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Dibujar es mi lengua materna. Para mí es como respirar: Aarón Cruz habla de su primer libro

sábado, noviembre 16th, 2019

El joven talento Aarón Cruz, de 19 años de edad, quien asegura que ha dibujado desde que tiene memoria, publica Juegos de palabras, su primer libro de minificciones. En sus viñetas indaga temas universales que le inquietan: la muerte, la soledad, la identidad, la melancolía, el amor y el desamor.

Aarón comenzó a compartir su trabajo en la página de Facebook “Jaisenberg Cómics” y dice que “aunque todo fracase”, él seguirá dibujando. “Ojalá tenga la oportunidad de dedicarme a esto profesionalmente. Es mi sueño más grande”, comparte el autor para Puntos y Comas.

Ciudad de México, 16 de noviembre (SinEmbargo).- Existen personas que se expresan mejor con las imágenes que con las palabras. Este es el caso del joven talento Aarón Cruz, quien asegura que ha dibujado desde que tiene memoria y considera la ilustración como su lengua materna, pues para él los trazos fluyen de manera fácil y natural.

“Descubrir el cómic fue maravilloso. Me parece un medio completamente transparente; es muy fácil ver cómo funciona, sólo necesitas lápiz y papel. […] Siempre me ha gustado del cómic y la literatura que es muy punk rock: hazlo tú mismo”, explica el autor y agrega que dedicarse a esto profesionalmente es “su sueño más grande”.

En sus viñetas, Aarón toca temas universales que le inquietan, como la muerte, la soledad, la vejez, la identidad, la melancolía, el amor y el desamor. Aunque también tiene su lado cómico: “Tengo dos modos: el modo ‘extra personal’, con el que busco divertirme con un tema cualquiera y un chiste al final, y el modo introspectivo, que es hablar de las cosas que nos preocupan a todos”.

El joven de 19 años, que comenzó a publicar su trabajo en la página de Facebook “Jaisenberg Cómics”, platicó para Puntos y Comas acerca de Juegos de palabras, su primer libro de minificciones, que ya denota un estilo muy particular.

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–Comenzaste a publicar tus ilustraciones en línea a los 13 años. ¿Cómo fue este proceso hasta llegar a lanzar tu libro?

–Justamente un poco antes de los 13 años me di cuenta de que podía publicar cómics en internet, pero sólo era una cosa entre mis amigos y yo. Fue a los 16 años que pensé: debería tener una página hecha y derecha. Seguí la máxima “escribe de lo que sabes” y una de las cosas de las que más sabía en ese momento eran los videojuegos, así que decidí publicar cómics del tema; cada semana una tira sobre el tema de moda. Me gustaba eso pero luego quise contar otro tipo de historias. Tuve una buena idea que no quedaba en la página de videojuegos y entonces creé otra plataforma.

–¿Qué temas te interesa tocar en tus viñetas? ¿Plasmas tus propias experiencias, relaciones interpersonales y pensamientos?

–Supongo que tengo dos modos: el modo “extra personal”, con el que busco divertirme con un tema cualquiera y saco un chiste al final, y el modo introspectivo, que es hablar de las cosas que más me inquietan, como la muerte, la soledad, la identidad, la melancolía… cosas que nos preocupan a todos. Decía Alfonso Cuarón que ser humano es una experiencia de soledad colectiva. Me gusta hablar de eso.

–¿Y la gente respondió de manera positiva con este cambio de temas porque conectaban más con tus ilustraciones?

–Yo espero que sí. Son neurosis muy mías, pero también creo que hay algo de universalidad en eso.

–Las viñetas que realizas también tienen poesía. ¿Cómo utilizas el lenguaje poético y cuál es tu vínculo con la literatura?

–Sinceramente no soy un gran conocedor de poesía, leo más prosa y sobre todo ficción breve, que es mi pan de todos los días. Pero naturalmente me interesa mucho el lenguaje y cuando leo me fijo en las figuras retóricas.

Creo que el lenguaje del cómic tiene el mismo potencial de expresar, ser flexible y divertido. En ese sentido, creo que sí busco crear poesía, a través del cómic, para provocar una sensación en el lector.

–¿Tienes una viñeta favorita o todas te gustan por igual?

–Me gusta mucho la de Caronte porque tiene un estilo visual más fuerte y me divierte el chiste: pagarle con monedas de chocolate a Caronte. ¡Es una gran idea! También la de Jack in the box por la narrativa y el ritmo; me gusta que en lugar de tener globos de diálogo, tiene viñetas como pantallas en una película muda. Además me costó mucho trabajo conceptualizarla. También me gusta la del gato imaginario por la complejidad; son 8 páginas y para mí eso fue una labor titánica en aquel entonces y cuando terminé pensé: puedo hacer cómics.

Todas me gustan un poquito.

–¿Cómo ha sido el recibimiento de tu publicación? ¿Has tenido retroalimentación?

–Todo el mundo ha sido súper amable, con una respuesta muy buena. Mis amigos naturalmente me felicitan y mis seguidores en línea que conocen mi trabajo desde antes también.

Una de las respuestas más interesantes que yo he visto es que la gente dice apreciar mucho la ambigüedad en el libro. Eso es algo que yo no había notado y me lo hicieron ver. ¡Y claro, es cierto! Es algo que a posteriori me gustó del libro, que cada quien puede darle una lectura muy diferente a las tiras.

–Muy pronto, a los cuatro años de edad, descubriste el mundo del cómic y lo atesoraste hasta ahora. ¿Qué es lo que más te gusta de esta forma de comunicar?

–Toda la vida he dibujado, me atrevería a decir que dibujar es mi lengua materna o mi segunda lengua. Incluso siento más natural dibujar que hablar y soy mejor dibujando que hablando o escribiendo.

Para mí descubrir el cómic fue maravilloso porque me parece un medio completamente transparente; es muy fácil hacer la ingeniería inversa y descubrir cómo funciona, puedes rehacerlo tú mismo pues sólo necesitas papel y lápiz. En el cine, por ejemplo, hay un problemón; necesitas cámaras, dollys, iluminación muy específica, etc. Siempre me ha gustado del cómic y la literatura que es muy “punk rock”: hazlo tú mismo.

–¿Qué autores de la novela gráfica y la ilustración son figuras que sigues y te inspiran?

–Mi Santo Patrono de la novela gráfica es Paco Roca, un autor español. Fue de los primeros autores serios de novela gráfica que leí y su trabajo me parece muy singular porque sus dibujos, los encuadres de cada viñeta y la narrativa están muy bien acabados. Veo recurrentemente en su trabajo temas que me inquietan, que resuenan conmigo: la soledad, la memoria, el silencio (esto último me parece muy especial). Aparte es súper versátil, ha hecho novela gráfica de un montón de géneros: terror, costumbrista, realismo mágico, épica histórica, aventura. Cuando lo leí fue súper inspirador porque me di cuenta de que el cómic puede ser lo que sea. Yo estaba acostumbrado a los temas que solemos ver en cómic, como superhéroes, ciencia ficción y fantasía tipo Tolkien.

Otro de mis creativos favoritos, que sigo y guardo en mi corazón es Patricio Betteo, que estoy muy feliz de que haya escrito una pequeña opinión en la contrapartida del libro. Es ilustrador principalmente, pero también escribe. Él tiene esta aproximación experimental y lúdica con la ilustración. Eso me inspiro también: saber que puedo experimentar con el medio me pareció maravilloso.

Otra de mis influencias es Alejandra Gámez que también escribió en el libro y eso me derrite el corazón. De ella vi su trabajo en línea cuando era joven [ríe], bueno, todavía más joven. Hace este tipo de historias que son como micro ficción y cómic; son alegres y tristes a la vez. Es una gran influencia para mí.

De Chris Ware me emociona mucho el ritmo con el que narra, que es como incómodo, raro, callado. Él tiene una aproximación muy experimental hacia el cómic, pues es como obra en movimiento y involucra activamente al lector. Eso también fue una gran revelación para mí.

Jason, un ilustrador noruego, fue una influencia muy importante para mí. Tiene este tono como de terror, surreal y cómico, pero también intelectual con muchas referencias. En la narrativa, el producto final es muy elegante.  

¡Hay muchos!

Mi viaje en el mundo del cómic ha sido algo personal. ¡Bendito sea el internet! Así pude investigar y saltar de un autor a otro. Todos ellos han llegado a mi subconsciente y terminé involucrándolos de alguna manera en mi trabajo.

–¿Cómo es tu proceso de creación? Cuando tienes una idea, ¿lo primero que haces es escribir o dibujar? ¿Y cuánto tiempo te lleva cada viñeta?

–Para cada tira es diferente, pero a grandes rasgos: leo, veo o me pasa algo y se me ocurre una idea, luego juego con esa idea en mi cabeza y de repente hay un momento donde esa idea hace click y ya dibujo directo. Hago pequeños thumbnails (dibujos muy simples de las páginas) y los muevo, los borro y los vuelvo a dibujar hasta que siento que la historia tiene buen ritmo y que se entiende el mensaje.

Una vez hecho esto, pongo a mis amigos a leerlo. No busco que me digan la interpretación filosófica, sólo que me digan qué está pasando en la tira; si se entiende y lo pueden describir, significa que está bien narrada la historia y puede publicarse.

Respecto al tiempo es indefinido entre concebir la historia y hacerla funcionar. Pero ya que está, digamos, el guión, no me he tomado más de dos semanas en tener el cómic listo.

–¿Esto para ti es un plan de vida definido, siempre va a estar en tu vida el cómic?

–Estoy seguro de que va a estar en mi vida siempre. Aunque todo fracase, yo seguiré haciendo cómics y dibujando porque para mí es como respirar. Ojalá tenga la oportunidad de poder dedicarme a eso profesionalmente, poder vivir de eso es mi sueño más grande.

–¿Estás trabajando ya en otro proyecto? ¿Entre tus planes a futuro consideras introducirte al mundo narrativo del cuento o la novela?

–Todo el tiempo tengo un proyecto en la cabeza. Ahorita estoy experimentando; ya hice este libro de cierta manera y ahora estoy buscando experimentar formas diferentes de dibujar y de escribir. Igual y en una de esas sale algo. O no.

Naturalmente, como todo lector en el mundo, me gustaría hacer un libro de palabras. Ojalá algún día pueda hacerlo, pero por ahora me expreso mejor de esta forma visual. En el momento en que tenga una idea que sienta funciona mejor en un sentido escrito, pues espero poder hacerlo.

Foto: Nadia Virgilio, SinEmbargo

Aarón Cruz es oriundo del Estado de México. Su amor por el dibujo inició desde pequeño, pero no fue sino hasta los 16 años que comenzó a publicar su trabajo en la página de Facebook “Jaisenberg Cómics”. Publicó su primer fanzine, titulado Ballon Comics, en la segunda feria de cómic de autor de la Alianza Francesa.

Emmanuel Peña entra al mundo de la novela gráfica y experimenta el género negro en Color de hormiga

lunes, septiembre 2nd, 2019

El centro de la Ciudad de México y sus laberínticas librerías de viejo son telón de fondo para una historia sobre la amistad y la lealtad, con personajes entrañables que habitan una capital llena de matices.

Los dibujos de Emmanuel Peña fueron seleccionados para los catálogos Latin American Illustration 5 New York e Iberoamérica Ilustra, y ganó el segundo lugar del concurso latinoamericano de novela gráfica “Ciudades Iberoamericanas”. Además formó parte de Maison Des Auteurs, una prestigiosa residencia en Francia.

Ciudad de México, 2 de septiembre (LaCifra).- Uno de los diseñadores e ilustradores mexicanos más relevantes de su generación, Emmanuel Pña, presenta Color de hormiga, su primera novela gráfica de largo aliento. Realizada en la prestigiosa Maison Des Auteurs, esta obra sobre la amistad, el dinero, la lealtad y la ciudad es una deslumbrante pieza construida con elementos de la ilustración, la gráfica y el cómic.

A menudo desafiante y experimental, Color de hormiga cuenta una eficaz historia de género negro y logra construir personajes entrañables, habitantes de una ciudad profunda y llena de matices.

Emmanuel Pña es diseñador gráfico, se dedica a hacer libros, algunas veces los diseña, otras los dibuja. Sus dibujos fueron seleccionados para los catálogos Latin American Illustration 5 New York e Iberoamérica Ilustra. Es ex-residente de la Maison Des Auteurs, en Angoulême, Francia, y ganó el segundo lugar del concurso latinoamericano de novela gráfica “Ciudades Iberoamericanas”.

Sus temas recurrentes son los viajes y el mar de posibilidades que tiene lo cotidiano.

El trazo de Emmanuel Pña logra comunicar y reconfigurar los paisajes desequilibrados y ruinosos de la ciudad, aunque no busca el realismo ni la descripción minuciosa.

Los personajes están delimitados con apenas unas pocas y potentes frases. El texto, al igual que el dibujo, logra construir emociones complejas con el uso del contraste y las formas simples.

La tipografía también se convierte en imagen. El narrador comunica su presencia en páginas sin acción en donde el espacio deja de ser paisaje y se convierte en pensamiento.

El centro de la Ciudad de México y sus laberínticas librerias de viejo son telón de fondo para una historia en donde lo libresco está presente en las formas del género negro y las múltiples influencias que dan forma a la técnica gráfica del autor.

Cada página propone una forma de contar historias con palabras e imágenes. Color de hormiga es también un experimento con las secuencias del cómic, el tiempo narrativo y las ideas de lo simultáneo y lo sucesivo. Tiempo y espacio se expanden y se comprimen en esta fábula sobre la amistad y el amor perdidos.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE LA CIFRA. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.