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Marilú prostituyó a sus 2 hijas menores de edad en Guanajuato; pasará 22 años y 6 meses en la cárcel

jueves, marzo 19th, 2020

En un comunicado, la dependencia informó que la Unidad Especializada en Combate a la Trata de Personas y Corrupción de Menores realizó una investigación donde comprobaron que la mujer obligaba a las menores a mantener relaciones sexuales con un hombre a cambio de un beneficio económico.

Guanajuato, 19 de marzo (SinEmbargo).– La Fiscalía General del Estado de Guanajuato (FGE) obtuvo una sentencia de 22 años y seis meses de prisión para Marilú “N”, pues se comprobó que prostituía a sus dos hijas menores de edad.

En un comunicado, la dependencia informó que la Unidad Especializada en Combate a la Trata de Personas y Corrupción de Menores realizó una investigación donde comprobaron que la mujer obligaba a las menores a mantener relaciones sexuales con un hombre a cambio de un beneficio económico.

“La Fiscalía General del Estado obtiene sentencia de 22 años y seis meses en prisión para una mujer penalmente responsable del delito de trata en agravio de sus menores hijas, los hechos registrados en la ciudad de Cortazar”, apuntó.

La Fiscalía estatal obtuvo la información primaria sobre el presunto hecho relacionado a la trata de personas, lo que detonó la investigación del caso. Por medio de esta, se obtuvieron las pruebas e indicios que sustentaron la detención de la mujer.

“Como resultado de una investigación en que se comprobó que la mujer obligaba a las menores hijas a acudir a la casa de un hombre para que se aprovechara de ellas a cambio de recibir un beneficio económico”, detalló la dependencia.

SUSANA ASESINÓ A SU HIJA DE 2 AÑOS

Luego de declararse culpable de matar a puñaladas a su hija, de 2 años, Susana “N” fue sentenciada a 25 años de prisión por el delito de feminicidio.

En un comunicado, la Fiscalía General del Estado (FGE) del Guanajuato informó que la sentencia condenatoria se obtuvo en un procedimiento abreviado gracias a que la mujer confesó ante un Juez haber cometido el crimen.

“Ante las pruebas irrefutables reunidas en la carpeta de investigación por el agente especializado del Ministerio Público, la mujer reconoció los cargos en su contra, por lo que su defensa optó por seguir el procedimiento abreviado”, explicó la Fiscalía.

Ante ello, el juzgador le dictó una sentencia de 25 años, que cumplirá en el Cereso local. Además, le impuso una multa y la reparación del daño.

El pasado 3 de enero, una menor de 2 años, quien fue llevada por sus familiares al Hospital de Especialidades Pediátrico de León, falleció por una lesión por arma punzo-penetrante en el tórax, de acuerdo con información difundida por la FGE.

Según reportó Zona Franca, la agresión en contra de la menor identificada como Galilea “N” habría ocurrido alrededor de las 12:15 horas, cuando se recibió una llamada de auxilio al 911.

Al sitio, acudieron elementos de la Policía Municipal, en donde encontraron a la niña en brazos de un hombre, quien señaló como presunta responsable a Susana “N”.

-Con información de Zona Franca

La Fiscalía de Edomex arresta en Ecatepec a una madre acusada de prostituir a su hija de 9 años

lunes, junio 17th, 2019

Las investigaciones realizadas por personal de esta Institución, permitieron establecer que desde 2017, los padres de la la pequeña, la obligaban a sostener relaciones sexuales con hombres, a cambio de dinero. La madre de la menor fue detenida y vinculada a proceso.

Ecatepec, México, 16 de junio (AFondo).- Una mujer identificada como Elizabeth “N” fue detenida por la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) por su probable participación en el delito de trata de personas, ya que al parecer obligaba a su hija de 9 años de edad a sostener relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero.

La autoridad judicial con sede en Ecatepec determinó iniciar un proceso legal en contra de esta mujer por el delito de trata de personas, en la modalidad de prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, y estableció un plazo de cuatro meses para el cierre de la investigación.

Aparentemente, la mujer junto con su pareja sentimental obligaba a la víctima de 9 años de edad a sostener relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero, durante los años 2017 y 2018, en el municipio de Ecatepec.

Las investigaciones realizadas por personal de esta Institución, permitieron establecer que en el mes de marzo del año 2017, la pequeña, junto con su madre y la pareja de ésta, llegaron a habitar un inmueble en la colonia El Calvario, en Ecatepec; desde esa fecha ambos adultos supuestamente comenzaron a explotarla sexualmente, y el dinero que obtenían lo utilizaban para comprar drogas.

Cabe mencionar que en mayo de 2018, la víctima fue rescatada por personal de la Fiscalía de Trata de Personas de la FGJEM, derivado de una denuncia realizada por el Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Ecatepec.

Aunado a ello, la Institución integró la carpeta de investigación respectiva por estos hechos y solicitó a un Juez librar una orden de aprehensión en contra de Elizabeth “N”, la cual fue otorgada y cumplimentada; la presunta responsable fue ingresada al Centro Penitenciario y de Reinserción Social de Ecatepec, en donde quedó a disposición de un Juez.

En noviembre pasado, la Fiscalía de Justicia del Estado de México informó que el Ministerio Público acreditó la responsabilidad de una mujer en el delito de trata de personas en la modalidad de prostitución ajena.

María de los Ángeles Vela Almazán, recluida en el penal de Barrientos de Tlalnepantla, fue sentenciada a 33 años nueve meses de prisión por obligar a su hija menor de edad a sostener relaciones sexuales con hombres, a cambio de dinero.

Además, el juez también fijó multa de un millón 860 mil 930 pesos y deberá pagar 75 mil 400 pesos como reparación del daño, aunado a que sus derechos civiles y políticos quedaron suspendidos.

La autoridad aseguró que la mujer enfrenta otro proceso legal por trata de personas en su modalidad de mendicidad ajena, pues al parecer obligaba a otra de sus hijas, de nueve años, a pedir limosna en Atizapán.

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El crimen organizado vuelve SLP sede de prostitución, trabajo forzado y explotación sexual

domingo, marzo 17th, 2019

De acuerdo con un estudio del organismo Hispanics in Philanthropy, existen 19 entidades de la República donde hay casos de origen, tránsito y destino de víctimas de trata de personas. En San Luis Potosí se ha detectado la llegada de víctimas de trata desde seis estados: Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Coahuila, Hidalgo, Guanajuato, Veracruz, Puebla, y Chihuahua. Además, de tres países centroamericanas: Honduras, Guatemala y El Salvador.

Por Jaime Hernández

San Luis/Ciudad de México, 17 de marzo (SinEmbargo).– Víctimas de trata de nueve estados y de tres países centroamericanos tienen a 15 municipios de San Luis Potosí como punto de llegada y distribución hacia destinos que los llevan al trabajo forzoso, a la servidumbre no consentida y a la prostitución, señaló un reporte de la organización Hispanics in Philantropy.

El reporte “Una mirada desde las organizaciones de la sociedad civil a la trata de personas en México” contiene todos los hallazgos en torno al problema de la trata de personas reportados por organizaciones de la sociedad civil.

Entre los resultados generales destaca que se ha detectado una cada vez mayor presencia del crimen organizado en la trata de personas, particularmente, para trabajos forzados, prostitución forzada y explotación sexual.

El reporte incluye un mapa de las rutas de la trata en las entidades, de acuerdo a las observaciones hechas por las organizaciones de la sociedad civil.

Se observa que en San Luis Potosí se ha detectado la llegada de víctimas de trata desde seis estados: Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Coahuila, Hidalgo, Guanajuato, Veracruz, Puebla, y Chihuahua. Además, de tres países centroamericanas: Honduras, Guatemala y El Salvador.

En cuanto a la salida de personas afectadas por la trata desde el estado, el estudio detectó traslados rumbo a cuatro estados: Nuevo León, Coahuila, Querétaro y Tamaulipas.

También se detectó flujo de víctimas a Texas, California, Georgia y Luisiana, en Estados Unidos.

Sobre los hallazgos en la entidad potosina, el reporte señala que se detectó trata con fines de trabajo forzoso en los campos agrícolas de San Luis Potosí.

Además, se reporta una “fuerte presencia” en San Luis de migrantes con fines de trata para trabajos forzosos y explotación sexual en la Huasteca.

También se presume que existe una relación entre la trata de personas y la desaparición de mujeres adolescentes.

De acuerdo con el estudio del organismo Hispanics in Philanthropy, existen 19 entidades de la República donde hay casos de origen, tránsito y destino de víctimas de trata de personas.

De acuerdo con el informe de la Cuenta Pública 2017 de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), el Instituto Nacional de Migración (INM) presentó carencias de procedimientos y sistemas de control interno que le permitan garantizar la protección efectiva de los derechos de las personas que transitan por el territorio nacional, lo que potencia riesgos asociados a la trata de personas, el tráfico ilegal de menores y órganos, el contrabando de armas y estupefacientes, como ocurrió durante la entrada de la Caravana de migrantes centroamericanos.

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Tribunal alemán condena a 12 años de prisión a pareja que prostituía a su hijo

martes, agosto 7th, 2018

A una pareja alemana se les condenó a 12 años de prisión por prostituir al menos 60 veces a su hijo durante más de dos años, además grababan las violaciones sexuales contra el menor y las subían a la red.

Un tribunal alemán condenó hoy a doce años y medio y a doce años de prisión, respectivamente, a una mujer y a su compañero por abusar del hijo. Foto: EFE.

Berlín, 7 de agosto (EFE).- Un tribunal alemán condenó hoy a doce años y medio y a doce años de prisión, respectivamente, a una mujer y a su compañero por abusar del hijo menor de ésta y prostituirlo en al menos 60 ocasiones durante más de dos años, entre 2015 y 2017, a través de la red oscura de internet.

La madre, de 48 años, y su compañero sentimental, de 39, que permanecerá detenido cautelarmente una vez cumplida la pena, habían confesado durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Friburgo (suroeste) haber abusado, violado y maltratado en repetidas ocasiones al menor, que ahora tiene 10 años.

Además, reconocieron haber vendido al menor a través de la red oscura de internet a otros hombres para abusos sexuales, entre ellos un español de 33 años, que fue condenado ayer a diez años de prisión y a pagar una indemnización de 18 mil euros al niño por daños físicos y morales.

El barcelonés, acusado de violación y abusos sexuales graves y para el que la Fiscalía había pedido una pena de doce años de prisión, confesó haber violado en repetidas ocasiones al menor entre septiembre de 2016 y agosto de 2017 y haber pagado por ello.

Otras cuatro personas, entre ellas un ciudadano suizo y un soldado del ejército alemán, fueron condenadas a penas de entre ocho y diez años de prisión y al pago de indemnizaciones de entre 12 mil 500 y 14 mil euros.

Para algunos de ellos, el juez dictó una detención cautelar posterior al cumplimiento de la pena al existir peligro de reincidencia.

Otro hombre, que no había abusado del menor pero del que en el marco de la investigación se descubrió que había violado a su propia hija, fue condenado a siete años y tres meses de prisión.

Los abusos cometidos contra el menor fueron filmados e intercambiados posteriormente en foros en la red oscura.

Además de las violaciones, las imágenes muestran las vejaciones, maltratos e insultos de los que fue víctima el niño.

La Fiscalía había solicitado para la madre y el padrastro del menor penas de 14 años y medio y 13 años y medio, respectivamente.

El juicio puso en evidencia, además, las lagunas de las autoridades y los tribunales de familia, que no intercambiaron o restaron importancia a informaciones decisivas, como las sospechas de posible maltrato expresadas por la escuela a la que acudía el niño.

Las autoridades fracasaron asimismo al no vigilar al padrastro del niño, con antecedentes penales por pederastia, y pasar por alto que vivía bajo el mismo techo con un menor.

Una mujer de origen hispano en Texas, EU, es acusada de prostituir a una menor de edad

martes, marzo 21st, 2017

Denisse Coronado es sospechosa de coaccionar a una chica de 14 años para que mantuviera contactos sexuales con 26 hombres después de publicar fotos de la adolescente vestida con lencería en un sitio web que los fiscales señalaron que es conocido “por promover actos ilícitos como la prostitución”.

Denisse Coronado. Foto: LaOpinión

Austin, 21 de marzo (SinEmbargo/LaOpinión).- Una joven hispana acusada de obligar a una chica de 14 años a prostituirse en el condado de Harris, en el que está Houston, puede ser condenada a una pena máxima de cadena perpetua, informó hoy el diario local Houston Chronicle.

Una juez de este condado texano triplicó esta mañana la fianza que había impuesto a esta mujer de 19 años, llamada Denisse Coronado, y la situó en 100 mil dólares, después de que los fiscales elevasen sus cargos a un delito de primer grado.

En caso de ser condenada por forzar a la prostitución a esta menor, cuya identidad no ha sido revelada por protección, Coronado se enfrenta a una pena máxima de cadena perpetua.

La hispana es sospechosa de coaccionar a una chica de 14 años para que mantuviera contactos sexuales con 26 hombres después de publicar fotos de la adolescente vestida con lencería en un sitio web que los fiscales señalaron que es conocido “por promover actos ilícitos como la prostitución”.

Los fiscales apuntaron en su investigación que la niña de 14 años dijo a las autoridades que estaba caminando por la calle cuando un hombre la metió en una furgoneta y fue conducida a una casa en una zona boscosa donde el hombre la violó, mientras Coronado observaba.

Además, la chica explicó que fue retenida en contra de su voluntad durante cinco días en esa casa hasta que fue llevada a un motel de Houston dónde fue “amenazada, quemada con un cigarrillo y obligada a la prostitución”.

Las autoridades confirmaron al medio local citado que el hombre acusado de violar a la niña se encuentra en busca y captura.

Por su parte, la defensa de Coronado alega que la joven de 19 años es víctima también de este hombre, hasta ahora no identificado: “Mi cliente es adolescente también”, recordó el abogado defensor después de la audiencia.

Coronado tiene cargos anteriores en el condado de Harris por posesión de marihuana (más de 55 gramos), agresión a un miembro de su familia y por causar lesiones corporales.

La joven hispana se declaró culpable de los cargos de posesión de marihuana y de asalto a un miembro de su familia.

Coronado fue arrestada el jueves y se encuentra detenida en la cárcel del condado de Harris.

Any, menor que se prostituía en Saltillo, es trasladada a un centro de rehabilitación

viernes, mayo 6th, 2016

Voceros de la Procuraduría para los Niños, Niñas y la Familia (Pronnif) informaron que la menor sigue bajo resguardo de la institución, aunque ahora fue internada en un Centro de Rehabilitación para que sea tratada por su adicción.

El titular del Cesame dijo que la menor dejó el lugar. Foto: Vanguardia

El titular del Cesame dijo que la menor dejó el lugar. Foto: Vanguardia

Por Sandra Naal

Ciudad de México, 06 mayo (SinEmbargo/Vanguardia).- Any, “La Niña del Moño Rojo” que fue rescatada de la prostitución que ejercía en la Plaza Manuel Acuña, dejó el Centro de Salud Mental (Cesame) para ser internada en un centro de rehabilitación.

El titular del Cesame, Mario Alberto De los Santos, señaló que la menor dejó este lugar, sin dar mayores detalles.

Voceros de la Procuraduría para los Niños, Niñas y la Familia (Pronnif) informaron que la menor sigue bajo resguardo de la institución, aunque ahora fue internada en un Centro de Rehabilitación para que sea tratada por su adicción.

La dependencia estatal no especificó qué centro es, aunque se conoce que Gobierno del Estado no cuenta con centros especializados en la atención a adolescentes con adicciones, por lo que estaría en un centro privado.

Any fue encontrada en la Plaza Manuel Acuña ejerciendo la prostitución, por lo que en primera instancia autoridades municipales la aseguraron para ser canalizada a la Pronnif.

Estudios realizados en el Cesame descartaron que tenga serios problemas mentales, aunque sí tiene una adicción al resistol y otras sustancias nocivas.

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Any tiene 16, y hay mucho más chicas que ella

miércoles, abril 13th, 2016

Las noticias de estos días: un presunto pederasta detenido en Acapulco, otro en Villahermosa. Cuatro violadores confesos de una menor de edad en Veracruz para los que hay 15 meses de gracia de la Fiscalía que, claro, utilizan para escaparse. Un Alcalde lascivo, Hilario Ramírez Villanueva, “Layín”, que hace tiempo levantó en público el vestido a una joven y que ahora besa a otra con furia, frente a las cámaras.

Jesús Peña, cronista del periódico Vanguardia, camina por una plaza pública en Saltillo, Coahuila, para encontrarse con el horror de diario, el que no tiene todos los reflectores. El horror de menores de entre 10 y 17 años que se venden al mejor postor. El horror de ancianos que las esperan para hacerles “lo que quieras” por 300 pesos o, si andan necesitadas, hasta por 250. El horror de gobernantes ausentes, de drogas duras, de explotadores y el horror de una sociedad que cierra los ojos ante eso, justamente: ante el horror.

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Se llama Any, y dice que tiene 16 años y está por cumplir 17, en julio. Foto: Luis Castrejón

Por Jesús Peña, con fotos de Luis Castrejón y edición de Kowanin Silva

Saltillo, 13 de abril (Vanguardia/SinEmbargo).- La primera vez que la vi, llevaba un moñito rojo en medio de la cabeza, justo en la cima de su artificial melena rubia; y una paleta roja, de esas de bola, en la boca.

Algunas tardes después la miré cruzando la plaza de los “pájaros caídos”, al lado de un anciano septuagenario rumbo al hotel Hidalgo.

Entonces no pude evitar pensar en el moño rojo clavado en la base de su cráneo y la roja paleta de bola.

Parecía una niñata.

“Vámonos pa arriba, nomás que… van a ser 300 pesos, con condón… eh güey … 300 y me haces lo que quieras… ¿sí?, ¿vamos?”, disparó a su regreso del hotel, luego que se hubo ido con aquel viejo de sombrero, camisa a cuadros, pantalón de mezclilla y picudas botas.

Le dije que no, que ahora no, que no tenía plata, que mañana… Estaba nervioso y trasudaba.

Ella puso cara de indignación, giró sobre sus talones y se perdió en el centro de la plaza de los “pájaros caídos”, entre el rumor de los viejos de guaripa, con traza de campesino, que a mañana y tarde vienen aquí para matar el tiempo viendo pasar a las mujeres, charlado de putas, mojando correa y viciando el aire con sus piropos puntillosos: “mira nomás que buenos guantes pa agarrar la pelota”.

La conocí, alguien que no quiere que diga su nombre me presentó con ella en calidad de cliente, cierto mediodía de no hace mucho en el “Comedor de la Misericordia”, una olla comunitaria ubicada por la calle de Múzquiz, en el centro, a la que ella suele venir, dicen las buenas lenguas, cada vez que le aprieta el hambre.

Meses atrás otro alguien me había contado de una niñata que se dedicaba a vender su cuerpo en la Plaza Manuel Acuña, también llamada de los “pájaros caídos”, y acostumbraba, aparte de drogarse con resistol 5000, ese producto industrial que no es droga, pero que igual enerva y mata millones de neuronas desde el primer jalón, comer en la fonda de la “Misericordia”, lo mismo que otras prostitutas que deambulan por el rumbo.

Dijo que se llamaba Any, que tenía 16 años y estaba por cumplir 17, en julio.

Con los días supe que a los ancianos de la plaza de los “pájaros caídos”, les gustan las “pollitas”, la “carne tierna”, como Any.

“Ah así ¿una güerita?, ¿pollita?, ¿que anda siempre enseñando el ombligo?, ya no tarda en caer”, me dijo un anciano una tarde que fui a la plaza de los “pájaros caídos” para buscar a Any.

Aquella tarde vi a una niña sentada frente a una mesa redonda, con mantel arcoíris, del “Comedor de la misericordia”.

Era aperlada, tirando a güerita, de linda cara, ojos cafés oscuro, ni gorda ni flaca, chaparrita, con el cabello largo teñido de un rubio cenizo y estaba vestida con un top rosa o azul, la memoria es traicionera, y un como… pants beige, medio ajustado.

Llevaba un moño rojo en mitad de la cabeza, eso no se me olvida, y una paleta boluda y roja en la boca.

Era una niñata.

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“Vámonos pa arriba, nomás que… van a ser 300 pesos, con condón… eh güey … 300 y me haces lo que quieras… ¿sí?, ¿vamos?”, dice Any, menor de edad. Foto: Luis Castrejón

A su lado, en la mesa, había otra cría, morena, delgada, larguirucha, cabellera azabache, a la que Any me presentó como Aby, 13 años, de la colonia Pueblo Insurgentes.

“250, ¿sí?”, dijo Any apenas me saludó con un saludo minimalista, “Vete tú con él… Yo pa que te alivianes, tú que andas necesitada de feria, ¿no?”, dijo con su voz aflautada, como de niña de 16 años, dirigiéndose a la otra chiquilla que apenas asintió, la cabeza recostada en la mesa.

“¿Sí?, ¿sí?, eh te estoy hablando…”, dijo Any, mientras se sacaba de entre sus pechos de niña de 16 años un dulce envuelto en papel metálico.

Que sí, respondió la otra niña, la cabeza todavía recostada sobre la mesa.

Y a mí me dio horror, nomás de pensar que tengo varias sobrinas de su edad.

Dije que no, que ahora no, que la plata, que el trabajo, que mañana…

Estaba asustado, sin saber qué preguntar, hecho un amasijo de nervios.

“Mañana.. Si no viene ella, vengo yo”, dijo Any, me frotó con sus manos el brazo derecho como en señal de consuelo y se esfumó seguida de su amiga por el pasillo del comedor hacia la calle.

Mañana, o sea al día siguiente de aquel encuentro, estoy en la plaza de los “pájaros caídos”, con sus negocios de ropa, sus zapaterías, sus tiendas de artesanías, sus taquerías, su hotel para urgidos, sus boleros, sus restaurantes, sus bancas de fierro, su Mercado Juárez, sus jardineras, sus palmeras, sus andadores, su monumento del Ángel al centro, su olor a meados, sus palomas, sus viejitos enguaripados, sus canasteros, sus vagabundos, sus perros callejeros, sus músicos de guitarra y acordeón y sus putas, buscando a Any.

Había esperado más de media hora en la fonda de la “Misericordia” sin que ella apareciera, hasta que decidí echarme a la calle para husmear un poco por los sitios donde, me habían contado, talonea:

El Oxxo de la Plaza de Armas, los corredores peatonales de Abbott, y Padre Flores y el pasaje Damián Carmona de las yerberías y los tacos de oreja.

De mucho diviso Any caminando en la plaza “de los pájaros caídos”, en medio de dos mujeres gruesas y vestidas con pantalones ceñidos, como una segunda piel, y blusas escotadas.

De pronto, Any es escurridiza, la pierdo de vista entre la multitud oceánica de la plaza.

“No amigo, pos aquí vienen de todos tamaños y colores, hay de a madre viejas…”, me confía un anciano, asiduo visitante de la plaza, cuando le pregunto si por casualidad ha mirado a una morría chaparrita y güera que se llama Any.

La gente del centro que conoce a Any, a Any la conoce casi todo el centro, dice de ella que tiene una familia problemática, que el padre la abandonó, junto con su madre y hermanos, cuando ella era una cría, que es adicta al resistol amarillo, que la han visto drogarse con los pandilleros en los arroyos, que no se baña, que huele mal, que anda sucia, que no sabe leer ni escribir, que la han visto metida en los bares, que cuando anda muy drogada le da por encuerarse en plena calle, que nadie la quiere y que los policías ya está cansados de sacarla de las greñas de los hoteles y llevársela detenida, que Any nunca va cambiar, que es un caso perdido, perdido. Foto: Luis Castrejón

La gente del centro que conoce a Any, dice de ella que tiene una familia problemática, que el padre la abandonó, junto con su madre y hermanos, cuando ella era una cría, que es adicta al resistol amarillo, que la han visto drogarse con los pandilleros y que no sabe leer ni escribir. Foto: Luis Castrejón

Al rato la miro sentada en la silla del puesto de un bolero, que la está boleando.

Apenas se levanta de la silla y me acerco para saludarla, Any suelta que tiene hambre, que “un chingo de hambre”, dice.

Le propongo entonces que vayamos a comer al “Comedor de la Misericordia”, la niña acepta y juntos echamos a andar por la plaza a la cuestabajo.

Any lleva un puesto top azul y unas como mallas negras de bolitas, florecitas, chispitas blancas, que sé yo; el moño rojo de la otra tarde en su rubia melena y chupando en la boca una paleta de bola roja, que cuando habla le hace ver más hinchado un moflete que el otro.

Sus mofletes de niña de 16 años.

“Me debería dedicar a vender dulces, ¿verdá?”, dice cuando le hago notar lo de la paleta, “no qué chingaos, saco más taloneando”, rectifica.

Conforme caminamos por la plaza, rumbo a la de Pérez Treviño, siento las miradas de muchos ojos acribillándome por la espalda.

En cuestión de minutos estamos en el “Comedor de la Misericordia”, que además de ser un comedor que sirve alimento gratuito a gente que vive y trabaja en las calles, es también albergue para los que no tienen dónde quedarse.

Ana espera que nos sirvan, pintándose las uñas con un esmalte de cinco pesos que ha comprado por el camino.

“¿Entonces?, ¿vamos a ir al hotel?, ¿traes condón?”, dispara.

Yo siento un vahído repentino y le contesto que no, que primero comemos, platicamos y a ver qué pasa,

Responde que no güey, que ándale, que ya se va, que tiene muchos clientes esperándola en la plaza, muchos clientes, muchos, dice.

Le pido que aguante siquiera a que sirvan la comida y luego se va.

Any accede de mala gana.

Con intención de distraerla le pregunto por Aby, la niña de 13 años que me presentó la tarde que nos conocimos y que ella quedó de traerme hoy.

Dice que no pudo venir, que porque se fue con su novio, pero que si quiero ella me puede conseguir otras chavalas como Aby, que se dedican a lo mismo y son sus amigas.

–¿De dónde son?

–De Tetillas

–¿Cuántas son?

–10.

Le digo que igual un día de estos nos armamos un pachangón loco con todas las morritas.

Any contesta que estaría bomba ir a una playa, que ella no conoce el mar y le gustaría conocer el mar.

Any me está enseñando unas iniciales que lleva mal tatuadas en sus muñecas: una A de Any y una P de Paco, su novio, dice.

–¿Y el sabe qué te dedicas a esto?

–Nooooooo cállate.

–¿Lo quieres mucho?

–Estoy empelotada de él.

En eso a Any le ha pegado un repentino ataque de carcajadas.

Que de qué se ríe, quiero saber, “de ti no, es que yo así me río, a veces me agarra la risa y me río como idiota”, responde la niña ahogada por su risa.

Saco mi celular para ver qué horas son, las 2:00 de la tarde en la pantalla, y aun no nos han servido la comida.

Any me arrebata el móvil de las manos y se pone a escuchar música.

Ahora canta a voz en cuello una canción de banda.

“Lo legal es que te hubieras quedado conmigo…”, o algo así.

La gente que va entrando a la fonda nos mira extrañada.

Mientras comemos, al fin nos han traído dos platos de pollo en mole, arroz, tortillas y un vaso de capirotada para Any, trato de sonsacarle unos cuantos secreto sobre su vida.

Dice que vive en la colonia Guayulera, que tiene cuatro hermanos, dos mujeres y dos hombres, y que su mamá no la quiere, que no la quiere, ella no sabe por qué, pero que su mamá no la quiere, dice con un leve asomo de tristeza, pero muy leve apenas perceptible.

La gente del centro que conoce a Any, a Any la conoce casi todo el centro, dice de ella que tiene una familia problemática, que el padre la abandonó, junto con su madre y hermanos, cuando ella era una cría, que es adicta al resistol amarillo, que la han visto drogarse con los pandilleros en los arroyos, que no se baña, que huele mal, que anda sucia, que no sabe leer ni escribir, que la han visto metida en los bares, que cuando anda muy drogada le da por encuerarse en plena calle, que nadie la quiere y que los policías ya está cansados de sacarla de las greñas de los hoteles y llevársela detenida, que Any nunca va cambiar, que es un caso perdido, perdido.

"Fui nomás al kínder y luego… no… pero desde chiquía fui pura calle, pura calle": Any, Foto: Luis Castrejón

“Fui nomás al kínder y luego… no… pero desde chiquía fui pura calle, pura calle”: Any, Foto: Luis Castrejón

–¿Fuiste a la escuela?

–Sí…

–¿Hasta qué grado?

–El kínder y luego… no… pero desde chiquía fui pura calle, pura calle.

Any me está contando que no hace mucho estuvo embarazada, pero que el bebé se le vino, que “se me vino”, así dice.

Alguien le dio algo de tomar pa que el bebé se le viniera y se le vino.

Le pregunto que si el nene era de Paco, su novio, responde que no, que era de otro muchacho.

Un chaval playera negra, moreno, ni alto ni chaparro, fornido, brazos rayados, ventitantos años, se acerca a la mesa y saluda Any con un gesto adusto.

La niña dice que es su hermano, otro comensal frecuente de esta olla comunitaria, después me entero.

Le pregunto a Any que en qué trabaja su hermano, que si está casado, que si tiene hijos, que dónde vive y contesta que no sabe, con una mueca que dice “qué te importa”.

“Es malandrillo, un malandrillo”, me dirá después.

Más tarde estamos en el patio del comedor, sentados en unas mecedoras blancas, Any escuchando música en mi celular y comiendo capirotada de su vaso con una cuchara.

“¿Quieres?”, me pregunta, digo que no y ella empieza a jugar con la comida lanzándola con la cuchara dentro de una gorda maceta del patio.

Le digo que pare, que no haga eso y ella explota en un ataque de carcajadas frenéticas, demenciales.

–¿Y luego en qué gastas el dinero que te ganas?, ¿en comida?, le pregunto.

–Que chingaos

– ¿En qué?

–Vicio, ropa… ¿Entonces qué?, ¿vamos a ir al hotel?”, revienta la niña.

Y yo que no, que la plata, que el trabajo, que mañana…

Ya me he pasado tres días en la plaza de los “pájaros caídos”, y nada que miro a Any.

De los “pájaros caídos”, le dice la gente, como dando a entender que de seguro a sus ancianos visitantes nomás ya no les para.

De los “güevones”, la llaman otros, me imagino que porque sus paseantes pensionados se la viven allí de haraganes todo el santo día.

De los “enchilados”, la nombran algunos más, que porque cada que pasa una muchacha los viejitos, a modo de piropo, hacen como si anduvieran enchilados, una especie de silbido, pero de labios para adentro, así, como aspirando.

Divago sentado en una banca de la plaza, mientras me como unas pepitas.

Durante los tres días que he estado aquí he visto a una joven prostituta embarazada, chaparrita, morena, de escotada blusa, minifalda, tacones y gafas oscuras, que va y viene, que viene y que va, por los andadores de la plaza, ofreciéndose.

He visto a un señor grueso, de piel tostada, melena blanca al estilo punk, vendiendo relojes y celulares usados entre los ancianos que vienen aquí a pasar el rato.

He visto a un viejito flacucho arrastrando una manguera amarillenta y cargando en su mano izquierda una bolsa trasparente con sus meados.

He visto a una mujer obesa y bajita, que va ofreciendo tacos de salchicha con pico de gallo, y algo más, de banca en banca.

He visto a un indigente brindando con alcohol barato, a un hombre que pasa vendiendo el último mazapán de la tarde y me pregunto cómo es que antes no había visto tanto en la plaza Acuña.

Una de esas tardes miro a Any cruzar volando por la plaza de los “pájaros caídos”.

Va acompañada de una muchacha escuálida, morocha y pequeña, que empuja una carriola con un bebé.

La chica, que después sabré se llama Caro, parece menor, incluso que Any.

“Ah hola”, dice Any, apenas la alcanzo, “mira, te voy a presentar: es mi hermana, también jala”, vuelve decir la niña no sé si con un dejo de coquetería o de presunción.

Luego le ordena a la chica que se vaya conmigo al hotel, “vete con él. Llévate…”, dice, pero la muchacha no quiere, que las patrullas, que su esposo, que la…

A lo largo de la semana y un día que he estado en la plaza de los “pájaros caídos”, he visto a pocos policías vigilando la zona.

En eso Any se adelanta y se pone a parlar con un anciano que está sentado en una banca.

Es un hombre de sombrero, camisa de cuadros, pantalón de mezclilla y botas picudas.

Cuando acuerdo, no sé por qué, vamos los tres, Any, el viejo y yo, camino del hotel Hidalgo que está ubicado en la esquina de Padre Flores y Abbott.

Y yo vuelvo a sentir las miradas de muchos ojos en la plaza acribillándonos por la espalda.

“Pinches calientes”, oigo que alguien dice cuando pasamos frente a un grupo de ancianos que están reposando en una de las jardineras de la Manuel Acuña.

No puedo creer lo que está pasando: el viejo y yo nos hemos enfrascado en una disputa de a ver quién se lleva primero a la niña.

Cuando los miro desaparecer entre el tráfico de la calle de Aldama, con destino al hotel, no puedo evitar recordar a Any con su moñito rojo prendido en la cabeza y su roja paleta de bola en los labios.

“Órale, vamos”, dice Any a su regreso de con el viejo, unos 20 minutos después.

Le digo que no, que ahora no, que la plata, que el trabajo, que mañana…

Otra tarde Any me encuentra parado bajo la sombra de un árbol en la plaza de los “pájaros caídos”, donde la he estado esperando por horas.

Esta vez noto que se ha cortado su larga melena rubia, que se la ha teñido de rojo y se ha maquillado la cara con saña.

Any está como alterada. Pronto sabré por qué:

Cuenta que anoche la policía cargó con Paco, su novio, porque lo pilló tomando en la calle y ahora ella debe juntar mil 400 pesos para que lo dejen libre.

“Vamos al hotel, ándale”, tira.

Le digo que no, que estoy a punto de irme a comer y….

“Invítame no seas culero”, suelta.

Que sí, le digo, pero que iremos con una amiga, compañera de generación, con la he quedado para comer en los Caldos Guayulera, de la colonia Guayulera, el barrio de Any.

Contesta que sí, que está bien y juntos enfilamos por la plaza, las miradas acribillándonos por la espalda, hacia la calle de Allende para encontrarnos con mi amiga.

En un santiamén estoy con Any y mi amiga comiendo en los Caldos.

Mi amiga, a quien he puesto al tanto de Any por medio de mensajes a su celular, le está preguntando a la niña que cómo fue que se metió al negocio de la prostitución.

Any responde que sola, que vio a unas morrías y ya.

Que si no le da cosa hacerlo con los viejitos de la plaza Acuña, quiere saber mi amiga.

Any dice que le da asco, pero que… ni modo…

Hoy mismo, de vuelta a la plaza, dice, tendrá que juntar mil 400 pesos para sacar de la cárcel a su novio que cayó por andar de borracho en la calle.

–¿Y sí los juntas?, la interroga mi amiga.

–Fácil, en un ratito junto hasta mil pesos, dice Any.

Se lo pidió a la Santa Muerte y seguro que se lo concede.

A cambio Any le ha prometido una rosa y una veladora.

Ya una vez la Santa Muerte la salvó de morir de un fierrazo que le dieron en la calle, dice, y se levanta la blusa para enseñarnos una cicatriz que tiene en la panza.

–¿Crees en la Santa Muerte?, le pregunto.

–Es la que nos va llevar. responde.

Hace un domingo fresco en la plaza de los “pájaros caídos”.

He pasado tantas y tantas horas aquí, que ya toda la gente de la plaza me conoce.

Y apenas me ven llegar los rucos empiezan con sus comentarios cachondos:

Que ya vengo a buscar a la güerilla eh, que la otra vez me vieron yendo con la güerilla y que no sé qué..

Pardeando la tarde miro otra vez a Any caminando con su hermana Caro, que esta vez no trae bebé ni carriola, en mitad de la plaza como desesperada, acelerada, alterada.

No bien la alcanzo para saludarla me suelta que no ha comido, que le dé 50 pesos y que además quiere un Elote Real.

Pregunto que para qué necesita el dinero y dice que es que va a ir a bailar al Paseo 2255, un salón de chavos banda, donde tocan pura música colombiana.

–¿Puedo ir contigo?, pregunto.

–No, te ponen., responde mostrándome un puño cerrado.

–Ya he estado ahí, insisto

–No puedes ir, porque ahí va a andar mi novio, contesta.

Le digo que ahora no traigo dinero, pero que…

Any hace una mueca que traduzco como una mentada de madre y se va, perdiéndose de nuevo en la plaza de los “pájaros caídos”.

Yo me quedo parado como imbécil.

Hastiado de esta historias…

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