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La película Esto no es Berlín muestra la conexión que hay entre el México ochentero y los millenials

martes, diciembre 10th, 2019

El filme le sigue los pasos a Carlos, un joven de 17 años que no encaja en ningún lugar, pero todo eso cambia cuando es invitado a un club nocturno clandestino, donde descubre el post punk y las drogas, lo que pone a prueba la relación que tiene con su mejor amigo, Gera.

México, 9 dic (EFE).- La película Esto no es Berlín, que relata las vivencias de un grupo de jóvenes en 1986, conecta de manera sorprendente con los millenials , explicó el director de la cinta, Hari Sama (Ciudad de México, 1967).

“La película conecta mucho con los millenials (nacidos entre 1980 y mediados de 1990) porque mi generación es un espejo para ellos. No se cómo ni por qué, pero si la hubiera estrenado en 1986 habrían venido 50 personas a verla”, precisó.

Carlos (Xabiani Ponce de León) es un joven de 17 años al que le encanta escuchar música y admirar a la hermana de su mejor amigo Gerardo, Rita, quien junto a su banda de música los invita a un club nocturno clandestino del que se quedan prendados.

Carlos es un joven de 17 años que se quedará atrapado en el mundo de las drogas y la libertad sexual. Foto: Especial

Estos lugares, según detalló Sama, quien realiza en la cinta un ejercicio autobiográfico, estaban frecuentados por una parte de la población que se sentía incomprendida y tenía aspiraciones diferentes a las habituales en un México que acababa de vivir el terremoto más destructivo de su historia y que se preparaba para el campeonato mundial de fútbol.

Música estridente, poesía contestataria, drogas y libertad sexual son algunos de los elementos de los que se queda atrapado Carlos, quien lucha por descubrir su propia identidad y encuentra en este espacio un refugio a una familia adinerada, católica y convencional.

“De 1986 casi no me acuerdo de nada, pero sé que lo viví dentro de esos lugares. Sí que estaba sucediendo esta contracultura (que se relata en la película) pero casi no se sabe nada. Nadie habla de esa época”, explicó el director.

Desde hace años Sama quería hacer una película que contase parte de su juventud, en la que descubrió su identidad a través de los círculos más underground de Ciudad de México, lo que consiguió tras varios intentos al encontrar guionistas con los que crear la historia y los actores perfectos para cada papel.

La historia está ambientada relata las vivencias del director en el México de los ochentas. Foto: Especial

“Yo venía haciendo películas más libres. Quería hacer una película con más estructura, más grande y sobre todo fundamentada en un buen guión. No fue fácil, más bien compleja de hacer y de conseguir que este guión le interesase a la gente”, explicó en rueda de prensa.

Los actores fueron llegando tras varios casting (pruebas de actuación) y después de meses de trabajo todos lograron crear el clima adecuado para el rodaje mediante el trabajo de cada personaje y el estudio del contexto de la época.

“Hubo trabajos muy diferentes en la preparación. Hubo trabajo de mesa pero nos enfocamos mucho en la esencia de cada personaje, en las cosas que le dolían a cada uno. Después sobre la marcha, en el rodaje, empezaron a suceder cosas, la magia de la época ya estaba ahí”, comentó José Antonio Toledano, quien interpreta a Gerardo.

Ximena Romo, que da vida a Rita, por su parte, consideró que fue clave conocer a la artista Patty Smith y lo que representa, ya que aunque Rita pertenece a una familia de clase media-alta, siente admiración por el modo de vida de Smith y tiene la capacidad de entenderlo sin contar con “ningún tipo de pasado cruel”.

“Sabíamos que de todos los personajes Rita debía ser el más centrado y estructurado”, expresó.

Ximena Romo protagoniza a Rita. Foto: Especial

La cinta se estrenó el 25 de enero de este año en el Festival de Cine Sundance que se celebra casa año en Park City (Estados Unidos) después de muchos esfuerzos, por ser una película que, especialmente por su contenido musical, resultó costosa económicamente.

Además, Sama tenía grandes exigencias en cuanto a la fotografía y los escenarios para que se construyese la historia de una manera “inmersiva” y verosímil para el espectador.

“Quería comunicar lo que sentí la primera vez que vi un performance y me voló el cerebro. Quería una película que no fuese un homenaje, sino que fuese los años ochenta mismos, o al menos mis ochentas”, sentenció el cineasta.

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El cineasta Hari Sama retrata el espíritu artístico y rebelde de los 80 en México en Esto no es Berlín

martes, junio 18th, 2019

El director visita Madrid para apoyar el estreno mundial de la cinta el próximo viernes en España, aunque pasó antes por los festivales de Morelia, el estadounidense Sundance y el español de Málaga, donde se llevó cuatro premios.

Madrid, 18 jun (EFE).- El cineasta Hari Sama se reconcilia con su pasado en su quinto largometraje, Esto no es Berlín, un espejo de la agitada vida de los años ochenta en su país, México, donde la rebeldía se mezclaba con la provocación y las drogas, mientras ardía con pasión la música y el espíritu artístico más vanguardista.

“Los ochenta -dice Sama en una entrevista con Efe– fueron agitación y anhelo pero, de cualquier manera, eso que vivimos es ya irrepetible”.

Esto no es Berlín es la historia de dos adolescentes que están creciendo en la zona de Lomas Verdes, un entorno muy conservador de Ciudad de México, y cómo descubren la contracultura y la vida nocturna de los años 80, en concreto, en unos días de la primavera que coincidió con los mundiales de fútbol de 1986.

Mientras el mundo mira a los estadios, un grupo de chicos y chicas, artistas y músicos inquietos, se lanzan a las vanguardias más provocadoras, pero México “no era Berlín”.

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“Queríamos emular lo que hacían en Londres, en Berlín, en Nueva York, e incluso aquí, en España. Era por la tristeza de saber que en México no pasaba nada. Teníamos esa necesidad de responder a la dictadura que nos había tocado vivir y eso nos situaba en rebeldía”, considera el director.

El director visita Madrid para apoyar el estreno mundial de la cinta el próximo viernes en España, aunque pasó antes por los festivales de Morelia, el estadounidense Sundance y el español de Málaga, donde se llevó cuatro premios.

La primera sorpresa de la película es que llega a España subtitulada en castellano para no perder el hilo de las conversaciones, que marcan la vida de estos colegiales de clase media-alta a punto de alcanzar la mayoría de edad. La segunda es la enorme cercanía con España.

“Venir de un lugar tan reprimido y conservador hacía que la búsqueda de la identidad propia se volviera mucho más radical. Pero también había una mirada muy específica del arte, había visiones muy encontradas, enfáticas, a veces violentas, sobre qué se quería hacer y muchas veces no estaban de acuerdo en cómo hacerlo”.

Sama explica que la época que le tocó vivir “tenía una mezcla oscura de búsqueda muy violenta por parte de artistas que trataban de encontrar su voz y, de otro lado, la salida del closet (armario), no solo sexual -aclara-, sino de la perspectiva de ser un ser humano, el ‘yo soy esto’, en un momento medio punk, medio radical”.

Cineasta, músico y compositor, Sama volcó en esta película una gran cantidad de experiencias propias, incluidos retratos de miembros de su familia o grupos musicales que le marcaron; sus tonteos con las drogas y hasta la pérdida real de algún amigo a causa de los estragos del sida. Foto: EFE

“Aquello era una forma de agitar y un anhelo que teníamos en ese momento los artistas”, resume.

Cineasta, músico y compositor, Sama volcó en esta película una gran cantidad de experiencias propias, incluidos retratos de miembros de su familia o grupos musicales que le marcaron; sus tonteos con las drogas y hasta la pérdida real de algún amigo a causa de los estragos del sida.

También hay mucho de verdad en Carolina -la madre deprimida del protagonista, Carlos-, símbolo de tantas mujeres (como su propia madre) que “no sabían bien cómo reacomodarse en la vida después de un divorcio, que venían de familias tradicionales donde el propósito era casarse y tener hijos, y chocaron con los cambios de roles”.

Ella marca el lado “gris” de la cinta, como el colegio conservador al que acuden, el “espejo” contrario del mundo prometedor del futuro, apunta.

Ahí están también Roxy Music, Joy Division, Rita Mitsouko, David Bowie y Brian Eno, que tanto significaron en su historia personal. “No podían faltar, aunque aún estemos pagando los derechos”, se ríe el mexicano.

Autor de cintas como El sueño de Lu (2012), Hari Sama (Ciudad de México, 1967) tardó varios años en cerrar un guion que sabía que le iba a costar; le ayudaron con los textos Rodrigo Ordóñez y Max Zunino.

En el reparto, Marina de Tavira y la famosa actriz mexicana de televisión Ximena Romo a quienes acompañan dos debutantes, Xabiani Ponce de León (Carlos) y José Antonio Toledano (Gera).

Ahora prepara Lastre, también “muy mexicana”, dice. Va de “la herencia maldita de las familias”, en este caso, sobre el abuso dentro de la familia con “tres generaciones que han heredado unas relación muy atormentada con la sexualidad y eso los hace seres muy complejos; también hay música -dice con un guiño-, esta vez muy inspirada en el rap del sur de España”.

Esto no es Berlín, el filme que recrea el México de los años 80, se presenta en el Festival de Málaga

sábado, marzo 16th, 2019

El director ha tenido tiempo para abrirse y recordar cómo vivía su adolescencia “en un suburbio de Ciudad de México” atestado de pandillas.

Málaga, 16 de marzo (EuropaPress).- El director Hari Sama ha presentado este sábado en el Festival de Málaga. Cine en español su nueva película, Esto no es Berlín, una historia con trasfondo autobiográfico que recrea lo vivido en México a lo largo de la década de los ochenta. Junto a Sama han estado presentes los actores Xabiani Ponce y Daniel Villar, que han arropado al mexicano en esta cita en la capital malagueña.

Carlos (Xabiani Ponce) es un joven de 17 años de Ciudad de México en los años ochenta que siente que no encaja en ninguna parte, por lo que necesita encontrar un nuevo lugar en el mundo. Todo esto cambia cuando conoce un club que le muestra la parte más sórdida de la vida nocturna: la ambigüedad sexual, las drogas y el postpunk.

Carlos se enfrenta a esta realidad junto con su mejor amigo, Gera, y termina encontrando su pasión por el arte. Esta exploración de sus nuevas identidades supondrá un proceso de cambio en el que todo se verá puesto a prueba, incluida su amistad.

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El director ha anunciado que España será el primer país donde se distribuya comercialmente el filme, el próximo mes de junio, mientras que en México no será hasta finales de año, una vez que la cinta pase por el festival de Morelia, que la película llegue a las salas.

Sama ha comentado que cuando comenzó a escribir el guión pensaba que lo vivido en aquella época en México fue “algo especial”, pero durante el proceso creativo se ha dado cuenta que “fue algo global” y que en otros países ocurrieron fenómenos similares, como la movida madrileña en España. “Se trata de una película muy autobiográfica, aunque también hay mucha recreación dramática. Crecí en un lugar muy similar al que vemos al principio de la película”, ha afirmado.

El cineasta mexicano no ha escondido que vivió en un “entorno muy conservador con una madre muy deprimida y un padre que no estaba” y que el encontrarse con gente “irreverente y loca” como la que representa en la cinta le ayudó a saber que quería dedicarse al arte. “Todos llegamos a una edad en la que creemos que necesitamos plasmar lo que hemos vivido. Yo aprendí que el arte era lo mío en un ámbito como el que se ve en la película. Muchos personajes están basados en gente con la que convivía”, ha manifestado Sama.

El director ha tenido tiempo para abrirse y recordar cómo vivía su adolescencia “en un suburbio de Ciudad de México” atestado de pandillas. “El grupo al que yo llego era básicamente gay y era de los más radicales en cuanto a consumo de drogas y demás. Muchos de ellos murieron. Mi mejor amigo lo hizo de sida a principios de los años noventa, otro falleció poco después de rodar la película, tras ayudarnos a comprender el personaje; otros han seguido en el mundo del arte”, ha comentado Sama.

Toda esa amalgama de personajes rebeldes que buscaban encontrarse a sí mismos convivían en un entorno en el que “había que trabajar mucho por su identidad”, algo que no era sencillo. “En esa época tener el pelo de color, llevar aretes o pasear de la mano junto a tu pareja del mismo por la calle era castigado con el arresto. Ahora uno puede vestirse como sea y no pasa nada, se han ganado muchos derechos y eso ha provocado que no sean tan necesarias las actitudes de rebeldía”, ha sentenciado Sama.

Tanto el director como los actores se han mostrado muy contentos con el resultado final de la película. Ponce ha afirmado fue “muy importante” poder conocer a Sama antes de la grabación para “buscar similitudes” y poder “preparar el personaje”, ya que se trata de un filme basado en vivencias del propio cineasta.

Villar ha recalcado que “cada artista tiene una actitud radical” y que el trabajo previo a la grabación fue clave. “Mi referencia, como español, era la movida madrileña y ha sido un sueño poder plasmar esto en la película. Antes de grabar improvisamos sobre diferentes temas y esto dio lugar a algunas escenas”, ha comentado el actor.

El feminismo más bien se dedica siempre a tratar cuestiones incómodas: Gabriela Wiener

sábado, junio 2nd, 2018

La escritora y periodista peruana, residente en Madrid, publica Dicen de mí (Esto no es Berlín), entrevistas con personas trascendentes de su vida: su marido, la madre de su hijo, su antigua psicóloga o el exnovio que la maltrató. “No se nos permite ser escritoras regulares, solo excepcionales o vendedoras. Isabel Allende produce basura pero Pérez Reverte la gran novela de aventura. Me di cuenta de que que yo fuera la única en la foto decía: ¿y las demás?”

Ciudad de México, 2 de junio (SinEmbargo/eldiario.es).- “¿Por qué no empezar por mí misma, que es lo que tengo más a mano?”. Gabriela Wiener cita a Phillip Lopate para explicar su nuevo libro, Dicen de mí, escrito desde el lugar que es origen y objeto principal de su producción: el cuerpo.  “La búsqueda siempre es la misma: indagar en los límites interiores de las personas, nuestros miedos y neurosis”, prosigue.

Este es un libro que pocos autores podrían afrontar. Lo conforman una serie de entrevistas sobre ella misma a personas trascendentales de su vida: su marido, la madre de su hijo, su propia madre, la que fuera su terapeuta hace 20 años, su vecino de la infancia, algún amante, su tótem Leila Guerriero o el novio que le reventó la nariz de un puñetazo (“la entrevista imposible”).

Ella, que es mujer, feminista, periodista, escritora, chola, inmigrante, vértice de una familia que formaron entre un padre y dos madres, invitada a eventos en  los que posa al lado de Vargas Llosa rompiendo con la foto y, ante todo, libre, lo saca adelante exitosamente. Aunque de los cara a caras salgan “cosas que no quiero oír. Aunque me duela”. Publicado primero en Perú, llega a España, donde Wiener reside desde hace años, a tiempo y de la mano de la editorial Esto no es Berlín.

El nuevo libro de la autora peruana. Foto: Especial

–Una de las cosas que dice tu madre de ti es que uno de los motivos por los que eres como eres es que no tuviste la idea que sí se inculcó a su generación de que una mujer no debe ser protagonista. ¿Hemos roto esa barrera o crees que es algo más implícito de ti y a tus compañeras todavía les cuesta levantar la voz sobre todo sobre sí mismas?

–¿Cómo no estar de acuerdo? Si nos atenemos a la historia, la mayoría de las militantes de izquierda fueron relegadas por sus propios compañeros de lucha a roles subordinados o accesorios. Para serte sincera no recuerdo a mi propia madre en ninguno de estos roles secundarios en su etapa más intensa de militancia política, pero entiendo que para muchas compañeras fue así. Aún lo vivimos, aun se intenta perpetuar ciertos roles, seguir esa inercia. Lo que más rabia me da es que muchas no se atreven o desisten porque tienen tanto en contra, porque desde nuestro lugar todo es el doble de difícil, porque los mensajes que nos mandan y nos mandamos a nosotras mismas son la mayor parte del tiempo negativos, porque el medio está diseñado al detalle para enseñar a las mujeres a desconfiar de sus capacidades, en lugar de a celebrarnos. Pero creo que hemos logrado cortar una de las cabezas de esa hidra que es el machismo. Y salen otras y saldrán, pero hemos empezado a cortar cabezas (de hidra) y seguiremos.

–El libro concluye con una entrevista que no pudiste realizar al novio que, como cuentas, te reventó la nariz de un puñetazo. Reconoces que hubo quien te recomendó que no lo publicaras porque al describir tu relación tóxica con él podría juzgarse que estabas justificándolo. ¿Existe un feminismo que evita tratar estas cuestiones incómodas? La violencia de género que no se limita a la idea estereotípica, los estudios que buscan causas por las que los hombres matan…

–No, creo que el feminismo más bien se dedica siempre a tratar cuestiones incómodas. La pregunta en realidad es quién se incomoda con según que cosas. Resultaría graciosa –casi hilarante si no causara muertes– la reacción de algunos hombres que pretenden “entender” el feminismo o que se ven a sí mismos como aliados pero a los que se les huele la incomodidad a leguas. No pueden estar bien, algo les pica y no saben dónde rascarse. Y mientras sigan sin saberlo van a sufrir, lamentablemente. Las feministas hemos dejado ya el diálogo comprensivo con el macho. Lo habrás escuchado mucho últimamente, la verdad es que estamos aburridas de tener que explicar lo evidente. Ya no más.

Gabriela Wiener, retratada en Madrid. Foto: Paul Vallejos/eldiario.es

–Algo que dice Jaime, tu marido, es que ser peruano y machista es casi una redundancia, ¿ser español y machista es casi una redundancia también? ¿has encontrado diferencias entre los dos países?

–Sí, es una redundancia. Casi te diría que hoy por hoy ser humano y ser machista es una redundancia, porque el machismo es el medio ambiente en el que todos y todas respiramos hasta ahora. La hemos cagado, hemos creado un medio ambiente tóxico. El feminismo es como la ecología, intenta que entendamos que esto se tiene que acabar ya, ahora, urgentemente.

–Has roto muchos tabúes: has hablado en primera persona sobre sexo, sobre fantasías sexuales, aborto, violación, poliamor, crianza alternativa, violencia de género, porno, el amor romántico. Recuerdo de entre todo la virulencia con la que se respondió desde algunos feminismos a tu columna Hola, puta, en la que defendías derechos para trabajadoras sexuales citando a Georgina Orellano y contando tu propia experiencia. ¿Llegará un día en el que el feminismo pueda dialogar calmadamente sobre este asunto o en el que se alcance un consenso?

–Estoy segura de que ese día llegará. De hecho veo cómo el debate se vuelve hostil entre las posturas más extremas, ni siquiera diría extremas, sino alejadas, especialmente en la esfera pública. Sin embargo, entre compañeras todas dudamos, todas vemos las contradicciones de ambas posturas, y aún discrepando nunca cara a cara hay tanta virulencia. Es un tema sensible que de alguna manera hace vibrar ciertas fibras que no sé explicar muy bien. Con esto no me voy a poner equidistante ni a relativizar una  problemática que es evidente nos divide a nivel teórico. Pero creo que si este tema produce tanto debate, tanta disparidad de posturas dentro del feminismo, es sin duda porque hay mucho que pensar en torno a él. El trabajo sexual y la trata apelan directamente a cuestiones que están en la base conceptual de nuestro feminismo: como el derecho sobre nuestros cuerpos, a quién pertenecen –ya sea velada o explícitamente–, la economía desde el punto de vista de las mujeres, la moral sexual, la violencia en muchos casos, el apropiamiento de las posiciones de subalternidad para convertirlas en posiciones empoderantes… hay múltiples capas sobre las que es difícil establecer una generalización normativa y sobre todo, hay personas tras esas capas, casos, vidas… Creo que todas podemos estar de acuerdo en que no estamos a favor de la mercantilización del cuerpo de las mujeres. Quizá yo sea una especie de abolicionista a largo plazo, pero no puedo desoír a las compañeras que piden derechos laborales y mejores condiciones de vida, y sobre todo no puedo usurpar sus voces en un asunto que les concierne sobre todo a ellas. Entiendo que esto es difícil de entender, pero el tema en sí no es simple. No podemos pensarlo solo con la cabeza. De todas maneras es un tema sobre el cuerpo, que lo atraviesa, y por eso resulta tan difícil pensarlo y llegar en esos términos a un supuesto consenso.

Gabriela Wiener, en la zona de Matadero de Madrid. Foto: Paul Vallejos/eldiario.es

–Muchas mujeres, abusadas o no, se reconocieron en tu columna El sexo de las supervivientes, ¿cómo viviste aquello?

–Lo viví conmovida, ya que hace tiempo hemos comprendido que aunque muchas cosas no están dichas se sabe que están ahí, en nuestras historias de vida, en nuestras experiencias como mujeres en el sentido más amplio posible del término (todas las que no somos cishombres adultos blancos). Lo viví con la tristeza del todo por hacer, con la solidaridad, con la esperanza de ver la ventana que se abre después de años de estar cerrada.

–Más allá del #Cuéntalo, ¿existe una cabeza por abrir en cuanto a nuestras fantasías sexuales y experiencias que construyen nuestra sexualidad que necesitamos para entendernos colectivamente?

–Existe esa cabeza. Pero se ha impuesto tanto silencio, esa sabiduría del cuerpo tanto tiempo silenciada es tal que tenemos una cabeza por delante en lo que respecta a nuestra sexualidad y a las violencias que la constituyen. Cada silencio es un melón, #cuéntalo abrió uno bien gordo, del que se deriva éste y así podría seguir. Nuestras fantasías y en general nuestra vivencia de la sexualidad se fundan en aprendizajes y experiencias que es necesario poner en común y si es necesario desaprender. Entendernos colectivamente es saludable e inevitablemente político.

–Sobre el famoso chalé de Iglesias y Montero: ¿cómo vive una mujer con un concepto de familia alternativo que el país y la política se haya paralizado por una polémica así?

–El problema no es que alguien desee algo así. Lo que pone de manifiesto la polémica es que a día de hoy conseguirlo es un privilegio y no un derecho. Lo más grave de este tema es que pone la puntilla a años de conflictividad social con el tema de la vivienda. No te hablo de un chalet con piscina, te hablo del derecho a una vivienda digna y a una vida digna en general. Es un derecho tan alienado por estos años de crisis, que a ojos de la opinión pública se desvela con claridad que el partido de izquierda más importante del país no está representando a la gente en realidad. Es una cuestión simbólica, si quieres. ¿Pero de qué otra cosa podría sostenerse la izquierda hoy en día? Puede haber proyecto y puede haber voluntad de llevarlo a cabo, pero con el ataque tan virulento de la derecha neoliberal necesitamos más que nunca referentes, y sólidos, que demuestren que efectivamente las cosas pueden ser distintas, que se puede vivir con dignidad y que lo que es un derecho no puede estar reservado a unos pocos. En ese sentido que sean una familia normativa es otro símbolo que quizá me puede rechinar a mí y a unas cuantas más, pero no creo que sea lo que le preocupa a la ciudadanía en general.

–¿Revela la estructura familiar una estructura ética y filosófica? ¿Cuánto dice de un país esta polémica?

–Por supuesto que pone de manifiesto una filosofía de vida, que pasa por la familia tradicional hetero y que pasa por la casa en propiedad y que, en tanto proyecto político, pasa por lo que siempre fue, un proyecto reformista para mejorar ciertas condiciones básicas de vida, no una transformación profunda de la sociedad o un cambio de conciencia. Pero la revolución no pasa por el Congreso de los Diputados. La revolución empieza en tu salón, si es que tienes la suerte de tenerlo y en la calle, que es donde te encuentras con tus vecinos.

–En apariencia estás atravesada sobre todo por dos realidades: ser mujer y ser chola. Eres una de las mejores escritoras de Latinoamérica, estás dentro del círculo de escritores de Perú, te incluyen en sus actos pero no cobras como ellos y como decías en la revista de eldiario.es a veces parece que seas un adorno o cuota, ¿sientes que te obliga esto a ser más prolífica, a demostrar más?

–Claro que sí. No se nos permite ser escritoras regulares, solo excepcionales o vendedoras. Isabel Allende produce basura pero Pérez Reverte la gran novela de aventura. Durante mucho tiempo el rachismo me pegó para abajo (el racismo más el machismo) y a veces pienso que me construí como escritora con mucha voluntad y ambición para borrar esos días de mi cabeza. Logré colocarme, tuve el privilegio de que muchos compañeros se fijaron en mí y me apoyaron, me auparon, escribieron sobre mí, me dieron trabajo, me elogiaron, me recomendaron. Gracias a ellos estoy donde estoy y eso es bueno para mí pero una putada para las mujeres en general que la realidad sea que sin contactos hombres es muy difícil avanzar, si no te tocan con su varita nada, si no te pone estrellitas el crítico así en masculino te quedas por el camino. No ha sido fácil ser una escritora chola, ni una escritora que también trabaja como periodista o que practica un híbrido que no saben dónde poner, ni ha sido fácil centrar mi escritura en el cuerpo porque eso es “femenino” y “cansino”, pero seguí peleando. Una vez me di cuenta de que el hecho de que yo fuera la única mujer en la foto o en la mesa no tenía que ver con que yo fuera una de las mejores, lo que decía esa foto es: ¿dónde están las demás? ¿debería seguir ocupando este lugar, ser esta cuota, para que el sistema se sienta bien con su consciencia mientras el resto sigue siendo invisible? Creo que muchas compañeras escritoras estamos en esto de aplicar el feminismo a nuestro trabajo literario. A nuestras vidas en general. Siento que somos mejores compañeras que nunca.

–¿Cómo crees que hubieses vivido esta explosión feminista y de romper el silencio si te hubiese pillado con 15 años, con 20? ¿qué le dirías desde ahora a la Gabriela de esa edad?

–Creo que me hubiera ahorrado a unos cuantos tontos. Le diría que salga  corriendo de ahí.