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“Botas de lluvia suecas”, la última reflexión de Henning Mankell. Lee un capítulo

sábado, septiembre 10th, 2016

El otoño vital que atravesaba Henning Mankell mientras escribía “Botas de lluvia suecas” es también la estación del año en la que arranca este reflexivo relato sobre la existencia y el amor, que el narrador sueco dejó terminado antes de morir en 2015 y que llegó a las librerías en español 6 de septiembre.

Ciudad de México, 10 de septiembre (SinEmbargo).- Henning Mankell (Estocolmo, 1948-2015), el creador de la popular serie de novelas policíacas del inspector Kurt Wallander, llegó a ver editado y en las librerías de su país este volumen, que en España y América Latina publica Tusquets.

Narrada en primera persona, Botas de lluvia suecas está salpicada de confesiones del médico jubilado Fredrik Welin, también protagonista del libro de 2006 Zapatos italianos, del que es, en palabras del autor sueco, una continuación “libre”.

La cantante Patti Smith, amiga de Mankell y admiradora de sus novelas, especialmente de la docena que forman la serie Wallander, ha publicado el texto en una separata “Paseando con Wallander”, en el que recuerda al escritor y a su personaje.

Las líneas de Smith retratan primero al “melancólico y un poco alcohólico” inspector Wallander, del que pensaba que sería “eterno” y con quien, asegura, sintió una “estrecha afinidad” al compartir el amor por “la Callas” y la propensión a “quedarse dormido con la ropa puesta” o a “olvidarse de comer”.

“Como el escritor político, poético y prolífico que era, Henning fue más allá de las novelas policíacas, aunque en mi memoria destacará siempre su inspector, surgiendo entre las brumas de los encuentros imaginarios”, concluye la artista de “Because the night”.

En Botas de lluvia suecas, todo cambia para Fredrik Welin cuando, a los 69 años -dos más de los que tenía Mankell en el momento de su muerte-, su casa es arrasada por un incendio del que logra escapar calzado con unas botas de lluvia, ambas del pie izquierdo.

Ese inservible par de botas se convierte en la única pertenencia del antiguo médico, que lo ha perdido todo, tiene que mudarse a una caravana y, además, debe lidiar con el rumor que se ha extendido por el archipiélago de que él mismo ha provocado el fuego y con el interrogatorio policial por ese motivo.

Mankell y Patti Smith, su gran amiga. Foto: Twitter

Mankell y Patti Smith, su gran amiga. Foto: Twitter

Todos estos acontecimientos, sumados a la misteriosa visita de su hija, Louise, conducen a Welin a un profundo desconcierto y hacen que tome conciencia de la cercanía de la vejez y de la muerte y de la necesidad de saldar sus deudas.

Solo conocer a una periodista que investiga el incendio hará que se despierten en él nuevos sentimientos que lo empujen a recuperar las ganas de vivir la vida y compartir los buenos momentos con los amigos.

UN ÍCONO DE LA LITERATURA SUECA

Considerado un icono de la literatura contemporánea de su país, Henning Mankell creía que su posición no solo le permitía sino que lo obligaba a denunciar lo que no estaba bien y destacaba por su compromiso con el feminismo, la preservación del medio ambiente y la lucha contra las desigualdades, entre otras causas.

“Hace de mí una mejor persona, un mejor escritor y un mejor europeo. Allí aprendí cómo vive la mayoría de personas en este mundo”, decía el novelista sueco sobre el continente africano.

Prueba de su compromiso fue su adhesión en 2010 a la Flotilla de la Libertad que trataba de llevar ayuda humanitaria a Gaza.

En relación con esta experiencia, explicó que finalmente le entristeció darse cuenta de que era el único escritor que formaba parte de la flotilla y aseguró que colaborar en causas solidarias era el “principal papel” que le correspondía como intelectual.

Aunque su principal arma eran sus obras porque, decía, “a pesar de que un libro no cambia el mundo, no podemos cambiar el mundo sin cultura”.

Fragmento del libro Botas de lluvia suecas, Henning Mankell, Andanzas 2016, publicado con autorización de Tusquets Editores México.

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“Hasta acá se escucha el silencio de Mälmo”: buen viaje, Henning Mankell

martes, octubre 6th, 2015
Desde que le fuera diagnosticado el cáncer, en enero de 2014, se dedicó a hablar abiertamente de su enfermedad. Foto: Facebook

Desde que le fuera diagnosticado el cáncer, en enero de 2014, se dedicó a hablar abiertamente de su enfermedad. Foto: Facebook

El escritor sueco, considerado un genio de la novela negra, muere en Gotemburgo, a los 67 años, víctima del cáncer de pulmón que se le había detectado en 2014

Ciudad de México, 6 de octubre (SinEmbargo).– “Hasta acá puedo escuchar el silencio de Mälmo: buen viaje Henning Mankell. Y hasta siempre, Wallander”, escribe el autor mexicano David Miklos, en una de las tantas leyendas casi personales, como si de un familiar se tratara, que aparecieron en la víspera en las redes sociales, dedicadas al considerado el genio de la novela negra en Suecia, quien falleció ayer a los 67 años, víctima del cáncer de pulmón que le fuera diagnosticado en 2014.

Henning Mankell (Estocolmo, 1948-Göteborg, 2015) ha sido el padre también de Kurt Wallander, el detective fracasado y demasiado sensible que le dio fama mundial y que llegara a la televisión en una versión inolvidable para la televisión sueca, protagonizada por Krister Henriksson, y recientemente en una versión inglesa con el protagonismo magistral del actor y director Kenneth Branagh.

Kenneth Branagh como Wallander. El actor lamentó en un comunicado oficial la muerte del célebre autor sueco. Foto:  Especial

Kenneth Branagh como Wallander. El actor lamentó en un comunicado oficial la muerte del célebre autor sueco. Foto: Especial

Mientras en el mercado anglosajón ya corre la cuarta y última temporada de Wallander, producción de la BBC, Branagh ha emitido un comunicado oficial donde lamenta el deceso del escritor a quien considera “un hombre de compromiso apasionado” y del que extrañará –dijo- “su inteligencia provocadora y su gran generosidad como persona”.

“Quienes tuvieron el privilegio de conocerlo, junto con lectores en todas partes del mundo, llorarán a un buen escritor y un buen hombre”, afirmó el célebre intérprete shakespearano y quien le dio a su detective esa sustancia melancólica y de abandono, de tanta fragilidad existencial, que supo volcar su creador en tantas páginas inolvidables.

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MURIÓ MIENTRAS DORMÍA

Mankell, que decidió hacer pública su enfermedad apenas le fuera diagnosticada, contar su cáncer de pulmón y su metástasis en la nuca, en columnas que luego fueron agrupadas en su libro reciente Arenas movedizas, editado en español por Tusquets, para su colección Andanzas, murió mientras dormía en su casa de Gotemburgo.

Se apagaba así la vida del autor de más de 50 novelas y numerosas obras de teatro, que llegó a vender 40 millones de libros en todo el mundo y que a través de la figura portentosa de su policía gordo, diabético y totalmente inhábil para las relaciones, denunció las injusticias sociales de su país.

Porque también murió un hombre profundamente preocupado por el mundo, que dividía su tiempo entre la escritura y las obras benéficas en Mozambique, donde su interés por la infancia carente en África, lo llevó a construir una aldea para niños huérfanos a causa del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

El intelectual no sólo debía escribir, también ejercer acciones precisas para mejorar el mundo. Foto: Tusquets.

El intelectual no sólo debía escribir, también ejercer acciones precisas para mejorar el mundo. Foto: Tusquets.

Luchó y sufrió arresto por tratar de llevar ayuda humanitaria a los palestinos de la franja de Gaza en 2010 y desestimaba las invitaciones que le llegaban de todas partes del mundo para participar de algún festival literario, ocupando su tiempo libre en cumplir lo que a su juicio debía hacer un intelectual: obrar, no sólo escribir.

Amaba a Sherlock Holmes y siempre tuvo nostalgia de su madre que lo abandonó cuando él apenas tenía un año. Con ella se reencontró en medio de un clima de mucha tensión cuando Henning era adolescente. Su madre, una bibliotecaria de nombre Birgitta, luego se suicidaría.

“Mi miedo es grande pero más o menos consigo mantenerlo bajo control”, escribió en su primera columna sobre el cáncer.

“Mi ansiedad es muy profunda, aunque a grandes rasgos puedo mantenerla bajo control”, señaló en un artículo titulado Una lucha desde la perspectiva de la vida.

Mankell lanzó su primera novela, Bergsprängaren (El rompedor de rocas), en 1973, y casi dos décadas después, publicó la primera de la exitosa serie protagonizada por el inspector Wallander.

Casado con Eva Bergman, hija del cineasta sueco Ingmar Bergman, murió joven y activo, con la pluma en la mano y el pensamiento lúcido a favor de un mundo mejor en ristre. Hasta aquí se escucha el silencio de su muerte desolada.

WALLANDER, UN HOMBRE COMÚN

Kurt Wallander es un hombre común proveniente de Ystad, una pequeña ciudad sueca con un gran puerto, con barcos que van y vienen de Polonia y Bornholm, los terrenos que pisó Kenneth Braanagh para encarnar a un detective vencido por la depresión que le causa su reciente divorcio (su mujer lo ha dejado por un hombre más joven), el deterioro mental de su complicado padre (interpretado magistralmente por el mítico David Warner) y las tendencias suicidas de su hija Linda, que también se ha hecho policía.

Branagh se sacude en esta serie -por la que ha ganado el Bafta al mejor actor- la etiqueta de intérprete shakespeariano que le ha colgado la crítica desde su preciosa Mucho ruido y pocas nueces y desde el rotundo Hamlet que dirigiera y protagonizara en 1996.

Al detective Kurt Wallander le sale todo mal. Es un tipo gordo, diabético, falto de bohemia y de mística que cultiva un costado filosófico que lo acerca al entrañable alcohólico Philip Marlowe, creación imprescindible del estadounidense Raymond Chandler.

Hay que decirlo: Wallander no es tan inteligente como Sherlock Holmes y ni por las tapas se prodiga en excesos gastronómicos como el comisario Montalbano, aquel italiano prodigioso del súper vendedor Andrea Camilleri (basta ver el refrigerador vacío del sueco para entender por qué los placeres terrenales le son tan esquivos).

Dividía su tiempo entre Suecia y África. Dirigía un teatro en Maputo, Mozambique, país que amaba. Foto: Tusquets

Dividía su tiempo entre Suecia y África. Dirigía un teatro en Maputo, Mozambique, país que amaba. Foto: Tusquets

Sin embargo, es en esta carencia de virtudes heroicas en donde reside la popularidad mundial de un investigador privado hundido en la melancolía y atravesado por la falta de éxito social.

Un club de fans en inglés, varias películas y series, además de la popularidad mundial de las novelas que hicieron famoso a Mankell dan cuenta de cómo Wallander, después de todo, ha conseguido derramar su antimagia en un mundo que lo ama por mostrarse siempre humano, demasiado humano.

Henning Mankell, “padre” del inspector Kurt Wallander, muere a los 67 años

lunes, octubre 5th, 2015

 Henning Mankell, considerado como uno de los precursores del éxito de la novela noir nórdica en el mundo, saltó a la fama con la creación del inspector “Kurt Wallander” en 1991.

El narrador sueco Henning Mankell. Foto: EFE

El narrador sueco Henning Mankell. Foto: EFE

Copenhague, 5 oct (EFE).- El escritor sueco Henning Mankell, que murió esta madrugada a los 67 años víctima del cáncer, dio sus primeros pasos en el teatro antes de convertirse en un autor mundialmente conocido gracias a la serie de novelas policiacas protagonizadas por el inspector “Kurt Wallander”.

Nacido en Estocolmo en 1948, comenzó a trabajar como autor y ayudante de dirección en el Riksteatern de la capital sueca.

En 1972 realizó su primera viaje a África y desde entonces nunca abandonó del todo ese continente; residía entre Suecia y Mozambique, donde ejercía como director artístico del Teatro Avenida de Maputo.

Mankell lanzó en 1973 su primera novela, Bergsprängaren (El rompedor de rocas) y casi dos décadas después, en 1991, publicó la primera de la exitosa serie protagonizada por el inspector Wallander: Asesinos sin rostros.

A ese libro siguieron Los perros de Riga, La leona blanca, El hombre sonriente, La falsa pista, La quinta mujer, Pisando los talones, Cortafuegos; La pirámide, Antes de que hiele, El hombre inquieto y Huesos en el jardín, una saga con la que vendió millones de ejemplares y que pasó a la televisión y al cine.

La saga llegó a la pequeña pantalla primero en Suecia en 1995, y, años después en el Reino Unido, de la mano de la BBC y, con Kenneth Branagh como protagonista, en una preciosista adaptación que fue nominada a los Globos de Oro y que se llevó cinco premios BAFTA, entre ellos el de mejor serie, en 2009, y otros dos en 2011, uno de ellos para el actor.

Considerado como uno de los precursores del éxito de la novela negra nórdica en el mundo, sus obras, al igual que las de la mayoría de los escritores posteriores, beben del estilo marcado por el matrimonio Maj Sjowall y Per Wahloo, los pioneros de este género en Suecia.

Mankell reconoció públicamente haberse inspirado en las novelas de la pareja, pero ellos repitieron en varias ocasiones que la saga de Wallander era aburrida y carecía de humor.

Sin embargo, las obras de Sjowall y Wahloo han vendido alrededor de diez millones de ejemplares en todo el mundo, frente a los treinta millones deMankell.

Pero además de su exitosa serie policiaca y de su carrera como dramaturgo -fue su gran pasión y escribió más de cuarenta obras-, Mankell es autor de una veintena de novelas y de numerosos libros infantiles y juveniles, entre ellos una serie protagonizada por Sofía, una niña africana, que le sirvió para narrar las dificultades de la vida de las mujeres en ese continente.

En 2001 lanzó junto a su amigo Dan Israel la editorial Leopard, que desde entonces publicaba sus libros, aunque su labor principal era apoyar a jóvenes talentos de África y Suecia.

En su última obra, Arenas movedizas, Mankell relató el “descenso a los infiernos” que experimentó tras ser diagnosticado de cáncer en 2014 y la amalgama de sentimientos y sensaciones que siguieron, mezclados con recuerdos de su infancia y juventud y episodios de su vida, muchos anclados en África.

Los libros, explicó en su obra, se convirtieron en la mejor herramienta ante el “golpe mortal” que supuso ese diagnóstico: “Coger un libro y perderme en el texto en los momentos difíciles ha sido siempre un modo de buscar alivio”.

Como escritor se consideraba un intelectual y, como tal, sentía la responsabilidad de mantener un compromiso humanitario y denunciar las injusticias.

Ese compromiso le llevó en el verano de 2010 a embarcarse en la denominada “Flotilla de la Libertad” con destino a Gaza, proyecto que acabó con la muerte de nueve activistas durante el asalto israelí a una de las embarcaciones y con Mankell detenido junto a varia decenas de personas.

En su obra no se abstuvo de criticar a la aparentemente perfecta sociedad sueca y abordó también asuntos como la colonización o los lacerantes problemas del continente africano y la situación de la mujer.

Henning Mankel, que recibió numerosos premios especialmente por su saga de Wallander -entre ellos el de mejor novela sueca de crímenes en 1992, el Nils Holgersson (1991), el Glass Key Award (1992), el Astrid Lindgren (1996) o el Pepe Carvalho (2006)-, estaba casado con Eva Bergman, una de las hijas del director de cine Ingmar Bergman.