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VIDEO: Tiktoker mostró lo que se acumula en un cubrebocas luego de tres días de uso

miércoles, octubre 13th, 2021

El tiktoker @micro_terra puso al microscopio este producto que se hizo parte de nuestra vida cotidiana y mostró imágenes de todo lo que podemos encontrar si no lo cambiamos a diario.

Ciudad de México,13 de octubre (SinEmbargo).- Durante la pandemia por COVID-19 se generalizó el uso del cubrebocas como una de las medidas para evitar el contagio. Autoridades sanitarias han hecho énfasis en cambiarlos diariamente, en el caso de los desechables, o lavarlos después de usarlos en el caso de los de tela.

El tiktoker @micro_terra que se dedica a publicar videos de distintos objetos y alimentos que observa bajo el microscopio, revisó un cubrebocas con tres días de uso para ver si guardaba algún tipo de residuos y suciedad.

La mascarilla que analizó fue una de tres capas y puso al microscopio la parte que estaba en contacto con la piel de la persona que la usaba.

Microterra compartió un video de un cubrebocas con tres días de uso bajo el microscopio. Foto: Captura de pantalla.

“Y vaya que está sucia. Está llena de vellos faciales, piel muerta, restos de saliva y mocos y en algunos casos, maquillaje. Curiosamente la capa intermedia no se encuentra tan sucia, y la parte exterior, la que está en contacto con el ambiente, se ve menos sucia”, señaló el tiktoker en su video.

Y cuestionó “si así se ve una mascarilla con tres días de uso, imagínense cómo se ven esas mascarillas que algunas personas sacan de sus bolsillos, todas hechas chicharrón tras semanas o meses de uso. Pero aquí recordemos que muchas personas no tienen la posibilidad de cambiar constantemente sus mascarillas”.

Un artículo escrito en The Conversation por Laura (Layla) H. Kwong, investigadora de la Universidad de  California, señala que la gente ha usado mascarillas para evitar contraer enfermedades desde la gran plaga de Manchuria de 1910.

@micro_terra

Mascarilla de tres días de uso, bajo el microscopio. #microscopio #aprendeentiktok #micro_terra #mascarilla #salud

♬ Unbreakable (with Sam Gray) – TELYKAST & Sam Gray

“Durante la pandemia del coronavirus se ha puesto el foco en las mascarillas en la medida en que suponen un instrumento para impedir que los contagiados contaminen el aire situado a su alrededor (el conocido como “control de fuente”). Y las evidencias obtenidas en estudios de laboratorio recientes defienden esta teoría. En abril de 2020 se demostró que las personas infectadas con un coronavirus (pero no el SARS-CoV-2) exhalaban menos cantidad de ARN vírico en torno de ellas cuando llevaban puesta la mascarilla. Existen otros estudios de laboratorio que, de igual modo, respaldan su eficacia”, explicó.

“La próxima vez que se pregunte si debería usar mascarilla, sea consciente de que la respuesta es que sí. Las mascarillas textiles probablemente son mejor que nada, pero las mascarillas quirúrgicas de alta calidad o incluso aquellas que poseen una eficacia de filtrado y una capacidad de ajuste a la cara mayores que estas últimas (como las KF94, las KN95 o las N95) son las más efectivas para evitar contagios de COVID-19”, recomendó.

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Seis de cada 10 personas en EU apoyan uso de cubrebocas y vacunación, señala encuesta

domingo, agosto 22nd, 2021

Seis de cada 10 estadounidenses están a favor de que se obligue a las personas a contar con el esquema completo de vacunación contra la COVID-19 para poder viajar y asistir a eventos públicos, sin embargo, el 25 por ciento se opone a estas medidas.

Denver, 22 de agosto (AP).— El temor a la COVID-19 en Estados Unidos está en su máximo nivel desde el invierno boreal pasado, de acuerdo con una nueva encuesta, ante el avance de la variante Delta. Cada vez más estados y escuelas ordenan el uso de la mascarilla y los hospitales de la nación vuelven a llenarse.

Según la encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, la mayoría de los adultos quieren que la mascarilla sea obligatoria en cines, espectáculos deportivos, conciertos y otros eventos donde se aglomera la gente, así como para los viajeros por avión y los trabajadores de hospitales, restaurantes, tiendas y oficinas públicas.

La encuesta revela que el 41 por ciento está “extremadamente” o “muy” preocupado por la posibilidad de contagio, para sí mismo o su familia, comparado con el 21 por ciento en junio, pero con el 43 por ciento en enero, durante la última gran ola en el país.

David Bowers, un analista de negocios y su esposa, maestra de escuela, estuvieron entre los primeros vacunados, pero les preocupan sus hijas, de siete y nueve años, porque el Gobernador republicano de Arizona, Doug Ducey, sancionó una ley que prohíbe a los distritos escolares obligar al uso de la mascarilla, ni qué hablar de la vacuna.

La obligatoriedad de usar la mascarilla en un bar o restaurante es algo menor, del 51 por ciento, con el 28 por ciento en contra. Foto: AP

Seis de cada 10 estadounidenses están a favor de obligar a la gente a estar plenamente vacunados contra la COVID-19 para poder viajar en avión o asistir a eventos públicos. Un 25 por ciento se opone a esas medidas.

También seis de cada 10 apoyan la mascarilla obligatoria para trabajadores de hospital y de la salud en general, así como empleados públicos, efectivos de las fuerzas armadas y trabajadores que tienen contacto con el público, como los de restaurantes y tiendas. La obligatoriedad de usar la mascarilla en un bar o restaurante es algo menor, del 51 por ciento, con el 28 por ciento en contra.

Hasta el jueves, casi 200 millones de personas —algo más del 60 por ciento de la población— había recibido al menos una dosis, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Poco más de la mitad de la población estaba totalmente vacunada.

Los hospitales de todo el país tenían más de 75 mil enfermos del coronavirus hasta la semana pasada, un fuerte aumento con respecto a semanas anteriores, pero aún muy por debajo de la ola invernal. Florida, Arkansas, Oregón, Hawái, Luisiana y Mississippi marcaron récords de hospitalización en las últimas semanas y la ola de la variante Delta, junto con las bajas tasas de vacunación, ha provocado escasez de camas.

La encuesta AP-NORC de mil 729 adultos se realizó del 12 al 16 de agosto con una muestra del panel probabilístico de NORC, diseñado para ser representativo de la población estadounidense. El margen de error es de más-menos 3.2 puntos porcentuales. Foto: AP

Hay localidades suecas que están prohibiendo las mascarillas. ¿Y eso? ¿Por qué? ¿Qué argumentan?

domingo, febrero 14th, 2021

La estrategia sueca sobre el uso del cubrebocas durante la pandemia vuelve a sorprender. Mientras otros países europeos se adaptan a una nueva dinámica donde la mascarilla es esencial, Suecia se mantiene al margen de esta medida tan utilizada ya alrededor del mundo. ¿Por qué algunas regiones del país prohíben el cubrebocas? La comunicación contradictoria del Gobierno ha sido clave en la confusión generalizada de su sociedad.

Por Tine Walravens
Assistant Professor, Department of International Economics, Government and Business, Copenhagen Business School

Y Paul O’Shea
Senior Lecturer, Centre for East and South-East Asian Studies, Lund University

Suecia, 14 de febrero (The Conversation).- Hace poco, las autoridades locales de Halmstad, en Suecia, obligaron a una profesora a quitarse la mascarilla. De hecho, prohibieron el uso de mascarillas en todas las escuelas, incluidas la totalidad de las variantes PPE. Las autoridades de Halmstad afirmaron que no había evidencias científicas que apoyaran el uso de mascarillas, y para ello se remitieron a la Agencia de Salud Pública de Suecia. Y es que, en ese momento, dicha agencia alertaba sobre el “enorme riesgo” que suponía que las mascarillas se usaran de forma incorrecta. Posteriormente, sin embargo, estas directrices han sido retiradas.

Para todo el que no esté familiarizado con la respuesta que el Gobierno sueco ha dado a la COVID-19, esta prohibición puede resultar chocante. Al fin y al cabo, y a pesar de que las mascarillas no son infalibles, hay evidencias científicas de que estas contribuyen a reducir la transmisión de la enfermedad, especialmente en aquellas situaciones en las que no es posible mantener la distancia social (como, por ejemplo, en los colegios).

Suecia decidió no imponer medidas tan estrictas como otros países durante la emergencia por el coronavirus. Foto: David Keyton, AP

Las autoridades de Halmstad finalmente rectificaron, pero en todo el país se están produciendo muchos nuevos casos de prohibición del uso de mascarillas. A los bibliotecarios de la próspera ciudad de Kungsbacka, por ejemplo, les han dado instrucciones para que no las usen.

¿Cómo demonios hemos llegado a esta situación? Bueno, al fin y al cabo, todo lo que ordenaron las autoridades municipales de Halmstad y Kungsbacka estaba en línea con lo marcado por la Agencia Pública de Sanidad. Por lo tanto, estas prohibiciones son la consecuencia lógica de nueve meses de mensajes constantes contrarios al uso de mascarillas por parte del Gobierno sueco, y que en nuestra opinión suponen un claro ejemplo de mala estrategia de comunicación de riesgos.

LA EXCEPCIÓN EUROPEA

Fuera de Suecia, en este momento la mayoría de los europeos ya se ha acostumbrado a llevar mascarilla cuando están en espacios cerrados, ya se trate de un supermercado, de transportes públicos o de la consulta del médico. Se ha convertido en una práctica tan arraigada que podría hacer que nos olvidáramos fácilmente del hecho de que, durante los primeros meses de la pandemia, la mayoría de nosotros no usábamos ningún tipo de mascarilla. En esa primera época, los principales mensajes eran “lávate las manos” (sencillo de cumplir) y “no te toques la cara” (bastante más complicado).

El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades recomendó desde el principio el uso de la mascarilla, y en una fecha tan temprana como abril. Pero no fue hasta junio cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) se sumó a esta recomendación. Inglaterra esperó hasta julio, mientras que Noruega, Dinamarca y Finlandia se resistieron hasta agosto para implantar el uso de la mascarilla.

Suecia, como hemos visto, decidió tomar un camino distinto. La Agencia de Salud Pública ha defendido muchas veces que las mascarillas son ineficientes y que usarlas podría favorecer la expansión de la COVID-19 (una opinión que era habitual al principio de la pandemia, pero que ahora es raro escuchar).

Comensales en un bar de Estocolmo. Foto: David Keyton, AP

En julio, la Ministra de Sanidad, Lena Hallegren, explicó que el Gobierno sueco no tenía ni la cultura ni la costumbre de tomar decisiones sobre prendas de protección como las mascarillas, y que por tanto su Ejecutivo no desautorizaría a la Agencia de Salud Pública.

La política contraria a las mascarillas de Suecia fue más allá de las fronteras de este país y alimentó el activismo antimascarillas a escala internacional. En abril, el epidemiólogo jefe del país, Anders Tegnell, escribió un correo al Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (que resulta que está en Estocolmo) en el que advertía a este organismo sobre los peligros de su recomendación de que la gente usara mascarilla. Su razonamiento era que dicho uso “implica que la transmisión es por el aire”, lo que a su juicio podía “dañar seriamente la confianza y por tanto la eficacia de las futuras recomendaciones sobre la pandemia”.

COMUNICACIÓN DE RIESGOS

¿Cómo pudimos llegar a eso? Si nos remontamos a la primavera de 2020, cuando el SARS-CoV-2 aún era un virus muy desconocido, los mensajes del Gobierno sueco sobre la COVID-19 consistían en un triple mantra, simple y lógico: lávate las manos, mantén la distancia social y quédate en casa si estás enfermo. Esto le sonará familiar a los ciudadanos de muchos otros países, y de hecho se trata de un ejemplo de libro de una comunicación de riesgos efectiva; una comunicación que debe ser clara, directa y propiciar acciones fáciles de llevar a cabo.

Las directrices de la OMS para una comunicación de riesgos efectiva en crisis de salud pública hacen hincapié en tres factores: que las incertidumbres deben ser nombradas de forma explícita, que la información que se traslada tiene que ser sólida y fácil de entender, y que los contenidos de los mensajes deben recomendar la realización de acciones realistas y concretas.

Durante sus fases iniciales, la comunicación de riesgos llevada a cabo por el Gobierno sueco cumplió dos de estas condiciones, pero fracasó a la hora de hacer frente a las incertidumbres. Se trata de algo que sí consiguieron hacer muchos otros países, donde también se apostó por mensajes muy sencillos.

El Primer Ministro sueco Stefan Lofven. Foto: Henrik Montgomery / TT vía AP

A pesar de que el conocimiento científico sobre el virus siguió aumentando, la comunicación de riesgos del Gobierno sueco sobre el uso de mascarillas no cambió. En agosto, por ejemplo, cuando llevar mascarilla se convirtió en algo muy habitual en otros países europeos, Tegnell afirmó que las evidencias científicas en las que se sustentaba el uso de mascarillas eran “sorprendentemente débiles”, y que su uso podría incluso aumentar la expansión del virus.

UNA NORMA CONFUSA SOBRE EL USO DE LA MASCARILLA

Las autoridades suecas mantuvieron su postura antimascarillas hasta diciembre, cuando el Primer Ministro, Stefan Lofven, anunció un giro de 180 grados referente al uso de éstas en el transporte público.

Pero la nueva política de Lofven en relación con las mascarillas no se limitó a hacerlas obligatorias en los transportes. En lugar de ello, recomendó usarlas entre siete y nueve de la mañana y entre cuatro y seis de la tarde; y no para todos, sino sólo para los nacidos “en 2004 y con anterioridad”, y que además no tuvieran asiento reservado. Si esto le suena demasiado complicado, realmente es porque lo es.

No puede sorprender, por tanto, que el cumplimiento de esta norma haya sido escaso y que sólo la mitad de los usuarios de transporte público lleven realmente mascarilla durante las horas pico.

Pero no son sólo los ciudadanos de a pie. Dos semanas después de que se aprobara la recomendación, el director de la Agencia de Salud Pública del país, Johan Carlson, fue visto sin mascarilla en un autobús durante la hora pico. Cuando se le preguntó por su incapacidad para cumplir con sus propias recomendaciones, él afirmó que “simplemente no me di cuenta de que había llegado la hora pico”. Este caso ilustra bien el problema de una comunicación de riesgos excesivamente complicada.

CONFUSO Y COMPLEJO

Si el director de la Agencia de Seguridad Pública es incapaz de seguir sus propias normas, será difícil recriminar a la gente su escaso nivel de cumplimiento.

Una mujer corre mientras otras descansan cerca del canal Djurgarden, en Estocolmo, Suecia. Foto: Anders Wiklund / TT vía AP

Al comienzo de la pandemia, la política de comunicación de riesgos del Gobierno sueco (el triple mantra) era directa y fácil de entender. Pero hasta diciembre las autoridades estuvieron advirtiendo durante meses sobre los riesgos de llevar mascarilla. De este modo, el anuncio sobre el transporte público no sólo fue confuso debido a lo complicado que era, sino también por el hecho de que su contenido era directamente contradictorio con las directrices sobre la mascarilla que habían estado vigentes entre marzo y diciembre.

En este contexto, no puede sorprender que haya bibliotecas y colegios en Suecia que estén mandando mensajes contradictorios sobre si hay que llevar o no mascarilla.

Es el resultado de meses de una mala comunicación de riesgos en torno a una sencilla medida de salud pública; una medida que además ha sido ampliamente adoptada en el resto de países. Y este fracaso en la política de comunicación podría tener consecuencias realmente preocupantes, como por ejemplo la posibilidad de aumentar el número de contagios en un país que ya está al borde de sufrir una tercera ola.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE THE CONVERSATION. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Cientos marchan en Berlín contra el uso de cubrebocas y las restricciones por la COVID-19

sábado, agosto 29th, 2020

Dos condiciones esenciales impuestas para su autorización -distancia social y uso de la mascarillas- fueron ignoradas por la mayoría de los asistentes a una marcha cuyo aglutinante era negar la necesidad de tales restricciones.

Por Gemma Casadevall

Berlín, 29 ago (EFE).- Berlín asistió hoy a una nueva movilización de colectivos contra las restricciones por la pandemia, entre ellos grupos de la ultraderecha, marcada por la desobediencia desafiante y generalizada al uso de la mascarilla y algunas escaramuzas entre fuerzas policiales y radicales.

La Policía de Berlín optó por ordenar la disolución de la primera marcha, sobre las 11:00 horas, unas dos horas de arrancar hacia el punto fijado para la concentración final y cuando unas 18 mil personas desfilaban por el corazón de la capital alemana.

Dos condiciones esenciales impuestas para su autorización -distancia social y uso de la mascarillas- estaban siendo ignoradas por la mayoría de los asistentes a una marcha cuyo aglutinante era negar la necesidad de tales restricciones.

Horas después se reagruparon ante la Columna de la Victoria unas 30 mil personas, según estimaciones policiales, en un ambiente mayoritariamente festivo. Mientras, en las cercanías del Reichstag -sede del Parlamento- y de la embajada rusa se producían encontronazos entre agentes antidisturbios y ultras, que portaban símbolos y banderas anticonstitucionales.

Aproximadamente 18 mil personas fueron congregadas en la protesta. Foto: Clemens Bilan/EFE

La convocatoria de este sábado, como ocurrió en una anterior marcha con 30 mil personas, el 1 de agosto, agrupó tanto a defensores de teorías de la conspiración o antivacunas como a ciudadanos que consideran vulnerada su libertad de movimientos, mezclados con grupos ultraderechistas, líderes de los llamados “Identitarios” y reconocidos negacionistas del Holocausto.

Que la manifestación llegara a ponerse en marcha se debió a una decisión, ya de madrugada, de la Audiencia Territorial Administrativa de Berlín, que rechazó el último recurso presentado por la Policía contra la convocatoria.

Fue el último obstáculo administrativo para los convocantes. Otra instancia judicial había levantado dos días antes la prohibición a la marcha del Senado (Gobierno regional) berlinés.

El Senado berlinés había justificado su veto en el argumento de que derecho a la manifestación no significa el derecho a infringir la legalidad o a desobedecer las normas de higiene vigentes. La canciller alemana, Angela Merkel, había expresado su comprensión al veto, pese a reconocer el derecho a la manifestación y también el de los convocantes a recurrirlo.

Los congregados asistieron sin mascarillas. Foto: Clemens Bilan/EFE

Permitir o no la marcha colocó a las autoridades ante el dilema de garantizar ese derecho fundamental o hacer prevalecer el interés por la salud pública en la lucha contra la pandemia.

Ya la víspera quedó claro que no se respetarían las medidas de higiene pactadas. Unos  mil 500 manifestantes, mayoritariamente sin mascarilla, se concentraron el viernes ante la emblemática Puerta de Brandeburgo, a modo de acción previa.

DESAFÍO RUIDOSO, PERO MINORITARIO

Las manifestaciones contra las restricciones se han sucedido en Alemania desde julio. Para la movilización de este sábado se habían desplazado a la capital grupos de ciudadanos de todo el país.

Pese a la vistosidad de las marchas, la opinión mayoritaria alemana respalda las restricciones, en un país en que ni en los momentos más álgidos se confinó a la población.

Un 60 por ciento de los ciudadanos las defienden, según el último “Politbarometer” de la televisión pública ZDF, mientras que un 28 por ciento cree que deberían reforzarse y un 10 por ciento las considera exageradas.

La única formación parlamentaria que respalda esas convocatorias es la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), líder de la oposición en el Bundestag (cámara baja) desde 2017, pero que ha perdido fuelle y tiene ahora una intención de voto del 9 por ciento según los sondeos.

REPUNTE DE CONTAGIOS Y RESTRICCIONES VIAJERAS

La manifestación de este sábado se produce en un momento en que el Gobierno de Merkel ha endurecido las restricciones para los viajes -especialmente a zonas de riesgo, entre las que hay destinos turísticos preferenciales para los alemanes, como España y Turquía-. La vuelta a la actividad escolar se desarrolla de forma gradual en Alemania, pero sin grandes problemas, y preocupan los repuntes generados principalmente en encuentros familiares o tras las vacaciones.

El cómputo de nuevas infecciones se ha estabilizado en Alemania y desde hace días se sitúa en la franja de los mil 500, según las cifras del Robert Koch Institut (RKI), competente en la materia. Hoy se reportaron mil 479 casos, después de que el sábado anterior se llegara a los 2 mil 034 contagios, la marca máxima desde finales de abril.

Entre marzo y abril, el peor momento de la pandemia en Alemania, las cifras de contagios se habían situado en los 6 mil diarios.

El cómputo acumulado de infecciones llegó este sábado a los 240 mil 986, de las cuales 214 mil 200 son pacientes recuperados, mientras la cifra de muertos está en 9 mil 289.