El director visita Madrid para apoyar el estreno mundial de la cinta el próximo viernes en España, aunque pasó antes por los festivales de Morelia, el estadounidense Sundance y el español de Málaga, donde se llevó cuatro premios.
Madrid, 18 jun (EFE).- El cineasta Hari Sama se reconcilia con su pasado en su quinto largometraje, Esto no es Berlín, un espejo de la agitada vida de los años ochenta en su país, México, donde la rebeldía se mezclaba con la provocación y las drogas, mientras ardía con pasión la música y el espíritu artístico más vanguardista.
«Los ochenta -dice Sama en una entrevista con Efe– fueron agitación y anhelo pero, de cualquier manera, eso que vivimos es ya irrepetible».
Esto no es Berlín es la historia de dos adolescentes que están creciendo en la zona de Lomas Verdes, un entorno muy conservador de Ciudad de México, y cómo descubren la contracultura y la vida nocturna de los años 80, en concreto, en unos días de la primavera que coincidió con los mundiales de fútbol de 1986.
Mientras el mundo mira a los estadios, un grupo de chicos y chicas, artistas y músicos inquietos, se lanzan a las vanguardias más provocadoras, pero México «no era Berlín».
«Queríamos emular lo que hacían en Londres, en Berlín, en Nueva York, e incluso aquí, en España. Era por la tristeza de saber que en México no pasaba nada. Teníamos esa necesidad de responder a la dictadura que nos había tocado vivir y eso nos situaba en rebeldía», considera el director.
El director visita Madrid para apoyar el estreno mundial de la cinta el próximo viernes en España, aunque pasó antes por los festivales de Morelia, el estadounidense Sundance y el español de Málaga, donde se llevó cuatro premios.
La primera sorpresa de la película es que llega a España subtitulada en castellano para no perder el hilo de las conversaciones, que marcan la vida de estos colegiales de clase media-alta a punto de alcanzar la mayoría de edad. La segunda es la enorme cercanía con España.
«Venir de un lugar tan reprimido y conservador hacía que la búsqueda de la identidad propia se volviera mucho más radical. Pero también había una mirada muy específica del arte, había visiones muy encontradas, enfáticas, a veces violentas, sobre qué se quería hacer y muchas veces no estaban de acuerdo en cómo hacerlo».
Sama explica que la época que le tocó vivir «tenía una mezcla oscura de búsqueda muy violenta por parte de artistas que trataban de encontrar su voz y, de otro lado, la salida del closet (armario), no solo sexual -aclara-, sino de la perspectiva de ser un ser humano, el ‘yo soy esto’, en un momento medio punk, medio radical».
«Aquello era una forma de agitar y un anhelo que teníamos en ese momento los artistas», resume.
Cineasta, músico y compositor, Sama volcó en esta película una gran cantidad de experiencias propias, incluidos retratos de miembros de su familia o grupos musicales que le marcaron; sus tonteos con las drogas y hasta la pérdida real de algún amigo a causa de los estragos del sida.
También hay mucho de verdad en Carolina -la madre deprimida del protagonista, Carlos-, símbolo de tantas mujeres (como su propia madre) que «no sabían bien cómo reacomodarse en la vida después de un divorcio, que venían de familias tradicionales donde el propósito era casarse y tener hijos, y chocaron con los cambios de roles».
Ella marca el lado «gris» de la cinta, como el colegio conservador al que acuden, el «espejo» contrario del mundo prometedor del futuro, apunta.
Ahí están también Roxy Music, Joy Division, Rita Mitsouko, David Bowie y Brian Eno, que tanto significaron en su historia personal. «No podían faltar, aunque aún estemos pagando los derechos», se ríe el mexicano.
Autor de cintas como El sueño de Lu (2012), Hari Sama (Ciudad de México, 1967) tardó varios años en cerrar un guion que sabía que le iba a costar; le ayudaron con los textos Rodrigo Ordóñez y Max Zunino.
En el reparto, Marina de Tavira y la famosa actriz mexicana de televisión Ximena Romo a quienes acompañan dos debutantes, Xabiani Ponce de León (Carlos) y José Antonio Toledano (Gera).
Ahora prepara Lastre, también «muy mexicana», dice. Va de «la herencia maldita de las familias», en este caso, sobre el abuso dentro de la familia con «tres generaciones que han heredado unas relación muy atormentada con la sexualidad y eso los hace seres muy complejos; también hay música -dice con un guiño-, esta vez muy inspirada en el rap del sur de España».