El botón de apagar la Humanidad

Jian salió de la universidad en su natal Taiwán y comenzó a trabajar en un refugio estatal que le permitía responder al llamado de su vida: ayudar a los animales. Pero pronto resultó que por cada animal herido que traía, rehabilitaba, esterilizaba y dejaba listo para su adopción, docenas más llegaban, y pronto se enfrentó a la política del refugio: la sobrepoblación debía eliminarse para que nuevos animales pudieran llegar, y al cabo de dos años Jian Zhicheng había tenido que “dormir” a más de 700 perros sanos. Foto: Internet

Jian salió de la universidad en su natal Taiwán y comenzó a trabajar en un refugio estatal que le permitía responder al llamado de su vida: ayudar a los animales. Pero pronto resultó que por cada animal herido que traía, rehabilitaba, esterilizaba y dejaba listo para su adopción, docenas más llegaban… Foto: Internet

Jian Zhicheng era unos años más joven que yo. Estudió, ella sí, veterinaria. Yo lo pensé pero fui cobarde. Imaginé que, como los médicos, tendría mi propio cadáver de perro que estaría en la plancha de metal con la barriga expuesta y las patas abiertas para siempre. No para siempre: hasta que dejara de ser útil, hasta que le hubiéramos sacado los órganos, aspirado el sistema circulatorio, vaciado por completo. Después, a una bolsa, ojalá negra, y desechado como toda la basura: uno la deposita en un rincón y mágicamente desaparece. Primero vendrían pesadillas, luego cinismo y bromas acerca de la vida y la muerte y los perros; no quise correr ese riesgo y me quedé sólo con la vida y los perros.

Jian salió de la universidad en su natal Taiwán y comenzó a trabajar en un refugio estatal que le permitía responder al llamado de su vida: ayudar a los animales. Pero pronto resultó que por cada animal herido que traía, rehabilitaba, esterilizaba y dejaba listo para su adopción, docenas más llegaban, y pronto se enfrentó a la política del refugio: la sobrepoblación debía eliminarse para que nuevos animales pudieran llegar, y al cabo de dos años Jian Zhicheng había tenido que “dormir” a más de 700 perros sanos, los mismos que en sus manos habían vislumbrado la posibilidad de una nueva vida. Sus horas frente a la computadora buscando hogares adoptivos no bastaban y el dolor se le fue colando al alma. Nunca le llegaron el cinismo ni las bromas: la Humanidad ha creado un sistema en el que la especie más vulnerable (y es la más vulnerable por una sola razón: depende de los seres humanos) se reproduce sin control en las calles, en las fábricas de cachorros, en los criaderos ilegales, y nosotros, en vez de prevenir el dolor, la miseria y el abandono, aniquilamos lo que nos sobra. En vez de curar, matamos. En vez de despertar, “dormimos”.

Jian Zhicheng no podía renunciar a su siniestro trabajo porque faltar a su contrato de cuatro años con el gobierno taiwanés le habría significado una multa impagable y la invalidación de su licencia como veterinaria. Tampoco pudo negarse cuando la obligaron a narrar la rutina del albergue en un programa de televisión, mismo que aprovechó para promover la adopción. Tras el programa, miles de “activistas” en pro de los animales (las comillas porque el activismo anónimo, virtual y violento es una burla al activismo real) la apodaron “La Bella Carnicera” y saturaron sus redes sociales, que antes se habían usado para hallarle hogares a los perros del albergue, de amenazas e insultos.

La incapacidad de los gobiernos de controlar la venta de animales, la reproducción y el abandono de los mismos, hace que el hombre sea el peor enemigo de su supuesto mejor amigo. La falta de educación en pro del respeto a todas las especies, nos ha vuelto unos predadores inconscientes, inclementes y ciegos a la agonía de otros más indefensos. La Humanidad ha creado un sistema en el que una mujer compasiva y afectuosa se ve forzada a asesinar lo que más ama, aniquilando con cada inyección un pedazo de su propia alma, hasta que Jian Zeicheng, a los 31 años, decidió llenarse las venas de los mismos químicos que mataron a sus 700 perros. Sí: La Bella Carnicera, vaciada ya de esperanza y fuerzas, se declaró a sí misma culpable y decidió morir como un perro. O como un cordero sacrificial (también conocido como “chivo expiatorio”), que a los judeo-cristianos nos encanta pensar que la muerte de uno nos cura los pecados a los demás. Curados estamos, congéneres.

Señor Juez: haga favor de apretar el botón de apagar la Humanidad, que tras esta noticia no puede seguir prendida. Y buenas noches a Jian Zhicheng, que se quedó dormida como un perro taiwanés y no con el cabello carbonizado y el sistema nervioso electrocutado, como hacemos aquí en México con nuestros mejores amigos.

12 Responses to “El botón de apagar la Humanidad”

  1. Lalo dice:

    ¡Que idiotez, ahora resulta todas las mujeres son unas santas! Al igual que el hombre se a visto obligado a asesinar animales para alimentarse él y su familia, durante milenios. La mujer se está viendo en la necesidad de hacer lo mismo por su estúpido feminismo. Lo único que quería la vieja es sobrevivir al igual que los hombres. Si bien no se sacrifican esos perros para comérselos, si es para controlar la sobrepoblación de este animal,

    • Caro dice:

      No entendiste el mensaje…

    • Lorena dice:

      Supongo que el caso está abierto a interpretaciones, pero es UN caso particular, una mujer víctima de un sistema podrido. No se habla de santidad, solo de una persona y lo que vivió. Y cómo murió.

    • Nardi Carhil dice:

      Esto no se trata de sexo; si fue una mujer o un hombre él o la que expuso este caso no tiene relevancia, el objetivo es dar a conocer el sistema podrido en el que todos estamos inmersos, de alguna u otra manera.

    • Fredo dice:

      En serio, estamos tan enfermos de machismo/feminismo que, evidentemente, no vemos el verdadero mensaje del artículo…

  2. Adrián dice:

    Ay Lalo, no entendiste nada! Tan clavado estas en tu rollo de odio a las mujeres que solo ves eso en todas partes! Nadie habló de santidades aquí y que le veterinaria fuera mujer u hombre es intrascendente! Se está hablando de la crueldad de la humanidad en general.

  3. Nashielli dice:

    Que fuerte.
    Es terrible. Yo quisiera apretar el botón después de leer esto, Lorena. Sin duda.
    A nadie debería obligarsele a hacer algo así. A perder su alma por que la humanidad prefiere desechar que salvar.
    Pobre Jian

    • jajaja dice:

      ¿Pero que culpa tiene el resto de la humanidad en que ustedes nos quieran apagar? Apáguense solas o váyanse temprano comiendo gansitos y bebiendo coca-cola.

    • Lorena dice:

      Ya sé, querida Nashielli… Y en esta nueva búsqueda ha sido más difícil encontrar las razones para abstenerse de presionar, pero las hay… Supongo que es cosa de aprender a voltear a otros lados. Cuando lo logre te cuento… Gracias por leer!

  4. VAL dice:

    QUE PENA……… ME DEJASTE FRIA , EN EL BUEN SENTIDO. Y MIRA LA INJUSTICIA DE LA VIDA : QUE ALGUIEN TAN NOBLE NO TOLERE HACER ALGO QUE DESGRACIADAMENTE ESTA AUTORIZADO POR TU PROPIO GOBIERNO, Y MIRA QUE LOS DESALMADOS GOBIERNOS Y GOBERNADORES DE MEXICO, ESTEN ACABANDO CON NUESTRA NACION , ESTAN IMPUNES Y COMO SI NADA ORONDOS COMO PAVORREALES, EL MUNDO AL REVES

  5. Fidel967 dice:

    Creo que lo que ya se apago, fue el alma del ser humano ……

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