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“Si te vieras con mis ojos”, de Carlos Franz: el naturalismo de Rugendas y la racionalidad de Darwin

sábado, septiembre 17th, 2016

La novela del conocido autor chileno ganó el Premio Vargas Llosa en la reciente bienal llevada a cabo en Lima. Se trata de una historia del siglo XIX que transcurre en un paisaje seminal: los Andes, las grandes extensiones inhabitadas, el territorio inhóspito donde el campo agreste se ofrecía indómito al viajero curioso y aventurero.

Ciudad de México, 17 de septiembre (SinEmbargo).- Si te vieras con mis ojos (Alfaguara) es la novela que ha sacado al mundo al escritor chileno Carlos Franz, un narrador experto que se ha visto –como admite en entrevista con SinEmbargo- gratamente sorprendido por el premio Mario Vargas Llosa, obtenido en la reciente bienal llevada a cabo en Lima, bajo el nombre del conocido Nobel peruano.

Se trata de una novela de amor y conocimiento que transcurre en el siglo XIX, protagonizada por el pintor viajero Johann Moritz Rugendas y quien al llegar a Chile se enamora apasionadamente de la escritora Carmen Arriagada, una mujer brillante, ilustrada e indomable que marcó para siempre las vidas no sólo del artista plástico, sino también la del científico Charles Darwin, que en el libro de Franz vive un triángulo amoroso imaginario con los personajes ya citados.

Historia y ficción, amores prohibidos, la lucha entre la emoción y la racionalidad, son la sustancia de una novela casi decimonónica donde el arte y la pasión luchan para imponer cada una su visión del mundo.

El jurado de la Bienal Mario Vargas Llosa “valoró la composición de la novela, que integra personajes diversos que representan dos concepciones del mundo, dos épocas y dos continentes”, destacando la “creación de un personaje femenino de gran complejidad, significación y capacidad de articular esas dos dicotomías.”

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Carlos Franz nació en 1959. Ha publicado las novelas Santiago Cero (1988, Premio Latinoamericano de Novela CICLA). El lugar donde estuvo el paraíso (1996, Punto de Lectura Chile 2007, finalista del Premio Internacional de novela Planeta Argentina, llevada al cine en 2001 por el director español Gerardo Herrero), El desierto (2005, Alfaguara Chile 2016; Premio Internacional de Novela del diario La Nación de Buenos Aires) y Almuerzo de vampiros (Alfaguara 2008, Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile a la mejor novela editada ese año).

También ha publicado el volumen de cuentos La prisionera (2005, Alfaguara 2008; Premio del Consejo Nacional del Libro en Chile), el relato “Alejandra Magna” (2011) y el libro de ensayos La muralla enterrada (2002; Premio Municipal de Ensayo de Santiago de Chile). Algunas de sus novelas han sido traducidas a diez lenguas.

Ha sido profesor visitante en las universidades de Cambridge y Londres y agregado cultural de Chile en España. Es miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

–Pensaba que hoy justamente César Aira acaba de ganar en Chile el Premio Iberoamericano de Narrativa. Él también tiene una novela dedicada a Rugendas…¿qué lugar ocupa el pintor hoy en Chile, la gente se acuerda de él, es una referencia?

–No, así como acordarse o hablar de él, no. No es parte de la cultura popular, desde luego, pero me atrevería a decir que forma parte de eso que llaman “el imaginario” y que yo prefiero llamar la imaginación. Aunque no lo reconozcan por sus nombres, algunos cuadros emblemáticos suyos han sido vistos por la mayoría de los chilenos. El libro de César Aira es distinto, Un accidente en la vida del pintor viajero narra algo que le pasó a Rugendas en La Pampa. En lo único que se traslapa con lo mío, aparte del personaje, obviamente, es en el cruce de Los Andes, porque Aira hace unas descripciones de la cordillera muy interesantes. Mi Rugendas no va a cruzar Los Andes, pero es a partir de dicho territorio que mi novela iba a discutir un poco con la de Aira.

–La cordillera de Los Andes es un territorio que cobra sentido cuando te alejas de ella…

–Sí, es una columna vertebral de América que se nota entre Chile y Argentina, nos une y nos separa de manera absurda. En esta novela tiene además un valor simbólico, porque cuando Rugendas llega a Valparaíso ve un signo ominoso en el Aconcagua. Lo divisa desde altamar y ve esta montaña que tenía fama de ser la más alta del mundo y le parece que lo desafía, lo reta, lo llama a rendir cuentas.

La novela ganadora de la Bienal Mario Vargas Llosa. Foto: Especial

La novela ganadora de la Bienal Mario Vargas Llosa. Foto: Especial

–Pintas un escenario con el lenguaje, usas la segunda persona, hasta que uno como lector se ajusta al tono pasa un rato…

–Me gusta eso. No es la primera vez que uso la segunda persona. Es un recurso que está lleno de dificultades pero también de recompensas potenciales, una de las cuales es interpelar al lector, ponerlo en un estado de confusión, es decir, de fundirse con. Tal pareciera en las primeras frases que el narrador se refiere al lector y me gusta eso porque cuestiona el proceso de identificación con la materia narrativa. Luego, claro, lo que espero que eso se transforme en un discurso pasajero.

–La segunda persona te da la posibilidad de trasladar el tiempo, de llevarte a una atmósfera que sabes que transcurre en otra parte…

–Sí, la segunda persona crea un espacio temporal, oblicuo y anómalo y subraya que toda novela es ficción. Tiene además en esta novela tiene la función de explorar con la palabra la mirada del autor. La pregunta que hace constantemente de “si te vieras con mis ojos” que Carmen da vuelta para preguntarse “cómo era yo cuando me veía con tus ojos”. Eso cumple una función representativa de la importancia de los ángulos en una narración protagonizada por un pintor. Pero otra idea que me ha venido a la cabeza últimamente es que la segunda persona une los relatos del yo y del ello. Es la manera que tiene Carmen Arriagada de representar la pasión que le despertó este hombre. Como si las voces estuvieran entrelazadas…

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–La prosa frondosa dibuja cuadros de Rugendas…

–Mi primera novela es un ejercicio de prosa más seca, austera, casi sin adjetivos. En cada historia he buscado el estilo que se ajuste a ella, porque eso es lo que más honesto me parece como narrador. Es lo que realmente puede conducir a convertir a la novela en un objeto verbal donde haya identidad entre forma y fondo. En este caso era obvio, un protagonista pintor, crea la necesidad de representar verbalmente los paisajes y los cuerpos. Hacerlo fijándose en los detalles, pero también en la propia selección de detalles que el artista emplea para pintar. Era un desafío muy bonito y me obligó a estudiar de nuevo técnicas narrativas que están un poco devaluadas como el retrato literario. Habrás notado que la novela más moderna, en parte por la prevalencia de la imagen, los personajes están descritos de manera mucho más esquemática que en las novelas del siglo XIX. Fue muy bonito tratar de tomar esas técnicas y darle una vida contemporánea.

–La descripción de cuando algo pasa lo cuentas con todo lo que pasa

–En eso sí que me han dicho que mi estilo es muy visual. Siempre me dicen: -esto podría ser una película, aunque prefiero que sea una novela, claro.

–Hay una lucha entre la obsesión y la razón. No coincido con cierta crítica que ha dicho que tu Carmen Arriagada es una especie de Madame Bovary. Lo cierto es que ella narra desde la razón, relativizando los recuerdos…

–Lo que hay es una oscilación, porque lo que ella no quiere es que muera la pasión. Siendo una mujer tan inteligente, en el fondo sabe que la pasión no puede durar. ¿Cómo hacer para que dure? Cuando se transporta a ese tiempo, ella vuelve a vivir inevitablemente esos recuerdos, que desde la ancianidad somete a crítica para poder seguir viviendo. Creo que es una manera de subrayar que ella es la narradora de la historia. Es ese espíritu romántico donde los sentimientos tienen derecho de cambiar la realidad. Ella es la dueña de la historia, tanto es la dueña de la historia que en el libro dejo varias pistas que establecen que ella narra en realidad una historia que le hubiera gustado vivir. Cuando Rugendas la va a visitar por primera vez encuentra un manuscrito en la casa de ella, con unas líneas que luego se van a volver a leer 200 páginas más adelante. Quiere decir que ella ya estaba escribiendo la historia que quería vivir.

–Elegiste a Darwin, ¿por qué?

–Quería contar la historia de este amor adúltero entre Carmen, el pintor y el marido. Ese triángulo me parecía muy manoseado, lo encontraba trillado, pero cuando me di cuenta de que podía aprovechar la presencia de Darwin en Chile, que coincidía exactamente con la de Rugendas, me pareció una ocasión imperdible. En esa época Charles Darwin tenía 25 años, era un timorato y candidato a cura, estudiante de teología en Cambridge, tenía una noción muy prejuiciada de la vida, de las personas. Después iba a cambiar, en un proceso muy interesante de transformación que se dio en el viaje del Beagle y que cuarteó varias de sus visiones de la vida. Al menos es lo que yo quería representar en esta versión ficticia de Darwin. Que todas sus visiones eran teóricas.

Un autor premiado y aclamado en todo Latinoamérica y España. Foto: efe

Un autor premiado y aclamado en todo Latinoamérica y España. Foto: efe

–Ella es la tierra, también

–Sí, pero me resisto a esa identificación porque no quiero convertir a Carmen en una Doña Bárbara; aunque tenga ese carácter despótico que le viene de su raíz castellana, es al mismo tiempo culta, lee todo lo que se publica en Europa y que por tanto cuestiona todas las circunstancias de su mundo.

–¿Cómo es ser un narrador chileno hoy?

–No sé, antes pensaba mucho en eso. A veces he creído que los narradores argentinos lo tenían más difícil que nosotros, por la sombra de Borges, de Cortázar; en cambio, nosotros teníamos esencialmente poetas. Ahora bien, si me preguntas por la vida literaria chilena, es muy complicada. Es un hábitat muy pequeño, para usar expresiones darwinianas, donde cada individuo de la especie literaria cree que si al otro le va bien es porque va a ocupar su nicho, en lugar de darse cuenta de que en realidad todos estamos ampliando el territorio. Somos tan poquitos, es tan escaso el espacio que se nos da, que lo lógico sería valorar lo bueno y criticar discretamente lo malo, pero no considerando al otro un enemigo. No hemos superado el provincianismo, a pesar de que Chile se ha abierto al mundo y está mucho más moderno.

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El escritor chileno Carlos Franz gana el Premio Mario Vargas Llosa en Lima

domingo, abril 24th, 2016

Los otros finalistas que compitieron por el galardón y 100 mil dólares eran el mexicano Héctor Aguilar, el peruano Renato Cisneros, el colombiano Juan Gabriel Vásquez y la dominicana Rita Indiana.

El escritor chileno Carlos Franz fue registrado este jueves, durante una rueda de prensa, después de que le fuera otorgado el primer premio de la segunda Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, en Lima (Perú). Foto: EFE

El escritor chileno Carlos Franz fue registrado este jueves, durante una rueda de prensa, después de que le fuera otorgado el primer premio de la segunda Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, en Lima (Perú). Foto: EFE

Lima, 22 abr (dpa) – El escritor chileno Carlos Franz ganó el Premio Bienal Mario Vargas Llosa con su novela “Si te vieras con mis ojos”, se anunció en la ceremonia de clausura de la segunda edición del evento literario en Lima.

Los otros finalistas que compitieron por el galardón y 100 mil dólares eran el mexicano Héctor Aguilar, el peruano Renato Cisneros, el colombiano Juan Gabriel Vásquez y la dominicana Rita Indiana.

El jurado estuvo compuesto por el filólogo español Darío Villanueva, el escritor peruano Alonso Cueto, el escritor mexicano Gonzalo Celorio, la hispanista sueca Inger Enkvist y el ensayista ecuatoriano Will H. Corral.

Franz retrocedió con su novela al siglo XIX para relatar un triángulo amoroso entre una escritora y dos famosos extranjeros que coincidieron en Santiago de Chile.

“Lo que comenzó como una rivalidad amorosa desembocó en una fuerte amistad y una admiración mutua”, detalló el escritor de 57 años.

Antes de la entrega del premio se realizó la mesa redonda “Los placeres literarios”, con la participación de la nicaragüense Gioconda Belli, el peruano Fernando Ampuero, la española Berta Vías y la hispano-uruguaya Carmen Posadas.

En su segunda edición, el Premio Mario Vargas Llosa citó a una cuarentena de escritores con el objetivo de “desvelar qué están haciendo, imaginando, fantaseando y pensando los herederos de Miguel de Cervantes que escriben en España y a lo largo y ancho del continente americano”.

El primer premio fue entregado en marzo de 2014 por el propio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa al escritor español Juan Bonilla, por su novela Prohibido estar sin pantalones. En esta edición, el Premio Nobel no se incorporó a las actividades.

La Cátedra surgió en 2011 como una iniciativa de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y 10 universidades españolas, con el fin de buscar y apoyar el estudio de la literatura contemporánea, la nueva creación literaria iberoamericana y difundir la obra de Vargas Llosa.