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¿La vacuna BCG funciona contra la COVID-19? Un estudio muestra que es segura y podría ser eficaz

domingo, agosto 9th, 2020

El Bacilo Calmette-Guérin o vacuna BCG es la vacuna más ampliamente recibida en el mundo. Originalmente destinada a tratar la tuberculosis, más tarde se hizo evidente que proporciona un estímulo general y duradero al sistema inmunológico innato.

Madrid, 9 de agosto (Europa Press).- La vacuna BCG, una vacuna originalmente producida contra la tuberculosis, tiene un efecto estimulante general en el sistema inmunológico y por lo tanto es efectiva contra múltiples enfermedades infecciosas, posiblemente también contra la COVID-19, según un estudio que comparó grupos de voluntarios que han recibido la vacuna BCG (o no) en los últimos cinco años (antes de la pandemia), mostrando que la vacuna es segura y posiblemente influye en los síntomas de COVID-19.

El Bacilo Calmette-Guérin o vacuna BCG es la vacuna más ampliamente recibida en el mundo. Originalmente destinada a tratar la tuberculosis, más tarde se hizo evidente que proporciona un estímulo general y duradero al sistema inmunológico innato. Por lo tanto, la vacuna también era eficaz contra otras afecciones.

Este estudio, 300BCG, es el resultado de su trabajo, en el que un grupo de voluntarios sanos recibió la vacuna BCG y pudo así compararse con un grupo de voluntarios sanos que no la recibieron. La mayoría de los voluntarios recibieron la vacuna entre abril de 2017 y junio de 2018. El propósito de ese estudio era determinar la diferencia en la respuesta inmunológica, pero ahora que la pandemia está presente, se interrogó a los mismos sujetos para ver si hay un efecto de la vacuna en los síntomas atribuibles a la infección por el virus del SARS-CoV-2.

Lo que la comparación entre los grupos muestra es que los que recibieron la vacuna no tuvieron más síntomas, no se enfermaron más a menudo o se enfermaron más gravemente, durante la primera ola de la pandemia COVID-19 en Países Bajos. Los datos también muestran un cuadro cautelosamente positivo, con un menor número de personas enfermas en el periodo marzo-mayo de 2020 entre el grupo vacunado con la BCG, y también una menor incidencia de fatiga extrema entre los vacunados.

Los investigadores subrayan que esto era de esperar dados los conocidos efectos de la vacuna BCG en los voluntarios sanos. Sin embargo, el estudio también tiene limitaciones que impiden sacar conclusiones sobre el beneficio de la vacuna BCG contra el nuevo coronavirus: “Es muy importante confirmar que alguien que ha sido vacunado con la BCG no experimenta ningún aumento de los síntomas durante la pandemia de COVID-19. Aunque vemos menos enfermedad en las personas que se han vacunado con la BCG, sólo los estudios prospectivos de vacunación con BCG en curso pueden determinar si esta vacuna puede ayudar contra la COVID-19”.

“Sólo los estudios prospectivos de vacunación con BCG en curso pueden determinar si esta vacuna puede ayudar contra la COVID-19”, señala uno de los investigadores. Foto: Sebastiao Moreira, EFE

¿Y si las vacunas que ya circulan ayudan a “apagar” el SARS-CoV-2? Varios países prueban con ellas

miércoles, julio 22nd, 2020

Hay ensayos clínicos en marcha en múltiples países para averiguar si vacunas ya comercializadas podrían ofrecer cierta protección inespecífica contra esta enfermedad.

Por Esther Samper

Madrid, 22 de julio (ElDiario.es).- Los avances en las vacunas específicas frente al virus SARS-CoV-2, como la de Moderna o la de Oxford, reciben gran atención mediática, pues hay muchas esperanzas depositadas en ellas para poner fin a esta pandemia. Sin embargo, existe otro enfoque inmunoprotector que ha pasado bastante desapercibido entre la población general. A diferencia de las vacunas experimentales que podrían inmunizarnos contra la COVID-19 a través de una protección selectiva contra el coronavirus, también hay ensayos clínicos en marcha en múltiples países para averiguar si vacunas ya comercializadas frente a otros agentes patógenos podrían ofrecer cierta protección inespecífica contra esta enfermedad.

A lo largo de esta pandemia, los tratamientos antivirales aprobados frente a otros virus han sido la primera apuesta para intentar mejorar el pronóstico de la COVID-19 de la forma más rápida posible, pues sus perfiles de seguridad ya eran conocidos y existían indicios que sugerían cierto beneficio. De forma similar, existen diferentes vacunas ya comercializadas contra otros virus y bacterias que podrían generar cierta inmunidad frente al coronavirus y podrían administrarse antes de que se aprueben y distribuyan vacunas específicas y efectivas contra este virus. La vacuna contra la bacteria de la tuberculosis (BCG), la vacuna contra la polio y la vacuna triple vírica (contra el sarampión, las paperas y la rubeola) son tres tratamientos preventivos que se están evaluando en estos momentos en ensayos clínicos para observar si, efectivamente, aportan cierta protección frente al coronavirus.

Los avances en las vacunas específicas frente al virus SARS-CoV-2, como la de Moderna o la de Oxford, reciben gran atención mediática. Foto: John Cairns, University of Oxford vía AP

¿Cuál es el fundamento biológico para recurrir a estas vacunas? La falta de precisión del sistema inmunitario frente a agentes patógenos se manifiesta de múltiples maneras. Una de ellas es la capacidad de las células inmunitarias, como los linfocitos T, para reaccionar en el laboratorio ante diferentes coronavirus por tener señas de identidad similares entre ellos, un fenómeno denominado reacción cruzada. Aunque todavía no sabemos con certeza si la exposición a otros coronavirus, como los del resfriado, aportaría protección inmunitaria parcial o total frente a la COVID-19, es una hipótesis que se está investigando en estos momentos.

A lo largo de los últimos años también se ha observado que la activación del sistema inmunitario a través de vacunas podría desencadenar una serie de efectos beneficiosos que van más allá del papel protector de la vacuna contra un agente infeccioso en particular. Es lo que se ha observado, por ejemplo, para la vacuna de la polio o de la tuberculosis. Múltiples estudios epidemiológicos han detectado que aquellos a los que se les administra estas vacunas tienen un riesgo más reducido de morbilidad y mortalidad frente a otras enfermedades infecciosas, un efecto llamado protección heteróloga.

Aunque no está totalmente claro a qué se debe este tipo de protección, se piensa que este efecto positivo estaría causado por un refuerzo de la inmunidad innata que lleva a una “inmunidad innata entrenada”. La inmunidad innata es la primera reacción del sistema inmunitario cuando aparece ante un agente infeccioso y es inespecífica. Teóricamente, potenciar esta rápida respuesta podría ser una barrera adicional frente al coronavirus que limitase la infección. De hecho, una de las hipótesis que se han planteado durante la pandemia sobre por qué los niños rara vez tienen síntomas por el nuevo coronavirus sugiere que podría deberse a su potente inmunidad innata, reforzada por constantes infecciones respiratorias y por sus recientes vacunaciones.

Múltiples estudios epidemiológicos han detectado que aquellos a los que se les administra estas vacunas tienen un riesgo más reducido de morbilidad y mortalidad frente a otras enfermedades infecciosas, un efecto llamado protección heteróloga. Foto: Sebastiao Moreira, EFE

A LA ESPERA DE LOS ENSAYOS CLÍNICOS

Por el momento, sólo contamos con estudios epidemiológicos, con muchas limitaciones, que sugieren cierto papel protector de vacunas como la BCG contra el coronavirus. Sin embargo, ese tipo de investigaciones sólo permite detectar correlaciones y no causas y efectos, por la gran variedad de variables que pueden confundir los resultados. Los ensayos clínicos que se están realizando en estos momentos con las diversas vacunas frente a otros virus y bacterias aclararán si los indicios que se están viendo en grandes poblaciones son reales. También es posible que su efecto protector sea pasajero, que pudiera empeorar la infección por coronavirus o que, realmente, la potenciación del sistema inmunitario innato no fuera suficiente como para limitar la infección por el coronavirus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte, por el momento, que no hay evidencias científicas que demuestren que la vacuna contra la tuberculosis proteja frente a la infección del virus SARS-CoV-2 y que, por tanto, no recomienda la aplicación de esta vacuna para la prevención de la COVID–19. Tampoco hay pruebas suficientes de que otros tipos de vacunas resulten de ayuda frente a la COVID-19.

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