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La familia de Monse Bendimes protesta en la Fiscalía de Veracruz; Marlon es expulsado de la UVM

domingo, abril 25th, 2021

Monserrat Bendimes, joven de 20 años de edad, falleció el pasado 23 de abril en un hospital de Boca del Río, Veracruz, luego de que su novio presuntamente la golpeara de forma brutal, lo que la llevó a permanecer varios días internada en terapia intensiva.

Veracruz, 25 de abril (Plumas Libres).–  Con gestos de dolor e impotencia, familiares, amigos, conocidos y otras madres cuyas hijas también han sido víctimas de la violencia feminicida que mantiene a Veracruz en el primer lugar nacional de este delito, se manifestaron frente al asadero Ross, propiedad de los padres del presunto feminicida Marlon “N”, que continúa escondido o prófugo fuera del estado o del país, ante la indiferencia total de las autoridades de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de Veracruz.

Aunque fue pacífica, las pancartas decían frases donde se exigía justicia para Monserrat quien murió víctima de la brutal golpiza que le propinó su novio Marlon, quien según familiares del feminicida “esta recibiendo asesoría jurídica”.

Aún consternado por la irreparable pérdida, Luis Bendimes, tío de la joven, pidió a las autoridades que se realicen las investigaciones. Lamentó que hayan transcurrido varios días sin que la autoridad haga su trabajo, simple y sencillamente, detener a quien terminó con la vida de una joven que jamás le hizo daño a nadie.

Del mismo hizo un llamado a la sociedad civil para que ayuden a encontrar al presunto agresor. “Si alguien puede aportar información que nos ayude a encontrar al criminal, se los agradeceremos”, agregó.

El asadero Rosso cerró mucho antes de que llegaran los protestantes.

https://twitter.com/VeracruzUVM/status/1385721133773774848

A través de las redes sociales se había difundido desde minutos después de que trascendió la noticia sobre el fallecimiento de Monserrat, la invitación para los que se quisieran sumar a la protesta pacífica. Llegaron muchos integrantes de la sociedad civil para solidarizarse con la familia.

Uno de los manifestantes lamentó la muy lenta actuación de la Fiscalía de Veracruz. “Es increíble el pésimo trabajo de las autoridades responsables de procurar justicia, como vemos la familia del asesino es adinerada, queremos pensar que no están comprando la libertad de Marlon. Por donde le busquen, no existe la forma que pueda justificar que haya agredido de esa forma a esta muchacha, lo que le hizo es de un cobarde poco hombre, muy macho con una niña, ya quisiera tenerlo enfrente para que sienta un poco el dolor que le hizo sufrir a la chica, nada justifica que la haya asesinado así. Lo menos que se merece es cárcel inmediata y nos preguntamos por que tarda tanto, la justicia en llegar”, dijo el hombre identificado como Juan.

UVM EXPULSA A MARLON BOTAS

La Universidad del Valle de México (UVM) expulsó a Marlon “N”, presunto responsable del feminicidio de Montserrat Bendimes, institución en la que ambos estaban inscritos.

En un comunicado, la casa de estudios remarcó la postura de cero tolerancia a la violencia de género, por lo cual expulsa a Marlon «N» y le prohíbe el acceso al campus .

“El Comité de Ética y Cumplimiento de la institución ha resuelto expulsar a Marlon ‘N’ y prohibirle el acceso al campus del que formaba parte, pues su conducta no corresponde en forma alguna con el espíritu y la esencia de la Universidad y su comunidad, que se basa en promover la paz, el respeto y la convivencia en armonía”.

https://twitter.com/VeracruzUVM/status/1385751136754446336

Monse, de 20 años, cursaba la carrera de Ingeniería Civil en la UVM, plantel que tras conocerse la agresión sufrida por su pareja no emitió postura, hasta el pasado 23 de abril en que dio sus condolencias a la familia ante el fallecimiento de su estudiante.

“La Universidad del Valle de México tiene una postura de cero tolerancia ante la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, en particular la violencia de género”.

Agrega que el asesinato de Montserrat no sólo lastima a su familia y seres queridos, sino a toda la sociedad y por ello, la Universidad del Valle de México también alza la voz para pedir a las autoridades que la investigación llegue hasta sus últimas consecuencias y que su agresor pronto sea presentado ante la justicia, para que se proceda conforme a la Ley.

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Familiares de Silvia niegan haber ofrecido una recompensa de 400 mil pesos a cárteles por el asesino

miércoles, agosto 21st, 2019

En redes sociales se difundió una presunta oferta de hasta 400 mil pesos a grupos del narcotráfico como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel del Golfo y los Zetas, para dar con el presunto responsable, identificado como Aldo.

Ciudad de México, 21 de agosto (SinEmbargo).- Los familiares de Silvia Jazmín Armendáriz Alpuche negaron que hayan solicitado una recompensa para dar con el supuesto responsable del homicidio de joven, ocurrido el pasado 15 de agosto en Minatitlán, Veracruz.

A través de un comunicado, la familia desmintió las versiones publicadas en redes sociales como Facebook y en medios de comunicación sobre la supuesta recompensa para dar con el presunto responsable del crimen.

“Queremos aclarar que esto [la recompensa] es total y absolutamente falso, ningún miembro de nuestra familia está ofreciendo ni ofrecerá algún tipo de recompensa, les pedimos por favor no se dejen llevar por publicaciones falsas”.

En Facebook se difundió una presunta oferta de hasta 400 mil pesos a grupos del narcotráfico como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel del Golfo y los Zetas, para dar con el presunto responsable, identificado como Aldo.

“Recompensa de 400 mil pesos al asesino de mi prima, la autopsia revelo que fue quemada viva. Urge CJNG, CARTE DEL Golfo, Zetas, lrs daremos 400 mil pesos. DESCUARTIZAdo entreguenlo (sic)”, se lee en una publicación de Facebook.

La supuesta recompensa. Foto: Especial.

Sin embargo, la familia reiteró su confianza en las autoridades para esclarecer los hechos.

“Estamos consternados con este hecho atroz, pero tenemos fe en que nuestras autoridades actuarán para esclarecer los hechos y se hará justicia ante el o los responsables del homicidio”, reiteró el comunicado.

EL HECHO

El pasado 14 de agosto, Silvia Jazmín salió de su casa, localizada en la colonia Petrolera de Minatitlán, Veracruz, a realizarse un pedicure.

Las horas pasaron y la joven no apareció, por lo que sus familiares hicieron el reporte de su desaparición ante las autoridades de Veracruz.

Fue durante la madrigada del jueves 15 de agosto cuando los restos de la joven aparecieron, calcinados, en un basurero clandestino, ubicado en la Autopista Minatitlán-Villahermosa.

La joven trabajaba en la refinería de Lazaro Cárdenas de Petróleos Mexicanos (Pemex); en la zona donde fue hallada sólo se encontraron sus extremidades inferiores, ya que el resto de su cuerpo fue calcinado.

Las primeras investigaciones apuntaron a que el delito pudo hacer sido cometido por su ex novio, identificado como Aldo “N”, quien también labora en la refinería de Pemex.

Sin embargo, el sujeto se dio a la fuga, por lo que es buscado por las autoridades veracruzanas.

Según Plumas Libres, distintas versiones apuntan que el supuesto sospechoso se dio a la fuga; aparentemente habría sido sacado de Veracruz en una ambulancia de Pemex, gracias a las influencias su pariente, el ex tesorero de Minatitlán Jorge Wade. El joven estaría en Sinaloa, donde presuntamente, le darán trabajo en ductos de la misma empresa.

-Con información de Plumas Libres y Vanguardia.

Su esposo la golpeaba una y otra vez. Ella pidió ayuda al DIF y nada: ahora 4 niños están huérfanos

sábado, julio 21st, 2018

El pasado jueves, a las 10:00 de la mañana, Gabriel tomó su arma y le disparó a Hortencia, mientras ella sostenía a su bebé de nueve meses en brazos. Su feminicidio fue la culminación de años de violencia en su contra. Su familia acusa que las autoridades municipales de Minatitlán la dejaron sola, pues ella pidió auxilio en el DIF municipal, pero no encontró respuesta. Delia Peche Balcázar, prima de la víctima, narró que en abril pasado acompañó a Hortencia a pedir ayuda pues su marido la golpeaba constantemente, pero los funcionarios le recomendaron regresarse al pueblo y conciliar con el golpeador.

Cuatro niños quedaron huérfanos y Gabriel, le feminicida de Hortencia, está prófugo. Aseguran que se fue del pueblo acompañado de su nueva pareja, una joven que está embarazada.

Por Ignacio Carvajal 

Minatitlán, Veracruz/Ciudad de México (BlogExpediente/SinEmbargo).- Al salir de la iglesia, después del rosario, son mujeres quienes sostienen el féretro de Hortencia Balcázar Reyes, de 26 años, una víctima de la ola feminicida en Veracruz, para llevarla al panteón. Tías, hermanas y amigas se esfuerzan mientras cargan el cajón con su cadáver. A su lado, otros familiares llevan a sus hijos, cuatro huérfanos, un bebé de nueve meses, y tres niñas, de 4, 2 y 8 años.

El cortejo parte de la iglesia de El Valedor, a donde se han congregado docenas de personas para darle la despedida.

Fueron ellas, las mujeres, quienes lanzaron las oraciones para santificar su alma camino al más allá, pues el cura no llegó. Y fueron ellas, las mujeres del pueblo, la gran mayoría ni si quiera con primaria completa, quienes sostuvieron el féretro y lo cargaron hasta la camioneta que la trasladó a la localidad de San Cristóbal, donde le entregaron a la tierra.

Hay hombres en el sepelio, sí, pero se han hecho a un lado, sólo ayudan de vez en cuando si son necesarios. Dejan todo el esfuerzo a las mujeres que lloran su pena mientras otras aplauden y corean el nombre de Hortencia entre aplausos y porras a las mujeres:

“¡Vivan las mujeres!”, “¡ni una más!”, “justicia”, replican las acompañantes mientras aplauden.

“Ya estamos hasta la madre de que a las mujeres en el campo nos pisoteen y humillen”, reclama una tía de la víctima.

Todo el pueblo, pero sobre todo ellas, se sumaron a la indignación por el feminicidio de Hortencia a manos de su esposo. Las mujeres se han solidarizado en el dolor, una pena que es la misma para docenas de familias en Veracruz, pues tan sólo el Observatorio de Violencias contra las Mujeres, de la Universidad Veracruzana, reporta 58 feminicidios entre enero y junio.

Todo el pueblo, pero sobre todo ellas, se sumaron a la indignación por el feminicidio de Hortencia. Foto: BlogExpediente

GABRIEL LA GOLPEABA CONSTANTEMENTE

Hortencia vivía en una casa de palma y madera con sus cuatro hijos. Ubicada sobre un cerrito, lejos del poblado El Chiflido, en la zona rural de Minatitlán.

Ella era de una comunidad aledaña llamada El Valedor. Hortencia le contaba a su familia que sería feliz en esa casita y que buscaría una vida estable y feliz con Gabriel y sus hijos, un niño y tres niñas.

Hortencia era ama de casa y cuidado animales de corral. Su esposo se dedicaba a la ganadería y al campo.

Gabriel, pasó de ser relajado y tranquilo, a convertirse en una persona agresiva que constantemente golpeaba a Hortencia. La mujer huyó de la casa donde vivía con Gabriel y regresó al rancho de sus padres.

Gente cercana a la víctima cuenta que cuando Gabriel se alteraba, amenazaba con una pistola a Hortencia, o la golpeaba con un cable eléctrico.

Gabriel también le decía a su esposa que ya tenía a otra mujer, la corría de la casa a golpes y tiempo después la volvía a buscar, sólo para golpearla más fuerte.

El pasado jueves, a las 10:00 de la mañana, esa historia llegó al punto más estrepitoso. Gabriel tomó su arma y le disparó a Hortencia mientras ella sostenía al bebé de 9 meses en brazos.

La familia de Hortencia acusa que las autoridades municipales de Minatitlán la dejaron sola, pues ella pidió auxilio en el DIF municipal ante la violencia intrafamiliar que vivía, pero no encontró respuesta.

La familia de Hortencia acusa que la mujer pidió ayuda al DIF, pero la ignoraron. Foto: BlogExpediente

IGNORAN A LAS MUJERES DEL CAMPO

Delia Peche Balcázar, prima de la víctima, narró que en abril pasado acompañó a Hortencia a pedir ayuda al DIF de Minatitlán, pero los funcionarios le recomendaron regresarse al pueblo y conciliar con el golpeador.

“No les importó”, acusó. Ella iba toda golpeada, incluso, llevaba en su celular fotos de lesiones que le había ocasionado en días pasados. También les contó que ya había intentado asesinarla.

En las oficinas asistenciales le dieron un papel y la echaron, sostiene Delia. “Si ellos hubieran querido, la llevan a una agencia del MP o a la Fiscalía a poner una denuncia, pero no, le decían que contratara ella por su cuenta un abogado, y que poco se podía hacer, si ella no estaba casada con él legalmente”.

El poblado de El Valedor se ubica a poco más de una hora de la cabecera municipal. Un infierno verde entre pantanos, marismas, maizales, ríos y caminos polvorientos del cual sólo se sale en moto, caballo o transporte colectivo. Sus pobladores, que viven de la ganadería y el campo, persisten aislados.

Ahí, Hortencia Balcázar Reyes se juntó con Gabriel Hernández desde los 16 años. Tuvieron tres hijas y un bebé de nueve meses. Hortencia no contaba con muchas opciones para solicitar ayuda, pues cerca no hay ni clínicas ni refugios.

Durante unos diez años, el matrimonio entre ambos marchó con algunos altibajos, discusiones, pero no el infierno de los últimos meses, cuentan hermanas de la víctima.

Cuentan que Gabriel comenzó a salir con otra mujer originaria de un poblado vecino, quien llegó a insultar a Hortencia.

“Ella, la otra, le jugó una apuesta a mi hermana, la iba a ver, la insultaba, le gritaba de cosas, y una vez le dijo, ‘¿cuánto apostamos a que me quedo con él?’, pero mi hermana no le contestaba, ni peleaba con ella. Nunca lloró por él sabiendo que tenía otra. Lo que le importaban eran sus hijos”, contó la hermana de la víctima.

Hortencia se salió de su casa en varias ocasiones, tomando a sus hijos. Ella siempre recurría a la casa de los padres, donde encontraba alimento y techo para su familia.

Pasaban los días, y el esposo regresaba a buscarla. “La regresaba a casa de sus papás, ahí en el Chiflido, pero hasta sus suegros le daban mala vida, la usaban de cocinera, y cuando le pegaba, no se metían. La última vez que ya no quería volver, el hombre le pegó un cachazo de pistola en el rostro, el padre prometió intervenir y nunca hizo nada”, relató Anselmo Balcázar, papá de Hortencia.

La hermana de Hortencia acusa que en una ocasión Gabriel y su nueva pareja intentaron asesinar a Hortencia encerrándola en la casa para luego prenderle fuego. “Pero Hortencia tomó el machete, y los encaró”, dijo.

Su familia cuenta que días antes de que Gabriel asesinara a Hortencia, él le confesó que se iría con la otra joven, quien estaba embarazada, pues sólo quería mantener a un hijo y no a cuatro. “La humilló, se burló de ella, sólo para eso la hizo volver”, dice su hermana quien recuerda que tras la confesión, Hortencia se deprimió.

Desde su funeral, su familia reclama justicia al Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, al Alcalde de Minatitlán, Nicolás Reyes, y a todas las autoridades en general.

Exigen que el Edil lleve a fondo la investigación y que llegue a los malos funcionarios que ignoraron a Hortencia.

Estela Casados, del Centro de Estudios de Género de la Universidad Veracruzana, dijo que en casos como el de esta madre de cuatro hijos, ellas quedan atrapadas en algo que se denomina “círculo de la violencia”, donde se llegan a confundir los “actos de amor” con patrones que sólo reproducen la violencia de manera infinita, y no tienen nada que ver con el amor.

Sin embargo, expresó, que en este caso también se nota algo que constantemente ocurre con víctimas, que buscan una salida con las autoridades pero éstas no responden.

“Ella buscó una salida, tuvo la claridad para ir y acudir a una institución, y ese es el problema que las mujeres tienen cuando logran remontar el círculo de la violencia, acuden a las instancias que deben apoyarlas, y el problema es cuando estas instancias no responde de manera debida, y no hay respaldo institucional. Pero más allá que sea una institución municipal, vemos que es el Estado el que les falla, no les presta el auxilio que necesitan, y piensan y que pueden encontrar en esas instancias”, dijo.

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Un pueblo de Veracruz ve en días cómo matan a tres madres y sus 6 niños se quedan en el desamparo

miércoles, junio 13th, 2018

En una semana -la pasada-, seis menores quedaron huérfanos [dos hijos dejó la joven María Azucena; tres de Yanin, y una nena de Yunerri] en Tlapacoyan, Veracruz. Sus madres fueron asesinadas y ahora estarán bajo el cuidado de los abuelos, desprotegidos de las autoridades. 

Por Ignacio Carvajal 

Veracruz/Ciudad de México (BlogExpediente/SinEmbargo).- A veces Yunerri Bravo Reyes y su hija, de 3 años de edad, no tenían para comer y se iba a casa de su amiga, Yanin Bocarado, a buscar que les convidara un taco. Esto se hizo habitual en las dos amigas, pues cuando a Yanin le iba mal, ahí estaba Yunerri, y así.

Hace ocho días, las dos salieron de sus hogares, presuntamente se iban a encontrar en un punto para ver lo de un trabajo. Sin embargo, pasaron las horas, pasados dos días regresaron con los pies por delante, en sendos cajones de muertos.

No habían pasado ni 24 horas de doble homicidio, cuando una tercera mujer, María Azucena Méndez Bonilla, es privada de su libertad y asesinada. El pueblo se molestó y tomó la carretera, quemaron llantas y lanzaron consignas contra las autoridades. Pero hoy la familia de Yunerri Bravo Reyes no quiere saber nada de protestas, de reclamos ni de justicia.

“Mire, cuando me di cuenta que mi hija había desaparecido, hablé con Dios, y sólo le pedí una cosa, que me la trajera. Como fuera. Yo lo iba a soportar”, dice la madre de Yunerri desde el anonimato.

“Yo quería estar como esas madres, que pierden a sus hijos, y ahí andan sufriendo mientras buscan”.

“Por eso le pedí a Dios, trámela de vuelta, por favor, yo seré fuerte y te daré las gracias”, remarca.

A los dos días, Yunerri y su amiga Yanin aparecieron con hormigas en el cuerpo y en avanzado estado de putrefacción, en una finca limonera.

“Pues mi Dios me cumplió, ahí está mi hija, por lo menos ya tengo un lugar a donde llevarle una flor”, dice.

“Ya no puedo decir más. No se pide justicia, no tengo más que decir. Dios me cumplió, me la trajo de vuelta. Y no hago más, por ella”, dice mientras señala a su nieta, la hija de la finada, una pequeña de tres años de nacida, ataviada con la ropita sucia y los pies maltratados por las labores domésticas a la que ya es sometida, pues no le tocó vivir en cuna de oro.

Tlapacoyan, Veracruz, es una ciudad en depresión económica, sus autoridades locales reconocen que las fuentes de trabajo han ido a la baja. “Al año se van como 5 mil 500 personas a los Estados Unidos porque acá no hay trabajo”, dice la Alcaldesa Ofelia Jarillo Gasca.

En el pueblo -reconoce- la violencia se ha adueñado de las calles y los corazones de sus gobernados, apoyarlos con más seguridad se ha vuelto una labor titánica ante la poca cultura de la denuncia.

A todos les da miedo poner su nombre en una denuncia, así les hayan arrebatado un hijo, así les hubieran secuestrado. Lo mejor es quemar las naves y marcharse, en el caso de las familias adineradas.

Ante el cierre de negocios y la migración de personas de dinero que daban empleos, la pobreza, el hambre y la marginación son el panorama diario. Las oportunidades para la hija de la difunta Yunerri Bravo Reyes, con sus tres años, por ejemplo, son limitadas. Sin su madre sólo le queda su abuela.

“Le vamos a echar muchas ganas a ella, de por si ya nos estábamos haciendo cargo de ella, ya es mi hija”, relata con voz firme de quien quiere convencer.

No hubo una autoridad superior a la del ayuntamiento quien le ofreciera becas, apoyos o algún tipo de aliento para superar la muerte de su hija.

En total, son seis los huérfanos dejados por la ola de violencia en Tlapacoyan la semana pasada. Dos hijos de la joven María Azucena. Tres de Yanin. Y una nena de Yunerri.

Es la tragedia de cientos de ellas. Datos del Observatorio Universitario de la Violencia contra las Mujeres contabiliza hasta abril pasado, 59 asesinatos de mujeres, de los cuales, 35 encuadran como feminicidios. Durante el Gobierno actual -dice la misma fuente- se han registrado 307 asesinatos de mujeres, 211 de ellos con características de feminicidios.

Pese a haber un decreto de alerta de género para varios municipios veracruzanos -en el cual no se incluye a Tlapacoyan- la falta de calidez por parte de las autoridades es palpable.

La madre de Yunerri Bravo la sepultó, y con la misma, regresó a atender sus labores y el negocio, en la localidad de Piedra Pinta. No hay tiempo para las lágrimas, ni para exigir justicia. El tiempo cuenta para juntar el sustento y la vida se va, pues en Piedra Pinta, de donde era Yunerri, se vive así, al día.

La madre de Yunerri trabaja en la vía pública, en un puesto de venta de frutas. Se trata de una mesa de madera desvencijada la cual monta sobre la carretera federal Martínez de la Torre-Teziutlán. Sobre su mesa hay frutos de la temporada, unas vainas largas y otras conocidas como “lichis”. El puesto es humilde y armado en algunas secciones con propaganda electoral. En los bajos se encuentra la casa de la madre de la víctima, austera, y sólo como un techo para cubrirse de la lluvia.

La mamá confirma que su hija y la otra finada, eran amigas muy cercanas, y se tenían en los momentos más complicados. Ambas eran desempleadas y madres solteras.
Yunerri de una pequeña y Yanin de tres, dos niñas y un hombre. A las dos les había ido mal en la vida al intentar sostener un hogar. Las dos buscaban sueños y anhelos para tratar de sacar a sus hijos adelante. A las dos las unía la necesidad y la obligación por llevar comida a casa. Pese a los estigmas, seguían adelante desde sus trincheras. De hecho, días antes del homicidio doble, las dos platicaban mucho sobre viajar a Álamo Temapache, a unos 250 kilómetros al norte del estado, para contratarse en la pizca del lichi.

Yunerri Bravo Reyes, con la secundaria terminada, únicamente conseguía empleos en el campo, como “anotadora” de los cortadores de la pequeña fruta roja llamada lichi. Es decir, era quien llevaba el conteo de las cantidades pizcadas por cada jornalero. Lo poco ganado en el jornal, Yunerri Bravo lo empleaba para comprar lo elemental para su hija. Cuando no tenía para comer, Yunerri Bravo y su pequeña corrían a la casa de la mejor amiga, quien contaba con trabajo más estable, y ayuda fija del ex esposo.

La familia de Yanin recuerda que fueron numerosas las ocasiones en que las dos se apoyaban en medio de la necesidad, casi siempre, con comida. Piedra Pinta, el pueblo de Yunerri, está a unos 15 minutos del hogar de Yanin, en la zona centro. En este lugar, antes de ser asesinadas, vivieron momentos de felicidad compartiendo lo poco a la mano de cada una.

Nunca -cuentan las familias- hubo actos de egoísmo, aunque a nadie les queda claro cómo se conocieron.

En el desempleo, la miseria y la indolencia de los hombres padres de sus hijos, se amalgamaron para salir adelante, y parecían inseparables hasta la muerte, sin embargo, Yanina recibió la tierra sobre su cadáver en el camposanto de Tlapacoyan, y Yunerri, en el panteón de Piedra Pinta, a donde su madre acudirá religiosamente a dejarle su flor y prenderle una veladora para su memoria.

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