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Madres sellan un pacto: “Si una de nosotras muere, las otras buscaremos a sus desaparecidos”

domingo, febrero 18th, 2018

La desaparición de sus familiares las unió, la búsqueda las hermanó y un pacto mantiene a las Rastreadoras de El Fuerte juntas: quien encuentre a su ser querido, sigue adelante en la búsqueda de los demás desaparecidos.

Para esta agrupación todos los que faltan son parte de ellas, explica una de sus integrantes, Yessenia Ramos.  “Somos una familia protegiéndonos porque lloramos todas, reímos, estamos unidas, porque todos son nuestros, no es nada más mi hermano [a quien ya encontró], son muchos, todos son nuestros”, señala.

Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo).- El nombre Mirna Nereyda Medina Quiñónez tiene un peso entre los activistas no sólo de Sinaloa, sino en todo México. La defensora, que visibilizó nacionalmente la desaparición de personas de su región, encontró a su hijo Roberto Corrales justo el día que se cumplían tres años de su rapto; sin embargo, el hallazgo no alejó del grupo que dirige: las Rastreadoras del Fuerte de Sinaloa, personas que la desaparición de sus familiares las unió, la búsqueda las hermanó y un pacto las mantiene juntas.

Son las 08:00 de la mañana en los Mochis, Sinaloa. Mujeres en jeans, playeras holgadas, sombreros, zapatos industriales y una mochila con agua en sus espaldas, se reúnen en una oficina; se dividen en grupos, toman picos, palas, machetes, escobas, guantes, varillas y salen a escudriñar terrenos tras sus “tesoros”, como ellas le llaman a los restos de personas desaparecidas.

Esa rutina se realiza cada miércoles y domingo. Desde hace al menos tres años, Las Rastreadoras del Fuerte salen al monte, zonas boscosas, campos, lagunas y cualquier predio en donde haya indicios de personas no localizadas.

DE UNA BURBUJA A LAS FOSAS

Mirna Nereyda Medina Quiñónez es maestra educadora. Tenía 14 años en la docencia cuando dejó el salón de clases para convertirse en una buscadora a raíz de la desaparición de su hijo Roberto Corrales Medina, el 14 de julio 2014.

Roberto tenía 21 años. Vendía discos, memorias y accesorios para autos en una gasolinera. Poco antes de cerrar su negocio, sujetos a bordo de una camioneta Explorer negra llegaron y se lo llevaron. Desde ese día, Mirna empezó a buscarlo en todos lados.

En su travesía por dependencias gubernamentales y durante la pesquisa conoció a Karla Gómez, Reyna Serna Escalante y Rosa Elia Vázquez Soto, quienes también buscaban a familiares desaparecidos.

Con esas cuatro mujeres nació Rastreadoras del Fuerte, organización que ahora reúne a 122 madres que hacen labores de campo y el Colectivo Desaparecidos del Fuerte, compuesto por al menos 622 familiares.

Mirna jamás pensó que las circunstancias de un país donde la violencia no cesa la llevarían a dirigir una asociación de rastreadoras: “Mi vida era una burbujita, no veía ni siquiera noticias ni nada, y a raíz de lo de Roberto, vivo casi siempre checando noticias, viendo como está el país, toda la página roja la leo porque yo sé que en cualquiera lugar pueda estar los hijos de mis compañeras”.

El conjunto de mujeres rastrea en diferentes lugares de la zona norte de Sinaloa, principalmente en los municipios de Ahome, Choix, El Fuerte y Guasave.

Mirna Medina, líder de las Rastreadoras del Fuerte, Sinola. Foto: Sugeyry Gándara

 

Las Rastreadoras empezaron en 2014, con cuatro integrantes y ahora hay 122 madres. Foto: Rastreadoras, Facebook

Roberto Corrales Medina fue localizado el 14 de julio de 2017, en una búsqueda especial por la conmemoración a los tres años de su rapto. Los restos del joven estaban en una fosa clandestina ubicada en el poblado de Ocolome, a 8 kilómetros de donde fue privado de la libertad.

“Yo buscaba mucho ahí, en esos alrededores. Ya habíamos ido a la zona en tres ocasiones porque nos habían dicho que en ese punto podría estar, pero en ese terreno [donde lo hallaron] no buscábamos porque es propiedad privada y al principio no podiamos entrar. Yo pienso que lo hubiera encontrado mucho antes, pero bueno, Dios pone los medios”, indicó la madre.

“Dios me lo entregó justo ese día, yo ya cerré un capítulo muy doloroso, porque el dolor no se te termina nunca”, agregó.

EL PACTO: “TODOS SON NUESTROS”
Al igual de otras 48 mujeres que hallaron a su familiar, Mirna sigue en el colectivo.

“Nosotros hemos hecho un pacto: la que encuentre se queda y si una de nosotras muere sin encontrar a su familiar, todas tenemos el compromiso de seguir buscando hasta encontrarlo. Seguimos trabajando porque, imagina de esas 120 madres me apoyaron a mi ¿yo cómo voy a dejarlas solas? ¡pues no!”, explica.

María del Rosario López Flores es parte de las rastreadoras. Cuando entró al grupo, tras la desaparición de su esposo “Chayo”, había 36 miembros y conforme pasó el tiempo y “entre más iban creciendo los desaparecidos, como una bola de nieve, poco a poco se fue uniendo más gente”, narra la activista.

Su pareja, Rosario Peñuelas Yocupicio “Chayo, era policía municipal y fue privado de la libertad el 8 de enero de 2013 en la comunidad de San Blas, Sinaloa. Lo buscó por todo Sinaloa todo el 2013 y parte del 2014 sin saber que los restos habían sido encontrados el 30 de enero de 2014 en la comunidad de La Noria en Monterrey, Nuevo León.

En agosto de 2014, María se incorporó a las rastreadoras. Durante una plática con Mirna Medina, prometió que si ella encontraba a su familiar iba a continuar en la búsqueda y así lo cumplió: después de varias diligencias y tras pruebas de ADN, le entregaron restos en 20 de noviembre de 2015. Ahora busca a los familiares de sus compañeras.

“Fue tanto el apoyo que me dieron… yo lo sentí de todo corazón que dije que yo me iba a quedar e iba a seguir siendo parte del grupo hasta encontrarlos a todos, porque aún nos faltan muchos”, platica López Flores.

Al igual que María varias siguieron el ejemplo, tal es el caso de Yessenia Ramos, quien se acercó a la asociación tras la desaparición forzada de su hermano José Alberto Ramos Ruiz en 2013.

Dos años, 8 meses y 2 días después, halló a su pariente mientras escarbaba en una fosa clandestina en inmediaciones de Pozotan y Navojoa, cerca de una laguna.

“Era domingo, empezamos a buscar como siempre y una compañera miró un lugar y dijo que parecía que había huesos humanos. Nos reunimos todos en ese sitio y nos enfocamos ahí a seguir buscando. Ni a medio metro estaba mi hermano, yo removía la tierra con palas y luego con las manos, para sorpresa mía salió la playera de él. Yo les dije que era él, que era mi hermano que por fin lo había encontrado”, recordó la mujer.

Foto: Rastreadoras, Facebook

Yessenia dice que permanecerá en la organización hasta encontrar a todos los que faltan “porque todos son nuestros, no es nada más mi hermano, son muchos, todos son nuestros”.

“Somos una familia protegiéndonos porque lloramos todas, reímos, estamos unidas, y pues no es justo, a mi no se me hizo justo que yo hubiera encontrado a mi hermano y ya no seguir ayudando; ¿cómo encontrarlo y salirme, y mis compañeras que están pasando por lo mismo que yo”, compartió.

El consanguíneo de Yessenia fue privado de la libertad por policías municipales El Fuerte, un 24 de octubre en el poblado de Charay cerca de las 12: 50 de la tarde.
La patrulla de policía, que todos conocían y tenía fama de “desaparecer” personas, interceptó a Roberto, 38 años cuando este iba en su bicicleta, y lo “levantaron” frente a varios testigos. “Era la única patrulla que andaba aquí, todo mundo la conocía”.

Los presuntos responsables no han sido castigados. “Ahora estos policías están ahí muy gusto como si nada hubiera pasado. Yo puse la denuncia contra el comandante Santos, que se llevó a mi hermano, y nunca se ha hecho nada, nunca se ha hecho una investigación, ni dicen como va la investigación”, denunció la víctima.

En la zona norte de Sinaloa el 80 por ciento de los casos de desapariciones son presuntamente atribuibles a la desaparición forzada pues existe el común denominador de que fueron patrullas quienes se los llevaron, según los testimonios, explica Mirna Medina.

Además del sufrimiento que conlleva la desaparición de un ser querido, varios familiares también enfrentan la criminalización de la víctima.

“Mi hijo no vendía, ni usaba drogas. Tampoco te puedo decir que era lo máximo porque era un ser humano normal; pero ya ves que la misma sociedad te re victimiza, cada vez que levantan a alguien, la gente piensa y dice `es que andaba mal, algo hizo’, y en este caso no fue así, esa es una cultura muy fea y un grave problema que tenemos como sociedad”, platica Mirna Medina en entrevista.

BUSCAR DE TESOROS
Las Rastreadores del Fuerte han localizado cerca de 117 cuerpos, de los cuales, el 90 por ciento ya se entregaron  explica su líder.

A inicios de su conformación recibieron múltiples amenazas, sin embargo, han disminuido, aclara: “No sé si ya entendieron que nosotros no buscamos culpables”.

El grupo operativo se reúne miércoles y domingo para realizar los rastreos que duran desde seis, hasta 10 horas.

María del Rosario explica: “No importa si hace frío, calor extremo nosotros vamos, son búsquedas incansables, entre más escarba uno,parece que no tiene fin, si uno siente desespero escarbando se quita, a veces somos muchas las que acudimos, otras no tantas porque algunas trabajan”.

Cuando descubren restos humanos a los que llaman tesoros, las rastreadoras avisan a las autoridades, se juntan y hacen una oración para que la persona descanse en Paz. Después, esperan el arribo del forense y de los Ministerios Publicos para el levantamiento correspondiente.

No importa si hace calor extremo o frío, ellas salen a buscar dos días a la semana. Foto: Rastreadoras, Facebook

Al momento de la localización las mujeres tienen sentimientos encontrados:

“Nos da mucha alegría porque sabemos que otra familia, al igual de las que ya hemos encontrado, va a descansar, va a tener esa tranquilidad porque ya va a tener una tumba a donde llevarle flores, ir a rezarle; pero también nos da mucha tristeza en la forma en la que los encontramos. Muchas veces no sabemos si llorar o reír, ni como expresar lo que sentimos realmente porque es muy difícil. Solo la persona que familiar de un desaparecido es la que sabe el dolor que se vive”, declara María del Rosario

La mayoría de las personas desaparecidas en Sinaloa son hombres jóvenes de entre 15 y 25 años, muchos privados en la liberta en un contexto de la lucha de los cárteles de la droga por la plaza, abunda Mirna Medina.

“Tenemos desaparecidos desde el 2010, hay muchos más quizá, podrían ser hasta mil los desaparecidos pero hay mucha gente que por miedo no denuncia, no va a realizarse la prueba de ADN”, añade Maria del Rosario López.

HALLAZGOS

En lo que va del 2018 se han localizado tres cuerpos, un hombre y dos mujeres jóvenes. El primero, en la población de La Capilla; posteriormente, se halló el cuerpo de una joven en la Bajada del Monte, y la segunda chica, localizada en Tres Garantías, todos de El Fuerte, Sinaloa.

Las dos jovencitas ya fueron identificadas pero el grupo prefirió reservar el nombre de las víctimas hasta que estén los resultados de las pruebas de ADN y sean entregados los restos.

De los 117 restos encontrados, de 2014 a la fecha, son pocos los que faltan debido a que no han sido reclamados.

Los restos son llamados por entre ellas como “tesoros”. Foto: Rastreadoras, Facebook

“Hay muchos cuerpos que nos da mucha tristeza porque los encontramos, no los reclaman y haz de cuenta de que los vuelven a desaparecer porque son sepultados sin una identificación pues porque la gente no va a denunciar”, expone María del Rosario.

“Quedan muy pocos cuerpos por entregar, nadie los ha reclamado pero aún así nosotras trabajamos para que sean identificados, esa es una ventaja muy grande que tenemos como familias, trabajamos para buscar; pero lo más importante es buscar encontrar e identificar, que cada familia ya tenga algo paz, porque no se puede tener algo de paz después de que te quitan una parte de ti”, puntualiza Mirna, líder de las Rastreadoras, quien, -además- comparte que regresará a la escuela dar clases dentro de dos años, según espera.

“Porque hay que terminar ciclos, mientras tanto, seguimos aquí. Estamos capacitando a una compañera para que, en un caso dado, pueda entrar en mi lugar”, finaliza.

María Isabel fue tras la huella de su hijo a Sinaloa; hoy busca a Yosimar… y también a cientos más

jueves, febrero 15th, 2018

María Isabel, originaria de Oaxaca, se convirtió en rastreadora desde el primer día en que llegó a Sinaloa, cuando le informaron de la desaparición de su hijo. Han tratado de privarla de la libertad en dos ocasiones, por lo que está dentro del mecanismo de seguridad para defensores de derechos humanos.

Yosimar García llevaba cinco años como agente de Culiacán y su caso formó parte de la “cacería de policías municipales” desatada tras el ataque que dejó 5 militares muertos en 2016 y que fue adjudicado a los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Un comando con vestimenta militar y encapuchado entró a su vivienda, y frente a su novia y hermano se lo llevaron.

La madre hoy tiene la esperanza de que los restos de su hijo se encuentren en el fondo de la laguna de San Pedro: “Porque soy realista, tampoco me dejo llevar de que ‘ay, lo voy hallar con vida’, tal vez sí tal vez no, a lo mejor en el momento en que lo halle y si es sin vida me va a tumbar, pero ahorita no quiero que me duela”.

Ciudad de México, 15 de febrero (SinEmbargo).– Los buzos de aguas estancadas se convirtieron en una esperanza para María Isabel Cruz Bernal de encontrar a su hijo Yosimar García, quien lleva más de un año desaparecido en Culiacán, Sinaloa. El pasado 4 de febrero, la madre pidió a las autoridades la intervención de profesionales que puedan sumergirse en la laguna de San Pedro y buscar los cuerpos de dos policías privados de la libertad a inicios de 2017.

Yosimar García Cruz, policía municipal de Culiacán, Sinaloa fue visto por última vez el 26 de enero de 2017. Un grupo de hombres con vestimenta militar, encapuchados y fuertemente armados llegó a su casa ubicada en la colonia Infonavit y lo sacaron frente a su novia y un hermano menor. Desde entonces no han sabido nada de él.

Cinco días antes, el comandante Israel Ruíz Félix había sido privado de la libertad en la colonia Renato Vega, en la misma ciudad, y el día después de que el convoy se llevó a Yosimar, su compañero José Antonio Saavedra Ortega corrió con la misma suerte.

María Isabel señaló que la desaparición se dio dentro de “una cacería de policías municipales”, meses después de que un comando emboscó a un grupo de militares en Culiacán, el 30 de septiembre de 2016.

El ataque, catalogado como el peor contra militares desde el 2015, dejó cinco 5 soldados muertos, diez lesionados y un paramédico de la Cruz Roja herido. Los efectivos castrenses transportaban al presunto narcotraficante Julio Óscar Ortiz Vega, “El Kevin”, de Badiraguato a la ciudad de Culiacán, quien fue rescatado por el grupo armado.

Alfonso Duarte, comandante de la región militar de Sinaloa, adjudicó la autoría de la emboscada a un grupo criminal a servicio de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Los descendientes del capo se deslindaron de los hechos. Cinco meses y medio después, “El Kevin”, fue hallado sin vida, envuelto en una cobija, en Novolato, Sinaloa.

El primero de los desaparecidos, el comandante Ruiz Félix, era el jefe del grupo de policías que auxilió al convoy del Ejército atacado y fue quien entregó el informe sobre los acontecimientos. Posterior a las desapariciones, otros seis policías fueron asesinados, todos del grupo policial de Ruiz Félix, de acuerdo a información publicada en medios sinaloenses.

En febrero de 2017 encontraron el presunto cuerpo del comandante en una fosa clandestina ubicada a la altura de un predio nombrado Acapulquito, entre Culiacán y Navolato. Los restos estaban calcinados.

María Isabel dijo que el lugar donde hallaron a Ruiz Félix era usado por ladrones de combustible, a la orilla de unas aguas, y se tiene la hipótesis de que su hijo y el otro policía podrían estar allí.

“Se llega a esa conclusión porque a la orilla de esa laguna se encuentran restos del comandante que posiblemente aventaron”, dijo la mujer.

El colectivo Sabuesos Guerreras ha realizado al menos 15 búsquedas en ese paraje. “Nunca nos vamos con las manos libres siempre encontramos un casquillo, un pedacito de hueso quemado, siempre hay algo que encontramos, entonces, ahora estamos peleando la posibilidad de los buzos, esperemos que tengamos resultados”.

El pasado 4 de febrero, María Isabel hizo la solicitud a la Fiscalía de Sinaloa para que lleven a los buscadores acuáticos.

No de los lugares en los que han buscado desaparecidos las Sabuesos. Foto: Especial

POLICÍA DE VOCACIÓN

Yosimar García acumulaba cinco años como policía municipal. Su padre fue agente durante 25 años, trabajó en la Procuraduría General de la República (PGR) y ahí se jubiló.

“Él era policía de nacimiento, no de los que se hacen por necesidad, entonces él amaba su trabajo y decía: ‘Mamá, yo quiero empezar desde más abajo e ir ascendiendo’, como lo hizo su padre”, recordó María Isabel.

Estudiaba la carrera de Derecho y estaba próximo a casarse. Se encontraba en los planes finales de boda, que sería en mayo de 2017. “Ya tenía todo: el salón, la banda. La novia ya tenía el vestido. Ella sigue triste, deshecha, en shock. Dice que no olvida la última mirada que él le aventó cuando se lo llevaron”.

Descrito como una persona alegre, formal, amorosa y hogareña, el joven gustaba de ir frecuentemente al cine y su comida favorita eran las quesadillas.

“Ahora no sabemos nada de él. Las autoridades en realidad no han hecho nada, yo me he dedicado a gritar mucho el nombre de mi hijo. Yo me le he plantado al Gobernador, me le planté a [el ex Secretario de Gobernación Miguel Ángel] Osorio Chong, en su momento cuando llegó a Sinaloa, iba [Salvador] Cienfuegos también, y ellos lo que hicieron fue voltear la cara”, narró la madre.

María Isabel, originaria de Oaxaca, se convirtió en activista desde el primer día en que llegó a Sinaloa, cuando le informaron de la desaparición de su hijo. Han tratado de privarla de la libertad en dos ocasiones por lo que está dentro del mecanismo de seguridad para personas defensoras.

Sus otros hijos ahora son desplazados, tuvieron que salir del estado por las amenazas recibidas a raíz de los trabajos de búsqueda de ella.

La primera vez que trataron de llevársela fue una tarde al regresar a su casa después de una búsqueda en estación Dimas, antes de llegar a Mazatlán, en septiembre de 2017. “En esa búsqueda encontramos un cuerpo y me fue a dejar una agente de policía en en mi casa”.

Cuando llegó a su domicilio ya la esperaban dos personas. Exigieron a la uniformada bajarse de la camioneta, la desarmaron y ordenaron a María Isabel quedarse en el vehículo oficial: “No me dejaban bajar, yo estaba en shock, la policía trató de negociar con los fulanos que no me llevaran. A ella le quitaron el arma, y no sé como me brinqué, me salí y corrí”.

El hecho fue denunciado ante la Fiscalía de Sinaloa, pero el Ministerio Público, “no más dijo ‘no pasa nada’, no iban por ustedes iban por el carro”.

Tenía cinco años en la corporación. Foto: Cortesía para SinEmbargo

Cerca de un mes después, un vehículo le cerró el paso en una calles de Sinaloa pero logró escapar de nuevo. “La segunda vez yo ya empecé a meterme al mecanismo de seguridad porque yo veía mi casa vigilada, a ver cosas raras, me han mandado recaditos de que le baje”, agregó.

La integrante de Sabuesos Guerrera comentó que le dieron como medida de seguridad un botón de pánico, del Mecanismo de Protección, “pero no sirve para nada, a veces hablas y pides monitoreo de actividades y ha pasado que cuando yo ando en Sinaloa, el monitereo del control dice que estoy en Chihuahua. Tenemos un mecanismo que no sirve para nada”.

María aseguró que pese a las amenazas no dejará de buscar a su hijo, porque es una promesa: “¿Qué más? si ya estoy muerta en vida”.

Su objetivo, al igual que miles de familiares de desaparecidos, es encontrar a su ser querido no importa el estado en que lo encuentre.

“Porque soy realista, tampoco me dejo llevar de que ‘ay lo voy hallar con vida’, tal vez sí tal vez no, a lo mejor en el momento en que lo halle y si es sin vida me va a tumbar, pero ahorita no quiero que me duela”, explicó.

Finalmente, reiteró que espera una pronta respuesta a su reciente petición, la cual se ha convertido en una esperanza:

“Nunca lo había soñado y la madrugada del sábado lo soñé de una manera que yo me desperté contenta, porque lo soñé riéndose. ¡Él se reía, él era… es muy juguetón. Yo soy de las que se despierta a las 5 de la mañana y ese día eran las 8 y yo estaba dormida soñándolo, yo lo veía feliz, entonces ojalá donde esté sea una señal ya falta poco para encontrarlo”, concluyó.