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El Dr. Zagal revela el origen de mitos, frases y costumbres populares en su Gabinete de curiosidades

sábado, octubre 19th, 2019

Los “cuartos de maravillas” o “gabinetes de curiosidades” eran estancias donde reyes, nobles y burgueses coleccionaban objetos extraños para deslumbrar a sus invitados. Al igual que en el siglo XVI, los autores coleccionaron en este libro anécdotas para satisfacer la necesidad humana de saber más.

En entrevista para Puntos y Comas, el investigador, profesor y doctor en Filosofía Héctor Zagal y el Maestro en Sociología Cultural Pablo Alarcón ahondan en sus motivaciones para realizar El gabinete de curiosidades. Cultura para llevar.

Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo).- Los “cuartos de maravillas”o gabinetes de curiosidades eran estancias donde reyes, nobles y burgueses coleccionaban objetos extraños para deslumbrar a sus invitados. Cadáveres malformados, animales exóticos, artefactos mecánicos y libros de magia y alquimia son ejemplos de lo que contenían estas salas. Igual que en el siglo XVI, en este libro los autores coleccionan anécdotas para satisfacer la necesidad humana de saber más. 

“Todos creemos conocer algo, la curiosidad mueve al ser humano. La comida, la cultura, nuestra vida diaria está llena de historias. No nos damos cuenta, pero una película, una efeméride, una festividad, cuando nos tomamos un café… detrás de eso hay muchísima historia”, dice Zagal, y asegura que todo está entrelazado entre culturas, por más lejanas que sean.  

Por su parte, Pablo apuntó que su objetivo último fue invitar a los lectores a experimentar el mundo de una forma distinta; buscar que se maravillen. Subrayó que aunque se sumergieron en fuentes especializadas, condensaron la información de manera sencilla y con humor para despertar interés. “El rigor académico a veces los investigadores lo confunden con rigor mortis”, agregan.

En entrevista para Puntos y Comas, el investigador, profesor y doctor en Filosofía Héctor Zagal y su ex alumno, el Maestro en Sociología Cultural Pablo Alarcón ahondan en sus motivaciones para realizar El gabinete de curiosidades del Dr Zagal. Cultura para llevarA través de 35 secciones, ambos descubren los orígenes y significados de mitos, creencias y frases que están inmersas en la cultura popular mexicana y cuyo origen no suele ser conocido.

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–¿Qué los motivó a escribir acerca de los mitos y creencias de la cultura mexicana y adentrase en la Historia en general?

Zagal: A los seres humanos nos gusta saber y prueba de esto es Instagram y Facebook. Todos creemos conocer algo, la curiosidad mueve al ser humano. La historia de México, nuestra comida, nuestra cultura, nuestra vida diaria está llena de historias. No nos damos cuenta que cuando tomamos un café o una cerveza, cuando cruzamos por una calle, detrás de eso, hay muchísima historia. Hay que buscar las historias de esta ciudad, de este país. Esta es una invitación a sonreír y a aprender más.

Pablo: El libro no sólo reúne cosas de México, también hay anécdotas de pintores, grandes literatos, dioses de la mitología griega y nórdica y personajes importantes de la historia universal. Justamente este libro es una colección de anécdotas.

Zagal: Es un proyecto de hace muchos años, Pablo y yo nos conocimos y lo fuimos trabajando. Ambos estudiamos filosofía y tenemos un marco general de conocimiento de varias disciplinas. Quisimos averiguar cómo comunicar ese conocimiento. […] Historiadores hay de todo. El reto era ir conectando todo eso en un gabinete de curiosidades.

Pablo: Nos adentramos en literatura más especializada y lo que hicimos fue condensar las cosas interesantes y ponerlo de forma sencilla, con humor.

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–¿Investigando estas historias se han dado cuenta de que las culturas están conectadas, por lejanas que sean?

Zagal: ¡Claro! ¿Pablo y yo, que nos conocemos desde hace mucho, cuando nos tomamos café o una cerveza nos poníamos un juego. Te encuentras un objeto de la vida diaria, una bebida, una película, una efeméride o una festividad. ¿Pero qué hay detrás de todo eso? A Pablo, que es un gran bebedor de cerveza, le cuestionaba: ¿Te das cuenta de que es la bebida alcohólica más antigua y se fabricaba cerveza hace casi 7 mil años?

Los obreros egipcios cuando construían las pirámides, les pagaban con cerveza y la desayunaban. Claro, no era como la conocemos, era una cerveza al tiempo (y al tiempo del desierto), una especie de avena. En Mesopotamia era tan importante, que había una diosa de la cerveza. De hecho las mujeres en esa civilización tenían dos derechos muy importantes: el divorcio y podían tener un propio negocio de cerveza. Querían tanto esa bebida, que incluso la adulteración de la bebida estaba castigada con la pena de muerte. En el caso de México, la cerveza es introducida por los flamencos en el siglo XIX, pero sólo la consumían los extranjeros. Durante el Porfiriato se popularizó entre la alta sociedad, pero fue hasta la Revolución que su consumó se disparó. Como ves, todo esto es una mezcla de lo que hemos a partir de la cerveza. De Egipto y Mesopotamia a México, también pasando por los Vikingos.

Zagal: La cultura es inevitable. Lo que hacemos es ponernos estos retos de aprender a ver que todo objeto de la vida diaria (el cine, los videojuegos, las series de Netflix, la historia, la comida) está lleno de historias y que esas historias se van entrelazando.

–¿Cuál es su frase o dicho mexicano favorito y por qué?

Pablo: Hay muchísimo lenguaje que viene de los chiles y de la variedad que tenemos de cocinarlos. Cuando decimos “no te hagas guaje”, viene del chile guajillo. Cuando decimos “no te rajes”, viene de cuando desvenas un chile, le quitas el picor, le quitas “su valor”. Tenemos el “chiquito pero picoso” o le decimos a los amigos “eres mi chile”.

Zagal: Descubrimos que el chile es tan importante en nuestra vida, en nuestra comida, que se ha llevado al lenguaje ordinario. El chile era tan importante que había una diosa que protegía a los chiles, nuestra “Respetable Señora del Chilito Rojo”. En México la comida simplemente no nos sabe sin el chile.

–¿Y la costumbre que más les llama la atención de la cultura mexicana?

Zagal: Nuestro uso de los diminutivos. ¿Por qué decimos mijito, señorita, poquito? Eso tiene una razón de ser: el náhuatl, el diminutivo -tsintli tiene dos sentidos, indica “chiquito”, pero también indica respeto. Entonces, aunque no hablemos náhuatl, hemos heredado esa costumbre. Por eso para nosotros referirnos sin el diminutivo resulta rudo y cuando queremos tener una cortesía, lo utilizamos.

–¿Las “curiosidades” son una manera de contar la Historia en las escuelas? ¿De esta forma se puede despertar la curiosidad en los más jóvenes?

Pablo: Yo diría que despertar un interés por la cultura, más que sea un libro de investigación, aunque podrías tomarlo como tal. En cambio yo creo que es una invitación; si te gusta un tema (porque tenemos temas de todo), adentrarte más en ello y estudiarlo más a fondo. Además es una muy buena “embarrada” de la cultura en general.

Zagal: Un museo tiene una función didáctica, educativa. Los gabinetes en cambio, eran colecciones más o menos caóticas y su función era despertar la curiosidad. Yo creo que este es un buen puente…No es un libro de texto, es un detonante. Y justo creo que en la enseñanza lo que hay que hacer es detonar la curiosidad. Creo que este libro es un buen detonante. A tus alumnos les puedes pedir que estudien, pero lo mejor es que ellos quieran estudiar; si despiertas la curiosidad, ellos querrán saber más.

–¿Las frases, mitos y costumbres también reflejan lo más oscuro de nuestra idiosincrasia?

Zagal: Por supuesto, los mitos y las leyendas reflejan el racismo, clasismo, sexismo. Un ejemplo es el vino en México: seguimos tendiendo frente a esta bebida un cierto respeto, por ser “elegante”, cosa que no pasa en Europa. Y eso es porque era la bebida de los conquistadores; los españoles no dejaron que se cultivara la vid en nuestro país, y eso encareció el vino. Actualmente, a pesar de que hay vino muy barato, la gente lo sigue relacionando con un respeto reverencial. Una cuba puede costar más que una copa de vino, pero llevamos más de 500 años con una psique de esa estructura.

–¿Cómo conservar las costumbres y tradiciones que forman parte de nuestra identidad en tiempos donde se cuestiona todo lo establecido?

Zagal: Que sea tradicional no quiere decir que sea bueno. Es tradición es ciertas culturas apedrear a la mujer adultera, matar a los homosexuales o en ciertas poblaciones practicar la ablación a las niñas. Entonces que sea tradicional no implica que sea moral o ético.

La verdadera tradición es una tradición viva. No se trata de meter estas tradiciones en un museo y congelarlas, si no de vivirlas. Hay dos ejemplos de esto que me gustan mucho: la comida y las pastorelas. Las pastorelas se representan desde la Edad Media y las traen los españoles. Es una tradición tan viva que hoy hay versiones con albures o temas políticos, pero siguen apareciendo las mismas ideas y arquetipos.

–¿Algún mensaje para nuestros lectores? ¿Por qué comprar este libro?

Zagal: El rigor académico a veces los investigadores lo confunden con el rigor mortis. En este libro los datos son serios, y cuando no estamos seguros lo decimos: es una leyenda. Tiene este estilo amable, fácil de comunicar. Es un libro que se puede abrir en cualquier momento, y el lector se va a llevar algo siempre. Yo creo que nos enseña a mirar la vida de una manera distinta.

Pablo: El objetivo último del libro es que cambie las experiencias de las personas. Es distinto tomar la cerveza sabiendo las historias que hay detrás y sabiendo que es milenaria y hay mil cosas para platicar de ella. […] Queremos que se maravillen con ese trasfondo que hay en las cosas. Buscamos cambiar la forma en como experimentamos el mundo.

Zagal: No es lo mismo beber una taza de chocolate sabiendo que era una bebida que bebía Moctezuma en copas de oro, porque era tan caro el chocolate que era la bebida de los dioses, era un lujo. También las palabras, el lenguaje que usamos cotidianamente tiene un trasfondo.

El libro que fue escrito en rollos de papel higiénico: “Todos somos autodefensas”, de José Manuel Mireles

domingo, diciembre 3rd, 2017

Alto, con su sombrero negro, tratando de contestar todas las preguntas y diciendo que lo mucho que sufrió en la cárcel no se parece a lo mucho que está sufriendo el pueblo mexicano. Es el líder de las autodefensas, cuando el pueblo salió en Michoacán no sólo a defender lo suyo sino también a luchar por la propia vida.

Guadalajara, 3 de diciembre (SinEmbargo).- El doctor José Manuel Mireles Valverde nació en Tepalcatepec, Michoacán, el 24 de octubre de 1958. Escorpiano, alto,  con un sombrero negro, “soy un médico de ranchito”, fundó en 2013, junto a otros líderes locales, el Consejo General de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán para legitimar las operaciones de autodefensa que la organización emprendía en contra el cártel de los Caballeros Templarios en el estado de Michoacán.

“Sé que no estaba bien, pero hacía rato que lo estaba ideando y la verdad es que en la cuadra quedaba solo yo, el próximo a morir iba a ser yo, ¿qué más podría hacer?”, dice en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, donde vino a presentar su libro Todos somos autodefensas: el despertar de un pueblo dormido.

Luego de poco más de un año de lucha (“en los que ganamos todas las batallas”, dice), Mireles fue arrestado por portación de armas de uso exclusivo del ejército e ingresado en prisión, de la que salió libre en mayo de 2017, gracias a mi abogado, que es un “crack”, que está medio loco.

“Estuve preso durante tres años, de los cuales un año y ocho meses estuve en total indefensión, hasta que un día aparece Ignacio Jiménez y su equipo y aquí me tiene con ustedes”, dijo Mireles.

“Un pueblo cansado de la violencia, el abuso y la indiferencia de las autoridades se levantó en armas para defender su tierra y su vida. A partir de 2004, Michoacán vivió una de las peores crisis de seguridad, luego de que La Familia Michoacana cobrara fuerza como una de las organizaciones criminales más poderosas. Insatisfechos con las ganancias, el cártel incluyó, cada vez con mayor brutalidad, la extorsión, el secuestro y el pillaje. Para 2011, tras la desintegración de La Familia Michoacana, La Tuta fundó la célula de los Caballeros Templarios. Desesperados, los michoacanos decidieron tomar la seguridad en sus propias manos y organizaron grupos de lucha.

Este es el centro de este libro, presentado para que “ustedes también nos ayuden”, porque luego de tres años de prisión, he salido y he encontrado no sólo a Michoacán sino también a México peor que antes”, dijo José Manuel Mireles.

Un médico de ranchito, que tiene dos maestrías. Foto: Cortesía Alejandro Ortega Neri

“Mireles no es el caudillo estoico, insensible, inmutable y de mirada fría que presentan los medios de comunicación. Este libro es una ventana al corazón de un hombre que llora, ríe, sufre y disfruta la vida”, dijo Pablo Alarcón, el hombre que intermedió para que viniera Grijalbo y lo editara.

Es cierto. José Manuel Mireles parece ser el hombre del que habla y todo lo que dice “es la verdad” sobre lo que pasa en Michoacán. “A Pablo se le olvidó decir que fue escrito en rollos para papel del baño (se parece en este punto a la novela autobiográfica de Henri Charrière, Papillon) y también se le olvidó decir que parte del conocimiento de cómo ha sido nuestra historia se la debo a ustedes, los periodistas”, dijo el activista y médico al presentar su libro.

“Sin los periodistas, nada se sabe del movimiento autodefensas, nada se sabe de mí, de Manuel Mireles, de lo que hizo y nada se sabe de lo que aún seguimos padeciendo. Estamos preocupados por la situación que le acontece a los medios de comunicación serios, que nos preocupa cuando una señora de Chihuahua cae, cuando cae un hombre de Veracruz o de Culiacán caen, nosotros vemos que la caída de cada uno de ustedes es un intento de callar la boca al pueblo”, expresó.

“La única forma es abatirlos a ustedes, porque ustedes son nuestra voz. Manuel Mireles puede gritar adonde sea y muy poca gente le va a hacer caso, pero si los medios de comunicación, los que sí pregonan la verdad, los callan, nadie va a saber lo que estamos sufriendo los mexicanos. Los invito a que se cuiden más y les doy las gracias sinceramente por todo lo que han hecho por el pueblo”, dijo Mireles.

Todos somos autodefensas, editorial Grijalbo. Foto: Especial

El libro es una historia, pero también tiene un objetivo: “es para que ustedes me ayuden, a que el pueblo sepa la historia de lo que pasa en Michoacán y en otros Estados de la República” y recordó lo incomunicado que estaba en la cárcel.

“Mi incomunicación era absoluta. Yo no podía decirle buenos días a ningún ser humano en ese penal de máxima seguridad, en Sonora. Estuve preso durante tres años, la mayor parte del tiempo, por mis condiciones de salud, en una sala de hospital de dos metros por dos metros. Un día, el médico que me revisaba me dijo, buenos días, doctor, ¿cómo amaneció? Al día siguiente fue expulsado”, contó.

“Era una incomunicación absoluta y claro, uno busca una forma. Una mañana, una enfermera que me ayudaba avienta por debajo de la puerta medio lápiz. No podía borrar, así que no me podía equivocar. No nos dejaban recibir cartas de parientes ni siquiera de los más cercanos, pero dejaban entrar otras cartas de afuera, no sé por qué, lo cierto es que escribí el libro en los sobres y en los rollos de papel higiénico”, reveló.

Todas las batallas, todas las luchas con los sicarios las cuenta José Manuel Mireles en Todos somos autodefensas. La vida sigue y México en guerra, eso es lo que quiere contar “el médico de ranchito” como él mismo se dice.