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Rudos y Técnicos

lunes, agosto 19th, 2019

El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto: AP

Posiblemente, como nunca antes en la historia contemporánea de los Estados Unidos, se había observado tanta polarización. Las amplísimas diferencias en términos de clase, raza, ideología política y demás, no son nuevas y mucho menos insignificantes. Sin embargo, las grandes contradicciones de esa sociedad desarrollada parecen ahora poner a una parte del pueblo americano en contra de la otra. Los centros ideológicos en todos los temas tienden a desaparecer y sólo los extremos parecen hacer sentido en la mayor parte de los espacios de la vida pública y la política estadounidenses.

Estados Unidos de América, como potencia mundial, había gravitado siempre en torno a valores o ideas fundamentales como son la democracia y el libre mercado, que se tomaron como bandera y parecían desvanecer en lo formal—más no en lo real—los enormes contrastes de un imperio que nace y se desarrolla originalmente en el seno de la esclavitud, la segregación racial y la Doctrina Monroe. El militarismo que apuntaló la economía estadounidense después de las dos guerras mundiales, la explotación de la migración denominada (ventajosa e incorrectamente) “ilegal” y el extractivismo se fundamentaron en un sistema capitalista y un Destino Manifiesto que hicieron a América “Grande” (Made America Great), y además contribuyeron a la construcción de la nación más poderosa del mundo en la era reciente.

Pero los imperios se crean y se destruyen a sí mismos; además, se desintegran con la ayuda de otros pueblos que aspiran a ser imperios también. Considerando los acontecimientos y desarrollos de los últimos tiempos, pareciera que le ha llegado su hora a los Estados Unidos. El crecimiento de la economía y las grandes obras de infraestructura, el gran acceso a armamento y tecnologías de punta, así como la existencia de niveles aceptables de cohesión social en otras grandes naciones del mundo nos dan una idea de los límites de Estados Unidos en el contexto global actual. China (en particular), Rusia, Corea del Sur y algunas otras naciones asiáticas y europeas parecieran aspirar a ser potencias—o naciones más dominantes—en un contexto de visible convergencia.

Por su parte, en Estados Unidos se hace evidente el faccionalismo político y se amplían enormemente las contradicciones, lo cual se ve reflejado claramente en los nuevos movimientos sociales y los nuevos discursos políticos de la extrema derecha y la extrema izquierda americanas. La llegada al poder de Donald Trump visibiliza en un nivel máximo la división fundamental al interior de la sociedad americana. El discurso de los supremacistas blancos, racistas, anti-inmigrantes, militaristas y extractivistas contrasta radicalmente con el de aquellos que se autodenominan socialistas y anti-fascistas y que además propugnan las fronteras abiertas, apoyando el ambientalismo, la diversidad sexual, el acceso a la salud para todos, y los derechos de los pueblos originarios.

Pareciera ser ésta una lucha entre buenos y malos, pero la realidad es mucho más compleja; no es lineal y es bastante incierta. Detrás de estas facciones parece radicar una voraz lucha por el poder político y económico que podría poner en jaque a los Estados Unidos de América.

Donald J. Trump gana la elección presidencial de 2016 y llega al poder al año siguiente, en medio de alegaciones de interferencia rusa en las elecciones. Éste es sin duda un cuestionamiento sin precedentes. Trump llega fraccionando escandalosamente a la sociedad estadounidense, y la divide en efecto como quizás nunca lo había hecho ningún Presidente en la era más reciente. Todo parece girar, desde entonces, en torno a la figura y las acciones del Presidente estadounidense—la cobertura de medios, la opinión pública y la suerte de casi todos dentro y más allá de nuestro continente.

Pero recordemos: Trump no llegó sólo.

En efecto, Trump no surge como “excepción a la regla” (o como outlier) en la escena política estadounidense. Trump aparece a la par de Bernie Sanders, figura clave que representa a lo que se ha denominado “socialismo demócrata” (es decir, socialismo del Partido Demócrata). En este contexto, se percibe a Trump como el candidato del supremacismo blanco de extrema derecha, y a Sanders como el candidato de la extrema izquierda—que algunos asocian, de forma errónea, con el socialismo o comunismo.

Sanders podría considerase una reacción contra Trump, pero aún más contra la parte tradicional del Partido Demócrata. Ciertamente, Bernie dividió, en cierta medida, a los demócratas en las últimas elecciones para Presidente. Incluso algunos de los partidarios de Sanders votaron por Trump para expresar su descontento con el status quo demócrata y con Hilary Clinton, su principal representante. Algunos han incluso llegado a decir que Trump debiera estar agradecido con Sanders.

Así se abre la brecha entre las ideologías dominantes en Estados Unidos como nunca antes. Trump es supuestamente el enemigo a vencer y para vencerlo surgen con fuerza otras opciones radicales, de dimensión semejante, pero operando en sentido contrario.

En este nuevo contexto, un país dividido al extremo no se concibe hoy sin sus extremas contradicciones. Por ejemplo, no se concibe a Trump sin Sanders o Alexandria Ocasio-Cortes (AOC). Por otro lado, no se concibe a los jóvenes—en su mayoría blancos—que se visten con gorras de MAGA (Make America Great Again) sin su contraparte personificada en los llamados ANTIFAs o grupos de supuestos anarquistas, denominados “anti-fascistas”, vestidos con pasamontañas y quienes promueven la llamada resistencia—a veces violenta—en contra de un sistema explotador, racista y comparable al que avanzó Adolfo Hitler. No se concibe la propuesta revolucionaria de la expansión de energías limpias sin la negación a la existencia del cambio climático. En otras palabras, los demócratas socialistas no hubieran planteado su “Nuevo Trato Verde” (o Green New Deal) sin la idea del calentamiento global y una gran crisis financiera inminente. No se conciben tampoco el muro fronterizo o la reacción patriota anti-inmigrante sin las migraciones masivas o el apoyo a las fronteras abiertas y a las caravanas migrantes.

En esta nueva realidad, no se pueden concebir a los “Rudos” sin los “Técnicos”. Y Trump es el más rudo de los Rudos, pero necesita de la propaganda contraria de la nueva izquierda americana para seguir alimentando a su base de apoyo.

En un país de Rudos y Técnicos, hay quienes piensan que los inmigrantes latinos y las minorías raciales en general son enemigos de la América Grande. Por el otro lado, hay quienes ingenuamente creen en el posible triunfo de un (erróneamente) denominado proyecto socialista o comunista en la tierra más capitalista del mundo. Este contexto podría ser benéfico para Trump, quien afianza su base de apoyo, divide a su oposición y bien podría ganar de nuevo las elecciones presidenciales del año 2020. En pocas palabras, el espectáculo de Rudos y Técnicos pareciera ser de Trump, por Trump y para Trump.

Sin embargo, bajos las actuales condiciones de la América “ya no tan grande”, no podemos tener certeza. La victoria del Partido Demócrata es factible también; muchos no pueden ya más con el racismo y el supremacismo de Donald Trump y sus allegados republicanos. La única que sí es certera es la gran división social al interior de la nación aún más poderosa del mundo. Y hay quienes, observando desde la distancia, podrían eventualmente beneficiarse de ella.

Después de observar la reacción de las dos facciones políticas/ideológicas contrarias estadounidenses en el marco de los debates de candidatos del Partido Demócrata este verano, las muertes de migrantes a orillas de Río Bravo y los tiroteos en El Paso, Texas, parece bastante claro el uso político que ambas facciones hacen de la tragedia del migrante indocumentado que intenta llegar o que llega a Estados Unidos. Lo que no queda claro es si lo que estamos viendo es simplemente un espectáculo más de la política electoral en la Unión Americana, o si más bien estamos siendo los espectadores del inicio de la caída de un Imperio. La Tercera Ley de Newton podría estar vaticinando este declive inminente, al tiempo que explicaría los choques sociales que se comienzan a dar en Estados Unidos en vísperas de la elección del 2020: de la misma magnitud, pero en sentido contrario.

En un escenario de Rudos y Técnicos, todo—menos la división real de la sociedad estadounidense—parece ser incierto. La historia muestra que una potencia mundial (o un Imperio) no puede sobrevivir dividida(o) porque, si es así por tiempo suficiente, se llega a destruir a sí misma(o). Y en un mundo multipolar, es válido esbozar teorías e incluso plantear posibles conspiraciones. Bajo una lógica de cambios potenciales en el orden mundial, naciones aspirando a ser potencias podrían estar tomando ventaja. Alimentar aún más las divisiones—e intervenir a través de medios, propaganda y operaciones psicológicas—podría ser una acción conveniente. Este podría ser el comienzo del “fin de la historia” de un imperio.

Baltimore retira sus monumentos a defensores de la esclavitud tras violencia en Charlottesville

miércoles, agosto 16th, 2017

Las autoridades de Baltimore decidieron actuar por la madrugada para evitar más hechos violentos, debido a la insistencia de un grupo de activistas por derribar los monumentos por su propia mano.

Un trabajador limpia un grafiti de la base del Monumento de Robert E. Lee y Stonewall Jackson, una de las estatuas que conmemoraba la época de la Confederación Foto: EFE/Jim Lo Scalzo

Washington, 16 de agosto (EFE).- La ciudad de Baltimore, en el este de EU, retiró hoy sus monumentos al bando confederado de la guerra civil (1861-1865), formado por estados secesionistas y favorables a la esclavitud, en medio de un nuevo debate en el país sobre si deben desecharse esos símbolos adorados por la ultraderecha.

Los cuatro monumentos fueron retirados discretamente a lo largo de la madrugada, con el fin de evitar el revuelo que generó el pasado fin de semana en Charlottesville (Virginia) el plan de retirar la estatua de Robert E. Lee, un general confederado considerado un símbolo de la defensa de la esclavitud y el racismo.

“Ya está hecho. Tenían que caer. Lo que me preocupaba era la seguridad de nuestra gente, y por eso hemos actuado lo más rápido posible”, dijo hoy la alcaldesa de Baltimore (Maryland), Catherine Pugh, según el diario local The Baltimore Sun.

El Ayuntamiento de la ciudad votó a favor el lunes de retirar las estatuas, dos días después de lo sucedido en Charlottesville, donde decenas de neonazis y supremacistas blancos protestaron por los planes de derribar el monumento y protagonizaron violentos choques, además de un atropello que mató a una mujer e hirió a otras 20 personas.

Las autoridades locales de Baltimore llevaban más de un año debatiendo qué hacer con sus monumentos confederados y la decisión de retirarlos se aceleró a raíz de la violencia en Charlottesville.

Tras revelarse que el Ayuntamiento había decidido retirarlos, algunos activistas de izquierda prometieron derribarlos antes de que las autoridades pudieran actuar, lo que provocó que se programara una discreta acción oficial que se concretó entre las 23:30 horas local del martes y las 05:30 horas de hoy.

“No quería poner en peligro a la gente de mi propia ciudad”, subrayó la alcaldesa de Baltimore.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, criticó este martes la retirada de estatuas confederadas, y comparó al general Lee con varios de los fundadores y primeros mandatarios del país, dado que éstos también tenían esclavos.

“¿Vamos a retirar las estatuas de George Washington? ¿Y de Thomas Jefferson, qué les parece? Porque él tenía muchos esclavos”, dijo Trump en una conferencia de prensa en Nueva York.

El lunes, un grupo de activistas derribaron una estatua confederada en Durham (Carolina del Norte) y las autoridades de algunas ciudades en Florida, Tennessee y Kentucky planean retirar también sus monumentos de ese tipo.

Hombre en EU difunde carta en la que pide a su hijo supremacista renunciar al odio racial

martes, agosto 15th, 2017

El padre de un supremacista que participó en la manifestación de Charlottesville difundió una carta en la que se arrepiente de guardar silencio y pide a su hijo que acepte y ame a todas las personas.

El padre de Peter Tefft, un proclamado supremacista, difunde carta en los medios en la que explica que su familia no piensa de la misma manera. Foto: Twitter/@NicoleVNL

Ciudad de México, 15 de agosto (SinEmbargo/Infobae).- Una familia estadounidense repudió en una carta abierta a su hijo por su participación
en las manifestaciones de supremacistas blancos, luego de su aparición en las marchas de extrema derecha en Charlottesville.

La familia resaltó que “fue un error” callar durante el tiempo en que Peter Tefft había comenzado a mostrar su ideología extrema. Según apuntó Pearce, su padre, “fue el silencio de la gente buena que permitió a los nazis florecer la primera vez, y es el silencio de la buena gente que les permite florecer hoy”.

Por ello, ante las repetidas muestras de racismo de su hijo menor, sus parientes decidieron que no será bienvenido a los próximos eventos familiares.

Peter, por su parte, fue entrevistado por la cadena KVLY-TV, sin querer comentar sobre la posición de su familia y reivindicado sus posiciones extremistas.

LA CARTA COMPLETA

Mi nombre es Pearce Tefft y le escribo a todos con relación a mi hijo menor, Peter Tefft, un declarado nacionalista blanco que ha aparecido en varios medios locales en los últimos meses.

La noche del viernes, mi hijo viajo a Charlottesville, Virginia, y fue entrevistado por una cadena mientras marchaba con nacionalistas blancos, que habrían matado a una persona.

Yo, junto a sus hermanos y la familia entera, quiero repudiar fuertemente el malvado, odioso y racista discurso de mi hijo y sus acciones. No sabemos específicamente dónde aprendió estas creencias. No las aprendió en su hogar.

He compartido mi casa y mi corazón con amigos y conocidos de toda raza, género y creencia. He enseñado a mis hijos que todos los hombres y mujeres son creados en igualdad. Que debemos amar a todos.

Evidentemente Peter ha elegido no aprender estas lecciones, muy a mi pesar y el de mi familia. Hemos estado en silencio hasta ahora, pero ahora vemos que fue un error. Fue el silencio de la gente buena que permitió a los nazis florecer la primera vez, y es el silencio de la buena gente que les permite florecer hoy.

Peter Tefft, mi hijo, ya no es bienvenido en nuestras reuniones familiares. Rezo para que mi hijo pródigo renuncie a sus creencias de odio y regrese a casa. Solo así serviré el banquete.

Sus opiniones de odio están generando retórica de odio a sus hermanos, primos, sobrinos, así como a sus padres. ¿Por qué debemos ser culpables por asociación? De nuevo, ninguna de sus creencias fue aprendida en casa. Nunca hemos aceptado y nunca aceptaremos esta retorcida perspectiva.

Él alguna vez bromeó, “el tema de nosotros los fascistas es que no creemos en la libertad de expresión, puedes decir lo que quieres, simplemente te lanzaremos a un horno”.

Peter, tendrás que arrojar nuestros cuerpos al horno. Por favor, hijo, renuncia a tu odio, acepta y ama a todos.

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