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No creo en Dios. Soy agnóstico, como Mario Conde: Leonardo Padura

sábado, marzo 17th, 2018

Le tiene miedo a la altura de México y por eso visita el país en diferentes escalas. Primero estuvo en Guadalajara, más tarde estuvo en Tepic -donde no me dieron café, se quejó- y finalmente en la capital, donde dio conferencias, presentó su libro y dio muchas entrevistas.

Ciudad de México, 17 de marzo (SinEmbargo).- Leonardo Padura dice que venir a México no le resulta fácil. Hay 2500 metros de altura y eso lo acobarda. Lo que hizo esta vez fue subir de a poco. Llegar a Guadalajara, donde hay 1000 metros y luego ir a la Ciudad de México.

Llegó para presentar su novela La transparencia del tiempo, donde Mario Conde cumple 60 años y mira el mundo desde esa perspectiva, tal como le pasa a él que tiene la misma edad (La Habana, Cuba, 1955).

No se sabe si va a filmar esta historia, por cuestiones de derechos y todas esas cosas. “Lo que sí es cierto es que con el actor Jorge Perugorría era una decisión que se había tomado desde hace tiempo y cuando le llegó el momento lo asumió con toda esencia”, dice a propósito de otras aventuras corridas por Mario Conde.

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“Mario Conde es como el escritor Virgilio Piñera, que antes de la Revolución era censurado y después de la Revolución era censurado, es decir, un inadaptado”, expresa Leonardo Padura, quien hace de las próximas novelas, siempre como un reto.

–Mario Conde ya tiene 60 años…

–¿Cómo llegó allí?

–Es cierto. El cuerpo dice una cosa y la mente otra, ¿se siente usted así?

–Yo a través de Mario Conde transmito muchas cosas que me pasan a mí. No solamente con la realidad exterior, sino también con la realidad interior. Como Conde es mi contemporáneo tiene una serie de maneras de entender la vida, de practicar determinados conceptos sociales, éticos, culturales, me es muy fácil llevar al personaje las preocupaciones que me van surgiendo. Conde, al llegar a los 60 años, me sirve para llevarme a una reflexión sobre mi propio envejecimiento. Creo que es un proceso donde uno se queda sorprendido, en la medida que va produciéndose, pero que tiene que asumir. Además, en muchos sentidos, el organismo y la propia mente lo obligan a uno a tener que asumirlo.

–El escritor rumano Mircea Cărtărescu decía que había podido hacer Solenoide, su mejor novela, a los 60 años, cuando creía que podía repetirse. ¿La transparencia del tiempo es algo así para usted?

–Creo que por mi propia manera de entender el trabajo de escritura, si bien yo soy muy conservador en determinados elementos de la vida personal, un poco como Mario Conde, donde he creado mi propia fortaleza donde está mi familia, mis amigos, mis libros y trato de que eso no cambie, aunque por supuesto envejece. Hace tres años perdí a mi padre, que era un poco el centro de la familia, aunque el puntal es mi madre, porque las mujeres son las que mandan, en un momento llegó una etapa de la vida, universal y cubana, en que estamos viviendo un momento de gran incertidumbre, de gran caos y eso pues me fija en un sitio y me da seguridad. Ahora bien, soy un escritor muy inseguro, siempre pienso que el libro que estoy escribiendo es un desastre, que no va a ninguna parte, que no va a funcionar, lo que hago es retarme. Y hasta ahora lo he hecho, con cada una de mis novelas y me ha ido bien. Perfectamente podría escribir una novela policial al año…

Soy un escritor muy inseguro, siempre pienso que el libro que estoy escribiendo es un desastre. Foto: Casa de las Américas

–Como John Banville, usando el nombre de Benjamin Black

–Sí, pero no lo hago. Yo, Leonardo Padura, no invento una estructura, un asesinato un poco misterioso y puedo escribir una novela de 250 páginas cada seis meses. Para mí, eso no tiene sentido. Lo que hago es hacer la próxima novela como un reto, tratando de que sea diferente, de que sea la mejor novela posible, que soy capaz de escribir en el momento que la hago.

–Lo entrevisté hace unos años y usted decía que ojalá no viniera un “Starbucks” a La Habana, acerca de los cambios que se iban a producir

–Bueno, el “Starbucks” no llegó, pero ojalá llegue, porque el café que venden en La Habana es tremendo. La situación económica cubana es muy delicada, el propio Raúl Castro reconoce que la asignatura pendiente del país es la economía, se están tratando de instrumentar cambios sin que cambie la estructura social del país y esto ha hecho que a veces las cosas se muevan en un sentido casi circular. Se avanza y se vuelve al punto de origen. Estamos en vísperas de una reunificación monetaria, hace 10 años que estamos en vísperas, en Cuba circulan dos monedas, una con valor de divisa y la otra con valor interno, lo cual ha deformado la economía y las finanzas cubanas. A veces lo que falta es perspectiva. Si bien se quieren hacer las cosas, hasta que la economía no funcione como debe funcionar, está difícil.

–Dicen que esta es su novela más política, pero no me lo parece. ¿No es sobre todo irónica?

–Claro que no, no es política para nada. Esta es una novela donde Mario Conde, con esa edad provecta, se aprovecha de los espacios de la inteligencia y de la palabra para ser más irónico. Creo que la mirada es muy irónica con respecto a muchos aspectos de la vida, pero también es una mirada muy triste con respecto a un mundo desde una sociedad que se había concebido como una sociedad muy igualitaria, muy compacta, pues eso va desapareciendo. No es importante que aparezca la riqueza, sino los sectores que se empobrecen, que de acuerdo a mi punto de vista, difícilmente vayan a resurgir.

–En la novela habla de una sociedad decadente, que ya no tiene posibilidades para avanzar, pero pasa en todos lados. Decía Manu Chao que “no hay que comprar”, que toda esta sociedad de consumo va a llevar al hoyo a la humanidad…

–Sí, yo creo que estamos viviendo un conflicto de nivel universal, lo que fue los conceptos de vida y los que son ahora. El mundo digital cambió muchas maneras de relacionarse y en los lugares donde hay una cierta capacidad económica de consumo, se vive una cultura casi de lo desechable. Se compra algo e inmediatamente se desecha, porque hay que comprar el otro. La gente vive en esa lucha, aunque tenga que empeñarse. El espacio que tiene la espiritualidad en las sociedades contemporáneas se ha ido reduciendo.

La transparencia del tiempo. Mario Conde ya tiene 60 años. Foto: Planeta

–Bobby es un personaje con el que Mario Conde no se hubiera relacionado en otro momento

–Mira, con Bobby conseguí algo que al principio de la novela no lo había pensado y fue tratar el tema de lo que había sido la homosexualidad en Cuba, en momentos en que había sido reprimida, estigmatizada, no solamente moral, religiosa, familiarmente, sino políticamente y un momento en que ese homosexual tiene una vida que puede ser muy normal y no es una víctima, sino que se convierte en un victimario. Creo que los seres humanos tenemos muchas capas, tenemos muchos rostros, incluso los más íntegros. Los rostros de Bobby tienen carácter ético y por eso ahora en lugar de una víctima puede ser un victimario.

–En su novela se muestra como Cuba y España están muy cerca

–La relación que tiene Cuba con México y España es muy visceral. Por razones de carácter cultural, histórico, familiar, ha habido momentos donde ha habido una gran tensión política, cuando triunfó la Revolución hubo muchos países que rompieron relaciones con Cuba, pero México y España no.

–¿Qué pasa con Dios en Cuba?

–Me parece que esta es una pregunta muy interesante, la más interesante que me has hecho. Durante 30 años, había unas planillas que tenías que llevar para la universidad, para el colegio, y te preguntaban si creías en Dios y la gente ponía no. Porque eso lo marcaba políticamente, creer en Dios te marginaba. Pero Cuba es un país con una cultura religiosa muy popular y profunda. Que se expresa de muy diversas maneras. Esencialmente somos un país de cultura católica, pero ese catolicismo está muy mezclado con las religiones africanas y hoy en Cuba es enorme la cantidad de gente que o va a la iglesia o va al santero.

–¿Usted cree en Dios?

–No. Yo soy agnóstico igual que Mario Conde.

“Mi próximo libro será sobre la diáspora”, anticipa Leonardo Padura desde Mexico

jueves, marzo 8th, 2018

El escritor cubano presenta en México su obra sobre Mario Conde, La transparencia del tiempo, donde el investigador ya llega como él a los 60 años, busca buen café, trata de dejar de fumar pero no y está pensando en cómo ha bebido a lo largo de estos años. Claro, también comienza a trabajar para Bobby, un hombre homosexual en La Habana.

Ciudad de México, 9 de marzo (SinEmbargo).- El hombre que escribió El hombre que amaba a los perros, sobre el asesinato de Trotski y de su verdugo, Ramón Mercader, ha dado hoy una conferencia de prensa, halagando en un principio a los lectores mexicanos y por otro lado el haber sido nombrado en noviembre pasado Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Sorprendido porque no ha sido El hombre que amaba los perros el libro que más ha firmado, sino Pasado Perfecto, la primera novela de su investigador Mario Conde, ha adelantado que su próxima novela será sobre “la diáspora”, aunque aplicada a todo el mundo, “ese irnos de acá para allá para buscar un nuevo sitio donde vivir” y ha hablado hasta del Halcón Maltés, esa criatura que ha homenajeado en la novela Perdido en el tiempo.

“El libro La transparencia del tiempo está distribuyéndose por toda América Latina, por España y la primera traducción será al griego; he vendido los derechos en varios idiomas y espero que esa novela tenga un recorrido tan largo como han tenido mis novelas anteriores”, dijo Leonardo Padura al iniciar la conferencia llevada a cabo en un hotel de Polanco.

Vestido con una camisa azul y un pantalón negro, sin fumar y sin tomar café, el escritor habló de las relaciones que tiene con México.

“Primero porque soy cubano y ustedes saben la relación que existe entre Cuba y México y por otro lado en mi caso particular esa novela, Pasado Perfecto, se editó por primera vez en una editorial pequeña mexicana y preparé una antología de cuentos cubanos. Dos de mis novelas tienen un importante componente histórico mexicano, en La novela de mi vida y en El hombre que amaba los perros, el asilo de Trotsky en México, durante el Gobierno de Lazaro Cárdenas, así que México siempre está en mí y en mi obra”, dijo.

Leonardo Padura presentará este viernes su mas reciente libro en México. Foto: SinEmbargo

“Claro que al venir a México recientemente tengo una percepción y la repito, es sólo una percepción, me he encontrado con que todo el mundo ha empezado a hablar de política en México, no encuentro a una sola persona que no me dé alguna opinión de lo que está pasando en la política mexicana. La otra, la parte más lamentable, son los niveles de inseguridad que se viven, incluso en sitios que eran muy seguros y que afecta muchísimo a la vida espiritual de una sociedad”, agregó.

Mario Conde está cansado, acaba de cumplir 60 años, ¿se cansará Leonardo Padura al escribir sus historias?

“Yo me canso cuando tengo que lanzar nueve innings tres veces a la semana, si me ponen a pichear cada cinco días, estoy perfecto. Mario Conde tiene 60 años y esos 60 le dan una perspectiva de la vida, tanto interior como exterior. Yo tengo la mía, es sedentaria mi profesión, aunque en estos días he recorrido no sé cuántos kilómetros, viniendo desde Tepic a la Ciudad de México, así que me dirán si he sido sedentario”, reveló.

“Mientras podamos, Mario Conde y yo juntos estaremos juntos, mientras sigamos entendiéndonos entre nosotros y entender la realidad que nos rodea”, ha dicho.

“Pretendo alguna vez escribir una novela sobre Chano Pozo (La Habana, 7 de enero de 1915 – Nueva York, 3 de diciembre de 1948, fue un percusionista cubano, hermanastro del trompetista Félix Chapotín), pero lo único que hice hasta ahora fue hacer un largo reportaje, pero es un personaje posible, lo he pensado”, ha confesado, mientras que a propósito de El halcón Maltés (novela de Dashiell Hammett), dijo que “ya tengo una novela en la que rindo tributo a Hammett, a través de la búsqueda de un Buda de oro que se ha perdido y que se supone que está en Cuba y al final es hallado. El objeto perdido y el objeto buscado han sido una de las constantes de la novela policial”.

NO PUEDO VIVIR SIN LA HABANA

Manuel Vázquez Montalbán decía que “los escritores pertenecen a un país, pero que los novelistas pertenecen a una ciudad”, fue la cita con la que Leonardo Padura habló de su sempiterna La Habana, la ciudad sin la que no puede vivir, a pesar de que viaja muchísimo.

“Soy un escritor de La Habana, es así. La ciudad, ese contexto donde se mueven los personajes es muy importante para un novelista y el contexto habanero es muy importante para mí. Soy habanero, aunque veo a La Habana con una cierta perspectiva de distancia, vivo en un barrio de la periferia, donde todavía hoy cuando la gente va a al centro de la ciudad dice: –Voy a La Habana”, afirmó.

“Mi percepción literaria viene de Alejo Carpentier y de Guillermo Cabrera Infante”, agregó.

“El tema de la diáspora me obsesiona tanto que posiblemente mi próxima novela será sobre eso. Estoy haciendo determinadas investigaciones y ver si puedo construir ahí algunas historias para tratar este fenómeno que no es local, el mundo está en movimiento, la gente está yéndose, buscando una forma de vida mejor en el lugar donde se la pueden ofrecer y como se sabe la gente puede migrar por muchos motivos. De carácter político, social, económico, amoroso, hay muchas maneras”, expresó.

“Lo que sí resulta cierto es que en Cuba ha habido muchas personas, todas menores de 40 años, gente muy preparada en lo intelectual y también en lo deportivo. El hecho de que en tres o cuatro años hayan salido de Cuba 200 jugadores de béisbol a buscarse su futuro, ha significado lo mismo que ha significado para la sociedad cubana la salida de tantos jóvenes, un empobrecimiento. El nivel educacional de Cuba es muy alto, el nivel profesional, técnico, el desarrollo humano y si los mejores se van, dejan un vacío y esa pérdida es importante”, agregó.

Acerca de los que van a vivir a La Habana o a algún otro lugar de Cuba, Leonardo Padura no soporta que tras estar una semana en su tierra “intenten explicarme a mí Cuba. Eso sí me parece grave, porque las sociedades tienen estratos de comprensión y códigos que solo lo entienden quienes viven durante muchos años allí”, concluyó.