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Una mujer que llega a China para enterrar a su marido: la novela de Cristina Zabalaga

sábado, junio 24th, 2017

Lumen publica la novela  Cuando Nanjing suspira, una historia de un suicidio y la vida de una mujer que cuando pierde a su marido se percibe como un negativo borroso, una mala copia de sí misma. Con su estadía en Nanjing, sus visitas frecuentes al río Yangtzé y los encuentros con los habitantes de la ciudad, Estela hallará la fuerza para lidiar con su duelo y reencontrarse en esta ciudad habitada por miles, millones de suspiros.

Ciudad de México, 24 de junio (SinEmbargo).- Cristina Zabalaga, una autora de Bolivia que vive en Nueva York, publica Cuando Nanjing suspira, una novela sobre una mujer que se fuga, que va en un vuelo para enterrar a su marido y que envuelta en un paisaje brumoso piensa en vivir o no en un mundo sin su amor.

“Despiertas a tiempo para el desayuno. Te cuesta despegar los labios. Tu lengua adormecida se pasea por tu boca seca y tu saliva espesa. Los comprimidos que te ayudan a dormir también te dan migrañas y dejan tu cuerpo adormecido y pesado. Te sientes incómoda en tu propia piel. La sientes ajena, una talla o dos más grande, como las camisas de Xao Xing que remangas con mucho cuidado antes de vestirlas por las noches”, así inicia la historia breve pero sustanciosa de una mujer en la mediana edad, con un drama para asimilar.

Cristina Zabalaga (1980) es escritora y periodista luso-boliviana. Sus relatos han sido publicados en revistas de Bolivia, Venezuela y Estados Unidos y en varias antologías. Es autora del libro de cuentos Nombres propios (2016) y de la novela Pronuncio un nombre hueco (2012).

La novela de una mujer de 34 años que escribe como guía de turismo. Foto: Especial

Los viajes de las mujeres forman parte de la nueva narrativa, como una manera de que las mujeres se encuentren a sí mismas y hablen desde ese lugar íntimo. “De entrada sabía que iba a desarrollarse en China, que necesitaba a una mujer latinoamericana y por ende elegí a esta chica”, explica Cristina Zabalaga.

Se trata de un personaje de 34 años, que viaja en un avión para enterrar a su marido, cuyo cadáver lo lleva en la bodega. “Necesitaba un tiempo determinado, este viaje sólo dura 10 días y que la mujer sirviera como una guía de China. ¿Cómo es mirar un país desde una ventana? Ella tiene que escribir sobre la ciudad y sus costumbres”, dice la autora.

“Es la primera vez que está ahí y como es algo tan personal, está relacionado con todo su pasado, con su marido y demás, no hay una mirada turística sobre la ciudad nueva. Ese sitio es un poco más cercano para ella”, añade.

–¿Cómo inició esta historia?

–Leí mucho antes de sentarme a escribir. Tardé dos años en sentarme, haciendo entrevistas, leyendo, conociendo lugares y la idea de que fueran 10 días era no para que pasaran grandes cosas en ese tiempo pero dentro de ella sí pasa y hay algo que cambia. No un gran cambio, sino un pequeño que le va a ayudar a recuperarse.

–Nada que ver con la autobiografía, ¿verdad?

–No, nada que ver. Comencé a pensar en esta historia hace unos cuatro años, cuando nació mi primer hijo. Recuerdo estar pensando en todo lo que tiene que hacer para cuidar a un bebé y todo lo que puede pasar en ese tiempo, cuando nace, cuando va creciendo poco a poco. En las primeras semanas, el bebé está tan desprotegido. Y el contraste entre esas personas que de un minuto a otro deciden suicidarse, la idea de Nanjing me vino porque es la ciudad donde más suicidios hay en el mundo. Se tiran desde el puente de la ciudad. Comencé a pensar en esas personas que siguen viviendo hasta que un día deciden no vivir más, pero no desde una manera dramática, sino con preguntas que planteo en la novela y que no logro responder. Son preguntas que se dejan abiertas.

–Son preguntas que se dejan abiertas, pero es difícil pensar en el suicidio como una voluntad firme

–Exacto. Hay tantas personas que necesariamente quieren llamar la atención. Es una llamada de atención acerca del entorno de estas personas. Las personas que lo hacen desde el puente de Nanjing no precisamente encuentran los cuerpos y la familia lo vive como una desaparición. Un poco esta idea compleja de que una persona se va pero no se sabe exactamente para dónde. No hay notas de despedida, no hay nada. Es un tema culturalmente muy tabú en China. ¿Cómo se lidia con este duelo? Era algo que me interesaba explorar.

Cristina Zabalaga, autora boliviana. Foto: SinEmbargo

–Ella en un momento dice “qué seré yo sin mi marido”…

–Sí, uno se construye a partir de las personas con las que está. El entorno de ella es muy importante: su madre que ya no está, su abuela que es la que le queda y la que se permite cubrir las ausencias, incluso la de su marido ahora…uno no está solo. Uno es un poco el resultado del entorno que construye alrededor de uno.

­–¿Conoces algo de la literatura boliviana que se hace en estos momentos?

–Yo soy boliviana y portuguesa. Crecí en Bolivia, entre Cochabamba y Santa Cruz y a los 18 años partí para Europa. Estudié en Madrid, en Alemania, en Bélgica, en Portugal, hace cinco años que vivo en los Estados Unidos. La literatura boliviana es súper interesante, como un boom de escritores muy jóvenes, muy buenos, que están escribiendo mucho, que se están traduciendo, como Los afectos, de Rodrigo Hasbún. La ganadora del premio de cuentos Gabriel García Márquez, Magela Baudoin, por su libro La composición de la sal y Wilber Urrelo, el otro boliviano que he leído.

–Tú eres una mezcla…

–Sí, aunque escribo en español y eso me conecta con toda Bolivia, claro que a los 18 años partí de allí, llevo tanto tiempo viviendo afuera, que me considero una mezcla de todo lo que he vivido ahora.

­–Este libro te muestra ahora como una autora boliviana

–Sí, es así. Tengo una colección de cuentos y esta es mi segunda novela. El libro lo hice en Nueva York, tuve la suerte de hablar con gente de Najing, hablando un poco de esta ciudad, cómo se siente. La idea de estar en un lugar donde no entiendes el lenguaje, donde no le puedes comunicar a tu suegra de que su hijo ha muerto, hay una gran mezcla de lenguajes y significados. Soy periodista. Cuando llegué a Washington trabajé como corresponsal de la agencia efe y creo que mi vida es una mezcla de escribir mucho. Escribo siempre.

 

Los libros preferidos del escritor Jaime Mesa

sábado, enero 7th, 2017

No eligió 10, eligió 8, pero sus tesoros bien valen la pena. El escritor de Las bestias negras hace un balance de sus lecturas para nuestro suplemento.

por Jaime Mesa

Ciudad de México, 7 de enero (SinEmbargo).-La novela Las bestias negras, del escritor Jaime Mesa, le ha valido un estatus de escritor a tiempo completo, por considerarse la novela más política del autor. En 2008 publicó Rabia, consolidándose como una de las voces más personales y profundas de la nueva narrativa mexicana. Los predilectos en (2013) fue su primer intento de escritor profesional y como tal realizó colaboraciones en los blogs de Nexos, Letras Libres y Crítica. Además, también ha coordinado varios talleres literarios, tanto de cuento como de novela. Actualmente dirige la Escuela de Escritura Puebla.

Estos son sus libros favoritos del 2016.

SD_01Domingo de Revolución, de Wendy Guerra. Anagrama

Desde Todos se van sigo muy de cerca a Wendy Guerra. Acá una joven poeta que vive en La Habana, Cleo, gana un premio literario y su vida cambia. Sin embargo, descubre que sólo es otra capa del mismo sistema en el que ha vivido. En el que ella se ha quedado. Desde una primera persona íntima y llena de imágenes nostálgicas y bellas, Wendy Guerra logra una atmósfera que parece de papel de China y que está a punto de rasgarse en cada página. Es un libro que me llevaría a un viaje sin regreso.

SD_02Patas de perro, de Carlos Droguett. Malpaso

Este es uno de esos secretos guardados que te asaltan sin advertencia y te dejan tumbado en la lona. “Escribo para olvidar…”, nos dice el salvaje y rotundo narrador al principio de esta novela mítica en Chile y recientemente reeditada. Y esta sentencia, opuesta a todo lo que sabíamos de la escritura, es un huracán en playa ajena, un rapto violento del que no puedes reponerte tan fácil. Hay autores que se toman su tiempo para escribir y hay otros, como Carlos Droguett, que son tan incontenibles que deben decirlo todo de una vez y de la manera que sea. Si la anécdota va de un tipo que adopta a un niño que es mitad perro, es en el estilo, desbordado, a veces desenfocado, y en sus hallazgos en la orilla de la existencia, en donde encontramos su dimensión verdadera.

SD_03El punto ciego, de Javier Cercas. Literatura Random House

Desde Soldados de Salamina le había perdido un poco la pista a Cercas. Sus temas y sus formas me habían parecido lejanos y poco interesantes. En este libro, basado en las conferencias que dio para la cátedra Weidenfeld de Oxford, que vio a personalidades como Steiner, Vargas Llosa o Eco, Javier Cercas “explica” su personal manera de leer y escribir y logra, además de clarificarme sus propuestas literarias, desglosar los libros más importantes que se han escrito y sus secretos. Cercas hizo que desempolvara mi ejemplar de Moby Dick y, por poner un ejemplo, lo leyera pensando en la ambivalencia de las grandes obras: la ballena blanca representando el bien y el mal. Sus conceptos sobre “escritura comprometida” y las revelaciones del “punto ciego” ponen al día nociones sobre la novela en este siglo XXI.

Jaime Mesa, autor de Las bestias negras. Foto: SinEmbargo

Jaime Mesa, autor de Las bestias negras. Foto: SinEmbargo

SD_04Cero K, de Don DeLillo. Seix Barral

Los grandes autores suelen pisar zonas inexploradas y, a veces, equivocarse. Después de sus obras mayores, Don DeLillo navegó en aguas profundas: el “no decir” como en Body Art, o enfrentamientos con lo inmediato como en El hombre del salto de las que no salió triunfante. Su relación con la nostalgia y el pasado de su país; o el presente, pero no el de los acontecimientos históricos si no el del tedio, son armas poderosas pero muy celosas. Pero en su nueva novela DeLillo propone un futuro cercano en el que alguien sano (y millonario) decide morir para acompañar a su joven esposa, enferma terminal, que será criogenizada. Situaciones nuevas para un mundo nuevo. Escrita con una prosa fantasmal y llena de poesía, frase a frase, bloque a bloque, DeLillo a sus 80 años consigue una parábola hipnótica sobre el miedo a la vida. Es la novela que me llevaría a un viaje a Marte.

SD_05El espíritu de la ciencia-ficción, de Roberto Bolaño. Alfaguara

A mi parecer falta mucho para que sepamos cómo leer a Roberto Bolaño. Mientras tanto, Alfaguara nos enfrenta a una novela fechada en 1984 que nos descubre a un Bolaño joven pero con las mismas obsesiones que años después se potenciarían. Pero no es ésta una novela menor, sus juegos literarios, las cartas a los santones de la ciencia-ficción, su manejo de los escenarios marginales donde, también, se construye lo humano o de los festivos y recurrentes como los cafés y los bares en donde se pactan las amistades eternas, son trampolines para preguntarnos cuándo dejamos de ser inocentes y nos volvimos cínicos con lo literario. Este es un libro que me llevaría a la sala de espera del dentista.

SD_06Imposible salir de la tierra, de Alejandra Costamagna. Editorial Almadía

Este libro de cuentos se ubica en una orilla en donde la frustración y la desilusión son hijas naturales de la realidad. Fiel a la anécdota, Costamagna revisa la marginalidad, nunca con una mirada tremendista, para volverla un añadido casi tierno a la realidad de sus personajes. El poder de sus personajes, casi siempre femeninos, proviene de sus preguntas: “¿Por qué no tenemos fe una vez aunque sea?”. Me gusta que lo latinoamericano en Costamagna sea una duda recurrente, pero no planteada, y que la potencia de la imaginación me haya hecho no soltar el libro. Acá hay, como dice la autora, “puros finales tristes y demasiado reales…”. Este es un libro que me llevaría a un café.

SD_07La composición de la sal, de Magela Baudoin. Editorial Almadía

 Para Magela Baudoin lo cotidiano, esas nimias proezas que hacemos todos los días, parecen la amenaza. No por temiblemente salvajes o poderosas, sino porque el fluir de la vida te las va anudando entre los dedos. Sus cuentos redondos y bien construidos son insinuaciones con muchas preguntas y pocas respuestas. Vamos, como debe serlo la gran literatura. Los cuentos de Baudoin se resuelven en conversaciones, en contar historias, en acciones ausentes que presagian algo más. Esa discontinuidad vuelve estos cuentos pasajes sin dictamen, elaboraciones de una realidad que nunca tiene fin.

Las situaciones familiares están todo el tiempo al frente o tras bambalinas. “Solo una madre puede convertir en ternura las maldades de su hijo”, dice en el cuento: “Algo para cenar”. Lo familiar reúne varios requisitos y casi siempre terminan en una sentencia: “esta es una historia de la que nunca más hablamos”. Este es un libro que me llevaría a un asado.

SD_08Árboles de largo invierno, de L. M. Oliveira. Editorial Almadía

Libro necesario para entendernos como sociedad y como individuos. En esta historia del pensamiento, Oliveira recorre y hace una síntesis a través de los elementos que han permitido, casi, de manera natural que hoy en día en un estadio de futbol seamos capaces de gritar-jugando algo como: “eehhh, puto…”. Las explicaciones que enlaza Oliveira rozan casi todas las zonas de conocimiento humano y lo resuelven como uno de esos autores eruditos y diáfanos que hacen posible al Otro porque su pensamiento no invade, más bien alumbra.