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“Orgullo mexicano”: La NASA inmortaliza a la exatleta “Queta” Basilio en un asteroide

miércoles, octubre 27th, 2021

La familia de la exatleta mexicana Enriqueta Basilio, quien fue la primera mujer del mundo en encender un pebetero olímpico, contó en entrevista la grata experiencia que vivieron al visitar la NASA para presenciar el despegue de la misión “Lucy”, la cual hará el reconocimiento de ocho asteroides troyanos de Júpiter, uno de los cuales recibirá el nombre de “Queta”.

Ciudad de México, 27 de octubre (SinEmbargo).– La atleta mexicana Enriqueta Basilio Sotelo, quien fue la primera mujer del mundo en encender un pebetero olímpico, fue inmortalizada a dos años de su muerte por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) con un asteroide que llevará el nombre de “Queta”.

“‘Queta’ es el primer asteroide troyano nombrado según una convención de nomenclatura recientemente revisada para los asteroides troyanos. Aunque anteriormente los troyanos solo llevaban el nombre de los héroes de la Ilíada de Homero, los troyanos más pequeños ahora reciben el nombre de atletas olímpicos y paralímpicos, en reconocimiento a estos héroes de hoy en día. ‘Queta’ recibe su nombre en honor a la atleta mexicana de pista y campo, Norma Enriqueta ‘Queta’ Basilio Sotelo”, informó la NASA en un comunicado publicado en abril de este año previo al lanzamiento de la misión “Lucy”, que despegó de la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral para llevar a cabo una misión de 12 años en la que hará el reconocimiento de ocho asteroides troyanos de Júpiter, entre ellos el de “Queta”.

La atleta mexicana Enriqueta Basilio fue la primera mujer del mundo en encender un pebetero olímpico. Foto: Cuartoscuro.

La familia de “Queta” Basilio, quien falleció el 26 de octubre de 2019 a los 71 años de edad, contó en entrevista para SinEmbargo la grata experiencia que vivieron al visitar la NASA para presenciar el despegue de la misión “Lucy”.

“A principios de octubre del año pasado nos contactó uno de los principales científicos de la NASA, del proyecto ‘Lucy’, que tiene la misión de investigar estos nuevos satélites, y nos preguntó si le autorizábamos nombrar este satélite con el nombre de mi mamá. Obviamente le dijimos que sí y nos dijo que iban a esperar un nuevo avistamiento para la confirmación. Pasaron unos días y el 13 de octubre del año pasado nos escribió y nos dijo que el 12 de octubre de 2020 volvieron a ver el asteroide en la órbita, lo cual se confirmaba este nuevo cuerpo”, dijo Mario Álvarez Basilio, hijo de “Queta”.

El 12 de octubre de 2020, cuando la NASA confirmó la presencia de este nuevo asteroide, es una fecha representativa para la familia de la exatleta mexicana porque un 12 de octubre, pero de 1968, iniciaron los Juegos Olímpicos donde su madre encendió el pebetero.

El 12 de octubre de 2020 la NASA confirmó la presencia de este nuevo asteroide que llevará el nombre de “Queta”. Foto: NASA.

“Fue una emoción indescriptible”, mencionó Mario al recordar su visita a la NASA junto con sus dos hermanos e hijas. “El lanzamiento de la misión ‘Lucy’ se llevó a cabo el 16 de octubre. Nos invitaron a que fuéramos a presenciarlo. Estuvimos con ellos la semana pasada y fue una cosa extraordinaria, fue algo significativo porque todos los científicos nos trataron muy bien. Se siente muy bonito el reconocimiento que le hacen a nuestra mamá”.

La Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional (IAU) fue la que dio el nombre de “Queta” al asteroide, tipo troyano, en reconocimiento a la contribución que realizó la exatleta mexicana a la equidad entre hombres y mujeres, así como a su papel en la historia del deporte.

Una de las funciones de la IAU es aprobar los nombres de asteroides. Originalmente, los Asteroides Troyanos se clasificaban a partir de personajes de la Ilíada, pero debido a su gran número, se determinó denominarlos de acuerdo a “héroes modernos”, es decir, atletas olímpicos y paralímpicos.

De este nuevo acuerdo surge la propuesta de nombrar al nuevo Asteroide Troyano “Queta”, ubicado en la órbita del asteroide “Eurybates”, un heraldo de la antigua Grecia. Los heraldos eran mensajeros de reyes o gobiernos que en ocasiones corrían grandes distancias, pero también tenían la tarea de anunciar el inicio de los Juegos Olímpicos, acción similar a la que ocurre en la justa moderna al encenderse el pebetero con la antorcha que viaja desde Grecia.

El asteroide lleva el nombre de “Queta” en reconocimiento a la contribución que realizó la exatleta mexicana a la equidad entre hombres y mujeres. Foto: Cuartoscuro.

Es así como los científicos de la NASA decidieron honrar a Enriqueta Basilio, quien a los 20 años marcó la historia del deporte no sólo por encender el pebetero olímpico en 1968, también porque fue la primera, y hasta hoy única mujer del mundo, que en la justa veraniega compitió en 80 metros con vallas y en los 400 metros planos, además del relevo 4×100 metros.

“Ojalá este reconocimiento inspire a muchos mexicanos. En algún momento mi mamá fue la primera mujer en prender un pebetero olímpico y ahora será la primera deportista en tener un asteroide con su nombre, otra vez vuelve a hacer historia y es mexicana, para que todos puedan ver lo que se puede lograr. Ojalá sea un motivo de orgullo para todos los mexicanos”, expresó Mario Álvarez sobre el reconocimiento a su madre.

“QUETA” EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DEL 68

El 12 de octubre de 1968, un repleto y eufórico Estadio Olímpico Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), albergó la inauguración de los Juegos de la XIX Olimpiada, donde por primera vez una mujer, deportista y universitaria, hizo los honores de portar la llama olímpica, en medio de una convulsión en un país que 10 días antes había sido sacudido por la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

“No sólo prendí el fuego olímpico, encendí el corazón de las mujeres”, dijo Basilio Sotelo en entrevista con la revista UNAM al cumplirse 50 años de haber ingresado a la historia olímpica. “A partir de entonces hubo muchos cambios para las mujeres, por nuestros derechos, por la justicia, por la igualdad, por la solidaridad, y todos los valores que representa el respeto a una mujer”.

Los Juegos Olímpicos de México 1968 también fueron los primeros con televisión a color y en los que se estrenaron los controles de dopaje.

Enriqueta Basilio falleció en 2019. Foto: Cuartoscuro.

La familia de “Queta” Basilio recuerda a su madre como una mujer guerrera, un ejemplo a seguir en el deporte y en su vida diaria.

“Mi mamá era muy cariñosa y dulce. Tengo dos hermanos, nosotros cuando éramos muy chicos mi papá falleció y eso generó un cambio en nuestra vida, yo tenía 16 años y era el más grande, mi mamá entró en una dimensión diferente, este suceso provocó que se volviera más dedicada a nosotros, fue madre y padre”, recuerda Mario, quien junto con sus dos hermanos también se dedicaron al deporte.

Sobre el apoyo del Gobierno mexicano al deporte, Mario Álvarez reconoce que aún es inequitativo. “Ojalá hubiera más apoyo para el deporte, no sólo para el soccer, hay otras disciplinas donde los deportistas tienen que recurrir a recursos propios. Creo que el deporte debería ser considerado como un tema de relevancia nacional”.

Hace justo 50 años, en México 68, dos hombres hicieron historia con el puño levantado contra el racismo

domingo, octubre 14th, 2018

En 1968, los velocistas Tommie Smith y John Carlos alzaron un puño, enfundado en un guante, mientras escuchaban el himno de su país en el podio de México.

A medida que las imágenes de los puños desafiantes se difundieron por el mundo, Smith y Carlos fueron vituperados y expulsados de los Juegos Olímpicos por la federación de su propio país. Ambos sufrieron consecuencias personales y profesionales cuando regresaron a Estados Unidos.

Por Eddie Pells

Ciudad de México, 14 de octubre (AP).– Dos hombres que estaban de pie y juntos. Ambos aprovecharon la plataforma mundial que los Juegos Olímpicos aportaban, a fin de llamar la atención sobre los problemas que compartían con otros estadounidenses durante un periodo controvertido y complejo de la historia.

En 1968, los velocistas Tommie Smith y John Carlos alzaron un puño, enfundado en un guante, mientras escuchaban el himno de su país en el podio de México.

Medio siglo después, el esquiador Gus Kenworthy y su novio Matt Wilkas realizaron su propia protesta, cuando se besaron al pie de una colina donde se había realizado una competición de esquí.

Smith y Carlos contaron con un público cautivo de cientos de millones de personas y acapararon los titulares de la prensa internacional, gracias a las opciones limitadas de información que había en un mundo dominado por la TV. En el mundo actual, incluso los deportistas que buscan propagar un poderoso mensaje de inclusión o que protestan contra la injusticia social, al estilo de Kenworthy o del jugador de la NFL Colin Kaepernick, se topan con distintos obstáculos.

Se comunican con grupos divididos por la TV por cable, las redes sociales y las variadas cámaras de resonancia que definen el discurso público en la actualidad.

Y por ende, pese a que los Juegos Olímpicos se han transformado en un gigantesco espectáculo mediático que pocos imaginaban cuando Smith y Carlos alzaron el puño el 16 de octubre de 1968, es difícil vislumbrar algo que reemplace aquella protesta como la más significativa en la historia deportiva.

“En aquel entonces, Carlos y Smith fueron ‘La Noticia’, y uno no podía eludirla”, recordó Scott Jadlicka, profesor de la Universidad Estatal de Washington, quien impartió recientemente una conferencia a un grupo de historiadores sobre las complejidades de los Juegos de México 1968. “Hoy, esto no sólo sería quizás olvidado mucho más rápidamente, sino que se dividiría de formas muy distintas en cuanto al significado y mensajes de la protesta”.

Luego de la protetsa, Carlos y Smith sufrieron consecuencias personales y profesionales cuando regresaron a Estados Unidos. Foto: AP

Como entonces, es verdad que hoy muy poca gente sintoniza la transmisión de una competencia deportiva con la expectativa o el interés en recibir una lección sobre civismo o desigualdad. Muchos prefieren que los deportistas se dediquen a lo suyo.

A medida que las imágenes de los puños desafiantes se difundieron por el mundo, Smith y Carlos fueron vituperados y expulsados de los Juegos Olímpicos por la federación de su propio país. Ambos sufrieron consecuencias personales y profesionales cuando regresaron a Estados Unidos.

Sin embargo, ninguno lamenta lo que hizo.

“Sí, de hecho valió la pena”, dijo Smith este mes, durante una entrevista difundida por la cadena británica BBC.

Las palabras que Carlos pronunció hace 50 años siguen resonando hoy en muchos rincones.

“Los blancos en Estados Unidos no entenderán”, pronosticó aquella noche. “Me reconocerán sólo cuando haga algo malo, y me llamarán negro”.

La reacción al gesto de los velocistas durante semanas, meses y años, fue como un tsunami en cámara lenta. En cambio, la respuesta al beso entre Kenworthy y Wilkas se asemejó a un incendio forestal que avanzó rápido pero se extinguió muy pronto.

Las cámaras de TV lo captaron, pero el beso no causó revuelo sino hasta que las imágenes se distribuyeron mediante las redes sociales. Fue un gesto intencional y poderoso de Kenworthy, quien utilizó sus cuentas de Twitter e Instagram durante los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang, Corea del Sur, para hablar de los derechos de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT).

Las imágenes del beso se propagaron de forma viral, pero la índole de los medios de 2018 hizo que el episodio resultara popular apenas durante un ciclo noticioso. Rápidamente fue desplazado de los titulares por la producción de carne de perro en Corea y por la polarización política en torno de la visita de Ivanka Trump a Pyeongchang.

Parte de ello reflejaría cierto progreso _la imagen de dos deportistas homosexuales que se besan no tiene hoy la misma respuesta que habría generado hace 20 o 50 años_, razona Jedlicka.

Pero otra parte “habla del hecho de que no hay los mismos guardianes de los medios que había en 1968”, considera John Koch, quien imparte en Vanderbilt un curso denominado “Retórica, Deporte y Sociedad”.

“Solía ocurrir que los medios tenían la única responsabilidad por lo que era relevante y digno de verse”, dijo Koch. “Los usuarios de Twitter tienen ahora esa misma capacidad”.

Ello es lo que ha ayudado a que Kaepernick se convierta en muchos sentidos en el Smith y el Carlos de esta generación.

Cuando el quarterback se arrodilló por primera vez durante la interpretación del himno nacional para protestar contra la injusticia racial y social, el hecho pasó desapercibido en un partido de pretemporada de la NFL. Sólo cobró fuerza con el poder de las redes sociales. De ahí en adelante, su mensaje se ha filtrado una y otra vez, y ha generado desde tuits del presidente Donald Trump hasta anuncios de Nike, patrocinador del quarterback.

John Carlos (izquierda) y Tommie smith posan en la Universidad Georgetown de Washington. Foto: AP

En otro caso, el deporte se ha convertido en una parte central del movimiento #MeToo (#YoTambién), a raíz del escándalo de abusos sexuales cometidos por el médico Larry Nassar contra cientos de jovencitas gimnastas, incluidas integrantes de la selección olímpica de Estados Unidos.

El “hashtag” en #MeToo habla por sí mismo de los medios mediante los que surgen algunos de los exhortos más convincentes a la acción.

Refuerza las palabras de Marshall McLuhan, el renombrado intelectual que sentenció: “El medio es el mensaje”, un reconocimiento a la idea de que la forma en que se propaga la información es en cada aspecto igual de importante que la información en sí misma.

En 1968, Smith y Carlos reaccionaron ante el aguijón de la injusticia social y sabían que podían llamar la atención sobre ello en el podio de medallistas olímpicos.

Cincuenta años después, los deportistas tienen a su disposición más medios para llamar la atención sobre problemas similares de desigualdad. Pero una vez que los usan, la existencia de múltiples plataformas puede llevar a que una historia como la de Kaepernick se convierta en una marejada lenta, mientras que otras, como la de Kenworthy y Wilkas, serán noticia de un minuto.

Leyendas de México 68 desfilan en el Estadio Olímpico Universitario a 50 años de los Juegos

viernes, octubre 12th, 2018

Enriqueta Basilio, repitió esta tarde el momento que la inmortalizó en la historia olímpica cuando se convirtió en la primer mujer en encender un pebetero.

Ciudad de México, 12 de octubre (SinEmbargo).– Al cumplirse 50 años de los Juegos Olímpicos de México 68, el fuego olímpico volvió a arder en el Estadio Olímpico Universitario.

Atletas, funcionarios y medallistas olímpicos mexicanos y extranjeros de aquellos juegos participaron esta tarde en una ceremonia para conmemorar los primeros 50 años de México 68.

Los protagonistas de aquellos juegos desfilaron por el Estadio Olímpico Universitario y formaron los aros olímpicos en el césped.

Enriqueta Basilio, repitió esta tarde el momento que la inmortalizó en la historia olímpica cuando se convirtió en la primer mujer en encender un pebetero.

La estadounidense Debbie Mayer, oro en 200, 400 y 800 metros estilo libre de la natación, su compatriota Michael Burton, rey en 400 y mil 500 metros libre, y el australiano Michael Wenden, oro en 100 y 200 participaron.

Seis de los nueves mexicanos que ganaron presea hace 50 años estuvieron presentes en la ceremonia María Teresa Ramírez (bronce 800 metros natación), Felipe “Tibio” Muñoz (oro 200 metros natación), Antonio Roldán (oro en peso pluma boxeo), Joaquín Rocha (bronce peso completo boxeo), Agustín Zaragoza (bronce peso medio boxeo) y Ricardo Delgado (oro en peso mosca). También se recordó a Pilar Roldán, primera mujer mexicana en ganar presea olímpica con su plata en esgrima, Álvaro Gaxiola plata en plataforma 10 metros en clavados y a José Pedraza Zúñiga, plata en 20 kilómetros de la caminata.

Los Juegos Olímpicos de México 1968 fueron los primeros con televisión a color y en los que se estrenaron los controles de dopaje, además de que por primera ocasión hubo una Olimpiada cultural y se usaron pictogramas para identificar los deportes.

Mark Spitz: la historia de la agridulce participación de la leyenda olímpica en México 68

lunes, julio 23rd, 2018

Mark Spitz es sin duda una de las grandes leyendas en la historia del olimpísmo moderno al conseguir siete medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, rompiendo marca mundial en cada uno de sus triunfos. Sin embargo, cuatro años antes de escribir su nombre en letras doradas, el nadador participó en los Juegos Olímpicos de México 1968, siendo estos un parteaguas en su carrera.

Por Natalia Arriaga

Madrid, 23 de julio (EFE).- Los Juegos Olímpicos de México’68 no fueron para Mark Spitz el éxito clamoroso que él mismo había vaticinado cuando, apenas un año antes, se colgó cinco medallas de oro en los Panamericanos disputados en Winnipeg (Canadá).

“En México ganaré seis pruebas”, anunció el nadador estadounidense, que no hizo entonces honor al nombre de su lugar de nacimiento, Modesto, en California.

Con 18 años y una tremenda seguridad en sí mismo se plantó Mark Spitz en los Juegos de México, que este año celebran su 50 aniversario.

Se inscribió en los 100 m libre y en las dos distancias de mariposa, su especialidad (el hectómetro debutaba ese año como prueba olímpica), y se daba por segura su presencia en los tres relevos.

El día 17 de octubre debutó con un oro en el 4×100. El cuarteto de Estados Unidos batió el récord mundial y doblegó sin dificultad a soviéticos y australianos.

Dos días después llegó el primer gran compromiso individual de Spitz, la final de los 100 m libre. Pero el californiano no cumplió con sus propias exigencias y tocó la pared en tercer lugar, incapaz de seguir el ritmo endiablado del australiano Michael Wenden, que mejoró la plusmarca universal.

El día 21 afrontó dos finales más. Llegó el momento de su prueba, los 100 m mariposa, distancia en la que deseaba proclamarse el primer campeón olímpico de la historia. Tenía en su poder el récord mundial en 55.6, pero marcó 56.4 y llegó segundo, superado por su compañero Douglas Russell. Era la primera vez en diez enfrentamientos entre ellos en que Russell conseguía sobrepasarle.

Foto: EFE/Archivo

Esa medalla de plata hizo mucho daño a la moral de Spitz. Aunque unos minutos después ganó el oro en el relevo 4×200, sabía que ya no tendría en su buzón la invitación para nadar la posta de mariposa en el 4×100 estilos.

El día 24 cerró su semana de altibajos con el peor resultado posible. Saltó a la Alberca Olímpica como plusmarquista mundial para nadar los 200 m mariposa. Había sido el mejor en las series. Pero el cansancio de tantas pruebas acumuladas y la inseguridad ante unos resultados por debajo de lo esperado le pasaron factura de golpe: la estrella llamada a triunfar fue el último nadador de la final. Su récord estaba en 2:05.7 y no pudo nadar por debajo de 2:13.5. La victoria fue para otro de sus compañeros, Carl Robie, en 2:08.7.

Spitz confesó con posterioridad que no tenía en la selección estadounidense ni un solo amigo. Sus compañeros deseaban batirle a él más que a ningún otro rival. La amigdalitis crónica que padecía (se operó después de los Juegos) le permitió saltarse algunos entrenamientos en la concentración previa al viaje a México y eso, además de mermar su preparación en unas fechas clave, no hizo sino alimentar los recelos de sus colegas.

Cualquier otro nadador hubiera considerado un éxito su paso por México, pero a Spitz sus cuatro medallas le supieron a fracaso.

“Aprendí mucho de aquello. Me obligó a superarme”, admitió Spitz con la perspectiva de los años.

Cambió de entrenador, dejó el Club Santa Clara donde estaba a las órdenes de George Haines y comenzó a prepararse con James ‘Doc’ Counsilman en la Universidad de Indiana. “Fue la mayor y mejor decisión de mi vida”, sentenció luego el nadador.

Lo que consiguió Mark Spitz cuatro años después, en los Juegos de Múnich’72, es historia del deporte: siete medallas de oro en las siete pruebas que nadó, en todos los casos con récord mundial. Tuvieron que pasar 36 años para que otro olímpico, Michael Phelps, superase esa hazaña con sus ocho victorias en Pekín 2008.

El comité organizador de los actos del 50 aniversario de México’68 ha invitado a Mark Spitz a celebrar el cumpleaños. Será la mejor ocasión para que, a sus 68 años, el nadador se reconcilie con aquel capítulo agridulce de su biografía.