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Rosario, madre buscadora de Sinaloa, es asesinada en el Día de las Desapariciones

miércoles, agosto 31st, 2022

La mujer se encontraba en una misa en la que se conmemoró ayer la fecha, cuando al salir fue interceptada por hombres armados.

Por Gerardo Ramírez y Belém Angulo

Ciudad de México, 31 de agosto (Noroeste).- Rosario Lilian Rodríguez Barraza, dirigente del colectivo Corazones sin Justicia en Sinaloa, fue privada de la libertad el martes y horas después fue encontrada sin vida.

La mujer se encontraba en una misa en la que se conmemoró ayer el Día Internacional de las Desapariciones.

Integrantes de colectivos de búsqueda de otros municipios del estado confirmaron la desaparición y homicidio, y condenaron el hecho.

La madre buscadora tenía su domicilio en La Cruz, Elota.

Rastreadoras participando en la búsqueda de desaparecidos en fosas clandestinas. Foto: Noroeste.

Testigos confirmaron que Rosario salía del templo cuando fue interceptada por varios hombres, quienes la subieron un vehículo y se la llevaron.

La activista se integró a un colectivo de búsqueda de personas tras la privación ilegal de la libertad de su hijo Fernando Abixahi, ocurrida en octubre de 2019 en La Cruz, Elota, de donde son originarios.

COLECTIVOS PIDEN QUE INVESTIGUEN FEMINICIDO

Integrantes de colectivos de defensa de los derechos humanos y feministas urgieron al Estado la protección para las madres buscadoras de personas desaparecidas, el esclarecimiento de la desaparición del hijo de Rosario Rodríguez, Abixahi Ramírez, y acciones preventivas en torno a la desaparición de personas en Sinaloa.

Ficha de búsqueda de Fernando Abixahi. Foto: Cortesía vía Noroeste

Asimismo convocaron a una manifestación pacífica urgente este miércoles a las 16:00 horas, en la jardinera de Catedral, en Culiacán, donde están los rostros de personas desaparecidas en el estado.

Lilian Rodríguez, buscaba desde 2019 a su hijo Fernando Abixahi Ramírez Rodríguez, desde esa Rosario buscaba y rastreaba como las valientes madres y familiares de todas aquellas personas desaparecidas, hasta encontrarles, por la verdad y justicia.

Entre las peticiones al Gobierno del Estado, la Fiscalía General del Estado (FGE) y a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado está la realización de las diligencias necesarias para que el crimen sea investigado como feminicidio agravado y la desaparición forzada de su hijo.

Asimismo, señalan que “el Estado está obligado a garantizar la seguridad para continuar con las búsquedas en tanto los miles de casos de personas desaparecidas se sigue acumulando”.

Comunicado de colectivos. Foto: Especial.

Además, exigen las autoridades “realicen las gestiones que correspondan para la prevención de las desapariciones forzadas y proporcione la protección debida a las madres y familiares” que buscan a sus desaparecidos.

Sinaloa se encuentra entre las entidades con mayores desapariciones en el país. En el acumulado histórico registra cinco mil 633 desaparecidos oficiales.

Madre buscadora. Foto: Noroeste

Sin embargo, diversos colectivos locales de madres buscadoras han criticado que la cifra podría ser hasta del doble de acuerdo con sus propios registros.

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Hay 52 mil cuerpos sin identificar en el país y muchas historias, no todas violentas

martes, mayo 31st, 2022

La violencia no es la causa de muerte exclusiva de los más de 52 mil cuerpos de personas sin identificar: hay un crisol de motivos, desde enfermedades, accidentes o hasta condiciones extraordinarias. Las ropas que vestían también cuentan la historia de su ausencia. Las personas que llevaban esas blusas, esos pantalones, esas sudaderas pueden estar aún contabilizadas en la lista oficial de más de 100 mil desaparecidos en México.

Por Violeta Santiago

Guanajuato, 31 de mayo (A dónde van los desaparecidos).- La sudadera gris tiene sangre en el pecho. El fondo es de un blanco perfecto, pero sobre la prenda se extiende una gran mancha a la altura del corazón y otra, más pequeña, en la axila derecha. También hay seis puntos hemáticos en distintas partes de la capucha. Pero lo que más le llamó la atención al fotógrafo Fred Ramos no es la huella que se ennegrece en el Servicio Médico Forense (Semefo) de Chihuahua, sino las bandas de cinta canela que estrangulan el puño derecho.

Mientras Ramos mira la imagen en su computadora, desde un café en la Ciudad de México, aventura sobre la posible historia que cuenta la ropa ensangrentada en silencio. “No se sabe mayor cosa más que lo que se está viendo. O sea, yo me creo conclusiones de que a lo mejor a esta chica la tuvieron amarrada con cinta, pero ¿quién sabe realmente qué pasó? Porque ni las autoridades lo dicen. No sabemos quién es”.

La prenda que fotografió Ramos en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado (FGE) en la ciudad de Chihuahua representa uno de los pocos vestigios que acompañan un cuerpo no identificado en México como los más de 52 mil que documenta el Movimiento por Nuestros Desaparecidos, los cuales están en morgues o fosas comunes en todo el país. Entre ellos podrían estar algunas de las más de 100 mil personas desaparecidas y no localizadas que admite el Gobierno mexicano.

Ropa de una persona no identificada en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Género femenino. Foto: Fred Ramos vía A dónde van los desaparecidos

La imagen fue tomada el 22 de junio de 2021. Son escasos los datos que acompañan su expediente: las autoridades apenas saben que le pertenecía a una adolescente de entre 14 y 16 años, encontrada sin vida el 27 de octubre de 2017 en el kilómetro 100 de la carretera Chihuahua-Ciudad Juárez, y que murió por un disparo de arma de fuego.

El 17 de mayo de 2022, México rebasó la trágica cifra de 100 mil personas desaparecidas. A este dato se le suman 135 mil 500 que alguna vez lo estuvieron pero que fueron halladas con vida y otras nueve mil 900 que fueron encontradas, pero ya habían fallecido. Los datos dejan entrever un limbo entre la vida y la muerte, entre la crisis de desapariciones y la forense. Las familias que buscan a sus seres queridos indagan en los laberintos de los “necroarchivos”, donde hay fotografías de cuerpos descuartizados, maniatados, con señas de tortura y ropas ensangrentadas.

La crisis de las desapariciones creció de manera vertiginosa a partir de 2006, después de la declaratoria de la mal llamada “guerra contra las drogas” que impulsó el entonces Presidente Felipe Calderón. Los números pronto superaron los registros que se tenían de la “guerra sucia”, aquel periodo de desapariciones realizadas por el Estado y que acumuló, al menos, 920 desapariciones.

La violencia afecta de manera distinta al territorio nacional. Culiacán y Ciudad Juárez, por ejemplo, encabezan la lista de los municipios en donde más personas que eran buscadas fueron encontradas sin vida. A nivel estatal, Tlaxcala, Sinaloa, Guerrero, Chihuahua y Baja California Sur concentran los mayores porcentajes de personas que fueron localizadas sin vida respecto al total de sus reportes.

 

La tragedia no se limita a la gran cantidad de personas desaparecidas de las últimas décadas. Simultáneamente miles de cuerpos fueron descubiertos en fosas clandestinas, sobre todo por los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas. Y éstos terminaron acumulándose en Semefos y fosas comunes, con una capacidad institucional rebasada.

El fotógrafo Ramos, originario de El Salvador y quien comenzó su trabajo como reportero en El Faro, replicó en la capital de Chihuahua un proyecto que ya había realizado en su país natal en 2013: retratar las prendas que llevaban las personas desaparecidas y encontradas sin vida, que aguardaban en una morgue a la espera de un reclamo o una fosa anónima.

El fotoperiodista registró 24 ropajes que, por última vez, llevaron algunas de las personas no identificadas en la zona centro del estado de Chihuahua, y advirtió algo importante: la variedad de causas de muerte y su relación con las prendas.

Ropa de una persona no identificada en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Foto: Fred Ramos vía A dónde van los desaparecidos

Por ejemplo, el pantalón de mezclilla azul claro con sangre y tierra en los bolsillos traseros, que llevaba un hombre de entre 35 y 40 años, encontrado sin vida por causas naturales el 18 de julio de 2020 en una calle de la colonia Pacífico. O el pantalón de tela y la playera, ambos azules, con una mancha que parece corrosión, que nace en el abdomen, baja por la ingle y termina en los tobillos. Eran de una mujer de entre 25 y 35 años encontrada el 16 de junio de 2020. La causa de muerte: suicidio.

Un ahogado, fallecidos por sobredosis, personas atropelladas o asesinadas con armas blancas o de fuego, por golpes o, incluso, donde no se sabe ni por qué sobrevino la muerte. Lo que halló Ramos es, en realidad, el reflejo de la variedad de causas de fallecimiento que registran decenas de miles de personas que aguardan en Semefos o fosas comunes de panteones municipales.

Un crisol como evidencia de las múltiples formas de violencia, pero también de otras posibilidades de perder la vida: que no todos son disparos y ríos de sangre. Que también abundan los “sin dato” y “sin sistematizar” en los registros. Que el morir sin ser identificado en México es más complejo y más común de lo que se cree.

LA MUERTE MÁS ALLÁ DE LA VIOLENCIA

En el área de Antropología de la Dirección de Servicios Periciales y Ciencias Forenses de Chihuahua, el sentido de lo que es una persona se reduce a algo tan pequeño como una caja. Los cajones de cartón blanco acomodados en largas estanterías grises se distinguen entre sí por los rostros e hileras de información de las fichas de búsqueda que tienen pegadas al frente y por el código Sistema de Ingresos y Egresos de Cadáveres (SIEC).

Los restos óseos son almacenados en el departamento de Antropología Forense de Chihuahua. Foto: FGE

El SIEC es un programa de captura para el depósito forense que funciona desde hace más de una década, mucho antes que entraran en operación los protocolos desarrollados por fiscalías estatales y autoridades federales, según explicaron las autoridades del Semefo que visitó el fotógrafo.

“Ya con el código lo buscaban en el sistema y me decían: ‘ah, okay, fue encontrado tal fecha, en tal lugar, es hombre, de más o menos esta edad'”.

La ausencia, dice Ramos, es un tema bastante complicado de documentar visualmente. Pero confía en que la ropa de las personas no identificadas pueda ayudar —además de que alguien les reconozca— a construir su propio relato.

Ropa de una persona no identificada en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Foto: Fred Ramos vía A dónde van los desaparecidos

Ramos, quien obtuvo el permiso para hacer las fotografías en Chihuahua mientras los forenses aprovechaban para levantar su propio catálogo de prendas, se hacía constantemente preguntas entre la ropa que veía y las causas que leía. Ahogamiento, por ejemplo. A simple vista, la ropa arrugada —playera amarilla, manga corta; jeans oscuros— estaba percudida y terrosa, aunque también mostraba dos círculos carmesíes.

“Yo quisiera saber si pudo haber sido un ahogamiento por accidente o porque alguien le metió la cabeza. Son diferentes maneras, ¿eh? Pero no sabían, me decía: ‘No, no, no sabemos, tendríamos que hablar con no sé quién’, pero realmente yo creo que no tenían información más allá de eso, aunque ellos se jactaban de ser bastante ordenados en su sistema y ser como un poco más avanzados que otros estados en México”.

En la base de datos con 38 mil 891 registros que conformó Quinto Elemento Lab en 2020 para la investigación CrisisForense se encuentran decenas de casos de ahogamiento, sumersión y, en algunos de ellos, se especifica si fue en agua dulce o salada.

Entre las causas hay de todo. Sin embargo, el registro no es sistemático. Muchos estados catalogan “suicidio”, de forma general, mientras otros especifican “suicidio por ahorcamiento”.

Ropa de una persona no identificada en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Foto: Fred Ramos vía A dónde van los desaparecidos

El poco orden también se aprecia en causas como la anoxemia (falta de oxígeno); por inmersión (ahogamiento); por sofocarse en un pozo, obstrucción; por broncoaspiración (con sangre u objetos); por muerte fetal; estrangulamiento; inhalación de solventes o hasta por sepultamiento.

Hay cientos de registros donde la causa de muerte se menciona explícitamente como “homicidio” o “muerte violenta” (sin dar mayores datos), mientras otros son catalogados bajo causas como “arma de fuego”, “decapitación”, “desmembramiento” o “carbonizado”.

Sin embargo, a veces, la línea entre saber si se trató de una muerte con violencia o un deceso por enfermedad es tan delgada, que la información adicional puede ayudar a entender mejor el contexto del fallecimiento. Por ejemplo: los registros sobre anemia (pérdida de hemoglobina), entre algunos casos de desnutrición, hay muchos que refieren a hemorragias en distintas partes del cuerpo, ya sea por accidentes de tránsito, heridas de bala o úlceras.

Además de la violencia, también destacan los accidentes de tránsito (choques o atropellamientos) e incluso caídas desde un tren o arrollamientos por éste. En la Ciudad de México, por ejemplo, hay al menos 89 personas sin identificar que perdieron la vida en las vías del Metro, la mayoría, hombres que acabaron en fosas comunes; además, son bastante comunes y más o menos igualmente distribuidas las causas de muerte por homicidio, muerte natural o accidentes.

Ropas de dos personas no identificadas en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Foto: Fred Ramos vía A dónde van los desaparecidos

Las enfermedades y las fallas orgánicas también son frecuentes en prácticamente todos los estados: cirrosis, infartos, tuberculosis, choques sépticos, cáncer, trombosis, edemas. Otras son más características de ciertas zonas del país: Sonora acumula la mayoría de personas no identificadas que murieron por deshidratación (corporal severa, golpes de calor), aunque en Tamaulipas y Puebla también hay casos por enfermedades subyacentes.

En el abanico nacional, Yucatán destaca por no poner una causa de fallecimiento en muchos registros y, en su lugar, indicar la ausencia de piezas dentarias. En un par de registros en Sonora, en lugar de la causa se puede leer “bajo un árbol” o “bajo un puente”. Y Chihuahua es el único estado (con 83 registros) que determinó la causa de muerte como “abuso de drogas”, mientras Durango y Sonora emplean el término “sobredosis”.

Entre las fotografías de Fred Ramos, las prendas pertenecen a dos personas cuya muerte se clasificó como abuso de drogas. Un hombre joven y otro de 50 años, hallados en 2020 y 2016, respectivamente. Las prendas del más joven son un pantalón negro y una camiseta blanca, mientras que del otro hombre quedó un pantalón de mezclilla y una camisa a cuadros. Sus ropas se distinguen por estar menos sucias y, además, porque no tienen manchas de sangre.

Pero entre todas las imágenes hay una, la número 15, donde la causa de muerte es desconocida. Una camisa de manga larga —que parece haber sido blanca— desgarrada en espalda, pecho, brazos y puños y un pantalón de tela, ambos, llenos de tierra colorada, no dicen demasiado de lo que pudo haber ocurrido con el hombre de edad avanzada hallado en una carretera de Chihuahua.

Los antropólogos analizan los restos óseos de una persona no identificada en el departamento de Antropología Forense de Chihuahua. Foto: FGE.

Es de lo más común. De entre los más de 38 mil cuerpos sin identificar que la base de datos de Quinto Elemento Lab documentó hasta 2019, las autoridades no han determinado la causa en, al menos, 21 mil 818 casos bajo términos como “causa de muerte en estudios”, “se ignoran causas”, “osamenta” o “sin dato”. Y si bien en Sonora, Estado de México, Veracruz, Sinaloa, San Luis Potosí, Puebla y Oaxaca, Hidalgo, Durango, Colima, Coahuila hay registros donde no se determinaron las causas, en el extremo se encuentran Querétaro, Tabasco, Nayarit, Morelos, Michoacán Jalisco, Guerrero, Guanajuato y Baja California, donde prácticamente la totalidad de sus bases de datos solicitadas a través de la unidad de transparencia de información pública no determinan la causa de muerte.

“Estas bases de datos suelen ser rudimentarias, incompletas y poco actualizadas”, lo consigna el informe “La crisis forense en México”, elaborado por el Movimiento por nuestros desaparecidos México.

La precisión de las causas de muerte depende del estado del cuerpo: la forma más sencilla es a través de una autopsia. Pero un trabajador de una funeraria en el sur de Veracruz explica que en los estados “se trabaja a la antigüita”. Sin suficientes Semefos con cámaras refrigeradas o equipo forense, las funerarias particulares suplen la infraestructura. Así, contra el tiempo por los calores de hasta 40 grados, “trabajan con la vista y con las manos, a lo mexicano: sin equipo”. Y sin eso, hacer una buena identificación de las causas de muerte de una persona se vuelve una tarea complicada y con un margen muy alto de error.

Cuando el tejido se descompone y sólo quedan los restos óseos, saber las causas de muerte de un cuerpo no identificado se vuelve un dato valioso, porque eso permite conocer, de inicio, si se trató de una muerte violenta, de un accidente o de una muerte por enfermedad. Las causas de muerte también se relacionan con una fecha. Y si a esto se agregan otros detalles, como la ropa, por ejemplo, puede ayudar a formar una idea de cómo, cuándo y dónde ocurrió el fallecimiento.

Ropa de una persona no identificada en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Foto: Fred Ramos vía A dónde van los desaparecidos

El problema viene cuando el registro es incorrecto y las causas en papel no coinciden con lo que se ve. Virgina Garay Cázares, buscadora de Nayarit e integrante del Consejo Nacional Ciudadano, explica que se ha encontrado con erratas en las descripciones de las bases de datos. Esta es una de las más graves que recuerda: “En la descripción te ponen causas naturales, pero cuando estamos viendo en el cráneo tiene el famoso tiro de gracia”.

“Ya no sabemos cómo tomarlo. No lo creemos. A muchas mamás les dicen que está el cuerpo de su ser querido y piden muchas veces sus revisiones. No es que no lo quieran aceptar. Han pasado tantas cosas que la verdad las familias no confiamos”, agrega Virginia, quien busca a su hijo, Bryan Eduardo Arias Garay, desaparecido el 6 de febrero de 2018 en Tepic, Nayarit.

Y es que una mala descripción de las características físicas de un cuerpo localizado o de sus causas de muerte implica que las posibilidades de identificar a la persona buscada se reduzcan. Garay explica que se han entregado cuerpos que durante años estuvieron como NI (no identificados) y se encontraban bajo el resguardo de las autoridades forenses, aunque sus familias denunciaron su desaparición y durante todo ese tiempo salían a buscar, a excavar, a pegar carteles y a marchar.

“El catálogo de fotografías de los cuerpos tienen una breve descripción, como ‘cuerpo sin cráneo’ y cuando lo presentan resulta que sí está. Mostraban la foto de una osamenta y era un cuerpo. Decían que era un cuerpo femenino y las prendas eran de hombre. Luego dice ‘sexo indistinto’. No están haciendo su trabajo como es debido”, denuncia.

Ropa de una persona no identificada en el laboratorio de ciencias forenses de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua. Foto: Fred Ramos vía A dónde van los desaparecidos

Ante lo que califican de “malas prácticas”, las buscadoras han decidido tratar de identificar los cuerpos ellas mismas y de observar todos los indicios posibles, desde la ropa hasta las características que puedan sugerir por qué ocurrió el fallecimiento, antes de que se pierdan en un mal registro institucional. Rosaura Magaña, dirigente del colectivo jalisciense Entre Cielo y Tierra, considera que la experiencia que el campo les ha dado ha servido de mucho, pues “ya uno tiene, en el tipo de hallazgos, el tipo de muerte por cómo se encuentran los cuerpos”.

“Somos desconfiadas por culpa de eso”, insiste Garay.

LA CRISIS FORENSE, LA CRISIS DE LA IDENTIFICACIÓN

El Semefo donde Fred Ramos trabajó para documentar las últimas vestimentas de personas no identificadas en Chihuahua, aunque lucía bastante moderno, no dejaba de tener una atmósfera lúgubre. Sobre todo por un pasillo donde se ponía la ropa a secar —con rastros de fluidos o del terreno—, antes de empacarla al vacío para enviar al departamento de evidencias.

La ausencia huele a tierra y sangre. A pesar de que usaba mascarilla y traje blanco de perito, lo que más recuerda Ramos, era el olor. El del corredor y el que desprendían las bolsas de ropa que se abrieron para el registro fotográfico. “Eran bolsas que habían sido empacadas al vacío horas después de que había muerto una persona en esa ropa. Imagínate, había ropa que estaba realmente fresca, a pesar que hubieran tenido dos, tres años de estar ahí. Todos esos aromas almacenados salían de uno solo. Una mezcla de olores bastante rara”.

De acuerdo con el reporte público más reciente sobre Búsqueda e Identificación de Personas Desaparecidas, elaborado por la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, entre el 1 de diciembre de 2018 y el 17 de septiembre de 2021 —durante la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador— apenas cuatro de cada 10 cuerpos exhumados en fosas clandestinas pudo ser identificado y sólo tres de cada 10 se entregó a una familia.

Miles de familiares acuden a las Semefos a buscar a sus seres queridos. Foto: Ángel Hernández, Cuartoscuro

Chihuahua es una de las entidades con mejor sistematización de cadáveres, identificados o sin identificar. Una situación muy distinta a la que se ha visto en la mayoría del país. Rosaura Magaña recuerda bien lo que sucedió en el estado de Jalisco en 2018, con los dos tráilers refrigerados cargados con 322 cuerpos que ya no cabían en la morgue; uno de los peores episodios de la crisis forense que reflejan la saturación de los anfiteatros en todo México.

Garay cuenta que en uno de los tráileres de Jalisco había un par de cuerpos de personas de Nayarit. Uno de ellos era el de un joven por el que no había denuncia de desaparición, así que la Fiscalía no había intervenido más. “Lo que hice yo, me di a la tarea de ir a la casa de la señora. El muchacho salió porque se fue a trabajar. Dos años. No lo creía. A la semana la señora fue y era el cuerpo de su hijo”.

A Magaña le preocupa el porvenir: “Sigue existiendo el problema. El incremento de fosas de cuerpos y osamentas. Cuando yo ingresé [a las búsquedas] en 2017 eran tres mil 700 desaparecidos y no lo pudieron detener. A cinco años se triplicó la cantidad y siguen peor. Se está avanzando a pasos de bebé”.

La situación de México es tal que, no importa si la causa de muerte fue natural, por enfermedad, por algún accidente o un hecho de violencia, lo más probable es que si no se identifica el cuerpo, termine en una fosa común.

Esto es grave por varias razones. La buscadora Virginia Garay lo expone así: “Es fatal para una familia saber que ahí estuvo el cuerpo tanto tiempo y que las autoridades no hicieron nada. Que los envían a fosas comunes y tienen que pagar por exhumar los cuerpos anteriores”.

No todos los cuerpos sin identificar corresponden a una denuncia por desaparición. Foto: Margarito Pérez Retana, Cuartoscuro

“Pasan cinco, 10, 15, 20 años buscando a su familiar pensando que están vivos y están en una fosa por una falta del sistema”, comenta el trabajador funerario de Veracruz.

Desde su experiencia en el colectivo de búsqueda, Magaña relata la impresión y el dolor que significa para una familia cuando, debido a la descomposición, lo que reciben se nota diferente a lo que originalmente habían identificado. “Hemos tenido la experiencia de que tardan uno o dos años [en ser identificado y entregado]. Es muy traumatizante. Cuando se entrega el cuerpo está más deteriorado. Ese es otro tipo de revictimización”.

La crisis de los cuerpos no identificados en México complica el panorama para las personas buscadoras. Porque no todos los cuerpos sin identificar corresponden a una denuncia por desaparición: en los registros hay personas fallecidas por enfermedad, accidente o suicidio, y que vivían en soledad o cuyos cuerpos simplemente no fueron reclamados, aún cuando las autoridades podían conocer sus nombres por medio de credenciales, por ejemplo. Las posibilidades son muchas.

Es común “morir identificado” y acabar en una fosa común, exponen la Comisionada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en México, Karla Quintana Osuna, y el director en la Comisión Nacional de Búsqueda, Javier Yankelevich.

Decenas de madres buscadoras y activistas se reunieron a las afueras de Palacio Nacional el pasado 10 de mayo con el propósito de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador entable un diálogo con los familiares de personas desaparecidas. Foto: Twitter Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM), @movNDmx

En los “tráileres de la muerte” en Jalisco, Garay recuerda el caso de un hombre de Nayarit que nada más tenía un hijo, pero que se encontraba en Estados Unidos. “Yo no puedo ir por él”, le dijo a Virginia. Con nombre y apellido el señor terminó en una fosa común.

Quintana y Yankelevich también hablan de esta otra crisis dentro de la crisis forense: de cómo en las fosas comunes yacen personas que potencialmente podrían identificarse si se comparasen los datos de las credenciales, la ropa o los tatuajes con las bases de datos de las personas reportadas como desaparecidas.

El trabajador de la funeraria en Veracruz recuerda un caso particular. En el interior de una fosa fue encontrada la osamenta de un hombre en 2014. Quedaba poco tejido sobre los huesos, pero la ropa estaba casi intacta: un bóxer de color oscuro con franjas azules y rojas, que decía “Lacoste” en el elástico; una calceta blanca con franjas azules y rojas con un dibujo de un balón de fútbol; una camiseta blanca, percudida por la tierra. Casi dos años completos los restos se quedaron en la esquina de la funeraria, en una bolsa negra, hasta que la Fiscalía ordenó que se enviaran a una fosa común. En esa misma ciudad se había registrado una docena de desapariciones, pero no se hizo el cruce de los datos para tratar de devolverle la identidad o el nombre.

La crisis de los cuerpos no identificados en México complica el panorama para las personas buscadoras.. Foto: José I. Hernández, Cuartoscuro.

De acuerdo con un informe sobre cementerios públicos en zonas metropolitanas del país, elaborado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), en 2020 se contabilizaron 10 mil 247 cuerpos inhumados en fosas comunes. Cuatro mil 611 correspondían a cuerpos no identificados, pero dos mil 689 sí estaban identificados y, además, había mil 404 identificados y no reclamados. El Valle de México es la zona con más cadáveres identificados en este tipo de fosas, pero también destacan los panteones de Tijuana, Mexicali, Chilpancingo, Mérida, mientras que en León, Tijuana, Puerto Vallarta y Monterrey se acumulan más cuerpos identificados y no reclamados.

Las bases de datos de los Semefos y las condiciones físicas y de recursos humanos de estos lugares se convierten en el escenario perfecto para la no identificación. Así, la acumulación de cuerpos y la disputa por el espacio en las saturadas morgues hace que se desplacen los casos de larga data hacia las fosas comunes o universidades, es decir, hacia una desaparición institucional.

MILES DE DESAPARECIDOS, MILES DE CUERPOS SIN IDENTIFICAR

México es el país de los más de 100 mil desaparecidos. También es el territorio donde los colectivos señalan que hay más de 52 mil cuerpos sin identificar repartidos en su mayoría en fosas comunes, en morgues, en universidades (por donaciones a facultades de Medicina), en funerarias, incinerados o ni siquiera se sabe dónde están.

Peritos forenses excavan en un terreno donde un número indeterminado de personas fueron cremadas. Imagen ilustrativa. Foto: Marco Ugarte, AP

“Había muchas, muchas botas. Realmente la manera de vestirse era muy norteña”, recuerda Ramos sobre su proyecto fotográfico en Chihuahua. Aunque la ropa de una persona atropellada se conserva diferente a la de una víctima de homicidio, dice que sentía que eran personas de la región porque usaban el mismo tipo de calzado.

Las causas de muerte llevan a una última corazonada de Ramos. La primera foto que tomó para su proyecto es la más peculiar de todas: consiste en un pantalón de color claro, tan hecho jirones que pareciera que se va a deshilachar en cualquier momento, una gorra y una cobija a cuadros. El fotógrafo cree que el cuerpo estaba enterrado y envuelto en esa cobija. Algo que en sus años de trabajo como periodista en El Salvador no había documentado.

“Cada vez que la movía tiraba un montón de tierra. Creo que esta foto es una que habla de la desapariciones en México, de situaciones muy de acá, que nunca había visto en El Salvador”.

Lo que ve es paciencia. Recuerda las tomas que hizo en su país, donde mucha ropa tenía mutilaciones, los cuerpos estaban en agujeros poco profundos y no tenían zapatos. Ramos se estremece un momento antes de soltarlo: “Mi conclusión es que pareciera que no había de qué preocuparse realmente, que [quienes cometieron el asesinato] tenían una manera más tranquila de actuar”.

Un técnico fotografía fragmentos de huesos en el laboratorio forense de Ciudad Victoria, México. Foto: Marco Ugarte, AP

Fred reflexiona sobre las posibilidades que un buen registro sistematizado puede significar para la labor de búsqueda de personas desaparecidas en medio de las decenas de miles de cuerpos no identificados. “Andan buscando a sus hijos que ya fueron encontrados por las autoridades, pero que nunca se los han hecho saber”.

Bien sistematizadas, las causas de muerte podrían servir de filtro para ayudar a reducir el universo de personas desaparecidas y darle certeza a las familias. “Nos muestran prendas y cuerpos completos de personas indigentes o que no tienen familia. Pero los cuerpos que queremos ver, lastimados, en fosas o en calles, no nos los quieren mostrar”, se queja Garay. Entonces, dice, no les queda más que “estar paradas al pie de la fosa”.

Las siluetas de ropa que Ramos fotografió no tienen carne ni rostro. Pese a todo, cuentan la historia de su vida a través de los pequeños detalles de su muerte.

“Necesitamos regresarles a casa”, dice Victoria Garay. “Necesitamos regresarles su identidad”.

La ausencia se borra trayendo sus nombres de vuelta.

***

Fragmentos de la Desaparición es una investigación periodística que permite explorar la información sobre cómo México llegó a las 100 mil personas desaparecidas, quiénes faltan, desde cuándo y en qué territorios se resiente su ausencia. Esta es una serie de Quinto Elemento Lab y del proyecto A dónde van los desaparecidos.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE A DÓNDE VAN LOS DESAPARECIDOS. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Milagros perdió a su hermano. Ahora ella y su mamá buscan a miles por doquier

jueves, marzo 10th, 2022

Cecilia Flores Armenta y su hija Milagros Valenzuela compartieron que el tener un familiar desaparecido es un camino muy doloroso y desgastante física y mentalmente; a ello –y lo más lamentable– es que también tienen que cargar y luchar contra la apatía, indolencia y ausencia de las autoridades

Ciudad de México, 9 de marzo (SinEmbargo).- Milagros Valenzuela Flores tenía solo 14 años cuando se inició en la búsqueda y rastreo de personas tras la desaparición de su hermano Alejandro en 2015 y, posteriormente el secuestro de su otro hermano, Marco Antonio, en 2019.

Hoy, junto con su madre Cecilia Patricia Flores, forma parte y encabeza un colectivo de mujeres que caminan por calles y carreteras del país, así como rasgan la tierra para hacer el trabajo que las autoridades “deberían estar haciendo:” buscar a miles de personas desaparecidas en el país.

El papel de la mujer es preponderante en la búsqueda de personas desaparecidas y aunque sí participan hombres, en proporción son menos, como se ve en cada uno de los colectivos en donde la presencia de ellas es decisiva. Tampoco hay una cifra exacta del total de civiles que participan en estas tareas ni un registro total del número de colectivos.

Para buscadoras como Cecilia Patricia Flores y su hija Milagros Valenzuela la marcada diferencia entre hombres y mujeres en la búsqueda es una de sus principales interrogantes, según compartieron en entrevista con SinEmbargo, mientras se encontraban en Jalisco apoyando a colectivos de esa entidad en una jornada de rastreo y hallazgos de fosas clandestinas.

“¿Por qué los papás tienen miedo de salir a buscar a sus hijos?, ¿por qué tenemos que ser siempre las mamás quienes demos el primer paso? Aquí en Jalisco sí hay papás que están buscando a sus hijos, pero en Sonora sólo dos o tres papás son los que están buscando a sus hijos y la verdad eso es bien lamentable porque nosotras creemos que debería de haber igualdad; debería de ser mutuo el apoyo en la búsqueda desaparecidos”, se cuestiona la reconocida activista y buscadora Cecilia Patricia Flores Armenta, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, quien hasta hace pocos meses trascendió que pidió permiso al narco para buscar a personas desaparecidas.

Las ahora activistas están convencidas que, si los hombres también se unieran y apoyaran en la búsqueda de personas, en la misma proporción que las mujeres, quizá la historia sería diferente:

“Nosotras pensamos que si por cada desaparecido hubiera también un hombre (padre, hermano, hijo) no desaparecerían a tantas personas, porque ¿te imaginas que multitud de gente habría en la búsqueda?”, expresó la buscadora.

En México la cifra de personas desaparecidas casi alcanza los cien mil, ya que el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas reporta al menos 98 mil 769 personas desaparecidas en el país en los últimos 57 años.

En el estado de Sonora se ha disparado la desaparición en los últimos años, pues a la fecha al menos 4 mil 245 personas se encuentran sin conocer su rastro en aquella entidad federativa, de estas, el 78.14 por ciento (3 mil 317) son hombres y el 21.70 por ciento (921) son mujeres.

Son mujeres quienes en su mayoría buscan a las personas desaparecidas. Foto: Marco Ugarte, AP

EL TRABAJO DE LAS AUTORIDADES

Los colectivos de búsqueda de desaparecidos en Sonora han cobrado relevancia en tiempos recientes debido a los numerosos hallazgos de fosas clandestinas y personas tanto en el estado de Sonora como en otras entidades federativas.

Cecilia y su hija Milagros compartieron que tener un familiar desaparecido es un camino muy doloroso y desgastante tanto física como mentalmente. Lo más lamentable —dijeron— es luchar contra la apatía, indolencia y ausencia de las autoridades.

“Es muy doloroso que además de estar luchando con la desaparición de nuestro familiar, todavía tenemos que estar luchando con la indiferencia y ausencia de las autoridades”, dijo Cecilia.

“La verdad es que sí es dura la lucha que nosotros hacemos porque tenemos que terminar haciendo el trabajo de las autoridades. Tener que sacar nosotros mismos a nuestros familiares de las fosas clandestinas, sí es duro y más que nada, que muy pocas veces contamos el apoyo de las autoridades, principalmente de los gobiernos”, abundó Milagros.

Al menos 2 mil cuatro fosas clandestinas han sido localizadas en la presente administración federal —del 1 de diciembre de 2018 al 4 de noviembre de 2021— y se han recuperado 3 mil 335 cuerpos de estos lugares, de acuerdo con el más último informe presentado por el Subsecretario de Derechos Humanos, Migración y Población, Alejandro Encinas, el pasado 13 de diciembre.

De los cuerpos exhumados en las más de dos mil fosas encontradas a nivel nacional, ya se identificaron al menos mil 336 cuerpos; y de estos, mil 19 ya fueron entregados a sus familiares.

Los estados de Veracruz, Sinaloa, Guerrero, Colima y Guanajuato concentran el 53.09 por ciento de los hallazgos, con un total de 1 mil 064 fosas.

En Veracruz se localizaron, en el actual sexenio, al menos 296 de estos lugares. Le sigue Sinaloa con 245; Guerrero con 199, Colima con 199 y Guanajuato con 134, hasta el corte del 4 de noviembre. Desde el año 2006 a 2021, se han encontrado al menos 4 mil 839 fosas en el país, de las cuales, se exhumaron 8 mil 278 cuerpos, de acuerdo con las cifras oficiales.

En el acumulado de los últimos ocho años, las 2 mil 399 fosas (49.58 por ciento del total) fueron encontradas en Veracruz (629), Tamaulipas (528), Guerrero (459), Sinaloa (446) y Chihuahua (346).

Las mujeres incluso hasta se especializan en la búsqueda. Foto: Marco Ugarte, AP

CRECER BUSCANDO A UN SER QUERIDO

Milagros era una adolescente cuando tuvo que enfrentarse y padecer en carne propia la cruda realidad por la que pasaba su país: la desaparición de personas.

La joven platicó que ella comenzó con la búsqueda precisamente ante la indiferencia y la inacción de las autoridades cuando desapareció el primero de sus dos hermanos privados de la libertad.

“Yo empecé a los 14 años la búsqueda de mi primer hermano. Empecé a buscar a mi hermano a raíz de que las autoridades no hicieron nada por localizarlo, ni con vida o sin vida, y ver a mi mamá sufriendo día a día por no encontrar a mi hermano, fue lo que me llevó a comenzar una búsqueda junto con ella y unirme a colectivos o nosotros mismos crear los colectivos”, compartió.

A muy temprana edad cambió una etapa de adolescencia, de alegría por la búsqueda. “Sí ha sido una etapa muy difícil tener que estar viviendo todo esto, el tener que pasar todo esto a mi edad (menor)”, abundó.

Milagros indica que aún sigue en la búsqueda como una promesa entre los lazos cercanos que se crean en los colectivos, pero sobre todo porque considera que, al paso del tiempo, en los años que ella lleva en la lucha, las condiciones y situación para los familiares de personas desaparecidas no ha cambiado, a pesar de la rotación y promesas de nuevos gobiernos, ya que, la revictimización y violencia institucional es un problema que aún persiste.

“No hay un cambio, porque en los siete años que tengo buscando me he topado con autoridades que en lugar de ayudarte te revictimizan, te dicen que tu familiar andaba mal y por eso se lo llevaron. Esos aspectos (revictimización y la violencia institucional) sigue”, dijo.

La desaparición de personas en Sonora se disparó hasta un 195 por ciento a partir del año 2017, pues de 247 reportes registrados en 2016, para el siguiente año se registraron 792 reportes.

En el 2018 la cifra fue de 449; en 2019, 585; en tanto que en 2020 fueron 625 casos. El año anterior, de acuerdo con las cifras oficiales, el número de reportes descendió al reportar 77 casos y en lo que va del 2022 se han reportado tres desapariciones.

Sin embargo, las activistas, familiares de personas desaparecidas y defensores consideran que la cifra de personas desaparecidas en la entidad es mayor, ya que, indicaron que no todas las víctimas interponen denuncias ante el temor.

Los sicarios han agregado un nuevo objetivo: mujeres que buscan desaparecidos

viernes, julio 23rd, 2021

Las mujeres que buscan a sus seres queridos se han convertido en blanco de asesinos, entre ellas Aranza Ramos, la activista que buscaba a su esposo y fue asesinada a mediados de julio.

Por Mark Stevenson

CIUDAD DE MÉXICO, 23 de julio (AP).— Las integrantes de un grupo de voluntarias que buscan los cuerpos de familiares asesinados están empezando a ser blanco de los asesinos, un giro que pone a prueba las promesas del gobierno de ayudarlas a recibir el consuelo de poder enterrar a las víctimas.

Las mujeres abocadas a esta tarea dicen que reciben amenazas y son vigiladas, probablemente por la misma gente que mató a sus hijos, hermanos y maridos.

Pero ahora las amenazas dieron paso a las balas, dirigidas a estas mujeres, que han resultado ser mucho más efectivas que las autoridades en la detección de fosas clandestinas y sitios donde queman a las víctimas, de los que se cree que hay miles. Dos buscadores fueron asesinados en los últimos dos meses.

Aranza Ramos llevaba un año buscando a su marido, Bryan Celaya Alvarado, desaparecido el 6 de diciembre del 2020. Es hoy una de los 87 mil 855 desaparecidos que hay en México. Se cree que la mayoría fueron asesinados por los carteles de las drogas y sus cuerpos fueron enterrados o quemados.

Los investigadores comprobaron a lo largo de la última década, desde el peor momento de la guerra contra el tráfico de drogas del 2006 al 2012, que las bandas entierran a sus víctimas en los mismos sitios, una y otra vez, creando macabros campos de la muerte.

Fue allí, en un terreno conocido como Ejido Ortiz, en el estado de Sonora, que Ramos fue asesinada el 15 de julio, mientras buscaba a su marido.

“En el ejido Ortiz se han encontrado varios crematorios clandestinos, algunos todavía con brasas y humo al momento del hallazgo”, dijo el grupo de buscadoras de Ramos en un comunicado. “Ese ejido es un lugar de exterminio activo”.

Tan activo que los buscadores dicen que se ponen nerviosos cuando llegan a un sitio donde todavía hay restos de un fuego. Quiere decir que los asesinos pueden estar todavía usando el lugar.

Manifestación de familias de desaparecidos en agosto de 2019, en Palacio Nacional. Foto: Obturador MX.

Luego de buscar durante un día —los voluntarios clavan varas metálicas en la tierra para ver si surge el olor delator de la muerte—, Ramos regresó a su casa en la ciudad de Guaymas. Poco antes de la medianoche, fue secuestrada. Los asesinos se la llevaron en un auto y arrojaron su cadáver lleno de balas a un costado de una carretera.

Cecilia Duarte, quien lleva tres años colaborando con las “Buscadoras por la Paz“, participó en reuniones en las que estuvo Ramos en la semana previa a su muerte. Duarte, quien encontró los cadáveres de su propio hijo desaparecido y ahora busca el de un sobrino del que no se tienen noticias, dijo que Ramos siempre tomaba recaudos.

“Trataba de que ella no saliera, ella no era vocero” del grupo, comentó.

Ramos procuraba no llamar la atención. La Associated Press trató de contactarla dos meses antes de ser asesinada, pero ella no respondió a mensajes.

Aranza hizo una publicación la semana previa, diciendo que quería (encontrar) a su esposo, no a los culpables” de su muerte, según Duarte.

Hay tres reglas de oro que siguen los voluntarios que buscan a seres queridos desaparecidos:

—No usan expresiones como cuerpos o cadáveres. Dicen que buscan “tesoros”, porque para las familias eso es lo que son las personas asesinadas.

—Generalmente llaman a la policía si creen haber encontrado una tumba común, más que nada porque las autoridades a menudo se niegan a llevar a cabo pruebas de ADN si las exhumaciones no son hechas por profesionales.

—Las búsquedas no tiene por fin encontrar a los culpables, sino a los seres queridos, en la esperanza de que eso les evite represalias.

“No buscamos culpables, buscamos tesoros”, dijo Patricia “Ceci” Flores, fundadora de “Madres Buscadoras de Sonora“.
Es por ello que los grupos de búsquedas a veces reciben pistas anónimas acerca de dónde hay cadáveres enterrados, algo que probablemente solo sepan los asesinos o sus cómplices.

Esa tolerancia de las buscadoras, no obstante, parece estar llegando a su fin.

El día que fue asesinada Ramos, Flores recibió una amenaza telefónica. “Me dijeron que yo era la que seguía”.

Desde entonces hay un patrullero frente a su casa en Hermosillo.

Las autoridades del estado de Sonora dijeron que ofrecerán custodias a las buscadoras que se cree corren peligro. También se comprometieron a enviar equipos de excavación a los sitios que detectan las buscadoras en un plazo de tres a cinco días. Pero parecen más interesadas en evitar repercusiones negativas y convencieron a las buscadoras de que no tomen fotos de las fosas.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo un comentario ambiguo cuando se le preguntó por el asesinato de Ramos.

“Vamos a seguir protegiendo a todas las mujeres”, expresó. “Condenamos estos crímenes”.

Familias de los desaparecidos demandan falta de equipo de reacción inmediata. Foto: Edith Domínguez, Pop Lab

Ramos no fue la primera persona abocada a la búsqueda de desaparecidos asesinada. El 30 de mayo, otro activista, Javier Barajas Piña, fue baleado en el estado de Guanajuato, el más violento de México.

Y dos periodistas fueron asesinados en Sonora en dos meses. El jueves, el periodista Ricardo López fue abatido a tiros en un estacionamiento de Guaymas, la ciudad donde mataron a Ramos.

En total, 68 activistas defensores de los derechos humanos y del medio ambiente fueron asesinados desde que asumió López Obrador.

Las buscadoras siempre han tenido miedo. Van a parajes remotos, sitios abandonados donde se cometen crímenes terribles. Pero hasta ahora no había pasado nada y tendían a gnorar las amenazas.

Cecilia Duarte, la voluntaria que trabajaba con Ramos, relató que en una ocasión les enviaron “por un face falso un mensaje de que nos iban a despellejar. Pero yo pienso que si nos van a hacer algo, no nos van a avisar”.

En otra posible fosa, dijo Duarte, tuvieron la sensación de que las vigilaban. De hecho, vio a alguien que las observaba desde una colina cercana. Pero las buscadoras siguieron su tarea.

El asesinato de Ramos cambió las cosas, señaló.

Con picos y palas, madres de Sonora buscan a sus desaparecidos. Foto: Madres buscadoras de Sonora.

“Nos pegó fuerte. Pararon búsquedas en Cajeme, Guaymas y Empalme“, manifestó.

Varios carteles, incluido uno dirigido por Rafael Caro Quintero —excarcelado indebidamente cuando cumplía una condena por el asesinato en 1985 de un agente de la DEA, el organismo de lucha contra el tráfico de drogas de Estados Unidos—, se disputan el control de Sonora y sus valiosas rutas para hacer llegar drogas a Estados Unidos. Incluyen las dos principales ramas del cartel de Sinaloa, que operan a través de bandas locales.

“Las autoridades deben de hacer más. Debería haber más seguridad, más investigaciones”, dijo Flores, de Madres Buscadoras de Sonora. “Para que no sean las mamás las que andan en los campos buscando, que sean ellos los que investigan”.

La oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas en México es de la misma opinión. “Cuando un estado no logra cumplir con este deber, se coloca a las familias de personas desaparecidas en una situación de riesgo”, expresó en un comunicado.

Fiscalía de Guanajuato pierde carpetas de investigación de buscadoras; temen ser detenidas

martes, octubre 27th, 2020

La investigación que inició la Fiscalía a cargo de Carlos Zamarripa llevó a dos de las tres mujeres que buscan a sus familiares de personas desaparecidas a perder su empleo, mientras viven con la constante preocupación de ser detenidas.

Por Carmen Pizano

Ciudad de México, 27 de octubre (PopLab).- La Fiscalía General del Estado (FGE) tiene en calidad de extraviada la carpeta de investigación que inició en contra de tres buscadoras que fueron detenidas durante la manifestación del 10 de julio pasado en la capital del estado, en la que se les acusa de agredir a elementos de las Fuerzas de Seguridad Pública.

La investigación que inició la Fiscalía a cargo de Carlos Zamarripa llevó a dos de las tres mujeres que buscan a sus familiares de personas desaparecidas a perder su empleo, mientras viven con la constante preocupación de ser detenidas.

Hace unos días las afectadas acudieron a la agencia 3 del Ministerio Público en Guanajuato acompañadas del abogado Roberto Saucedo Pimental, pero al llegar a las oficinas de la Fiscalía la respuesta de la responsable, Zoila Reyna Ramírez, fue que su carpeta se encontraba “extraviada” y les dieron una nueva cita para el jueves.

Durante más de tres meses colectivos de búsqueda han pedido a las autoridades estatales quitar los cargos, después de que las víctimas de represión fueron las mujeres que protestaban en busca de un encuentro con el gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, para exigir que se repusiera el proceso para la selección de la persona responsable de la Comisión Estatal de Búsqueda, al desconocer a Héctor Díaz Ezquerra al frente del organismo de reciente creación.

La investigación que inició la Fiscalía a cargo de Carlos Zamarripa llevó a dos de las tres mujeres que buscan a sus familiares de personas desaparecidas a perder su empleo, mientras viven con la constante preocupación de ser detenidas. Foto: PopLab

La exigencia tuvo eco en el Congreso del Estado: durante la sesión del jueves pasado la coordinadora de Morena, María Magdalena Rosales Cruz, presentó un punto de acuerdo para enviar un exhorto al fiscal y que cierre la investigación en contra de las mujeres; sin embargo, la propuesta no fue aprobada ese mismo día por el Congreso local con el rechazo de la mayoría.

Con el voto del PAN, PRI, PRD, Nueva Alianza y Movimiento Ciudadano, la propuesta se mandará a análisis a la comisión de Justicia que preside la panista Cristina Márquez Alcalá, para revisar si es viable pedir a Zamarripa que cierre la investigación en contra de las mujeres.

El argumento que tuvieron la mayoría de los diputados para frenar el exhorto propuesto por Morena fue que el tema ameritaba revisarse a fondo para “promover el objetivo principal que es la impartición de justicia pronta y expedita”.

A falta de respuestas, integrantes del Colectivo A Tu Encuentro se plantaron afuera del antiguo Congreso del Estado para exigir que termine lo que clasificaron como una persecución en contra de las familias de personas desaparecidas.

El colectivo de búsqueda decidió presentar de nueva cuenta la petición ante el Congreso del Estado para que se llame a Zamarripa Aguirre a terminar con la criminalización de las familias que buscan a un ser querido desaparecido.

SIN TRANQUILIDAD Y SIN EMPLEO 

Karla, Verónica y Olimpia, las tres mujeres detenidas por elementos de Seguridad Pública el 10 de julio pasado en la glorieta Santa Fe de Guanajuato capital no solo han tenido que enfrentar la búsqueda de su ser querido, sino que desde hace meses viven con la preocupación de ser detenidas por la investigación en su contra que inició la Fiscalía acusándolas de agredir a los policías.

Además, dos de ellas fueron despedidas de su trabajo por los cargos que enfrentar, aunque no pueden ni conocer el estatus de la investigación.

Karla comentó que hace unos días la responsable de la agencia 3 del Ministerio Público les informó que la “carpeta está extraviada, que no la encuentran”.

“Pedimos copias, no hubo respuesta. No nos dan la carpeta, no la muestran. Estamos sin trabajo, sin dinero y no es fácil estarnos desplazando para que nos digan lo mismo”.

La solicitud de la responsable de la agencia fue que regresaran el próximo jueves, aunque para las víctimas se trata solo de una estrategia de la Fiscalía para ocultar los avances de la carpeta de investigación.

“Es muy fuerte no salir a la calle, no poder hacer algo porque no sabes si van a llegar a arrestarte en cualquier momento”.

Karla compartió que después de la detención la despidieron de su trabajo y no ha podido conseguir un nuevo medio para subsistir porque le piden carta que compruebe que no tiene antecedentes penales, pero con la investigación en curso no puede obtenerla.

También mencionó que la semana pasada otra de sus compañeras, Verónica, fue despedida porque arrastra un proceso penal por presuntas agresiones a los elementos de policía estatal.

De acuerdo con el secretario de Seguridad Pública, Alvar Cabeza de Vaca, cuatro elementos de FSPE resultaron con lesiones durante la manifestación de familiares de personas desaparecidas.

Horas después de la represión del 10 de julio, funcionarios del Gobierno del Estado, incluido el secretario de Seguridad Pública, ofrecieron una conferencia de prensa para defender la actuación de los elementos y las detenciones de cuatro mujeres.

En esa conferencia, Cabeza de Vaca sostuvo que cuatro de sus elementos resultaron con lesiones, aunque no quiso entrar en detalles el tipo de heridas.

El saldo de esa manifestación donde los policías al menos triplicaban en número a las familias de personas desaparecidas fue de cuatro mujeres detenidas, tres buscadoras y una integrante del Colectivo Guanajuato Despertó, y una buscadora más con fractura en la pierna.

Las buscadoras presentaron una nueva petición al Congreso del Estado para que desde el Legislativo se exhorte al cierre del proceso penal. El documento se dirigió a las diputadas Cristina Márquez Alcalá y Vanessa Sánchez Cordero, la primera presidenta de la comisión de Justicia donde se encuentra en revisión el punto de acuerdo que presentó el jueves la diputada de Morena, Magdalena Rosales.

“NOS QUIEREN INFUNDIR MIEDO”

La represión policiaca que vivieron los colectivos de búsqueda hace más de tres meses es un mensaje para sembrar el miedo entre la ciudadanía que exige a las autoridades que cumplan con su trabajo.

Así lo ven integrantes del colectivo A Tú Encuentro, después de que se les acusara de agredir a policías durante la manifestación del 10 de julio.

“Saben que los policías llevaban órdenes directas de agredirnos y de retirarnos, ellos saben lo que ese día nos hicieron. Nos obligaron a subir a la glorieta mintiéndome diciendo que no les iban a hacer nada a las compañeras, siguieron las agresiones injustificadas”.

Las mujeres que han sido criminalizadas por exigir resultados a las autoridades en la búsqueda de sus seres queridos señalaron que ahora el objetivo del Gobierno Estatal es culparlas por delitos para generar miedo, además de que sean vistas como ejemplo para quienes se atrevan a alzar la voz.

“Nos están revictimizando, no saben lo que es tener un familiar desaparecido, no saben lo que se sufre, nos quieren infundir miedo, pero miedo ya lo tenemos desde que nos desaparecieron a nuestros seres queridos, pero eso no nos va a detener”, señaló Bibiana, integrante del colectivo durante la manifestación de este lunes.

Incluso, manifestaron que la apertura al diálogo de la que habla el gobernador no puede entablarse mientras se siga con la criminalización a las compañeras, en tanto sigan vigentes los cargos que levantaron desde la Secretaría de Seguridad Pública.

El movimiento por visibilizar el problema de desaparición forzada que existe en Guanajuato, aunado a la inacción de las autoridades va a seguir.

Anunciaron que se tiene programado un acto simbólico el 6 de noviembre para “plantar un árbol de la esperanza” en el municipio de Celaya, además el día 9 de noviembre se convocó a una marcha en Irapuato para conmemorar el aniversario del colectivo que agrupa a las familias de personas desaparecidas.

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La fosa clandestina más grande del país no fue el final: Colectivo Solecito sigue con la búsqueda

sábado, septiembre 21st, 2019

Hace apenas un mes, el 8 de agosto, el Colectivo Solecito conmemoraba el cierre de lo que se ha conocido hasta ahora como la fosa clandestina más grande encontrada en México: Colinas de Santa Fe, de donde fueron recuperados 298 cráneos (y más de 22 mil restos humanos); de este predio 24 personas fueron identificadas y a la fecha se han entregado a 18 familiares.

En el estado, según datos de la Fiscalía General de Veracruz publicados en el sitio adondevanlosdesaparecidos.org, entre 2006 y 2016 se localizaron 332 fosas con 222 cuerpos, de los cuales 104 han sido identificados; además de otros 293 cráneos y miles de miles de restos óseos. Las fosas se han encontrado en una quinta parte de los municipios.

Por Daniela Rea

Veracruz, Veracruz, 21 de septiembre (PieDePágina).- Son las cuatro de la tarde en la calle Abeto, en una colonia de interés social al norte del puerto de Veracruz. Rosalía Castro está sentada en el sofá y Guadalupe Contreras está frente a ella. Casi no hablan, apenas tienen energía para recibir el aire fresco que viene de fuera y tomar agua o cocacola para refrescarse.

Hoy martes 3 de septiembre Rosalía cumple años, pero parece que da igual. Acaba de volver de caminar durante seis horas, bajo más de 30 grados centígrados y humedad que pega la ropa al cuerpo apenas pisa una la calle. Caminó una parte del terreno conocido como Kilómetro 13.5 con sus compañeros de la Brigada de Solecito, en busca de fosas clandestinas. Éste es el segundo día de toda una semana que dedicarán al lugar.

Hace apenas un mes, el 8 de agosto, este Colectivo conmemoraba el cierre de lo que se ha conocido hasta ahora como la fosa clandestina más grande encontrada en México: Colinas de Santa Fe, de donde fueron recuperados 298 cráneos (y más de 22 mil restos humanos); de este predio 24 personas fueron identificadas y a la fecha se han entregado a 18 familiares.

Pero eso no importa. Los integrantes de la Brigada siguen rastreando los terrenos que rodean la zona portuaria en busca de más posibles fosas. No hay tiempo qué perder: el terreno en cuestión es muchísimo más grande que Colinas de Santa Fe, “nos han dicho que son 300 hectáreas” y las obras de ampliación del puerto o de construcción de más vivienda de interés social avanzan a un paso veloz devorando los arenales donde se sospecha que personas fueron enterradas de manera ilegal.

Lucía Díaz, fundadora del colectivo Solecito, afirma que la experiencia en la fosa de Colinas de Santa Fe les enseñó que la búsqueda es perseverancia, esfuerzo y entrega. Foto: Daniela Rea, Pie de Página

“Terminamos la semana, no encontramos tesoros, pero se exploró el terreno que nos otorgaron el permiso, avanzamos, porque vamos descartando al punto que tenemos que llegar, porque las coordenadas no están bien, pero bueno, seguimos”, dice Rosalía, que busca a su hijo Roberto Carlos Casso Castro, casi vencida por el calor y el cansancio.

Ésta es la quinta vez que exploran alguna parte del terreno llamado 13.5, al que llegaron luego de que les entregaran un mapa en el año 2013 con la ubicación de posibles fosas. El rastreo lo iniciaron el año pasado cuando aún se hacían barridos en Colinas de Santa Fe para descartar más fosas. “Llegamos a este terreno por un anónimo, se escuchaba que este lugar lo usaron para llevar a los desaparecidos antes de Colinas de Santa Fe, se escuchaba que había hasta 500 cuerpos. Pero quizá nos pusieron mal las coordenadas y pues seguimos buscando”, dice Rosalía.

Lucía Díaz, fundadora del colectivo Solecito, afirma que la experiencia en la fosa de Colinas de Santa Fe les enseñó que la búsqueda es perseverancia, esfuerzo y entrega sin ataduras.

“La experiencia de Colinas nos demuestra cosas que la gente que pasa por esto no sabe. Cuando llegamos a Colinas al principio fue negativo. Al inicio pasaron 5 días y no encontramos nada. Y un día buscamos y encontramos un tórax, un cráneo y 50 huesos. Ese fue el comienzo de Colinas. Con el tiempo supimos que antes de nosotros Seido fue a ese mismo lugar con un delincuente y encontró cinco cuerpos, el 11 de abril de año 2015. Seido fue a buscar y dejó evidencia. Entonces nosotras nos fuimos a otros puntos y pasó todo. Esto es de perseverancia, por eso vamos a buscar y vamos a encontrar”, dice Lucy Díaz, que busca a su hijo Guillermo Lagunes Díaz.

“Éste es un trabajo de resistencia, de ir con autoridades, de invertirle, invertirle y no cuestionar los resultados más que seguir adelante. Perseverancia incontestable. Aunque no den resultados”, insiste Lucy, quien habla de otros espacios de búsqueda.

Por ejemplo, desde antes de cerrar Colinas de Santa Fe el Colectivo Solecito inició otros rastreos. Entre octubre del 2018 y enero del 2019 recorrieron el recinto portuario de Apiver (habían recibido un mapa de posibles fosas en esa zona), a pesar de que en un inicio el entonces gobernador Miguel Ángel Yunes les negó la posibilidad del acceso. “Las autoridades portuarias nos dejaron entrar y buscar, nos prestaron maquinaria, incluso. Revisamos el basurero, las vías, pero no encontramos, quizá porque ya habían obras de ampliación”, dice Rosalía.

Para conmemorar el cierre de la fosa Colinas de Santa Fe las familias colocaron un memorial de cemento y dos cruces para recordar a quienes fueron rescatados de este lugar. Foto: Victoria Razo, Cuartoscuro

En el estado, según datos de la Fiscalía General de Veracruz publicados en el sitio adondevanlosdesaparecidos.org, entre 2006 y 2016 se localizaron 332 fosas con 222 cuerpos, de los cuales 104 han sido identificados; además de otros 293 cráneos y miles de miles de restos óseos. Las fosas se han encontrado en una quinta parte de los municipios.

A CONTRARRELOJ

Buscar en un terreno rural-urbano, como lo es el 13.5, tiene peculiaridades y retos para las familias de Solecito.

Se conoce así al terreno que ubicado en la zona noroeste del puerto de Veracruz y que está delimitado por la carretera que lleva a la zona portuaria, donde están ubicadas empresas como Tamsa, y la playa del Golfo de México. Este terreno pertenece a 20 dueños que bardearon o cercaron el espacio; como se trata de predios particulares las familias de Solecito deben contactar a cada dueño y solicitar el permiso de acceso. Rosalía explica que esa es una de las principales limitantes: encontrar, contactar y esperar.

La experiencia en la fosa de Colinas de Santa Fe les enseñó que la búsqueda es perseverancia, esfuerzo y entrega sin ataduras. Foto: Ernesto Álvarez, Cuartoscuro

No es fácil acceder a los dueños y menos que éstos quieran dar permiso de ingresar con Fiscalía General del Estado a buscar fosas. “¿Quién va a querer comprar o construir en un terreno donde enterraron cuerpos? Eso no lo conviene a nadie”, dice Guadalupe que busca a su hijo Iván, desaparecido en Guerrero. “Algunos terrenos están en venta y eso espanta a los posible compradores”, remata Rosalía.

El permiso que utilizan para acceder a este terreno, por ejemplo, tardó cinco meses en ser aprobado.

Pero el acceso es sólo uno de los inconvenientes.

El día de hoy, se queja Guadalupe Contreras, cavaron tres metros de profundidad y no encontraron nada. “Hay zonas que ya están construidas o que serán construidas y están rellenadas con arena o escombro. En algunas partes hay rellenos de tres metros de profundidad, en otras hasta de 10 metros de altura para poder construir la ampliación del puerto”.

Así es. El constante movimiento de la zona, la ida y venida de trascabos que rellenan para comenzar a construir o bien, que sacan arena para vender como material de construcción en otras zonas, complica la búsqueda y pisan los talones de los buscadores.

“Se rumora que antes de Colinas de Santa Fe ya se utilizaba el terreno conocido como 13.5”, dice Rosalía. “Yo fui en 2012, sin saber buscar, pues no encontré nada, encontré mucho, pero no sabes qué significa lo que encuentras. A partir de saber que ahí puede haber algo yo empiezo a gestionar permisos. Pero ahora que vuelvo al lugar ya está completamente diferente, con rellenos, con construcciones, con dueños, con cercas… lo hicieron así porque ya los estaban invadiendo”.

LAS BÚSQUEDAS

El lunes 2 de septiembre, en la víspera del cumpleaños de Rosalía, inició la quinta sesión de búsqueda en este terreno. A las ocho de la mañana se encontraron Rosalía, Guadalupe y Gonzalo, tres de los buscadores que trabajaron en Colinas de Santa Fe; además de otras tres familiares de desaparecidos: Laura, Lorena y Fabiola, que era la primera vez que acudían.

“Yo no había querido venir a buscar antes, por seguridad, porque uno tiene miedo. Yo estoy buscando vivo a mi hijo, me sumo a las búsquedas para ayudar y que me ayuden como un equipo, pero no acepto y no voy a aceptar que ya no está”, dijo Lorena Inda, que va acompañada de su hija Fabiola a buscar a Octavio Pozos Inda, desaparecido el 29 de julio del 2018 en el puerto de Veracruz.

“Fue un día arduo, complicado. Desde mi punto de vista nos engañaron, porque buscamos por muchos lugares y hasta donde yo sé, porque no fui todos los días porque tengo problemas con las vértebras cervicales, a pesar de las técnicas no se encontró nada positivo. Falta un lugar más preciso. El trabajo en equipo es estupendo, es muy humano, hay mucho apoyo. Son pocos días, somos pocas personas la que acudimos, necesitamos más ayuda”, dice Lorena.

Hace apenas un mes, el 8 de agosto, este Colectivo conmemoraba el cierre de lo que se ha conocido hasta ahora como la fosa clandestina más grande encontrada en México. Foto: Victoria Razo, Cuartoscuro

“El Colectivo siempre está enfocado en búsqueda, ése es nuestro objetivo y tenemos ese predio tan grande, que ojalá, si todos los dueños nos dieran permiso terminamos y nos pasamos a otro, y a otro. Pero ni modo, tenemos que apegarnos a la ley. Hemos hecho llamados en general para que nos dejen entrar y seguimos esperando”, se lamenta Rosalía.

SE ROBAN EL MEMORIAL

El 8 de agosto cuando se realizó una misa para conmemorar el cierre de la fosa Colinas de Santa Fe las familias colocaron un memorial de cemento y dos cruces para recordar a quienes fueron rescatados de este lugar.

Una semana después dos integrantes del colectivo volvieron a Colinas a recuperar una hielera que se había quedado ahí. Cuando entraron ya no estaba el memorial ni las cruces. Se supone que la Fiscalía estatal tenía resguardado el lugar.

“Se lo llevaron y no sabemos quién. Para nosotros es importante recuperarlo, pero eso nos hace dudar si el lugar está asegurado. Si alguien pudo entrar, quiere decir que ese lugar no estaba bien asegurado”, dice Rosalía.

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Mujeres que buscan a sus desaparecidos en Sinaloa desconfían de la Policía local porque es “peligrosa”

lunes, marzo 5th, 2018

De acuerdo al testimonio de Susana Ayala Bañuelos, integrante del colectivo Voces Unidas por la Vida, el grupo ha sido víctima de amenazas e intimidaciones, además de abandono de parte de policías municipales y estatales en los momentos de búsqueda.

Por Marcos Vizcarra

Culiacán/Ciudad de México, 5 de marzo (Noroeste/SinEmbargo).- Los grupos de buscadores de personas desaparecidas en Sinaloa temen a las policías locales y las califican de peligrosas por posible colusión con grupos criminales.

De acuerdo al testimonio de Susana Ayala Bañuelos, integrante del colectivo Voces Unidas por la Vida, el grupo ha sido víctima de amenazas e intimidaciones, además de abandono de parte de policías municipales y estatales en los momentos de búsqueda.

“Nosotros de Voces Unidas, algunas de nosotras hemos tenido amenazas, y aparte de que ahorita hemos salido a búsquedas y nos las han cancelado”, aseguró.

“Hemos tenido seguridad de los estatales, de la Policía de Investigación pero a veces no podemos meternos a los lugares donde sabemos que hay cuerpos porque no quieren”, dijo.

Un hecho similar sucede con el grupo Rastreadoras de El Fuerte.

Mirna Medina Quiñónez, líder del grupo, indicó a Noroeste que ella rechazó la participación de policías municipales como acompañamiento.

Su rechazo sucedió después de actos de intimidación en su contra, porque cree que los elementos forman parte de una cadena de corrupción con grupos criminales.

“En la Policía Municipal nosotras no tenemos confianza, el grupo que tenemos nosotras para cuidarnos es muy diferente. Nosotras desde un inicio hemos sido cuidadas por un equipo de la Policía Ministerial, pero cuando nos acompañan los municipales no tenemos confianza”, indicó.

“Incluso, nosotras a veces nos sentimos mejor andando solas, porque no nos andamos cuidando de lo que vamos a decir, no tenemos preocupación por las personas que nos llevan, porque a veces va una persona con nosotros para llevarnos al punto, y a ellos les da miedo porque no siempre andan bien”, dijo.

Para María Isabel Cruz, líder de Sabuesos Guerreras AC, el problema de las policías con los grupos de búsqueda es la desorganización entre corporaciones.

Para explicarlo, narró que en ocasiones los policías municipales desisten de acompañar en las búsquedas cuando se presenta la Policía de Investigación u otra corporación, lo que dificulta el proceso de las búsquedas.

En Mazatlán, donde se formaron dos grupos de búsqueda de personas desaparecidas, se solicitó el acompañamiento de militares o Policía Federal, después de que acusaron que las policías municipales del sur de Sinaloa no están capacitadas para proteger a los colectivos en zonas de peligro.

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Si busca a su desaparecido, cero fotos, prensa o celulares: le molestan al Fiscal de Veracruz

miércoles, septiembre 14th, 2016

Una de las mujeres buscadoras de fosas clandestinas del colectivo Solecito, en Veracruz, manifestó que las restricciones impuestas por el Fiscal General de la entidad, Luis Ángel Bravo,“son exageradas”. Al momento de realizar sus operativos de búsqueda se les prohíbe ingresar con celulares, tomar fotografías, filtrar información detallada a los medios, entre otros. Por ello, la entrevistada acusa los riesgos a los que la actual administración los expone, situación por la que aseguró que al funcionario “le importa más la imagen de su Fiscalía que la seguridad de las madres de desaparecidos”.

Por Miguel Ángel León Carmona

Ciudad de México, 14 de septiembre (SinEmbargo).– “A Luis Ángel Bravo le importa más la imagen de su Fiscalía que la seguridad de las madres de desaparecidos. Dijo que para la búsqueda de fosas clandestinas “cero celulares y cero periodistas, no le importó dejarnos incomunicadas en terrenos del crimen organizado. Hoy a un compañero lo mordió una culebra y si lo salvamos fue de milagro”, habla una de las buscadoras del colectivo Solecito.

Ella asegura que su grupo ha concluido que tal metodología impuesta por el Fiscal General en las labores del predio Colinas de Santa Fe, en el puerto de Veracruz, lleva por objeto más bien aminorar el escándalo que ya significa, tan solo por cifras, 78 cavidades subrepticias y 28 cadáveres; nueve de ellos con tejido en estado de putrefacción.

La entrevistada, quien prefiere mantener el anonimato, asegura que desde las planeaciones de la brigada Luis Ángel Bravo a guiños y ademanes convenció al grupo que lo mejor sería negar el acceso al predio a los reporteros y evitar el uso de equipos telefónicos, que para el día de arranque se convertiría en una regla inquebrantable.

“Yo estuve en las primeras reuniones y no recuerdo ese pinche acuerdo; es más, ni siquiera firmamos alguna minuta. Así que nos cansamos de ser prudentes y ahora como colectivo fijamos una advertencia: si nos quieren quitar los celulares llamen a la prensa” comparte la mujer, quien nunca deja de referirse en plural, a nombre de todas sus compañeras de causa social.

La mujer describe una de las mayores cualidades, quizá, del Fiscal oriundo de Córdoba, Veracruz, la tierra de Javier Duarte de Ochoa: “Ah cómo es bueno para enredar a la gente” opina otra de sus compañeras.

Diversos grupos de buscadores han evidenciado la falta de interés del Gobierno estatal por revelar las fosas clandestinas en la entidad. Foto: Colectivo Solecito.

Diversos grupos de buscadores han evidenciado la falta de interés del Gobierno estatal por revelar las fosas clandestinas en la entidad. Foto: Colectivo Solecito.

Las madres no saben cuándo ni cómo fue que comenzaron incluso a entregar una lista a la segunda de Bravo Contreras, Rosario Zamora González, directora general de Investigaciones Ministeriales, un listado de 13 personas; nadie más entra. Nombre, apellido, ocupación, todo para cotejar con la credencial de elector que no se trate de algún reportero infiltrado, asegura.

Y es que pareciera que Luis Ángel Bravo emula las técnicas paranoicas del góber tuitero, que de acuerdo con el corresponsal de Proceso, Noé Zavaleta, en su libro El Infierno de Javier Duarte, página 32, en cada reunión privada en Casa Veracruz queda prohibido el uso de celulares, iPads, cámaras, plumas, gafas y todo lo que pudiera grabar.

Lo anterior a raíz del escándalo del pasado 17 de abril de 2013 cuando funcionarios de su gabinete, entre ellos Salvador Manzur, fueron ventilados en las redes sociales lucrando con programas de asistencia social en favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Y si de hechos que empañen la imagen del Fiscal General se trata, basta remontarse al mes de abril del año corriente, cuando la Primera Brigada Nacional de Búsqueda evidenció 15 narcofosas en las ciudades de Córdoba y Paso del Macho y miles de restos óseos carbonizados. Todo lo anterior con presencia de asociaciones civiles y medios de nivel nacional e internacional.

Es así como la integrante del colectivo Solecito cuenta las exigencias de Luis Ángel Bravo Contreras, pero a la vez deja entrevisto la ausencia de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, pues el grupo no cuenta con asistentes médicos, vehículos en caso de emergencia, nada. “Si el compañero hoy se encuentra estable fue gracias a los medicamentos que la gente dona para nuestro botiquín”.

No obstante que Bravo Contreras asegura “todo marcha en orden en Colinas de Santa Fe” y Namiko Matsumoto, de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, presume “tener de su lado a todos los colectivos de desaparecidos en Veracruz”; sus faltas serán presentadas en las siguientes horas ante Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, en una mesa de trabajo en la ciudad de Xalapa, Veracruz.

“PRIMERO LA IMAGEN, LUEGO LA SEGURIDAD DE NOSOTRAS”

De acuerdo con la entrevistada, cuando se reúnan con Roberto Campa Cifrián, las buscadoras “diremos que la imagen de la Fiscalía va primero que nuestra seguridad”. Foto: Colectivo Solecito.

De acuerdo con la entrevistada, cuando se reúnan con Roberto Campa Cifrián, las buscadoras “diremos que la imagen de la Fiscalía va primero que nuestra seguridad”. Foto: Colectivo Solecito.

La entrevistada relata que toda búsqueda en el puerto de Veracruz comienza un día antes, a las 23 horas como límite, el colectivo Solecito debe hacer llegar al Fiscal una lista con 13 nombres, ni uno más, con datos puntuales de los buscadores, así sean los mismos que desde hace dos meses de trabajo han cavado en el predio.

“La restricción es exagerada, teníamos prohibido ingresar con celulares, tomar fotografías, filtrar información detallada a los medios, pero si nos pasa algo allí adentro, cómo nos comunicamos con las personas de afuera. Se les olvida que los terrenos fueron empleados por el crimen organizado o qué pasa” cuestiona la madre de desaparecida.

Fue el día lunes 12 de septiembre, durante las primeras horas de labor de excavación, cuando uno de los integrantes del Solecito fue atacado por una culebra. “No había paramédicos, no había ambulancia y para colmo ni siquiera celulares. Cuando pasaron el reporte a Rosario Zamora no sabía ni qué hacer, pero claro ya habíamos resuelto el problema”.

De acuerdo con la madre, el momento que se vivió fue de pánico, ignoraban si el reptil era venenoso. Fue gracias a una de sus compañeras, con conocimientos básicos en primeros auxilios, salvó la vida del herido y “a Luis Ángel Bravo de un escándalo”.

Son los detalles que el colectivo Solecito expondrá a Roberto Campa Cifrián en las horas siguientes, todas, en consenso, “diremos que la imagen de la Fiscalía va primero que nuestra seguridad”, sentencia la buscadora de fosas ilegales.