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Autoridades escocesas detienen a un hombre por el asesinato del actor de Trainspotting, Bradley Welsh

martes, mayo 14th, 2019

El actor, que se hizo más conocido tras participar en la secuela de Trainspotting junto con Ewan McGregor, Ewen Bremmer, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle, estaba involucrado en proyectos de beneficencia y regentaba un gimnasio en Edimburgo, en que animaba a los jóvenes a alejarse del crimen a través del boxeo.

Reino Unido, 14 mayo (EFE).- Un hombre de 28 años ha sido detenido en relación al asesinato del actor escocés Bradley Welsh, que participó en la segunda parte de la película Trainspotting, y se espera que comparezca a lo largo de la jornada en los juzgados de Edimburgo, informó hoy la Policía de Escocia.

Welsh, de 48 años, fue tiroteado a la entrada de su casa, situada en el centro de la capital escocesa, el pasado 17 de abril, y, pese a la intervención del personal sanitario, falleció antes de ser trasladado al hospital.

El actor, que se hizo más conocido tras participar en la secuela de Trainspotting junto con Ewan McGregor, Ewen Bremmer, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle, estaba involucrado en proyectos de beneficencia y regentaba un gimnasio en Edimburgo, en que animaba a los jóvenes a alejarse del crimen a través del boxeo.

El actor, que se hizo más conocido tras participar en la secuela de Trainspotting junto con Ewan McGregor, Ewen Bremmer, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle. Foto: Especial

El sospechoso de su asesinato ha sido acusado también de intentar matar a un hombre de 48 años y de asaltar a otro de 22 en su casa de Edimburgo el pasado marzo.

En el primero de estos incidentes, informaron fuentes policiales, la víctima registró graves lesiones en los brazos y la cabeza, mientras que, en el segundo, el agredido sufrió un corte en la mano.

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Un portavoz de la Policía dijo que las investigaciones continúan su curso y agradeció la información proporcionada por los ciudadanos en ambas pesquisas.

Bradley Welsh, actor de la cinta Trainspotting 2, es asesinado a tiros en Edimburgo, Escocia

jueves, abril 18th, 2019

Bradley Welsh fue campeón de boxeo y hooligan de fútbol, e interpretó al personaje Mr. Doyle en la película Trainspotting 2, dirigida por Danny Boyle.

Ciudad de México, 18 de abril (SinEmbargo).– El actor Bradley Welsh, quien participó en la secuela Trainspotting  –basada en la novela de escritor escocés Irvine Welsh– fue asesinado a tiros en la ciudad escocesa de Edimburgo, informaron medios locales.

De acuerdo con el sitio RT, el actor de 42 años de edad fue encontrado por la policía con heridas graves cerca de su casa en el distrito de West End.

Welsh, quien fuera campeón de boxeo y hooligan de fútbol, interpretó al personaje Mr. Doyle en la película Trainspotting 2, dirigida por Danny Boyle, y protagonizada por Ewan McGregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle.

El autor de Trainspotting compartió en twitter un mensaje por la muerte del actor: “Bradley John Welsh, mi corazón está roto. Adiós, mi increíble y hermoso amigo. Gracias por hacerme mejor persona y ayudarme a ver el mundo de manera más amable y sabia”, escribió Irvine.

Allan Burton,  miembro de equipo de investigación del caso, llamó a testigos a colaborar para resolver caso que, apunta, es poco frecuente que sucedan asesinatos de esta forma.

“Los asesinatos siguen siendo extremadamente raros en la capital, y los incidentes en los que se usa un arma de fuego son aún más infrecuentes. Sin embargo, deseamos asegurar al público que se están dedicando recursos considerables a esta investigación y estamos tratando este asunto con la mayor seriedad “, dijo para The Guardian.

Un polvo en condiciones: el nuevo libro de Irvine Welsh

sábado, noviembre 3rd, 2018

Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).- Después de sus devaneos por Miami con La vida sexual de las gemelas siamesas, Irvine Welsh regresa a Edimburgo, piedra angular de su universo literario alrededor de la cual orbitan unos personajes que se van entrecruzando en las sucesivas novelas ambientadas en la ciudad.

Aquí el protagonista es un viejo conocido, Juice Terry Lawson, que ya había asomado la jeta en Cola Porno. Resumamos sus credenciales: de profesión taxista, pero también chulopiscinas e incansable seductor de tías buenas, traficante de drogas, encargado de una sauna regentada por mafiosos, adicto al sexo y actor porno amateur, que rueda películas cutres para la web de SickBoy.

Y mientras un tremebundo huracán amenaza con arrasar Escocia, Terry se ve envuelto en andanzas de lo más variopintas: se reencuentra con una antigua amante en un funeral; ayuda al simplón Wee Jonty a buscar a su chica desaparecida, la hermosa Jinty Magdalen; lleva en su taxi a una joven dramaturga suicida; le detectan un problema de corazón que le obliga a guardar abstinencia sexual, y hace de chófer para un americano llamado Ronald Checker, rico promotor inmobiliario y presentador de un exitoso reality (sí, el personaje tiene evidentes paralelismos con Donald Trump) que ha venido a Escocia en busca de un exclusivísimo y carísimo whisky…

Un polvo en condiciones es Welsh en estado puro: desmelenada, escatológica, pornográfica, lisérgica, iconoclasta, argótica y descacharrante. En ella, el lector que no se amilane ante las emociones fuertes se encontrará con escenas de incesto, violación y necrofilia, ¡y hasta con un par de inauditos capítulos en forma de pene!

Irvine Welsh regresa a Edimburgo con el peculiar taxista Juice Terry Lawson

El escritor escocés Irvine Welsh, autor de la novela Trainspotting, regresa a su Edimburgo natal en su última novela publicada en España, Un polvo en condiciones, un crisol de historias y personajes que bailan al son de uno de sus personajes más celebrados, el peculiar taxista Juice Terry Lawson.

“Miami y Edimburgo son sitios muy distintos. En Miami hay una cultura visual más suave y es un lugar fantástico para escribir, pero después del referéndum por la independencia era un buen momento para volver a Escocia”, ha señalado en Barcelona Welsh, que ha añadido: “Un atractivo adicional era el huracán -Ophelia, en octubre del 2017-, un fenómeno que no se había vivido en Escocia en los últimos cien años”.

En su opinión, “la gente no se tomó en serio el huracán y, aunque no se puede tener pena por un huracán, sí se puede sentir por cómo la gente se tomó el tema del huracán”.

Preguntado por cómo ha cambiado Edimburgo desde los años 90 a ahora, Welsh apunta que, “al igual que Barcelona, Edimburgo se ha convertido en una ciudad llena de turistas en la que se han perdido rincones y lugares”.

Recurrir a Juice Terry como “perfecto guía para llevarme de la mano, por ser tan conocedor del terreno”. Foto: efe

Un atractivo más para el autor fue recurrir a Juice Terry como “perfecto guía para llevarme de la mano, por ser tan conocedor del terreno”.

Juice Terry protagoniza Un polvo en condiciones (Anagrama) después de haber aparecido en sus anteriores novelas Cola y Porno. Es un taxista, seductor chulopiscinas, traficante de drogas, encargado de una sauna regentada por mafiosos, adicto al sexo y actor porno aficionado, que rueda películas cutres para la web de SickBoy.

Con ese momento huracanado de fondo, Terry se reencuentra con una antigua amante en un funeral; ayuda al simplón Wee Jonty a buscar a su chica desaparecida, la hermosa Jinty Magdalen; lleva en su taxi a una joven dramaturga suicida; y le detectan un problema de corazón que le obliga a guardar abstinencia sexual.

Y además hace de chófer para un americano llamado Ronald Checker, rico promotor inmobiliario y presentador de un exitoso “reality show” televisivo que puede hacer pensar en Donald Trump.

Para Welsh, resulta importante “prestar atención a los pequeños personajes porque, si un secundario es suficientemente interesante, tendrá sustancia para poder recuperarlo y ampliar una nueva historia” y, de hecho, guarda notas de todos los personajes, que “están como en una lista de espera”.

El autor escocés ve cada uno de esos personajes como “una herramienta que se busca en función de cada trabajo” y de ahí la importancia de que, cuando crea un personaje, tiene que “sentir su aliento en tu nuca y que sea tridimensional”.

Considera el autor de Escoria y Acid House que, “si tienes muchos personajes memorables en un libro, la historia se narrará prácticamente sola, y los escenarios cobrarán vida”.

Así, recuerda las palabras de Martin Amis: “Te pones a escribir una novela como si te llegara un mensaje del subconsciente, de tu mente, como si de repente te despertaras y recordaras un sueño que has tenido y a partir de ahí viene la idea que te lleva a escribir”.

Se trata, agrega Welsh, de que “los personajes hagan lo más posible para que el escritor tenga que hacer lo menos”.

Ha revelado que construye sus personajes a través de la música: “Me planteo qué música escucharía cada uno de ellos” y, de hecho, en la primera fase de cada novela junto a la mesa de trabajo tiene un equipo de música en el que la escucha a toda potencia.

Para el caso de Ronald Checker, Welsh apunta que “Trump no era todavía presidente, pero es difícil encontrar un personaje que no lee, no cocina y no escucha música, que es lo que hacemos la mayoría de los mortales”. (EFE)

La literatura transgresora de Irvine Welsh. Foto: Anagrama

Fragmento de Un polvo en condiciones, de Irvine Welsh, con autorización de Anagrama

1. DÍAS DE TAXI

“No te vas a creer quién se montó en el taxi el otro día”, dice Juice Terry Lawson con sus recias hechuras embutidas en un chándal verde luminoso. Sus profusos tirabuzones se agitan bajo el vendaval que azota la barrera de plexiglás y que recorre el vestíbulo del aeropuerto hasta una ristra de taxis aparcados. Terry bosteza y, al estirarse, deja ver las muñecas con sus cadenas de oro y dos tatuajes en los antebrazos. El primero es un arpa, o más bien un cortahuevos, con HIBERNIAN FC y 1875 escritos arriba y abajo. El segundo es un dragón que echa fuego, guiña generoso al mundo y reclama, abajo, con letras sinuosas: LET THE JUICE LOOSE, es decir, que corra el zumito.

El compañero de Terry, el Pastoso, delgado y de aspecto asmático, responde con una mirada impasible. Se enciende un pitillo y se pregunta cuántas caladas podrá dar antes de tener que atender a los pasajeros del vuelo que se acercan por la rampa empujando carritos atestados de maletas.

“El mamonazo ese de la tele”, confirma Terry y se rasca los huevos a través del poliéster.

“¿Quién?”, murmura el Pastoso mientras evalúa las maletas apiladas de una interminable familia asiática. Con suerte, el hombre distraído que va detrás tal vez los adelante en la rampa y así el Pastoso no tendrá que meter tanto equipaje en el taxi. La familia, que se la quede Terry. El hombre lleva un abrigo largo de cachemir abierto encima de un traje oscuro, camisa blanca, corbata, gafas de montura negra y, lo más sorprendente, un corte de pelo a lo mohicano.

De pronto el hombre se desmarca de la manada y al Pastoso se le levanta el ánimo. Pero entonces se para en seco, mira el reloj y la familia asiática lo rebasa y se echa encima del Pastoso, atormentándolo como un sarpullido. “Por favor, por favor, rápido, por favor, por favor”, suplica el persuasivo patriarca mientras empiezan a caer chuzos de punta sobre la barrera de plexiglás.

Terry observa a su amigo luchando con las maletas. “El tipo de los monólogos que sale en Channel 4. El que se zumbaba a la pava esa tan buenorra”, dice mientras traza una clepsidra en el aire y se apoya en la barrera de plexiglás para resguardarse.

Pero mientras el Pastoso sigue resoplando y batallando con las maletas, Terry saluda al hombre de las gafas, abrigo largo y absurda pelambre al viento que aporrea el móvil con el dedo. A Terry le suena de algo, de un grupo musical tal vez, luego cae en la cuenta de que es mayor de lo que sugiere el corte de pelo. De repente aparece el socio, atemorizado, con el pelo rubio sobre un rostro tenso, y se sitúa solícito a su lado.

“Lo siento, Ron, el coche que habíamos pedido se ha averiado…”

“¡Fuera de mi vista!”, espeta con acento norteamericano el empresario punki (así es como Terry lo ve ahora). “¡Cojo este puto taxi y que me lleven las maletas al hotel!”

El empresario punki, sin siquiera establecer contacto visual con Terry a través de los cristales rosa de sus gafas, se monta en la parte de atrás y cierra de un portazo. Su socio, avergonzado, se queda allí plantado en silencio.

Terry se sube al taxi y arranca.

“¿Para dónde tiro, jefe?”

“¿Cómo?”

El empresario punki, a través de sus lentes fotocromáticas, inspecciona el cogote de tirabuzones.

Terry se vuelve en el asiento.

“Adónde. Quiere. Que. Le. Lleve.”

El empresario punki se da cuenta de que este taxista con tirabuzones le está hablando a él, el empresario punki, como si fuese un niño. Me cago en Mortimer, no da ni una. Y ahora a aguantar a este tío coñazo. Se agarra con fuerza al cinturón y traga saliva.

“Al Hotel Balmoral.”

¡El Inmoral!

“Buena elección, compadre”, responde Terry mientras repasa mentalmente la base de datos de encuentros sexuales que ha tenido allí, por lo general durante dos periodos distintos del calendario. Nada como el Festival Internacional de agosto y el Hogmanay de Edimburgo, el fin de año, para aderezar su dieta básica de chochitos de barrio y actrices porno demacradas. “¿Y a qué se dedica?”

Ronald Checker no está acostumbrado a que no lo reconozcan. Es un influyente promotor inmobiliario, además de una figura conocida de la televisión gracias a El pródigo, un exitoso reality. Descendiente de una pudiente familia de Atlanta y graduado en Harvard, siguió los pasos de su padre y se convirtió en promotor. Ron Checker y su padre nunca estuvieron muy unidos, por lo que el hijo no dudó en tirar de los contactos del viejo, en plan mercenario. Al final, el hijo acabó teniendo más éxito que el padre, no solo en el Sur de Estados Unidos, sino en todo el mundo. Ron decidió hacer un programa de televisión y convertirse en la versión sureña, juvenil y punki de Donald Trump, que se había hecho famoso con El aprendiz. Un amigo diseñador le sugirió lo del corte a lo mohicano, y un intelectual de la cadena acuñó su eslogan: “Para triunfar hay que echarle un buen par.” El pródigo cuenta ya con tres temporadas y tiene redifusión global; además, Checker sabe que se emite en el Reino Unido. Con inquietud, le pregunta al taxista:

“¿Ha visto El pródigo?”

“En directo no, pero conozco el grupo”, afirma Terry. “La canción esa de “Smack My Bitch Up” dio que hablar, ¿eh?, pero es que hay tías a las que les va ese rollo. Un poquito de caña y tal. Mira que yo no soy machista ni nada. Pero las señoras están en su derecho. Ellas piden y uno, como buen caballero, les da, ¿verdad que sí, colega?”

A Checker le cuesta entender el acento de este taxista. Se limita a responder un hosco “Sí”.

“¿Está casado, compadre?”

Checker, poco habituado a que un extraño como este vulgar taxista escocés le hable con tanto descaro, se queda perplejo. A punto está de responderle con un sucinto “¿Y a usted qué le importa?”, pero se acuerda de la petición que le hizo el equipo de relaciones públicas: que intentase ganarse apoyos tras el fiasco de Nairn. Como parte del plan de desarrollo, se cargaron una cala y un par de cabañas protegidas, y reubicaron algunos patos raros que habían anidado. En vez de dar la bienvenida al complejo de golf, los apartamentos y los puestos de trabajo, los nativos tuvieron una percepción bastante sombría del proyecto.

Tras ahogar su sensación de profanación, Checker esboza una sonrisa patibularia y concede: “Divorciado, tres veces”, dice y no puede evitar acordarse de Sapphire, su tercera mujer, no sin cierto rencor, y luego de Margot, la primera, con dolor agudo e intenso. Intenta acordarse de Monica, la segunda en oficio, pero apenas consigue evocar su imagen, lo cual al mismo tiempo le alegra y consterna. Su mente solo reproduce el destello de la cara sonriente del abogado y un enorme número de ocho cifras. Teniendo en cuenta que le queda un año para los cuarenta, tres no es una estadística muy cómoda.

“Joder, como yo”, proclama Terry, mostrando empatía. “Mire, pillarse una tía y darle lo suyo, eso nunca es molestia”, continúa triunfante. “Aquí la Amiga Inseparable”, dice dándose una palmadita reconfortante en la entrepierna, “no ha perdido el tiempo, eso seguro. Habrá que echarle de comer, ¿verdad, compadre?” La sonrisa de Terry se agranda mientras Checker apoya la espalda en el duro asiento, lo cual agradece después de tantos aviones ejecutivos y limusinas. “A ver, tener unas cuantas en reserva, vale, pero luego ya se sabe lo que pasa. Lo peor que uno puede hacer es enamorarse. Te engañas creyendo que te vas a follar a la misma tía el resto de tu vida. Pero no somos así, colega. En cuanto pasan unos meses, se te empiezan a ir los ojos y el rabo te vuelve a pedir marcha. ¡Fijo!”

Checker siente cómo se le encienden los laterales de la cara. ¿En qué clase de Tofet moderno le ha metido Mortimer? Primero, un fallo mecánico en el Lear le llevó a la ignominia de un vuelo regular, y ¡ahora esto!

“Yo ya no vuelvo a pisar el altar”, comenta Terry bajando la voz y girando levemente la cabeza. “Mire, colega, para cualquier cosa que quiera hacer en esta ciudad, solo tiene que llamarme. Yo soy su chico para todo. Yo le puedo apañar lo que sea, me lo dice y listo. ¿Lo pilla?”

A Ron Checker le cuesta “pillar” lo que le está diciendo este hombre. Este gilipollas no tiene ni idea de quién soy. A pesar del desprecio que siente por el taxista, algo más le está ocurriendo: Ronald Checker está experimentando la excitación ilusoria de estar a la deriva, de ser de nuevo un viajero, como cuando estudiaba, algo muy distinto a los privilegios del turista preferente. Y esos asientos tan rígidos le están sentando bien a su columna. Inexplicablemente, Checker reconoce que una parte de él, la parte liberada tras su reciente divorcio, se lo está pasando bien. ¿Y por qué no? Aquí está él, montándoselo por su cuenta, sin lameculos incompetentes como Mortimer. ¿Por qué iba a dejar que la percepción que tiene la gente de Ronald Checker lo limite y encorsete? ¿Acaso no es agradable ser una persona diferente por un tiempo? ¡Y qué respaldo! Tal vez sea el momento de intentarlo. “Se lo agradezco…, mmm…”

“Soy Terry, colega. Terry Lawson, pero me llaman “Juice Terry”.”

“Juice Terry…”, Checker deja que sus labios jugueteen con el nombre. “Pues, encantado, Juice Terry. Yo soy Ron. Ron Checker.” Mira al taxista a través del retrovisor en busca de alguna señal de reconocimiento. Nada de nada. Este payaso de verdad no sabe quién soy; míralo, ahí está, absorto en su vida mezquina y trivial. Pero esto ya le había pasado antes en Escocia, cuando la debacle de Nairn.

“Ateeeento a eso”, exclama Juice Terry ante lo que para Checker no es más que una joven normalita parada en un paso de peatones.

“Sí… Es atractiva”, conviene Checker a regañadientes.

“Ese chochito me la está poniendo bruta.”

“Claro… Verás, Terry”, comienza Checker a decir súbitamente inspirado, “me encantan estos taxis. Estos asientos me van bien para la espalda. Me gustaría contratarte esta semana. Para que me lleves por la ciudad, a sitios turísticos, y a un par de citas de trabajo algo más al norte. Tengo algunos negocios en una destilería de Inverness, y también me gusta el golf. Pasaré algunas noches fuera, en los mejores hoteles, claro.”

Terry está intrigado, pero niega con la cabeza: “Lo siento, amigo, esta semana ya la tengo pillada.”

Checker, que no está acostumbrado a recibir negativas, se muestra incrédulo: “Te pagaré el doble de lo que ganas en una semana.”

Terry le devuelve una gran sonrisa enmarcada en una pelambrera rizada: “No puedo ayudarte, amigo.”

“¿Cómo?” La voz de Checker cobra un matiz de desesperación. “¡Cinco veces más! ¡Dime lo que ganas en una semana y te pagaré cinco veces más!”

“Esta es la época del año con más movimiento, lo que queda hasta Navidad y el Hogmanay; hay más gente incluso que en el puto festival. Me estoy sacando dos mil a la semana”, miente Terry, “dudo que puedas pagarme diez mil a la semana solo por llevarte en el taxi de aquí para allá.”

“¡Trato hecho!”, retumba Checker y, tras bucear en los bolsillos, saca una chequera que menea a la espalda de Terry mientras grita: “¿Hay trato?”

“Verás, compadre, no es solo por el dinero, tengo clientes habituales que dependen de mí. Otras actividades, no sé si lo pilla.” Terry se vuelve y se da toquecitos en la nariz. “Dicho en términos mercantiles: uno no puede comprometer la fuente de ingresos más importante por algo puntual. Hay que mirar por los clientes a largo plazo, colega, el flujo de ingresos estables, y no dejarse engatusar por proyectos secundarios, por muy lucrativos que puedan parecer a corto plazo.”

Terry observa a través del retrovisor que Checker está sopesando lo que acaba de oír. Se siente satisfecho consigo mismo, aunque en realidad solo está repitiendo las palabras de su amigo Sick Boy, el que hace películas porno protagonizadas, en ocasiones, por Terry.

“Pero te puedo ofrecer…”

“La respuesta sigue siendo no, colega.” Checker no da crédito. Pero sus entrañas le dicen que este hombre tiene algo especial. Tal vez algo que él mismo necesite. Esta idea obliga a Ronald Checker a usar una expresión que, al menos conscientemente, no recuerda haber pronunciado desde que era niño, en el internado. “Terry…, por favor…”, jadea al articular estas dos últimas palabras.

“Vale, compadre”, dice Terry sonriéndole al retrovisor, “los dos somos tíos de negocios. Seguro que llegamos a algún acuerdo. Pero solo una cosa, más que nada para evitar malentendidos”, dice volviéndose por completo, “eso de pasar las noches en hoteles…, ¡yo de mariconeo ni hablar, eh!”

“¿Qué…? Ni loco”, protesta Checker, “no soy un puto marica…”

“No tengo nada en contra. Si es lo que te va, estupendo, y no es que a mí me importe meterla por detrás de vez en cuando, pero en un ojete peludo y con dos bolas ahí colgando, no, eso no va con el compadre Juice”, dice negando vehementemente con la cabeza.

“¡Que no…! De eso seguro que no tienes que preocuparte”, concede Checker con el regusto amargo de quien tiene que tragarse una dosis de orgullo.

El taxi se detiene ante el Balmoral. Los botones, que ya esperaban la llegada de Ron Checker, dejan literalmente todo lo que estaban haciendo –el equipaje de otro huésped, por ejemplo–, y acuden al taxi del que se está apeando el estadounidense. El viento se ha intensificado, y una ráfaga levanta los grasos mechones teñidos de negro de Checker, cual pavo real desplegando su cola, mientras habla con Terry.

Terry Lawson está mucho más pendiente de la presencia acechante de los botones que Ronnie Checker, el cual se toma su tiempo y saborea la lenta marcación de dígitos en su teléfono mientras los dos hombres intercambian sus números de contacto. Se dan la mano, Terry aprieta como si no hubiese mañana, no le deja ni un solo dedo sin crujir, y constata que Checker es la clase de hombre que se esfuerza por ser el que más aprieta.

“Estamos en contacto”, dice Ronald Checker con una sonrisa sin gracia, de esas que la mayoría de la gente solo esbozaría reflexivamente y en privado si tuviese la suerte de ver cómo su archienemigo es arrollado por un autobús. Terry observa cómo el estadounidense se aleja con garbosos andares mientras trata sin éxito de aplacarse el pelo en mitad del vendaval, visiblemente aliviado tras dejar atrás al sonriente portero.

Los botones se disgustan al descubrir que no hay ninguna maleta en el taxi, y miran a Terry con recelo, como si él fuese en cierto modo responsable. Terry se indigna, pero tiene asuntos más importantes que atender. Esta tarde es el funeral de su viejo amigo Alec, así que se pone en marcha y vuelve a su piso del South Side, donde se cambia y llama al Pastoso para que lo lleve al cementerio de Rosebank.

El Pastoso llega enseguida, y Terry se acomoda con gratitud en el taxi. Sin embargo, es una versión más antigua, menos conseguida y tapizada de su venerado TX4, fabricado por la London Carriage Company, y su ambiente espartano hace que se sienta demasiado engalanado con su chaqueta negra de terciopelo, su camisa amarilla abotonada hasta arriba, sin corbata, y su pantalón gris de franela. Se ha recogido los tirabuzones con una goma, pero un par de ellos se han soltado y saltan irritantemente sobre sus ojos; mientras, va fichando a las mujeres que andan por la calle según se aproximan al barrio céntrico de Pilrig y a su cementerio, cuyas inmediaciones parecen frías y descuidadas. Al bajarse del taxi, Terry se despide del Pastoso, y una llovizna gélida le asalta. Este es el primer entierro al que acude en su vida, y le ha sorprendido bastante que el oficio por Alec no se celebre en un lugar más habitual, como los crematorios de Warriston Seafield. Al parecer, habían comprado una parcela familiar hace muchos años, y Alec debía ser enterrado junto a su esposa, Theresa, fallecida trágicamente en un incendio. Terry no llegó a conocerla, y era amigo de Alec desde los dieciséis. Alec le contó, años después, durante un extraño y triste episodio de remordimiento y lamentación alcohólica, que había sido el propio Alec quien, en estado de embriaguez, había encendido por error la freidora cuyo fuego provocaría el fatal desenlace.

Tras subirse el cuello de la chaqueta, Terry se dirige hacia un nutrido grupo de asistentes congregados en torno a la tumba. Ha venido mucha gente, aunque claro, era de esperar que el fallecimiento de Alec reuniese a un buen número de pobres borrachuzos. Lo que sorprende a Terry es volver a ver rostros que había dado por muertos o presos, pero que en realidad desde la prohibición del tabaco no habían vuelto a ir más allá del supermercado local.

Aunque no todo es de condición humilde. Un Rolls Royce verde atraviesa asertivo la verja, haciendo crujir la gravilla del camino. El resto de los coches está aparcado fuera, en la calle, pero, para inquietud de los desconcertados trabajadores del cementerio, el Rolls Royce se detiene a escasos centímetros de las lápidas, antes de que dos hombres trajeados y con abrigos se bajen de él con ceremonia. Uno es un mafioso al que Terry conoce como “el Marica”. Le acompaña un hombre más joven, de mirada astuta y complexión estrecha al que, a ojos de Terry, le falta corpulencia para ser guardaespaldas.

Esta entrada triunfal, que en efecto ha llamado la atención de los asistentes, no consigue alterar a Terry, que enseguida dirige la mirada hacia otras direcciones. La experiencia le ha enseñado que el duelo afecta a las personas de distintas formas. Junto con las bodas y las vacaciones, los funerales constituyen excelentes oportunidades de ligoteo. Con esto en mente, recuerda que la concejala Maggie Orr había recuperado su apellido original; su anterior y torpe denominación era Orr-Montague, por cortesía de su marido, un abogado del que se había divorciado hacía poco. Así pues, Terry dispone de dos datos: primero, que a Maggie le han sentado bien los años, y segundo, que las rupturas sentimentales y el dolor por la pérdida entrañan una doble vulnerabilidad. Quizá podría recuperar a la antigua Maggie, aquella chiquilla atolondrada de Broomhouse que nada tenía que ver con la mujer implacable y profesionalmente realizada en la que se había convertido. La idea le estimula.

Casi de inmediato la ve junto a una enorme lápida en forma de cruz celta hablando con un grupo de asistentes; lleva un sobrio traje oscuro y le da suaves caladas a un cigarrillo. Se le puede hacer un favor, piensa Terry mientras se chupa una capa de sal que está cristalizando en su labio superior. Establecen contacto visual y entre ellos media una débil sonrisa, después un triste gesto de reconocimiento.

Stevie Connolly, el hijo de Alec, se acerca a él. Stevie es un tirillas con una carga perenne de semiindignación heredada de su padre. “Fuiste tú el que encontró a mi padre muerto, ¿no?”

“Sí. Murió en paz.”

“Tú eras su amigo”, dice Stevie, en tono acusador.

Terry recuerda que padre e hijo nunca habían estado unidos, y en parte empatiza con Stevie, pues él también ha vivido una situación similar de alienación paterna, pero no está seguro de cómo reaccionar ante el reproche de Stevie. “Sí, trabajamos juntos en lo de las ventanas”, afirma débilmente mientras recuerda otro azaroso capítulo de su vida.

El ceño fruncido y dubitativo de Stevie parece decir: “Y robando casas también”, pero antes de enunciar el pensamiento, una serie de llamadas y señales resuenan por el cementerio, obligando a los asistentes a congregarse despacio alrededor de la lápida. El pastor (Terry agradece a Alec que, a pesar de su origen católico, haya dejado instrucciones para que su funeral sea lo más seglar y breve posible, lo que significa recurrir a la Iglesia de Escocia) hace varias observaciones no controvertidas, centrándose en lo sociable que era Alec y en cómo su amada Theresa le fue cruelmente arrebatada. Ahora podrían estar juntos, no solo de modo simbólico, sino para siempre.

Irvine Welsh nació en 1958 en Escocia. Creció en el corazón del barrio obrero de Muirhouse, dejó la escuela a los dieciséis años, cambiando multitud de veces de trabajo hasta que emigró a Londres con el movimiento punk. A finales de los ochenta volvió a Escocia, donde trabajó para el Edinburgh District Council a la par que se graduaba en la universidad y se dedicaba a la escritura. Su primera novela, Trainspotting, tuvo un éxito extraordinario, así como su adaptación cinematográfica.

Tras 20 años de espera llega el estreno del primer tráiler de Trainspotting 2

jueves, noviembre 3rd, 2016

A diferencia del libro, que sitúa a los protagonistas una década adelante, Trainspotting 2 los presentará 20 años después.

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Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).- 20 años después, y con el elenco original, se presentó el primer tráiler oficial de la secuela de Trainspotting 2 nuevamente bajo la dirección de Danny Boyle.

A partir de hoy el primer tráiler oficial secuela de la película de Boyle ya se encuentra disponible en Internet.

El reparto original constituido por Renton (McGregor), Sick Boy (Jonny Lee Miller), Spud (Ewen Bremmer) y Francis Begbie (Robert Carlyle) darán vida a la segunda entrega basada en “Porno” de Irvine Welsh publicada en el año 2002.

Al igual que en 1996, John Hodge fue el encargado de adaptar el guión a la cinta que se espera que llegue a la salas de cine el próximo 27 de enero de 2017.

Las 10 mejores películas sobre las noches infinitas en el club

domingo, septiembre 11th, 2016

Fiestas de 72 horas, fiestas disco, fiestas con drogas y celebridades: esta lista de reproducción de películas y documentales celebra la vida nocturna con todos sus excesos.

Por Colin Crummy

Ciudad de México, 11 de septiembre (SinEmbargo/ViceMedia).– Poppers, sudor, alcohol, mucho alcohol y más música. Un día entero de fiesta no es suficiente para los party monsters, pero si ya has pasado esa etapa, puedes utilizar tus noches para ver estas películas recomendadas por Vice sobre los animales nocturnos.

PUMP UP THE VOLUME: THE HISTORY OF HOUSE MUSIC

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Este documental de 2001 del Canal 4 dura 145 minutos, pero es considerado ampliamente como uno de los mejores filmes sobre la cultura de los centros nocturnos, trazando el surgimiento de la música house en los centros nocturnos underground de Chicago, convirtiendo a los DJs en superestrellas, a las discotecas en marcas globales y a la vida nocturna en un estilo de vida. La música tampoco está mal.

TRAINSPOTTING

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“El mundo está cambiando, la música está cambiando, las drogas están cambiando, incluso los hombres y las mujeres están cambiando. Dentro de mil años, no habrá chicos o chicas, sólo bastardos. Suena genial para mí”. Mark Renton resume el futuro de los clubes nocturnos en 1997. El director Danny Boyle, por su parte, de manera sencilla filma ese momento en que un club nocturno pareciera serlo el mundo entero.

LIMELIGHT

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¿Cómo podemos ser sutiles con respecto a esto? El dueño del club a menudo se metía al lado más sospechoso del mundo de los negocios y Limelight, la historia del ascenso y la caída de uno de los personajes más excéntricos, resonará con cualquiera que haya hecho negocios de dudosa reputación sin que nadie viera. A principios de los noventa, el hombre del parche en el ojo, Peter Gatien, manejaba los clubes increíblemente influyentes de Nueva York como Tunnel, Palladium y The Limelight.

En Limelight, el director Billy Corben se centra en el club más famoso de Gatien, que se había hecho de una reputación derivada del salvajismo sexual, el consumo de estupefacientes y las celebridades que clamaban para entrar en acción al ritmo de un soundtrack de tecno industrial. ¿No suena genial? Pues para el alcalde Giulliani no sonaba nada genial, así que cerró las puertas del Limelight como parte de una extensa limpieza de la ciudad. En este documental, Corben capta la locura, el exceso y las grandes fuerzas del conservadurismo que querían acabar con el clubbing.

THE LAST DAYS OF DISCO

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Whit Stillman pone las políticas sociales estilo Jane Austen en la pista de baile del Studio 54. Chloe Sevigny y Kate Beckinsale son los mordaces chicas en pequeños vestidos negros de Manhattan. El resultado es la representación más nítida de la pista de baile como un lugar para el ascenso social y como un indicador de estatus. El guión de Stillman, por su parte, vibra con ingenio.

EDEN

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Mia Hansen-Løve dijo que ideó Eden, su película ambientada en la escena emergente dance del París de los años noventa, porque no había ninguna película que realmente tomara en serio la cultura del clubbing. Así que en Eden, la vida nocturna no sirve sólo de telón de fondo, sino que domina la vida del personaje principal, Paul Vallée (interpretado por Félix de Givry).

Él es un DJ que está empezando a tener éxito en la escena francesa, la cual también incluye a Daft Punk, Cassius y Justice, pero que no llega a alcanzar la misma fama internacional. Eden se trata acerca de vivir la vida nocturna como una obsesión y de la resaca que puede producir. También es una intoxicante documentación de la escena misma, con un jubiloso cameo de Daft Punk.

PARIS IS BURNING

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La instantánea que Jennie Livingston nos presenta de las competencias LGBTQ de baile en Manhattan de los años ochenta es muy vívida debido al color, el ingenio y la majestuosidad que no es posible compensar aunque veas miles de repeticiones de Drag Race (un espectáculo que reconoce su enorme deuda con la cultura del Ballroom), a menos que hubieras estado ahí. Hay una enorme tragedia al centro de Paris is Burning, ya que todos susvoguers se vieron involucrados en problemas de pobreza, discriminación y una emergente epidemia de SIDA que estaba devastando a la comunidad. Pero la película logra afianzarse en torno a esta cultura desafiante de baile y celebración del ballroom. Es la mejor evocación de una vida nocturna como comunidad, sin excepción.

HUMAN TRAFFIC

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“¡Me la estoy pasando increíble con unos tragos encima y sintiendo la música!”. El problema con la representación de la escena de los clubes nocturnos en el cine es que el director -por lo regular, un hombre heterosexual blanco de mediana edad, quien no ha visto una pista de baile en una década- recrea un sentimiento ya medio olvidado de su juventud. Es eso, o el ánimo es ya tan pulido y performativo, que no logra captar el caótico mundo del clubbing.

Human Traffic logra evadir todo eso, centrándose en cinco amigos locos en el Cardiff de los años noventa, durante el pináculo de la escena club de la misma década, captando todo el desenfreno de la cultura de los clubes nocturnos. Aparentemente habrá una secuela en la que el grupo se va a Ibiza. Sólo podemos esperar que la estrella que surgió de Human Traffic, Danny Dyer, regrese a masturbarse frente al espejo del dormitorio.

WILD COMBINATION: A PORTRAIT OF ARTHUR RUSSELL

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Para el retrato emotivo y lleno de matices de un artista en la escena disco de Matt Wolf, nos tenemos que trasladar a la caja de petri que era el Downtown de Nueva York a finales de los setenta y principios de los ochenta. Arthur Russell fue un compositor vanguardista, cantautor y productor de discos que encontró una afición fiel en el legendario club de música experimental The Kitchen. Mezclando imágenes de archivo de las noches de la época disco con entrevistas contemporáneos de aquellos que lo conocieron, Wolf construye la imagen de un artista complejo y cautivador. Una vez que aparezcan los créditos, saldrás en busca de los sonidos únicos de Russell para una época.

54

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¿Otra película que habla del Studio 54? El icónico club nocturno de Nueva York puede ser el más conocido del folclore de la vida nocturna, pero si ves la película 54 de Mark Christopher dejarás de preguntarte el porqué. 54 lleva la vida nocturna al extremo del glamour, hedonismo y toxicidad, tal como se ve a través de los ojos del angelical ayudante de camarero Shane [Ryan Philippe], quien pierde la camisa y se enamora de todo lo que hay bajo las luces de la bola disco. La película inicialmente fue cortada para presentar una versión de los eventos más suave -menos gay. Para tener la perspectiva completa del desenfreno en el club mas famoso de Nueva York, es necesario que veas las partes que fueron editadas, las cuales el director decidió sacar a la luz el año pasado.

DON’T FORGET TO GO HOME (FEIREN)

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Brillantemente titulada y tan maravillosamente evocadora que el aroma de los poppers, el sudor y la sensación de privación del sueño prácticamente se filtran por la pantalla. Este documental de 2006 sobre la practica berlinesa de irse de fiesta durante 72 horas continuas llega al fondo de lo que ocurre en Berghain, Watergate, Bar 25 y el Club Der Visonaere.

No esperes ver imágenes pulcras de la vida nocturna. Don’t Forget to Go Home es en gran parte un testimonial en video de los propios asistentes de los clubes. Este enfoque poco pretencioso trabaja en favor de la película. No habrás vivido hasta que hayas escuchado la descripción picante que hacen los clubbers de las escenas de orgías sexuales en Berghain.

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Sony Pictures lanza nuevo adelanto de Trainspotting 2 (VIDEO)

lunes, julio 25th, 2016

En este adelanto de 46 segundos, el director Danny Boyle mostró cómo se ven los protagonistas de la cinta 20 años después. La escena es sencilla, Spud, Renton, Sick Boy y Begbie se encuentran parados a lado de una línea férrea viendo pasar un tren, aludiendo así al título de la icónica película de los noventa.

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Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).- Sony Pictures lanzó este lunes un nuevo teaser trailer de la secuela de Trainspotting.

En este adelanto de 46 segundos, el director Danny Boyle mostró cómo se ven los protagonistas de la cinta 20 años después. La escena es sencilla, Spud, Renton, Sick Boy y Begbie se encuentran parados a lado de una línea férrea viendo pasar un tren, aludiendo así al título de la icónica película de los noventa.

En el fondo de este adelanto se escucha la popular canción de Iggy Pop, “Lust for life”, la cual ganó gran audiencia luego de ser utilizada en la introducción de la cinta.

Hace dos meses fue que el cineasta británico anunció la fecha de estreno de Trainspotting 2, la cual será el 27 de enero de 2017.

La película, que cuenta con las actuaciones de Ewan McGregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle, está basada en el libro “Porno” de Irvine Welsh.

Choose life: el glamour de las drogas a 20 años del estreno de Trainspotting

martes, febrero 23rd, 2016

Drogas, miseria, suciedad y muerte en un ambiente de aparente diversión. Danny Boyle, Ewan McGregor e Irvine Welsh mezclados en una historia de culto que marcaría la historia del cine y la literatura en los años 90. Todo ello musicalizado con las piezas indicadas y el acento británico necesario, Trainspotting dos décadas después.

Imagen: Especial

Imagen: Especial

Ciudad de México, 23 de febrero (SinEmbargo).- El 23 de febrero de 1996, el Reino Unido e Irlanda recibían las primeras imágenes de la adaptación al cine de la novela del escocés Irvine Welsh Trainspotting, que contaba la historia de un grupo de amigos de Leith, Edimburgo adictos a las drogas. Unos inadaptados que crearon alrededor de su relato de adicción una película de culto, porque ¿quién necesita razones cuando tienes heroína?

Con un presupuesto estimado de tres millones y medio de dólares, y una recuperación de más de 16 mdd únicamente en Estados Unidos, se considera uno de los filmes británicos más exitosos. Pero no se trata sólo de dinero y de premios (fue nominada al Oscar como Mejor Guión Adaptado, ganó el BAFTA a Mejor Película y un Brit por su Soundtrack).

Renton, un anti héroe que volvió divertido llevar la vida al límite y atractivo el look wasted, hizo que su discurso inicial de rebeldía antisistema no sólo tapizara las habitaciones a mediados de los noventa, y con el tiempo la hiciera de wallpaper en los dispositivos electrónicos de los todavía más jóvenes, si no que se metiera en la cabeza de aquellos nacidos en el limbo entre la generación X y la Y.

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“Escogió la heroína. Y hubo muchos como él, cifras dadas a conocer esta semana por la Oficina de Registro General de Escocia subrayan el punto satírico de Welsh: lo que realmente estaban eligiendo era la muerte. Las muertes relacionadas con las drogas aumentaron en un 26 por ciento de 2007 a 2008. Hay más de una [muerte] cada cuatro días en la región de Lothian. Cuatro de cada cinco fallecidos son del género masculino, y el mayor incremento es entre los hombres de 35 años y más, los usuarios a largo plazo de la heroína que se han llamado la generación Trainspotting”, escribían en The Guardian en agosto de 2009, en un artículo que señalaba que esta “camada” de adictos estaba ya en su 40’s y moría rápido.

“Obscura, como su tema central, el filme logra el increíble truco de mantenerse con júbilo y fresca. Y en la cara del SIDA, muerte de cuna, sobredosis de drogas y chistes de baño sorprendentemente viles, que no es poca cosa”, decía por su parte Janet Maslin en su crítica en el New York Times publicada en julio del 96.

Irvine Welsh en la FIL Guadalajara 2015. Foto Arturo Campos para SinEmbargo

Irvine Welsh en la FIL Guadalajara 2015. Foto Arturo Campos para SinEmbargo

Cuando la novela se publicó en 1993, su autor fue acusado de “glamourizar” el consumo de heroína, y el hit que fue la adaptación cinematográfica con su soundtrack, elenco y sentido del humor acrecentaron las críticas. Pero aún años después, Welsh continúa defendiéndose al decir que lo que ahí describió era únicamente lo que estaba pasando, lo que él veía y sabía.

Él mismo un ex adicto a la heroína, cree que las decisiones individuales en torno al consumo o no de drogas y alrededor de casi todas las cuestiones humanas acaban por convertirse en un patrón y ahí están los personajes de Trainspotting para darle la razón.

Aparecen en medio de un entorno convulsionado, quebrado por las huelgas, el desempleo, la pobreza y con la droga presente como una invitación para hacer más llevadero el caos.

“Lo que quería demostrar era cómo estas decisiones afectaron a lo personajes y a la trama de la historia. A partir de los ochentas todo cambió y definitivamente en las decisiones personales cayó el peso de las existencias de la época […] La sociedad creó el problema haciendo a las drogas ilegales. Este problema no existiría si hubiera un control social evitando la ilegalidad. La solución al problema simplemente es legalizar las drogas”, dijo el escocés en entrevista con SinEmbargo.

El escritor no se ha podido (o querido) despegar de la historia pues en 2002 publicó Porno, su secuela, y en 2012 Skagboys, la precuela. En septiembre del año pasado Boyle confirmó que se filmará la adaptación de la segunda parte, una vez que empataran las agendas de los protagonistas originales, quienes mostraron gran disposición para el proyecto, según dijo.

***

¿QUÉ FUE DE SUS INVOLUCRADOS?

Ewan McGregor como Mark “Rent Boy” Renton

Imagen: Especial

Imagen: Especial

Aunque ya era algo conocido por su papel en Tumba abierta, su papel como Mark Renton fue el que lo convirtió en un actor de renombre y el lanzó su carrera a una nueva dimensión (literalmente, ya que le dieron el papel de Obi-Wan Kenobi poco después). Probablemente lo has visto en una de las películas más taquilleras de la historia, Moulin Rouge, o dirigido por Tim Burton en Big Fish. Dentro de poco podrás disfrutar de su voz en la próxima adaptación de La bella y la bestia, así como en el papel de Jesús en Last Days in the Desert.

Se le vio últimamente interpretando Heroes en un homenaje a David Bowie.

Ewen Bremner como Daniel “Spud” Murphy

Imagen: Especial

Imagen: Especial

A pesar de lo genial que es la escena en la que ensucia la cama y roba todas las cámaras, Ewen no ha tenido el mismo éxito que su compañero Ewan (con ‘a’). Dicho esto, Bremner ha siguido trabajando en varios papeles e incluso se volvió a encontrar con McGregor en Jack el cazagigantes.

El periódico Herald Scotland confirmó recientemente que era un hombre “tranquilo, sin pretensiones, amable, atento y que no se deja llevar por sus arrebatos”.

Jonny Lee Miller como Simon “Sick Boy” Williamson

Imagen: Especial

Imagen: Especial

Toda una serie de papeles en la televisión y el cine le siguieron a Sick Boy, incluyendo el de marido de Angelina Jolie en la vida real durante 18 meses. Ahora podemos encontrarle como Sherlock Holmes en la serie americana Elementary y como un sex symbol en todas las alfombras rojas de Hollywood. Ya no estamos en Leith.

Kelly Macdonald como Diane Coulston

Imagen: Especial

Imagen: Especial

Con 19 años, Macdonald no tenía mucha experiencia cuando se presentó para aparecer en película, pero gracias a su papel como la seductora Diane, la contrataron en Harry PotterNo es país para viejos y Anna Karenina. Este año se podrá ver en Special Correspondents, la nueva película de Ricky Gervais.

Robert Carlyle como Francis “Franco” Begbie

Imagen: Especial

Imagen: Especial

Fue el papel de Gaz en Full Monty, tras su aparición en Trainspotting, su segundo trabajo más importante y los 90 sus años dorados. A pesar de esto, su interpetación en El mundo nunca es suficiente, La playa y 28 semanas después son la prueba de que la mirada truculenta de Carlyle se ha mantenido en la conciencia pública desde entonces.

También acaba de lanzar, en su debut como director, The Legend of Barney Thomson.

https://youtu.be/v6uBkJSbQO0

Con información de Vice

ENTREVISTA | Escribir es un acto físico para mí: Irvine Welsh

sábado, diciembre 5th, 2015

El autor de Trainspotting es una figura estelar en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, un ámbito donde ofreció una entrevista exclusiva para SinEmbargo. Habló entre otras cosas de su pasión por el presente, sustancia de su literatura, aclamada en el mundo

Irvine-Welsh

Foto: Arturo Campos

Guadalajara, Jalisco, 5 de diciembre (SinEmbargo).- Apura un vaso de cerveza, que bebe a largos y pausados sorbos. Es una de las figuras estelares en la Feria Internacional del Libro que transcurre en esta ciudad hasta el próximo domingo.

Toda su presencia tiene un halo de mítico y por donde va lo sigue un grupo de jóvenes maravillado por su figura transgresora.

En el trato, este hombre calvo y alto, se muestra afable y certero. Hablar de literatura es lo suyo y deslindar relaciones carnales con su país de origen, al que mira desde lejos habitante como es desde hace más de una década de Chicago, lo que más le gusta hacer.

Irvine Welsh nació en 1958 en Escocia. Creció en el corazón del barrio obrero de Muirhouse, dejó la escuela a los dieciséis años, cambiando multitud de veces de trabajo hasta que emigró a Londres con el movimiento punk.

A finales de los ochenta volvió a Escocia, donde trabajó para el Edinburgh District Council a la par que se graduaba en la universidad y se dedicaba a la escritura. Su primera novela, Trainspotting, tuvo un éxito extraordinario, así como su adaptación cinematográfica.

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“Hace 12 años que no vivo en el Reino Unido”, explica con contundencia y levantando los hombros, mientras habla de Miami, la ciudad donde transcurre su reciente novela, La vida sexual de las gemelas siamesas (Anagrama), como un sitio “muy visual, pero no muy rico desde el punto de vista literario”.

Miami. Ciudad de contrastes: aquí conviven los cuerpos esculturales con la obesidad más desbocada. Una de las poseedoras de un cuerpo escultural, la entrenadora personal y experta en fitness Lucy Brennan, se convierte en una heroína local cuando en plena calle desarma a un hombre con una pistola que estaba a punto de matar a dos personas.

La prensa sensacionalista la adora y rápidamente pone todo el empeño en convertirla en un fenómeno mediático. También queda prendada de ella una testigo de su actuación, Lena Sorensen, una mujer obesa, obsesa y deprimida.

Fascinada por Lucy, Lena quiere contratarla como entrenadora personal para que la ayude a perder unos kilos. Y cuando los destinos de estas dos mujeres antitéticas se cruzan, se pone en marcha una relación cargada de amor loco, obcecación compulsiva y sadomasoquismo, enriquecida con toda una parafernalia de esposas para inmovilizar, dildos y comida, mucha comida, además de un cadáver que habrá que esconder en algún lado. Y, mientras tanto, descubren las dos por televisión la historia de unas siamesas que han decidido operarse para separarse y de paso convertir la intervención quirúrgica en un espectáculo mediático.

El gran narrador de las adicciones, pone aquí el foco en algunas genuinamente americanas: el sexo, el físico perfecto, la comida, la obsesión por la fama y el empeño de los medios en convertirlo todo en un circo.

“Una farsa visceral, una lectura que es como una estampida de endorfinas sobreexcitadas, pero que sin embargo también consigue introducir un comentario serio sobre el estado de la sociedad americana; el resultado es un libro que está entre los mejores que ha escrito Welsh”, opina Doug Johnstone, crítico de The Independent.

Welsh dice haberse inspirado en las novelas victorianas para construir una historia donde el cuerpo deformado, el cuerpo perfecto, la fascinación que ambos ejercen  en una sociedad obsesionada con el físico, ayuda a desmontar los escenarios muchas veces absurdos y barrocos en medio de los cuales se desenvuelve la sociedad moderna.

Foto: Arturo Campos

Foto: Arturo Campos

LA ENTREVISTA A IRVINE WELSH

La vida sexual de las gemelas siamesas es una novela sobre el cuerpo.

–Efectivamente, sí, mucho. Hay algunas personas que están obsesionadas por su físico y hay otras que están obsesionadas por su interior. De eso va la novela.

–¿Cuál es su idea del cuerpo?

–No creo que haya una diferencia entre tener un cuerpo artístico o un cuerpo físico. No existe diferencia entre ambas cosas y uno puede ser las dos al mismo tiempo. Tenemos un intelecto, una mente, y tenemos un cuerpo, eso me fascina de la especie humana. Hay una tensión entre el físico y el intelecto, pues se necesitan mutuamente. Para pensar, necesitas caminar y estar en buena forma física, porque no puedes escribir si te cagas encima o si no tienes fuerza.

–¿Escribir para usted es un acto físico?

–Sí, totalmente. Por completo. Cuando escribo y tipeo, a veces le pego al teclado, o cuando escribo en papel rayo mucho las páginas. Cuando escribo soy como una especie de detective de CSI, lleno de papeles las paredes con la investigación que llevo a cabo para escribir un libro. Corrijo mucho. Escribir es un acto físico para mí.

–No recuerdo qué autor decía que para escribir había que tener buenas asentaderas.

–¡Sí, estoy de acuerdo! Mira qué buen culo tengo (se para y muestra el trasero). El secreto es tener un trasero inyectado con bótox, para que puedas tener muchas reservas y poder escribir mucho más.

El escritor sustenta la idea de que para escribir bien hay que tener buen trasero. Foto:

El escritor sustenta la idea de que para escribir bien hay que tener buen trasero. Foto: Arturo Campos

La vida sexual de las gemelas siamesas parece un cuento de E.T.A. Hoffmann, pura literatura del siglo XIX

–Tiene que ver con Miami, que es una ciudad muy extraña, llena de springbeakers, de gente que va a echar desmadre y donde las personas no tienen mucha imaginación a la hora de vestirse. Es un sitio muy raro, definitivamente. Usan bermudas, barbas muy largas, todos lucen igual…

–Es una novela del siglo XXI, pero las gemelas parecen sacadas de un truco de Houdini

–Sí, porque me inspiré en las novelas victorianas. Se trata de una versión moderna de esas historias del siglo XIX, con la presencia del circo y de criaturas monstruosas que quise traer a este tiempo, a este siglo, donde las sociedades modernas resultan muy superficiales, especialmente en Miami.

–Es, ha sido y probablemente el autor que más se ha dedicado a narrar el presente. ¿Es algo deliberado o no puede escribir de otra forma?

–Me gusta mucho la ciencia ficción, pero no podría escribir una versión vieja de la historia. Escribir sobre el presente es algo deliberado, porque escribo novelas para explorar la condición humana. Quiero saber qué es este circo del mundo.

–Su nueva novela es feminista

–(risas) Bueno, justamente esta idea de que el hombre sea agresivo y la mujer pasiva ya no funciona. Las cosas han cambiado mucho y tanto las mujeres como los hombres tenemos trabajos y funciones de idéntica responsabilidad y compromiso. Ya he tratado el tema en Filth (Escoria), que ha sido llevada al cine y donde creo que pude demostrar que tanto las mujeres como los hombres están dañados en nuestro mundo actual. Para mí la sociedad tiene que ser igualitaria y Canadá es un gran ejemplo de ello. Tenemos que aprender a ver el mundo desde dos perspectivas.

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–Mi pregunta no es inocente, pues con Trainspotting había sido acusado de machista

–Lo que pasa es que la chica que aparece en Trainspotting, si hubiera sido de otra manera hubiera abandonado a esos locos, los hubiera dejado. Cuando escribes, tienes que ser muy honesto y no querer ser alguien que no eres en realidad. Un personaje fuerte femenino en Trainspotting no me servía, pues no se hubiera quedado con los yonkis. En Escoria hablo de la violencia, del racismo, de violaciones, que son cosas que también suceden en el mundo. En La vida sexual de las gemelas siamesas, las dos mujeres son muy fuertes y valientes, cada una en su propia personalidad, todo tiene que ver con la cultura sexual y social que las mujeres tengan.

–Como lectora suya, debo admitir que esos personajes femeninos tan poderosos me sorprendieron, no me lo esperaba de usted

–(risas) Me he concentrado en esos dos personajes y en cómo se van a involucrar con el resto y entre sí. Es un reto justamente saber cómo van a convivir esas dos mujeres no sólo en la amistad, sino también en el amor…

–Y en la lealtad… ¿Han sido desleal con usted muchas veces?

–Si no quieres sufrir deslealtad, no seas escritor. De todas maneras, para mí lo importante es la exploración de lo moral en mis novelas. No hay buenas ni malas personas en forma total y un escritor de por sí no es mala persona. Las malas personas no escriben libros, las malas personas roban y matan. El desafío mayor de un escritor es hacer un buen libro, pero siempre hay que tener claro que un libro puede ser malo, pero no malvado.

–Usted es más joven que Martin Amis, por ejemplo, quizás por eso no pertenezca al Dream Team británico

–(risas estruendosas) El único Dream Team que conozco es el del Barça: Messi, Suárez, Neymar…El otro que usted dice no. ¿Sabe? Hace 12 años que no vivo en el Reino Unido, no me siento muy británico. No formo parte de la literatura británica. Me fui a vivir a Ámsterdam en 1993, ahora vivo en Chicago, tengo muchos amigos escritores en Escocia, donde también hay grupos, salones literarios, rankings…etcétera.

–No le creo mucho cuando usted dice eso…nada es más británico que Irvine Welsh

–(risas) Bueno, tenemos una visión de los países muy extraña. No lo sé. De Escocia vemos la lucha por la independencia, el referéndum, todo eso, pero la visión siempre es lejana, lo vemos desde nuestro sillón, a través de las redes sociales…

–Siempre pensé que el personaje de Ewan McGregor era usted

–Mi esposa dice que después de leer La vida sexual de las gemelas siamesas, pensó que las gemelas siamesas era yo…quién sabe