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Metrobús Laguna: 4 municipios, 5 años, 800 millones gastados y nada. Lo prometió Peña

viernes, agosto 6th, 2021

Las obras de un proyecto pensado para mejorar la movilidad de una región tiene un historial de retrasos y observaciones sin que exista una fecha para poner a funcionar el sistema.

*Este reportaje forma parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists, en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers.

Por Luis Alberto López, BCJB

Torreón, 6 de agosto (BorderHub).– El 16 de noviembre de 2016 arrancaron los trabajos para la construcción del Metrobús Laguna, un proyecto que pretendía mejorar la movilidad de 250 mil usuarios del transporte público en los municipios de Torreón y Matamoros en Coahuila, así como Gómez Palacio y Lerdo en Durango.

La necesidad de un sistema de transporte interestatal se da porque hay cuatro municipios con alta movilidad que comparten actividades económicas, educativas y laborales.

Han pasado cinco años y se han invertido 800 millones de pesos, los laguneros continúan con paradas peligrosas para los viajeros, unidades en mal estado y tiempos largos de espera en las diferentes rutas.

También se han detectado nuevas observaciones por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), obras irregulares y han aumentado los daños colaterales a vecinos afectados por la construcción del proyecto.

La proyección de “Modernizar el Transporte Público en la Región Lagunera” fue un compromiso que el exmandatario priista Enrique Peña Nieto (2013-2018) hizo durante su campaña en 2012.

La calidad de vida de los vecinos de la colonia El Arenal empeoró desde que inició el proyecto.

La inversión anunciada en Coahuila fue de mil 500 millones de pesos, entre las aportaciones de los gobiernos federal, estatal, municipal e iniciativa privada para la construcción de la infraestructura a lo largo de 25 kilómetros y la adquisición de la flotilla de 160 camiones.

El plan fue apoyado por el entonces gobernador coahuilense del mismo partido Rubén Moreira Valdez, al igual que por el ex alcalde de Torreón y actual gobernador del estado, Miguel Ángel Riquelme Solís.

En los últimos informes correspondientes a 2018 y 2019, la ASF expone que hay cerca de 18 millones de pesos por aclarar del contrato para la construcción de la ruta troncal (001-FONADIN-BRT-TOR/16), a cargo de la empresa CEMEX Concretos SA de CV.

Ambos informes (con los folios 2018-A-05000-22-0732-2019732-DS-GF y 2019-A-05000-22-0642-2020 642-DS-GF) señalan mala calidad en los trabajos, deficiencia en su supervisión y la omisión del gobierno estatal para sancionar a los responsables de esas fallas.

Para el ejercicio fiscal de 2018 se realizaron 19 observaciones, de las cuales en cinco no se detectaron irregularidades, seis fueron solventadas y las ocho restantes generaron una promoción de responsabilidad administrativa sancionatoria, además de siete pliegos de observaciones.

En 2019 la ASF pidió al gobierno estatal multar a los responsables de permitir trabajos de mala calidad tan solo en el concepto de pavimento hidráulico, la instrucción no se ha cumplido.

Según indicó la Secretaría de Fiscalización y Rendición de Cuentas en Coahuila a través de dos recursos de transparencia, el procedimiento de sanción “está en segunda instancia”, sin precisar más detalles.

Sin embargo, los señalamientos por parte de la auditoría continúan. El 14 de junio pasado emitió un dictamen en el que establece que hay 856 mil pesos en el ejercicio 2020 que faltan por aclarar.

El documento pide también a la Secretaría de Fiscalización en Coahuila que realice las investigaciones pertinentes y, en su caso, inicie un procedimiento administrativo por irregularidades de los servidores públicos involucrados.

Entre ellas, no dar seguimiento a la ejecución y puesta en marcha del proyecto, además de no demostrar que después de la recepción de la obra se mantuviera “adecuada y satisfactoriamente asegurada”.

Se solicita investigar el motivo por el que no actualizaron el análisis costo-beneficio del proyecto con las variaciones de tiempo y monto, esto tomando en cuenta que el último informe data de abril de 2019 y en ese momento estaba previsto que el Metrobús Laguna arrancara en 2020.

En ese sentido, aún faltan considerar variaciones de la inversión que tendrán la conclusión de la Terminal Nazas, la construcción de la Terminal Mieleras, la adquisición de 160 autobuses y la instalación de un sistema de cobro.

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VAN POR LA SEXTA PRÓRROGA

La fecha de entrega del proyecto del Metrobús Laguna se ha postergado cinco veces por diversos alegatos que el gobierno estatal realizó ante la federación.

Fue reprogramada el 9 de agosto de 2018, el 21 de noviembre de 2018, el 14 de junio de 2019, el 14 de noviembre de 2019 y el 5 de junio de 2020, según establece el Quinto Convenio Modificatorio firmado entre el gobierno estatal y BANOBRAS.

El documento indica que el proyecto debería estar listo a más tardar el 30 de junio del 2021 o de lo contrario los entes participantes tendrían que devolver el financiamiento federal otorgado y estimado en 400 millones de pesos.

El titular de la Secretaría de Infraestructura, Miguel Algara Acosta, reveló el pasado 3 de mayo ante la prensa que el estado solicitó una nueva prórroga para tenerlo listo a principios de 2022.

El argumento que dio el funcionario fue que la situación financiera por la pandemia golpeó la economía de los empresarios del transporte que adquirirán unidades para poner a funcionar el sistema, aunque también falta considerar la inversión a cargo del particular que pondría a funcionar las terminales.

En su conjunto falta un gasto superior a los 700 millones de pesos, según el Análisis Costo-Beneficio del Metrobús Laguna con corte al mes de abril de 2019.

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TRABAJOS INCOMPLETOS QUE DEJARON MARGINACIÓN 

En el acceso poniente a Torreón, que conecta con Gómez Palacio, Durango, está la colonia El Arenal donde la calidad de vida de sus habitantes ha decaído después de la construcción de la Estación Nazas del Metrobús Laguna.

La primera etapa de la terminal costó 52 millones 999 mil 607.52 pesos del Fondo Metropolitano, uno de los 108 fideicomisos que eliminó a finales del año pasado el gobierno federal con el aval del Congreso de la Unión con el argumento de malos manejos.

Las vibraciones de las máquinas que demolieron la Plaza Cívica de Torreón para construir la Estación Nazas a principios del 2017, retumbaron en las viviendas de los habitantes de la calle 5 de mayo hasta el punto de que algunos techos están por colapsar.

José Asención Canales Rodríguez, uno de los ciudadanos afectados en El Arenal, compartió que se sienten “olvidados” por el gobierno, sus casas están en riesgo de colapsar y los servicios de agua potable, drenaje y alumbrado están dañados.

Agregó que la falta de iluminación, los daños en las vialidades aledañas y la falta de vigilancia en la zona ponen en riesgo a los vecinos, pues han sufrido robos desde que las obras están abandonadas e incluso cuando piden auxilio a los servicios de emergencia no llegan las ambulancias por la falta de accesibilidad.

Ascención Canales habita una casa cuyo techo se ha desmoronado en partes, las varillas están expuestas y teme que un día les caiga encima lo que queda de la losa en la cocina.

Los vecinos afectados han participado en varias manifestaciones sin tener una respuesta del gobierno. En la última protesta se atrincheraron en el puente de Torreón-Gómez Palacio y de esa manera llamaron la atención de Claudia Álvarez, de Atención Ciudadana, así como de Alfonso Tafoya Aguilar, quien está encargado del Órgano Regulador del Transporte Masivo.

En un recorrido por la zona se constató que hay oficios firmados por el funcionario en los que se compromete a reparar las viviendas y a restablecer los servicios públicos del sector.

La construcción de la Estación Terminal Nazas fue otorgada a la empresa Constructora Regional de La Laguna (CORELA), a través del contrato 008-FMETRO-TOR-16.

La compañía se comprometió a construir la planta de entrepiso en el ‘Área 2’, al desmantelamiento y demolición de la Plaza Torreón y de la Plaza Nueva, así como a construir un puente peatonal de acceso al corredor del transporte público de Torreón.

Las obras tenían que ser entregadas en 2017, sin embargo siguen inconclusas. Es en esa área es donde se ubican las viviendas con afectaciones estructurales.

Al recorrer la zona se nota abandono. Resalta una plancha de concreto sin el símbolo identitario que debían reponer y tampoco hay un área verde nueva.

La realidad difiere de las proyecciones y los planos de la obra que estuvieron disponibles en la página de Compranet.

La Estación Nazas del Metrobús Laguna sirve como basurero clandestino.

ESTACIONES INCONCLUSAS

La Estación Nazas es el punto donde se pretende lleguen los camiones de pasajeros y junto a ésta habrá una plaza comercial, según un anuncio hecho por el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís el 10 de junio de 2019.

La Secretaría de Infraestructura a través del Órgano Regulador del Transporte Masivo, emitió una convocatoria para que una empresa equipe y termine la Terminal Nazas, además de que inicie la construcción de la Terminal Mieleras, cuya operación se daría en concesión por 20 años.

La empresa Gas del Noreste SA de CV fue la única que concursó y ganó la Licitación Pública Número SIT-ODT-01-18 en junio de 2018.

De la Terminal Mieleras salta a la vista que nada más hicieron limpieza y nivelación del terreno, mientras que de la Nazas no hay ningún cambio porque permanece con una apariencia de abandono y como basurero clandestino.

Se buscó la versión de Alfonso Tafoya Aguilar, titular del Órgano Regulador del Transporte Masivo, para que explicara el estatus del convenio, el plan de la culminación de las estaciones y la manera en que se pagará por las afectaciones cometidas en perjuicio de los vecinos de El Arenal; sin embargo, primero argumentó problemas de agenda y luego no respondió mensajes del reportero, quien fue insistente para conseguir su versión.

Por su lado, su superior, el secretario de Infraestructura Miguel Algara Acosta evadió hablar de las terminales con este reportero cuando se le abordó y argumentó que son temas que ya no le tocan a su dependencia por tratarse de una inversión privada, aunque la licitación fue emitida por el gobierno estatal.

Los actos vandálicos se han hecho presentes en la infraestructura del Metrobús Laguna.

PUENTES Y PARADEROS IRREGULARES 

La construcción de las obras del Metrobús Laguna también tiene en su historial trabajos sin los permisos que la autoridad estatal debió tramitar ante el Ayuntamiento de Torreón para saber si las obras coinciden con el plan de vialidades.

La solicitud con el folio 00351421 ante la Plataforma Nacional de Transparencia y dirigida al municipio lo confirma, pues tres puentes peatonales construidos sobre la carretera Torreón-Matamoros que son complemento a la ruta troncal no están avalados por la autoridad municipal, aunque invaden parte del arroyo vehicular en las calles Torre Eiffel, Pescador y Felipe Ángeles.

La última de estas vialidades servía como un complemento al crucero inteligente “Vasconcelos” ubicado a unos metros y era un acceso a la colonia Felipe Ángeles.

“Se tomó arbitrariamente la calle y al hablar nosotros con el ayuntamiento de Torreón se cruzaron de brazos, porque me dijeron muy claro que es una obra que se llevaron al gobierno del estado y no podemos hacer nada”, reclamó Gerardo Espino, vendedor del sector.

En ese sentido, el 12 de marzo de 2019, el Órgano Regulador del Transporte Masivo le solicitó a la Dirección de Ordenamiento Territorial y Urbanismo la autorización para la construcción de la infraestructura y ésta le respondió vía oficio las necesidades.

Entre ellas, una anuencia vecinal, un trámite ante Cabildo para el uso de las calles, así como la colocación de señalética especial en una de las vialidades que tiene que ver con un crucero inteligente y de esa forma evitar accidentes. Hasta hoy, el Órgano Regulador no ha entregado los documentos.

A la falta de permiso de los puentes se suma también que los paraderos ubicados sobre el bulevar Revolución y la carretera Torreón-Matamoros tampoco fueron avalados por el ayuntamiento, según otro recurso de transparencia promovido por este reportero.

EL ALTO COSTO PARA LA COMUNIDAD 

La promesa de modernizar el transporte urbano en un corto plazo iba acompañada de una tarifa económica para los usuarios, misma que no se realizó porque se han registrado incrementos del pasaje en las 26 rutas de Torreón.

Entre 2017 y 2019 el costo por viajero subió de 9 a 13 pesos por decisión del Cabildo, que se equipara a los precios del transporte de ciudades como Monterrey, pero el parque vehicular sigue siendo el mismo.

“Lo que sí ha cambiado es el precio que no corresponde a la calidad que se tiene en otras ciudades ni con quienes manejan los camiones o la frecuencia de rutas”, afirmó Ernesto Saldaña, habitante de Gómez Palacio, Durango, quien a diario debe acudir a Torreón para trabajar.

Recordó que cuando se anunció el Metrobús Laguna hubo dudas en torno al proyecto y si realmente iba a beneficiar a la ciudadanía porque, aunque existiera una ruta troncal, habría que abordar otras unidades para llegar a distintos destinos.

La Ley de Transporte y Movilidad Sustentable para el Estado de Coahuila establece en su Artículo 52 que la antigüedad de las unidades no debe rebasar los 12 años, pero más de la mitad de los camiones urbanos superan ese periodo.

Los terrenos de donde estará ubicada la Terminal Mieleras nada más presentan trabajos de limpieza y nivelación de terrenos.

Según el representante del Comité Técnico de Transporte en Torreón, José Ángel Cuéllar González, un 80 por ciento del parque vehicular en Torreón supera los 12 años de antigüedad, si se toman en cuenta las 560 concesiones de camiones urbanos y 100 de suburbanos que operan en la ciudad.

Culpó al proyecto del Metrobús Laguna de esta situación, pues la falta de un modelo de negocios no les permite adquirir nuevas unidades.

“La realidad es que ellos han incumplido en varias ocasiones y solicitado ampliaciones porque no han tenido ni los números (del modelo de negocios) ni la obra civil”, respondió el empresario quien agregó que desde que arrancaron con las obras hace casi un lustro no fueron involucrados directamente y por ende la conformación de un plan financiero se complicó.

Cuéllar González dijo que algo que puede acelerar el proyecto es el cambio de la administración municipal de Torreón en unos meses, pues ahora el gobierno estatal priista tendrá un aliado del mismo partido en el nivel municipal.

“Van a tener más libertades para tomar ciertas decisiones, por ejemplo, una muy sencilla: siendo el municipio del PRI le puede recibir al gobierno del estado la obra aunque no esté terminada o tenga defectos”, añadió el transportista.

Hay quienes señalan que el modelo de negocio y la modernización de unidades no es lo único que debe tomarse en cuenta en la fase final del proyecto, porque hay un deterioro notorio en la infraestructura civil construida con recursos públicos.

“Nos preocupa porque carece de mantenimiento y seguridad, hay bastantes daños por choques e inclemencias del clima. Creo que no hay un estudio adecuado que diga al día de hoy el estatus”, dijo Óscar Omar Puentes, presidente del Colegio de Arquitectos de La Laguna.

Dijo que si bien la ciudadanía ya adoptó de alguna manera la infraestructura construida no hay una idea de cómo va a operar.

“Se vienen más a detalle problemas de funcionamiento, cultura de la ciudadanía y cuellos de botella que se van a formar por toda la movilidad”, acotó el especialista.

A casi tres años de que Peña Nieto dejó la presidencia de México su compromiso 116 sigue en vilo.

La memoria documental del proyecto expone que en 2017 agregaron al nombre del proyecto las palabras “primera etapa” y dieron como cumplido meses después el plan sin que en Gómez Palacio y Lerdo avanzara, como puede constatarse en la página oficial del ex presidente: (www.epn.mx/compromisoscumplidos/durango/).

Créditos adicionales:
Ilustración de apertura, Carlos Mendoza.
Visualización: Salvador Barrón.
Fotografías y video: Gerardo Pineda

Este reportaje forma parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists, en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers.

La historia de cuatro obras millonarias en Coahuila que no sirvieron a los campesinos

lunes, diciembre 28th, 2015

La Comisión Nacional de Zonas Áridas en Coahuila gastó millones en pilas que nunca se van a llenar de agua, construyó macrotúneles de siembra que nunca verán cosecha porque los instalaron sin sistema de riego y colocaron viveros con mallasombra en lugares sin agua. Toda esta infraestructura está oxidándose en el campo de Coahuila. Aquí la historia.

Foto: Vanguardia.

La Comisión Nacional de las Zonas Áridas (Conaza) mandó construir millonarias obras hace dos años. Foto: Vanguardia.

Por Jesús Peña

Ciudad de México, 28 de diciembre (SinEmbargo/Vanguardia).– En el monte del ejido Palma Gorda, Municipio de Saltillo, Coahuila, no florecen más que las piedras, los espinos y las hierbas silvestres.

Nada hay en la inmensidad del páramo sino eso: monte, piedras, espinos, hierbas.

Si las obras que mandó construir ahí la Comisión Nacional de las Zonas Áridas (Conaza) hace dos años hubieran funcionado, otra cosa sería.

Son dos grandes pilas para el almacenamiento de agua, un vivero y un abrevadero para el ganado que están abandonados y convertidos en basura en medio del desierto, sin que nadie haga ni diga nada.

Cientos de miles de pesos del erario público desperdiciados, tirados a la basura, como si fueran eso: basura.

En la página de internet de la Conaza dice que al menos en los últimos tres años, lo que va de la administración del Presidente Enrique Peña Nieto, esta dependencia ejerció un presupuesto de 11 mil 674.06 millones de pesos en obras como las del ejido Palma Gorda, que hoy no son más que escoria entre el paisaje de lomas y plantas desérticas.

Pero Palma Gorda, no es la única localidad en la que las obras del Programa de Desarrollo de Zonas Áridas, (Prodeza), uno de los proyectos claves de la Conaza, están tiradas.

En ejidos como Cuautla, La Majada y Rincón Colorado, ubicados a no más de 50 kilómetros de la capital, sede nacional de la Conaza, también hay varios millones de pesos del erario público echándose a perder a la intemperie en el desierto, sin producir nada en beneficio de las familias campesinas.

“Si eso pasa en la sala de la casa imagínate en el patio trasero, o a mil kilómetros de distancia qué no pasará”, cuestiona Roberto Martínez Daniel, el delegado en Coahuila de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (Cnpa), mientras caminamos el lomerío tapizado de cardos del ejido Palma Gorda.

Por eso, dice Martínez Daniel, fue que durante la visita del Secretario de agricultura José Eduardo Calzada Rovirosa, el pasado 18 de noviembre a las instalaciones de la Conaza en Saltillo, los campesinos afiliados a la Cnpa mostraron una manta en la que exigían al nuevo funcionario, designado por el gobierno a finales de agosto, que limpiara la casa.

PALMA GORDA: MONTARON UN CIRCO 

Avanzamos bajo un cielo acolchado de nubes y en contra del viento frío que pega como cachetada en la sierra del ejido Palma Gorda, situado a unos 22 kilómetros de Saltillo.

Roberto está diciendo que aquí es una cuenca hidrológica en la que bien podrían construirse obras de captación de agua y riego para diversos cultivos.

Pero parece que en las entrañas de estas lomas tortuosas y profundas del desierto, sólo hubiera lugar para las zarzas y acaso la cizaña.

Nos internamos en el monte. Roberto señala a lo lejos una mancha negra en medio de la nada.

Es un vivero, hecho con estructura de tubos galvanizados y mallasombra, que hace dos años vino a poner la Conaza en Palma Gorda con la colaboración de una agencia de desarrollo rural, de las llamadas adr, y una empresa proveedora de materiales, pero el proyecto no funcionó y ahora el vivero está en el suelo.

Para llegar hasta allá debemos subir y bajar por la cañada, entre pinchos que atraviesan la ropa y penetran dolorosamente la piel.

Durante el trayecto pasamos frente una planicie o terraza en el monte, cubierta por una espesa alfombra de zacate y vestigios de maíz.

Roberto dice que si se aprovechara el agua que baja desaforada desde la sierra, podría establecerse aquí algún cultivo de invierno: avena, cebada o sorgo forrajero.

Pero no hay vida.

Por fin arribamos a un claro en el monte donde sobresalen dos pilas de concreto para el almacenamiento de agua; un bebedero para el ganado y, en la parte baja del terreno, el vivero que serviría para el establecimiento de alguna planta comercial del desierto.

Son las obras que en 2013 hizo construir la Conaza para los ejidatarios de esta comunidad y que ahora lucen en ruinas.

Las pilas están vacías y ya presentan rajaduras en el fondo, pero además no cuentan con ninguna línea de conducción que lleve el agua hacia el vivero u otras tierras de cultivo del ejido.

Más allá se ve el abrevadero de concreto, que tampoco tiene agua para que las reses y cabras vengan quitarse la sed.

Roberto dice que fue hasta este lugar que los técnicos de la agencia responsable de elaborar y ejecutar la obra, subieron unas pipas para llenar las pilas y tomarse la foto del recuerdo, en un acto de simulación pura y sólo para que el proyecto pasara la supervisión.

“Se montó un circo en este ejido”, dice.

La explicación, aclara, es que estos trabajos se hicieron mal desde el principio, porque las dos norias que abastecerían las pilas están situadas a un nivel más bajo en la sierra y no se instaló ninguna bomba ni líneas de conducción para subir el agua hacia los reservorios.

Bajamos entonces para buscar las norias y cuando nos encontramos frente a uno de aquellos ojos de agua cristalina, me doy cuenta que no hay que ser ingeniero agrónomo para entender lo que Roberto me está diciendo.

“Las pilas están arriba, la noria está abajo, ¿sabes cuándo las vas a llenar?, el día de la chingada”.

Roberto dice que de haberse aprovechado esas aguas serían más que suficientes para establecer, por lo menos, unas 15 ó 20 hectáreas de algún cultivo forrajero, que garantizarían la alimentación del ganado en tiempos de seca, pero “¿dónde está esa tecnología?”, se pregunta.

Al rato estamos delante del vivero, hecho con estructuras de tubos galvanizados y mallasombra negra, que se halla prácticamente tirado, colgado, roto.

Roberto dice que de haber funcionado esta obra hubiera servido para el desarrollo de alguna planta del desierto, como nopal verdura, pepino o hierbas medicinales, en condiciones controladas y protegido de la radiación solar, el granizo, las plagas, la flora nociva y los animales como roedores, coyotes, zorrillos.

Pero al entrar en el vivero nos topamos con una selva de malezas, y es todo.

La mallasombra, que debería alimentarse con el agua de las pilas, las pilas que ahora están vacías, no fue provisto de sistema de riesgo.

“¿Dónde está la tubería?, no hay nada”.

Roberto explica además que el vivero se derrumbó porque la empresa proveedora, contratada por la agencia de desarrollo rural con el visto bueno de Conaza, no colocó refuerzos de cable acerado entre poste y poste, que dieran soporte a la mallasombra y ésta se mantuviera flotando.

A parte la malla se agujeró con el filo de los tubos galvanizados que la sostenían, porque, otra vez, la empresa proveedora no puso capuchones lisos en los tubos para evitar que el filo cortara la malla.

“No hay capuchón, la malla se agujeró; no hay cables acerados, se cayó, todo está en el suelo”.

A pesar de todas estas irregularidades ni supervisores ni el Órgano Interno de Control de Conaza ni la Auditoría Superior de la Federación, emitieron observación alguna sobre estas obras en el ejido Palma Gorda,

“Aquí estamos, viendo los hechos. En el escritorio podemos sacar todos un 10, pero vámonos al campo donde realmente necesitamos que las cosas funcionen y aquí no están bien. Son muchos recursos, ¿dónde está el área de supervisión, los órganos internos de control, la Auditoría Superior de la Federación? Son millones y millones de pesos que se tiran a la basura.

“Yo les digo ‘aquí en el escritorio puedo manipular mil cosas. Vámonos a los hechos, allá en el campo. Vamos a ver cuántos kilos de tomate comercializaron, eso es lo importante y dejar de dar cifras holgadas”.

Al respecto las Reglas de Operación de los programas de Conaza establecen que:

La Unidad Responsable o quien ésta determine, realizará la supervisión de la aplicación de los estímulos o subsidios otorgados a los beneficiario, debiendo estos comprobar y permitir la verificación relativa a conceptos como: los avances del proyecto, la aplicación de la totalidad de los recursos, la operación de la unidad de producción, los empleos directos que genera y la productividad de la Unidad de Producción, entre otros.

En cambio los campesinos de Palma Gorda, de La Majada, de Cuautla y Rincón Colorado, siguen pobres y ahora… defraudados.

“Esta obra es del 2013, dos años han pasado, ¿qué se produjo?, nada. no hay nada, nunca se estableció un cultivo aquí”.

Roberto no entiende cómo es que ocurren estas cosas, cuando se supone que las agencias de desarrollo rural, contratadas por Conaza para elaborar y ejecutar los proyectos, son rigurosamente seleccionadas con apoyo de instituciones como la Universidad Autónoma Agraria “Antonio Narro”.

“Se supone que la agencia de desarrollo hizo un estudio antes de ejecutar las obras y en ese estudio se ve cuánta población económicamente activa tenemos, cuántos años tiene, si se pueden dedicar a esto y ese proyecto se presenta a la Conaza y la Conaza dictamina, pero la agencia dice ‘los productores ya firmaron el acta de entrega – recepción, yo ya no tengo nada que ver ahí’”, detalla Roberto.

De acuerdo con la página de internet de la Conaza, un total de 280 agencias de desarrollo rural, de todo el país, acreditaron el proceso de selección 2015.

Otra mañana le pregunté a Heriberto Martínez Lara, profesor investigador del departamento de Economía Agrícola de la UAAAN,  instancia que coadyuva en la evaluación de las llamadas adrs, sobre la calidad y eficiencia de estos despachos, y así contestó:

“Pues es como en todo,  hay buenas, hay malas, como hay reporteros buenos, malos y otros que dan pena”.

Roberto cuenta que hace algunos meses ejidatarios de Palma Gorda se arrimaron a la Coordinadora Nacional Plan de Ayala en Coahuila, para preguntar qué podían hacer con este basurero de proyecto.

Roberto acudió entonces a la delegación de Conaza y la única respuesta que le dieron fue que los campesinos ya habían aceptado las obras y no se valía apoyarlos dos veces.

“Les dije, ‘pero aquí no se hizo nada’”.

Horas más tarde llegamos a la cabecera del pueblo de Palma Gorda, un racimo de chozas de barro y calles sin asfaltar, que a esta hora de la mañana se ve vacío.

Roberto dice que es porque la mayoría de los campesinos tienen que buscarse la vida en otros ranchos, pequeñas propiedades o  granjas, alejados de su comunidad ante la falta de fuentes de trabajo.

Y casi todos los pobladores de Palma Gorda,  La Majada, Cuautla y Rincón Colorado, son de la tercera edad y viven en condiciones precarias.

Roberto dice también que si los proyectos de Conaza sirvieran realmente, los ejidatarios tendrían para ganar varios jornales sin salir de su casa, que es el ejido, pero no es así.

Conversamos afuera de la casa del comisariado de Palma Gorda, con el comisariado de Palma Gorda, un hombre, corrioso y de tez tostada por el sol, a quien Roberto llama Lalo.

Pero Lalo no quiere hablar del proyecto fallido de Palma Gorda, dice que el ejido es autónomo e independiente, y que lo del ejido es del ejido.

“Lo del ejido lo vamos a manejar nosotros, haya daños o no haya daños, haya beneficios o no haya beneficios, lo vamos a trabajar nosotros… Todo eso lo vamos a manejar nada más dentro del ejido, ya nos lo están pidiendo así, entonces no va a entrar nadie”, dice y me hace una seña con la mano para que apague mi grabadora.

Hace unas tres semanas que estoy solicitando una entrevista con el delegado nacional de Conaza, Abraham Cepeda Izaguirre, para que me explique lo sucedido con las obras de Palma Gorda, y otros ejidos del sureste de Coahuila, pero no se ha reportado.

Diego Fuentes, su secretario, argumentó razones de agenda.

LA MAJADA: HICIERON UNA MEXICANADA 

Hace un mediodía nublado y fresco en el ejido La Majada, municipio de Saltillo, localizado relativamente cerca de la ciudad, a unos 36 kilómetros, por la carretera a Torreón.

Esta vez Roberto Martínez Daniel, el representante en Coahuila de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (Cnpa), nos ha traído para mostrarnos las obras que hace unos cuatro meses terminó de  levantar aquí la Comisión Nacional de las Zonas las Áridas.

Se trata de una pila de almacenamiento, un vivero, con estructura de tubos galvanizados y mallasombra, y un macrotúnel de polietileno, que, al igual que en Palma Gorda, están abandonados y convertidos en basura que sólo afea el pasaje desértico de La Majada.

Estas obras se construyeron con el propósito de derivar las aguas del manantial conocido como El Chiflón hacia la pila de almacenamiento y luego, a través de un sistema de riego por goteo, hasta la mallasombra y el macrotúnel, donde se establecería un cultivo de nopal verdura.

Pero parece que, como en Palma  Gorda, el proyecto abortó.

Iniciamos el recorrido por las tierras de uso común de La Majada, justo donde se desarrolló este proyecto que, según el presupuesto de obra, en poder de Semanario, tuvo un costo de dos millones 477 mil 989.56 pesos.

Dos millones 477 mil 989.56 pesos, dice Roberto, tirados a la basura

Entramos en una nave de plástico blanco. Es el macrotúnel, cuya ventaja más importante, dice Valentín Robledo Torres, profesor investigador del departamento de Horticultura de la UAAAN, es que adelanta el ciclo de producción de un determinado cultivo, en este caso el nopal verdura.

“Podemos tener producciones desde el mes de marzo, adelantándonos poco más de un mes, mes y medio, aproximadamente, con respecto a un sistema de producción a cielo abierto”, dice Robledo Torres.

Pero dentro de la nave no se ve a ningún campesino trabajando, no hay plantas ni sistema de riego.

Y el suelo, que no muestra ninguna preparación para el cultivo de algo,  se encuentra tapizado por una  ligera alfombra de yerbajos silvestres.

Además, Roberto hace notar que los arcos de tubos galvnizados del macrotúnel están quebrados, por ser de mala calidad.

“Hicieron una mexicanada”, dice, señalando unos remiendos hechos a la estructura con alambre oxidado y advierte que si la Conaza quisiera reparar esta nave, tendría que ponerla nueva.

Un atardecer visito en su bodega del viejo Edificio Charles, en la colonia Bellavista, a José López Martínez, el propietario de la empresa proveedora que instaló las mallassombras y los macrotúneles en los ejidos La Majada y Cuautla.

Cuenta que todo está bajo normas de calidad, que hasta ahora no ha habido problemas, salvo detalles simples con las cortinas de las estructuras.

Más allá miramos los restos de lo que era una mallasombra, donde tampoco hubo plantas, agua ni hombres laborando.

No hay nada, sólo zacates, flores silvestres y algunos trozos de manguera, de lo que hubiera sido el sistema de riego, dispersos por el suelo.

“El nombre de proyecto decía ‘Fortalecimiento de la infraestructura hidráulica y producción de nopal verdura y mezquite”, ¿dónde está el  mezquite y dónde está el nopal?”, está diciendo Roberto.

Adelante está la pila, que a diferencia de las de Palma Gorda está llena, pero de un agua rancia y verdosa que nadie usa porque no hay conexión para llevar el líquido del reservorio a la mallasombra y al macrotúnel.

“Necesitan echar la tubería ahí pa que alimente ¿no?”, irrumpe un viejo campesino que va pasando.

Pero la agencia de desarrollo rural, responsable de elaborar, ejecutar y poner en marcha el proyecto, ya no se paró ni por el vuelto.

“Ellos dijeron ‘ya cerramos, ya nos vamos, ái háganle como quieran’“, dice Roberto.

Le pregunto entonces que si no es más bien la apatía, la indolencia o la desidia de los ejidatarios.

Dice que no:

“En la cotización había para capacitación y no se les dio una buena capacitación para ver cómo se debe de manejar una estructura de macrotúnel, cómo se riega, cómo se hace la plantación, cuáles son sus cuidados, cómo se fertiliza y no se hizo nada de eso, ahí está. La raza quiere jalar, pero cómo jalan, si no hay nada. La gente dice ‘no le entramos, ¿cómo le vamos a hacer?’ ¿Quién le entra así?, ¿tú le entrarías?”, desafía Roberto, le digo que no.

Días después hablo por celular con Javier Quijano Urbano, el dueño de Estudios y Proyectos Agroecológicos de Coahuila, la agencia que tuvo a su cargo la elaboración y ejecución del proyecto del ejido La Majada.

Le digo que quiero platicar con él sobre esta obra y quedamos de vernos a la mañana siguiente en su agencia que, ahora sé, opera desde una ferretería de la calzada “Antonio Narro”, en la colonia Bellavista.

Amaneciendo recibo una llamada de Quijano, dice que no puede hablar, que antes tiene que pedir autorización de la Conaza porque son ellos quienes le pagan.

Le pido que al menos me cuente cómo van los trabajos de La Majada y si están funcionando bien.

Quijano responde que muy bien y que eso de traer el agua desde El Chiflón para alimentar las tierras del pueblo, es un proyecto de gran beneficio para los campesinos del lugar.

“Si quieres uno de estos días vamos, te llevo”, dice y contesto  que sí, que estaré encantado de ir. Cortamos.

Quijano ya no me ha vuelto a llamar.

EJIDO CUAUTLA: MÁS DE LO MISMO 

Apenas cruzando la carretera, frente a La Majada, se localiza el ejido Cuautla, también municipio de Saltillo, ubicado a 36 kilómetros de esta capital.

El cuadro es casi exacto al que vimos en La Majada: una pila de agua puerca, una mallasombra destruida y un macrotúnel, cuyo costo puede ser hasta de 400 mil pesos, pudriéndose a la intemperie.

Sin embargo, veo que estas obras, también concluidas hace cuatro meses, muestran mayor deterioro.

Parte de la mallasombra, que no fue bien fijada por la empresa proveedora, se ha volado con el viento, y sólo queda tambaleando el esqueleto de la estructura de tubos galvanizados.

El macrotunel está roto.

Y ni en el macrotúnel ni en la mallasombra hay cultivos ni riego, sólo maromas, esas yerbas como nubes,  redondas y enredadas, que van rodando en el desierto arrastradas por las tolvaneras

Aún así, dice Roberto, la Conaza avaló este proyecto que, según el presupuesto de obra,  tuvo un costo de dos millones 671 mil 019.56 pesos, y le dio carpetazo.

“¿Dónde está la planta?, ¿dónde está el riego?, ¿Cómo vas a regar?, ¿a tinazos?, ¿con botes? ¿Cómo vamos a elevar la producción en el campo, cuando estas agencias no hacen su trabajo, cuando las empresas proveedoras no cumplen”, pregunta al aire Roberto y a su pregunta se le lleva el aire.

Roberto dice que si eso pasa en los ejidos cercanos a Saltillo, donde se encuentra la sede nacional de la Conaza, que no sucederá en comunidades alejadas de estados como Zacatecas, San Luis Potosí, Baja California o Sonora.

Su silencio es más que elocuente.

RINCÓN COLORADO: PURA SIMULACIÓN 

Uno de los últimos días soleados, y de cielos índigo, de diciembre,  penetramos en el ejido Rincón Colorado, municipio de General Cepeda, localizado a unos 43 kilómetros de Saltillo.

Después de atravesar varios cercos de púas en el monte pisamos sobre una planicie, a las afueras del pueblo, en la se ve un conjunto de naves blancas de polietileno, macrotúneles, que hace más de un año puso aquí la Conaza, en colaboración con una agencia de desarrollo rural y una empresa proveedora, con la intención de  impulsar la agricultura protegida.

“Pero es solamente el nombre, porque ya hemos visto cómo está, no hay nada de producción, no hay nada de tecnificación y los recursos tirados”, dice Roberto.

En una de las naves, más tarde sabremos que son 16, observamos a dos niñas, una con cara de adolescente y la otra menor, que hacen labores de plantación de nopal verdura.

Este macrotúnel, como el resto de los que se instalaron en Rincón Colorado, no tiene sistema de riego ni una fuente de abastecimiento de agua, a no ser  una toma comunitaria cercana a la nave.

Conforme caminamos por las hileras de macrotúneles vamos viendo que algunas estructuras, en las que ya se han plantado pencas de nopal verdura, están desnudas y a otras les faltan las paredes de polietileno.

La mayoría de las pencas de nopal  que fueron plantadas allí están colgadas, encorvadas, como resultado del estrés, debido a la falta de agua y de cubierta de los macrotúneles.

Roberto dice que si en este  invierno llega a caer una helada, estas plantas se van a quemar y ya no habrá recurso.

“Es basura, pura simulación”, dice Roberto.

Más abajo nos colamos por otro cerco en el que se observa un conjunto de naves blancas y al interior más cultivos de nopal verdura.

Estos macrotúneles tampoco tienen sistema de riego y la mayoría de las pencas están secas, muertas.

Roberto calcula que en estos 16 macrotúneles la Conaza invirtió, fácil, unos cinco millones de pesos y por eso le da tristeza que este proyecto se haya quedado empezado y está casi tirado.

A la salida del pueblo topamos por casualidad con un campesino en cuatrimoto, es Carlos Zapata, el presidente del comité del ejido al que le fue otorgado el proyecto.

Le pregunto a Carlos que por qué, si ya ha pasado un año desde que se instalaron los macrotúneles, el proyecto no ha despegado.

Carlos dice que es que a los contratistas se les atraviesa una cosa y otra, que han tenido problemas con los trabajadores y que hasta que hay dinero le echan ganas, se paran y así…

Yo me quedo catatónico, mirando a la nada o tal vez a este desierto, donde solo florecen las piedras, los cardos y las malas hierbas…

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