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El SARS-CoV-2 afianzó la obesidad, otra pandemia de Latinoamérica. El 60% de los adultos engordó

viernes, mayo 7th, 2021

Los datos se recabaron luego de una encuesta realizada en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú. A pesar de que una persona esté acostumbrada a llevar una vida saludable, situaciones como las medidas sanitarias implementadas para evitar contagios por COVID-19 pueden provocar diversos cambios.

Lima, 7 de mayo (EFE).- El 60 por ciento de los adultos latinoamericanos entre los 33 y 50 años de edad aumentó de peso a raíz de la pandemia de la COVID-19, debido a factores como el incremento de la ansiedad, la preocupación y la reducción de la movilidad, se informó durante un seminario web organizado desde Lima por la farmacéutica Merck.

Durante el encuentro “Obesidad, una pandemia silente”, el gerente médico regional de Merck, Juan Omar Toledo, señaló que esos datos fueron obtenidos tras una encuesta realizada por la empresa privada Ipsos en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú.

Toledo sostuvo que, a pesar de que “una persona esté acostumbrada a llevar una vida saludable, situaciones coyunturales pueden provocar un cambio, como es el caso de las medidas implementadas en el marco de la lucha contra la COVID-19”.

Existe una fuerte relación entre la mala alimentación y el sobrepeso, principalmente, por factores culturales y emocionales. Foto: Cuartoscuro

“En muchos casos, esto generó aumento de la ansiedad y preocupación, reducción de la movilidad y de la rutina de ejercicios, entre otras”, añadió.

MALA ALIMENTACIÓN Y SOBREPESO

El jefe regional de la multinacional farmacéutica remarcó que existe una fuerte relación entre la mala alimentación y el sobrepeso, principalmente, por factores culturales y emocionales.

“El primero está relacionado con la costumbre de celebrar los buenos momentos alrededor de la comida, mientras que el segundo se refiere a aquellas personas que recurren a opciones poco saludables en momentos de ansiedad y tristeza, en búsqueda de placer”, dijo.

Al respecto, el médico peruano Helard Manrique, expresidente de la Sociedad Peruana de Endocrinología, añadió que aunque la obesidad es una enfermedad crónica en sí misma, padecerla aumenta el riesgo de sufrir otras graves patologías como diabetes o hipertensión.

“Esto es importante, principalmente, si tomamos en cuenta que, aunque Perú no figure entre los cinco primeros países más obesos de la región, es el número uno en el consumo de carbohidratos y el último en la ingesta de proteínas y grasas, lo que refleja la mala alimentación de la población”, alertó.

Padecer obesidad aumenta el riesgo de sufrir otras graves patologías como diabetes o hipertensión. Foto: Cuartoscuro

UN TRATAMIENTO MULTIDISCIPLINARIO

El también médico endocrinólogo peruano Luis Huarachi indicó que el tratamiento de la obesidad debe ser multidisciplinario y comprender desde la nutrición hasta estrategias de conducta y farmacoterapia, para abordar temas psicológicos y sociales que también influyen en la pérdida de peso, además de la alimentación y los ejercicios.

“Es importante resaltar que existen medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central, con el objetivo de reducir las ansias de comer. Estas terapias han tenido muy buenos resultados, puesto que permiten perder peso de forma progresiva, segura y que el resultado se mantenga a largo plazo”, acotó.

Merck Perú señaló a Efe que organizó el encuentro virtual con el objetivo de “discutir el rol fundamental que tienen los hábitos y las emociones en el manejo de la obesidad, y dar a conocer la situación de esta enfermedad en el país y la región, así como los nuevos tratamientos disponibles”.

La compañía farmacéutica, que está presente desde hace 59 años en Perú, donde actualmente tiene 144 empleados, informó que en 2020 generó ventas por 17 mil 500 millones de euros (21 mil 100 millones de dólares) en 66 países.

Aumento de peso en pandemia: ¿Cómo distinguir el hambre real del de ansiedad y qué hacer? Experto explica

jueves, abril 15th, 2021

Las emociones están relacionadas con la cantidad de comida que consumimos y durante la pandemia los hábitos alimenticios han sufrido grandes cambios, no sólo por el cambio de rutinas, sino por la inusitada situación que se vive actualmente. El encierro, la falta de contacto y actividades físicas han impactado en los niveles de ansiedad que, a su vez, han dado a paso al “hambre emocional”. ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Cómo identificar el hambre real del emocional? Un experto aporta claves.

Madrid, 12 de abril (Europa Press).- La pandemia está haciendo mella en todos los aspectos de nuestra vida, entre ellos en nuestro peso. Especialmente porque nos movemos menos, debido a las restricciones que todos debemos seguir, pero también por ese llamado “hambre emocional“, que nos lleva a calmar nuestra ansiedad con comida.

Según destaca el jefe del servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Infanta Leonor (Madrid), el doctor Javier Quintero Gutiérrez del Álamo, en una entrevista con Europa Press, ya no sólo estamos comiendo más de la cuenta en esta pandemia al estar más tiempo en casa y teletrabajar, donde nos es más fácil visitar el frigorífico e ir picoteando, o comer por aburrimiento, sino que también en esta época se están incrementando los problemas de alimentación serios, los trastornos de conducta alimentaria, especialmente entre los adolescentes y los adultos jóvenes.

Los jóvenes están muy castigados por la pandemia con las restricciones, según apunta el especialista, y para ellos “nunca antes ha significado tanto el grupo como ahora”, al mismo tiempo que subraya que “la distancia social les está machacando”, así como la falta de posibilidades a la hora de realizar actividad física, tan fundamental en esta etapa de su vida.

Según el experto ya no sólo estamos comiendo más de la cuenta en esta pandemia al estar más tiempo en casa y teletrabajar, sino que también en esta época se están incrementando los problemas de alimentación serios. Foto: José Jácome, EFE

“Se está produciendo un incremento significativo de casos de jóvenes que no sólo comen más de la cuenta sino que han aumentado también las conductas alimentarias disfuncionales, alteradas. No sólo aparece el hambre emocional, pagan el aburrimiento y la falta de movilidad con la nevera, sino que también se están produciendo desorganizaciones reales con la alimentación”, mantiene.

Asimismo, el también director de los Centros especializados en Psicología y Psiquiatría Psikids (Madrid) revela que, sobre todo en los jóvenes, ese malestar emocional les está llevando también a comer mucha cantidad y con una sensación de pérdida de control, lo que se define por “atracón”, “parecido a la bulimia, pero sin los vómitos posteriores ni acciones perjudiciales para la salud posteriores al acto de comer”.

Especialmente estos atracones señala que tienen lugar por la noche, y justifica su aparición en que, desde el punto de vista fisiológico, con la caída de la noche nos relajamos y con ello ese sistema de alerta que mantenemos activo durante todo el día, más en pandemia, de forma que se intenta compensar con los atracones esa sensación de pérdida de control. Hasta la pandemia, el doctor Quintero precisa que los atracones eran más frecuentes en personas de mediana edad, y sobre todo mujeres.

¿POR QUÉ COMER NOS CALMA?

Precisamente, el especialista del Hospital Universitario Infanta Leonor acaba de publicar Pienso, luego como (demasiado), un manual con el que pretende ayudar a la población a comprender el impacto de las emociones en el sobrepeso, al tiempo que aporta una serie de pautas para aprender a controlarlo de forma consciente.

Preguntado sobre por qué comer nos puede calmar, y qué es esto del hambre emocional, el psiquiatra detalla que nuestro cerebro tiende a confundir muchas veces la sensación de hambre con la ansiedad porque previamente le hemos enseñado a calmar esa sensación con alimentos palatables, es decir, productos ricos en sal, azúcares o grasa, que al consumirse se activa el “circuito recompensa”, por el que momentáneamente sentimos bienestar, sin resolver realmente el problema.

Nestro cerebro tiende a confundir muchas veces la sensación de hambre con la ansiedad porque previamente le hemos enseñado a calmar esa sensación con alimentos palatables, es decir, productos ricos en sal, azúcares o grasa. Foto: Cuartoscuro

“Con el hambre emocional engañamos al cerebro que confunde esa sensación de malestar emocional, que podemos ubicar fisiológicamente como hambre, cuando realmente necesitamos otra cosa distinta”, afirma Quintero.

A la hora de identificar la ansiedad o hambre emocional de ese hambre fisiológico o real, el doctor recomienda que, cuando sintamos esas ganas de comer, intentemos retrasar el momento de hacerlo: “Si es hambre fisiológica, la sensación va a más, y si es emocional se diluye o mantiene con el paso del tiempo”.

En caso de que se mantenga esa sensación de hambre, el director de los Centros especializados en Psicología y Psiquiatría Psikids aconseja optar por alimentos saludables, decantarse por la fruta o por un palo de zanahoria, por ejemplo. “Al hambre emocional esto no le satisface porque nos pide algo que active el circuito de recompensa, mucha grasa, sal o azúcar, esa falsa sensación de bienestar al fin y al cabo”, remarca el experto.

Con ello, sugiere igualmente trabajar en la educación nutricional, en tener nuestra rutina e intentar buscar siempre una alimentación ordenada y equilibrada, basada en cuatro a cinco comidas al día, y si no sabemos cómo comer mejor, pedir siempre ayuda a un profesional, a un dietista-nutricionista.

Después, el psiquiatra advierte de que si las cosas emocionalmente no van bien, lo interesante sería intentar identificar cuáles son esas emociones que nos están generando una dificultad mayor y, si por nuestra cuenta no somos capaces, consultarlo igualmente con un especialista que nos pueda ayudar y guiar.

A la hora de identificar la ansiedad o hambre emocional de ese hambre fisiológico o real, el doctor recomienda que, cuando sintamos esas ganas de comer, intentemos retrasar el momento de hacerlo. Foto: Justin Lane, EFE

“Si trabajamos el autocuidado, dormimos bien, llevamos una dieta saludable, y realizamos ejercicio, la mayor parte de dificultades mejorarán. Cierto es que esta situación de pandemia es anormal y hace que ese estrés emocional mantenido en el último año sea muy alto. Realmente cada uno expresa su malestar como puede”, sentencia el doctor Javier Quintero.

¿Subiste o bajaste de peso sin desearlo en la pandemia? Las hormonas del estrés podrían ser la causa

domingo, abril 4th, 2021

El denominador común de los cambios en el peso corporal, especialmente durante una pandemia, es el estrés, al que tu cuerpo reacciona disminuyendo los niveles de algunas hormonas y sustancias químicas cerebrales para rechazar comportamientos que no ayudarán en una situación urgente, y aumenta otras que sí lo harán.

Por Lina Begdache

Profesora asistente de nutrición, Binghamton University, State University of New York

Estados Unidos, 4 de marzo (The Conversation).– Si ha experimentado un aumento o una pérdida de peso no deseados durante la pandemia, no está solo. Según una encuesta de la Asociación Estadounidense de Psicología, el 61% de los adultos estadounidenses informaron un cambio de peso no deseado desde que comenzó la pandemia.

Los resultados, publicados en marzo de 2021, mostraron que durante la pandemia, el 42 por ciento de los encuestados aumentaron de peso no deseado (29 libras en promedio) y casi el 10por ciento de esas personas aumentaron más de 50 libras. Por otro lado, casi el 18 por ciento de los estadounidenses dijeron que experimentaron una pérdida de peso no deseada, en promedio, una pérdida de 26 libras.

Otro estudio, publicado el 22 de marzo de 2021, evaluó el cambio de peso en 269 personas entre febrero y junio de 2020. Los investigadores encontraron, en promedio, que las personas aumentaron constantemente 1.5 libras por mes .

Soy una neurocientífica nutricional y mi investigación investiga la relación entre la dieta, el estilo de vida, el estrés y la angustia mental, como la ansiedad y la depresión.

El denominador común de los cambios en el peso corporal, especialmente durante una pandemia, es el estrés. Otra encuesta realizada por la Asociación Estadounidense de Psicología en enero de 2021 encontró que aproximadamente el 84 por ciento de los adultos estadounidenses experimentaron al menos una emoción asociada con el estrés prolongado en las dos semanas anteriores.

Los hallazgos sobre cambios de peso no deseados tienen sentido en un mundo estresante, especialmente en el contexto de la respuesta al estrés del cuerpo, más conocida como respuesta de lucha o huida.

Los neurotransmisores, como el cortisol, que se ve aquí, median en la respuesta de lucha o huida y pueden tener un gran impacto en la alimentación y el comportamiento. Imagen: Ben Mills, Wikimedia Commons.

LUCHA HUIDA Y COMIDA

La respuesta de lucha o huida es una reacción innata que evolucionó como un mecanismo de supervivencia. Permite a los humanos reaccionar rápidamente al estrés agudo, como un depredador, o adaptarse al estrés crónico, como la escasez de alimentos. Cuando se enfrenta al estrés, el cuerpo quiere mantener alerta al cerebro. Disminuye los niveles de algunas hormonas y sustancias químicas cerebrales para rechazar comportamientos que no ayudarán en una situación urgente, y aumenta otras hormonas que sí lo harán.

Cuando está bajo estrés, el cuerpo reduce los niveles de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la melatonina . La serotonina regula las emociones, el apetito y la digestión. Por lo tanto, los niveles bajos de serotonina aumentan la ansiedad y pueden cambiar los hábitos alimenticios de una persona . La dopamina, otro neurotransmisor para sentirse bien, regula la motivación orientada a objetivos . La disminución de los niveles de dopamina puede traducirse en una menor motivación para hacer ejercicio, mantener un estilo de vida saludable o realizar las tareas diarias. Cuando las personas están bajo estrés, también producen menos melatonina , la hormona del sueño , lo que provoca problemas para dormir.

La epinefrina y la norepinefrina median los cambios fisiológicos asociados con el estrés y se elevan en situaciones estresantes . Estos cambios bioquímicos pueden causar cambios de humor, afectar los hábitos alimenticios de una persona, reducir la motivación orientada a objetivos y alterar el ritmo circadiano de una persona.

En general, el estrés puede desequilibrar sus hábitos alimenticios y su motivación para hacer ejercicio o comer de manera saludable, y este último año sin duda ha sido estresante para todos.

CALORÍAS FÁCILES, POCA MOTIVACIÓN

En ambos estudios, las personas informaron su peso y los investigadores no recopilaron ninguna información sobre la actividad física. Sin embargo, se puede asumir con cautela que la mayoría de los cambios de peso se debieron a que las personas aumentaron o perdieron grasa corporal.

Entonces, ¿por qué la gente ganó o perdió peso este último año? ¿Y qué explica las dramáticas diferencias?

Muchas personas encuentran consuelo en los alimentos ricos en calorías. Esto se debe a que el chocolate y otros dulces pueden hacerte feliz al aumentar los niveles de serotonina a corto plazo . Sin embargo, la sangre elimina el azúcar extra muy rápidamente, por lo que el impulso mental es extremadamente breve, lo que lleva a las personas a comer más. Comer para sentirse cómodo puede ser una respuesta natural al estrés, pero cuando se combina con una menor motivación para hacer ejercicio y el consumo de alimentos bajos en nutrientes y ricos en calorías, el estrés puede provocar un aumento de peso no deseado.

¿Qué pasa con la pérdida de peso? En pocas palabras, el cerebro está conectado al intestino a través de un sistema de comunicación bidireccional llamado nervio vago . Cuando está estresado, su cuerpo inhibe las señales que viajan a través del nervio vago y ralentiza el proceso digestivo. Cuando esto sucede, las personas experimentan plenitud.

La pandemia dejó a muchas personas confinadas en sus hogares, aburridas y con mucha comida y poca para distraerlas. Al agregar el factor de estrés a este escenario, tiene una situación perfecta para cambios de peso no deseados. El estrés siempre será parte de la vida, pero hay cosas que puede hacer, como practicar el diálogo interno positivo , que pueden ayudar a evitar la respuesta al estrés y algunas de sus consecuencias no deseadas.

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¿Los productos lácteos enteros generan mayor riesgo de obesidad en los niños? Estudio lo revela

viernes, marzo 20th, 2020

Los investigadores encontraron que no había un vínculo claro entre el consumo de productos lácteos enteros y el aumento de peso, colesterol alto o presión arterial alta en los niños.

MADRID, 20 de marzo (EUROPA PRESS).- Los niños que consumen productos lácteos con toda la grasa no muestran un mayor riesgo de obesidad o enfermedad cardíaca, según un estudio de investigación de la Universidad Edith Cowan (ECU), publicada este lunes en la revista Advances in Nutrition, para la cual se revisaron 29 estudios de todo el mundo que examinaron el consumo de productos lácteos enteros en niños.

Los investigadores encontraron que no había un vínculo claro entre el consumo de productos lácteos enteros y el aumento de peso, colesterol alto o presión arterial alta en los niños. Sin embargo, la mayoría de los estudios fueron observacionales y se observó una falta de ensayos de buena calidad.

La revisión sistemática de la investigación fue una colaboración entre ECU, la Universidad de Washington y el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en los Estados Unidos.

La autora principal del estudio, la profesora asociada Therese O’Sullivan, de la Facultad de Ciencias Médicas y de la Salud de la ECU, señala que los hallazgos resaltan la necesidad de una mejor evidencia en esta área.

“Las pautas dietéticas en Australia y otros países recomiendan que los niños consuman principalmente productos lácteos bajos en grasa para mantener un peso saludable y una buena salud cardiovascular –recuerda–. Encontramos que los estudios fueron consistentes al informar que los productos lácteos enteros no estaban asociados con mayores niveles de aumento de peso u obesidad”.

“Los lácteos bajos en grasa generalmente se recomiendan tanto para adultos como para niños mayores de dos años debido a su menor contenido de energía y grasa saturada –prosigue–. Sin embargo, los estudios sugieren que los niños que consumieron productos lácteos bajos en grasa en lugar de grasas enteras en realidad estaban reemplazando esas calorías de la grasa con otros alimentos”.

La investigadora añade que “esto sugiere que los lácteos bajos en grasa son menos saciantes que los lácteos enteros, lo que puede llevar a los niños a consumir más de otros alimentos. Los efectos en la salud pueden depender de cuáles son estos alimentos de reemplazo”.

Con la obesidad infantil como un tema importante, la necesidad de pautas basadas en evidencia para los padres nunca ha sido mayor, según el profesor asociado O’Sullivan.

“Los padres ya están abrumados por los consejos contradictorios para la nutrición de los niños, especialmente cuando se trata de productos lácteos con alto contenido de grasa versus bajos en grasa –añade–. Necesitamos más investigación de buena calidad para informar pautas basadas en evidencia para los padres, incluso si eso significa repensar lo que pensamos que sabíamos sobre los lácteos”.

El profesor asociado O’Sullivan también señala que los lácteos enteros pueden desempeñar un papel importante en una dieta equilibrada para los niños en crecimiento.

“Los lácteos son una buena fuente dietética de nutrientes para un desarrollo saludable, incluyendo proteínas, calcio, potasio, fósforo y varias vitaminas –explica–. Aunque las grasas que se encuentran en los lácteos enteros son en su mayoría saturadas, no parecen estar asociadas con los mismos efectos perjudiciales para la salud observados con alimentos como las carnes grasas.

Alimentación y aumento de peso: el estrés como un factor determinante

viernes, octubre 19th, 2018

Existen personas que comen más cuando se sienten estresadas o incluso hay otras que comen menos o se malpasan por no contar con el tiempo suficiente para realizar una comida adecuada; pero ¿cómo afecta esto a la salud de la gente y en especial al peso corporal? La especialista Maricarmen Osés explicó que no existe alimento que combata el aumento de peso “Lo que hay son combinaciones adecuadas de alimentos (frutas, verduras, cereales integrales, grasas buenas y proteínas magras) para tener una dieta equilibrada que no genere más estrés al cuerpo”.

Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo).- El ritmo de vida tan ajetreado que se tiene actualmente en muchas ciudades y sobre todo en las de nuestro país sumado a la vida personal, las expectativas y la sociedad hacen que el estrés sea una característica más del día a día de muchas personas y esto se ve reflejado en la alimentación.

Existen personas que comen más cuando se sienten estresadas o incluso hay otras que comen menos o se malpasan por no contar con el tiempo suficiente para realizar una comida adecuada; pero ¿cómo afecta esto a la salud de la gente y en especial al peso corporal?

La Escuela de medicina de la Universidad de Stanford, California, realizó un estudio en el que se revela la relación entre las hormonas del estrés y las células adiposas. Aunque existen muchos estudios que concluyen lo mismo, este “aparte de medir el tejido adiposo y los niveles de cortisol midió el gasto energético y divide las respuestas hormonales de hombres y mujeres de manera distinta. Aparte propone el uso de niveles de cortisol como un “marcador” para detectar personas en riesgo de ganar peso, tener diabetes o enfermedades cardiovasculares” explicó a Mundano la especialista en Nutrición Clínica e Industria Alimentaria Maricarmen Osés.

Este estudio publicado en Cell Metabolism puede haber encontrado la razón por la cual el estrés se encuentra estrechamente relacionado con la obesidad.

El cuerpo humano convierte células precursoras en células adiposas en un proceso natural que lleva al aumento de peso, esto intrigó a los investigadores dirigidos por la profesora Mary Teruel. Lo normal en una persona sana es convertir no más del 1 por ciento de sus células precursoras en adiposas, en esto se ven involucradas los glucocorticoides, hormonas esteroides naturales que produce el cuerpo para aliviar la inflamación. De acuerdo con los investigadores estos niveles suben y bajan durante el día según el ritmo circardiano.

Los glucocorticoides pueden activarse por estímulos externos como el estrés y esto resultó interesante para los investigadores por lo que monitorearon la proteína en miles de células durante varios días y a través de un modelado por computadora descubrieron que existen dos tipos de motivos que hacen que las células progenitoras o precursoras ignoren el ciclo circardiano normal o natural.

Los científicos experimentaron en ratones con una carga extra de glucocorticoides quienes duplicaron su peso en comparación con otros ratones. “¿Y por qué perder el ritmo normal de secreción de glucocorticoides—como en condiciones de estrés crónico, desfase horario e interrupción del sueño en trabajadores por turnos—está tan ligado a la obesidad?”. Esto llevó a Teruel y a sus colegas a comenzar la nueva investigación.

Incluso tratamientos para la artritis rematuoide o asma que incluyen medicamentos con glucocorticoides están vinculados con la obesidad.

“Sí, la sincronización del estrés sí importa”, señaló la investigadora de Stanford. “Nuestros resultados sugieren que incluso si el paciente está muy estresado o si trata su artritis reumatoide con glucocorticoides, no subirá de peso, siempre y cuando el estrés o el tratamiento glucocorticoide tenga lugar durante el día. Pero, si el estrés es crónico y continuo o si toma glucocorticoides en la noche, la pérdida resultante de oscilaciones glucocorticoides circadianas normales resultará en un aumento de peso significativo”.

Maricarmen Osés platicó con Mundano acerca de este tema que es más común de lo que se cree.

“El estrés en el cuerpo se traduce a una serie de eventos hormonales de señalización en las que al detectar “un peligro” las glándulas suprarrenales secretan la hormona de alerta que es un glucocorticoide llamado cortisol. El cortisol es el encargado de detonar una serie de eventos que le permiten al organismo responder y reaccionar ante ese peligro”, señaló.

“Si por ejemplo el estrés fuera que un tigre te persigue, esta liberación de glucosa permite que el cuerpo tenga energía para correr y subir un árbol en segundos”.

De acuerdo con la experta, el cortisol también hace que se agudice la vista, las arterias, capilares, vasos sanguíneos y las venas se constriñan para que la sangre corra con más velocidad, elevando la presión sanguínea. Una vez que salimos del apuro, todo regresa a su normalidad, el cortisol se metaboliza en los músculos, la presión baja, la glucosa se utilizó como combustible y baja la liberación de insulina.

“Pero qué pasa si el ‘tigre nos persigue todos los días. Este ‘tigre’ puede ser psicológico, prisas, estrés del trabajo, de los hijos, del dinero, de vivir en una ciudad complicada, del tráfico, etc. No necesita ser estrés real, basta con ser estrés, cuando se vuelve cotidiano, el cortisol constantemente liberado en la sangre hace que la glucosa esté alta todo el tiempo, la insulina también (encargada de guardar la glucosa en forma de grasa), se eleva la leptina (hormona encargada de la saciedad), y el neuropéptido Y (neurotransmisor que pasa más señal de apetito). De tal manera que se desencadenan conductas de sobrealimentación, compensación de nutrientes, antojos, sobrepeso y esto predispone a la presión alta y la diabetes”.

El estudio reveló que a mayores niveles de cortisol mayores depósitos de grasa sobre todo a nivel abdominal, refirió Maricarmen; a mayor cortisol, mayor glucosa circulante, mayor insulina y por lo tanto más triglicéridos almacenados dentro de la célula adiposa.

REDUCIR EL ESTRÉS

La especialista explicó que los hábitos y el estilo de vida que llevamos son detrminantes en el nivel de estrés por lo que realizó las siguientes recomendaciones:

-Dormir pocas horas estresa al cuerpo. Lo recomendable es dormir por lo menos 7-8 horas por día.

-Saltarse comidas o no desayunar particularmente estresa al cuerpo. Lo ideal es desayunar y no pasar muchas horas de ayuno.

-No beber suficiente agua y tener al organismo en un estado de deshidratación hace que nuestro cerebro no tenga la capacidad al cien por ciento de reaccionar. También afecta la memoria, la concentración, la capacidad de enfoque y el rendimiento baja, por lo cual debemos mantenernos hidratados.

-No comer suficientes frutas y verduras llenas de antioxidantes, por lo que debemos aumentar su consumo.

-Comer suficiente proteína magra y aumentar el consumo de proteína vegetal y disminuir el consumo de proteína animal.

-Aumentar el consumo de fibra.

-Hacer ejercicio regular para tener una válvula de escape del estrés. Además, podemos encontrar actividades que nos impliquen pocos minutos y que se pueden hacer en casa para relajarnos como meditar, yoga o hacer tai-chi.

Maricarmen Osés explicó que no existe alimento que combata el aumento de peso “Lo que hay son combinaciones adecuadas de alimentos (frutas, verduras, cereales integrales, grasas buenas y proteínas magras) para tener una dieta equilibrada que no genere más estrés al cuerpo”, agregó.

“Los alimentos antiinflamatorios como las frutas rojas, vegetales verdes, omegas, vitamina D3, magnesio, fibra o especias como la cúrcuma, el jengibre entre otros nutrientes pueden ayudar a mitigar la inflamación del cuerpo. Sin embargo, con cortisol alto esa cadena se desencadenará de cualquier forma. Si a estos hábitos le sumo ejercicio y actividades de relajación, se puede combatir la respuesta y el manejo que le da el cuerpo a los niveles altos de cortisol”.

En algún momento se mencionó que el estrés puede hacer bajar de peso y esto es cierto a corto plazo pero “cuando se convierte en crónico y se aumentan los niveles constantemente de cortisol tiende a asociarse en la mayoría de las personas con el sobrepeso”.

Comer todo lo que quieras sin engordar podría ser posible gracias al descubrimiento “accidental” de científicos

domingo, agosto 19th, 2018

Se propusieron crear un ratón mórbidamente obeso y fracasaron, pero a los investigadores les surgió una idea más interesante.

Ciudad de México, 19 de agosto (RT/SinEmbargo).- Científicos de la Universidad de Yale, Estados Unidos, estaban tratando de criar un grupo de ratones con obesidad mórbida. Sin embargo, al hacerlo editaron dos genes que, a su vez, parecían proteger a los ratones del aumento de peso, a pesar de consumir una dieta alta en grasas.

El equipo de expertos, dirigido por la profesora de cardiología Anne Eichmann y el científico investigador asociado Feng Zang, hizo muchos ajustes en la composición genética de sus ratones de laboratorio para lograr que ganaran peso.

Pero a medida que pasaban semanas y los roedores mantenían su peso inicial, los científicos decidieron detener el experimento e investigar. Descubrieron que dos genes en particular habían causado un cambio único y crucial en el intestino: había aplastado ciertos “portales” capilares linfáticos, llamados “lacteales”.

Estos “portales” actúan como la puerta de entrada de los lípidos (ácidos grasos) que pasan al flujo sanguíneo para proveer energía o se almacenan como grasa, según el estudio publicado en la revista Nature. Hasta ahora, sin embargo, no estaba claro cuán cruciales eran y no se sabía que el cerrar los “lacteales” podría prevenir el aumento de peso por completo.

¿El siguiente paso, humanos?

El experimento abrió el camino a una perspectiva completamente diferente: ¿se podría hacer lo mismo en humanos? La respuesta de los científicos es “no”, por obvias razones éticas. Pero en lugar de editar nuestros genes, podría existir, según ellos, una manera de inhibir ciertos receptores para desencadenar el mismo efecto en los “lacteales”.

Los expertos incluso encontraron que ya existe un medicamento que tiene ese efecto. Además, está aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos para tratar el glaucoma, la principal causa de ceguera.

La droga inhibe la quinasa ROCK, un conjunto de moléculas que pueden controlar los “lacteales”. Eichmann señaló que el próximo paso podría ser monitorear a los pacientes que toman este medicamento, para ver cómo afecta la absorción de lípidos y el aumento de peso en los humanos.

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El actor Gerard Butler pierde el cuerpo de Leónidas de 300 (FOTOS)

lunes, julio 3rd, 2017

Gerard, quien interpretó a Leónidas en 300, aumentó su peso y ya no luce el cuerpo que un día presumió.

Foto: Especial.

Por Kaze

Ciudad de México, 3 de julio (SinEmbargo/Vanguardia).- Gerard Butler, de 47 años, en su momento se convirtió en una estrella internacional gracias a su protagónico en la icónica película 300, que se estrenó en el ya lejano 2007.

Mucha de esa creciente popularidad se debió al sorprendente cuerpo que lució en dicho filme, lleno de acción y peleas increíbles.

Pero eso quedó en el pasado. El día de hoy el actor ya no luce ese musculoso cuerpo que hizo soñar. Hoy es otra cosa totalmente.

Las imágenes se han vuelto virales, ya que se ve a Gerard con un considerable aumento de peso y detrimento físico. Foto: Especial.

Paparazzis captaron a la celebridad disfrutando de un día de sol y playa junto a su joven novia, Morgan Brown, esto en el paradisíaco Tulúm, en México.

Las imágenes se han vuelto virales, ya que se ve a Gerard con un considerable aumento de peso y detrimento físico.

Paparazzis captaron a la celebridad disfrutando de un día de sol. Foto: Especial.

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