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¿La tormenta de citocinas que se causa al atacar al coronavirus curó un linfoma de Hodgkin?

domingo, enero 24th, 2021

El caso del hombre de 61 años que se curó de un linfoma de Hodgkin clásico en estadio III luego de enfermar de COVID-19 abre la posibilidad de que las citocinas, que aparecen en respuesta al virus, habrían activado células con antígenos tumorales. No sería la primera vez que un virus ayuda a combatir el cáncer.

Por Ignacio López-Goñi

Estados Unidos, 24 de enero (The Conversation).- Se acaba de publicar en el British Journal of Haemathology el siguiente caso clínico: Varón de 61 años con inflamación de los ganglios y pérdida de peso, recibía hemodiálisis por insuficiencia renal terminal después de un trasplante renal fallido. Se le diagnostica un linfoma de Hodgkin clásico en estadio III (el linfoma afecta a áreas ganglionares localizadas a ambos lados del diafragma o por encima del diafragma y en el bazo).

Poco después del diagnóstico, ingresó con dificultad para respirar y se le diagnosticó neumonía por SARS-CoV-2 positivo por PCR. Después de 11 días, fue dado de alta para convalecer en su casa. No se administró corticosteroides ni inmunoquimioterapia.

Cuatro meses después, la inflamación de los ganglios se había reducido y una exploración PET reveló una remisión generalizada del linfoma.

Según los autores, la hipótesis es que la infección por SARS-CoV-2 desencadenó una respuesta inmunitaria antitumoral: las citocinas inflamatorias producidas en respuesta a la infección podrían haber activando células T específicas con antígenos tumorales y células asesinas naturales contra el tumor. El SARS-CoV-2 le había curado el linfoma.

¿MAGIA POTAGIA?

Por lo visto antes ya se había descrito algún caso similar en otro tipo de linfomas que habían remitido espontáneamente antes de tratamiento debido al efecto antitumoral de una neumonía infecciosa y de una colitis por Clostridium difficile.

En el fondo esto no es tan sorprendente. Los microorganismos no sólo pueden causar cáncer, sino que también pueden ayudar a curarlo. A finales del siglo XIX un médico de Nueva York llamado William B. Coley desarrolló un tratamiento contra el cáncer con un preparado de bacterias llamado las toxinas de Coley.

Este médico se dio cuenta de que los pacientes con cáncer que además sufrían una infección respondían mejor que los pacientes sin infección. Coley pensaba que la infección estimulaba el sistema inmune para luchar contra el cáncer y por eso desarrolló un cóctel de bacterias Streptococcus pyogenes y Serratia marcescens, que inyectaba directamente en el tumor. Durante años en EU se trató a pacientes de algunos tipos de cáncer incurables con preparados de bacterias y toxinas, en muchos casos de forma exitosa.

Sin embargo, las críticas y sobre todo el éxito de los nuevos tratamientos de quimio y radioterapia hizo que las toxinas de Coley cayeran en el olvido. No obstante, actualmente se ha comprobado que el principio básico del tratamiento de Coley era correcto y que algunos tipos de cáncer son sensibles a una estimulación del sistema inmune.

En el fondo todo está relacionado: los microbios, el sistema inmune, la respuesta inflamatoria y el cáncer, pero todavía no sabemos muy bien cómo. En las últimas décadas se ha empleado el bacilo “Calmette-Guerin”, más conocido por sus siglas BCG, como tratamiento contra el cáncer de vejiga. El BCG es en realidad un extracto atenuado de la bacteria Mycobacterium bovis que se emplea como vacuna contra la tuberculosis.

William Coley, en el centro, en 1892. Foto: The Conversation

El BCG estimula una respuesta inmune y causa la inflamación de la pared de la vejiga que acaba destruyendo las células de cáncer dentro de la vejiga, al menos en los primeros estadios del tumor. En realidad en esto se basa la inmunoterapia, que está tan de moda actualmente. La intuición de Coley era correcta: estimular el sistema inmune puede ser efectivo para tratar el cáncer. Por eso a William B. Coley se le llama «el padre de la inmunoterapia».

La tormenta de citoquinas causada por la COVID-19 impediría que se desarrolle inmunidad duradera

sábado, agosto 22nd, 2020

Un estudio comprobó que los pacientes fallecidos por coronavirus carecían de centros germinales, fundamentales para la producción de anticuerpos.

Estados Unidos, 22 de agosto (RT).- Una investigación sobre la respuesta del organismo al COVID-19 concluyó que las denominadas tormentas de citoquinas —reacciones inmunitarias defensivas— en pacientes contagiados pueden impedir el desarrollo de inmunidad a largo plazo contra el coronavirus.

“En los pacientes con enfermedades tanto leves como severas, los anticuerpos carecían de una característica estructural clave que es un sello distintivo de los anticuerpos de ‘alta calidad’ en una respuesta inmunológica normal”, explica Shiv Pillai, investigador del Instituto Ragon del Hospital General de Massachussets y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), quien recordó que otros estudios ya sugerían que la inmunidad “puede no ser duradera porque los anticuerpos disminuyen con el tiempo”.

Para hallar una explicación a la respuesta inmune deficitaria, analizaron los bazos y los ganglios linfáticos de personas fallecidas por COVID-19 y descubrieron la ausencia de centros germinales. Se trata de estructuras que son inducidas dentro de los nódulos linfáticos y bazos durante la infección o la vacunación, en los que maduran las células B, que son las que producen anticuerpos, hasta ser células de ‘memoria’ de larga duración contra un patógeno.

Sin embargo, al no haber centros germinales, las células B no son suficientes y su respuesta a la enfermedad no es la adecuada. Para formar esos centros, las células B necesitan de otra célula, la denominada T.

La célula T no se desarrolla en pacientes con coronavirus por lo que la B no recibe ayuda para generar anticuerpos. Foto: Graciela López, Cuartoscuro.

En el estudio, Pillai y su equipo demostraron que la célula T no se desarrolla en pacientes con coronavirus, por lo que las B no reciben la ayuda necesaria para, al final del proceso, generar los anticuerpos.

Además, en pacientes graves no hallaron ningún centro germinal, ausencia que ya había sido percibida en otras enfermedades. No obstante, esto no significa que no haya ninguna respuesta inmunológica. “Simplemente, no viene de un centro germinal”, detallan los especialistas.

“Sin la formación de centros germinales, es poco probable que haya memoria a largo plazo para este virus”, lo que implica que “mientras que los anticuerpos pueden proteger a las personas durante un tiempo relativamente corto, una sola persona que se recupere de la enfermedad podría infectarse de nuevo, tal vez seis meses más tarde, o incluso varias veces con el SARS-CoV-2”. “Esto sugiere que el desarrollo de la inmunidad de grupo puede ser difícil”, concluye.

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