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Los perros son un puente social, ayudan a que la gente se relacione mejor: Davis Hawn

sábado, febrero 20th, 2016

“Los perros son un puente social, ayudan a que la gente se relacione mejor”, dijo a SinEmbargo Davis Hawn en su reciente visita a la Ciudad de México.

Davis Hawn visitó México el año pasado para demostrar por medio de un caso vivencial la contribución de los perros de terapia oservicio en la vida de niños y adultos con enfermedades graves y terminales. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo.

Davis Hawn visitó México el año pasado para demostrar por medio de un caso vivencial la contribución de los perros de terapia o servicio en la vida de niños y adultos con enfermedades graves y terminales. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo.

Ciudad de México, 20 de febrero (SinEmbargo).- Es bien sabido que la mancuerna humano- perro puede ser una excelente combinación, no en vano ese animal de compañía es considerado el mejor amigo del hombre, pero, ¿qué pasa cuando la conexión es tan fuerte que uno al otro logran rescatarse del abismo, de la propia muerte? Magia. Esta es la historia de Davis Hawn, el hombre que volvió a nacer gracias a Booster, su fiel compañero, a quien más tarde le devolvió el favor…

Davis recibió en su hogar al hijastro de uno de sus amigos, sin saber que el joven estaba involucrado en asuntos de drogas. Una tarde fría, Davis fue apuñalado en una especie de ajuste de cuentas, a partir de aquel momento, la vida del hombre no volvió a ser la misma, comenzó con dificultades para conciliar el sueño, le era imposible estar solo –principalmente dentro de su propia casa–, tenía ataques de ansiedad y se encontraba hundido en una fuerte depresión.

¿El diagnóstico? Un trastorno de estrés postraumático.

Por si fuera poco, el muchacho, no conforme con lo que había provocado, robó el auto de Hawn. La policía lo halló pronto, dio aviso al dueño, pero le advirtió que el coche se encontraba ocupado por un inquilino: Booster, un joven labrador.

Davis decidió comprar una casa rodante, dejar todo atrás e intentar comenzar desde cero. El hombre de ojos color esmeralda reconoce que al principio no quería al perro, pero pensar en abandonarlo no lo hacía sentir bien: “me daba lástima”, reconoce un poco avergonzado. A pesar de ello, ambos comenzaron una aventura juntos, y –sin saberlo– se estaban salvando de la muerte uno al otro.

Una mañana, Davis se sentía muy triste, no sentía más ganas de seguir con vida. Tomó un cuchillo, se sentó en la orilla de su pequeña cama, cerró los ojos algunos segundos, luego miró la palma de su mano y acercó el filoso objeto a su muñeca. Alguien tocó la puerta del remolque con cierta insistencia…

–Señor, tenemos un cachorro, nos gustaría que su perro saliera a jugar, ¿podemos llevarlo algunas horas? –preguntó un grupo de niños.

Davis aceptó indiferente. Jamás imaginó que veinte minutos después saldría de prisa tras escuchar un fuerte aullido de dolor. Corrió y halló a Booster con la mitad del cuerpo lastimado. Fue hasta ese momento en que se dio cuenta que el can todo el tiempo estuvo tratando de llevar felicidad a su vida y él, en cambio, solo intentaba apartarlo de la suya.

“Si el perro no hubiera aparecido en mi camino, seguramente habría logrado mi cometido: terminar con mi vida”, comentó agradecido.

Booster, en su última visita a nuestro país en mayo pasado, participó en una clínica para niños de casa hogar en la Ciudad de Mexico. Foto: Luis Barrón/ SinEmbargo.

Booster, en su última visita a nuestro país en mayo pasado, participó en una clínica para niños de casa hogar en la Ciudad de Mexico. Foto: Luis Barrón/ SinEmbargo.

EL MOMENTO DE PAGAR

Booster fue diagnosticado con cáncer y los médicos no daban gran esperanza de vida. La enfermedad que había comenzado en la piel, pronto se expandió en la cabeza.

Davis decidió agotar todas las posibilidades, así que envió los análisis a diferentes especialistas y finalmente el caso fue tomado por el Small Animal Hospital de la Universidad de Florida. Fue así como Booster se convirtió en el primer animal en el mundo en recibir una vacuna desarrollada con muestras de su tumor. El can salió victorioso, venció el cáncer, aunque a consecuencia de los tratamientos con radiaciones, lamentablemente perdió un ojo.

Para ambos significó un trago muy amargo, el labrador estaba al lado del devastado hombre cada vez que despertaba aterrorizado por una pesadilla, lo consolaba cuando la tristeza lo invadía, le quitaba los zapatos cuando por su alcoholismo no era capaz de hacerse cargo de sí mismo. Su fiel compañero incluso lo ayudaba a acercarse a las personas: “el perro me jalaba hacia la gente, ellos se acercaban a mí para acariciar a Booster”, comentó y agregó:

“Booster salvó mi vida”.

Hawn admite que fue gracias a Booster que se alejó del alcohol. Comenzaron a viajar juntos por el mundo para tratar de concientizar a las sociedades sobre la importancia de permitir la entrada a lugares públicos a los perros de asistencia.

“Son parte de nuestro cuerpo, para las personas ciegas son sus ojos; para los sordos, sus oídos; para quienes tenemos problemas psicológicos, el perro es nuestro médico, quien nos da paz y tranquilidad”, aseguró.

Davis Hawn y Savior, su actual apoyo. Foto: Sin Embargo Mx.

Davis Hawn y Savior, su actual apoyo, en un restaurante de la Ciudad de México. Febrero 2016. Foto: Sin Embargo.

Ahora Booster, de 11 años, se dedica a descansar al lado de Busted y Boosted, un par de clones del mejor amigo de Davis, desarrollados en Corea, que ahora son entrenados para convertirse en perros de terapia. Savior, hijo de Booster, acompaña actualmente a todas partes al hombre, quien cuenta con un doctorado en la Universidad Canina Bergin University of Canine Studies.

En su reciente visita a México, el doctor externó su interés en brindar becas a algunos mexicanos para que se preparen en California y entrenen perros de apoyo, ya que en nuestro país ha tenido agradables experiencias para ingresar con Booster y ahora con Savior a distintos lugares como restaurantes y hasta karaokes.

Busted y Boosted en entrenamiento. Foto: Especial.

Busted y Boosted en entrenamiento. Foto: Especial.

Entrenar un perro de asistencia cuesta aproximadamente 50 mil dólares y el can adiestrado, 100 mil. No obstante, Hawn aclara que las personas que requieren uno no deben pagar por él, ya que existen fundaciones que cubren con dichos gastos.