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Lorena, la de pies ligeros: Rulfo entrega un hermoso retrato de la joven raramuri y maratonista

miércoles, diciembre 4th, 2019

Lorena corre, corre para ir por el pan, corre para ir por su cabras, corre para su familia. Correr para ella es un estilo de vida, una cosa seria, nunca un juego porque eso también le da de comer a sus padres y hermanos.

Lorena, la de pies ligeros, del cineasta Juan Carlos Rulfo, muestra los importancia que tiene este deporte para la comunidad rarámuri pero, sobre todo, ofrece un vistazo a la vida de Lorena y la de su familia. Sus gestos y sus pensamientos quedan plasmados en la producción.

Ciudad de México, 4 de diciembre (SinEmbargo).– “Ya casi, no falta mucho para alcanzar la meta”, se dice a sí misma para alentarse a seguir hasta llegar al final. Cuando corre no piensa en nada más, sólo en lograr su objetivo. Así es el estilo de Lorena, la joven raramuri y maratonista.

Lorena, la de pies ligeros, es un corto documental del cineasta Juan Carlos Rulfo que está en el catálogo del Netflix. Producido por No Ficción, este filme adentra al espectador hasta lo más íntimo de la vida de la joven indígena, Lorena Ramírez.

“Yo no quería que fuera una película sobre el deporte o sólo de la acción de correr, sino que fuera eso, un pretexto para entrar en la comunidades rarámuris, y que no fuera solamente un asunto antropológico. Ni el deporte ni la antropología, sino un asunto humano”, dijo en entrevista para SinEmbargo, Juan Carlos Rulfo.

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El director fue invitado por la productora para realizar el documental para la plataforma. Su interés por las comunidades indígenas y el empoderamiento de la mujer lo “obligaron” a aceptar, así realizó un viaje de más de 12 horas para asentarse en la Sierra Tarahumara por ocho días.

Su objetivo fue claro desde el principio. Hablar, claro, de las carreras, pero enfocarse más en lo más sensible de Lorena ¿qué le gusta?, ¿qué siente?, y lo que piensa. La tarea más difícil para el cineasta fue la barrera de comunicación.

“Todo consistió en que me permitiera compartir tiempo, y que en ese tiempo se dieran las cosas. Así salimos a caminar, salimos a pastar a las cabras, y de repente por ahí se dio un momento donde estábamos platicando con Mario [hermano de Lorena], de cosas más banales, y de ahí se dieron como la de los huaraches, cuánto tiempo tienen de correr sus huaraches, nos aventábamos piedras, empezábamos a jugar. Ya no era la entrevista o el reportaje, es más bien estar. Y eso creo que fue lo más bonito, lo más interesante de entrar al espacio de la vida cotidiana, que es lo que más atesoro”.

Lorena es una chica tímida. Su hermano la acompaña en el corto para fungir como su intérprete, pero las palabras aún así no salen con fluidez de su boca. Ríe nerviosamente, vuelve a estar seria.

Ella no se imagina en ningún otro lado. El aire puro de la Sierra es lo único que necesita. Las carreras son menores cuando está en su casa descansando, pero también son cosa seria.

El documental fue uno de los más vistos en su fin de semana de estreno. Foto: Netflix

“Mientras me dé el cuerpo voy a seguir corriendo”, dice Lorena sin duda, mientras usa su larga falda y sus huaraches. Siempre es ella. “No creo que los vaya a usar [los tenis], la gente que sí los usa siempre va detrás de mí”, dice.

“Ella es Lorena, una mujer indígena que no está acostumbrado al mundo occidental, que vive muy alejada de este mundo, y que donde la pongas, sea Nueva York, España, sea Japón, es ella. En contraste con todos los demás”, afirma Rulfo.

Treinta minutos se vuelven pocos cuando se tienen ansias de saber más sobre lo que rodea a Lorena, pero suficientes –a pesar de contar con un presupuesto reducido– para saber que más que sólo competencias, las carreras ayudan a la familia entera a seguir adelante.

Lorena, la de pies ligeros fue parte de la selección oficial de DocsMX 2019 y tuvo dos proyecciones para el público. Arribar a la plataforma de Netflix, le abre la puerta para llegar a más público, y darles a los espectadores así, un menú de opciones más amplio por ver.

De hecho, ahora que el documental se mantuvo en el Top 10 de la plataforma durante su lanzamiento,  Juan Carlos Rulfo no cierra la posibilidad de hacer un producción más que abarque otros aspectos de la vida de la joven, o que  incluso, ya no se enfoquen en ella y sí en su familia, como su madre o sus hermana.

“Esta película es sobre la sencillez y el regreso a las cosas simples de la vida. Yo creo que ahí están los valores de este país y tenemos que regresar a valorarlos porque están por todas partes pero creo que estamos un poco perdidos en todo lo que nos está pasando. Incluso, este asunto de los narcos y todo este rollo del poder y de la pretensión, de repente nos hemos vuelto muy pretenciosos, y eso tiene que ver con parecer que todo puede ser inaccesible con nosotros, que el bienestar se vuelve inaccesible y que para tener un bienestar tenemos que robar o crear ciertas condiciones de poder para poder tener acceso a algo insólito que es el bienestar. ¿Y qué es bienestar, no?, ¿qué es el tener y poseer cosas?”.

Inicia la serie documental “Cien años con Juan Rulfo”

sábado, diciembre 2nd, 2017

Se transmite todos los jueves hasta el 11 de enero por Canal 22. Dirigida por Juan Carlos Rulfo, presenta siete capítulos que evocan la vida y obra del autor de El llano en llamas

Ciudad de México, 2 de diciembre (SinEmbargo).-El universo que Juan Rulfo creó en Comala, sus personajes apasionados y desgarradores, la majestuosidad de su pluma, su visión en el cine y su omnipresente estilo en la literatura universal, son parte de la serie Cien años con Juan Rulfo, que inició sus transmisiones la noche del 30 de noviembre por Canal 22, donde podrá ser sintonizada todos los jueves hasta el 11 de enero.

El realizador Juan Carlos Rulfo agradeció el apoyo de las instituciones y de su equipo de editores, camarógrafos, sonidistas, investigadores y postproductores y afirmó que este proyecto busca desentrañar una pléyade de miradas en torno a un hombre que estuvo siempre vinculado con la creación.

El investigador Douglas Weatherford recordó que en 1985, año en que visitó México, compró los libros de Juan Rulfo y quedó fascinado con su obra, que en muchas ocasiones está ligada con la estructura del cine y en la que encontró vasos comunicantes con grandes películas como El ciudadano Kane, de Orson Welles.

“Estuvimos para esta serie en una hacienda donde se filmó una adaptación de la obra de Rulfo, incluso hicimos recreaciones de las escenas de John Gavin. Sin duda este homenaje a través de la televisión será muy entrañable por el cariño y el esfuerzo que todos pusimos en este trabajo”.

Juan Carlos Rulfo, al lado de los funcionarios y organizadores que pasarán su documental. Foto: Secretaría de Cultura

El capítulo de la serie proyectado en la sala 7 de la Cineteca Nacional, cuenta con una entrevista a Juan Rulfo, quien habla de los asesinatos de su padre y su abuelo, eventos que marcaron su vida, además de los testimonios de Werner Herzog, Jorge Ayala Blanco, Elena Poniatowska, Tomás Mojarro, Patricia Reyes Espíndola, Ignacio López Tarso, Pilar Pellicer, Luz María Rojas, Blanca Guerra y Manuel Ojeda.

“Al escritor hay que dejarle el rumbo de los sueños porque a veces no puede con el de la realidad”, afirmó Juan Rulfo en ese capítulo, donde además se cuentan sus andanzas como guionista con Emilio “El Indio” Fernández, su relación con los productores y la dimensión de su obra en contra de la moral dominante de su tiempo.

Alejandro Pelayo afirmó que la Cineteca Nacional ha organizado un ciclo de 15 películas basadas en la obra de Juan Rulfo, que será proyectado del 6 al 16 de diciembre, además de la exposición fotográfica titulada Entre el despojo y La Escondida, en la sala 2 de este recinto, con imágenes que el propio escritor capturó durante las filmaciones inspiradas en sus libros.

100 años de Juan Rulfo. Foto: Secretaría de Cultura

Entre las cintas que serán proyectadas destacan También ellos tienen ilusiones, El gallo de oro, Pedro Páramo, El rincón de las vírgenes, Los murmullos, Tras el horizonte, El imperio de la fortuna, El abuelo Cheno y Purgatorio.

Cien años con Juan Rulfo se transmite todos los jueves por Canal 22 hasta el  11 de enero, a las 22:00 horas.

Juan Rulfo cumple 100 años en un país que cada vez más lo valora

sábado, mayo 13th, 2017

Con dos libros consiguió reputación universal. Una fama que no cesa y que se agiganta día a día. El 16 de mayo se cumplen 100 años de su nacimiento en Sayula, Jalisco y Pedro Páramo y El llano en llamas se leen más que nunca.

Ciudad de México, 13 de mayo (SinEmbargo).- Hay que leer Pedro Páramo o El llano en llamas ahora. Cuando la vida en México se hunde tras la violencia y no alcanzamos todavía a identificarnos cómo es que somos de este país, de este suelo. Probablemente esas dos obras nos alcancen para darnos un carácter nacional, como las pinturas de Diego Rivera.

Es el escritor mayor de México nacido en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1917 y fallecido en Ciudad de México, el 7 de enero de 1986. Apenas escribió dos obras con un mundo mítico y a la vez real, tan real como era su condición de fotógrafo y de caminante.

“–Como le haces al cuento, Juan. –Hace mucho que no los hago” fue la respuesta que le dio a Elena Poniatowska, quien al decir del centenario de su nacimiento y de sus obras, no tiene dudas en afirmar que “esas 325 páginas rayaron de una vez por todas la literatura mexicana”.

“Rulfo se parece a esos hombres temerarios que aceptan la cita del fantasma y se ponen a hablar con él a medianoche: En nombre de Dios te digo, si eres de este mundo o del otro y que luego amanecen medio atarantados, todavía con el temblor del miedo sacudiéndoles el cuerpo y sin ganas de conversar ya con los vivos”, dice Elena, comparándolo a Juan con James Joyce por eso de los murmullos interiores, por ese hablar como si hablara el campesino, en un esperanto primordial, tan eterno.

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo”, debe de ser el principio más citado de la historia de la literatura, acaso en estos tiempos doblegado un poco por el inicio de Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño: “No sé muy bien en qué consiste el realismo visceral. Tengo diecisiete años, me llamo Juan García Madero, estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho. Yo no quería estudiar Derecho sino Letras, pero mi tío insistió y al final acabé transigiendo. Soy huérfano. Seré abogado. Eso le dije a mi tío y a mi tía y luego me encerré en mi habitación y lloré toda la noche.”

Esas tierras de Rulfo abatidas por la sequía fue el mismo desierto que encontró Bolaño unos 40 años después y fue la tumba de miles de migrantes, porque Juan, sin duda, escribía sobre los que como él iban y venían en busca de un territorio común, de algo que los cobijara para siempre.

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EL CAMINANTE JUAN RULFO

El hijo Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Aparicio recuerda a su padre caminante, fotógrafo, como el que tenía que llevar “la papa” a casa y se conchababa en muchas actividades. No recuerda la figura pública salvo por la serie que está haciendo ahora y donde el ser escritor sucumbe a muchas otras profesiones.

“Lo recuerdo en ciertas costumbres de cosas que no son muy fáciles de expresar. Hay una atmósfera, un mood, una serie de cosas que son muy de uno y es algo que no tiene nada que ver con la figura pública, porque hay que decirlo, a ese señor que hizo el libro no lo conozco, conozco al padre”, dice Juan Carlos, el más chico de una saga de cuatro donde los hombres se llaman Juan y hay una sola chica, Claudia Berenice.

Dice Elena Poniatowska que Rulfo “siempre tiene un aire de poseído y a veces se percibe en él esa modorra de los médiums”. Esa voz es la que busca Juan Carlos en la serie de siete capítulos, junto a su hermano Juan Pablo.

El primer capítulo versa sobre la creación de El llano en llamas “desde la sopa de cultivo donde se desarrolla esta obra” que tiene lugar en el sur del estado de Jalisco. “Para mí lo que tenía mi padre es que veía y escuchaba mucho y esa era la base de todo”, dijo el director. Para él, Juan Rulfo “era el gran escuchador”.

Las distintas versiones, lecturas y formas de interpretar Pedro Páramo, a partir de diferentes voces, así como la recepción de la obra por parte de la prensa en los años 50, es lo que trata el segundo capítulo.

El trabajo de Juan Rulfo como fotógrafo se recoge en el tercer capítulo de la serie. A partir de una selección de imágenes tomadas por su padre, Juan Carlos Rulfo se trasladó a los lugares donde fueron generadas las tomas y realizó un ejercicio de imaginación. “Fui a buscar dónde fue tomada esa foto, puse la cámara e imaginé que él estuvo ahí. Fue un ejercicio muy emotivo”, comentó.

El cine es el tema del cuarto capítulo en el que se habla de las distintas formas de representar a México y el quinto apartado de la serie trata el trabajo antropológico que realizó Juan Rulfo en el Instituto Nacional Indigenista (donde escribió más de 250 textos fundamentales para el estudio de la antropología mexicana )y recupera al Rulfo viajero y conocedor de la geografía mexicana.

“Se metía por todos los caminos. Hacia mapas y esos mapas hicieron que llegara a lugares muy complejos, muy lejanos. Ese espíritu viajero le hizo conocer a la gente que lo contrató para ir a la Comisión del Papaloapan donde se construyó esa primera presa que fue el primer evento del modernismo mexicano, donde vemos el desplazamiento de comunidades indígenas para su construcción. Ahí estuvo Juan Rulfo”, comentó el documentalista Juan Carlos.

Los distintos cuestionamientos en torno al Rulfo escritor y su percepción en el mundo son los temas del capítulo sexto de la serie y el último es acerca del Centenario del escritor jalisciense.

“Este personaje tenía muchas caras y todas esas caras estaban regadas por la casa. Había fotografías, había música, había datos, estaba el novelista, el viajero, el padre de todos nosotros y todos estos elementos se nos desbordaban cuando quise hacer una película y por eso nació la serie” Cien años con Juan Rulfo que se estrenará este 16 de mayo, en Guadalajara, en la sala de la Cineteca Nacional Guillermo del Toro del Instituto Cultural Cabañas.

CLARA APARICIO, LA MUJER DE RULFO

Dice Juan Carlos que su madre, de 88 años, no irá a Guadalajara. Que ya está muy grande. Que se quedará en su casa este 16 de mayo.

“¿Nunca te he contado el cuento de que me caes re bien? Pues si ése ya lo sabes te voy a contar otro: Ahí tienes que había una vez un muchacho más loco, que toda la vida se la había pasado sueñe y sueñe…”, inicia una de las cartas que Juan Rulfo le escribió a Clara y que fueron seleccionadas en agosto del año pasado por la Secretaría de Cultura.

“Son las diez de la noche y se me magulla el alma de pensar que tú algún día llegues a olvidarte de este loco muchacho. No, ahora no estoy triste. Tristeza la de antes de conocerte, cuando el mundo estaba cerrado y oscuro… me hace falta tantita de tu bondad, porque la mía está endurecida y echada a perder de tanto andar solo y desamparado.”

“Mayecita: quisiera estar abrazado un rato a tu cuerpecito y sentirme bueno. Y esconder la cara entre tus cabellos y llorar un poco allí para ver si así se me acaba la angustia. Yo te liberaré del miedo, de ese temor tuyo por lo que pueda venir… Pasarán las peores cosas, los peores días, pero tú siempre y en cada instante permanecerás conmigo”.

“Mi madre fue la testigo de este personaje con tantas caras y ella se entreteje con El llano en llamas, se casan cuando está este libro publicado y luego se entrevera en todos los demás capítulos. No solamente como la esposa, sino también como la madre, la que también cuenta anécdotas y la que acompaña en esta serie de ladrillos a formarte una persona en la vida”, cuenta Juan Carlos Rulfo.

EL ESCRITOR DE ESCRITORES

Todavía le causa sorpresa a uno de los hijos de Rulfo darse cuenta de cómo se sigue leyendo Pedro Páramo y como ese texto continúa vigente hasta hoy. Es en la actualidad un modo de descubrir y de explorar México, tal como se ha visto incluso en los Estados Unidos, donde no se lee mucho el autor, pero en las universidades tiene los rangos más altos.

Muy lejos de la polémica entre la Fundación Juan Rulfo y todos los que no son de la Fundación. “Yo veo la polémica bien, no me molesta. Tal vez es cuando más me he acercado a mi familia para tocar temas que nunca habíamos hablado. Ahora no estoy de acuerdo con muchas acciones, en otras oportunidades las discusiones me parecen naturales, a veces dejo que las cosas pasen, pero la mayoría de las ocasiones me parece importante resolver cada una de las polémicas para encontrar una evolución”, dice Juan Carlos.

“Como familia me ha costado digerir pero ya está el darme cuenta de que no existe entre nosotros, que ya no le va a pasar nada, que ya no lo tengo que estar cuidando, que es una figura pública, que la gente sabrá leerlo a su manera y nosotros tenemos que estar dispuestos a recibir esas lecturas y a no ser tan sensibles ni hiper-sensibles para esas críticas que son a veces muy ácidas o son injustas. No somos los únicos que tienen la voz sobre Juan Rulfo”, añade.

“Ahora que estamos en el centenario, en un momento tan particular de México, como las elecciones pronto, ver cómo se lee Pedro Páramo es algo fantástico. Ni hablar de la cantidad de lectores que tiene en España, Italia, Argentina, Chile, Estados Unidos, todo eso lo trato en uno de mis cajones, Cómo leer a Juan Rulfo”, cuenta Juan Carlos.

A la hora de establecer herederos en la literatura de Rulfo difícil no pensar en Daniel Sada, el gran gestor del lenguaje, el que como él pergeñó una manera de hablar para que el hombre de adentro diga algo, mucho más allá del folclore.

“Una vez Rulfo me dio un consejo, el único consejo que me dio cuando lo tuve como maestro en el Centro Mexicano de Escritores, me dijo que huyera de toda la teorización: Si usted tiene imaginación no tiene por qué andar teorizando y si lee teoría no la exponga en su escritura, que no vaya por delante la teoría y después la historia, sino primero la historia, porque la teoría va a salir poco a poco aunque usted no quiera”, decía Sada.

“Aprendí de Rulfo esencialmente su rigor, pero no desde una misma percepción. En el caso de Rulfo él lo encamina hacia limpiar, limpiar, limpiar, quitar palabras, desnudar la prosa hasta dejarla casi diáfana y en mi caso es acumular, acumular, no tengo esa idea de estar limpiando sino al contrario, mientras más pueda acumular mejor, pero sin divagar ni extrapolar nada. A mí lo que me asombraba de Rulfo era su condición de artista, su rigor para trabajar su prosa, eso es lo que más me apasionaba de él”, añadía el autor fallecido en 2011.

Las tierras arrasadas, de Emiliano Monge se enmarca en la tradición de Juan Rulfo. Oriundo Laredo, de Alejandro Páez Varela, se enmarca en la tradición de Juan Rulfo.

A 100 años del nacimiento de Juan Rulfo su palabra, su tono, siguen vivos y predominantes.

LOS HOMENAJES A JUAN RULFO

Muchos son los homenajes construidos para celebrar los 100 años de Juan Rulfo.

Un volumen titulado 100 fotografías de Juan Rulfo, el primer libro-catálogo que parte del conocimiento de más de 6.000 fotografías y reúne, también, dos escritos en relación con Henri Cartier-Bresson y Nacho López; una exposición con 200 imágenes en el Museo Amparo de Puebla (México); la proyección del documental temático que ha realizado Juan Carlos Rulfo; una exposición bibliográfica en la Biblioteca Nacional de España que se inaugurará el próximo 5 de julio.

En dicho marco, se llevará a cabo el VII Maratón de Poesía y Narrativa de San Juan Luvina, Oaxaca, del 14 al 16 de mayo y se inaugurará la Biblioteca Juan Rulfo.

Penguin Random House donará 200 títulos a la colección inicial de la Biblioteca Juan Rulfo, con clásicos de la literatura como Santuario, de William Faulkner y El segundo sexo, de Simone de Beauvoir; títulos de autores reconocidos con el Premio Nobel de Literatura como Mario Vargas Llosa, Svetlana Alexiévich, J. M. Coetzee; libros infantiles y juveniles de la pluma de autores como Roald Dahl y Etgar Keret; importantes obras de la literatura mexicana y latinoamericana de autores como Roberto Bolaño, Guillermo Fadanelli y Enrique Serna y otros volúmenes esenciales para todo acervo.

En los ‘40, Rulfo viajó por estos lugares de la sierra norte oaxaqueña y a partir de ello, tomó el nombre de San Juan Luvina, para titular uno de los cuentos más representativos de su obra, que se encuentra en su libro El Llano en llamas, publicado en 1953.

Este cuento narra la experiencia de un maestro rural que es enviado a Luvina proviene del zapoteco Loo (raíz) y bina (miseria) y la encuentra, como muchas comunidades del país, con grandes dificultades sociales y un serio problema de migración.

Juan Carlos y Pablo Rulfo presentaron un avance de la serie 100 años con Juan Rulfo

sábado, abril 29th, 2017

Durante el segundo día de actividades de la Fiesta del Libro y la Rosa 2017, los hermanos Juan Carlos y Pablo Rulfo, presentaron un adelanto de la serie 100 años con Juan Rulfo que se estrenará el 16 de mayo, fecha en la que se cumple un siglo del nacimiento del autor de Pedro Páramo.

Ciudad de México, 29 de abril (SinEmbargo).- En un emotivo conversatorio que sostuvieron los hermanos Rulfo con el escritor Benito Taibo, se mostró un trailer de la serie que consta de siete capítulos que abordan distintas facetas del escritor jalisciense.

Juan Carlos Rulfo explicó que el primer capítulo versa sobre la creación de El llano en llamas “desde la sopa de cultivo donde se desarrolla esta obra” que tiene lugar en el sur del estado de Jalisco. “Para mí lo que tenía mi padre es que veía y escuchaba mucho y esa era la base de todo”, dijo el director.

Las distintas versiones, lecturas y formas de interpretar Pedro Páramo, a partir de diferentes voces, así como la recepción de la obra por parte de la prensa en los años 50, es lo que aborda el segundo capítulo.

El trabajo de Juan Rulfo como fotógrafo se recoge en el tercer capítulo de la serie. A partir de una selección de imágenes tomadas por su padre, Juan Carlos Rulfo se trasladó a los lugares donde fueron generadas las tomas y realizó un ejercicio de imaginación. “Fui a buscar dónde fue tomada esa foto, puse la cámara e imaginé que él estuvo ahí. Fue un ejercicio muy emotivo”, comentó.

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El cine es el tema del cuarto capítulo en el que se habla de las distintas formas de representar a México; y el quinto apartado de la serie trata el trabajo antropológico que realizó Juan Rulfo en el Instituto Nacional Indigenista y recupera al Rulfo viajero y conocedor de la geografía mexicana.

“Se metía por todos los caminos. Hacia mapas y esos mapas hicieron que llegara a lugares muy complejos, muy lejanos. Ese espíritu viajero le hizo conocer a la gente que lo contrató para ir a la Comisión del Papaloapan donde se construyó esa primera presa que fue el primer evento del modernismo mexicano, donde vemos el desplazamiento de comunidades indígenas para su construcción. Ahí estuvo Juan Rulfo”, comentó el documentalista Juan Carlos Rulfo.

Los distintos cuestionamientos  en torno al Rulfo escritor y su percepción en el mundo son los temas del capítulo sexto de la serie; y el último es acerca del Centenario del escritor jalisciense.

Los hijos sostuvieron una conversación con Benito Taibo. Foto: UNAM

Durante la conversación, Juan Carlos y Pablo Rulfo recordaron la personalidad sobria y sencilla del escritor; sus silencios, que consideraron una herencia; su gusto por la música y la pasión por su trabajo en el Instituto Nacional Indigenista donde escribió más de 250 textos fundamentales para el estudio de la antropología mexicana.

“A mí parecer era un hombre de mucho decantamiento; escribía mucho pero decantaba y quizá no le dio tiempo, se decepcionó, no lo sabemos”, expresó Pablo Rulfo sobre la mítica existencia de La Cordillera, una obra en la que Juan Rulfo trabajaba y que él mismo ordenó destruir. “Cuando muere, su secretaria nos comentó que sí existió, que incluso ella le ayudó a pasarlo a máquina y en un momento él le pidió que la destruyera en su presencia. Le dijo: “destrúyala enfrente de mí”, y hoja por hoja la fue rompiendo”, relató Pablo.

Pablo se refirió a la herencia del silencio que les hizo su padre y a la ligereza que lo caracterizaba: “Andaba siempre ligero, comía ligero y vivía ligeramente. Era un ser sumamente discreto. Vivíamos y hablábamos en silencio y nos comunicábamos en silencio. La vista marcaba un ritmo, era importante mantener ese respeto y discreción que se nos hizo una costumbre”, recordó.