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Cosas que puedes hacer por John Berger ahora que ya no está

sábado, enero 14th, 2017

Berger se impuso la tarea más difícil, y la que más falta nos hace hoy: vivir con los ojos abiertos sin dejarse derrotar por el nihilismo. Ser testigo del mundo sin caer en el odio ni la desesperación

Por Marta Peirano, eldiario.es

Ciudad de México, 14 de enero (SinEmbargo).- John Berger era un sabio, no un intelectual. Su temprana columna sobre arte para el New Statesman generó encendidas cartas de la crítica, comisarios e instituciones y una devoción eterna entre el resto de la población civil, que después aprendería a amar el arte gracias a sus Maneras de ver, la colección de ensayos que se convirtió en la serie televisiva de 1972. Su visión era humanista, callejera y política, inspirada por Walter Benjamin y por Marx. Y Maneras de ver era su contraprogramación al académico elitista Kenneth Clark, cuyo ensayo Civilización se había convertido también en una popular serie televisiva.

Para Berger, el arte era la llave de la iluminación, pero también del consuelo. Lo salvó de la desesperación en un internado brutal al que le mandaron de niño durante la guerra y, desde entonces, su misión fue compartir la gracia con los que la necesitaban más. Además de un visionario, Berger era y siempre fue marxista pero sin partido, dedicado a la causa con el fervor de un monje que no necesita iglesia ni congregación, solo la fuerza de una profunda fe interna. Pintor de vocación y de formación, en mitad de los años 50 cambió el pincel por la pluma porque “había demasiadas urgencias políticas para pasarme la vida pintando”. Tenía 30 años.

Su primera novela, Un pintor de nuestro tiempo, sobre la desaparición del exiliado húngaro Janos Lavin que vuelve a Budapest en 1956, fue retirada de circulación al mes de ser publicada por presiones de un grupo anticomunista patrocinado por la CIA y, al parecer, el poeta Stephen Spender. En cuanto pudo dejó Inglaterra para irse a vivir a Francia.

Pasó la mayor parte de su vida en Quincy, un pueblecito de la Alta Saboya francesa donde pensaba, escribía, dibujaba, pastoreaba y hablaba con su mujer, Beverly Bancroft, hasta su muerte en 2013. Al parecer, estuvo mucho en Betanzos. También estuvo en Mexico con el subcomandante Marcos, en Estambul con la disidencia turca y en Palestina contra la ocupación. Nunca le hizo falta estar en Londres, Nueva York o París para ser un pensador de su tiempo. Rodearse de jornaleros le servía mejor.

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Era implacable en lo moral y generoso en lo humano, una secta de uno que despreció las jerarquías y el movimiento sísmico de las grandes masas. También fue riguroso: cuando cedió la mitad del premio Booker a las Panteras Negras para protestar contra las explotaciones que habían hecho rico al fundador Booker McConnell en el Caribe, todo el mundo se enfadó. “La derecha por darles la mitad del dinero –explicaba su alumno aventajado Geoff Dyer– y la izquierda por darles solo la mitad”.

Pero era un individualista capaz de contener multitudes. “Más de la mitad de las estrellas del universo son huérfanas, no pertenecen a constelación alguna y arrojan más luz que todas las estrellas de constelación”, decía en esta entrevista. La otra mitad del Booker la usó para financiar Un séptimo hombre, un largo reportaje a medias con el fotógrafo suizo Jean Mohr sobre la vida de los inmigrantes europeos después de la Segunda Guerra Mundial. El hermano europeo del Algodoneros, de Walker Evans y James Agee.

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Su compasión era infinita y legendaria. Con ella como guía se impuso la tarea más difícil y la que más falta nos hace ahora mismo: vivir con los ojos abiertos sin dejarse derrotar por el nihilismo. Ser testigo del mundo sin caer en el odio ni la desesperación. Nuestra tarea y tributo es seguirlo como un faro en la densa oscuridad que nos ciega, para que nos salve del desprecio, la angustia y la desidia.

DOS CUMPLEAÑOS Y UN FUNERAL

A los libros que ya conocemos, una colección que incluye incluye novela, ensayo, cartas, dibujo, poema, retratos y reportaje periodístico y que hay que leer, releer, recomendar, regalar y recordar, se sumaron en los últimos meses varios títulos valiosos. Berger era de la escuela de Gerhard Richter, el otro gran genio de nuestro tiempo, y trabajaba todos los días, contra viento y marea, sin esperar a la musa, el buen tiempo o la revelación.

Acababa de publicar Portraits (retratos), un cuaderno de perfiles artísticos que empieza en las cuevas de Chauvet y acaba en la jovencísima artista palestina Randa Mdah, pasando por su querido Cy Twombly, al que consideraba un poeta-pintor y, por lo tanto, un hermano. Le siguió su complementario Landscapes (paisajes), un libro de encuentros con almas gemelas como Bertold Brecht, Walter Benjamin y Rosa Luxemburgo.

Paisajes salía el día de su 90 cumpleaños, el pasado cinco de noviembre, igual que A Jar of Wild Flowers: Essays in Celebration of John Berger, un libro de homenaje con tributos de sus amigos y colaboradores. Hablan de él y con él gente como Ali Smith, Sally Potter, Ram Rahman, Hsiao–Hung Pai o Julie Christie. Lo escribieron para su cumpleaños y ahora será el primer homenaje de su funeral. Habrá muchos. Y está su Cuaderno de Bento, donde dibuja y escribe poseído por Spinoza, el filósofo favorito de Marx. No deja ninguna autobiografía. Probablemente, su última lección.

El británico John Berger, referente de la cultura contemporánea, muere a los 90 años en Francia

lunes, enero 2nd, 2017

En 1952 comenzó a colaborar con el semanario de izquierdas “New Statesman” y se convirtió muy pronto en uno de los más famosos críticos marxistas teñidos por el humanismo.

MD54. MADRID, 08/02/2010.- El crítico de Arte, escritor y pintor inglés, John Berger, quien recogerá hoy el Premio a la carrera que otorga la Fundación Amigos del Museo del Prado, durante el ensayo, esta mañana en el Auditorio del Museo, de "Lying down to sleep" (Echarse a dormir), una obra teatral que estrenará junto a su hija Katya, en una única función que representarán en la ceremonia de entrega del galardón. Se trata de una actuación que trata el paso del tiempo, el recuerdo y el olvido ante un decorado que reproduce casi a escala la "Cámara de los esposos", de Andrea Mantegna. EFE/Emilio Naranjo

Por su libro de ficción “From A to X, a Story in Letters” fue candidato a la edición de 2008 del premio Man Booker. Foto: EFE/Emilio Naranjo

Redacción Internacional, 2 de enero (EFE).- El escritor, historiador y crítico de arte británico John Berger, fallecido hoy a los 90 años en su residencia en Francia, fue uno de los escritores más influyentes de su generación y ganador del Premio Booker, uno de los más prestigiosos en lengua inglesa por la novela “G” (1972).

Berger, también pintor, nació el 5 de noviembre de 1926 en Highams Park, en Londres, y, tras servir en el Ejército británico de 1944 a 1946, estudió arte en la Central School of Art y la Chelsea School of Art de la capital británica.

En 1972 publicó su libro de ensayo más famoso, “Los modos de mirar”, que luego sería convertido en una serie de televisión para la BBC.

El polifacético artista también colaboró como guionista con el director de cine suizo Alain Tanner en algunas películas, entre ellas “La Salamandre” (1971), “y “Jonás que tendrá 25 años en el año 2000” (1976).

Con el fotógrafo Jean Mohr publicó el libro “Another Way of Telling”, sobre la técnica documental y la teoría de la fotografía.

Otros libros suyos fueron “Arte y Revolución”, “El momento del cubismo y otros ensayos”, “Éxito y fracaso de Picasso”, “Sobre el mirar”, “Fotocopias”, “La forma de un bolsillo” y “La Trilogía: De sus fatigas”, sobre la experiencia de los campesinos europeos emigrados a la ciudad.

Berger comenzó, sin embargo, su carrera literaria no como ensayista, sino con una novela, “A Painter of Our Time”, que escribió en 1956, publicó en 1958 y que fue muy polémica.

En una entrevista con el diario “The Guardian”, el propio Berger explicaría que el libro había sido fruto de su convivencia con un grupo de refugiados políticos del fascismo cada uno de los cuales tenía su historia a contar sobre Budapest, Berlín y Viena.

El mismo año en que publicó “Los modos de mirar” (1972), Berger regresó a la ficción con “G”, novela picaresca de carácter experimental con la que ganó el premio Booker y el James Tait Black Memorial Prize.

Berger escribió también obras de carácter sociológico, entre ellas: “Un hombre afortunado: la historia de un médico rural” (1967) y “A Seventh Man: Migrant Workers in Europe” (1975).

Durante la década de los ochenta publicó la famosa trilogía “De sus fatigas”, en la que abordó el cambio social provocado por el paso de lo rural a lo urbano.

“Here is Where We Meet” fue una serie de cuentos sobre los muertos y que el autor articuló en su relato “To The Wedding”, publicado en 1995, cuando desveló que su nuera era seropositiva.

Berger tuvo tres hijos: Jacob, director de cine; Katya, escritora y crítica de cine, e Yves, artista.