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19 de marzo de 1999. El cáncer termina con la vida de Jaime Sabines, el gran poeta mexicano

martes, marzo 19th, 2019

“Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan”, escribió Jaime Sabines. Hoy, a 20 años de su muerte, su nombre y legado brillan. 

Ciudad de México, 19 de marzo (SinEmbargo).– Jaime Sabines, símbolo de la poesía mexicana del siglo XX, murió hace 20 años.

El 19 de marzo de 1999, después de luchar contra el cáncer, Sabines falleció. Tenía 72 años. Hoy sus seguidores e instituciones utilizaron las redes sociales para recordarlo.

Entre los escritos de Jaime se encuentran Espero curarme de ti, No es que muera de amor, La señal, Un pedazo de hidra.

La Secretaría de Cultura compartió uno de los poemas de Jaime:

Lo mismo hizo el Fondo de Cultura Económica:

El Calendario Cívico le dio espacio:

Para Jaime Sabines, lo importante era llegar a la gente. Sus recitales poéticos se convertían en actos multitudinarios.

Es considerado, junto con Octavio Paz, uno de los mejores poetas mexicanos del siglo XX.

Sabines escribía a mano, en carpetas de tapa dura, generalmente por la tarde, después de comer y antes de irse al trabajo.

-Con información de Mónica Maristain.

Jorge Ortega: “La poesía mexicana lleva un registro de la realidad que nos circunda”

sábado, enero 19th, 2019

Jorge Ortega es de Mexicali, pero su poesía pertenece al Mediterráneo, “esa franja civilizatoria” donde ha escrito el libro Devoción por la piedra, que ahora ha sido traducido al francés. Antes la poesía mexicana era más formalista y se preocupaba menos por los hitos de la realidad, cosa que ahora está mucho más representada en su diversificación, dice el poeta.

Ciudad de México, 19 de enero (SinEmbargo).- Jorge Ortega es un poeta y ensayista nacido en Mexicali, en 1972. Cursó sus estudios universitarios en España, donde se doctoró en Filología Hispánica. En la actualidad ejerce la docencia superior y realiza colaboraciones con numerosas publicaciones de carácter cultural, tales como Letras Libres y Alforja.

Ha publicado diversos poemarios, entre los que destacan Crepitaciones de junio y Devoción por la piedra, ahora traducido al francés y con el que ganó el Premio Jaime Sabines. El ensayo, con títulos como Litoral de prosa y Tríptico arbitrario, reflejan el grado de compromiso que el autor desarrolla en torno a su gran amor: la literatura.

–Ganaste el Premio Jaime Sabines, aunque tu poesía no tiene nada que ver con Jaime.

–Es cierto. Uno de los jurados fue Jorge Boccanera, un poeta argentino. El premio como todos los premios no dejan de ser un aliciente en este oficio tan ingrato que es la poesía. La poesía quizás nos dispense alimentos no precisamente terrestres, tal vez espirituales. En la realidad sigue siendo una labor extraordinaria, en el sentido más genérico, poco común. Más que constituir una ventaja o resultar insólita, es una tarea impopular, que resulta difícil de digerir. Los lectores están más hechos para acercarse a otro tipo de contenidos, tal vez más accesibles, menos complejos. La expresión poética siempre es compleja, extraña, contingente…

–¿La poesía mexicana de hoy describe lo que pasa con México, en una forma más sutil?

–Yo aplaudo la diversificación a la que ha ingresado la poesía mexicana en estos últimos tiempos. De ser una poesía monolítica, con rasgos estéticos definidos como la sobriedad o este tono crepuscular del que hablaba Xavier Villaurrutia o su formalismo, creo que ahora implica una rosa de los vientos más rica y más fructífera. Una de las cosas más destacables es su capacidad para llevar un registro de la realidad que nos circunda, de los hechos que significan un hito, los problemas de migración, de identidad, de los feminicidios. Antes a la poesía mexicana le costaba mucho trabajo recoger este tipo de cosas. En México y en América Latina se ha flexibilizado mucho.

Traducción al francés de Devoción por la piedra. Foto: Especial

–¿Qué dirías tú en el sentido de tu evolución poética?

–Decidí ser poeta a los 16 años, cuando escribí mi primer poema y volví a repetir el mismo ejercicio a los días, me empecé a dar cuenta que lo que escribía no era una novela o un relato. Era un lenguaje sintético, basado en mi ritmo interior, en mis movimientos anímicos, en mi metabolismo. Luego empecé a leer y reconocí que me podía reflejar mejor en el lenguaje lírico. Publiqué mi primer libro a los 20 años, ya tengo casi treinta en este camino.

–¿Qué poetas lees?

–Siempre he reconocido en la poesía escrita en español a mi raigambre, no sólo la que se hace en México sino en toda América Latina y en España. Pero también me han interesado la poesía francesa, la italiana, la catalana, la portuguesa, me he sentido más cercano a la poética del Mediterráneo. Yo viví en Barcelona durante algunos años, empecé a traducir la poesía catalana, que significó un descubrimiento espiritual para mí. Me he interesado mucho por los idiomas, la traducción siempre ha implicado un ámbito de interés.

–¿Qué significa leer poesía en su idioma?

–Yo lo gozo mucho. Por otra parte, si pudiera decir que en mi trabajo ha habido una evolución, no en el sentido de avanzar hacia grados de calidad más reconocibles, sino como una decantación de la expresión poética. Cuando uno empieza a escribir, quiere decir muchas cosas, pero la edad nos va permitiendo ir acercándonos más a la búsqueda de una esencia, que a lo mejor no sabemos cuál es. Ese punto de equilibrio a través del cual poder decirlo todo o no poder decir nada, que es lo mismo.

Devoción por la piedra, Premio Jaime Sabines. Foto: Especial

–¿Cuál es la devoción por la piedra?

–Es mi reciente libro, aunque no lo parezca es un libro que maneja de forma muy cifrada un cuaderno de viajes. Muchos de los poemas que aparecen son poemas de lugares que descubrí, son lugares de esta franja civilizatoria que es el mediterráneo. Son poemas que hablan del paso del tiempo, de esta paradoja que son también las ruinas materiales que en el fondo manifiestan las ruinas humanas. La imposibilidad del hombre de permanecer. El hombre puede crear monumentos y cosas que lo van a sobrevivir. No puede quedarse. Eso es una de las cosas que me ha interesado, esta relativa materialidad de las sensaciones, la evanescencia del hombre y de las generaciones en aras de esa realidad monumental que él ha construido.

–Una realidad monumental que también podría desaparecer.

–La amenaza del mundo. No hay que tomarla a juego, porque es algo que puede ocurrir en cualquier momento.

–¿Qué te ha despertado el hecho de ser editor?

–Lo que me ha permitido ser editor es el hecho de depurar aún más mi criterio como lector. Ser editor te enfrenta a la necesidad de reconocer las virtudes de todas las poéticas posibles. Tienes que ser capaz de reconocer los méritos, que pueden estar escritos en las antípodas. Eso es algo positivo. Te permite tomar distancia de tu propia obra y afinar más tu criterio crítico. La labor de editor me permite apuntalar mi responsabilidad como crítico de poesía.

21 escritores que narraron desde la periferia, en el Siglo XX, los muchos otros Méxicos

sábado, septiembre 17th, 2016

Sin que la categoría provinciana implique un sentido peyorativo que intente disminuir la valía de los autores reseñados, la lista trata de visibilizar los territorios donde las letras mexicanas han expandido su influencia y desarrollo con pasión republicana, con una vista que abarca todo el horizonte nacional.

Ciudad de México, 17 de septiembre (SinEmbargo).- A menudo se describe a México como un país centralista que vive de espaldas a los Estados. No sucede así en las letras. A lo largo de la historia de la literatura nacional, son muchos los autores “de provincia” que han respondido a esa íntima vocación de ver todo el panorama desde el ejercicio dedicado de la creación.

Una disciplina donde el territorio del país se expande y permite vislumbrar un futuro más federal e inclusivo. Los autores del norte, del sur, del este y el oeste mexicanos han armado un relato donde la literatura no empieza ni mucho termina en la metrópolis que todo lo traga y lo digiere en forma voraz.

A ellos está dedicada esta mención no definitiva y necesaria que intenta honrar el paso ancho y republicano de nuestros máximos creadores.

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CHIAPAS: Rosario Castellanos (1925-1974)

Narradora y poeta mexicana que vivió su infancia en Comitán. Su preocupación por las comunidades originarias la llevó a desempeñar tareas en el Instituto Indigenista Nacional en Chiapas y en Ciudad de México.

Su poesía se refleja en los libros Trayectoria del polvo y Lívida luz y en el volumen de obras completas titulado Poesía no eres tú.

Escribió las novelas Balún Canán y Oficio de tinieblas, mapa sensible de Chiapas y el mágico sur mexicano. Suyas son también Ciudad Real, Los convidados de agosto y Álbum de familia.

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GUANAJUATO: Jorge Ibargüengoitia (1928-1983)

Enorme, autor del famoso cuento “La ley de Herodes”, sus huellas están en los escritos de Juan Villoro, de Rafael Pérez-Gay, de Héctor de Mauleón.

Su obra abarca novelas, cuentos, piezas teatrales, artículos periodísticos y relatos infantiles. Su primera novela, Los relámpagos de agosto (1965), le valió el Premio Casa de las Américas. A ésta seguirían Maten al león, Estas ruinas que ves y Dos crímenes, entre otras. Murió en un accidente aéreo en Madrid.

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CHIAPAS: Jaime Sabines (1926-1999)

Al autor de Adán y Eva, Tarumba/Diario Semanario y Yuria, entre otros poemas y prosas poéticas que integran una vasta y muy difundida obra, poco le importaba conseguir el visto bueno de los académicos. Para Jaime Sabines, lo importante era llegar a la gente. Sus recitales poéticos se convertían en actos multitudinarios.

Es considerado, junto con Octavio Paz, uno de los mejores poetas mexicanos del siglo XX.

Sabines escribía a mano, en carpetas de tapa dura, generalmente por la tarde, después de comer y antes de irse al trabajo.

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CHIHUAHUA: Jesús Gardea (1939-2000)

Nacido en Las Delicias, dejó una vasta e interesante obra literaria, en la que destacan los libros de cuentos Los viernes de Lautaro, Septiembre y los otros días, De alba sombría, Las luces del mundo, Difícil de atrapar y Donde el gimnasta.

Suyas son también las novelas El sol que estás mirando, La canción de las mulas muertas y El diablo en el ojo, entre otros.

Considerado heredero de Juan Rulfo, su estilo seco, austero, fue descrito por la crítica como de una “belleza hosca”.

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COAHUILA: Julio Torri (1889-1970)

Su prosa elegante y refinada ha dado obras como los ensayos Sentencias y lugares comunes y La literatura española y recopilaciones de cuentos como De fusilamientos.

Formó parte de la Generación del Ateneo, que también integró Alfonso Reyes. Fue un gran precursor de lo que hoy se conoce como microficciones y un gran divulgador de las letras.

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COAHUILA: Francisco L. Urquizo (1891-1969)

Nació en Coahuila y además de escritor y cronista fue militar, un hombre que ha contado como pocos los episodios de la Revolución Mexicana. Militó en las huestes de Francisco I.Madero y de Venustiano Carranza.

Su narrativa tiene también gran contenido autobiográfico, aunque se especialidad es la descripción vivaz de la lucha armada.

Publicó Tropa vieja, Fui soldado de levita de esos de caballería y Memorias de campaña, entre otros libros de crónicas y varias biografías.

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DURANGO: José Revueltas (1914-1976)

Nació en Santiago Papasquiaro en una familia de artistas. Sufrió la prisión por sus ideas políticas. Escribió Los muros de agua, El apando y los libros de cuentos Dios en la tierra y Material de los sueños, entre otros.

“Es uno de los mejores escritores de mi generación y uno de los hombres más puros de México”, dijo Octavio Paz.

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DURANGO: Nellie Campobello (1900-1986)

Fue una mujer multifacética con una vocación artística blindada que tradujo en la danza y la literatura. Su admiración por Pancho Villa la hacía llamarse “La Centaura del Norte”.

El Fondo de Cultura Económica publicó a finales de 2007 la edición Nellie Campobello. Obra reunida y recientemente la escritora Sandra Frid dio a conocer la novela La danza de mi muerte, inspirada en los cruentos episodios vividos en los últimos años de la artista, cuando fue secuestrada por una asistente.

Escribió Cartucho, relatos sobre la Revolución Villista, Las manos de mamá y Apuntes sobre la vida, además de muchos poemas.

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NAYARIT: Alí Chumacero (1918-2010)

Oriundo de Acaponeta, estudió en Guadalajara y luego se mudó a la Ciudad de México, para fundar, con apenas 19 años y amigos como Leopoldo Zea la revista Tierra Nueva, que dirigió hasta 1942.

Escribió Páramo de sueños, uno de sus poemarios más conocidos, que incliuyen el famoso “Poema de amorosa raíz”.

La obra poética de Alí Chumacero es breve, con una totalidad de 75 poemas reunidos en tres libros.

“Chumacero eligió callarse porque el camino de extremo rigor y máxima dificultad que se había impuesto sólo iba a llevarlo, en caso de persistir en él, a la tautología y el solipsismo”, dijo José Emilio Pacheco.

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JALISCO: Juan Rulfo (1918-1986)

El héroe de la literatura mexicana de todos los tiempos, autor de dos libros esenciales, Pedro Páramo y El llano en llamas, también amó la fotografía.

Nació en Apulco, municipio de Sayula. Una obra breve e intensa, cargada de melancolía, le bastó para erigirse como uno de los grandes maestros de la literatura hispanoamericana del siglo XX.

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JALISCO: Juan José Arreola (1918-2001)

Considerado una figura universal de la literatura por introducir una nueva técnica narrativa y por ser uno de los pioneros del realismo mágico,  nació en Zapotlán el Grande, donde “leí a Baudelaire, a Walt Whitman y a los principales fundadores de mi estilo: Papini y Marcel Schwob, junto con medio centenar de otros nombres más y menos ilustres… Y oía las canciones y los dichos populares y me gustaba mucho la conversación de la gente de campo”.

Para un gran escritor alcanza una gran obra: Varia invención, Confabulario, Bestiario, Confabulario total, Palindrona, Confabulario personal y La hora de todos y La feria.

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JALISCO: Mariano Azuela (1873-1952)

Los de abajo es la novela más conocida del escritor jalisciense. Fue publicada por entregas en el periódico El Paso del Norte en 1915 y como libro en 1916. Alcanzó gran popularidad cuando se volvió a editar por entregas en 1925 en el periódico El Universal Ilustrado. En sus primeras ediciones incluía el subtítulo “Cuadros y escenas de la Revolución actual”.

Suyas también son Los caciques, Las moscas, Las tribulaciones de una familia decente, La luciérnaga, Avanzada y Nueva burguesía, entre otras.

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OAXACA: José Vasconcelos (1882-1959)

El gran educador mexicano, presidió en 1909 el Ateneo de la Juventud, del que fue fundador.  Impuso a la Universidad Nacional el actual escudo y el lema “Por mi raza hablará el espíritu”.

Creador de muchas bibliotecas, su obra literaria es vasta y fundamental, con libros de filosofía como Pitágoras, una teoría del ritmo, El monismo estético y Lógica Orgánica.

Escribió obras pedagógicas como La raza cósmica y Bolivarismo y Monroísmo, de ensayos como  Breve historia de México y Hernán Cortés, creador de la nacionalidad y biografías de Simón Bolívar y Evaristo Madero.

Sus memorias reunidas en La flama tienen gran valor literario e histórico.

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MEXICALI: Daniel Sada (1953-2011)

Fue el artista del lenguaje, ese tesoro inasible y misterioso de todo pueblo. El gran autor dedicado a un México interior y pudoroso que reflejó en novelas inolvidables como Porque es mentira la verdad nunca se sabe, Una de dos y Lampa vida, entre otras.

“Un narrador profundamente cercano a la esencia del hombre”, dijo el colombiano Álvaro Mutis.

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MONTERREY: Alfonso Reyes (1889-1959)

Figura fundamental de la cultura mexicana de todos los tiempos, fue ensayista, crítico, poeta y narrador. Gran conocedor de la tragedia griega, ejerció como diplomático.

Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y del Colegio Nacional, fue fundador del Instituto Francés de América Latina y de El Colegio de México.

Escribió Visión de Anáhuac, Romances del río de enero, Cuestiones gongorinas, Tránsito de Amado Nervo, La experiencia literaria, El deslinde y Los trabajos y los días, entre otros.

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SINALOA: Gilberto Owen (1954-1902)

Nació en El Rosario y fue un gran renovador de la literatura mexicana. Participó en las revistas Ulises y Contemporáneos, además de ocupar diversos cargos diplomáticos.

Fue autor de Desvelo, La llama fría, Novela como nube, Línea y Perseo vencido.

Owen es “uno de los espíritus más serios de nuestra actual literatura por la originalidad de su obra, sobre todo en el poema en prosa, género que como pocos expresa la poesía de la vida moderna”, dijo Octavio Paz.

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TABASCO: Carlos Pellicer (1899-1977)

Un poeta “antinerudiano” de amplio registro. Fue también periodista y abogado, formó parte de Los Contemporáneos.

Destacan en su obra Colores en el mar y otros poemas y Práctica de vuelo. Recibió en 1954 el Premio Nacional de Literatura.

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TIJUANA: Federico Campbell (1941-2014)

Autor de Tijuanenses, en 1995 obtuvo la beca J. S. Guggenheim y en 1999 participó en el Sistema Nacional de Creadores.

Dio a conocer también las novelas Todo lo de las focas,  La clave Morse y El imperio del adiós.

Sus libros de cuentos son Tijuana. Stories on the border, Post scriptum triste, La invención del poder y Máscara negra, entre otros.

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VERACRUZ: Emilio Carballido (1925-2008)

El gran dramaturgo mexicano, sin él es difícil entender el teatro nacional, maestros de grandes creadores como Sabina Berman, Juan Tovar y Oscar Villegas, entre otros.

“Me trajeron de brazos a la capital y mi infancia transcurrió en los barrios de La Lagunilla y en Santo Domingo. Querer escribir surgió en mí naturalmente, porque era un muchacho muy imaginativo, precoz e insoportable, que leía mucho y lo más natural para mí era escribir, ya que en mi casa, todos escribían: mi abuela, mi mamá, mis hermanos y mis tíos hacían versitos y cosas de ese estilo”, contó.

Dueño de una gran obra dramática, sus piezas son material obligado en todas las escuelas de teatro.

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YUCATÁN: Juan García Ponce (1932-2003)

Durante muchos años desempeñó el cargo de secretario de redacción en la Revista de la Universidad de México, apenas el reflejo de una incesante y profusa labor editorial en las más prestigiosas revistas literarias mexicanas.

Como dramaturgo, escribió la aclamada El canto de los grillos, donde exploró las intrincadas relaciones entre la capital y la provincia.

Figura de paja y La casa en la playa son dos de sus novelas más conocidas.

Dedicó también numerosos ensayos sobre pintura universal.

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ZACATECAS: Ramón López Velarde (1888-1921)

Autor de “Suave patria”, el poema nacional por antonomasia, es considerado el vate más mexicano de todos los creadores de la literatura mexicana.

Su producción poética se refleja en El son del corazón. Su obra en prosa ofrece títulos como El minutero y El don de febrero.

Su muerte prematura truncó una obra que de todas modas fue ampliamente valorada por críticos y lectores.