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Qué es la “trilogía de la violencia” de Felipe Cazals y por qué es tan importante

domingo, octubre 17th, 2021

Considerado como pieza fundamental del cine mexicano, Cazals realizó más de 20 películas en su vida, siendo la época de la estatización del cine nacional su mejor racha cinematográfica.

Ciudad de México, 17 de octubre (SinEmbargo).- Los críticos Alonso Díaz de la Vega (El Universal y Gatopardo) y Leonardo García Tsao (La Jornada TV UNAM) describen el cine de Felipe Cazals con grandilocuencia: como fundamental para el cine mexicano.

“Sus películas no solamente representaron lo nacional sino que demostraron un entendimiento pleno de nuestras opresiones, de nuestros errores”, refirió Díaz de la Vega en su cuenta de Twitter.

La lista de las 100 mejores películas mexicanas de la historia según Sector Cine, la cual reunió a 35 expertos del cine mexicano para actualizar el listado de 1994 por la revista Somos, marcaron dos películas de Cazals dentro del rankingCanoa (1975) en séptimo lugar; y El Apando (1975) en el puesto 91.

A raíz de su reciente deceso, anunciado en la noche por medios oficiales y Rosa Eugenia Báez, esposa del cineasta, cabe preguntarse: ¿qué fue lo que hizo exactamente Felipe Cazals para que voces especializadas en cine y público en general lo coloquen como uno de “los grandes”?

El cineasta Felipe Cazals falleció este 16 de octubre a causa de un cáncer de esófago. Foto: Twitter @tvunam

Felipe Cazals Siena nació el 28 de julio de 1937 en la Ciudad de México, aunque fue registrado en Zapopan, Jalisco.

Mantuvo una educación básica en la capital del país; sin embargo, gracias a la facilidad por ser hijo de franceses, obtuvo una beca para estudiar en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos (IDHEC) en París, aunque al poco tiempo lo abandona.

A su regreso al país, después de trabajar en televisión y algunos cortometrajes, conoce a los cineastas Arturo Ripstein, Rafael Castanedo, Pedro F. Miret y Tomás Pérez Turrent, con quienes formaría el grupo Cine Independiente: una colectiva dedicada a la realización de cine experimental, según la biografía del cineasta realizada por la Cineteca Nacional.

Con la llegada de Luis Echeverría Álvarez a la Presidencia de México (1970-1976), también significó la instauración de Rodolfo Echeverría, hermano del Presidente, al mando del Banco Cinematográfico, dando paso a la estatización del cine nacional, periodo considerado por el historiador Emilio García Riera como “una época excepcional del cine mexicano”.

“Nunca antes habían accedido tantos y tan bien preparados directores a la industria cinematográfica ni se había disfrutado de mayor libertad en la realización de un cine de ideas avanzadas”, explicó el historiador en su libro Breve Historia del Cine Mexicano.

Además de su compañero Ripstein –junto con otros colegas como Jorge Fons, Paul Leduc, Alfonso Arau, Jaime Humberto Hermosillo, etc.– Cazals fue uno de los cineastas beneficiados por el control estatal del cine, trayendo consigo tres películas temáticamente unidas y que, conforme pasara el tiempo, el público la denominaría como “la trilogía de la violencia”: Canoa (1975), El apando (1975) y Las Poquianchis (1976).

CANOA: EL RETRATO DE UNA TRAGEDIA BASADA EN UN HECHO VERGONZOSO

Fotograma de la película Canoa de Felipe Cazals. Foto: criterion.com

La película retrata el hecho verídico del 14 de septiembre de 1968: unos jóvenes empleados de la Universidad de Puebla fueron linchados en el pueblo de San Miguel Canoa, Puebla al ser confundidos con comunistas, este prejuicio en gran medida fomentado por el sacerdote de la localidad.

El crítico de cine Jorge Ayala Blanco (Confabulario) caracteriza dicha película de múltiples formas, entre las que se incluye una “crónica multívoca de los hechos, reportaje sensacionalista, vivisección de mentalidad y fuerzas sociales en pugna, alegoría histórico política, film-ensayo, semidocumental novelado”, etc.

Canoa no es sólo una película susceptible de inspirar múltiples lecturas, sino que exige todas ellas”, afirma Ayala Blanco en su libro La condición del cine mexicano.

La buena recepción de la película logró que en 1976 fuera galardonada con el Oso de Plata del Premio Especial de Jurado en el Festival de Cine de Berlín.

Cuarenta años después de su estreno, la prestigiosa distribuidora Criterion Collection incluyó el filme de Cazals en su acervo, lanzando una versión restaurada en 4K en formato DVD y Blu-Ray.

EL APANDO: LA ADAPTACIÓN DE UN SISTEMA PENITENCIARIO

Fotograma de El apando de Felipe Cazals. Foto: dcine.org

En el mismo año en que estrenó Canoa, Cazals presentó El Apando, basado en un libro de José Revueltas y adaptado por el propio autor junto con el escritor José Agustín.

“El apando” es el nombre de la celda de castigo del antiguo Palacio de Lecumberri en la Ciudad de México: “la gloria de lo inmundo”, como define Ayala Blanco.

Dicha película cuenta la historia de tres presidiarios que intentan sobrevivir a la vida carcelaria en Lecumberri: Albino [Salvador Sánchez], Polonio [Manuel Ojeda] y “El Carajo” [José Carlos Ruiz]; sobre todo ante la necesidad de consumir drogas, cosa que verán de forma sencilla con ayuda de la madre de “El Carajo” y el apoyo de las parejas de Albino y Polonio “La Chata” [Delia Casanova] y “La Meche” [María Rojo].

Jorge Ayala Blanco ironiza la trilogía de la violencia al llamarla “la trilogía Alarma“, nombre inspirado en el periódico amarillista y cómo en las cintas de Cazals existe una exploración muy gráfica de la violencia y sus consecuencias, cosa que el crítico Ernesto DiezMartínez [Letras Libres] concuerda al llamar a El apando como uno de “los filmes más inquietantes en la historia del cine mexicano”.

LAS POQUIANCHIS: UN FRESCO RETRATO DE LA PERVERSIÓN

Fotograma de Las Poquianchis de Felipe Cazals. Foto: imdB.com

Basado en un hecho real, Felipe Cazals exploró junto con el guion de Tomás Pérez Turrent los crímenes de las hermanas González Valenzuela, apodadas “Las Poquianchis”.

Eva [Ana Ofelia Murguía], Delfa [Leonor Llausás] y Chuy [Malena Doria] son las protagonistas de esta historia, quienes para ganarse la vida sin mucho esfuerzo, “se aprovechan de la pobre de diversas familias de campo y de la inocencia de las mujeres para venderles falsas ilusiones”, detalla un texto dedicado al filme en el portal Cine O’Culto.

El mencionado Ayala Blanco le atribuye a Las Poquianchis una frescura al combinar estilos de las dos antecesoras de la trilogía al poseer “una estructura narrativa a medio camino entre el ‘reportaje reconstruido’ de Canoa y el descenso a un infierno autónomo de El apando […]”.

Con una trayectoria de 27 películas de larga duración, entre las que se incluye un documental, Cazals culminó su carrera cinematográfica en 2013 con el estreno de la cinta Ciudadano Buelna, la cual narra la vida de Rafael Buelna, militar durante la Revolución Mexicana.

En 2006 fue acreedor a la Medalla Salvador Toscano por el Mérito Cinematográfico, entregado por la Cineteca Nacional; así como un Ariel de Oro en 2010 por su Trayectoria Artística.

LOS POETAS Y EL CINE: Fernando Carrera escribe sobre “The Revenant”

sábado, febrero 13th, 2016
Actuación impecable técnicamente y profundamente emotiva de Leonardo DiCaprio. Foto: Facebook

Actuación impecable técnicamente y profundamente emotiva de Leonardo DiCaprio. Foto: Facebook

En respuesta a Alejandro González Iñárritu y la adversidad ampulosa” de Jorge Ayala Blanco, publicada por Confabulario, el tapatío Fernando Carrera realiza una encendida defensa del reciente filme que lidera las postulaciones al Oscar 2016, aspirando a 12 estatuillas doradas.

Por Fernando Carrera

Ciudad de México, 13 de febrero (SinEmbargo).- Respecto a la crítica del maestro Ayala Blanco sobre The Revenant (2015),  de Alejandro González Iñárritu, no puedo más que diferir con ella casi en su totalidad y compartir mi opinión sobre la misma. Con respeto a Ayala y su cuerpo de trabajo, su artículo denota una ponzoña y sesgo de antaño ante el trabajo del cineasta mexicano desde su primer filme, Amores Perros (2000), la cual descalificó también en su momento llamándola “apantalla-pendejos” (entrevista para la revista Milenio Semanal, 2000).

El lente de esta animadversión de origen y largamente sustentada tuerce de inicio toda lectura posible fuera de la estrictamente negativa.

Conozco el trabajo de Ayala Blanco desde hace tiempo y es mínimo o casi nulo lo que haya dicho positivo del trabajo de González Iñárritu, entre otras cosas, afirmando que al director de Birdman-or the Unexpected Virtue of Ignorance (2014) o 21 grams (2003), le falta mucho para tener un discurso propio (dicho esto apenas el año pasado en una entrevista para El Financiero sobre Birdman).

Con 12 postulaciones al Oscar, Alejandro González Iñárritu está otra vez en el centro de la escena. Foto: Especial

Con 12 postulaciones al Oscar, Alejandro González Iñárritu está otra vez en el centro de la escena. Foto: Especial

Si The Revenant no es una buena película e Iñárritu solo un “exDJ poshollywoodizado y un apantalla-pendejos” (dice Ayala Blanco), entonces debe ser también el Con-Man del siglo, ya que nos ha “apendejado” a muchos: del público, críticos y colegas, no sólo en Hollywood (por Amores Perros y Biutiful (2010) —postuladas a mejor filme extranjero—, Babel (2006) —candidata dirección y mejor filme —y Birdman —ganadora en mejor dirección y mejor filme—, más las postulaciones por The Revenant a mejor dirección y mejor filme, en cuanto los premios Oscar; y siendo dos veces ganador del DGA, premio del Sindicato de Directores de América, en 2015 y 2016) y en México sino en Cannes (donde por Babel le dieron el premio al mejor director). Evidentemente Ayala Blanco no es ni se puede tomar como la voz cantante o único punto de referencia sobre el trabajo de AGI, dada dicha animadversión de origen. El plasmar en una página un floripondio de adjetivos a partir de una mera impresión, sin acompañarlo de la suficiente deliberación y construcción argumentativa, es solamente etiquetar, no hacer crítica. “A mere labeler”, como llamara en Birdman el personaje Riggan Thomson a la crítico de cine al confrontarla en un bar neoyorquino.

En The Revenant, los personajes están fundamentados hasta donde necesitan estarlo, ya que los elementos esenciales de la película y los que le dan peso y dinámica son en sí la poética de la acción y de las sensaciones. En cuanto a la poética de la acción, esta genera su discurso no sólo en los seres humanos que confluyen en la trama y en Glass/Fitz, sino hasta en la osa, el cuerpo del caballo (móvil-madriguera), el binomio en constante flujo de vida-muerte (el indio que rescata y cura a Glass es asesinado a la mañana siguiente  o la piel de la osa que unas horas antes casi lo mata, lo ayuda a sobrevivir) y naturaleza-temperatura como organismo y escenario vivo e indiferente que influye directamente en el drama en movimiento puesta la lupa en la hiperbólica (con toda intención) situación de un hombre, Glass.

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No se necesita narrar la historia de la osa para comprender y sentir el poder, efecto y trascendencia de su acción en la trama; así como no se necesita narrar a fondo y a saciedad el pasado del indio pawnee que ayuda a Glass, sólo pocas y bien colocadas pinceladas que permitan comprender su dinámica y sentido de empatía hacia el moribundo Glass y entender este punto en la historia como un “check-point” y revulsivo para que la pasión de este personaje siga fluyendo (el mínimo de realidad necesaria que toda ficción necesita para sostenerse, dijera Alfonso Reyes).

Este pasaje en movimiento que es en sí la película, más que círculo cerrado, busca sacar a flote, a través de una línea histórica aparentemente sencilla, toda la experiencia poética posible (imagen, analogía y acción) que entrama la misma: la transformación y alcance del espíritu humano a partir y a través del dolor.

He aquí uno de los porqués (no sin porqués o porque sí, como afirma Ayala Blanco) del trabajo y propuesta visual de Lubezky. El otro gran porqué de la propuesta visual es la poética de las sensaciones, a la que se aferra Iñárritu y por  la que construye desde el principio una atmósfera de densidad y violencia, apelando a lo que existe anterior al lenguaje, donde cualquiera pueda conectar y sensibilizarse a partir del silencio y la brutalidad.

Director y protagonista del filme que está en la boca de todos. Foto: Facebook

Director y protagonista del filme que está en la boca de todos. Foto: Facebook

En este sentido resultan inmejorables ejes de ejecución la cámara de Emmanuel Lubezki, tanto en la intimidad avasalladora en la exposición intencional del vaho en la cámara o la híper-exposición del cuerpo herido y semi-mutilado de Glass (más sus ya conocidos y celebrados plano-secuencias), como en las tomas a gran escala del paisaje y de los elementos; y la actuación impecable técnicamente y profundamente emotiva de Leonardo DiCaprio, a quien favorece la condición silente del personaje a diferencia de sus “super wordy” personajes en anteriores filmes.

Por último decir que Ayala Blanco de manera maniquea enlista una serie de detalles y evocaciones hacia influencias necesarias y por demás evidentes (de las que nadie se escapa) de las que Alejandro González Iñárritu abreva (saqueando, glosando, abaratando y banalizando grandes ideas, dice Ayala Blanco) y que además se queda corto al no mencionar, por ejemplo, la imaginería poética de Tarkovsky en las tomas del agua en reposo-movimiento. Pero esto de ninguna manera es un aspecto negativo o en demérito de Iñárritu y su filme, pues como dijera Woody Allen: si tienes que robar (apropiación) hazlo de los mejores. Se trata aquí de una experiencia fílmica a través de una apuesta visceral y poética, muy característica del cineasta mexicano, que ha logrado que su filme, pretendiendo y siendo una obra de arte, se vuelva un fenómeno popular y comercial.

Quién es Fernando Carrera: Guadalajara, México, 1983. Es autor de los libros de poesía Expresión de fuego (Mantis Editores-Sec. de Cultura, 2007) y Donde el tacto (ICA-Conaculta, 2011; “Là où le toucher/ Donde el tacto” segunda edición bilingüe, Mantis Editores-Écrits des Forges, 2015). Recibió el Premio Nacional de Literatura joven Salvador Gallardo Dávalos 2010. Recibió Menciones honoríficas en el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2009 y en el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2006. Becario del Programa de estímulo a la creación y al desarrollo artístico, del Conaculta y la Secretaría de Cultura de Jalisco en 2008-2009 y en 2010-2011. Ha publicado en diversas antologías y en medios impresos y electrónicos a nivel nacional e internacional.

SÁBADO / Por si te lo perdiste…

domingo, noviembre 8th, 2015

Me indigna la realidad, no me indignan las películas: Jorge Ayala Blanco | Entrevista con CaneCan | El daño a la salud que causan los refrigeradores viejos | ¿Contratando y no sabes a quién? No sigas el ejemplo de la NBA | Toda la extraña vida que podemos encontrar en la ciencia ficción | Cin3mbargo: Movember y la salud masculina | Microhistorias: Leyendas del sureste |

 

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ENTREVISTA | El cine mexicano me hace delirar: Jorge Ayala Blanco

sábado, noviembre 7th, 2015

Es considerado el mejor analista del cine mexicano y su mirada insoslayable y sin concesiones sobre el séptimo arte nos ha enseñado a ser críticos y a la vez gozar de todos los elementos que contiene una película. Dice que hará crítica cinematográfica hasta los 106 años y busca editor para tres libros que ya tiene terminados. Es Jorge Ayala Blanco, genio y figura.

"Me indigna la realidad, no me indignan las películas". Foto: Francisco Cañedo, Luis Barrón

“Me indigna la realidad, no me indignan las películas”. Foto: Francisco Cañedo, Luis Barrón

Ciudad de México, 8 de noviembre (SinEmbargo).- “Ahí donde veas un grupo de gente y un hombre en el medio”, ahí está Jorge Ayala Blanco, dice la periodista de cine Sonia Riquer, quien en una entrevista reciente para SinEmbargo, calificó al nombrado como el mejor crítico de México.

Estamos en la Cineteca Nacional, remozada e intimidante, los periodistas van de acá para allá, de una función de prensa a la otra, mientras se prepara la conferencia para dar a conocer el programa del inminente Festival Internacional de Cine en Los Cabos.

La cita con Jorge Ayala Blanco había sido indefinida: tú me encontrarás caminando por allí, dijo. Y así fue. Acompañado por una joven y bella mujer de nombre Alejandra, el crítico más implacable y respetado del cine mexicano se dio a la tarea de responder a todas nuestras preguntas.

Al final de la entrevista, pedimos sacarnos una fotografía junto a él. “Vamos”, aceptó, “la última antes de que nos pulvericen”, advirtió, sabedor como es de que sus opiniones (eso de decir, por ejemplo, de que Daniel Giménez Cacho es un actor “acartonado y abominable”), a menudo van contracorriente y buscan tanto provocar como sacudir ciertas “verdades” establecidas en el terreno que mejor domina, el cine.

Recientemente, celebró sus 50 años de labor docente con el libro publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con el título El cine actual, confines temáticos, donde analiza 350 filmes extranjeros y contemporáneos.

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Corría el año de 1965 cuando Jorge Ayala Blanco (Ciudad de México, 1942) se inició, exactamente el 13 de mayo, como profesor de Corrientes estéticas cinematográficas e Historia y Análisis del cine, en el naciente Centro Universitarios de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, a los 23 años.

Meses después sería becario del Centro Mexicano de Escritores para trabajar su libro inaugural La aventura del cine mexicano, bajo la conducción de Juan José Arreola, Francisco Monterde y Juan Rulfo.

Ayala Blanco recuerda la figura del creador alquimista, cuya curiosidad ha permitido que su vocación investigadora contagie de un permanente sentido del cambio a cada una de sus 50 generaciones de discípulos, que lo adoran.

Ayala Blanco, que fue invitado como jurado que se considera “de fuste” ─la parte más vistosa de su columna central─ en la sección competitiva internacional del  Festival de Cine Independiente de Buenos Aires  (BAFICI) en su edición número 17, acaba de recibir el Premio Fénix al Trabajo Crítico, otorgado por la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci).

Se trata de un galardón internacional y al que irá a recibir vestido con corbata, acompañado de sus dos hijos, su única nieta y, “si me dan entradas, la galana y el galán” de sus vástagos.

SE HA GANADO UN PREMIO

–¿Cómo fue lo del Premio Fénix?

–Me llegó un correo donde me preguntaban si aceptaría el premio. Mi respuesta fue inmediata: después de leer esto me declaro difunto y puedo resucitar para recibirlo. No me lo esperaba. Es cierto que he recibido algunos premiecillos antes, pero siempre locales. Uno parte de la idea de que sólo existes en México, no fuera de tu país. Es una sorpresa grata, constatar lo contrario.

–Ser crítico y ser tan querido es una contradicción.

–Te equivocas. Si a algún crítico le han hecho bullying en México los demás críticos, si a algún crítico lo han mandado a la congeladora durante 30 años, ese he sido yo.

–¿Por qué le hacían bullying?

–Era otro país y había una cultura oficial muy fuerte. Nunca quise pertenecer a ningún grupo. El colmo de que todos los críticos que pasaban por cultos a los fines de los sesenta apenas tuvieron oportunidad de pertenecer a la cultura oficial me hicieron a un lado. Fue algo para mí muy divertido, para ellos no. Porque dentro del mismo periódico donde sucedió todo esto, que era el Excelsior, de Julio Scherer, estalló la bomba. Ellos escribían a diario y yo lo hacía una vez por semana en el suplemento cultural, así que yo decía que mi función como crítico era desinflar globitos. Se la pasaban inflando globos durante toda la semana, hasta que llegaba yo y hacía ¡pin!, era todo lo que tenía que hacer. Para mí era muy divertido, pero me creó muchas animadversiones.

–¿Pasó hambre por eso?

–No, nadie vive de la crítica de cine. Uno puede vivir para la crítica de cine, pero para lograrlo debes vivir de otra cosa y trabajar como crítico. Estamos en México y en el resto de Latinoamérica es lo mismo. Así que hice de traductor, fui y soy maestro, por supuesto en la Universidad. Vivo de dar cursos donde sea, donde me dejen. Porque, además, déjame decirte, mis enemigos cerraban puertas. De pronto llevaba yo una colaboración a algún medio y la mafia de Emilio García Riera (1931-2002) amenazaba con sacar sus textos si publicaban el mío.

–¿Fue su enemigo Emilio García Riera?

-Sí, fue mi enemigo. Era un psicótico que quería acumular toda la opinión cinematográfica, fue uno de mis enemigos menos queridos. Ya estaba yo grandecito como para andar preguntando: -Perdón, señor, ¿me puede gustar esta película? Es ridículo. Yo miro a gente como José de la Colina o Pérez Turrent con horror. Fue gente ligada al poder que cuando yo empecé a tener un mínimo de importancia se dedicaron a burlarse de mí. Emilio García Riera tenía una revista llamada DiCine, que luego se la quedó Nelson Carro, donde había una sección especial dedicada a insultar a Ayala Blanco. Era un estímulo, qué bien. Voy bien, sentía yo.

ESCRIBIR O NO SOBRE CINE MEXICANO

"La clase media no es más que enemiga de su propio país, produce las ideas, consume el cine, porque es la que puede pagar los 70 pesos que cuesta una entrada al cine". Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

“La clase media no es más que enemiga de su propio país, produce las ideas, consume el cine, porque es la que puede pagar los 70 pesos que cuesta una entrada al cine”. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–Usted tiene fama de que muchas cosas no le gustan.

–Tenía yo la fama cuando escribía sobre cine mexicano. Dejé de hacerlo en los periódicos en el 2000, así que tengo 15 deliciosos años de publicar libros, entre los cuales 10 son de cine nacional.

–¿Qué es el cine mexicano?

–Para mí es una delicia. Si algo me atrae es ver cine mexicano. La película puede durar una hora y media, pero en la corriente sanguínea de mi pluma puede permanecer una semana. No me importe cuánto dure la elaboración de la crítica, porque lo que hago es ensayo literario. No existen buenas o malas películas, existen casos y cada uno de ellos es delicioso desmontarlo tanto sociológica como psicológicamente, a veces hasta estéticamente. En el cine mexicano hay películas interesantes pero fallidas y fallidas pero interesantes. El cine mexicano es algo que me remueve las tripas y me hace delirar con gran gusto.

–Este año le gustó mucho Las oscuras primaveras, de Ernesto Contreras

–Sí, tiene algunos premios y sobre todo ha tenido muy buena crítica. Después de esa, sólo quedaría en el año Carmín Tropical, de Rigoberto Perezcano, que es una maravilla. Siempre hay una película que salva el año y en este 2015, esas dos han salvado el año. Ernesto Contreras y Rigoberto Perezcano son egresados de la Universidad Nacional. Fueron mis alumnos y ahora son mis maestros.

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EL CINE DOCUMENTAL MEXICANO

–Hay un gran auge del documental, me gustó mucho Lo que reina en las sombras, de Bernardo Ruiz…

–Me lo acaban de mandar, no lo he podido ver todavía

–Muy lejos del maniqueísmo que proponía Tierra de Cárteles

–Muy dudosa esa película, es un producto norteamericano ciento por ciento

–¿Este México que se desangra está en el cine mexicano actual?

–Puede estar y no estar, existe el malestar, no sé si la película en sí. Ahí tienes a Las Elegidas (David Pablos), que te remite de cierta manera a la situación actual, es de las interesantes pero fallidas. Tiene una realidad atrás muy vigente, toda esta cosa de la esclavitud sexual, pero la manera de desarrollarla es bastante desequilibrada. A veces el realizador se ve más el ombligo y se autosabotea.

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–¿Y qué piensa en general del cine documental mexicano?

–Que cuando se habla de auge es tan ambigua la palabra, se remite más bien a situaciones de masificación, de recuperación económica y en este caso hablamos de objetos de lujo para la Cineteca Nacional. Hay una extraordinaria película que se llama Un día en Ayotzinapa (Rafael Rangel) y nadie la vio. No se trata del panfletazo horrendo que solemos ver sobre el tema. Hay dos películas abominables al respecto, una de izquierda (Ayotzinapa, de Xavier Robles) y la otra de derecha (La noche de Iguala, de Jorge Fernández Menéndez), no sé cuál es peor.

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LAS SALAS PARA EL CINE MEXICANO

–¿Cómo puede ser que no haya salas para el cine mexicano?

–No es que no haya salas, sólo existen dos sopas: Cinépolis y Cinemex. Antes eran cuatro y le decíamos la banda de los cuatro. Las dos exhibidoras están regidas por la misma mentalidad de arrodillarse ante el cine de Hollywood y se ha logrado al cabo de los últimos 20 años han logrado lo que se proponían, que la gente viera al cine mexicano como algo ajeno. Se suele decir: hay que apoyar al cine mexicano. ¿Apoyar al cine sólo porque es mexicano? Eso es una tontería.

–Una alfombra roja como la de Spectre es un hecho político, ¿cómo la gente no se da cuenta de eso?

–Porque la que produce las ideas es la clase media y la clase media mexicana se avergüenza de ser mexicana. Es la gente que te dice: ¡Este país!, en lugar de decir nuestro o mi país. Se siente desposeída, se identifica con el agresor, con los dólares. La clase media no es más que enemiga de su propio país, produce las ideas, consume el cine, porque es la que puede pagar los 70 pesos que cuesta una entrada al cine.

–México es uno de los países donde más cine se ve en el mundo

–Sí, pero mal cine. Eso es porque el cine es un gran escape, como en todas partes. Seguimos en esa idea, de que el cine sea el gran escape.

–¿Ha salido enojado de una sala de cine?

–No. Sale uno excitado pensando qué buena película, cómo la echaron a perder, idiotas. Al final, el cine sigue siendo un juego, ¿salir enojado porque la película es mala?, ¡nunca! Si es mala, uno se ríe de la película y ya. El humor es la inteligencia adicional, tomarse en serio eso, qué horror. Me indigna la realidad, no me indignan las películas.

EL MIEDO A REPETIRSE

"Existe el malestar [sobre la realidad mexicana], no sé si la película en sí". Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

“Existe el malestar [sobre la realidad mexicana], no sé si la película en sí”. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Con 33 libros publicados, el gran miedo del maestro Jorge Ayala Blanco es repetirse. Siempre trata de agrupar sus ensayos en torno a un tema nuevo y con ello atraer la atención del lector.

“Después de 50 años dedicados al cine, uno ya tiene los mecanismos para encontrar determinadas formas que se adecuen al lenguaje y expresen lo que cabalmente uno quiere decir”, afirma.

“Ahora escribo un libro sobre los delirios narrativos, basado en la premisa de que el cine actual ya no narra, sino que delira relatos. No es nada bueno ni nada malo. Como Becket creo que lo que es es, no hay que juzgarlo, hay que describirlo”, confiesa.

–¿Tiene hijos, maestro?

–Sí, tengo dos. Uno es artista visual y la otra es médica. Mi vida está bien regulada, porque soy ingeniero titulado y tengo un hijo cada 25 años. El mayor tiene 48 años y la niña tiene 23. Ahora, cuando cumpla 75 ya no tarda y va a salir sensacional, porque tengo mucha experiencia. Todavía me falta un año y medio, seguramente voy a poner un anuncio pidiendo una vagina inteligente, cinéfila de preferencia… He sido con el mayor papá soltero. Todos los 10 de mayo le mandaba mensajes de solidaridad a mis amigas que eran madres solteras.

Una forma de educación de mi hijo Rodrigo fue el cine y mi hija me empezó a respetar a los 10 años cuando descubrió en Internet que el director de la única película simpática de Harry Potter (Alfonso Cuarón) había sido mi alumno.

–Lo quiere mucho a Alfonso Cuarón, ¿verdad?

–Sí, lo llamo Poncho. Con él no hablaba mucho yo de cine, sino de música, que nos encanta a ambos.

-A pesar de que la música en el cine…

–¡Es abominable, lo sé! A Alfonso y a mí nos gusta mucho Hans Werner Henze, a quien descubrí en la película Muriel, de Alain Resnais.

[youtube Mps49Z9hap8]

–Nómbreme a alguien favorito suyo del cine mexicano

–Admiro muchísimo a Cecilia Suárez, me parece una actriz excepcional. He apostado por mujeres muy graciosas como Ana Serradilla, por ejemplo, pero se fue apagando. Me gusta mucho Harold Torres, el actor de Norteado.

–¿Quién es su crítico favorito?

–Carlos Bonfil, sin ninguna duda, es una delicia platicar con él. Veo menos a Rafa Aviña, pero coincidimos enormemente porque ve mucho cine mexicano. Julia Elena Melche me parece también una crítica muy aguda. Mi mayor influencia en la crítica de cine fue el poeta Efraín Huerta. Los que me enseñaron a escribir fueron Juan José Arreola y Juan Rulfo, esos maestros tuve, si me los mejoras, me dices.

–Si le pregunto si Daniel Giménez Cacho, como se dice, es el mejor actor mexicano, tal vez resulte una pregunta inducida…

–No, no es inducida. Puedo decirte que me parece el peor cartonazo del mundo. Me parece abominable, pero funciona muy bien en el cine comercial mexicano, ese cartón heredado de Ignacio López Tarso a lo que los mexicanos están acostumbrados.

–¿Quién sería entonces el mejor actor mexicano para usted? Ya que nombró a Cecilia como la mejor actriz…

–Enrique Arreola me gusta mucho, es espléndido. Es divertidísimo, no tiene mal momento.

–¿Le gusta Damián Alcázar?

-Sí, me gustaba, pero se volvió gringo, ¿no? Que lo aprovechen los gringos y me gustan los “gaelitos” (Gael García y Diego Luna), claro, aunque son variables. Son menos interesantes como productores, pero son buenos actores. Las historias solo sirven para desbordarlas, siempre he estado en contra del cine que ilustra un argumento.

ENTREVISTA | El cine me dio la libertad que el dinero no paga: Sonia Riquer

jueves, noviembre 5th, 2015
“Hablamos de cine, pero no contamos la película” es el slogan de Gente de cine, un programa insoslayable para los aficionados al séptimo arte. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

“Hablamos de cine, pero no contamos la película” es el slogan de Gente de cine, un programa insoslayable para los aficionados al séptimo arte. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

La periodista de cine obtiene el premio Guerrero de la Prensa en el Festival de Cine de Morelia, un justo reconocimiento a su compromiso inclaudicable con el séptimo arte

Ciudad de México, 5 de noviembre (SinEmbargo).- “Menos dinero, el cine me lo dio todo”, comenta divertida Sonia Riquer, quien hace unos días fue merecedora del premio Guerrero de la Prensa en el Festival de Cine de Morelia, un más que justo reconocimiento a su dilatada trayectoria como divulgadora y crítica del séptimo arte.

Sonia es conductora y productora del programa Gente de cine, que se transmite todos los miércoles a través de Radio Educación y que este año arribó a su año 18.

Egresada del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), nacida en Veracruz en 1955, la hoy divulgadora siempre quiso filmar y ha trabajado como script en Sexo, pudor y lágrimas, hasta que la necesidad de consolidar un espacio de radio que permitiera analizar el fenómeno cinematográfico comenzó a albergar todos sus sueños del celuloide.

“Hablamos de cine, pero no contamos la película” es el slogan de Gente de cine, un programa insoslayable para los aficionados al séptimo arte y que le ha dado a su fundadora un estatus de prestigio en el siempre convulsionado ambiente de este arte sustancial en la cultura contemporánea.

Entrevistarla es unirnos al reconocimiento obtenido en el reciente Festival de Cine de Morelia, que Sonia vio crecer y que hoy alaba como el más importante en nuestro país.

Es conocer de primera mano, además, las valiosas opiniones de alguien que ama el cine desde la raíz y que descree de todo lo banal que a veces se relaciona con una expresión artística esencial para nuestro desarrollo emocional y mental.

_¿Qué eres, cronista o crítico de cine?

–Me siento rara, porque para los reporteros no soy reportera, para los críticos no soy crítico, en fin, mira, soy gente de cine, estudié en el CUEC y trabajo para Radio Educación. En el 87, cuando egresé era muy difícil filmar, por lo tanto encontré que hacer cine en radio me permitía estar cerca de lo que me gustaba. Empezamos el programa con la película Esculpir en el tiempo, de Andréi Tarkovski, y poco a poco incorporamos el cine mexicano, justo en ese año inició el Festival Expresión en Corto puede decirse que he hecho desde entonces crítica cinematográfica en la radio.

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–¿Cómo fue lo del premio Guerreros de la Prensa?

–Bueno, fue una gran sorpresa para mí. Sabía que existía porque el año anterior se lo habían dado a Leonardo García Tsao, pero no tenía mucha idea. Ahora se ha formado la red de periodistas cinematográficos y ellos son los que me dieron este premio a la trayectoria. Me han contado Juan Manuel Badillo, Alex Cárdenas, Jorge Caballero y otros que cuando salió mi nombre en la votación todos aprobaron por unanimidad, lo que evidentemente me da mucha satisfacción. El espacio de Radio Educación, sin ser espectacular o glamoroso, ha dado un espacio único a los cineastas para analizar sus películas con un tiempo y un cuidado que tal vez no se dé en otros medios. Yo estoy muy involucrada con el cine y me encanta ver que el programa ha crecido enormemente.

El cine mismo, el lenguaje, las historias, la temática…eso es lo importante del cine. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

El cine mismo, el lenguaje, las historias, la temática…eso es lo importante del cine. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

–¿Por qué no hay un gran medio de cine en México, es decir, una revista especializada de largo aliento, un programa de televisión en los canales abiertos o de cable?

–Bueno, es interesante la pregunta primero porque no sé cómo definir lo que es un gran medio. En el caso del Reforma, El Universal, El Excelsior, la respuesta sería porque no les interesa. La excepción es La Jornada que publica a tres importantísimos críticos de México, Carlos Bofil, Luis Tovar y Leonardo García Tsao, pero no hay medios de información grandes interesados en formar público, análisis, lo que les interesa es la comidilla del día, el estreno comercial, el chisme, cosas que no tienen nada que ver con el cine.

–¿Qué es lo importante en el cine?

–El cine mismo, el lenguaje, las historias, la temática…

–Ese interés por el chisme es injusto hasta con Hollywood, donde mucha gente tiene verdadera pasión por el cine

–Tienen pasión y siempre se molestan por el nivel de preocupación que se da en esos medios grandes por cosas como la ropa o con quien van a la alfombra roja y no por su trabajo.

–Estoy educada en la vieja escuela, voy a ver una película y al otro día busco la crítica desesperadamente

–Bueno, ese es el espectador ideal, cuando la película provoca más deseos de saber de ella . Existen revistas como Toma Cine, lo que hace Jorge Ayala Blanco en sus distintos blogs, a El Financiero se le hizo fácil botarlo, justamente a él, el crítico más importante de México para mí.

–La experiencia de la crítica alimenta tanto la experiencia del cine. Cuando descubres que al crítico le gustó la misma película que a ti te conmovió tanto…

–Y también cuando no estás de acuerdo, porque es muy nutritivo ese espacio donde puedes analizar mejor y discutir una película.

–¿Qué te ha dado dedicar toda tu vida al cine?

–Bueno, no el dinero que todos esperarían, pero me ha dado la libertad, algo que el dinero no paga, el placer de hacer lo que más me gusta, viajar, conocer gente, ver muchas películas. Nunca me agoto. Acaba de terminar el festival de cine más importante de este país, que es el de Morelia, y está por comenzar el de Los Cabos, inicia la Muestra Internacional de la Cineteca, esto no para. Como todo lo que te da tanto, también te quita algunas cosas. Yo tenía la fantasía de filmar y no pude…

Sonia Riquer, Gente de cine Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Sonia Riquer, Gente de cine Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

–El documental se está abriendo como una posibilidad periodística, ahora que los grandes medios se han cerrado al periodismo, ¿cómo lo ves?

–Estoy totalmente de acuerdo. El documental para mí es lo más interesante del cine mexicano actual. Escribo para el periódico del Festival de Cine de Morelia una columna que se llama  “Documenta: ¿No ficción?”, entrevisto a los creadores para dar a conocer su trabajo a la gente y en una de esas entrevistas me topé con Everardo González, quien acaba de presentar El Paso y me contaba de una escuela que está formando precisamente para los periodistas, para darle herramientas técnicas a los profesionales de los medios…

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–Porque lo que no para son las historias…

-Para donde voltees hay historias que valen la pena ser contadas y ese es el valor del cine documental. En el cine de ficción falta imaginación, falta rigor en los guiones, es lo que no está debiendo la ficción en general, con excepciones, claro, como El monstruo de mil cabezas, de Rodrigo Plá y Laura Santullo, o Te prometo anarquía, de Julio Hernández. Lo importante es que el cine existe más allá de todo, está vivo, es maravilloso y es un punto importante de encuentro no sólo para entretenernos, divertirnos, pasarla bien, sino también de sensibilizarnos hacia otras realidades.

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