¿Caldos, electrolitos, pescado? Qué comer y qué no cuando se tiene diarrea

Cuando se tienen episodios de descomposición intestinal conviene seguir unas pautas dietéticas que reviertan la mala absorción intestinal de líquidos y eviten la deshidratación, la desnutrición y la pérdida de sales.

Por Jordi Sabaté, Consumo Claro

Ciudad de México, 7 de mayo (SinEmbargo/ElDiario.es).– La diarrea es una disfunción digestiva por la que el intestino deja de funcionar correctamente como un órgano de absorción de sales, compuestos orgánicos y el agua del bolo alimenticio y, al contrario, vierte por presión osmótica líquido al tracto fecal, diluyendo las heces e incentivando la pérdida de nutrientes.

Puede deberse a múltiples motivos, entre ellos a una pérdida de la flora intestinal por la acción de los antibióticos o el ataque de virus y aunque generalmente suele ser un trastorno pasajero, a veces llega a constituirse en un problema crónico que genera graves problemas de deshidratación y desnutrición, como en el síndrome del intestino irritable, o lleva a la muerte, como ocurre en las epidemias de cólera.

Por las profundas alteraciones que suceden durante los episodios de diarrea, nuestra fisiología precisa de un cuidado dietético especial, ya que este trastorno refleja los desarreglos del sistema digestivo en general. Este artículo propone qué alimentos se deben consumir y cuáles no cuando se tiene diarrea.

RECOMENDADOS

Yogures naturales

Debemos estar seguros de que no son simplemente productos lácteos, que pueden estar tratados térmicamente o con estabilizantes, y por tanto estén exentos de microorganismos o supongan un aporte adicional de calorías vacías. Los yogures actúan de probióticos que nos aportan bacterias que refuerzan la flora bacteriana, uno de nuestros mejores aliados para reponer la absorción intestinal. Un yogur o dos diarios tras las comidas preceptivas pueden ser determinantes para recuperar el buen estado digestivo.

Pescado blanco

Siempre preferible en estos casos frente al azul porque su porcentaje de materia grasa suele ser menor y por tanto es más digerible. De todos modos limitémoslo a lenguado, merluza u otras especie que se puedan cocinar fácilmente a la plancha o al vapor.

Carnes magras

No importa que sea ave o mamífero mientras sean zonas bajas en grasa. Por ejemplo, del pollo o el pavo las pechugas, o del cerdo el lomo, de la ternera un corte sin grasa entreverada. La idea es que la grasa es menos fácil de digerir y cuando tenemos el intestino alterado no conviene forzarlo, pero a la vez necesitamos proteína de calidad.

Embutidos

Con estos preparados animales ocurre lo mismo que con las carnes citadas anteriormente: tienen un exceso de grasa que no nos ayudará a recuperarnos. Antes al contrario. Un par de excepciones: la cecina de León, la Morcilla de Burgos y similares, hechos con sangre y poca grasa, a lo sumo algo de arroz, son buenos por su aporte proteico, pero sin abusar.

Carnes grasas

Evitemos el pato, el cordero o partes del cerdo como las presa o el secreto. También en la ternera las grasas de la cobertura. Aunque son la parte más sabrosa, también representan la más indigesta.

Pescado azul

A pesar de aporta ácidos Omega-3, el pescado azul es muy indigesto y cuando se tiene el estómago sensible o dañado, no conviene atormentarlo más. Ni ni sardinas ni melva canutera, chicharros u otros pescados similares. Si acaso el bonito en conserva, bien lavado de su aceite, puede ser un alimento que se salve de la purga por su buen aporte proteico.

Leche entera y quesos grasos

Evitar las grasa poco digestivas es el objetivo y entre todas las animales destacan por su difícil digestión.

NO RECOMENDADOS

Infusiones y caldo vegetal y de pollo

Los caldos e infusiones son recomendable siempre que sean suaves y no tengan efectos excitantes que puedan provocar un estrés sobre el sistema digestivo. Su ventaja frente al agua es que al contener sales y azúcares ayudan a retener el agua en la absorción intestinal e inhiben vómitos y la propia diarrea. Los caldos concentrados de carne o el café pueden resultar indigestos o provocar inflamaciones que no ayuden a la recuperación intestinal. El caldo vegetal o de pollo o el té son perfectos.

Plátanos y manzanas

Su acción astringente y altamente calórica los hacen recomendables. Las manzanas además, aportan agua.

Arroz

Su acción es similar a la de los tubérculos. Aumenta la consistencia de las heces y aporta azúcares directos, que en este caso son necesarios por su fácil absorción, ya que por pérdida de líquidos nos encontraremos desnutridos.

Huevos

No debemos abusar, pues la yema tiene gran cantidad de lípidos que pueden resultar indigestos, pero l a clara contiene proteína fácil de digerir. Respecto a las vitaminas no debemos ser optimistas: la mayoría de ellas se pierden con el calor y no conviene comer el huevo fresco.

Tubérculos

Patatas y zanahorias en forma de puré son uno de los mejores astringentes que podemos encontrar; en el intestino revierten la pérdida de agua y la baja absorción, dando consistencia a las heces. Además aportan azúcares y sales que son fundamentales cuando el tracto inferior digestivo no funciona como debe.

Frutas

Son demasiado ricas en azúcares y fibra -sumamente indigesta aunque buena en otras situaciones para la flora intestinal-, por lo que pueden acentuar los episodios de diarrea. Salvo las citadas en el apartado de recomendados, evitarlas todas.

Legumbres

Aunque son una fuente genial de proteína, su alto contenido en fibra las hace poco recomendables en estos casos, ya que resultan demasiado pesadas de digestión. Mejor dejarlas para cuando nos encontramos bien.

Bebidas isotónicas para deportistas

Aunque se ha puesto de moda decir que las bebidas para deportistas tipo Gatorade son buenas para la diarrea, es al contrario: no son recomendables según los especialistas. El motivo es que la pérdida de líquido en una diarrea es diferente que por el sudor. Por la primera se pierde mucho potasio y en la segunda se elimina más sodio, que es lo que reponen las bebidas de sales. Así, en la diarrea nos hiper suplementamos de un sodio que no necesitamos en lugar de reponer el potasio, que por ejemplo nos da el plátano.

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