Hablemos

David y Pablo, por Pamela Berlanga

entonces cierras los ojos y te vas a la mierda. te viene a la cabeza una de sus últimas discusiones, ¿te acuerdas? ni falta hizo que se gritaran porque ella lo solucionó muy bien diciendo tres cosas: hablemos; necesito tomarme un baño largo; ojalá te trague la tierra sin escupirte de regreso. tú sabías que ella se sentía aprisionada contigo, que en lugar de ser su campo abierto eras su guarida flaca con techos de lámina. lo sabes porque tú sentías lo mismo.

tú también quieres que la tierra te succione, pero antes necesitas decirle que sabes de su romance y, más que eso, quieres demostrarle que no sientes celos sino dolor, quieres explicarle que sientes que te avienta a una tabla para cortar cebolla y te entierra un tenedor en el centro. pero no le dices una palabra porque las duchas que lavan la vergüenza duran medio siglo y, cuando ella sale por la revancha, tú ya no estás. apagaste el celular y caminaste directo al cine para diluirte en lo ordinario.

regresas a casa y ella está en la cocina, ese territorio neutral. se preparó toda la tarde para dejarte sin respuestas. me enamoré de una mujer de mentiras, te dice ya sin mirarse enojada, sino como tú: herida. ¿te has quedado inmóvil? porque ni viendo esa película tonta nos entendí un carajo, es lo que contestas, es la única respuesta que te queda.

se acercan y se dan un beso corto en la boca. tan cortito que no se te ha olvidado. amas como una bestia y lloras en su regazo porque te convertiste en lo que nunca deseaste.

nuestro jardín está lleno de ilusiones, piensas al despertar. su lado de la cama está vacío, así que das un brinco y sales de la habitación como si tuvieras resortes en el corazón. ella está en la cocina –ese territorio neutral– tomándose un té y picándole al iphone. voltea sorprendida y pregunta ¿qué sucede? tuve un sueño, le dices. ella te da la espalda y, mientras prepara tu té, dice un montón de cosas pero tú solo escuchas: siéntate, amor. en él me matabas, dices para retomar. ella te mira como si no pudiera escapar y, en ese momento, un viento helado te recorre la nuca: hablemos, dice.

 

9 Responses to “Hablemos”

  1. Donahí dice:

    Eres chingona! Tus letras poderosas como siempre

  2. Azul dice:

    Me envuelves en tus textos, Gracias Felicidades. Tu Fan número Uno

  3. Lara dice:

    ¿Y las mayúsculas pasaron de moda?

  4. Ditzi dice:

    Un viento helado, he sentido eso algunas ocasiones.

  5. Abraham Campos dice:

    ¿Las mayúsculas al iniciar las oraciones te caen mal o qué onda?

  6. :( dice:

    no entendí 🙁
    entré x curiosidad y me arrepentí 🙁

  7. samuel dice:

    Julieta eres deliciosa sigue escribiendo por favor y los de las mayusculas dejaselas a Abraham el sabra que hacer con ellas saludos y gracias

  8. cheluis dice:

    July escribes cristalino, cada vez mejores textos, no pares.

  9. Jeffrey dice:

    Lo que una percepcion poderosa, cruda y emocional de una relación destructiva

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