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El Día Mundial de Animales en Granjas es más importante que nunca

domingo, octubre 7th, 2018

“En la actualidad, la desensibilización en torno a los animales está más arraigada que nunca. La gente olvida que la carne que se sirve en la cena fue en algún momento parte de un animal con la misma capacidad de sentir gozo y dolor que nosotros mismos, con una familia, que valoraba su vida y no quería perderla”, escribe Blanka Alfaro de Mercy For Animals México.

Ciudad de México, 7 de octubre (SinEmbargo).- Como cada año, el pasado 2 de octubre se conmemoró el Día Mundial de Animales en Granjas, un día para concientizar al mundo sobre el sufrimiento que miles de millones de animales padecen cada año al ser confinados en granjas industriales y explotados para consumo humano.

Esta efeméride fue impulsada en 1983 por una ONG llamada Farmed Animals Reform Movement (FARM), con la intención de reconocer el natalicio de Mahatma Gandhi y sus esfuerzos por defender los derechos de los animales.

Las enseñanzas de Gandhi son un gran motivo de reflexión. Él fue uno de los más notables impulsores de la no violencia en la historia y un ejemplo de la importancia de actuar de forma congruente con nuestros principios. Él afirmó que la grandeza de una nación puede ser juzgada por la manera en que trata a los animales, y su vegetarianismo, su rechazo a alimentarse de la carne de un ser sintiente, fue una de las muchas formas en que actuó en correspondencia a sus valores.

En la actualidad, la desensibilización en torno a los animales está más arraigada que nunca. La gente olvida que la carne que se sirve en la cena fue en algún momento parte de un animal con la misma capacidad de sentir gozo y dolor que nosotros mismos, con una familia, que valoraba su vida y no quería perderla.

Esta desensibilización también hace que sea muy fácil olvidar que los animales no son “de granja”, el hombre los confina ahí y los condena a una corta vida llena de sufrimiento.

La mente humana es capaz de cosas maravillosas, nuestro intelecto y conciencia debería demostrarse protegiendo a aquellos que son más indefensos que nosotros, no explotándolos.

Al tratar a los animales como mercancía, las personas no solo minimizan la importancia de otras especies, también actúan en perjuicio propio. Está demostrado que el consumo de productos de origen animal tiene grandes estragos en la salud y el planeta. Cada vez que alguien come carne, las condiciones para nuestra propia supervivencia se vuelven más insostenibles.

La gran mayoría de nosotros estará de acuerdo en que la violencia es uno de los problemas más grandes que la humanidad enfrenta, y esa violencia tiene su origen en la forma en que nos permitimos abusar de las especies con las que compartimos la tierra. Tenemos que reconocer nuestro lugar en ella, que nuestras acciones generan una reacción en cadena y que tenemos el poder y la obligación de cambiar nuestra realidad.

A Gandhi se le atribuye la frase “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”, es hora de entender que la no violencia empieza por nuestro plato.

En el mes de la independencia, ¡hagamos algo por los animales!

domingo, septiembre 9th, 2018

“Los propietarios de las granjas deciden usar sistemas intensivos en los que la dignidad y el bienestar de los animales no son una prioridad; las firmas comercializadoras invierten sumas enormes en publicidad para hacernos creer que necesitamos de sus productos para sobrevivir; y los consumidores deciden con su dinero las marcas que se mantienen en el mercado”, escribe Blanka Alfaro de Mercy For Animals México.

 Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).- Cada año, con la llegada de septiembre y después de que el bullicio de las celebraciones nos deja tiempo para reflexionar, las mismas discusiones aparecen: que si vale la pena derrochar dinero en festejos superfluos, que si las decisiones en materia económica garantizan nuestra independencia, que si la corrupción afecta la libertad de los ciudadanos para decidir su destino, etc. Y al mes siguiente, la relevancia de estos temas desaparece.

Quiero aprovechar el espíritu septembrino para hablar del imperativo ético con la libertad y el bienestar de cientos de miles de animales que hoy están confinados en granjas industriales. En México, casi 1 mil 900 millones de aves están hacinadas en instalaciones en las que no pueden comportarse naturalmente. Aquellas explotadas para obtener carne, son obligadas a crecer tanto y en tan poco tiempo, que su cuerpo termina por ceder ante su propio peso. Y aquellas usadas por la industria del huevo están confinadas en jaulas de alambre en las que ni siquiera pueden extender las alas, ni mucho menos caminar, anidar, posarse para descansar o tomar baños de polvo. Además, casi 17 millones de cerdos están reducidos al confinamiento en jaulas de gestación o en sucios cobertizos en los que terminan por exhibir conductas estereotipadas debido al estrés generado por estar privados de la libertad. Lo mismo sucede con más de 22 millones de vacas, ovejas, cabras y conejos.

¿Quiénes deciden que estos animales padezcan una vida miserable en las granjas industriales? ¿Los propietarios de estas instalaciones? ¿Las compañías que empacan y comercializan sus productos? ¿Los consumidores que los compran? La respuesta es todos. Los propietarios de las granjas deciden usar sistemas intensivos en los que la dignidad y el bienestar de los animales no son una prioridad; las firmas comercializadoras invierten sumas enormes en publicidad para hacernos creer que necesitamos de sus productos para sobrevivir; y los consumidores deciden con su dinero las marcas que se mantienen en el mercado.

En México, casi 1 mil 900 millones de aves están hacinadas en instalaciones en las que no pueden comportarse naturalmente. Foto: Mercy For Animals México

Este ciclo, sin embargo, no tiene por qué continuar indefinidamente. En este mes, en el que recordamos a todas las personas que hicieron posible que México se convirtiera en un país libre del yugo español, los invito a reflexionar sobre lo que cada uno de nosotros puede hacer para librar del sufrimiento a miles de millones de animales. A diferencia de las vicisitudes de los próceres de la independencia, nuestra contribución a la libertad y el bienestar de millones de animales no requiere que pongamos nuestra propia vida en peligro. Lo único que debemos hacer es reconocer que ninguno de estos animales pidió venir al mundo para ser reducido a la esclavitud, torturado, asesinado y convertido en nuestro alimento. Ninguno de ellos, ante la posibilidad de decidir entre estar confinado y vivir en libertad, escogería lo primero. Y todos nosotros podemos participar activamente del movimiento a su favor. Lo único que debemos hacer es no patrocinar este ciclo de sufrimiento innecesario y dejar a los animales fuera de nuestro plato.

¿Qué hacer por el presente de la humanidad y el futuro del planeta?

domingo, agosto 12th, 2018

“¿Cómo es posible —se preguntan algunos— mantener la esperanza cuando el presente es aciago y el futuro luce desolador? Las mismas voces preguntan qué impacto puede tener el comportamiento individual en resolver los problemas que nos aquejan como humanidad”, escribe Blanka Alfaro de Mercy For Animals México.

Ciudad de México, 12 de agosto (SinEmbargo).- Para muchas personas, leer o ver las noticias todos los días se está volviendo una tarea triste: desastres naturales, pobreza, conflictos sociopolíticos, delincuencia, corrupción e inexplicable violencia pueblan la pantalla del televisor y ocupan múltiples páginas en los medios escritos. ¿Cómo es posible —se preguntan algunos— mantener la esperanza cuando el presente es aciago y el futuro luce desolador? Las mismas voces preguntan qué impacto puede tener el comportamiento individual en resolver los problemas que nos aquejan como humanidad.

Si bien parece haber una distancia enorme entre estos desafíos que enfrentamos como especie y lo que hacemos en nuestra vida diaria, hay un tema en el que confluyen varios de nuestros problemas y el que, paradójicamente, no ocupa la atención de la mayoría de los medios de comunicación. Me refiero a la crueldad con la que miles de millones de animales son tratados cada segundo en todo el mundo. Sólo en México, en 2016 y de acuerdo con cifras de la FAO, más de 1 mil 930 millones de animales terrestres fueron explotados como alimento. Y en términos globales, estamos hablando de más de 70 mil millones. Esto sin contar con la captura de especies acuáticas, cuya muerte se describe por “toneladas”.

Dejar de patrocinar este enorme sufrimiento es algo que todos podemos hacer si decidimos dejar a los animales fuera de nuestro plato. ¿Y qué tiene que ver esto con los apremiantes temas que señalábamos antes? Borrar las barreras que nos separan de otras especies y reconocer que, sin importar la piel que los cubre o la forma de sus ojos, todos los seres son dignos de respeto y cuidado, nos abre la puerta a un camino donde sólo la aceptación tiene cabida. Admitir que el dolor que experimentan las gallinas, los peces, las vacas, los cerdos y otros animales tiene tanto peso para ellos, como para nosotros lo tiene el nuestro, no nos deja una opción distinta a la compasión y la solidaridad.

Este cambio de actitud ya está sucediendo. Adultos empáticos, para quienes ser miembro de otra especie no es sinónimo de convertirse en objeto de todo tipo de vejaciones, están educando a los miembros de las nuevas generaciones para apreciar las diferencias y no convertirlas en pretexto para la exclusión y el abuso. Y son estos niños y niñas quienes, a su vez, están educando a otros adultos que los rodean. En mi trabajo, he tenido la fortuna de conocer las historias de estos pequeños embajadores del respeto a los animales y la no violencia. Esto me llena de esperanza y es un permanente recordatorio para todos nosotros de que las decisiones que tomamos cada día pueden convertirse en las piezas para construir un mejor futuro, uno en el que la crueldad animal no tenga lugar.

Las decisiones que tomamos cada día pueden convertirse en las piezas para construir un mejor futuro. Foto: Cortesía Mercy For Animals México

Además de abandonar este ciclo de violencia, cuando decidimos no comer animales también le estamos haciendo un favor al planeta y estamos cumpliendo con nuestra parte para que las próximas generaciones aún tengan un lugar para vivir. El terrible impacto de la explotación de animales en el ambiente tiene que ser un llamado de atención para las empresas del sector alimenticio. Las ganancias económicas no pueden seguir siendo el estándar para medir el éxito de un negocio. Y, cada vez que nosotros decidimos consumir proteína vegetal en lugar de aquella derivada de la explotación animal, les estamos enviando un claro mensaje a estas compañías: ¡el futuro del planeta nos importa!

Por último, cuando optamos por una alimentación a base de plantas, estamos contribuyendo a una distribución más equitativa de los recursos del planeta. En lugar de ser usadas para producir el alimento para los animales confinados en granjas, las hectáreas cultivadas actualmente con este propósito podrían destinarse a alimentar los más de 800 millones de personas que hoy padecen hambre.

Saber qué ponemos en nuestro plato pareciera una decisión intrascendente. Pero no lo es. Todos los días tenemos la oportunidad de ser responsables con las demás especies que habitan el planeta. Cada día podemos pronunciarnos a favor del respeto a los animales y llevar a nuestra mesa la bandera de la no violencia. Como adultos, tenemos el imperativo ético de mostrarles a quienes hace poco llegaron al mundo que otra forma de relacionarnos es posible y que en el presente podemos hacer una gran diferencia.

¿Vegana? Y… ¿por qué?

domingo, julio 15th, 2018

“Decidí respetar a todos los animales sin escoger cuales se respetan en mi país, si no por que todos quieren vivir y tienen la misma capacidad de sentir dolor, es muy fácil cerrar los ojos y dejar de ver, pero una vez que los abres, no hay vuelta atrás”, escribe Blanka Alfaro de Mercy For Animals México.

Ciudad de México, 15 de julio (SinEmbargo).- No he sido vegana toda mi vida. Hace 13 años, al rescatar gatos y perros, comencé a hacerme más sensible al dolor de los animales y constantemente me decía a mí misma: “Algún día seré vegetariana”. Claro, me dije eso durante más de un año, pero cada vez que lo consideraba, pensaba, ¿cómo podré dejar la carne? Sobre todo los tacos, ¡tan ricos! Y, ¿comer solamente verduras y ensaladas? ¡Guac! Me parecía muy difícil.

Un día, fui a la fiesta de un familiar en la que sirvieron un espagueti con trocitos de carne que se veía delicioso. Estábamos todos en la mesa comiendo en silencio, cuando escuché la voz de un primo que me dijo en voz alta, mientras todos prestaban atención en la mesa: “Pues, ¿no que muy protectora de los animales? Y te comes una vaca”. Me quedé callada, sin poder darle otro bocado a mi comida y sonriendo como tonta, sin saber qué contestarle. En ese momento me di cuenta de que él tenía razón, y miles de preguntas se empezaron a formar en mi cabeza.

Pensaba, ¡claro que soy protectora de animales! Mientras veía cómo él seguía comiendo tranquilo, como si no me hubiera soltado una bomba. Claro, al pensar en animales, aunque sea una palabra con un significado tan extenso que incluye a todas las especies y a nosotros mismos, yo pensaba automáticamente en perros y gatos.

Marley, Molly, Lola. Foto: Santuario Libres al Fin!

Al comentarle a las personas sobre mi intención de dejar de consumir carne, incluso quienes apoyaban mi causa de defender a los perros y los gatos, me decían cosas como: “Bueno, es que lo de comer carne no es algo que hayamos inventado nosotras, siempre se ha hecho, para eso son…”.

Entonces, me puse a pensar, ¿cómo quiero educar a la gente para que no maltrate a los perros y los gatos, si en la noche yo me ceno a un cerdo, una vaca o un pollo? Pensaba, ¿cómo puedo ser una defensora de los animales si solo me preocupo por los perros y los gatos? La gente dice que las vacas, los cerdos y los pollos nacieron para eso. Pero, ¿quiénes inventaron eso, los humanos? Los humanos dicen que los perros y los gatos son nuestros, que deben servirnos, estar ahí a nuestra disposición y justifican su maltrato.

¿Qué diferencia hay entre un gato o un perro y un cerdo? A todos se les pueden enseñar muchas cosas, y la inteligencia de los cerdos es equivalente a la de un niño de tres años.

¿Qué diferencia hay entre el antirrábico y un matadero? En el primero, matan a cien perros al mes y en el segundo, al principio les disparan a los cerdos en la cabeza con una pistola de aire para después colgarlos boca abajo y, cuando aún están vivos, les hacen un agujero en el cuello para que se desangren, y no se lo hacen solamente a cien de ellos, como a los perros, sino a ¡miles, cada semana! Tan solo en México, se matan más de 1 mil 600 millones de animales confinados en granjas al año.

¿Con qué derecho criticaba a quienes explotan a una perrita hasta el cansancio en un criadero y la tiran cuando “ya no sirve”? Le quitan a sus cachorros al mes para venderlos, pero yo me tomaba la leche de una vaca que no conoce nada más que estar parada en un espacio que no es más grande que su propio cuerpo, conectada a un aparato para sacarle leche todo el tiempo, y que llora por días cuando la separan de sus terneros, a quienes venden como carne “tiernita”. Después de un par de años, se colapsan porque no aguantan vivir de esa forma mientras les siguen arrebatando a sus bebés.

Ramona. Foto: Santuario Libres al Fin!

¿Con qué derecho le pedía a la gente que tuviera compasión por los perros y los gatos? Ahora sé que al año, más de 190 millones de gallinas explotadas por la industria del huevo nunca verán ni sentirán el sol, ni extenderán las alas, ni respirarán el aire fresco. A los pollos, los engordan desde bebés para que crezcan muy rápido en un lapso muy corto, lo que causa que sus piernas se deformen y no puedan ni siquiera pararse a tomar agua o a comer. ¿Todo este sufrimiento para que yo pueda comer pollo? Al saber esto, se hizo muy difícil comer ese pollo sin pensar en que yo era cómplice de ese maltrato y que indirectamente estaba pagando para que alguien más los matara de esa forma.

¿Cómo podía decir que “para eso nacieron”? Sentía que podía escoger entre dos especies de animales y decir que debemos respetar y ayudar a algunos, mientras los demás, quienes los superan en número y sufrimiento, son asesinados para producir ropa o “comida”. ¿A quiénes sí tengo derecho de explotar sin sentirme culpable?

Después de analizar todo esto, me di cuenta de la incongruencia de mis actos y mis expectativas, y me di cuenta de que si no abría los ojos y empezaba a cambiar para, al menos, hacer lo que predicaba, nunca vería cambios en los demás. No puedo pedir que alguien cuide un animal cuando yo me como a otro, ¿cómo me quejo de que en China se comen perros y gatos y pienso que son personas malvadas? Yo he comido cerdos, pollos, vacas, lagartos, caballos y patos, ¿por qué unos sí y otros no? ¿Acaso no sufren igual? ¿No sienten dolor de la misma forma?

Eso dio vueltas en mi cabeza hasta que obtuve mi respuesta, decidí respetar a todos los animales sin escoger cuales se respetan en mi país, si no por que todos quieren vivir y tienen la misma capacidad de sentir dolor, es muy fácil cerrar los ojos y dejar de ver, pero una vez que los abres, no hay vuelta atrás.

Me siento físicamente mejor que nunca, éticamente, es de las decisiones más reconfortantes que he tomado, y descubrir la variedad y combinaciones de comida deliciosa que no tenía idea que existía, ha sido un verdadero placer.

Machete. Foto: Santuario Libres al Fin!

Es sólo cuestión de decisión.

Si quieres ayuda para hacer la transición a una alimentación sin productos derivados de la explotación animal, visita www.EligeVeg.com.