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Asia, la “fábrica global” de ropa donde se trabaja con inseguridad y bajos salarios

lunes, julio 4th, 2022

Esta industria aún se enfrenta a problemas como las malas condiciones de trabajo, una relación dispar entre la productividad laboral y mejores pagos y poca seguridad dentro de los centros laborales e intensas jornadas de trabajo.

Ciudad de México, 4 de julio (SinEmbargo).–La industria de la confección de ropa, especialmente la moda conocida como “fast fashion“, aún se concentra en el continente asiático al representar el 55 por ciento de las exportaciones mundiales de textiles y prendas de vestir, y pese a que en algunos países de la región han incrementado los bajos salarios que se ofrecen, aún se enfrentan problemas como las malas condiciones de trabajo, una relación dispar entre la productividad laboral y mejores pagos y poca seguridad dentro de los centros laborales e intensas jornadas de trabajo.

De acuerdo con el reporte Empleo, salarios y productividad en el sector de la confección en Asia: Balance de las tendencias recientes, publicado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Asia se generan alrededor de 60 millones de trabajadores tan sólo en el trabajo formal, y millones más en el trabajo informal. Precisamente es la informalidad la que pone a la población trabajadora en mayor vulnerabilidad al no tener protección social en ambientes de trabajo insalubres e inseguros.

Desde hace años y hasta ahora, la participación de Asia en las exportaciones mundiales de textiles y prendas de vestir ha crecido significativamente desde principios de la década de 2000, alcanzando un máximo del 58 por ciento en 2015, antes de disminuir a alrededor del 55 por ciento en 2019. La tendencia creciente sobre este sector fue impulsadas en gran medida por China, en donde hasta 2015 tuvieron grande crecimiento de exportaciones en ambos sectores, luego tuvo una caída en este tipo de comercio al exterior, con lo que se compensó parcialmente su participación con exportadores como Vietnam, Bangladesh, Myanmar y Camboya.

“La disminución del tres por ciento en la participación de mercado de Asia desde 2015 fue absorbida principalmente por Europa, ya que la participación en las exportaciones de todas las demás regiones se mantuvo relativamente constante o disminuyó. A pesar del reciente declive, el dominio de China sigue siendo inigualable con el 34 por ciento de las exportaciones mundiales de prendas, textiles y calzado en 2019, seguido de Vietnam (5 por ciento), Bangladesh e India (4.3 por ciento cada uno)”, se lee en el reporte de la OIT.

Si bien aún representa una fuerte industria, en los últimos años en países como China, Tailandia y Filipinas ha disminuido su influencia ya que han diversificado su sector manufacturero alejándose de la producción intensiva en mano de obra hacia industrias de intensidad tecnológica media y alta. Mientras tanto, en otras economías como Bangladesh y Camboya, la importancia del sector va en crecimiento. En los años más recientes para los que hay datos disponibles, el sector aportó aproximadamente dos tercios del valor agregado manufacturero en Camboya, 44 por ciento en Bangladesh y 28 a 30 por ciento en Pakistán, Sri Lanka y Vietnam. El sector también representó una parte significativa de las exportaciones de mercancías de estos países: 91 por ciento en Bangladesh, 66 por ciento en Camboya, 58 por ciento en Pakistán, 45 por ciento en Sri Lanka y 22 por ciento en Vietnam.

Este sector representó la mayor parte del empleo manufacturero en muchos países de la región, con el 72 por ciento en Camboya, el 55 por ciento en Bangladesh, el 51 por ciento en Myanmar, el 48 por ciento en Pakistán, el 42 por ciento en Vietnam, 39 por ciento en Sri Lanka y 32 por ciento en India. Incluso en Indonesia, Filipinas y Tailandia, países con bases manufactureras más diversas, la producción de prendas de vestir todavía representaba una gran parte del empleo manufacturero con 27 por ciento, 17 por ciento y 16 por ciento, respectivamente. La importancia del sector para el empleo en la región es aún más importante dada la participación relativamente alta de mujeres en el empleo.

PROBLEMAS EN EL AUMENTO SALARIAL

En las últimas tres décadas, la estructura del empleo en el sector asiático de la confección se ha organizado cada vez más en torno a las cadenas de suministro globales, las cuales son impulsadas por los compradores y dirigidas por empresas multinacionales, que a menudo promueven el modelo comercial de “moda rápida”.

El organismo a cargo del informe explicó que el panorama de los proveedores es complejo, de múltiples niveles y competitivo, e involucra a contratistas y subcontratistas que abarcan los sectores formal e informal, por lo que exportadores asiáticos generalmente compiten en el “extremo inferior de la cadena de valor global de prendas de vestir”, que involucra principalmente actividades de corte, confección poco calificadas y de bajo valor agregado. En ese sentido, muchos fabricantes de prendas de vestir, en particular las pequeñas y medianas empresas en los niveles más bajos de las cadenas de suministro, enfrentan altos niveles de incertidumbre, están bajo mucha presión para reducir los “plazos de entrega”, operan con márgenes ajustados y no pueden para invertir en la mejora de la productividad.

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Precisamente en la dinámica de la cadena de suministro mundial las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, se encuentran sometidas a una situación en la que muchos fabricantes de prendas de vestir no pueden invertir en la mejora de la productividad (por ejemplo, mediante la adopción, reestructuración o actualización de tecnología). De acuerdo con el estudio de la OIT, la cadena de suministros ha impuesto que la mayoría de los materiales primarios sean de importación, que usualmente tienen costos “impuestos e incontrolables” de los cuales no tienen control alguno. Ya que su rentabilidad depende completamente de sus costos –y dado el crecimiento limitado de la productividad laboral–, su competitividad depende de su capacidad para mantener los precios bajos y los plazos de entrega cortos, lo que genera presiones a la baja sobre los salarios y las condiciones de trabajo.

“Específicamente, los empleadores argumentan que en el contexto competitivo de la industria, incluso los aumentos limitados en los salarios pueden hacer desaparecer los escasos márgenes de beneficio”, se lee en el reporte de la organización mundial.

Y es que el vínculo entre la productividad laboral y los salarios no siempre es sencillo. La productividad de la mano de obra puede aumentar sin conducir necesariamente a salarios más altos, lo que se traduce en una disminución de la participación del trabajo en los ingresos. Por otra parte, los salarios también pueden aumentar debido a factores legislativos sin estar necesariamente impulsados por aumentos de la productividad laboral. También puede haber una conexión más débil entre salarios y productividad en el caso de mercados laborales duales, es decir, cuando hay una alta informalidad, desequilibrios de poder y baja elasticidad laboral, entre otros factores. A estos factores se le suma la medición, pues si bien la productividad laboral a nivel de industria se mide sobre todas las personas empleadas, los salarios disponibles de la población activa para muchos países generalmente están disponibles sólo para trabajadores asalariados, por lo que se crea una desconexión con quienes trabajan por cuenta propia. De la misma forma, al tomarse de forma general la relación entre salarios y la productividad laboral, no se permite analizar las diferencias significativas entre los subsectores y entre las empresas dentro del sector.

Para los exportadores asiáticos de la industria de prendas, textiles y calzado, los salarios reales generalmente aumentan con los niveles de productividad laboral y según los datos disponibles de los países donde esta industria se ha establecido, los salarios nominales mensuales promedio (medidos en dólares estadounidenses) de los empleados en el sector oscilaron entre un mínimo de aproximadamente 100 a 160 dólares estadounidenses en Indonesia, Pakistán, Myanmar, Bangladesh y Sri Lanka, a aproximadamente 215 a 280 dólares estadounidenses en Filipinas, Camboya y Vietnam, a 362 dólares en Tailandia.

Salarios mínimos promedio en dólares estadounidenses en países líderes en exportación de textiles y calzado. Foto: Captura de pantalla, OIT.

La OIT expresó que en la región los salarios mensuales promedios son generalmente más bajos que los salarios mensuales promedios en el sector, pero no mucho, lo que refleja el hecho de que, en la mayoría de los casos, los empleados se agrupan en torno a los ingresos promedios. Aunque se cree que los salarios mínimos son indicativos de los salarios prevalecientes en la confección de Asia sector – debido a la composición de la mano de obra intensiva poco calificada y las debilidades en la negociación colectiva y los sistemas salariales basados en el mérito–, en los últimos años los salarios promedio y medianos de los empleados en el sector generalmente han excedido los salarios mínimos para los países con disponibilidad, particularmente en países que han visto un aumento en los salarios reales en el sector. Sin embargo, algunos casos respaldan la afirmación de que los salarios mínimos en el sector de la confección representan “techos en lugar de salarios mínimos”, por lo que algunos empleadores “utilizan indebidamente” los salarios mínimos legales como salario básico para la industria.

LAS MUJERES HACEN MÁS POR MENOS

El sector de la confección es un importante empleador de mujeres en Asia, pero las brechas salariales de género persisten en muchos países y los problemas estructurales limitan el potencial del sector para generar trabajo decente para ellas. Las mujeres representan el 86 por ciento de los trabajadores de la confección en Myanmar al igual que en Malasia, el 76 por ciento en Camboya, del 70 al 73 por ciento en Sri Lanka, Filipinas, Tailandia y Vietnam. En caso contrario, sólo representan el 39 por ciento de los trabajadores de la confección en la India y en Pakistán y el 44 por ciento en Bangladesh, lo cual se encuentra en consonancia con las tasas más bajas de participación de la fuerza laboral femenina en estos países. Sin embargo, incluso en estos últimos países, la participación femenina en el empleo del la industria textil y de calzado está muy por encima del promedio general del sector manufacturero.

Los países con las proporciones más bajas de trabajadoras también tienen una de las brechas salariales de género más altas en el sector de la confección (aunque en el caso de la India, los datos salariales no están disponibles para confirmarlo). El reporte señaló que hasta el 2018, la brecha salarial de género (diferencia entre los ingresos por hora de hombres y mujeres como porcentaje de los ingresos de los hombres) llegó al 41 por ciento en Pakistán y al 33 por ciento en Sri Lanka, seguido del 22 por ciento en Bangladesh (datos de 2017), y del 12 y 11 por ciento en Tailandia y Filipinas, con datos de 2019.

Por el contrario, Camboya, Myanmar e Indonesia tienen una brecha salarial de género muy pequeña en el sector de la confección (las mujeres ganan cinco por ciento más por hora que los hombres en Indonesia). Sin embargo, teniendo en cuenta que la brecha salarial de género se calcula usando salarios mensuales (es decir, sin tener en cuenta las horas de trabajo), la brecha aumenta aún más al 68 por ciento en Pakistán y al 17 por ciento en Filipinas, y la ganancia relativa de las mujeres sobre hombres en Indonesia se reduce a únicamente el uno por ciento.

El estudio mostró que la mayoría de las personas empleadas en dicha industria son mujeres, que ocupan los puestos de mano de obra, mientras que los hombres tienen puestos directivos, por ende, mejores salarios. Foto: Captura de pantalla, OIT.

En el caso de Camboya e Indonesia, los salarios mensuales promedio de hombres y mujeres han convergido luego de un crecimiento salarial significativamente mayor para las mujeres en comparación con los hombres. Los trabajadores masculinos de la industria ganaron en promedio un 20 por ciento más que las mujeres en Indonesia en 2010 y en Camboya en 2012, pero esta brecha se cerró en Indonesia en 2015 y se redujo a sólo 2 por ciento en Camboya.

En Myanmar, el mayor crecimiento de los salarios mensuales promedios reales de las mujeres en el subsector del cuero y el calzado permitió cerrar la brecha salarial en el subsector para 2019; en 2015, la brecha salarial de género, basada en los ingresos mensuales, era del 25 por ciento en el subsector del cuero y el calzado, en comparación con sólo el 2 por ciento para las prendas de vestir, y las empleadas ganaban en promedio más que los empleados masculinos en el subsector textil.

“Las empleadas de GTF están sobrerrepresentadas entre los trabajadores con salarios bajos del sector. La tasa salarial baja, definida como la proporción de empleados que ganan menos de dos tercios de los ingresos medios, varía en la región, y es mayor para las mujeres que para los hombres empleados de la industria de prendas, textiles y calzado en seis de los nueve países para los que hay datos salariales disponibles. En particular, la tasa salarial baja entre las empleadas es el doble que la de los empleados masculinos (32 por ciento en comparación con el 16 por ciento). La baja tasa salarial de Indonesia es alta tanto para los empleados femeninos como para los masculinos, con un 31 por ciento y un 28 por ciento respectivamente. Filipinas también tiene una baja tasa de pago de más del 20 por ciento entre las empleadas y Sri Lanka del 17 por ciento”, expuso la OIT.

Foto: Captura de pantalla, OIT.

Además de ganar salarios generalmente más bajos que sus contrapartes masculinas, las empleadas de la industria de prendas, textiles y calzado suelen enfrentar “desafíos adicionales”, debido a la naturaleza de género de sus lugares de trabajo. La segregación de género por ocupación es tal que el sector está “dominado por las mujeres en la parte inferior y por los hombres en la parte superior” en un entorno altamente competitivo y estresante, con un monitoreo y una rendición de cuentas limitados que pueden resultar en violencia de género. En esa línea, la organización comentó que hay muchos casos documentados de experiencias vividas de las luchas de las trabajadoras de la confección, que van desde la interrupción de la vida familiar hasta el abuso físico, en países como Bangladesh, India y Myanmar.

“En muchos casos, los gerentes de nivel medio a bajo utilizan la violencia física y sexual a lo largo de las líneas de producción, con impunidad. Esto se ve agravado por una representación inadecuada de los trabajadores y una voz limitada para las mujeres en el lugar de trabajo. Estos temas, además de otros relacionados como la mala seguridad y salud en el trabajo y la falta de cobertura de protección social, representan elementos cruciales de las condiciones de trabajo, más allá de los salarios y las brechas salariales, y tienen impactos importantes en términos de bienestar de los trabajadores, pero también en las relaciones laborales y la productividad”, concluye la investigación.

Ralph Lauren vende overol de trabajo con manchas de pintura por más de 600 dólares y genera críticas

viernes, octubre 9th, 2020

El overol está a la venta por 695 dólares, lo que equivale a 14 mil 745 pesos y ha provocado revuelo y controversia en las redes sociales.

Estados Unidos, 9 de octubre (RT).- La marca de moda estadounidense Ralph Lauren ha lanzado a la venta un mono para hombres con una apariencia sorprendente: la pieza de ropa, de color azul marino, destinada a conquistar los corazones de los ‘fashionistas’, se presenta manchada de pintura y parece estar bastante desgastada.

“Confeccionado en satén de algodón japonés con el reverso hacia fuera. Bolsillos utilitarios. Salpicaduras de pintura”, reza la descripción de la prenda, cuyo coste es de 695 dólares, en la página web de la compañía.

Sin embargo, no es la primera vez que una firma de ropa sorprende a los consumidores con artículos similares a precios elevados.

Así, la marca de artículos de lujo Gucci también presentó en su nueva colección masculina, para la temporada otoño-invierno 2020, un overol con apariencia desgastada y manchas que recuerdan a las que deja el césped, a un precio de mil 400 dólares.

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La moda necesita “cambios urgentes” para lograr cadenas de suministros sostenibles: estudio

martes, abril 7th, 2020

Según sus cifras, el sector de la moda produce más de 92 millones de toneladas de desechos y consume 1.5 mil millones de toneladas de agua al año, una carga que “recae a menudo” en los países en desarrollo.

Londres, 7 abr (EFE).- El negocio de la moda necesita “cambios urgentes” para lograr que las cadenas de suministros sean sostenibles al largo plazo, incluida una “transición” desde la “fast fashion” (moda rápida) hacia la moda lenta y sostenible.

Así lo aseguran un grupo de investigadores en un estudio publicado este martes por la revista Nature, donde destacan que para reducir los impactos medioambientales de esta industria harán falta una “desaceleración de la fabricación” y la introducción de “prácticas sostenibles” en toda la cadena de suministro.

Los efectos de esta red se extienden al consumo de agua, la contaminación química, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y los residuos textiles, señalan los autores del estudio, liderado por Kirsi Niinimäki, investigadora de Moda de la Universidad Aalto de Espoo (Finlandia).

Según sus cifras, el sector produce más de 92 millones de toneladas de desechos y consume 1.5 mil millones de toneladas de agua al año, una carga que “recae a menudo” en los países en desarrollo.

“Necesitamos una nueva comprensión de todo el sistema sobre cómo hacer la transición hacia este modelo –moda sostenible-, lo que requiere creatividad y colaboración entre diseñadores y fabricantes, diversas partes interesadas y consumidores finales”, señala Niinimäki en la publicación.

En ese sentido, destaca que hará falta un “enfoque conjunto” en el que la industria textil invierta en tecnologías más limpias, el sector de la moda desarrolle nuevos modelos de negocio más sostenibles y los responsables políticos modifiquen la legislación.

Los consumidores, añade la investigación, también tienen “un papel crucial”, deben cambiar sus hábitos y “estar listos” para pagar precios más altos que asuman el impacto ambiental de la moda.

El estudio recuerda que esta industria representa el 10 por ciento de la contaminación mundial, lo que la convierte en el “segundo mayor contaminador” después de la aviación.

Sin embargo, apunta, el sector sigue creciendo por el auge de la “moda rápida” que depende de la fabricación barata, el consumo frecuente y el uso de prendas de vestir de corta duración.

Fast fashion: los daños de la ropa a bajo costo al planeta, la salud y la sociedad

domingo, febrero 25th, 2018

No sólo es una industria que gasta agua y genera casi tanta contaminación como la petrolera. No sólo fabrica prendas que están hechas para no durar ni para reutilizar. No sólo contamina los ríos con sus tintes, su baja calidad puede dañar también la salud de los consumidores. No sólo mantiene a millones de personas trabajando en condiciones que rayan en la esclavitud en los países más pobres del mundo y ha causado miles de muertes. Es también, una de las industrias más accesibles, por ello,  algunas compañías textiles están buscando ya una solución al problema de la industria low cost.

Ciudad de México, 25 de febrero (SinEmbargo).– Es un error en el que la mayoría de las personas han caído. Somos culpables de perpetuar, muchas veces sin saber, un modelo de negocio que es completamente insostenible: es malo para el ambiente, para sus trabajadores y para los consumidores. No es un ganar-ganar, pues sólo sus dueños amasan millones de dólares, mientras los compradores adquieren una prenda que pocas veces pasará de un año.

Se trata de la industria de la moda rápida, conocida por sus términos en inglés fast fashion o low cost, la cual se ha comercializado como una forma de obtener diseños en tendencia por un bajo costo. ¿Cuántos no han llenado sus clósets con ropa de Zara, H&M, Forever 21, Mango o Pull & Bear?

Desde hace algunos años hay activistas, investigadores y organizaciones en pro del medio ambiente y los derechos humanos, que han denunciado las consecuencias que este negocio tiene ya en varios ámbitos y que de seguir la tendencia, terminaría en una catástrofe ambiental.

En sus 10 motivos de salud, dinero y medio ambiente para decir No a la ropa low cost, ElDiario.es enumera las razones porque las que marcas y consumidores deben comenzar a hacer un cambio.

Para empezar, la calidad de la ropa deja mucho que desear, en su libro Overdressed: the shockingly high cost of cheap fashion, la periodista Elizabeth Cline explica que se usa algodón de la peor calidad, mezclados con una creciente proporción de fibras sintéticas derivadas del petróleo, así como tintes baratos y mal fijados y acabados pobres. Pero esto no es una casualidad, ellos se aseguran que la prenda durará poco y tendrá que ser repuesta en un corto periodo de tiempo, pero no por gusto del usuario, sino por necesidad. En la industria del fast fashion cada prenda da muy poco margen de beneficio, por lo que se deben lograr unas ventas globales altas para hacer rentable la inversión.

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Pero, también apelan a la psicología de los compradores y al lanzar colecciones con alta frecuencia (por semana o incluso cambian a diario su inventario), les pueden generar la sensación de estar fuera de moda y de que tienen que comprar lo que les gustó en ese mismo momento, pues corren el riesgo de ya no encontrarlo.

Sin embargo, lo anterior no es ni de cerca lo peor. Un estudio del Centro de Salud Ambiental de los Estados Unidos del 2013, reveló que los límites legales para la presencia de plomo en prendas y accesorios de moda eran alrededor de las 300 partes por millón (ppm), la realidad era que numerosos objetos comercializados por las marcas de “moda rápida” mostraban niveles superiores a las 10 mil ppm, según el color.

Este plomo puede pasar a las manos de las personas cuando se toca la ropa, de ahí puede llegar a la boca y al interior del cuerpo. Además del plomo otros metales presentes en los tintes son el mercurio y el arsénico, todos ellos tóxicos.

MÉXICO, EL PARAÍSO DE LOS CONTAMINADORES

Un llamado a la marca de ropa de mezclilla Levi’s. Foto: Greenpeace

En 2011, la organización internacional Greenpeace lanzó su campaña “Detox”, con el fin de presionar a marcas de ropa a dejar de contaminar ríos y lagos con sus desechos. Denunció a los líderes de la ropa deportiva como Nike, Adidas, Puma por ser cómplices de la contaminación de los ríos en China, así como a Levi’s de afectar a México.

A raíz de “Detox”, Puma, Nike, Adidas, C&A, Li Ning y H&M aceptaron las demandas de Greenpeace y se comprometieron a no descargar ninguna sustancia tóxica y persistente al medio ambiente hacia 2020 en toda su cadena de suministro.

También casas de alta costura han sido señaladas. Aquí una manifestación en la Semana de la Moda de Milán. Foto: Greenpeace

En México, es donde se ubica gran cantidad de fábricas, talleres de costura y en donde se manufacturan muchas de estas marcas, fue llamado un “paraíso” por la falta de regulaciones. “En la Unión Europea son miles los compuestos que están reglamentados y muchos de ellos están prohibidos. En México, cientos de sustancias tóxicas son vertidas a los ríos cada día y solamente una docena están regulados, principalmente los metales pesados. En nuestro país cualquier empresa o individuo puede descargar en los ríos sustancias altamente tóxicas como el nonil-fenol o el benceno sin que exista una obligación de sancionarlos. El nonil-fenol se usa entre otros en procesos de teñido de fibras textiles y es un disruptor hormonal. Por su parte, el benceno se usa en numerosos procesos y es reconocido como una sustancia cancerígena”, denunció Greenpeace.

Activistas se manifiestan en China, en una jornada global de protesta. Foto: Steven Vigar / Greenpeace

Además, el monocultivo de algodón provoca un excesivo consumo de agua, además de contaminación en el ambiente en forma de herbicidas, pesticidas, sales y otros componentes orgánicos tóxicos.

EL FACTOR HUMANO

En 2013, el derrumbe de un edificio que albergaba cinco talleres de confección dejó un saldo de por lo menos mil 120 personas muertas y casi tres mil heridas. La prensa reportó que grietas graves aparecieron en la construcción un día antes, sin embargo, los trabajadores fueron llamados para trabajar al día siguiente. El 24 de abril, alrededor de las 9 de la mañana, el edificio colapsó con sus víctimas en el interior, la gran mayoría eran mujeres, pobres y con hijos, a quienes dejaban en una especie de guardería en el mismo lugar.

Se informó, también, que algunas de estas trabajadoras cobraban solamente alrededor de 500 pesos al mes por su labor.

Dos años antes, también en Dacca, capital de Bangladesh, un incendio mató a 111 trabajadores de otra fábrica de ropa.

De acuerdo con Forbes, 75 millones de personas trabajan actualmente en esta industria  y 80 por ciento de ellas son mujeres de entre 18 y 24 años. “A una trabajadora de la confección, le toma 18 meses ganar lo que el CEO de una marca de ropa gana durante el almuerzo”, escriben.

En México, el sismo del 19 de septiembre removió una herida que no había cerrado. El derrumbe del edificio de Bolívar y Chimalpopoca, en la colonia Obrera de la Ciudad de México dejó más dudas que certezas, rápidamente se limpiaron los escombros, la maquinaria pesada, los cuerpos y la fecha no se sabe quiénes murieron ahí.

32 años antes, en el terremoto de 1985, el derrumbe de varios talleres clandestinos del Centro Histórico sepultó a miles de costureras. El Gobierno reconoció que murieron mil 600 trabajadoras textiles en el perímetro de Donceles hasta Tlalpan, pero las líderes de los sindicatos formados tras la tragedia, aseguran que fueron muchos más. Las dudas, tanto tiempo después, tampoco se han disipado ni las condiciones laborales han cambiado.

Apenas tres días después del terremoto, se decidió parar el rescate y meter maquinaria pesada.
Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

De acuerdo con ElDiario.es, este modelo de explotación comenzó en Galicia en los años 80 de la mano de empresas como Zara, pero también de otros productores y diseñadores gallegos, que fueron acotando los márgenes a base de presionar a las cooperativas de cosedoras, tal como refleja el documental Fíos fora.

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¿LA SOLUCIÓN? MODA CIRCULAR

Fundada en 2012, la Fundación C&A busca hacer un cambio en la industria desde la transformación del modelo de negocio, su gerente de fortalecimiento comunitario y comunicación, Patricia Barroso, platicó con Magazine sobre sus objetivos.

“La economía circular es una tendencia y una visión de los modelos económicos que pretenden romper con el modelo lineal de negocios que en la actualidad tenemos. Es decir, lo lineal es extraer recursos naturales, procesarlos para convertirlos en un producto que se empaca, distribuye, vende, usa y tira a la basura, en el que se generan muchos residuos que tienen un impacto ambiental muy severo, en esos residuos se están desperdiciando muchos materiales e insumos que podrían ser reciclados, reutilizados o transformados en un nuevo producto para darle otra vida.

La economía circular lo que pretende es convertir esa línea en un círculo, así desde la concepción del producto vislumbrarlo como uno que se va a reutilizar en otro, que se va a adaptar para actualizarlo, por ejemplo, si fuera un celular, ponerle las piezas adecuadas para ampliar la memoria y utilizar el 90 por ciento del mismo equipo y sólo suplir las piezas que lo requieren y las que sobraron quizá se puedan reintegrar a otra industria o que sean biodegradables, tratar de generar mejores residuos, para que si tú haces este círculo muchas veces en un producto, lo que estás haciendo es reducir significativamente esos residuos hasta que eventualmente desaparezcan”, explica.

El centro de innovación, al que se han sumado siete marcas más. Foto: Fred Ernst

Eso aplicado a la industria de la moda, donde se cosecha algodón y se saca del campo para convertirlo en hilo y luego en tela, cortarlo para hacerlo prenda, distribuirlas en tiendas, usarlas y cuando ya no se usan tirarlas y generar toneladas de basura. “En vez de hacer eso, lo que proponen es desde las materias primas pensar que sean más sustentables, hay un sinfín de innovaciones que se están realizando en la industria textil, como puede ser de cáscara de piña, de fibra de coco, de bambú, hay muchas fibras que son materias primas muchísimo menos agresivas en el proceso de producción en el medio ambiente y así, en cada fase volver a pensar con un nuevo enfoque, desde que se produce, utilizar menos energía eléctrica, menos consumo de agua, menos químicos agresivos al medio ambiente y a las personas, tintes menos tóxicos. A la hora de empaquetar y distribuir, pensar en generar la menor cantidad de huella de carbono posible en su distribución, más consumo local, sueldos justos, tratando a la gente dignamente y finalmente que la prenda cuando terminó su primer ciclo de vida, esté pensada y diseñada para que tenga otros usos”, menciona.

La Fundación C&A financió un centro de innovación en Amsterdam, llamado “Fashion for good”, el cual desarrolló una playera con un certificado de circularidad que se llama Cradle-to-Cradle, “esta t-shirt sigue todos estos procesos: no tiene etiquetas, pues están impresas en la propia prenda, con tintes que no son tóxicos,que son biodegradables y la playera misma cuando ya no la quieras, la puedes usar de composta en tu jardín y en 15 semanas se desintegraría. Este es el primer producto en la industria de la moda en el mundo que tiene este certificado de circularidad y que puede ser ya un producto pensado para que no genere basura y sea 100 por ciento reutilizable o biodegradable, todas sus fases de producción fueron bien cuidadas”, dice.

La empresa es una de las primeras en buscar un cambio en la industria. Foto: Fred Ernst

Pero, ¿esto impactará en el precio y la calidad de las prendas? “Todas las innovaciones cuando recién salen al mercado puede ser que tengan sobreprecio que conforme a la propia ley de oferta-demanda lo regule, encontrarán el precio adecuado. Esta playera de C&A como un ejemplo es un caso de éxito porque logró poner esa playera en manos de los consumidores a un bajo precio, creo que estaba en 140 pesos, sigue siendo sumamente accesible y que no dispara de lo que el consumidor está habituado a pagar. Mientras más marcas, más rápido y más podremos regular y encontrar ese equilibrio en el precio”, finaliza.