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El último Blockbuster del mundo se convierte en un Airbnb temático para los amantes del cine

martes, agosto 11th, 2020

La última sucursal de Blockbuster está ambientada en la década de los 90, cuenta con un televisor gigante ad hoc con la época, una videograbadora y varias cintas VHS.

Ciudad de México, 11 de agosto (SinEmbargo).- ¿Todavía existe Blockbuster? Técnicamente no, en marzo de 2019 se dio a conocer que la última tienda de la franquicia de renta de películas se encontraba en Bend, Oregon, y ahora esta sucursal se ha convertido en un original Airnbn que ofrece una experiencia única a sus huéspedes.

De acuerdo a CNN, Sandi Harding, gerente del último Blockbuster en el mundo, decidió hacerle un ajuste a la tienda para que quienes se hospeden puedan organizar pijamadas increíbles mientras que recuerdan la maravillosa experiencia de ir a la sucursal a rentar películas en formato físico.

La última sucursal de Blockbuster está ambientada en la década de los 90, cuenta con un televisor gigante ad hoc con la época, una videograbadora y varias cintas VHS.

La tienda está ambientada en la época de los 90. Foto: Twitter, @Airbnb

Las videocaseteras de Airbnb. Foto: Especial

Como un intento desesperado de hacerle frente a la pandemia del coronavirus, este original Airbnb operará desde el 18 hasta el 20 septiembre para que grupos de cuatro personas puedan tener acceso a las películas que se encuentran en el inventario de la sucursal de Oregon. Asimismo, la empresa dedicada a la oferta de alojamientos estará respaldando los protocolos sanitarios para evitar la propagación del SARS-CoV-2.

Las tres fechas disponibles de este Airbnb estarán disponibles sólo a habitantes de la ciudad de Bend y el costo por noche será de 4 dólares.

El último Blockbuster del planeta se encuentra en Oregón y se niega a cerrar sus puertas

lunes, marzo 18th, 2019

Blockbuster se declaró en bancarrota en 2010, y cuatro años más tarde, todas las tiendas corporativas cerraron sus puertas. Solo sobrevivieron las franquicias, que finalmente fueron abandonando el negocio una a una. Tras los cierres de las de Redmond, Oregon, y Anchorage y Fairbanks, en Alaska, la de Bend era la última del país.

Cuando un Blockbuster en Australia cierre sus puertas por última vez el 31 de marzo, el establecimiento de Bend será el último operativo en la Tierra.

Oregon, 18 de marzo (AP).— Gestionar el último videoclub Blockbuster del planeta conlleva desafíos.

El sistema informático debe reiniciarse utilizando disquetes que solo la mánager general, que forma parte de la generación X, sabe cómo usar. La impresora matricial está rota, por lo que los empleados entregan tarjetas de membresía escritas a mano. Y sus transacciones comerciales están registradas en una cinta magnética que no puede sustituirse porque Radio Shack quebró.

Pero nada de esto ha evitado que esta humilde franquicia ubicada en una calle comercial de Oregon prospere frente a la competencia de los servicios de películas en streaming. Cuando un Blockbuster en Australia cierre sus puertas por última vez el 31 de marzo, el establecimiento de Bend será el último operativo en la Tierra.

“Esto es pura tozudez. No queríamos darnos por vencidos”, dijo la manager general, Sandi Harding, que lleva 15 años trabajando en la franquicia y recibe gran parte del reconocimiento por mantenerla viva más allá de su fecha de expiración. “Hicimos todo lo posible para reducir costos y mantenernos relevantes”.

En su día, la tienda fue una de las cinco que tenían la pareja formada por Ken y Debbie Tisher en tres localidades del centro de Oregon. Pero el año pasado, el de Bend era el último Blockbuster local que seguía abierto.

Su ajustado presupuesto suponía que no había dinero para actualizar la tienda, algo que ahora le está ayudando gracias a la nostalgia que hace que los visitantes primerizos de cierta edad se detengan al verla: techos de palomitas de maíz, luces fluorescentes bajas, estantes metálicos para los videos y el omnipresente logo con forma de boleto azul y amarillo que fue un referente cultural para una generación.

“Creo que la mayoría de la gente, si tienen la edad adecuada, cuando piensan en rentar un video no recuerdan qué película eligieron, pero sí recuerdan con quién fueron y la libertad de caminar por los pasillos”, señaló Zeke Kamm, un residente que está grabando un documental titulado “The Last Blockbuster” con un amigo.

“En muchos pueblos, Blockbuster era el único sitio que estaba abierto más allá de las nueve de la noche, y muchos de ellos seguían abiertos hasta medianoche, por lo que los niños que no eran unos vagos iban a ver películas y se enamoraban de ellas”, agregó.

La tienda de Bend funcionó como un videoclub durante ocho años antes de convertirse en un Blockbuster en 2000, en un momento en que esta localidad seguía siendo una comunidad aletargada con ambiente de ciudad pequeña.

Blockbuster se declaró en bancarrota en 2010, y cuatro años más tarde, todas las tiendas corporativas cerraron sus puertas. Solo sobrevivieron las franquicias, que finalmente fueron abandonando el negocio una a una. Tras los cierres de las de Redmond, Oregon, y Anchorage y Fairbanks, en Alaska, la de Bend era la última del país.

Los turistas comenzaron a parar para tomarse selfies y el negocio remontó. Harding encargó sudaderas y camisetas en azul y amarillo, tazas, imanes, pegatinas y gorras a vendedores locales con el lema “The Last Blockbuster in America” (“El último Blockbuster de EU”), que volaron de los estantes.

Este mes, tras recibir la llamada de que su tienda pasaría a ser la única del mundo, la responsable realizó un nuevo pedido actualizando su lema a “El último Blockbuster del planeta”, y empezaron a recibir una nueva ola de visitantes, esta vez llegados hasta de Europa y Asia.

Un fin de semana reciente, Michael Trovato, de Melbourne, Australia, se detuvo en la tienda durante una visita a su hermana, que vive en Bend.

Después de posar para una foto, Trovato dijo que extraña los días en que elegía películas de entre cientos de títulos en las estanterías y le pedía a un empleado recomendaciones en lugar de ver películas vía streaming, que el mismo servicio le recomienda a partir de algoritmos.

“Extraño entrar a un Blockbuster o a un negocio de CDs y tener esa experiencia social, ver gente buscando películas y charlando”, manifestó. “Es algo que no te dan las pulidas presentaciones de un servicio de música o de la internet”.

La tienda de Bend no parece estar en peligro de tener que cerrar pronto.

Su nueva fama ha sido una inyección de energía y los clientes entran a comprar recuerdos. Pagan 40 dólares por sudaderas, 20 por camisetas e incluso 15 dólares por gorras azules y amarillas tejidas a mano por Harding.

La tienda paga a Dish Network por el derecho a usar el logo de la marca y tiene varios años de alquiler por delante.

A cada rato reciben cajas con viejas cintas de VHS y DVDs que le manda la gente. También reciben donaciones de otros artículos alusivos, como chaquetas de esa marca, llaveros y viejas tarjetas de membresía.

Jerry Gilless y su esposa Elizabeth llevaron a sus dos hijos, John, de tres años, y Ellen, de cinco, y observaron cómo los hermanitos recorrían felices los pasillos recogiendo cintas de “Peter Pan” y “El rey león”.

“No podíamos no pasar por aquí”, comentó Gilless, que hizo un desvío para visitar el lugar. “Tienen que ver que no todo está en los iPad”.

Una cerveza artesanal de edición limitada conmemora la última tienda de Blockbuster

viernes, septiembre 14th, 2018

La cerveza llamada “The Last Blockbuster” estará disponible por un período más corto que  el último Blockbuster. Será lanzada el 21 de septiembre durante una fiesta del barrio de Bend, y por un tiempo limitado también la podrás encontrar en seis pubs de 10 Barrel, en East Bend, West Bend y Portland, Oregon; Boise, Idaho; Denver; y San Diego.

Por Jelisa Castrodale; traducido por Laura Castro

Ciudad de México, 14 de septiembre (Vice Media/SinEmbargo).- El año pasado, un Redditor de 34 años dijo que podía usar su credencial de Blockbuster como identificación cuando compraba cerveza porque, en su opinión, el hecho de tener una significa que es mayor de 21 años. “La usé en una tienda de comestibles”, escribió. “[El cajero] se rió y dijo ‘Ya tienes edad suficiente. Maldita sea'”.

Si nuestro Redditor en cuestión todavía tiene esa credencial, necesita completar el círculo e ir al último Blockbuster en Estados Unidos para comprar una botella de su cerveza de edición limitada. El Highlander de los Blockbusters se encuentra en Bend, Oregón, y recientemente unió fuerzas con los fabricantes locales de cerveza 10 Barrel Brewing Co. para lanzar una cerveza de edición limitada. (Sí, el videoclub de Bend es realmente el único Blockbuster que queda en el mundo. Incluso el de Anchorage, Alaska, al que John Oliver donó el suspensorio de cuero que Russell Crowe usó en Cinderella Man, ya cerró sus puertas. Tanto el videoclub de Anchorage como el de Fairbanks cerraron en julio).

La cerveza, que se llama The Last Blockbuster, tiene el familiar logo de un boleto roto en amarillo y azul, y un sabor que te hará considerar, ya en estado de ebriedad, marcarle al cajero que te permitía alquilar películas de horror con clasificación C cuando todavía estabas en la preparatoria. (No lo hagas. Ya debe tener 40 años y seguramente todavía habla en un monótono y apasionado sobre “La Ocarina del Tiempo”).

“La cerveza The Last Blockbuster combina a la perfección con unas palomitas de maíz sabor mantequilla y tu chocolate favorito, por su cuerpo ligero, su acabado suave y sus pequeños toques de nostalgia”, le dijo Chris Cox, cofundador de 10 Barrel Brewing, a Business Insider.

Pero The Last Blockbuster estará disponible por un período más corto que el último Blockbuster. Será lanzada el 21 de septiembre durante una fiesta del barrio de Bend, y por un tiempo limitado también la podrás encontrar en seis pubs de 10 Barrel, en East Bend, West Bend y Portland, Oregon; Boise, Idaho; Denver; y San Diego.

Según The Bulletin, el Blockbuster de Bend aún ofrece nuevas membresías y tiene un plan mensual de 30 dólares que les permite a los miembros tener tantos alquileres de dos películas a la vez como puedan. “Vemos la importancia de estar aquí”, dijo la gerente de la tienda Sandi Harding en marzo. “Definitivamente somos relevantes”.

Dijo también que todavía recibe solicitudes de “personas que quieren que les imprima una credencial de socio Blockbuster y se la envíe por correo”. Por supuesto ella lo hace: puedes usarla para comprar alcohol. Tal vez incluso para comprar una cerveza Black Ale con el nombre del videoclub que todos amábamos tanto.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE Vice Media. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

Lo que necesita un “blockbuster” para arrasar en los Óscar

domingo, febrero 28th, 2016

Los “blockbusters” en Hollywood dan dinero. Los miembros de la Academia lo saben y el público también, aunque el olor a palomitas que desprenden no termina de conquistar el ambiente de los Óscar: las superproducciones llenarán horas muertas; pero no así vitrinas de premios.

El Señor de los Anillos. Foto: Especial.

El Señor de los Anillos. Foto: Especial.

Por David Sarabia

Ciudad de México, 28 febrero (SinEmbargo/eldiario.es).-  Casi nunca ganan. Siempre hay excepciones: un señor de los anillos a lo lejos, un gladiador que recupera la gloria pasada en contra de su destino, un barco bautizado Titanic que se hunde en aguas del Atlántico. Pero son eso, excepciones. Los “blockbusters” en Hollywood dan dinero. Los miembros de la Academia lo saben y el público también, aunque el olor a palomitas que desprenden no termina de conquistar el ambiente de los Óscar: las superproducciones llenarán horas muertas; pero no así vitrinas de premios.

No hay un punto exacto en el que situar el origen del término blockbuster. Son de esas cosas que aparecen como por arte de magia y ya se quedan entre nosotros, para la posteridad. Todo comenzó con Spielberg y  Tiburón, con George Lucas y Star Wars, u otra vez Spielberg, que envió a Harrison Ford a buscar el arca perdida. Las pop-corns films llegaron para quedarse. Y el público sigue mirando, mientras tanto, a su candidata ideal deseando que gane el Óscar a la mejor película. Aunque eso pase pocas veces. Muy pocas.

Los últimos 25 años no dejan lugar a dudas. A la Academia le gustan las películas que conmueven. Que desgarran un poco y luego cauterizan la herida. Son cintas dramáticas – Kramer contra Kramer (1980), Rain man (1989), El silencio de los corderos (1992), La lista de Schindler (1994), Gladiator (2001), Million dollar baby (2005), y así un largo etcétera-, comedias dramáticas como mucho, que aspiran a sacar la lágrima después de la carcajada -o viceversa-. Así que sí, a ese 80 por ciento de miembros mayores de 62 años con los que cuenta la Academia le cautivan las historias de superación – Forrest Gump (1995)-, de amor – El paciente inglés (1997)- o de amor mezclado con comedia – Shakespeare in love (1999)-.

Woody Allen y Diane Keaton en Annie Hall. Foto: Especial

Woody Allen y Diane Keaton en Annie Hall. Foto: Especial

La acción no gusta. Los efectos especiales no terminan de convencer. El DeLorean de Doc no maravilla, 007 no acierta a dar en el blanco, los dinosaurios de Parque Jurásico no son tan fieros como aparentan ni la cicatriz de Harry Potter tan mágica como parece. En la Academia no hay lugar para los “blockbusters”. Tan solo unos pocos de ellos entran en el Olimpo de los premiados a la mejor película. Un gran presupuesto no conlleva un gran premio. Quizá alguna estatuilla en los categorías técnicas. Tal vez un Óscar a la mejor canción o al mejor vestuario. Pero nunca, casi nunca, supone el premio gordo.

A LA ACADEMIA LE DA IGUAL EL PRESUPUESTO

1978 fue el año de Annie Hall. Woody Allen contó con un presupuesto de cuatro millones de dólares para dirigir una de sus grandes obras, que a la postre terminaría alzándose con cuatro estatuillas. Star Wars: Episodio IV, por su parte, manejaba cifras cercanas a los 13 millones de dólares. Y es cierto: ganó seis premios. Pero la chicha se la llevaron Allen y Diane Keaton.

Tres años después, Steven Spielberg veía cómo se le escapaba el gran Óscar en detrimento de un Robert Redford que se estrenaba en la dirección. George Lucas, expectante desde la barrera, produjo y coescribió la cinta de Indiana Jones, para la que hubo un presupuesto cercano a los 20 millones de dólares. Poco le importó a la Academia:  Gente corriente había costado tres veces menos y la estatuilla finalmente fue a parar al novel Redford, confirmando una vez más que los “blockbusters” ni vencen ni convencen a los académicos.

Si hablamos de presupuestos millonarios, Star Trek suma más de 621 millones de dólares entre sus 12 películas. Desde 1979 ha estado nominada a algún premio de la Academia hasta en 15 ocasiones, pero tan solo cuenta con un Óscar al mejor maquillaje en 2010. Un caso parecido ocurre con James Bond: 16 veces ha estado el agente 007 nominado a un premio de la Academia. En cuatro ocasiones ha recibido una estatuilla, las dos últimas hace tres años con Skyfall. Otro éxito que también entra en el saco es Alien: 11 nominaciones desde el estreno de  El octavo pasajero (1979)  y algo menos de 400 millones de dólares invertidos en las siete películas de la saga para ganar… dos premios Óscar, ambos de carácter técnico.

Tom Hanks en Forrest Gump Foto: Especial.

Tom Hanks en Forrest Gump Foto: Especial.

2016 CUANDO LOS BLOCKBUSTER SE TRANSFORMARON

Ni ciencia ficción, ni alienígenas, ni agentes especiales viviendo aventuras en modo Dios. Si cogemos la lista de ganadores en los Óscar, las pop-corn films no motivan a la Academia. Y excepciones como las que mencionábamos al principio del artículo son las que lo confirman: El señor de los anillos, Braveheart Gladiator y si acaso Titanic han sido lo más parecido a un blockbuster triunfante. Habrá que esperar a ver qué hace The Martian este año.

Con el permiso de Matt Damon, Star Wars y la última de Mad Max también presentan candidatura en 2016. Es particular el caso de la segunda. Nunca estuvo nominada por la Academia hasta este año, que reúne 10 -mejor película y mejor dirección incluidos-. Y es que ocurre una paradoja: mientras que Star Wars se ha diluido en la espuma de los días, Mad Max ha vuelto desde el Valhalla. Trayectorias opuestas, el olor a decadencia frente al chispazo provocado por la pólvora del siglo XXI. Por una pólvora que incluye elementos que la sociedad demandaba -y demanda- desde hacía mucho: una visión feminista y una óptica integradora, sobre todo.

Hablamos de Mad Max. Parece que el mensaje ha llegado a la Academia. Una protagonista sin brazo, un personaje masculino que a ratos lidera y a ratos se deja liderar y varias mujeres -tres modelos de Victoria’s Secret para ser exactos- en busca de un paraíso feminista. La película que fue calificada por el Washington Post como “una persecución de dos horas” tiene mimbres para ganar. Pero son solo eso. Mimbres. Se agradece el intento, y desde Hollywood también lo hacen: compite por 10 estatuillas, entre ellas la de mejor película.

Harrison Ford en En busca del Arca Perdida. Foto: Especial.

Harrison Ford en En busca del Arca Perdida. Foto: Especial.

Star Wars también lo ha intentado. No es una sorpresa que ni siquiera vaya nominada en la categoría madre. “El hype ya pasó”, pensarán muchos, y es que el retorno de Mark Hamill y Carrie Fisher a la saga no parece haber devuelto la gloria de anteriores entregas.

Pero a diferencia de George Lucas o Irvin Keshner, J.J. Abrams ha encumbrado la figura de la mujer hasta el papel de indispensable; y Rey lidera, organiza, dispone, ataca, ayuda y pilota. El coprotagonista, Finn, es de raza negra. Y la normalización del papel de líder en una mujer, que esta vez adopta Rey -“Puedo correr sin que me des la mano”, dice en una escena-, ocurre sin que el espectador se de cuenta de que el director ha hecho una película feminista e integradora. Cinco nominaciones para un blockbuster que no cambiará la dinámica de años anteriores.

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