Ya no te debo nada

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Teníamos mucho de no vernos, o tal vez no tanto: ocho mundos, quizá. Foto del archivo de la autora

Teníamos mucho de no vernos, o tal vez no tanto: ocho mundos, quizá. Foto del archivo de la autora

Ese día hacía un chingo de frío. Enero siempre llega así: a calarte los huesos con las promesas que rompiste. Todo estaba mal. A ti te encantaba provocarme y salir con imbéciles que se creían muy varoniles solo por dejarse la barba muy larga. Y tú los besabas porque, aunque te picaban —bien culero— la boca, querías probarle al mundo que eras capaz de amar a un imbécil que guardaba tu saliva en sus pelos gruesos y largos.

Estabas, mi amor, buscando a tu príncipe azul.

Éramos un vaivén que aburría a mi madre y a nuestros amigos porque no terminábamos de separarnos. Teníamos, haciendo la cuenta, 57 meses de conocernos y, durante todo ese tiempo, habíamos jugado a no estar juntas hasta que me llegó una mujer que me prometía lo que siempre urgí de ti: permanencia.

No lo pensé —porque por qué iba a pensarlo— y comencé un romance con ella. Ella era mía y yo era de ella. Sé lo que quieras, mujer, pero sé mía, le dije un día. Y lo convertimos en un voto de amor. El único. El único.

Sin embargo, te vi. Era un día cualquiera; era, creo, un martes cualquiera. Tenías, tal vez, un par de horas afuera de mi departamento cuando te encontré: —Hola. —Hola. —Hola. —Hola. Abrí la puerta y te invité a pasar. Teníamos mucho de no vernos, o tal vez no tanto: ocho mundos, quizá.

Te ofrecí tinto y dijiste que no: —¿Tinto? —No. —¿Chocolate caliente? —Sí. —Ella, la mujer que es mía y yo de ella, no está. —¿Es Pinot Noir? —Sí. Entonces, nos bebimos dos botellas de esa uva tinta y, sin dormir, amanecimos. Por la mañana fumé hierba y de pronto estabas otra vez desnuda pero esta vez tocándote frente a mí con cierta urgencia. Urgencia de mí. Nos metimos a la regadera, nos besamos los hombros como una declaración de algo que ya no era amor y nos enjabonamos en silencio. Hacía silencio porque yo, horas antes en mi más reciente sueño despierta, te había soñado y la había soñado a ella, entonces, te zarandeé abruptamente diciéndotelo porque siempre había sentido que contigo nunca tuve secretos.

Quisiste romper el hielo y, antes de salir del baño me preguntaste que yo qué pensaba. —¿De qué? —De todo. Yo, con toda seguridad, volteé y te dije, muy a secas: nada; cuando en realidad quise decirte que ojalá no nos hubiéramos separado nunca. Me besaste la boca. Te abracé. Te hice un sándwich. Te serví café. Y me pediste, muy entre dientes, que me quedara. Que me quedara contigo.

Yo volví a decirte nada porque pensarte me alborota: porque pensarnos juntas me aterra.

Luego te fuiste como quien nunca ha sentido miedo: sin arrepentimiento y con, si no mal recuerdo, cinco orgasmos largos. Largos como la barba de los imbéciles.

Te fuiste porque llegó tu uber y me dejaste ahí, recogiéndome el cabello cuando ella me marcó por teléfono. Me preguntó, así sin rodeos, que si estaba viéndote. Gritando, me exigió que no le mintiera. Así que le mentí: no. Y, mientras se lo negaba, recordaba cómo te habías alojado en mi cama sentándote, horas antes, en mí: en mis piernas, en mi vientre, en mi cara, en mi cara. En mi cara.

Y de pronto es el mismo miércoles de hace 57 meses, de pronto es el día que te conocí. Y me hablas y me invitas a salir, me preguntas que si un trago. Yo lo pienso un segundo y te digo que no porque en tus ojos veo que estoy a punto de deberte el cielo: casi te escupo, con toda rudeza: no, yo contigo me vacié. Intento llorar pero no puedo porque es verdad: en ti me vacié: ya no te debo nada.

23 Responses to “Ya no te debo nada”

  1. Raque dice:

    Wow! Doblemente Wow! Las preguntas, lujuria y tenacidad que emanan de esta columna son insaciables, a caso habrá alguna vez alguna que nos llene del todo? O serán como esta lectura y el amor que no se dan en pleno? Todo lo tenemos en secciones y en tiempos distintos… creo que la perfección es una vanidad inventada para sentirnos siempre incompletos. Saludos Bibi y gracias por seguir escribiendo!

  2. Emmmy dice:

    ¡Eres increíble! Bibiana por favor nunca dejes de escribir. Llenas el alma con tus letras. Beso grande genia.

  3. Samuel Lechuga dice:

    Mi querida Viviana después de tener que liquidar todo el;protocolo del,registro,en Spotify te comunico que la experiencia de leer tu texto con la música de cat empíre fue sensacional. El grupo que no conocía me encanto y me ocuparé en conocerlo más. Y tu texto, tu texto querida bibiama excelente me encanta como plasmas tus sentimientos, tus deseos y tus ideas en el papel. Admirable! No se te ha ocurrido hacer un libro?

  4. Mayela dice:

    Excepcional Bibiana <3
    Siempre que te leo, todos los sábados en la mañana, es encantador.

  5. Liliana dice:

    Como siempre Bibiana, excelente tu texto de hoy, gracias por el rico estremecimiento de este sábado. Saludos aaahhh y nunca dejes de regalarnos con tus letras. Un abrazo fuerte.

  6. Pepe López dice:

    Como tener la fuerza para decir No, cuando sabes que quieres, que deseas, que anhelas decir que si, al menos una vez más, engañandote y pretendiendo engañar al mundo sobre que podrás finiquitar un asunto de dependencia pasional cuando así lo decidas, lograste decir que No, impresionante, yo no me atrevo aun..

  7. Hvvh dice:

    Excelso, muchas gracias por tus textos Bibiana 😀

  8. Brendix dice:

    Sigue haciendo frío, Bibiana, y déjame decirte que la mujer que quise, quiero… ¿querré? era la bigotona y barbuda por todos lados. A estas alturas del partido, es mejor dejarla ir, porque estar esperando entre quedarse o irse, te deja un agujero profundo del que intentas salir, y nomás no sales porque se vuelve a aparecer. Vamos dándole chance a otra persona que sí quiera permanecer, sin dejar de ser ella.

    PD: Beso de buenos días-tardes, Hoy, 30 de enero, regreso a mi lado oscuro y a tu lado hermoso de escribir. Agárrate fuerte, de mí, si quieres, porque los coqueteos vienen con todo.

    PD2: Ya extrañaba venir a dejarte mis besos, abrazos y mis “Puesdatas” . En caso de que regrese la ingrata tuya, la puedes mandar a un rancho que está bien lejotes, allá por Jalisco, se llama “La Chingada”, pa´ que se comporte.

    PD3: Yo, La Peor de Todas, te dejo mi corazón, Bibiana, me ofrezco para llenarte y desbordarte, no me voy, y tú ¿te quedas?

  9. DANIELA HERNANDEZ TORRES dice:

    Buena redacción. Me gusta la intesidad, el amor y pasión que desbordan en tan pe

  10. DANIELA HERNANDEZ TORRES dice:

    ….pequeño texto.

  11. Azul dice:

    Me meto en tu texto y y abiertos mis ojos leyendote , y al mismo tiempo cerrándolos , me transporto a ese mundo imaginable para sentir tus escritos, así lo hago cada que te leo, excelente, Gracias. Tu Fan número Uno. Te Amo

  12. Javier Arrigunaga dice:

    Que hueva…….

  13. Goretti dice:

    ¿Es prudente que me ponga a llorar? No respondas, igual ya o hice.

  14. Julio dice:

    Si la quieren ayudar no le celebren algo tan mediocre. Bola de lectores de TVyNovelas.

    • B dice:

      creo que has dado en el punto, nunca ninguna escritora ( ni en sus inicios o en sus peores instantes creativos) necesita de ayuda. , … Julio porque crees que tu subconsciente apelo a considerar que necesita ayuda?

  15. Miriam| dice:

    Me fascinó, mil gracias por leerte.

  16. B dice:

    el mundo de la jovencita, … el de la posesion de relaciones objeto

    “El modelo de los héroes cinematográficos se interpone como un espectro en medio del abrazo de los adolescentes e incluso cuando los adultos cometen adulterio.”
    (Horkheimer/Adorno, Dialéctica de la ilustración)

    La Jovencita nada en el déjà-vu. En ella, lo vivido por primera vez es siempre la segunda vez de una representación.

    Naturalmente, en ninguna parte ha habido “liberación sexual” —¡menudo oxímoron!—, tan sólo la pulverización de todo lo que suponía un obstáculo para una movilización total del deseo con vistas a la producción mercantil. La “tiranía del placer” no incrimina al placer, sino a la tiranía.
    La Jovencita tiene en consideración los sentimientos.

    En el mundo de la Jovencita, el coito aparece como la sanción lógica de toda experiencia.
    La Jovencita está “satisfecha de vivir”, al menos eso es lo que ella dice.
    La Jovencita sólo establece relaciones sobre la base de la más estricta reificación y de la mala sustancialidad, donde uno está seguro de que aquello que une no hace otra cosa que separar.
    La Jovencita es optimista, radiante, positiva, alegre, entusiasta, feliz; en otros términos, sufre.
    La Jovencita se produce en cualquier parte en que el nihilismo comienza a hablar de felicidad.
    La Jovencita no tiene nada de especial; es en esto precisamente que consiste su “belleza”.
    La Jovencita es una ilusión óptica. Desde lejos es un ángel, y de cerca una bestia.

  17. luis dice:

    Vaya mediocriodad, ahora cualquiera se siente escritor y una cofradía de “espontáneos” lo celebran y retuitean como si se tratara de grandes joyas litetarias que envidiaria Anaïs Nin o Nabokov.

  18. Leonardo dice:

    Una historia cualquiera contada para parecer algo especial, de verdad no le veo la gracia a dicho texto, ¿de donde sacas tus “poemas”? de una vecindad, observando a los vecinos y luego te sientas a profundizar sus imperfectas vidas? mmm creo que soy lo suficiente mediocre para hacer también eso

  19. Eduardo B. C. dice:

    Delicioso y hermoso.

  20. Juan Carlos dice:

    Qué interesante la amplitud de sensaciones que provoca esta columna en sus lectores. Me parece que los que denostan son aquellos a los que más ruido les hace. La leen con el prejuicio y no con los sentidos.
    A mí me vino como anillo al dedo y me hace reflexionar; a mí no me importa ser catalogado como lector de TV y Novelas ni tampoco busco leer a Anais Nin ni a Nabokov. Lo que Bibiana me da, me basta.

  21. Aaron HG dice:

    Cualquiera que no haya caído en las redes del ex, buscando esas sensaciones que el nuevo amor no puede aportar… y que sabemos perfectamente que tampoco estan en el ex, solamente es la nostalgia mostrándonos sus bellos espejismos…. que arroje la primera piedra.

    Gracias Bibiana, bellísimo texto.

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