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“Trasladar mis novelas al cine es un desafío emocional”, confiesa el escritor argentino Eduardo Sacheri

viernes, febrero 21st, 2020

Sacheri no ha parado de cosechar éxitos en la gran pantalla: hasta tres novelas suyas se han convertido en películas y la última de ellas, La Odisea de los Giles (2019), ha sido galardonada este año con el Goya a la Mejor película Iberoamericana.

El autor reconoce que “disfruta de ese idilio” con el séptimo arte, especialmente cuando toca involucrarse en la redacción de los guiones, un reto inevitable porque prefiere “estar dentro y no fuera” a la hora de adaptar sus obras literarias.

Por Javier Castro Bugarín

Castelar, Argentina, 21 de febrero (EFE).- La radio popularizó sus relatos futboleros y el cine expandió sus novelas por todo el mundo, pero el escritor Eduardo Sacheri, honesto y cauto, no tiene reparos en admitir que toda su trayectoria literaria es “extremadamente fortuita”.

“Es imposible que uno pueda construir una carrera literaria sin enviones de buena fortuna”, asegura a Efe desde su casa en Castelar, el pueblo bonaerense que lo vio crecer y en donde continúa viviendo tras protagonizar una meteórica trayectoria como novelista y guionista.

Con o sin azar de por medio, los hechos evidencian que Sacheri, de 53 años, no ha parado de cosechar éxitos en la gran pantalla: hasta tres novelas suyas se han convertido en películas y la última de ellas, La Odisea de los Giles (2019), ha sido galardonada este año con el Goya a la Mejor película Iberoamericana.

Reflexivo, Sacheri reconoce que “disfruta” de ese “idilio” con el séptimo arte, especialmente cuando toca involucrarse en la redacción de los guiones, un reto inevitable porque prefiere “estar dentro y no fuera” a la hora de adaptar sus obras literarias.

UN DESAFÍO “EMOCIONAL”

Pasar de un trabajo solitario e íntimo como es la escritura al mundo del cine conlleva una serie de concesiones y sacrificios, especialmente cuando toca revisar lo narrado por uno mismo, tarea que Sacheri describe como un “trabajo de flexibilidad emocional”.

“Trabajar con otra persona que leyó el libro implica bajarte del pedestal de la autoría. Tenés que ponerte a la misma altura que el director, o menos aun, porque la película es de quien la dirige, no es tuya. Es un esfuerzo de contención que es trabajoso, no es fácil”, argumenta el escritor.

Desde aquella primera incursión en el cine con El secreto de sus ojos (2009), cinta basada en su primera novela y que fue premiada con el Óscar a la mejor película extranjera, Sacheri siempre ha insistido en coescribir el guion de sus adaptaciones cinematográficas, un requisito que, reconoce, es “bastante restrictivo”.

“Si bien considero que quien lee reinterpreta, quien lee recrea, también hay una esencia del asunto que a mí me interesa que se sostenga. Cualquiera de nosotros, cuando va a ver una película basada en un libro que leyó, espera encontrar algo y teme no encontrarlo”, afirma, meditando cada palabra que pronuncia.

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¿Y dónde radica, pues, esa esencia? En los personajes y en su modo de ser, “aunque haya hechos y circunstancias que cambien”.

“Si yo tengo que decir qué me deja conforme de todas las adaptaciones cinematográficas de mis novelas es que yo, cuando veo a esos personajes de cine, digo ‘eh, esa es la gente que puebla mis libros'”, sostiene Sacheri, maestro en la creación de personajes “anónimos” y “ordinarios”.

UN CONTEXTO TRÁGICO

Son precisamente personas anónimas y ordinarias las que protagonizan La Odisea de los Giles, un thriller con retazos de humor ambientado en el “corralito” del 2001, cuando se produjo una “ruptura” del pacto social que unía a los argentinos.

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De hecho, Sacheri recurre de forma frecuente a su formación como historiador para dotar de trasfondo a sus novelas, puesto que considera a la literatura como “un modo más de repensar a la sociedad en su contexto histórico”.

“Me gusta situar a esos personajes, a esos anónimos que te comento, en el momento que les toca vivir, porque creo que la historia nos acaece a todos”, señala.

En cualquier caso, el novelista aclara que, más allá de la fama de sus adaptaciones cinematográficas, él se siente “escritor de literatura”, puesto que cuando imagina un proyecto lo hace como “un libro”.

Tampoco piensa en el éxito de una novela mientras la escribe, ni en si se convertirá o no en una película: lo importante, para él, es que “escribir te haga bien, que uses la escritura para expresar, para profundizar, para pensar en cosas que, de otro modo, no tendrías la posibilidad de hacer”.

“UN PASO MÁS DE LEER”

¿En definitiva, qué es escribir para Sacheri? Nada más ni nada menos que un “paso más de leer”; advertir que, en definitiva, “uno necesita protagonizar el acto lector de manera más profunda, y la única forma de protagonizarlo es escribiendo”.

“Escribir para mí es un modo de sacar cosas, verlas, entenderlas un poco más, aceptarlas un poco más, disfrutarlas un poco más, y después volverlas a enterrar en el interior de uno mismo”, explica con tranquilidad.

“Mientras uno hace eso -prosigue-, yo no me atrevo a decir que uno es feliz, pero a lo mejor algunos días se siente realizado, o siente que le ha encontrado el sentido a ciertas cosas, o se siente reconciliado, más sereno. Y para eso es que uno escribe”.

Una vocación, una afición o un consuelo al que Sacheri continúa consagrándose con esmero: el bonaerense ya está inmerso en la preparación de su próxima novela, apenas meses después de la publicación en Argentina de “Lo mucho que te amé” (Alfaguara), un drama ambientado entre los años 50 y 60 que ya cuenta con siete ediciones.

Sin embargo, no será hasta que termine la promoción de este último libro que se sumergirá de nuevo en la literatura, labor que requiere de un único ingrediente: el “silencio”.

“La escritura necesito que sea acá en casa, o en algunos lugares de mi pueblo, y que esté en un momento de mucho silencio en los medios, de no estar viajando… A mitad del 2020 termino y recién ahí podré empezar concretamente a escribir, pero porque voy a estar más en silencio”, concluye.

Luego del ataque terrorista de las Torres Gemelas, Jennifer no recordará nada en Obsesión secreta

domingo, agosto 4th, 2019

Jennifer no se acuerda de nada de lo que pasó antes del ataque. Su esposo será el responsable de su cuidado, pero la pesadilla recién comienza.

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Ciudad de México, 04 de agosto (SinEmbargo).- Obsesión secreta aborda la historia poco después del ataque terrorista a las Torres Gemelas en el año 2002.

Ray y Jess son dos investigadores del FBI que trabajan en el departamento de antiterrorismo. Un día descubren un homicidio que cambiará el rumbo de sus vidas: la hija de Jess ha sido brutalmente asesinada. Trece años más tarde de este trágico incidente, todavía no encuentran al asesino pero Ray obtiene una nueva pista sobre el caso, que lo lleva a creer a que por fin podrá cerrarlo.

El remake estadounidense de la película argentina El secreto de sus ojos (2009), está dirigido y escrito por Billy Ray y puedes disfrutarla en la plataforma de streaming Netflix.

ENTREVISTA | Con mis libros, tengo pretensiones modestas: Eduardo Sacheri

sábado, octubre 1st, 2016

Hablar del mundo conocido, siguiendo el consejo de Ernest Hemingway. Contar historias pequeñas con vocación universal. Así escribe y piensa uno de los más leídos autores argentinos del momento, ganador del Premio Alfaguara con La noche de la usina.

Ciudad de México, 1 de octubre (SinEmbargo).- “Pampa y política, tiempos muertos de vida cotidiana y diálogos muy vivos, con un trasfondo crítico lleno de suspenso en el que la rabia fecunda es compatible con el humor más fresco”. Eso dijo el jurado del Premio Alfaguara 2016, al decidir que la novela ganadora de tan importante concurso fue La noche de la usina, del argentino Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967).

Se trata de otro paso más en la rutilante carrera literaria de este profesor de historia de escuela secundaria, cuya pretensión máxima es contar historias que tengan que ver con su entorno; poblar cuentos y novelas de personajes muy reconocibles en la realidad cotidiana.

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El escritor argentino conoció la fama internacional a raíz de la novela La pregunta de sus ojos, llevada al cine como El secreto de sus ojos, un filme de Juan José Campanella que ganara el Oscar en 2010.

Sacheri está convencido de que “es un artificio y una muestra de pedantería querer hablar de grandes cosas en las novelas”, por lo que afirma que sus libros “carecen de mensajes”.

“Tal vez, en este oficio de contar historias, se produce el milagro de que lo que escribo engancha con la vida del lector y le permite iluminar su vida”, expresa.

La experiencia con el cine de Sacheri no ha sido espontánea o fútil y, por el contrario, se extiende más allá de El secreto de sus ojos. Con Juan José Campanella también realizó la película animada Metegol y ahora escribe un guión del que no puede contar mucho.

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Quizás es esa relación la que le restó presencia en el ambiente literario de la universidad, algo que el escritor ni lamenta ni lo deja indiferente. “Decir que no me importa sería ejercer un acto de pedantería que no quiero permitirme”, afirma.

“El círculo literario argentino me ignora. Tal vez estaría bueno que el ámbito universitario, en general, fuera más diverso. Me parece que una de las claves del conocimiento y de la ciencia es la diversidad. Ponernos sectarios atenta contra el rigor de lo que hacemos”, afirma.

La noche de la usina, Premio Alfaguara 2016. Foto: Especial

La noche de la usina, Premio Alfaguara 2016. Foto: Especial

LA NOCHE DE LA USINA

La noche de la usina (Alfaguara) cuenta la historia de un grupo de vecinos, habitantes a su vez de un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires. La novela transcurre en plena crisis económica del 2001, frente a la cual los protagonistas se proponen reunir el dinero necesario para llevar a cabo un proyecto que podría ser una salida de la decadencia y la pobreza.

La revancha colectiva se constituye la única salida para un resarcimiento moral tan necesario como perentorios. Entre los perdedores, el sueño de la dignidad propicia consuelo.

“El nuevo libro de Eduardo Sacheri es un desahogo, un reparador y oportuno suspiro que llena de oxígeno el alma de los perdedores. El gol del honor, que le dicen”, escribió el periodista Jorge Londero en el periódico La voz del interior, mientras que Rocío Huerta, de El País, opinó que el autor “hace de las historias cotidianas lecturas conmovedoras, de los lugares comunes situaciones universales”.

–En tu nueva novela se nota tu profesión de historiador…

–La historia es parte de mi propia vida. A lo mejor en esta novela tuve que investigar un poco más acerca de ciertas cuestiones técnicas como las alarmas, las redes de alta tensión, los voltajes, pero fue una investigación doméstica y artesanal. Sin duda tuve que también repensar un poco ese pasado no tan cercano, de 15 años atrás, para ser más puntilloso, más exacto.

–Me llamó la atención cómo hace 15 años los comunistas entraban en la ecuación política latinoamericana…

–Bueno, creo que están todavía en el camino de las confusiones ideológicas que caracterizan la vida política argentina. Me gustó ese personaje que tenía esa matriz antigua de anarquista. Un anarquista que amaba a Raúl Alfonsín (ex Presidente argentino, 1927-2009). En mi país pasan esas cosas, empezando por el propio peronismo. Es un lugar donde las fronteras de las adhesiones son más raras que en otros lados.

–Alfonsín ha sido un personaje que ha ido ganando en la historia

–Sí, es verdad. Empezó a ser más valorado. En mi caso, siempre lo quise mucho. No tuve que hacer un camino de regreso. Hay como una reconciliación fuerte desde el punto de vista social con la figura de Alfonsín. No creo que desde el peronismo, que no lo reivindica mucho.

Lo que a mí me lleva a la literatura es indagar sobre mí mismo y sobre lo que ocurre alrededor. Foto: efe

Lo que a mí me lleva a la literatura es indagar sobre mí mismo y sobre lo que ocurre alrededor. Foto: efe

–¿Te animarías a decir que La noche de la usina es una especie de docuficción, al hacer tan “novelables” hechos cercanos en la historia?

–No, no me animaría. No son hechos tan cercanos, ya son 15 años y por otro lado me sirvo de la historia en segundo plano. Es una ficción que se sirve de la historia cercana y por eso te deja abierto un par de preguntas para que repienses como lector esa historia cercana.

–¿Hubo alguna preocupación por eso tan inclasificable que se llama identidad nacional?

–Me interrogo sobre eso, pero me parece tan inasible que no me atrevería a intentar una respuesta. Es válido que uno se viva preguntando cosas como si existe la identidad nacional, otra cosa es que si en mis libros me atrevo a esbozar una definición. En mis libros tengo pretensiones más modestas. Si a lo mejor algún lector, en Argentina o fuera de ella, cree reconocer ciertos rasgos que le permitan esbozar una fisonomía del país, es interesante, pero sería pretencioso establecerlo de mi lado, como diciendo: “este es mi gesto literario”.

–Lo que no es modesto es el uso del lenguaje. Una cosa es hablar en argentino, otra cosa es escribir en argentino…

–Para mí hay en la literatura argentina una gran autoridad -en el mejor de los sentidos- en esto de los diálogos y es Osvaldo Soriano (1943-1997). Me parece que en sus novelas los personajes hablan como personas y sobre todo los personajes se construyen a partir de lo que dicen, aunque no digan nada demasiado elaborado. Los personajes de Soriano no hablan mucho de sí y sin embargo se constituyen cuando hablan. No he leído a otro autor que haga eso con tanta pericia. No me es secundario el tema. Me interesa mucho.

–Aunque el diálogo es lo más artificial que tiene la narrativa

–Es difícil y te exige gran contención como autor. Se nota mucho cuando haces diálogos para cine. El diálogo tiene la particularidad y la complejidad de tener que connotar profundidades que no denota. Nosotros no hablamos con profundidad; sentimos con profundidad, pero no lo expresamos de ese modo. Mucho menos en una situación coloquial. Es una tensión difícil de resolver, porque la tentación del que cuenta es cargar los diálogos de profundidad. Como autor quieres que afloren esos sentimientos profundos del personaje en el habla. Si uno consigue que se manifiesten cosas profundas enmascaradas en esas palabras sencillas, el lector se queda con ese personaje.

–Pienso en Osvaldo Soriano cuando te leo…un escritor tan leído y al mismo tiempo tan ninguneado por la academia

–A él le jodía el ninguneo académico, que comparto. A mí me jode menos que a Soriano.

–Compartes también la obsesión del paisaje con la gente adentro

–Creo que es lo más interesante de contar. Por lo menos es lo que más me interesa mí. Lo que a mí me lleva a la literatura es indagar sobre mí mismo y sobre lo que ocurre alrededor.

–¿Eres de los que se sienta en un café a observar y a escuchar a la gente?

–Lo que tengo es una actitud empática hacia el mundo y las personas. No la naturaleza, que sería otra posible mirada. Me gusta observar y escuchar. Me interesa la vida de la gente. Me interrogo sobre la vida de la gente y me gusta la gente en sí. No me gusta la gente que habla mucho. Cuando era niño me molestaban las personas que no escuchaban y las que en su discurso demostraban que no te escuchaban.

Me cuesta mucho evaluar mis propios libros, porque lo que siempre me ocurre es que el último es lo que mejor me representa. Foto: SinEmbargo

Me cuesta mucho evaluar mis propios libros, porque lo que siempre me ocurre es que el último es lo que mejor me representa. Foto: SinEmbargo

–¿Hubo una motivación diferente al escribir La noche de la usina, comparada con los libros anteriores?

–Me cuesta mucho evaluar mis propios libros, porque lo que siempre me ocurre es que el último es lo que mejor me representa. El que soy hoy o casi uno muy parecido. Cuando escribí mi primer libro de cuentos, en el 2000, yo tenía 20 años menos, era otro. No quiero ejercer una crueldad fácil con aquel que fui, pero podría decir que La noche de la usina es la que más se ajusta a mí por cierta manera de narrar, por cierto uso del tiempo, por cierta contención en el lenguaje y porque hoy soy ese, sólo por eso, en realidad.

–Con esta novela, además, ganaste el Premio Alfaguara

–Sí, era algo que me generaba mucha ilusión. Era la tercera vez que me presentaba y no soy muy de presentarme a premios. Con este lo que me pasaba es que muchos libros que habían ganado el Alfaguara me resultaron muy buenos, lo que me permitió descubrir autores que no hubiera conocido de otro modo, como la colombiana Laura Restrepo, por ejemplo. Delirio me pareció una novela buenísima y desde entonces la empecé a seguir. Estoy seguro de que si no hubiera ganado el premio con La noche de la usina, lo hubiera intentado otra vez.

–Y lo ganaste con una historia muy argentina, aunque así son todas tus historias

–Creo que la única universalidad posible parte de esa pequeñez. Ernest Hemingway decía que uno debe escribir de algo que conozca y me hizo bien esa observación. Por supuesto que es delicado no caer en mirarte el ombligo, algo que sea tan tuyo que el lector se quede afuera. Hay cierta literatura del yo que está de moda, pero qué gusto me da cuando un autor me lleva a su mundo, que no tiene nada que ver con el mío, porque así te enriqueces. Aunque sea una frase remanida, es cierto eso de que leer te lleva a vivir otras vidas.

–Las historias que cuentas en La noche de la usina, el corralito, la crisis económica, pueden repetirse, sobre todo con este nuevo gobierno en Argentina…

–Me gusta ser paciente con los nuevos fenómenos políticos. No saco conclusiones rápidamente. La crisis del 2001 está presente todavía en el imaginario social de la Argentina. En el debate electoral estaba todo el tiempo mencionada la referencia a esa época. Veo a mi país tan polémico como el año pasado, me cuesta mucho sacar conclusiones en un contexto donde todos hablan de cosas distintas. Me parece muy interesante el reordenamiento político que se va produciendo, aunque no sepa bien adonde vaya a parar. Me interesa mucho la política, pero no considero interesantes mis opiniones políticas. Soy cauto frente a los movimientos políticos y soy cauto frente a los que vociferan a favor o en contra frente a esos movimientos políticos.

Eduardo Sacheri gana el Premio Alfaguara con novela sobre la crisis económica de Argentina de 2001

martes, abril 5th, 2016
Ama el futbol, la historia, el cine y la literatura. Foto: efe

Ama el futbol, la historia, el cine y la literatura. Foto: efe

Se anunció hoy en Madrid el XIX Premio Alfaguara de Literatura, que recayó esta vez en el escritor de El secreto de sus ojos, que fue película ganadora de un Oscar, a cargo de Juan José Campanella. La historia premiada habla de “perdedores que están en la mala, pero sueñan con la buena”, remarcó el autor

Madrid, España, 5 de abril (SinEmbargo).-El argentino Eduardo Sacheri, autor de El secreto de sus ojos y Metegol, entre otros, se hizo acreedor hoy al XIX Premio Alfaguara de Literatura en español, de acuerdo al dictamen de un jurado presidido por la catalana Carme Riera.

“No sólo es una inmensa alegría, sino también mucho orgullo. Los anteriores ganadores son grandes escritores y sentir que llegué a ese escalón con esta novela, me hace sentir mucha felicidad. Estoy agradecido a Dios, a la vida y al jurado”, manifestó Sacheri mediante una videoconferencia llevada a cabo en Buenos Aires, su ciudad natal.

El llamado “Premio para 400 millones de lectores” fue anunciado hoy en el transcurso de una comida llevada a cabo en el tradicional Hotel Ritz de la capital española, a la que asistieron entre otros escritores mexicanos como Pablo Raphael, el peruano Santiago Roncagliolo, los españoles Ray Loriga y Juan Cruz y el argentino Patricio Pron, entre otros.

El fallo de la XIX edición del Premio Alfaguara de Novela contó también con la asistencia de Anunciada Fernández de Córdova –responsable de la cultura en la Comunidad de Madrid-, el español Manuel Vicent (uno de los ganadores anteriores del galardón) y Patxi Bascoa –director comercial y de marketing de Penguin Random House-, entre otros.

Presidido por la catalana Carme Riera, el jurado evaluó 707 manuscritos procedentes de España y Latinoamérica, de los cuáles 303 han sido remitidos desde España, 108 desde México, 96 desde Argentina, 82 desde Colombia, 54 desde Estados Unidos, 34 desde Perú, 16 desde Chile y 14 desde Uruguay.

El galardón está dotado con 175,000 dólares (unos 161,000 euros), una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea en todo el territorio de habla hispana.

Hasta el momento han obtenido el premio el cubano Eliseo Alberto, el nicaragüense Sergio Ramírez, la española Clara Sánchez y la mexicana Elena Poniatowska, entre otros.

Tomás Eloy Martínez, Xavier Velasco, Laura Restrepo, Graciela Montes y Ema Wolf, Santiago Roncagliolo, Luis Leante, Antonio Orlando Rodríguez, Andrés Neuman, Hernán Rivera Letelier, Juan Gabriel Vásquez, Leopoldo Brizuela, José Ovejero, Jorge Franco y Carla Guelfenbein –la escritora chilena ganadora de la edición 2015- fueron los otros ganadores del Alfaguara.

Para la joven escritora de Pamplona Julia Montejo, autora de la reciente Lo que tengo que contarte (Lumen), un premio como el Alfaguara “ayuda a visibilizar la literatura en general y la historia del galardón ha garantizado a lo largo de su existencia una calidad literaria que ha logrado penetrar en los medios de comunicación. Se trata de una verdadera fiesta de las letras”, dijo la autora de Los abrazos oscuros, de pronta aparición.

Para Marian Izaguirre, la autora bilbaína residente en Madrid de La vida cuando era nuestra (Lumen), se trata del premio “más prestigioso en lengua española” y de hecho podría llamarse “el de las dos orillas”, pues tiene influencia “en uno y otro lado del Atlántico”.

La guionista de cine y escritora Ángela Armero, autora de la reciente Oliver y Max –la historia en cómo un padre luchará para recuperar a su hijo de un orfanato regenteado por los nazis- el Premio Alfaguara es importante “porque pone en contacto entre sí a la vasta comunidad de escritores en español”.

Así las cosas, este “acontecimiento cultural”, denominado así por Nuria Cabutí Brull, directora general de Penguin Random House Grupo Editorial, recayó en un fanático del club Independiente, profesor de historia en escuelas del Gran Buenos Aires.

UN ESCRITOR DE LITERATURA, UN HACEDOR DE GUIONES

En el mundo cultural anglosajón, donde florece el gran mainstream de escritores, actores, músicos y demás etcéteras, no llama la atención que de un buen libro salga una buena película. De ahí, en el millonario showbusiness  de las sociedades ricas, se contemplan todas las combinaciones posibles: de mal libro, buena película: de buen libro, película horrorosa y así…

En Argentina, donde el escritor Eduardo Sacheri nació hace 46 años, no llamó la atención que su novela El secreto de sus ojos, publicada en 2005 con el título más sugestivo de La pregunta de sus ojos, accediera al podio de las mejores ventas merced al películón homónimo de Juan José Campanella, protagonizada por el genial Ricardo Darín, ganadora del Oscar en 2010.

Al fin y al cabo, el profesor de historia y fanático de Independiente que había escrito la historia, ya le iba bien con sus libros de cuentos.

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Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, editado en España como Los traidores y otros cuentos (2000); Te conozco, Mendizábal y otros cuentos (2001) y Lo raro empezó después: cuentos de fútbol y otros relatos (2004), son testimonio de una obra parsimoniosa y sólida con que Sacheri ya tenía un lugar en la literatura de su país.

El secreto de sus ojos fue el boom que lo puso en la mirada pública internacional. Le siguieron Aráoz y la verdad (2008, novela) y Papeles en el viento, una nueva historia larga “y masculina” de cuatro amigos entrañables, uno de los cuales fallece a causa de una enfermedad terminal.

“La noche de la usina” transcurre en un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires, donde muchas cosas están a punto de extinguirse. Durante la crisis económica que desembocó en el traumático corralito bancario de 2001, un grupo de hombres de se propone reunir la suma de dinero necesaria para adquirir unos silos abandonados en un predio agroindustrial.

Pero antes siquiera de llevar el proyecto a cabo, una estafa los hace tocar fondo y reaccionar ante la injusticia. Ahora se trata de robarle al mismísimo ladrón. Esta novela narra la historia de una merecida venganza colectiva llevada a cabo durante una noche legendaria que quedará en el recuerdo.

“Eduardo Sacheri crea en La noche de la usina un microcosmos narrativo poblado por un grupo de perdedores heoricos, protagonistas de una épica quijotesca, conmovedora y profundamente humana”, dijo el jurado.

“A veces tanta exposición te abruma un poco porque te quita un poco de intimidad. Si fuera actor, sabría de antemano que el precio de mi éxito sería que la gente me reconociera por la calle y que en un restaurante alguien te estuviera mirando, etc. Para un escritor, el reconocimiento público pasa por otro lado y radica fundamentalmente en que la gente lea los libros que haces. Este tema del cine, en cambio, le ha dado a mi rostro cierta difusión y en Buenos Aires, con cierta frecuencia, sucede que la gente se me acerca en la calle…por suerte, todos los que me paran son personas muy amables a las que les ha gustado mi historia. De todas maneras, esa circunstancia tiene un costadito raro, como algo inhabitual en relación a la vida que yo llevaba antes de esta ola mediática”, dijo en una de las tantas entrevistas que le hiciéramos en el pasado.

“El efecto que tiene el cine, sobre todo en una película como esta, que tuvo tanto éxito, te cambia la escala de las cosas. Si antes vendías equis cantidad de libros, después del filme, esa cantidad se multiplica por diez o por quince. Además, se empiezan a traducir tus libros, comienzas a vender en lugares impensados. Al principio, cuando te dicen que tu novela va a ser traducida al francés o al inglés, te entusiasmas, pero luego cuando la ves en coreano, en croata o en búlgaro, la sorpresa es inmensa”, afirmó Sacheri.

“Me gusta construir personajes creíbles, pero prefiero siempre las buenas personas y por eso escribo sobre dignos perdedores. Son tipos que están en la mala y sueñan con la buena”, remarcó en una conferencia de prensa improvisada en Buenos Aires, donde tuvo noticias de su premio.

Preguntado por SinEmbargo acerca de las resonancias que pudiera tener su historia en la actual situación política de Argentina, donde por primera vez en su historia un partido de derecha ha llegado al poder por medio de las elecciones, Sacheri se negó a dichos paralelismos, afirmando con contundencia que La noche de la usina “es una historia sobre las personas y no sobre los partidos políticos o los Gobiernos”.

También apuntó que cuando la película el Secreto de sus ojos ganó el Oscar, el club de sus amores Independiente de Avellaneda obtuvo la Copa Sudamericana de Futbol,  por lo que espera que luego del Premio Alfaguara, “el rojo” también acceda a un título importante del balompié.