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ENTREVISTA | Martín Caparrós reedita “La historia”, un libro publicado hace 20 años

sábado, mayo 6th, 2017

Martín Caparrós está pronto a cumplir 60 años. La edad le sorprende un poco para este hombre que escribe desde hace mucho tiempo y mucha diversidad. Sin embargo, ha elegido para festejarlo la reedición de su libro favorito La historia (Anagrama) y un pequeño libro distribuido a sus más amigos y a sus fans dedicados a sus abuelos. De esa historia y algunas opiniones sobre la crónica habla en esta entrevista.

Ciudad de México, 6 de mayo (SinEmbargo).- Martín Caparrós ha sido invitado a hablar de la crónica en su transitar por el mundo dando cuenta de esta especialidad periodística que la considera, en esencial, muy diferente entre sí.

Presentado por el periodista colombiano Felipe Restrepo participó de una charla titulada “Los cronistas explican el mundo”.

Martín Caparrós nació en Buenos Aires en 1957, tradujo a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo, publicó muchos libros y ahora vive en Madrid. Autor de Lacrónica, un tratado para ver qué es y qué no es el periodismo moderno, una especie de periodismo más trabajado que el que se hace de costumbre, en extensiones mayores para escribir y para publicar y con un estilo propio, distinto al que se maneja en las noticias de los periódicos.

“La crónica es todo aquello que no es noticia, teniendo en cuenta que noticia es lo que eligen los medios basados en la vida de futbolistas, tetonas y en las muertes masivas por una guerra o un terremoto. Pero preguntarse a quién le interesa la crónica, es más bien una pregunta que me incomoda y cuya respuesta no me importa”, dijo Caparrós.

“Escribir crónica es algo que me gusta hacer y que considero que está bien, se debe a mi voluntad, no tiene que ver con los resultados obtenidos. Si después resulta, hay a quien le interesa, es un problema que no termina de ser el mío. Últimamente hay algunos medios que han visto la buena posibilidad de publicar textos más largos, firmados y es así cómo se ven algunas crónicas”, añadió.

En entrevista con Puntos y Comas habló de la crónica, de sus próximos 60 años (encaminados a reeditar La historia, uno de sus libros más importantes), de Donald Trump y algunos medios.

­–¿La crónica es como la gran puerta abierta del periodismo hoy?

­–No, tampoco. Sería lo contrario a la idea que yo me hago de que hay una sola manera de hacer las cosas. El concepto de la crónica es que hay muchas maneras para hacerla, puede incorporar formas muy distintas. Siempre estoy abogando por incluir formas nuevas, siempre insisto en eso. Hay muchas formas de hacer periodismo y me parece que es una época que se presta mucho para eso.

–También hay una manera muy fácil de falsear las informaciones ahora

­–No lo sé. No creo que sea más fácil que antes. Cuando hablan de la post-verdad y todo eso pienso en la frase de Borges que decía que “nos habían tocado tiempos más difíciles en los que vivir”. Nos gusta pensar que nuestro momento es el peor de todos. La prensa siempre mintió, los políticos siempre mintieron, que ahora haya mayor velocidad para difundir con más eficacia esas mentiras, no quieren decir que sean nuevas.

–La concentración de los medios en pocos dueños también propician la mentira. Clarín en Argentina, por ejemplo…

­–Todos los diarios. Página 12 publicó hace algunas semanas una foto en la tapa diciendo brutal represión en la autopista de no sé dónde, sólo que había sucedido dos años antes durante el gobierno de Cristina Kirchner. Todos los medios o se equivocan o mienten, pero lo importante es que eso sucede cada vez menos porque cada vez hay más circulación para las maneras de comprobar si eso es cierto o no cierto. Si un periódico hace algunos años mentía, al día siguiente comenzabas a darte cuenta de eso, hoy no, las redes sociales se encargan al instante de desmentirlo.

­–¿Qué piensas de Donald Trump?

­–Lo que me llama la atención es creer que por qué Trump es un caso aparte. En términos de la historia de los Estados Unidos, Trump es una continuación de ella. Como la mayor parte de lo que se lee y critican a Trump ya sucedían allí. Aquí en México ya son muy conocidos los tres millones de mexicanos deportados por Barack Obama. Y tantas otras cosas más. El año pasado Estados Unidos tiró 18 mil bombas y no estaba Donald Trump. Lo que hace Trump es limpiar la historia de los Estados Unidos. No me parece que ese país haya sido un oasis maravilloso antes de la asunción el 20 de enero de 2017. Era el país que dominaba el mundo y para dominar el mundo siempre hace falta hacer cosas que no son amables y era el país que dominaba el discurso del mundo. Con Trump no aparecieron el país que dominaba el mundo ni las mentiras de la prensa, la post-verdad y todo eso. A muchos les resulta muy cómodo pensar que todo eso empezó con él. Por otro lado, me cabrea un poco pensar que Trump es la suma de todos los males, he tenido varias discusiones al respecto en las últimas semanas, con gente que me dice ahora con él todo es un desastre…puede ser para nosotros, pero para el tipo que está pasando hambre en Níger no le importa nada que Trump sea el presidente de los Estados Unidos. Hay mucha gente para la cual él no le cambia nada porque ya estaban en la mierda antes que él.

­–¿Y vos cómo estás? ¿Ganaste un premio con el nombre de Ryszard Kapuściński?

­–No, todavía no se dictaminó. Estoy como candidato por El hambre. En España me dieron hace un par de meses el Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald 2015. Va a salir la edición en inglés en este año y se hará una película con bastantes medios, un documental con mucho trabajo para reproducir El Hambre. Todavía no te puedo decir el director. Estoy dedicado a una tarea dificilísima que consiste en cumplir 60 años el mes que viene, así que estoy en pleno trabajo.

­–¿Y qué harás?

­–Como no sé muy bien hacerlo de otra manera, lo festejaré con libros. El 29 de mayo, que es el día de mi cumpleaños, se presenta en Barcelona La historia, editado por Anagrama, que se publicó hace 20 años en Argentina y circuló muy poquito. Es un libro de 1000 páginas. No es fácil, pero es el libro que me importa más haber escrito. Así que me da mucho gusto que se vuelva a publicar.

­–¿Lo corregiste?

­–No, algunas cositas, pero nada más. Si hubiera tenido que corregir hubiera escrito otro y lo que me interesa es mostrar la reconstrucción de una civilización que nunca existió. Estoy muy contento de que salga ahora con Anagrama. Además estoy haciendo un librito para regalar sobre mis abuelos.

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ENTREVISTA | Escribir contra el público, el gran desafío del periodismo moderno: Martín Caparrós

lunes, septiembre 5th, 2016

Para el autor de Lacrónica (Planeta), escribir a favor del ranking es entrar en el círculo vicioso de la porquería, de la basura, representada por las “tetonas millonarias” y las peripecias sentimentales de actrices y futbolistas que acumulan miles de clics en la red.

Ciudad de México, 5 de septiembre (SinEmbargo).- El periodista y escritor argentino Martín Caparrós detesta la palabra “manual”, pero sin embargo su nuevo libro Lacrónica (así, todo junto), deviene en un muy adecuado mapa de ruta para quienes quieran aventurarse en el periodismo narrativo.

Fiel a su estilo honesto y brutal, el autor de El hambre, El interior, Living (Premio Herralde de Novela), entre muchos otros libros de investigación periodística, ensayo y literatura, publica sus largos reportajes  trabajados con las herramientas del relato, de la novela, el ensayo o la poesía para encontrar maneras nuevas de contar el mundo.

“Martín Caparrós va de la selva boliviana, donde se cuece la coca, a las playas de Sri Lanka, donde los niños se venden por monedas; de los bombardeos aéreos de Belgrado a la bomba capitalista de Hong Kong (la ciudad vertical, donde la única tierra llana desocupada que se ve es el mar), de las transexuales de Juchitán a los jirones de La Habana, del condenado a muerte en su prisión texana al ex dictador Videla en sus paseos matinales, de las guerrillas de Colombia al corazón de Boca Juniors, de la palabra a la palabra”, explica el boletín de prensa distribuido por Planeta

“En esos y otros confines del mundo mal conocido, Caparrós construye estas piezas de un género tan antiguo como nuevo: eso que llama LaCrónica y que se ha transformado en una de las formas más fecundas de la literatura en castellano para describir la contemporaneidad. Son historias: grandes reportajes trabajados con las herramientas del relato, de la novela, el ensayo o la poesía para encontrar maneras nuevas de contar el mundo”, agrega.

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Para el autor de El hambre, el periodismo no constituye un oficio en extinción y el género de la crónica es “el periodismo que sí dice yo, porque la objetividad es estructuralmente imposible”.

“La crónica no es sinónimo de mejor escritura, es sinónimo de ambición de mejor escritura. A algunos, por supuesto, les sale mejor y a otros peor. No hay nada garantizado”, afirma.

Martín Caparrós nació en Buenos Aires en 1957, se licenció en historia en París, vivió en Madrid y Nueva York, dirigió revistas de libros y revistas de cocina, tradujo a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo, recibió el premio Planeta y el premio Herralde de Novela, el premio Internacional de Periodismo Rey de España y la Beca Guggenheim.

En el libro, Caparrós rinde un homenaje a su admirado Ryszard Kapuscinski, el periodista, historiador, escritor, ensayista y poeta polaco que fue un referente para muchos profesionales de la información en todo el mundo. Caparrós le entrevistó, o habló con él, en varias ocasiones. En una de ellas Kapuscinski le dijo: “Para ser periodista hay que ser, ante todo, un buen hombre o una buena mujer; buenos seres humanos. Una mala persona nunca puede ser un buen periodista”.

No está tan seguro Caparrós de que sea así a pies juntillas -“he conocido -dice- a muy buenos periodistas que eran muy mala gente”- pero sí cree que “si nos ponemos en términos de cómo encara su trabajo, su función profesional, claro que hay que ser buena persona en eso. Y no engañar al lector. Hablamos de un profesional decente, íntegro, no tanto de una buena persona”.

En esta entrevista concedida en Ciudad de México, presto a partir rumbo al Hay Festival de Querétaro, el escritor sudamericano muestra su faceta más íntima, sin dejar por ello de criticar el mal periodismo y las críticas a un oficio en el que parece creer con cierta devoción.

Es un militante fervoroso del periodismo, aunque seguramente no le gustará que le colguemos esa etiqueta. Foto: Especial

Es un militante fervoroso del periodismo, aunque seguramente no le gustará que le colguemos esa etiqueta. Foto: Especial

–Es un libro de crónicas y al mismo tiempo un manual de periodismo…

–No me gusta la palabra manual, en el sentido de un libro que te dice lo que hay que hacer, de cierta normatividad. Pero sí me gustaría pensar este libro como una especie de guía de discusión, no que te diga lo que hay que hacer, pero sí que te diga sobre lo que vale la pena discutir, reflexionar, pensar, para tratar de hacer un mejor periodismo.

–Están bien las técnicas, pero no hay mejor técnica que la dedicación, el talento…

–Sí y eso de que están bien las técnicas también es discutible, según cuáles sean esas técnicas. Para citar un ejemplo bastante común, estoy bastante en contra de la pirámide invertida que se enseña a todos los chicos en las escuelas de periodismo. Esa forma de escribir pensando que no te van a leer, eso de poner todo en las primeras cinco líneas porque supones que luego no te van a seguir leyendo, es tristísimo.

–Cuando yo me iniciaba en el periodismo me gustaba pensar que escribía para alguien, que había un lector

–Pero a veces también al lector se lo usa como excusa para no pelear contra las propias incapacidades. Esta idea de no poner cosas porque el lector supuestamente no lo va a entender o no hacer textos largos porque el lector no va a llegar hasta ahí. Ese es el primer uso del lector que me incomoda. Siempre digo que escribo como si el lector que se va a encontrar con mi texto fuera la persona más inteligente del mundo y que me resultará difícil contentarlo. En la otra idea en la que empecé a pensar hace un tiempo es en escribir contra el público. Solía decirse que el periodismo consiste en contar algo que alguien no quiere que se sepa y últimamente creo que el periodismo es contar algo que nadie quiere saber. Hemos entrado en la lógica del rating en los medios escritos, gracias a Internet y entonces muchos editores saben inmediatamente lo que el público favorece y lo que no y tratan de darle más de eso para conseguir más clics. Ahora en general lo que el público favorece es basura y eso nos lleva a escribir y publicar más basura, creando un círculo vicioso del que resulta muy difícil salir. Entonces me parece que hay que escribir contra esa demanda del público. Lo más leído de los medios siempre es penoso: tetonas millonarias, los romances de las actrices, por eso decía que el periodismo es contar algo que nadie quiere saber.

–En donde sea posible…

–Sí, como los últimos mohicanos. Hay que creer en lo que uno hace y pensar que alguien lo va a leer, pero no hacer lo que los rankings te pidan porque si no entras en el círculo vicioso de la porquería y la basura.

–¿Lees los comentarios que te hacen en la red?

–No. En un tiempo hacía un blog para el periódico El País donde había bastante gente que se dedicaba a insultarme, no decían nada que valiera la pena ser leído y dejó de interesarme. No sé cómo es en México, pero en Argentina el nivel de los comentarios es bajísimo. Y es triste si lo comparamos con el nivel de los medios franceses, ingleses o americanos, donde muchas veces los comentarios suelen ser aportes muy interesantes del tema que se está tratando. Personas informadas, que saben de lo que hablan y que te proporcionan un aspecto nuevo del artículo que escribiste. Las puteadas no sirven para nada.

–A mí el único insulto que me puede es cuando me dicen que no escribo bien, pueden decirme asesina serial, menos eso…

–(risas) Lo que me duele es cuando me insultan con faltas de ortografías. Si me van a insultar al menos que lo hagan bien. Eso sí que no lo soporto.

–Dices que el ejercicio de la crónica te dio un sentido de latinoamericanidad que no tenías

–Sí, eso es cierto y dentro de lo general de la crónica, lo particular de mi participación en la Fundación para el Nuevo Periodismo, que fundó Gabriel García Márquez. Me puso en contacto con un montón de personas que en todo Latinoamérica estaba tratando de hacer un periodismo con premisas muy parecidas a las mías. Me dio la sensación de que de una punta a otra del continente estábamos tratando de hacer lo mismo y ese sentimiento de latinoamericanidad no lo había experimentado haciendo ficción.

–Dices que la crónica duda, que te desafía a narrar lo cercano, que te exhorta a encontrar en la realidad algo interesante para contarle a los demás…

–Esa forma de jerarquizar la noticia nos induce a tener una mirada sobre el mundo que consiste en pensar que lo que importa son los que tienen el poder político, económico, mediático…, lo que te dice es que está bien que el mundo esté organizado de tal modo que existan los que tienen poder y es de ellos que debes ocuparte. Por eso digo que hay que mirar hacia otros lados, no necesariamente mirar para otros lados es mirar a los más pobres y desfavorecidos…Mirar hacia otros lados es poner en cuestión la idea del mundo.

–¿Hay algún lugar donde se haga mejor crónica que en otro?

–Mmm…no estoy tan seguro. No es una actividad tan masiva como para pensarla en términos nacionales. Hay gente que lo hace bien en muchos países y tampoco son tantos como para determinar si hay mejor crónica en Chile que en Ecuador.

–En muchas de las crónicas predomina el diálogo… ¿te costó?

–Sí, me costó. En mis primeras novelas no ponía diálogos, en parte porque me sentía más vanguardista que eso, pero la realidad es porque no me salían. No sabía cómo hacer un diálogo que no sonara muy falso. Cuando empecé a escribir crónicas ya tenía varias novelas publicadas, pero no tuve más remedio que dialogar y empecé a desarrollar un oído para eso que me parecía que funcionaba. Me importa mucho reproducir los diversos tonos del castellano, puesto que todos son muy distintos y muy elocuentes. Siempre dije que no entiendo a estos periodistas que traducen sus entrevistas al “periodistiqués” y terminan hablando todos igual,  con esa segunda lengua que los periodistas torpes usan para escribir. Yo trataba de escuchar esa música del habla de la persona con la que tenía que trabajar y así aprendí a dialogar. Ahora en mis novelas pongo mucho más diálogos y me siento más cómodo con eso. Me parece muy importante reproducir el habla, me parece muy importante el contenido como la forma de lo que se dice. Por eso me impresiona que tantos periodistas no le presten atención a esa forma y la traduzcan al “periodistiqués”.

–Hablas del idioma español del continente, que se va desencontrando en el tiempo… ¿es un tema que te preocupa particularmente?

–Lo que pasa es que vivo en varios españoles. Soy argentino pero vivo en Madrid, he pasado largas temporadas conviviendo con el español colombiano, tengo muchos amigos mexicanos y de otros lugares y hay veces que no sé cómo se dicen las cosas. Ayer me pasó algo gracioso, le estaba contando a un amigo una historia en la que tenía que decir “título de transporte internacional”, por decirlo de alguna manera burocrática. Y no sabía cómo decirlo. Sabía que en Argentina a eso se lo llama “pasaje”, pero en España dicen “billete”, en Colombia “tickete” y en México “boleto”. Es curioso que una palabra que debería tener una gran tendencia a la globalización porque en definitiva de lo que habla es de trasladarse de un lugar a otro, sea distinta en cuatro formas de hablar el castellano. Todo ese tipo de cosas me parece fascinante. Estoy en una posición de ver todos los castellanos y me precio de conocerlos un poco. Me da gusto mucho jugar con ellos, además, pero en el momento de escribir hay algo que hay que decidir y hace mucho que decidí que escribo en argentino. Cuando estaba escribiendo El hambre tenía que traducir diálogos de idiomas africanos o asiáticos y los traduje con voseo. Una mujer en Bangladesh me dice, por ejemplo: –Vos, ¿qué querés saber? No me dices, qué quieres. Al principio me sonó un poco raro, pero si estoy traduciendo, ¿por qué voy a hacerlo en un idioma ajeno?

–¿El periodismo condicionó tu vida personal?

–No lo sé, porque me hice periodista a los 16 años de edad, ¿cómo habría sido mi vida sin eso? Seguramente distinta, pero no puedo saberlo porque nunca fui sin eso. Lo que no me gusta es el ejercicio pobre del periodismo, anda muchos malos periodistas dando vuelta. Ayer veía un periódico importante en México y la nota principal, que trataba sobre la muerte de Juan Gabriel, tenía por lo menos seis errores gruesos en el primer párrafo. Era la nota principal que abría el periódico. O veo gente que opina sobre todo sin tener la menor idea de nada. Todo eso me cabrea, pero igual me cabrea un médico que no hace bien su trabajo. No creo que haya cosas intrínsecas en la profesión que condicionen la vida…

–Bueno, en esta etapa de mi vida y de mi trabajo, hay cosas que ya no me resultan cómodas, como la soberbia, opinar sobre todo, valoro mucho más el escuchar, por ejemplo…

–Es que escuchar es una palabra clave. Una de las grandes ventajas del periodismo es que te da una buena razón para escuchar y para convencer a otros de que te hablen. Eso me parece genial. Detesto eso de hablar más de lo que escucho. Vengo de Colombia, de dar charlas y todo eso y llegué a México saturado de mí mismo, así que ayer me propuse estar todo el día en silencio y lo logré. Fui feliz.

 

Martín Caparrós, autor de “LaCrónica” y “Echeverría”, habla de sus nuevos libros

sábado, abril 23rd, 2016
Martín Caparrós nació en Buenos Aires, Argentina, en 1957. Foto: efe

Martín Caparrós nació en Buenos Aires, Argentina, en 1957. Foto: efe

“LaCrónica”: grandes reportajes trabajados con las herramientas del relato, de la novela, el ensayo o la poesía para encontrar maneras nuevas de contar el mundo. “Echeverría”: narra la vida de un joven del siglo XIX que se convierte en un intelectual para consolidar la identidad nacional argentina mediante la creación de una literatura propia

Ciudad de México, 23 de abril (SinEmbargo).- La página de la editorial Planeta Argentina ha colgado un video donde el periodista y escritor Martín Caparrós habla de su nuevo libro periodístico, LaCrónica.

“Son décadas de recorrer el mundo y preguntarse cómo contarlo. Martín Caparrós va de la selva boliviana, donde se cuece la coca, a las playas de Sri Lanka, donde los niños se venden por monedas; de los bombardeos aéreos de Belgrado a la bomba capitalista de Hong Kong (la ciudad vertical, donde la única tierra llana desocupada que se ve es el mar), de las transexuales de Juchitán a los jirones de La Habana, del condenado a muerte en su prisión texana al ex dictador Videla en sus paseos matinales, de las guerrillas de Colombia al corazón de Boca Juniors, de la palabra a la palabra”, explica el boletín de prensa.

“En esos y otros confines del mundo mal conocido, Caparrós construye estas piezas de un género tan antiguo como nuevo: eso que llama LaCrónica y que se ha transformado en una de las formas más fecundas de la literatura en castellano para describir la contemporaneidad. Son historias: grandes reportajes trabajados con las herramientas del relato, de la novela, el ensayo o la poesía para encontrar maneras nuevas de contar el mundo”, agrega.

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Para el autor de El hambre, el periodismo no constituye un oficio en extinción y el género de la crónica es “el periodismo que sí dice yo, porque la objetividad es estructuralmente imposible”.

“La crónica no es sinónimo de mejor escritura, es sinónimo de ambición de mejor escritura. A algunos, por supuesto, les sale mejor y a otros peor. No hay nada garantizado”, afirma.

 

LaCrónica, un tratado de periodismo en tiempos antiperiodísticos. Foto: Especial

LaCrónica, un tratado de periodismo en tiempos antiperiodísticos. Foto: Especial

LA NOVELA ECHEVERRÍA, EDITADA POR ANAGRAMA

Prolífico e incansable, Martín Caparrós, residente en Barcelona, acaba también de presentar su reciente novela, Echeverría, editada por Anagrama, donde transita por la historia de Argentina –su país natal-, a través del precursor de la configuración de su identidad cultural, el escritor y poeta Esteban Echeverría, en una novela homónima donde le muestra su respeto, “más que por sus obras” por ser “el autor de la literatura argentina”, ha dicho en entrevista con la agencia efe.

La biografía novelada de Echeverría narra la vida de un joven del siglo XIX que se convierte en un intelectual para consolidar la identidad nacional argentina mediante la creación de una literatura propia, idea que Caparrós considera “delirante” y “algo absolutamente inusual para la época”.

Una novela para pensar la Argentina del pasado y del presente. Foto: Anagrama

Una novela para pensar la Argentina del pasado y del presente. Foto: Anagrama

“La creación de las literaturas nacionales consistió en escoger producciones anteriores que se iban a elegir como referentes de sus orígenes. Lo interesante de Argentina es que no había nada antes porque lo que había era la tradición española, y eso es precisamente lo que querían rechazar”, afirma.

La novela se inicia en el Buenos Aires de 1823 con un intento de suicidio por parte de Echeverría, que finalmente no lleva a cabo, para ir a estudiar a París durante cinco años, de los cuales el escritor ha afirmado que no ha encontrado datos de ese momento: “Me inquietaban más las sombras en torno al personaje”, dijo a efe.

Echeverría regresa a Buenos Aires con la determinación y ambición de convertirse en poeta, así que termina publicando el primer libro argentino de poesía romántica, “grandes poemas clásicos sobre temas como la pampa o los caballos”, según ha indicado Caparrós.

Aunque el protagonista, además de sufrir de tuberculosis, llegará a crear una especie de partido político o se exiliará antes de morir, el autor ha comentado que en la novela “hay un poso político muy fuerte”, pese a lo cual no quería que fuese “lo más importante”, ya que el contexto se sitúa en años convulsionados para Argentina.

En esta “relectura de la historia”, como ha mencionado Caparrós, la parte con más ficción se ha centrado en los amoríos de Echeverría, aunque sus circunstancias las ha tomado de pretexto para exponer sus reflexiones personales en una estructura “singular”, que ha incluido “postulados explícitos” en torno al eje central.

Además de tratar temas como la esclavitud o el racismo, Martín Caparrós ha pretendido escribir “un poema que no se sintiera como tal” con esta novela, en la que ha añadido observaciones como la siguiente: “Parece ser que para poder ser un escritor argentino tienes que morir fuera de Argentina”.

El escritor ha expresado que lo que más le impresionó de Echeverría fue que le pareció “un gran cronista”, además de un “antiperonista que podría haber existido antes del mismo peronismo”, mientras que ha señalado que se le ocurrió escribir sobre él con motivo de una presentación que realizó de una de sus obras.

“Tenía ganas de partir de una biografía, me tentaba la idea de trabajar sobre un tema más o menos acotado y ver qué variaciones se podrían hacer”, ha mencionado el autor, que ha destacado la obra El matadero, como una historia de “violencia primaria” y “curiosamente, el único texto que se recuerda de Echeverría”.

Según el escritor, esta obra ha condensado “toda la forma de cómo Argentina se ha pensado a sí misma durante los 150 años siguientes”, un texto que fue publicado 20 años más tarde de la muerte de Echeverría, que nunca quiso publicarla en vida.

Martín Caparrós nació en Buenos Aires en 1957, se licenció en historia en París, vivió en Madrid y Nueva York, dirigió revistas de libros y revistas de cocina, tradujo a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo, recibió el premio Planeta y el premio Herralde de Novela, el premio Internacional de Periodismo Rey de España y la Beca Guggenheim.

Lee el primer capítulo de LaCrónica