De Virgen del Pecado a Esposa de Oficina

 

El traje negro que se ceñía con desesperación a sus redondeces y el par de botas que llegaban arriba de la rodilla le valieron un ascenso: la sacaron de la línea donde tomábamos llamadas inbound para colocarla en la recepción del piso directivo. Foto: Pinterest

El traje negro que se ceñía con desesperación a sus redondeces y el par de botas que llegaban arriba de la rodilla le valieron un ascenso: la sacaron de la línea donde tomábamos llamadas inbound para colocarla en la recepción del piso directivo. Foto: Pinterest

Era rubia, altísima, con unas curvas de infarto y un rostro no muy agraciado.

También era dulce, sonreía como nadie y tiraba lánguidas caídas de pestañas a quien se cruzara con ella. Y también, y sobre todo, era amante del Director de Operaciones. Se sabía como se sabía que la quincena era la mejor parte de laborar en ese caótico lugar.

“Leslie puta” aparecía un día sí y otro también en las paredes de los baños de aquel efervescente edificio donde trabajábamos cientos de operadores telefónicos.

Para la fiesta de Halloween se disfrazó de Gatúbela. Qué cosa.

Hasta yo tuve fantasías sexuales con ella esa noche. El traje negro que se ceñía con desesperación a sus redondeces y el par de botas que llegaban arriba de la rodilla le valieron un ascenso: la sacaron de la línea donde tomábamos llamadas inbound para colocarla en la recepción del piso directivo.

Sobra decir que era impopular como una bacteria, no queríamos estar cerca de ella, particularmente las mujeres. Los hombres apenas se atrevían a saludarla.

Pero ella parecía no enterarse, iba y venía sacudiendo la melena y sus prodigiosas nalgas por los pasillos de todos los pisos, se detenía en la cafetería, en las fotocopias y saludaba a los presentes como si fuera la quinceañera protagonizando una eterna fiesta.

Al llegar los veinte minutos del receso, se apersonaba ante el grupito de fumadores como si la estuvieran esperando y prendía su cigarro, participaba de la charla tan quitada de la pena que no se atrevían a echarla ni a integrarla definitivamente.

Tendría diez o doce años más que yo, que era demasiado joven e idiota (valga el pleonasmo), y todavía guardaba un montón de juicios morales en mi mochilita de escolapia para explicarme el mundo. Ella era mala, claro, y había que evitar a toda costa ser como ella.

Una mañana se apareció en mi fila de operadores, con sus taconeos hizo retumbar el feo piso de linóleo y llegó hasta el cubículo elevado de la que era mi supervisora, le dejó un papelito en el escritorio y bajó con su contoneo de pasarela dejando el tufo de su perfume infantil por todo el pasillo.

La supervisora, que me quería bien y me estaba entrenando para sucederla, me llamó de inmediato. Mostrándome el papelito, me pidió que la relevara unos minutos.

Ahora pienso en ello y siento, no sé, ternura. Era la orilla de una hoja de cuaderno arrancada descuidadamente donde la citaba para encontrarse en el baño de mujeres, quería pedirle un favor y le daba las “grasias” de antemano.

Leslie quería volver a ponerse la diadema de operadora y contestar llamadas, no es que estuviera cansada de ser la chica guapa de la recepción ni la criticada amante del jefe máximo: estaba harta de ser la esposa de oficina de ese hombre que ahora se comportaba con ella como un marido por derecho canónico, jurídico y territorial. Se aburría, se sentía controlada, eclipsada y sola.

Todos esos retazos de recuerdos llegan a mí ahora que por fin he aprendido que la mitad de mis prejuicios no han servido más que para arruinarme el espíritu, para achatar mi pensamiento, para hacerme imbécil.

Ayer por la mañana, sentada en mi cafetería de siempre vi llegar a la que podría ser una Leslie Segunda pero de pelo castaño. No pasaría de los veintitrés, llevaba un corto vestido blanco tan entallado que se hacía uno con los pliegues de su cuerpo y esas botas over the knee con tacón de aguja que parecen ser el fetiche por excelencia. Caminaba entre las mesas de libros pero ninguno le interesaba, la verdad es que a nadie le interesaban los libros con ella incendiando las novedades editoriales, el pedacito de piel que asomaba entre las botas y el vestido era provocación suficiente para emprender una guerra.

Tres minutos después apareció el hombre: cincuentón, traje azul marino, camisa con mancuernillas, argolla de matrimonio y un teléfono que sonaba todo el tiempo. Se besaron en la boca a modo de saludo.

Se sentaron a la mesa sobándose las manos, las piernas, deshaciéndose en sonrisas.

Él no dejaba de hablar. Cuando por fin terminó la llamada y en el breve intermedio antes de que entrara otra, le pidió que ordenara el desayuno como se le pide a un subordinado que ejecute bien sus tareas.

  • Los huevos que me gustan, ya sabes.
  • No soy tu esposa, ¿te acuerdas? No sé cuáles son los huevos que te gustan.

El hombre amusgó los ojos y una vena en su cuello saltó levemente, el teléfono seguía pegado a su oreja, se levantó y salió a la calle para poder vociferar al volumen adecuado.

Ella se puso a jugar con el celular, cuando el mesero apareció le dedicó una sonrisa de promocional y ordenó dos cafés.

 

Mi teléfono vibró, la persona a la que esperaba no podría llegar porque el maldito tráfico, el maldito semáforo descompuesto y la maldita vida.

Pedí la cuenta y aunque lamenté no quedarme para presenciar la escena completa, también me alegré de no encontrar en mi mochila de objetos inútiles el prejuicio que años atrás me habría hecho rechazarla de inmediato.

 

@AlmaDeliaMC

35 Responses to “De Virgen del Pecado a Esposa de Oficina”

  1. LIC:. dice:

    Es la vida, es una rueda que no se detiene, pero que repite una y otra vez su ciclo.
    Arriba, abajo o a los lados.
    Dondequiera y en cualquier momento.
    Ya no sé cuándo nos platicas algo real o algo ficticio.
    Pero eso es potestad tuya.
    Hay un dejo de tristeza en la historia porque la vida de muchos personajes es así.
    Es corto el relato pero exacto y potente para mandar el mensaje.
    Muchas gracias Escritora por dejar asomarme a tu trabajo.
    Me gustó mucho.
    Un abrazo desde la Orilla de Nuestro Atlántico.
    Dios te cuide.
    -LIC:.

  2. Vértigo dice:

    La crónica parece canción de día de la secretaria interpretada por Lupita D’Alessio.
    ” ni princesa ni esclava solamente mujer……….” Qué horror.

    • Xysz dice:

      No es Lupita D’Alessio es Vicky Carr… disculpe.

    • Alma Delia Murillo dice:

      Qué gran idea, me pondré a escribir una novela para secretarias, algo así como Los Albañiles de Leñero. “Las Secretarias”.
      Ya me vi, gracias por la aportación, venga con más de esas.
      Le mando un beso.

  3. Escribano dice:

    Querida Alma.
    Para mi todos tus articulos son reflexivos y gratos. Tu forma de transformar ideas en texto son muy originales.
    Gracias, nuevamente, por tu trabajo semana. Beso y abrazo.

  4. Cecilia Castillo dice:

    Libres de prejucios, libre de miedos sociales, no entraría el gusanito de la envidia y de la critica negativa que solo entorpece las relaciones humanas. Me deja pensando tu relato de hoy y el de la semana pasada ni se diga…..Me atrevo a pensar que muchos y muchas tenemos ese tipo de recuerdos y no solo con los sacerdotes, los médicos, los entrenadores, etc., etc. Me pregunto ¿por qué al ser humano le gusta el sometimiento perverso? Abrazos mi querida Alma Delia

    • Alma Delia Murillo dice:

      Gracias, Ceci querida, me alegro un montón de saber que un texto mío te ponga a reflexionar, a dudar. La belleza de pensar sólo es posible cuando se siembra una duda.
      Te mando un abrazo grandísimo.

  5. JOHNNY RIVERS dice:

    Por qué las preferimos cabronas (o las putas evolucionan).

  6. Javier Vargas G dice:

    Que es esto, no te creas que escribes bien.
    Me pregunto porque denigrar a las pesonas, dgo, hablas muy mal del genero.

    • mcjaramillo dice:

      No sé porqué, lo de “genero”, me recuerda a los vendedores de paños.

    • Alma Delia Murillo dice:

      Javier,
      Categorías como la suya, las que señalan lo que es “denigrante para el género” (el que sea) y lo que no, son las que empobrecen el pensamiento y la mirada sobre esta cosa complejísima llamada condición humana. Qué pena, lo lamento por usted si no puede mirar fuera de esas categorías.

  7. Francisco dice:

    Hola Alma

    Tu fama sube como la espuma en mar agitado, tus detractores no lo pueden soportar
    La intolerancia y la corrupción en los fanáticos son su sello característico, Sienten
    que ofendiste a sus creencias y no te lo van a perdonar
    Los demás, lo disfrutamos

  8. Luciano García dice:

    Me encantó esta frase “…por fin he aprendido que la mitad de mis prejuicios no han servido más que para arruinarme el espíritu, para achatar mi pensamiento, para hacerme imbécil”.
    En mi vida también aprendí que tener la razón no me ha servido de nada. No me ha hecho mas digno de amar ni mas atractivo sexualmente. Quitarme los prejuicios como parte de la búsqueda de la verdad solo me ha traído tranquilidad. Esa con la que la protagonista deja la cafetería, tranquila y sin sentimiento alguno. Conocedora de la verdad, no fue necesario quedarse porque ya sabía lo que iba a pasar y tampoco necesitó reclamar o condenar, porque también ya sabía lo que le iba a costar a cada quién su aventura. Todos deberíamos tener esa sabiduria, pero no es así y no queda de otra mas que respetar.
    Saludos, Alma Delia. Te mando un abrazo y seguimos pendientes
    Hasta luego

  9. Samuel Lechuga dice:

    La mochila de prejuicios es algo tan limitante y tan difícil pero necesario de liberarse. Muy buena reflexión. Saludos Alma

    • Alma Delia Murillo dice:

      Yo creo que permitirse el vértigo de abandonar las categorías conocidas, posibilita, sobre todo, que crezcamos en complejidad.
      Un abrazo, Samuel.

  10. PMC dice:

    La mochila de prejuicios, están llenas de dignidad.

    ¿Cuántas mochilas están vacías?

    ¿Cuántas mochilas están llenas de problemas encadenados?

    El mismo cuento de la vida repetida ya no es enseñanza, ya se sabe el final.

    • Alma Delia Murillo dice:

      De acuerdo contigo en que la dignidad –bendita sea, es nuestra posibilidad de poner límites, de levantar diques necesarios.
      Pero sigo creyendo que el prejuicio no ayuda a comprender la complejidad de lo humano. Prefiero pensar que soy diferente a ella (no mejor que ella) aunque mi elección jamás fue ni será la suya (mis demonios andan por otro lado). Sería más útil que nos enseñaran que no tenemos que pasar de un cliché al otro ni de un modelo pre-establecido al otro (la amante o la esposa) sino comprender quién eres, de qué están hechos tus deseos. Y asumir, eso sí sin regateos, las consecuencias y facturas de lo que elegimos.
      Gracias por leer y discutir tus puntos de vista en este espacio, me enriquecen. Qué afortunada soy 🙂

  11. jorge dice:

    Excelente relato!! Pero actualmente yo creo que más de la mitad de las mujeres menores de 20 años ya se deshicieron de su mochilita de prejuicios.
    Ahora es todo lo contrario, a la primera de cambio te avientan toda la tanga a ver si caes y de menos te sacan la recarga del celular.
    Ahora bien si se trata de un Don, cincuentón y, que mejor, casado, pues le avientan la tanga y todo lo demás.
    Le sacaran dinero, el aumento de sueldo, una que otra cenita, o cuando menos justificar los permisos para faltar injustificadamente y pues sin ningún compromiso.
    Vive la liberté!!

    • mcjaramillo dice:

      Algún tributo habrá de pagar el “cincuentón” por rejuvenecerse con una niña de veinte. Digo yo.

    • Alma Delia Murillo dice:

      Jorge,
      Tengo que decirte que no me gusta tu lectura, para nada.
      Fíjate cómo dices “ahora te avientan la tanga a ver si caes”.
      ¿O sea que desde tu punto de vista en un proceso de acuerdo mutuo de involucrarse en una relación lo que en realidad pasa es que el hombre es víctima de una pantera cazadora que hace con él lo que quiere?
      No sé, no creo. Deja muy mal parados a ambos géneros, como si fuéramos muñequitos idiotas condenados al cliché.
      Gracias por tu lectura.
      Un abrazo

  12. lilia rivera mantilla dice:

    Mi querida Alma Delia, puedo ser tu madre y tengo una hija de casi 26 años, entonces cuando veo
    que todavía hay mujeres como Leslie en estos tiempos de empoderamiento femenino, cuando se
    supone que vemos a los hombres como subnormales, porque ya entendimos que somos 16 veces más
    fuertes y poderosas que ellos y 16 veces más destructivas también -según el guru Yogui Bhajan, gran maestro
    de yoga kundalini-, se me tuerce todo lo que se me puede hacer nudo en el aparato digestivo.
    ¿A qué edad empiezan las niñas a convertirse en “Leslie puta”? ¿Así nacieron o las hicieron?
    Tu historia se desarrolla en una empresa tipo “call center” (así lo entiendo), pero me consta que hay
    muchas “Leslie puta” en los diferentes estratos sociales, y lo que vemos en la vida política es lo muy obvio,
    pero he visto tantas en la recatadísima sociedad provinciana, que van detrás del partido que aparente tener más abultada la cartera, la bragueta es lo de menos. ¿Qué diferencia habrá en la intención de estas
    mujeres con la de esas quinceañeras de una ciudad de San Luis Potosí, que se prostituían abiertamente en un
    parque para poder comprar con la venta a ratos de su cuerpo ropa, celulares y demás chucherías, con las cuales
    poder presumir a las amigas de su edad. Cuando las detuvieron, argumentaron que sus padres no podrían
    comprarles el teléfono de moda, ni podrían pagar saldo para el artefacto, no les alcanzaba para andar muy
    “fashions”, así es que no les quedaba otra más que ofrecerse en el parque o por facebook.
    ¡Qué alguien me explique!

  13. Livia Alicia dice:

    Excelente tu colaboración de esta semana. De nuevo describes perfecto los sentimientos de esta mujer. (Aunque cada quien carga su cruz o vive su vida como mejor le parece). Retratas de cuerpo entero lo que algunas congéneres deciden aguantar por mejorar su vida sometiéndose a los caprichos de alguien más. Antes esta situación era motivo de escarnio público y casi casi de una lapidación gratis. Ahora de igual manera hombres y mujeres usan estos medios para subir de puesto, ganar un aumento y tener privilegios. La excepción es conseguir los aumentos y los puestos con trabajo y estudios, pero lo normal es que mucha gente use su cuerpo como moneda de cambio. A medida que pasa el tiempo una buena parte del mundo hace cualquier cosa por dinero. Buen fin de semana y te mando un fuerte abrazo.

  14. CuauhtemocN dice:

    Esposas de oficina.
    Segundas esposas. Que triste. Alguien comento de las consecuencias a cada uno.
    Buen articulo y comentarios.
    Saludos.

  15. mcjaramillo dice:

    Sería interesante saber las causas que hace transitar de “virgen del pecado a esposa de oficina”.
    Un abrazo grande, querida Alma

    • Petición de un admirador dice:

      Aunque el artículo de Alma es bueno, lo que pregunta de Jaramillo es muy inteligente, definitivamente querida Alma este comentario me encantaría que lo respondieras.

  16. Carlos R. dice:

    Y todavía guardaba un montón de juicios morales en mi mochila de escolapio para explicarme el mundo. Sin esa mochila hubiera sido más feliz, gracias por recordar mi
    juventud.
    Tu admirador numero uno

  17. Atl Cruz Ajorio dice:

    Coincido en que parte importante de caminar por la vida es eso, Alma, ir evolucionado, rompiendo prejuicios.
    Alma por si ocupas, o alguno de los contertulios, mi última entrega:

    Todavía ando luchando por tener mi primer comentario en el blog. Buena vibra.

  18. A dice:

    El Espíritu se proletariza. Cierto prestigio que todavía se asignaba a la “cultura” acaba de romperse en pedazos. Una determinada lógica publicitaria de corto aliento quiere que se continúe hablando de “poetas”, de “escritores” y, a partir de ahora con cualquier pretexto, de “artistas”, cuando desde hace mucho tiempo no hay, en esos roles de figuración, sino el ser vacio que producen mercancías culturales en cantidades inflacionistas. La proliferación contemporánea de escritos y “obras” da la medida de la insignificancia a la que se ha reducido el género y el gesto. En esta grotesca carrera, las mejores ventas se consiguen regularmente con libros considerados, según diversos grados de falsificación, como “crítica social”. Todo sucede como si, tras haber caído el curso de las palabras al nivel más bajo, la virulencia y el quién-da-más pudieran compensar por sí solos esta usura. Poco a poco, la “conciencia crítica” va ocupando un lugar en la economía general de la sumisión, en la que ha tomado el relevo de los antiguos signos de distinción social, que se han vuelto tan desmesuradamente obscenos

  19. B dice:

    Es tan aburrido ver una nueva version de la amante del director, como aburrido es el relato que una borrega intelectual hace sobre la borrega de tamaño desproporcionado que trabaja en la oficina ( que en realidad es una tigresa ). La borreguita voyeur trata de explicar el comportamiento de esta borrega extraña, evitando los prejuicios, y la moral borreguna. Claro que es un buen escrito, tanto que es admirable leer frases de los borreguitos que dicen cosas como: “Hay un dejo de tristeza en la historia porque la vida de muchos personajes es así” o “Se aburría, se sentía controlada, eclipsada y sola”. Solo que hay un gran cuestion, y es, Quien son estos borreguitos que se atreven a hablar de seres que son totalmente diferentes a ellos? Como pueden saber algo de la tigreidad?, Acaso ya leyeron a Madame Eduarda de Georges Bataille? . Alma Delia interesante seria que tu hablaras de la tigreidad siendo tigresa, y eso seria algo mas alla que dejar de lado tus prejuicios te lo aseguro. Bueno me disculpo de antemano si tu escrito es uno muy maqueavelico, donde la escritora, hace el relato de una borreguita describiendo a una tigresa, con todo el proposito.

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