Cristo murió por los pecados de alguien más

Pero yo no quería ver. O no sabía ver. Foto: Pixibay.

Aunque la evidencia estuvo ahí, frente a mis ojos, yo no quise verla.

Es increíble que nuestra capacidad de no ver esté tan desarrollada —tal vez más, como la de ver.

Conocí a B cuando yo tenía dieciséis años, él tendría tres o cuatro más que yo. Éramos vehementes miembros de una iglesia cristiana evangélica a la que, por miles, llegaban los desvalidos buscando consuelo en Dios y en las promesas de bienestar judeocristianas.

B y yo no éramos la excepción, nuestras respectivas familias eran agobiadas sobrevivientes de la pobreza, de la batalla social que hay que librar en este país cuando se nace en desventaja.

Una pareja de dieciséis y veinte años con pretensiones religiosas sólo podía significar una tragedia carnal: éramos una bomba de tiempo y un volcán de hormonas que yo contenía a dura penas y que B podía manejar mejor que yo, incluso diría, que él de vez en cuando mostraba un extraño desapego, apenas me tocaba por más que en sus enardecidas cartas de amor me confesara deseos irrefrenables.

Los seres humanos no reparamos en lo que no queremos ver y es mucho lo que preferimos ignorar:  el ojo, el cerebro, la consciencia, hacen una selección del entorno para poner delante de nosotros sólo aquello que toleramos y que estamos dispuestos a conocer.

En fin, que al grito de alabaré a mi Señor y  porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito nos enrolamos en una relación que todos calificaban de ejemplar, qué bonita pareja, son el uno para el otro, vivan en el amor de Dios y un recital en tono chupa cirios de lo más aburrido.

A B le gustaba venir a mi casa y pasar tiempo con mis hermanos y conmigo; como dábamos por hecho que la bondad divina nos habitaba, podía entrar y salir de las habitaciones o quedarse solo sin que nadie lo impidiera.

Aquella iglesia era un caldo de cultivo para la manipulación psicológica: incontables veces escuché a los pastores arengar a la congregación para que dieran un generoso diezmo, presencié sesiones de abuso psicológico colectivo donde hacían ponerse de pie a quien hubiera cometido explícitos “pecados” sexuales; era penoso ver a la gente exhibida, invadida en su privacidad, juzgada en su sexualidad.

Lo más indignante venía con la penitencia que además de llorar, balbucear, hablar en lenguas que el Espíritu Santo colaba por conducto de la histeria, temblar de angustia ante el pecado cometido y tirarse al piso (no es metáfora); la compensación del diezmo generoso devolvía las cosas a un estado de equilibrio tanto financiero como espiritual.

En esa iglesia, cosa curiosa, no había muchas diferencias de clase, todos estábamos bien jodidos, veníamos del Estado de México y de otras ciudades del interior del país buscando ganarnos la vida en la gran capital, la fórmula legendaria que la iglesia conoce bien: la desesperación es origen de la fe.

B y yo convivíamos poco en la iglesia porque nos dividíamos en grupos de jóvenes y de jóvenas, de hembritas y machitos, pues. Las interacciones se limitaban a la cafetería donde tomábamos breves recesos entre un sermón y otro. Cómo él y yo, la díada de púberes emparejados y suspirantes por la distancia impuesta, se repetía. Nosotras con faldas largas y caras lavadas porque maquillaje y falda corta era pecar de vanidad y ellos con unos pantalones de Godínez prematuros que apenas atinaban a combinar con una camisa gris de burócrata. Todo era rígido, tieso, falso, un freno para las expresiones vitales. Debajo exultaban los cuerpos deseosos, vitales, urgentes.

Eran frecuentes los casos de chicas que “salían embarazadas”; así, como suele decirse, ellas eran las responsables únicas y merecedoras de la consecuencia, del castigo y de la vergüenza en sus cuerpos. Porque los hombres nunca salen embarazados, ellos no, si ellos no tienen nada que ver en el asunto, cómo va a ser.

En fin que un día apareció M, una linda morena de apariencia salvaje. Era obvio que mi amado B se había deslumbrado con la llegada de aquella chica y pronto empezó a prodigarle toda clase de atenciones. Yo reclamé y él aseguró que no había nada, que todo era imaginación mía. Y elegí creerle porque pretendí que la fe y la templanza forjada en los sermones bíblicos podría hacer que B contuviera sus impulsos. Así pasaron algunos meses.

Una noche de domingo B y yo nos quedamos solos en mi casa, B se abalanzó sobre mí dispuesto a consumar nuestro amor con una violencia digna de un macho cabrío. Me lo quité de encima como pude y lo eché. Así yo no quería.

Intentó una reconciliación al día siguiente pero yo estaba asustada, todo en mí me gritaba que no volviera a verlo.

El domingo siguiente, se supo del embarazo de M, la morena de fuego llegada unos meses atrás. ¿Quién era el padre del cigoto y futura criatura cristianísima? Pues sí, el mismo B que empezó a andar por ahí con cara de agobio y actitud de no entender nada de nada.

Hace poco me acordé de aquellos días y me reí. Era obvio, cosa de sumar A: el impulso sexual contenido, más B: otra chica en el panorama y C ¡por todos los dioses!: que M muy pronto dejó ver un vientre esférico coronado por unos senos desbordantes.

No hacía falta que el coro griego me advirtiera a gritos lo que estaba pasando.

Pero yo no quería ver. O no sabía ver.

En aquella congregación atestiguamos infinitos casos de B y M en la misma situación, jovencísimos incapaces de hacerse cargo de su sexualidad por una doctrina que promovía la ignorancia, el rechazo al cuerpo, la ceguera carnal.

Bendigo la hora (ah, qué bonito usar estas palabras fuera de esa liturgia) en que tuve claro que la religión era un anestésico y una cárcel que no quería y así pasé del lado de los apóstatas de la fe. Lamento las historias que deben seguir dándose a pasto en medio de ese terreno fértil para el abuso y la falta de consciencia personal.

Y hoy más que nunca le doy la razón a Patti Smith en su canción Gloria: “Cristo murió por los pecados de  alguien más, no por los míos”

Por los míos, con suerte, voy a morir yo.

 

@AlmaDeliaMC

21 Responses to “Cristo murió por los pecados de alguien más”

  1. Samuel Lechuga dice:

    Extraordinario, simplelmente extraordinario.

  2. consue dice:

    Debemos entender Alma Delia, que esta es tu experiencia religiosa, tuya propia y personal. Que no necesariamente tiene porque coincidir con las experiencias religiosas de las demas personas.
    Respetamos tu experiencia (mala experiencia) pero insisto es la tuya, nada mas.

    • Clemente Carrasco dice:

      Coincido contigo Lechuga,no se midió la Morenaza de más bello intelecto y de refilón de un físico atractivo y hermoso. Gracias Alma, ya estás volando muy alto pero muy alto.

  3. DANIEL ZAPATA dice:

    Entiendo tu posición, pero hay una verdad irrefutable que no podemos negar, Jesús murió por los pecados de alguien más, y POR LOS TUYOS TAMBIEN, el hecho de que te hayas vuelto una apóstata de la fe no te exime de esta realidad, realidad que muchos niegan, aunque la razón, la consciencia se lo demande.
    He visto esta historia repetirse una y otra vez, yo me cuento entre ellos, de adolescentes púberes cristianos , con las hormonas al mil, que una vez que sufren una decepción amorosa dentro de los templos, simplemente se van y le dan la espalda a Dios, o eso intentan creer, achacándole a Él su fallida relación.
    La verdad es que tanto adolescentes como líderes de congregaciones son culpables de la deserción en las iglesias, los primeros porque siendo esta una etapa en que los deseos sexuales están a flor de piel, ponen todas las cartas sobre la mesa, apostando, enamorándose de un(a) adolescente que está igual de inmaduro(a), por lo que se desvía la atención del verdadero objetivo, aprender de Jesús; en cuanto a los líderes su culpa consiste en la falta de tacto , de enseñanzas, de programas y consejerías que permitan hablar abiertamente a los adolescente de los cambios físico y deseos sexuales que están viviendo en esta etapa, reprimirlos nunca será la mejor opción.
    En mi caso me alejé de una congregación por causa de una chica que no me valoró, o tal vez se sintió demasiada asediada, a tal punto que ni respirar la dejaba, fue ella, fui yo, no lo sé, pero de Jesús, de Dios yo no quería nada; pero con el pasar de los años, la verdad que aprendí en la iglesia, si, en esa iglesia donde todos fallan, retumbaba con fuerza en mi cabeza a tal grado que decidí abrazarla de nuevo, y aquí estoy, en otra iglesia, con poco pelo y mucha panza, pero en mi caso no puedo ignorar que Existe un Dios, que se reveló en forma de hombre, ese mismo que murió por mis pecados y por los tuyos también.

    • Arturo Marroquin dice:

      Excelente forma de abordar un problema común, el punto es la aceptación del señorío de Jesucristo, la autora da un testimonio real de la vida al interior de las congregaciones que se anuncian cristianas pero que sus conductas las ponen lejos del dominio del Altisimo

  4. Mario Alberto dice:

    Alma Delia lo que viviste en aquel tiempo fue difícil para ti porque la apostasía de los falsos cristianos viene en la biblia, mas aun así Cristo murió también por tus pecados… buscalo
    (Juan 3:16-18 )Bendiciones

  5. Juan Pablo Martinez dice:

    Lamento la situación por la que usted paso así como muchos pasan por causa de falsos maestros en sectas de origen humano y por no estudiar bien las Escrituras con las que podían refutar este tipo de ideologías, sin embargo, no todo es negro, tiene que haber alguna iglesia de Cristo con valores que sean proclamados como lo hizo su fundador. Con debido respeto al título dado en su publicación, su servidor cree que Cristo si murió por los pecados de todos, pero esta en cada persona el hacer posible en su vida ese perdón divino. 1 Juan 2:2 y Hechos 2:36-38.

  6. Eliseo dice:

    Excelente reflexión, Gracias por compartir

  7. Rogelio C dice:

    Así pasa con los pobres huerfanitos ,,bueno con la mayoria,

  8. La religión como medio de control, manipulación e ignorancia. Lo mejor es educar, instruir, hablar y razonar con los hijos. Ni de broma acercarlos a semejantes lugares donde reina la hipocresía, para nada el amor, el respeto y la inteligencia.

    • consue dice:

      Que pena Livia Alicia que ud. nunca haya tenido una experiencia personal con el Resucitado. Le recomendaría que ore mucho para alcanzar esa fe que ha perdido, probablemente, desde hace mucho tiempo.
      No le puedo hablar de frecuentar los sacramentos porque ud. tiene muchos prejuicios, especialmente en contra de la iglesia catolica.
      Al igual que a la autora del articulo, solo puedo decirle, sus experiencias, son muy respetables, pero son suyas, nada mas.

    • Hernan dice:

      Certero su comentario, Livia Alicia. Coincido al 100%… Educar, instruir, hablar y razonar.
      Sus hijos -si los tiene- creceran en un ambiente de libertad. La felicito.

  9. Betty dice:

    Lamentable su experiencia…aun asi..Jesuscristo la sigue amando.

  10. Jose Hernandez dice:

    Es triste que paso por esa experiencia que no solo ha sido la única sino que la han pasado muchas personas mas pero lo mas triste es que dejo de ver a Jesús y puso sus ojo en el hombre (el ser humano siempre falla), y no vio que el señor la cuidó y protegió de caer con el hombre equivocado y hacer algo precipitado y no reocordó que la palabra dice que todo nos viene a bien a los que creemos en Jesús. el señor no nos dice que nos reptimamos sino que Espermos al momento indicado y a la persona indicada para que ya en matrimonio se tenga una vida plena tanto en amor como en lo sexual. Espero que como Daniel Zapata nuevamente regrese a los brazos de Jesus que la ama y la espera y que por si murio por sus pecados como por e de todo pero solo hay que abrir su corazón a él poniendo siempre los ojos en él. Dios la bendiga

  11. Carlos dice:

    Una pena no saber vivir de acuerdo al evangelio de salvación, jamás haber aprendido nada, jugar sin entender que la exhortación a tener un carácter bíblico de saber el bien y el mal y conducirse directamente sin hechar la culpa a los demás. Es más fácil vivir en el pecado y saber que las consecuencias finales son desastre en tu vida.

  12. mcjaramillo dice:

    Hay que ver lo pesaditos que se ponen los que han sido “tocados por el don de la fe”. ¿Quien les habrá mandado convertirse en redentores de los que no somos supersticiosos?

  13. Altamirano dice:

    Cuanta palabreria de los comentaristas ” iluminados ” y cuando aprenderan que dios no existe y tampoco su hijo jesucristo. Iglesias y pastores han sido inventados para esquilmar a los ingenuos que piensan reencarnar en un cielo lleno de angelitos sin nalgas. Ponganse a trabajar !!

    • salvador dice:

      felicidades !! como no crees en un creador. !! seguramente perteneces a un zoologico!aunque te dire que un animal puede tener mas inteligencia que tu

  14. Hernan dice:

    Si yo no voy tocando puertas de casa en casa diciendo: “Dios no existe, dejad de creer”, por que rayos tienen que venir a la mia..?

  15. alberto dice:

    Ay madre y pensar que estamos en el siglo 21, cuanto tiempo pasara aun para despojarnos de la fantasía y la superticion

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