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RESEÑA | “Patrivium”, de Gerardo Villanueva

sábado, julio 30th, 2016
Siete breves secciones y un poema “heráldico”. Foto: Especial

Siete breves secciones y un poema “heráldico”. Foto: Especial

Patrivium (Mantis Editores, 2016) es el reciente libro de poemas de Gerardo Villanueva (1978). Compuesto de siete breves secciones y un poema “heráldico” (que funciona como la arcana advertencia que estaba en la puerta del templo oracular en Delfos, gnóthi seautón).

por Enrique G. Gallegos

Ciudad de México, 30 de julio (SinEmbargo). De entrada, se podría pensar que Patrivium está escrito sobre la estela de los poemas escolares: poemas sobre ventanas, poemas sobre el agua, poemas sobre la ciudad, poemas sobre el amor, poemas sobre árboles, and so on. Poemas escritos en serie o compilados por apasionados de las colecciones.

Existe hasta una presunta poética que se pregunta qué experiencia y qué dimensiones de la vida humana no han sido objeto de la poesía, para trazar ahí esos juegos de primaria. No pocos talleres de poesía están llenos de esos ejercicios formales. El poeta se levanta en la mañana y reflexiona agudamente: hoy escribiré poemas sobre gansitos o sobre tiburones. Una escritura en serie que no hace sino replicar la producción en serie de la fábrica. Se escriben hileras de poemas como se ensamblan cadenas de teléfonos celulares.

Aunque escrito en esa tradición de los florilegios, Patrivium sale airoso de su arriesgada apuesta. Su serialidad, por decirlo de cierta manera, es de otra índole; digamos, para continuar con la analogía, su escritura no sería la de la fabricación en serie, sino la de las series televisivas. Así como las buenas series televisivas (tipo Breaking Bad) ahondan en los personajes y sus enmarañadas tramas, la mayoría de los poemas de Patrivium muestra las complejas transformaciones y figuras que el padre puede asumir.

¿Entonces de qué trata Patrivium? ¿Poemas del padre? Sí, a condición de que partamos de que el padre es, más que la ascendencia biológica, la densa trama de relaciones que ese otro representa en la cultura, la historia y la biografía.

El padre no es la figura centrípeta que permite identificar el origen, sino, más bien, la forma que adquieren las fuerzas centrifugas. La figura del padre, más que dominar, prodiga y disemina. En mi opinión, en eso consiste la riqueza connotativa de Patrivium. En la limpieza del lenguaje y su cuidadoso cincelado, Patrivium descarga las múltiples facetas, tensiones, derivas, metáforas y ritos que el padre puede asumir en nuestra cultura. Sólo a partir de ese campo centrífugo es que se puede hablar del padre biológico, de la patria y de los múltiples sucedáneos que esa figura puede apropiarse.

Soy de los que creen que la mejor poesía es biográfica. Y que, paradójicamente, lo enfáticamente poético deriva de un giro antibiográfico. Esta tensión sólo puede alcanzarse en la distancia; distancia que tamiza la biografía y realza el lenguaje. Por ello, desde cierto ángulo, nos engañaríamos si quisiéramos ver en el parricida que se asoma en cada verso, al mismísimo Gerardo Villanueva espiando al padre con el hacha en lo alto presto a decapitarlo (“prenderle fuego y esperar/ el restablecimiento del orden/ de las cosas”). Pero, desde otro ángulo, también nos engañaríamos si no sintiéramos algo de su biografía (real o ficticia):

Dad 0.5

trescientos

y tantos payasos apilados

en el sótano de la casa

de verano familiar

 entre tantas caretas y pelucas

papá nos educó para amar

la risa

Digo ficticia o real porque no importa si lo que relata en esos poemas es cierto o no, pues lo significativo es lo que anuncia la heráldica puesta al inicio del libro: “pregonaría un teorema como éste/: la filiación se constata más allá del ácido nucleico/ cada vez que se presentara la oportunidad…”

Así es como se entiende que la paternidad no sólo descansa en la filiación biológica, sino que también sea un tema de elección, azar o contingencia: la constatación de un ambiguo “más allá”. Hay figuras de la paternidad que se nos imponen misteriosamente y hay figuras que las elegimos o nos llegan del sino. Si el padre del poeta Villanueva es el Sr. Villanueva, también podría ser su padre Walter White de Breaking Bad o el padre del escritor serbio Danilo Kiš. De esa forma, como figura cultural y retórica, todos pasaríamos a ser hijos de Pedro Páramo.

Creo que la sección menos resuelta es la última. Desconfío de la poesía erudita y escrita sólo a partir de referencias literarias. Un poema, entre más se adhiere a una externalidad, menos pervive. El más y el menos constituyen parte del principio de incertidumbre en poesía. Ahí está el ejemplo de la Ilíada, lo que nos queda de ella no son precisamente los consejos sobre cómo construir un barco, sino las experiencias que se criban en el instante de su descarga. Con todo, uno termina de leer Patrivium con la extraña sensación de que sus poemas nos cuentan algo familiar y de que, por lo tanto, en Gerardo Villanueva se oculta nuestro hermano menor que ha tomado nota de lo vivido en la casa paterna.

Los 10 libros entrañables de la poeta Xitlalitl Rodríguez Mendoza

sábado, marzo 12th, 2016
Todas las letras que hay en los libros. Foto: Shutterstock

Todas las letras que hay en los libros. Foto: Shutterstock

Si estaba en un libro, entonces era real, fue el modo en que la poeta Xitlalitl Rodríguez Mendoza aprendió a valorar el ejercicio de la lectura. Aquí, la celebrada autora de “Jaws”, comparte sus favoritos

Ciudad de México, 12 de marzo (SinEmbargo).-Mi vida siempre ha estado rodeada de libros maravillosos como la televisión y, por ende, el Apocalipsis y toda esa patacera que es la Biblia. Desde muy chiquita, como todos los niños que no teníamos tele por cable, vi televisión para adultos. Además de Tiburón, que a estas alturas ya muchos sabrán que es un película que me interesa, la saga de La Profecía fue para mí algo fundamental, ya que marcó el inicio de la investigación documental en mi vida. La película me aterraba, pero cuando supe que podía ir al clóset, que no librero, del cuarto de mis papás, sacar esa enorme Biblia de canto dorado, buscar el Apocalipsis de San Juan y encontrar coincidencias con el filme, ya los dados estaban echados: si estaba en un libro, entonces era real.

Mi papá es mucho mejor lector que yo. Aunque siento que atesora sus lecturas de juventud, porque de grande lo veía leyendo sobre todo El Informador y Selecciones. De él escuché hablar por primera vez de Veinte mil leguas de viaje submarino, Moby Dick, Robinson Crusoe, El viejo y el mar, y de Rubén Romero, ama con locura La vida inútil de Pito Pérez. Me da vergüenza decir que de esta lista sólo he leído dos libros.

Mi mamá nos compraba a mi hermano y a mí enciclopedias, que era lo que yo leía, atraída por esas lóbregas imágenes de lugares embrujados. Mi favorita sigue siendo El mundo de los niños, en particular los siguientes tomos: 2. Cuentos y fábulas; 5. Los animales; 6. Las plantas, y el 10. Lugares maravillosos, que es donde vienen las cosas del diablo que tanto me fascinan.

Ahorita estoy pasando por la mejor etapa de mi vida adulta antes de alcanzar la tercera edad: el desempleo. Así que me estoy poniendo a mano con dos que tres libritos. Cervantes, Proust, David Foster Wallace y Saul Goodman están amenizando mis días. Nunca había estado en un estadio donde no tengo que leer, ni escribir un ensayo sobre tal libro, como en la escuela, ni mucho menos tengo —por este brevísimo instante— ese horror llamado trabajo. Aunque como Babieca le dice a Rocinante: “Metafísico estáis”, a lo que el flaquito contesta: “Es que no como”. Así estoy en este momento, pero soy feliz.

1 libro

No puedo mentir: mi mamá compraba esos libritos de soft porn católico donde un seminarista guapérrimo le hace ojitos a una muchacha y luego él muere. También estaba “El brindis del bohemio” que me dio muchas, pero muchas muchas ganas de tomar.

Xitlalitl Rodríguez Mendoza, poeta y lectora. Foto: Especial

Xitlalitl Rodríguez Mendoza, poeta y lectora. Foto: Especial

2 Poesía-no-eres-tú

Siguiendo a los primeros poetas que llamaron mi atención o que le dieron cierta musicalidad a mi interés en la poesía viene Rosario Castellanos. Ahora alcanzo a ver su ñoñería, pero “La lamentación de Dido” me sigue pareciendo un poema extraordinario.

 

3 Los-heraldos-negros

No hay nada mejor para azotarse a gusto que “Yo nací un día que Dios estuvo enfermo, grave”. Siento que fue el primer poeta radical que leí.

4 Moby-Dick

El mar embravecido, el desamparo de un indígena en un barco ballenero con puros güeros, en el siglo XIX (no porque ahora un indígena ya pueda acceder a una vida como la de Donald Trump, sino porque cualquier situación en un siglo anterior da más miedo); un capitán cegado por el odio, capaz de ahogar a todos sus marineros con tal de consumar su propia venganza; la soledad de un náufrago y el abandono de alguien que prefiere embarcarse antes que seguir llevando la vida que tenía. Todo esto provoca que, cuando por fin sale la ballena asesina, ésta parece un flipy junto a tu lonche de huevo.

5 Algo-supuestamente-divertido-que-nunca-volveré-a-hacer

“Deporte derivado en el corredor de los tornados” en el primer ensayo sobre cuando nuestro David jugaba tenis semi-profesionalmente y a esta afición aplica su genio para las matemáticas; en él todo es movimiento y suspensión al mismo tiempo, es algo extrañísimo que te hace llorar y reír a la vez, y te hace odiarlo por haberse ahorcado y luego sentir una culpa horrible por ser egoísta y no pensar en el sufrimiento que lo atormentaba. Es el ensayo más hermoso que he leído en mi vida. Y luego, su crónica de cuando conoció al intratable de su tocayo Lynch es hilarante. Al final la crónica homónima del libro, habla también del desamparo en el mar a bordo de un crucero de lujo. Es como Moby Dick, pero en lugar de una ballena asesina es el sueño americano y el lujo de maquila contra el vacío existencial quienes surcan los mares.

6 Pedro-Páramo

La primera novela de terror que leí. Está muy siniestro eso de que (SPOILER) todos estén muertos. Además pasé mucho tiempo de mi infancia surcando las carreteras de Jalisco, en los cajones de las camionetas, con tíos adolescentes (creadores de la saga “Cupimos tres [carros] en la carretera”), que se divertían contándonos historias de aparecidos en esos caminos. Luego, ya en la carrera de Letras, una vez estábamos tan borrachos que nos fuimos del bar a Comala. Amanecimos bien crudos en un lugar donde no hay nada, nomás para quedar bien con el fantasma de Rulfo. Me dio mucho miedo pensar en que pudimos habernos volteado o algo, pero San Juan (Rulfo) nos hizo llegar bien a nuestro destino.

7 Autobiografía-de-Rojo

Uno no sabe lo que es un poema hasta que lee a Anne Carson. Ella muestra claramente todos los engranajes del poema, así como su funcionamiento, y sin embargo sigue habiendo lo inexplicable de la poesía en ellos, como si de un milagro se tratara. Este poema narrativo, en la traducción de Tedi López Mills, cambió mi forma de entender la poesía, siento que me dio muchas más posibilidades como lectora y escritora.

 

8 New-and-Selected-Poems--1962-2012

Mi amigo Jorge Orendáin le puso Doctor Simic. Y es que nadie como él te acompañará en los momentos jodidos de la vida. ¿Desempleo? ¿Pobreza? ¿Soledad? ¿Vergüenza? ¿Insomnio? Patea todo lo que le pongas. Nadie como él sabe escribir de la miseria humana de forma tan compasiva y generosa. Este libro es como la Biblia (que donde la abras verás muerte y destrucción), pero este por el contrario, donde lo abras te acompaña y te hace ver algo bueno dentro de toda tu miseria.

9 Buenos-días,-Tristeza

Debo admitirlo: esta novela me la robé de una casa, no diré de quién, a los 19 añitos. Era una biblioteca donde, de pequeña, me clavaba con la enciclopedia Time Life, sobre todo en un apartado de cosas sobrenaturales donde aparece una pintura de Lincoln muerto y el pie de foto dice que Lincoln soñó que lo asesinaban, días antes de que, ejem, lo asesinaran. Casi siempre en eso se me iban las tardes, pero un día, husmeando por ahí me encontré una portada con la caricatura de una chica enrollada en una sábana y un periquito (veeeeerde) cuyo título era Buenos días, Tristeza. Esa novela tiene como epígrafe un poema de Paul Éluard que, a la fecha, es el único poema que me sé completo de memoria (no es un mérito, son apenas unos cuantos versos). La historia es de una jovencita huérfana de madre que va a pasar las vacaciones con su papá y la nueva novia de éste, a quien desprecia. Luego conoce a un chico y se enamora y al final, como en todas las historias de amor, todo es ¡muerte y destrucción! Esta novela fue un escandalazo porque Sagan la escribió cuando era una niñita, por tal motivo siento que fue mi primera lectura feminista.

 

10 Los-hermanos-Tanner

Ay, una cosa muy triste y hermosísima. Simon es el pequeño y más desamparado de los hermanos (es Robert Walser, en realidad) y siempre anda del tingo al tango en los campos, caminando, pensando y rechazando el trabajo remunerado por la escritura, que era lo que hacía este autor suizo. Es una novela extraordinaria, y luego fue atroz cuando vi qué tanto del autor hay en su personaje que hasta comparten la forma de morir.

Quién es: Xitlalitl Rodríguez Mendoza. Nació en Guadalajara el 15 de octubre de 1982. Le dicen Sisí. Es egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Fue estudiante de intercambio en las licenciaturas de Letras Modernas y Español en la Universidad de Rennes II Haute Bretagne. Como poeta publicó Datsun, en Punto de Partida de la UNAM. Integrante de la antología 101 poetas, 101 pintores, editado por la Secretaría de Cultura de Jalisco. Polvo lugar, Poemario publicado por la editorial La Zonámbula. Antologada en Poesía Viva de Jalisco. Antología de la poesía jalisciense contemporánea. Su poemario reciente es Jaws, con editorial Mantis.