser privado.

“No sé si cuando los enterraron (a los familiares) pidieron permiso para entrar al terreno, creo que ya dan permiso para enterrar a una persona en el terreno, ese es nuestro enojo, la burocracia”, señaló.

“Si nos esperamos a que el Gobierno nos dé permiso, dejan pasar el tiempo y se acaba su mandato y el que llega de nuevo nos vuelve a decir que empecemos de cero”, reprochó el buscador.

Con picos, palas y una varilla las familiares en cada uno de los puntos buscaban restos de personas que pudieron ser enterrados en la zona, pero después de cuatro horas ningún punto dio positivo. Se ubicaron algunas pendas de vestir en la zona explorada, de posibles personas secuestradas.

Ante la pandemia generada por la COVID-19 en México, Mario Vergara destacó que sus acciones continúan y no se trata de buscar en los campos, barrancas y predios, sino también investigación con documentos con vecinos.

“La COVID-19 no nos ha detenido, hemos estado haciendo búsquedas en el estado de Morelos, que colinda con Guerrero, lo que nos está matando es dejar que pase el tiempo, el tiempo es un aliado pero también un enemigo”, expuso.

En el recorrido el buscador dijo que el motivo de empezar en ese paraje es porque desde hace tiempo se veía en esa zona “a los malos”, pero nunca habían podido entrar.

Calificó de preocupante la situación que se vive en el municipio, donde hay cientos de niños en la orfandad, por lo que inició con el proyecto de una base de datos para llevar un control, y a los “sin nombre” para los hijos de personas desaparecidas, unas 170 en los últimos 10 años.

El buscador criticó la omisión y el silencio que ha guardado el alcalde priista José Luis Ávila López, de quien dijo que lleva toda su administración sin emitir una palabra sobre la violencia en el
municipio.

“Sólo ha hablado cuando se trata de limpiar su imagen, lo que habla de una complicidad con el grupo criminal que opera en la zona, cuando salió un video, después de tantos muertos, asesinados y desaparecidos no ha dicho nada”, agregó.

Señaló que a partir del 26 de septiembre de 2014 con la desaparecieron 43 estudiantes de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa se marcó un hecho, pero nada ha cambiado por que siguen las ejecuciones, y la desaparición de personas, “sin que nadie diga nada”.

“Tenemos una sociedad sorda, ciega y muda, en Huitzuco viven dos tipos de gente, los que tienen un familiar desaparecido y los que van a tener un familiar desaparecido”, consideró.

Vergara Hernández anunció que tienen programado hacer búsqueda de posibles entierros clandestinos en la Barranca de la Carnicería, en el municipio de Cocula, sitio en el que en noviembre pasado fue localizado el fragmento óseo del normalista Christian Alfonso Rodríguez Telumbre.