Archive for the ‘Tomás Calvillo Unna en Sinembargo’ Category

La sombra del depredador

miércoles, marzo 17th, 2021

Desgajamiento. Pintura Tomás Calvillo Unna

Sin ese paso que es una ruptura, será difícil caminar.
(2021).

La madera henchida

El corazón ajado

Pregonan la Noticia:

El infausto embaucador

El quebrador de rodillas

El reventador de vientres

El vocero de las amenazas;

ha sido elegido rey, rey,

Reyezuelo;

mancillador del decoro

y más ¿que destino?

¿Representante de qué?

 

Su poder de asfixia impoluto

convierte los rostros en mueca.

Lo más bello es lo siniestro,

así se afirma en su nombre.

 

Recordar este reino de impunidad

en la última estación

de un tren cargado de pesadillas;

a punto de cruzar el largo Puente;

entre estas laderas de amapolas:

y de sangre, sudor y lágrimas,

quien se atreve a bajarse ya;

 

Mientras la bestia carcome

lo que resta de sus atrocidades

y enaltecido al haber destazado

la gracia de un amor posible,

sin vergüenza alguna

levanta sus brazos

frente al mar

 

Es el rojo atardecer:

la espuma de las perlas rotas

en las playas donde oculta su crimen:

el dolor que no se acalla

y lo nombra una y otra vez.

La vulnerabilidad de las elecciones

miércoles, enero 10th, 2018

“Cambio de era”. Pintura: Tomás Calvillo.

Desde hace años, varias voces han advertido de las nupcias del crimen y la política. Los partidos políticos y la élite económica poco hicieron para acotar esa amenaza, no solo a la tambaleante democracia mexicana sino al mismo sistema político. Hoy la violencia campea y la epidemia del capitalismo salvaje erosiona al propio núcleo del poder de la República. Lo grotesco de las alianzas a las que asistimos o de las que participamos, es una manifestación de ello.

Los ciudadanos quedamos atrapados en esas incongruencias y contradicciones que expresan la incapacidad que hemos tenido para demarcar las lógicas e intereses de las localidades y regiones, frente a la clase política asentada en la capital de la República. Las decisiones autoritarias y centralistas provienen ahora de toda la partidocracia; filtrada por el crimen, voltean la cabeza cuando se les señala que los aliados elegidos en tal lugar no representan a los ciudadanos y menos un proyecto democrático, sino que forman parte de redes criminales que usan la política para fortalecerse.

En estas condiciones vamos a las elecciones del 2018. Desde ya, y desde antes, todo se vale.

Lo que el Gobernador Corral ha expuesto es solo un botón de muestra del deterioro del sistema político en nuestro país.

Las traiciones, los embustes, la incapacidad de acordar un proyecto ciudadano que recoja la diversidad de la República, la erosión de la justicia, la derrota del lenguaje político, reducido este a una anquilosada demagogia, resumida en la frase que todos aplican: “vamos a cambiar la historia”, más desproporción de egos e ignorancia, se suman a los insultos y amenazas propios de las redes.

No hay cultura política en estas elecciones, sino la asfixia de quienes se rindieron a un pragmatismo exacerbado.

No obstante se multiplican los ciudadanos que sin importar partido político identifican las estrategias necesarias para poder retomar el camino de la nación, a partir de las condiciones locales. Buscan dar claridad a un proceso confuso que las elites centralistas pretenden imponer. Y es aquí, donde potencialmente se puede reconstruir la democracia extraviada.

Lo cierto es que los tres partidos que mal que bien estructuraron el paso del modelo autoritario al de una democracia a medio colapsar, están fracturados y debilitados.

El PRI quemó tempranamente las naves históricas de su propio discurso y quedó sujeto al éxito y vaivenes del mercado global en un territorio que puso en venta y en muchos casos acogió al crimen; el PAN olvidó sus tradición que le hacía ser un actor estratégico para un balance democrático acotado a la administración del estado por el mercado, una proyección megalómana lo terminó de resquebrajar; el PRD se desintegró al confundirse con organizaciones criminales en las localidades; Morena surgió, y su debilidad estructural al depender de un liderazgo carismático advierte de grandes limitaciones potenciales.

Con esas fuerzas políticas donde diversos actores pasan de una a otra buscando sobrevivir, el país se orienta a una batalla electoral cargada de presagios negativos.

Los independientes lleguen o no  a la boleta, serán actores testimoniales que más allá de sus diferencias y suerte señalan esa urgencia democrática de caminar sin los grilletes impuestos por un INE sometido a fuerzas no ciudadanas.

No se necesita una bola de cristal para pronosticar el posible colapso político que en estas condiciones se avecina para el país.

Ojalá los ciudadanos desde las regiones y localidades tengan la fortaleza y capacidad para darle sentido a un proceso desvirtuado de origen.

Un apunte sobre la ambigüedad de Cataluña

miércoles, noviembre 1st, 2017

Cataluña no está sola en esa dinámica histórica, es una frecuencia de estos tiempos donde los estados nacionales están en mutación por decir lo menos. Foto: Especial.

Si se llevan décadas construyendo una identidad supranacional que conforma la Unión Europea, que se concreta en dimensiones económicas, políticas, culturales, sociales, etc.; no es de extrañar que algunos de los tradicionales estados nacionales se vuelvan porosos y entren en una crisis de representación e identidad al interior  de sus territorios jurídicos. Las regiones diversas que los conforman, en muchos casos mantienen tradiciones culturales propias, e incluso conservan sus lenguas originales; y por diversas causas históricas y geopolíticas se asumen como sujetos nacionales con capacidad de independencia para vincularse directamente con el nuevo ente europeo, sin más intermediaciones.

Esta lógica de larga duración es la que tiene al presidente catalán, destituido por unos y confirmado por otros, en Bruselas. Carlos Puigdemont eligió a lo que denomina “el corazón de Europa” como el lugar para responder al gobierno español por la aplicación del 155, que no es otra cosa que el fin de la autonomía del gobierno catalán elegido democráticamente y acusado por usurpar los mismos poderes del estado español.

Una disputa jurídica cuyos resultados no sólo se darán en los tribunales y las urnas si no también en la vida diaria de millones de ciudadanos. Lo quePuigdemont y sus aliados están haciendo es recordarle a los poderes de la Unión Europea que ellos son ciudadanos de esa entidad supranacional y que deben reconocer de frente el conflicto político que no atañe solo al estado español.

Esta tensión estructural jurídica, podrá encontrar sus respuestas constructivas en el ámbito de la política. Y es en este territorio donde los cimientos institucionales democráticos de España comienzan a fracturarse. Las elecciones, como una vía para renovar esos cimientos, parecen tener su prueba de fuego el próximo 21 de diciembre, donde los partidos independentistas han aceptado el reto del presidente Rajoy, para anunciar participar en unas elecciones que a la vez consideran ilegítimas por el origen y condiciones de su convocatoria; pero que la realidad política y la competencia implícita de las mismas les hacen prever un posible triunfo, que ratifique su camino iniciado el primero de octubre con el referéndum llevado a cabo.

Cualquiera sea el resultado, si se da ese proceso electoral, obligará al estado español y a los catalanes independentistas a negociar y acordar un mapa de ruta, que incluso alcance con otros actores como el País Vasco a modificar la Constitución que tuvo su origen en el fin del franquismo y que parece ha cumplido su periodo histórico; manteniendo un ambivalente estado autonómico en el marco de una monarquía parlamentaria, donde los partidos nacionales con sus respectivos rostros regionales sostienen una permanente tensión política; ciertamente propia de una democracia, pero dilatada por la presencia de la realidad supranacional que implica la Unión Europea y que se traduce entre cohesión y separación.

¿Cómo articular el territorio de la península en estos renovados y complejos contextos?, ¿Cómo sostener una monarquía que se ha erosionado fuertemente los últimos años?, ¿Cómo encontrar los acuerdos jurídico-políticos que permitan a los trazos autonómicos, federales, republicanos encontrar sus ajustes y definiciones más pertinentes?. Las preguntas pueden continuar, lo cierto es que apuntan a un horizonte que permita imaginar que las tradiciones, las identidades, las regiones y sus intereses pueden encontrar renovadas formas de representación política, donde las independencias  de significativas comunidades históricas sean una posibilidad esperanzadora y no amenazante. Nacionalismos  en la globalización, es reconocer las voces del coro, no su dispersión, ni extinción, ni del coro ni de ellas.

La Unión Europea no puede ser ajena a toda esta experiencia ya que está en su propio origen. Cataluña no está sola en esa dinámica histórica, es una frecuencia de estos tiempos donde los estados nacionales están en mutación por decir lo menos.

Recordatorio para la política

miércoles, septiembre 13th, 2017

Tiempos de canallas, de héroes y santos, pero sobre todo tiempo para que emerjan los ciudadanos. Foto: Sitio oficial del Gobierno de Aguscalientes

Se representa a un país que es también un territorio histórico; que se asienta en un lugar que durante más de dos mil años ha tenido la presencia ininterrumpida de importantes expresiones civilizatorias. El llamado “territorio nacional”, como lo conocemos, el del estado-nación nombrado “México”, participa de esa herencia rica en su historia y cultura; aunque hoy en día se pretenda reducirla a un proyecto turístico y a un gran negocio de “real state made in México” cuya envoltura para regalo se oferta al mejor postor.

Pero no está de más recordar que la geografía histórica-política, nos ha posicionado en el cruce de caminos, al sur la herencia extraordinaria de culturas autóctonas que palpitan en su legado europeo e ibérico. Al norte las culturas nativas y la presencia anglosajona que alcanzó en su multiculturalismo del siglo XX a establecer el principal imperio de la modernidad. Hacia el Atlantico, África y Europa, hacia el Pacífico, Oceanía y Asia; país de de inmensos litorales en los dos grandes océanos y no obstante su cultura dominante es la del altiplano relegando esa riqueza marítima cuya vocación de amplios horizonte se olvidó en los siglos coloniales, (baste la excepcional experiencia del Galeón de Manila-Acapulco para recuperar esa mirada).

La política exterior está asentada en esta valiosa tradición y no se necesita refrendar una raza cósmica, como Vasconcelos pretendió acorde con los tiempos que le tocaron cargados de exagerados nacionalismos. No sólo se requiere estudiar, ver, convivir con este México de múltiples culturas y rostros, esencialmente creativo y naturalmente artístico; y a pesar de la densa sombra de violencia y crueldad que hoy lo acosa, impregnado de una generosidad que puede ser inmensa y sabia, sin limitarse a lo inmediato, porque sabe ver, esperar y ser.

México es una potencia media y mediadora, agota la diplomacia hasta el último segundo, privilegiando el diálogo y las rendijas del entendimiento. Hemos aprendido a convivir con la potencia del norte que suele meter sus narices en todos los territorios del planeta y hemos demostrado que no podemos ser sus lacayos si queremos que se nos respete como amigos. Si ellos van a la guerra, nosotros esperamos, si ellos rompen, nosotros sostenemos lazos, si hacen muros, nosotros puentes; sabemos de las asimetrías en la arena internacional y eso nos permite tener una mayor sensibilidad para buscar los acuerdos y sostenerlos en las condiciones más difíciles (recuérdese Cuba e Irak)

Con seguridad que esto les tiene sin cuidado a quienes toman las decisiones hoy en día, tanto en la política exterior como en la política interna. Ejercer el poder requiere una profunda fortaleza y humildad, en todos los niveles en que se asuma. Se necesita de disciplina interior, más hoy en día que se vive prácticamente a la intemperie bajo la tormenta digital que nos consume a gran velocidad.

Están desatados todo tipo de excesos y los que asumen el poder lo reflejan a cabalidad. Son esclavos de sus pasiones y de muchas otras que terminan arrojándolos al circo romano de la opinión pública, que se alimenta del despojo de la condición humana; un teatro político que cada minuto lanza al vacío esos restos de biografías truncadas.

Tiempos de canallas, de héroes y santos, pero sobre todo tiempo para que emerjan los ciudadanos. Dos principios claves para que ello sea posible: el balance (es la esencia de la utopía democrática y de la integridad personal) el compartir, la construcción de espacios que permitan la diversidad, la pluralidad, como cohesión y no confusión.

Si no leen lo que se avecina, si sigue la élite económica-política ajena a la historia y su karma, los tiempos por venir serán más que dolorosos. La irresponsabilidad que expresan los que ostentan el poder, es más que preocupante, muestra una ignorancia temible; y de todo ello no somos ajenos quienes escribimos en los medios públicos, firmando los artículos y opinando.

 

 

 

La geometría de la memoria

miércoles, septiembre 6th, 2017

“Dicasalarin”. Pintura de Tomás Calvillo

I

La biología de la imagen

 

Acaba de llover en el ayer

es el olor de la tierra mojada

 

de qué dimensiones era ese desierto

¿cientos de kilómetros?

y no se ha ido

perdura en mí esta madrugada fría

 

años después

lo llevo todavía

junto al mar y el calor

 

los sentidos conocen mejor que nadie

el truco del tiempo

son magos que aparecen

el mar Muerto en la isla de Luzón

los bosques de Languedoc

en las tumbas de la abadía de Westminster

la manada de burros de la noche de Real de Catorce

en la cafetería de San Cristóbal de las Casas

la mujer sola de la carretera de Eliat

en aquella ola suelta del poema

en la parada del autobús

de la colonia Roma en ciudad de México

 

¿qué diablos es el espacio

y sus medidas en nuestras vidas?

 

¿cómo logramos esa hazaña

de llevar al mundo dentro?

 

¿acaso el espacio

es lo eterno

y nuestros sentidos

su remembranza?

 

II

La brújula

 

La distancia duele

pero ayuda

nos permite encontrarnos

estar más cerca

 

reconoces de ida y regreso la memoria

reconoces los engaños más sutiles

que solemos encarnar

 

la distancia es conocimiento

plagado de detalles

que modifican su sentido una y otra vez

 

la memoria redacta sus discursos

y explicaciones y da pistas

 

asistes en primera fila

a la justificación de tus hábitos

a la incapacidad de cambiar

y al poder de hacerlo

 

el escenario eres tú

al igual que los personajes

tú eres el actor director y productor

descubres el guión de tu vida

te asombra saberte escrito

con otras palabras

cuyo significado ignoras

 

buscas volver a casa

pero no puedes

no hay manera en esta lejanía

en su espejismo

descifras los tenues movimientos

de un ángel victorioso y cansado

 

está a tu lado

no son los recuerdos

ni su ausencia

 

viene del relato del mundo

siempre te ha acompañado

hoy lo ves junto a ti

su extraña luz te inquieta

y tu sombra desaparece

 

no habla

tú olvidas

 

el silencio es mineral

un pedazo de cristal en el jardín

conserva tus deseos

alcancía de milenarios sueños

de otros y tuyos –no importa-

en sus geometrías no hay pertenencias

reflejan los incendios de las guerras

cada vez más cercanos

 

no entiendes por qué está aquí

ni por qué tú sigues aquí

 

le aplicas al destino tus decisiones

como si valiera la pena

esa improvisación de ceder tu lugar

 

su luz te arropa

y sientes la generosidad

como un soplo sobrenatural

 

está fatigado y aun así

aprecias su gesto

su gratuidad

 

la soledad es irse

hasta el fondo del mar

donde los cielos desaparecen

 

el peso oscuro te hunde

la densidad aplasta la luz

por eso te da su viento

sin mayores preámbulos

sus vientos son bálsamo

y el consuelo despreciado

que millones murmuran

en las madrugadas

 

ya no rezas

-esas escaleras fonéticas

se erosionaron hace años-

 

admiras la devoción de la arquitectura

los patios del afecto que no invocas

rompes los apegos a tiempo

y tratas de comprender mejor

los confines de los mapas

ese compás que gira y apunta

fija las rutas de la incertidumbre

y en una paz

cuya savia sostiene

la sombra preferida de tu corazón

te sumerges

el aroma de la vida

guía los pasos por venir.

La semilla de la sociedad bipolar

miércoles, julio 26th, 2017

Pintura. Tomás Calvillo

Las distancias se acortan, la vorágine de información y de exposición visual y auditiva en nuestro día a día, es ya una constante que nos impide tomar conciencia de lo que está sucediendo, de la aniquilación de un espacio y un tiempo donde el ritmo de nuestras vidas permitía aún el silencio y el vacío necesarios para cohesionarnos con la naturaleza sin intermediaciones, ni discursos de ningún tipo.

Todo ello quedó en la memoria, misma que comienza a desintegrarse, procesada como datos, capturada en secuencias y algoritmos, perdiendo contenidos y su propio tiempo ido. El presente dominado por el instante codifica toda la experiencia desde esa condición. La eternidad misma como concepto se extingue.

La posibilidad de manipular células y mares, átomos y cielos y maravillarse de la realidad virtual que absorbe nuestra presencia como representación y la acomoda a su antojo en la percepción colectiva, sin límites aparentes; todo ello podríamos, al menos como hipótesis de un ejercicio intelectual necesario, ponderarlo al advertir su extravío sin posibilidades de retorno, a corto y mediano plazo.

Desde esta perspectiva, cuyos antecedentes más cercanos son los llamados “locos veintes” del siglo pasado, se apunta a un incremento sin parangón de la violencia y la destrucción. La guerra como destino ya se vive en varias regiones del planeta, aquí mismo en nuestro país, está presente con sus características de intermitencia y fragmentación. Y todo ello no es solo un tema geopolítico, económico y de estrategia y supervivencia, es, en mucho, una consecuencia de la inserción de la condición humana en la lógica del aceleramiento y hegemonía tecnológica que altera por decir lo menos el tiempo y espacio de la conciencia individual y colectiva.

El trastrocamiento  de ritmos biológicos en la cotidianidad y la aplicación científica-tecnológica en toda la gama de la vida (alimentos, salud, movimiento, etc.) provocan la alteración violenta de los entornos  y del hábitat que afectan la articulación de las comunidades consigo mismas y con la propia tierra. Se crean así condiciones que detonan la agresión a manera de catarsis y se enaltece a la misma al convertirla en una expresión del éxito.

El tema de fondo es cultural y parte de una fractura previa que tiene su origen en la propia experiencia del conocimiento, de su entendimiento  y bifurcación; donde el  cuerpo y la mente se separaron al igual que lo hicieron la materia y el espíritu, como componentes sustanciales del ser humano. De ahí proviene la semilla de la sociedad bipolar en que nos desenvolvemos o creemos hacerlo. La llamada era postverdad, es una esquirla de todo ello. Invertir el orden del conocimiento que permita terminar con esa dicotomía es una tarea indispensable para reorientar la dinámica en que nos encontramos y que parecería implacable e inevitable.

 

 

La erosión del Alma

miércoles, julio 19th, 2017

La sensibilidad se ha desgastado ante el exceso de información y de eventos que se acumulan día a día. El dolor ha perdido su exigencia implícita de reformular las condiciones que lo expresan. Pintura de Tomás Calvillo.

Anidar la experiencia en el pensamiento, elaborar la palabra para desplegar la imagen al asumir  el espacio y al hacerlo, pronunciar el lugar.

Hay un registro de todo ello que se resume en la expresión origen. Esto ya no es, no más. Se ha relegado, carece de interés y sentido. Para qué relacionar la  experiencia y el pensamiento, para qué pronunciar la palabra que permite la imagen y encarna el lugar, para qué preservar el origen.

La transmutación del ser humano a la máquina fue un antiquísimo anhelo, propio de la ficción, que hoy se cumple en una realidad trastocada y para millones cada vez más amenazante. Los logros tecnológicos-científicos en la vida cotidiana no han resuelto las inmensas desigualdades y los catastróficos daños a la naturaleza.

La sensibilidad se ha desgastado ante el exceso de información y de eventos que se acumulan día a día. El dolor ha perdido su exigencia implícita de reformular las condiciones que lo expresan.

La violencia predomina con sus diversas máscaras: la del capitalista audaz  y agresivo exaltado como un gran negociador; el del político pragmático cuyo poder justifica todo tipo de infamia, misógino, que oculta sus carencias vitales; la del sicario intelectual que determina cómo gira el mundo en su función de juez inapelable para quien la compasión es repugnante debilidad.

Es el reino de la desnuda violencia como fuente de poder económico y político, criminal en su naturaleza que arrasa y suprime y se convierte en un modelo de conducta.

La arrogancia, es su envoltura en la cultura de los triunfadores que se vende tanto en el campo de la educación como en el laboral. La arrogancia de un saber que no respeta su entorno, que explota hasta sus propios sueños en su sed insaciable por apoderarse de todo lo que encuentra a su paso.

Solo hay que escuchar los discursos de los políticos, de los empresarios poderosos, como pretenden definir la vida de millones, como simplifican ese poder mismo de la naturaleza, como renuncian a la condición humana  de saberse actores de paso bajo la inmensa bóveda del misterio que nos permite estar aquí, por unas cuantas horas medidas en nuestros actos.

Todo está codificado, encapsulado y multiplicado en innumerables formas que se retroalimentan  una a otra. Estamos desapareciendo ya no sólo biológica sino culturalmente. Esta dinámica es ya una carencia, una ausencia.

La acumulación de unos cuantos de forma brutal en sus dimensiones y la masificación del orden cibernético que expone en continuas e inacabables series toda exterioridad, cavan un enorme hueco en el centro de gravedad de la condición humana; la aniquilación del alma caracteriza este complejo y denso periodo  donde la cultura es una sombra del dinero y en el mejor de los casos su cobijo; la cultura como riqueza de la creatividad colectiva se transformó en alienación masiva a la tecnología; triturada cada vez más por el mercado.

El apropiamiento de los sentidos para alimentar la sociedad de consumo extraviada en su propia embriaguez, donde el exceso es su rostro más apreciado, constriñe las facultades primarias del ser y le impide explorar sus propias huellas que le nombran y le otorgan su identidad.

Atrapados en los circuitos programados que se reproducen en diversas escalas y facilitan la llamada interconectividad, elevada a valor supremo, nos reconocemos en un océano de emociones y satisfactores que esclavizan la mente y el cuerpo, cortando los lazos esenciales con la propia naturaleza en la cotidianidad de la vida. La mente está sometida a la inmensa maquinaría de un subconsciente colectivo que es industrializado y procesado en la realidad virtual para incorporar más adictos al mercado de la comunicación e información, carente ya de contexto y contenido.

La escenografía se apodera del espacio y sustituye al lugar posible. En el fondo lo que se busca es aniquilar el alma y con ella al primer y último conducto de la vida.

 

El desafío de Entender

miércoles, julio 12th, 2017

No hay horizonte, ni dirección, si en cambio continúas rupturas y violencia creciente. Foto: Especial.

Para  Alberto Athié, infatigable en el camino de la justicia.

 

La vida pública de México esta desarticulada y va a costar tiempo y trabajo rehacerla.

La clase política fragmentada, que se sabe vulnerable ante el caos que comienza a dominar en el quehacer cotidiano de los asuntos políticos, lucha por su sobrevivencia.

No hay horizonte, ni dirección, si en cambio continúas rupturas y violencia creciente. Las elecciones expresan una gran ambigüedad, entre convertirse en un desgastado distractor o en la oportunidad de reordenar todo el escenario nacional, lo que implica necesariamente grandes sacrificios que muy pocos están dispuestos a asumir.

Las alianzas y demás frentes pretenden ignorar lo fundamental: asumir el estado de emergencia en el que se encuentra el país y que obliga a hacer una profunda limpia en todas las fuerzas políticas para sacudirse el crimen que las cercena.

Política y crimen en nuestro país se han vuelto inseparables, son la ecuación de una democracia fallida. Resolver eso es el primer paso para impulsar cualquier frente político o alianza o coalición. No obstante se pretende obviar todo ello, y reducir la impunidad y la corrupción a escándalos mediáticos de temporadas electorales y elegir algún candidato que por arte de magia extinga la criminalidad sistémica que afecta a sustratos importantes de las instituciones políticas, de justicia, económicas y de seguridad.

Los tiempos electorales van estar sometidos a una gran presión social debido a esta descomposición pública, que advierte ya de una insurgencia cívica que comienza a emerger en diferentes lugares y de diversas formas.

La ejemplar lucha de Alberto Athié y quienes lo acompañan, es una señal de la capacidad de organización de los ciudadanos, que como él, han vencido el miedo, la amenaza, la diatriba y se enfrentan a la cúspide de la élite que representan ciertos sectores del clero católico, mismos que han tejido una red de intereses con grupos económicos y políticos poderosos.

El surgimiento en San Luis Potosí del Frente Ciudadano contra la Corrupción que puso en evidencia la estructura criminal de los “moches y chantajes” como una pretendida normalidad al ejercer los cargos de representación popular; es otro ejemplo de las acciones ciudadanas que se expresan a lo largo y ancho del aún territorio nacional.

Las movilizaciones de la nación Zoque para evitar el despojo de sus tierras en aras de la venta de los recursos energéticos del país, expresan otros ángulos y rostros de este ánimo nacional que está más allá de las apuestas electorales y advierte de definiciones  más profundas que habrá que asumir.

La erosión del entramado social es grave y amenazante, ha herido a millones de familias y el dolor es profundo. No hay negociación política posible sin justicia y ello implica replantear desde sus raíces el sistema político en conjunto.

El Estado Nacional ya no está como lo conocíamos, atravesamos un periodo de mutación sociológica, caracterizado entre otras cosas, por la globalización tecnológica y la hegemonía de una fugacidad alimentada por la obesidad del poder del dinero, que carcome los cimientos de la política. Ojala tengamos todavía capacidad de entendernos.

 

La arqueología de la cotidianidad o la pérdida del prójimo

miércoles, julio 5th, 2017

Lo lúdico de la infancia se traslada a lo virtual de los juegos, cuyo costo mantiene las diferencias sociales fortaleciendo la individualización y aislamiento en los procesos de socialización. Foto: Tomás Calvillo.

“Tu dosis de diversión diaria” es una frase que resume las nuevas rutinas que no dejan de ser una invasión a la cotidianidad de cada uno y de todos; también puede advertirse como una programación masiva.

El mercado dominado por la tecnología se apodera desde el inicio de la jornada y permea las horas de labor y recreación.

En este tiempo despojado a la naturaleza se ausenta la memoria, esta se recluye a un rincón de desechos que carecen ya de cualquier sentido funcional.

Los relatos de los abuelos o padres, no encajan, no tienen lugar, ni hora, ya están procesados, en todo caso por algún programa, en alguna entrada del internet para quien se interese por un pasado hipotético. Los recuerdos familiares quedan incrustados en las imágenes, en los álbumes electrónicos. Todo se condensa.

Lo lúdico de la infancia se traslada a lo virtual de los juegos, cuyo costo mantiene las diferencias sociales fortaleciendo la individualización y aislamiento en los procesos de socialización. Estos últimos son programados por las grandes compañías productoras, dedicadas a apoderase de los cuerpos y fijarlos, trasladando sus habilidades a la narración visual. En ello el lugar se pierde, se transmuta en el juego electrónico.

El prójimo como relación de mutuo descubrimiento, de acompañamiento, de memoria colectiva y continuidad, comienza a desaparecer. Ya no está, es una herramienta más, intercambiable como cualquier programa. Lo que encontramos en nuestro camino no tiene presencia solo es un instrumento para alcanzar nuestros deseos, impulsados por el tiempo mental que ya no nos pertenece.

El subconsciente es el dueño de la expansión del mercado, por lo mismo la basura cultural impera. En la expresión verbal se aprecia y también en el gusto por la violencia y el poder descarnado.

Los discursos políticos pretenden ignorar esta atmósfera donde respiramos y donde se elaboran sus pretensiones.

La sociedad está entrampada, porque esta dinámica ha enaltecido a los más diestros en acumular riqueza material, y en un mundo tan desigual, el lograr esa meta promueve a los crimínales de toda estirpe. La democracia sostenida más en el dinero que en la voluntad popular, se degrada y se extravía en la crueldad de las profundas desigualdades y de la violencia que impone su reino del terror en diversos lugares del territorio llamado “nacional”.

La corte pública donde a todas horas se dirime este inmenso entuerto sirve de recipiente colectivo de una psique cada vez más confundida. Como válvula de escape funciona al igual que su función depredadora de vidas caídas en desgracia por voluntad propia o por accidentes sociológicos al estar en el lugar y la hora precisa para un sacrificio necesario.

La democracia está ahí atrapada con y sin adjetivos, triturada tanto por su abuso de anhelos como por su avasallante peso de miseria humanas.

Por lo mismo sostener el sentimiento generalizado de vulnerabilidad que otros nombran incertidumbre, es un factor indispensable para que la barbarie tecnológica siga expandiendo su reino, sin reparo alguno.

Poder caminar con los amigos, conversar sin temor a la intemperie, teniendo como interlocución  únicamente nuestras voces, y ahondar en los temas que conciernen a nuestras vidas, sin intromisión de los guiones virtuales, ni las escenografías de los medios, acotando a los discursos del poder y su laberinto; escuchar el relato de nuestros sueños, sin divanes y apreciar el lugar que compartimos bajo la inmensidad del cielo, pareciera una escena milenaria, casi perdida en los umbrales del tiempo.

Los motivos de la Dignidad

miércoles, junio 28th, 2017

El liberalismo emergía en su amplia gama, desde los moderados, hasta los radicales, así ha sido la historia política de esta región y del mismo país. Foto: Especial.

Nuestra sociedad contemporánea por definición esta congestionada. La brutal explosión de información cotidiana nos impide focalizar y profundizar en lo que importa y es estratégico para evitar el deterioro nacional al que asistimos y del que formamos parte. Tendríamos que respirar pausadamente, con frecuencia, para tomar conciencia de lo que pasa.

El reino de la política no permite esas pausas, esos paréntesis, es una maquinaria trituradora de los tiempos colectivos e individuales.

La etapa por la que atraviesa México, nos obligaría a hacer un “détente” una reflexión colectiva, un paro cívico. Pero la resquebrajada democracia en la que estamos no lo permite, porque vive en y de la precipitación continua de los procesos electorales. Enajenar a los ciudadanos es un juego perverso sin fin, la democracia en ello se ha reducido a un negocio más.

Los resultados están a la vista de todos. Por eso lo que sucede hoy en San Luis Potosí es una bocanada de aire fresco. Ante las fraudulentas elecciones recientes organizaciones ciudadanas potosinas han retomado una tradición política ejemplar que se remonta a la primera década del siglo XX.

Me refiero a la de los Precursores Intelectuales de la Revolución Mexicana, como los nombró James Cockcroft en su emblemático libro; a los potosinos Librado Rivera, Antonio Díaz Soto y Gama, Camilo Arriaga y más ciudadanos que junto a los hermanos Flores Magón decidieron levantar su voz, organizarse y comenzar a actuar para acabar con la dictadura de Porfirio Díaz.

El liberalismo emergía en su amplia gama, desde los moderados, hasta los radicales, así ha sido la historia política de esta región y del mismo país.

Décadas después surgió el movimiento navista que encabezó una insurgencia cívica por la democracia durante los años más férreos del estado de partido hegemónico en la década de los 50 y 60 del siglo pasado. La represión a los navistas, obreros, profesionistas, empresarios y el encarcelamiento y tortura de su líder el Dr. Salvador Nava Martínez, obligó a la ciudadanía potosina a replegarse y esperar mejores tiempos.

Desde entonces, fueron la primera expresión de una lucha encabezada por un candidato independiente que convocó a una coalición de fuerzas políticas de izquierda, derecha y centro. Era la expresión de lo que podemos nombrar como el civismo social que reapareció en la década de los 80 y a principios de los 90. Ese civismo social fue el fundamento para buscar construir una sociedad política que pudiera edificar la democracia del país. Por diversas causas esto se perdió.

El aceleramiento de todos los procesos de la sociedad contemporánea tienen en el ámbito de la política esa consecuencia, no hay tiempo para construir sociedades democráticas, para buscar acotar drásticamente los desequilibrios sociales. Los actores políticos terminan convirtiéndose en pequeños poderes que administran el flujo de capital en los espacios públicos subordinando la lógica y los mecanismos de un sistema democrático a las dinámicas y tensiones de un capitalismo salvaje, donde el binomio crimen-política, conviven y expresan la incapacidad sistémica, para que las profundas desigualdades del país encuentren sus vías de solución.

Esto que hoy en día se conoce como “corrupción e impunidad” y es el rostro más visible del sistema político en México, es lo que en San Luis Potosí recientemente es cuestionado de manera tajante por diversos grupos sociales que se reconocen en la tradición del propio navismo. El tema focalizado es la corrupción e impunidad que se estructuran desde el Congreso del Estado, realidad no ajena a la de otros Congresos, y que anuncia los movimientos políticos nacionales que trascienden a los partidos y que pueden retomar las huellas del civismo social.

En el reciente desplegado del 26 de junio se hace un llamado al pueblo potosino:

Es momento de insistir en la exigencia a quienes hoy integran el Poder Legislativo actúen como reales representantes populares. Ante sus antecedentes de dar la espalda a la población, resulta necesario acompañarlos cada vez que sesionen e impedirles que tomen acuerdos en contra de la sociedad. En consecuencia, resulta imperativo asistir este jueves 29, a las 10:00 horas, a la sede del Congreso del Estados, frente a la Plaza de Armas, para insistir en las siguientes peticiones:

  1. No a la impunidad para los responsables de la red de corrupción Congreso-Auditoría. Sí a las medidas necesarias para evitar que la faciliten. Por lo tanto, exigimos la eliminación total del fuero en el Estado.
  2. Ante el descrédito de las auditorías a las cuentas públicas por la corrupción excepcional, nueva revisión excepcional porque hoy carecen de credibilidad.
  3. Integración de los órganos fundamentales del Sistema Estatal Anticorrupción a propuesta de los organismos empresariales y de la sociedad civil, con blindaje para evitar que los nombramientos del Fiscal General, el Fiscal Anticorrupción y el Auditor Superior del Estado sean cuotas partidistas o atiendan a intereses de personas o grupos políticos.

Los desafíos son muchos pero ciertamente lo que comienza a suceder en San Luis Potosí muestra las complicidades de sectores del Gobierno Federal y de autoridades locales y actores privados que han construido una trama de intereses legales e ilegales que buscan operar el control político y económico a través incluso de introducir la amenaza, el miedo, el chantaje y el anonimato. Esta estrategia que representa el umbral de una “cultura del terror” parece haber alcanzado sus límites y tocado una fibra profunda de la tradición política potosina: La Dignidad.

Si bien las redes han ocupado el espacio de la comunicación comunitaria y en su fragmentación no han logrado reemplazar ese civismo social que conformó a las sociedades de los 50 y 60 del siglo XX sus capacidades potenciales para lograrlo requieren de vincular la experiencia y la imaginación.

La estrategia es sumar civismo social a partir de las localidades y usando las redes para acortar distancias y facilitar apoyos. Para ello es necesario ejercer una crítica profunda de los medios electrónicos, del Internet y de sus usos cotidianos en la política (no convertirlos en el basurero del subconsciente).

Buscar en el lenguaje, en la palabra, el primer nivel de ese civismo; no alentar los insultos, el menosprecio, menos entre actores que buscan hacer mejor las cosas y se encuentran en diversos grupos políticos y sociales. Defender la dignidad de la palabra puede ser un buen principio. No hay formulas pero algunas huellas son valiosas de recordar para permitirnos caminar lentamente sabiendo que al fin la pátina por donde andamos viaja a gran velocidad.

La etimología de la Devoción

miércoles, junio 14th, 2017

Vivimos una exaltación permanente, que por lo mismo, también ha mutado su naturaleza. Foto: Especial.

El parpadeo de la vida importa por su potencial experiencia de eternidad que representa, existe un anhelo innato en ello.

Nuestros días y noches, lo sabemos bien, se convierten en horas, minutos y segundos hasta ser destellos de memoria.

Los sentidos suelen invocar esos años idos; minúsculas  huellas en las extraordinarias madejas  del cerebro. Aromas, texturas, imágenes, sonidos, convocan mundos que creíamos extintos.

Es difícil decir que esta época es mejor que las anteriores. Lo cierto es que estamos más agobiados mentalmente por las avalanchas intermitentes de imágenes, información y ruidos. Lo externo se ha vuelto dominante. “El grito” de Edvard Munch, el expresionismo en general como una de las tradiciones del arte, intuía ya esa alta tensión que emerge de nuestra cotidianidad; la tensión de la psique en su andar por el frágil puente de la vida, que se ha incrementado en nuestro presente.

En la multiplicación constante de bienes y productos, que representa la sociedad de consumo, creemos encontrar el rostro de la libertad. Es el triunfo de la exterioridad, del imán de los sentidos capturados por la satisfacción inmediata de los deseos. Ya no es la cultura del hedonismo, este ha sido aplastado, exprimido al máximo; desvastado por los excesos que desfiguran aún su excelsitud posible.

Vivimos una exaltación permanente, que por lo mismo, también ha mutado su naturaleza. Si pudiéramos representarlo en un paisaje, estaríamos ante un precipicio, no ante una montaña, por la precipitación dominante, por la perforación de la tierra y la mente, que deja esa sensación de agotamiento existencial, por la caída al vacío. La montaña ya no nos pertenece, no tenemos ni paciencia, ni tiempo, e incluso ni voluntad y deseos de subirla.

Cada día preferimos arrojarnos a esta rutina, y si no lo hacemos ella misma nos atrapa en su continuo parloteo electrónico. Es como un taladro, ya no el martillo, este se ve torpe, lento. Los instrumentos abren el instante y permiten que se adueñe del mundo, estamos convocados cada minuto, cada respiración a conectarnos. Somos los asiduos clientes del espectáculo sin fin.

El día y la noche se están desintegrando. Podemos manipular la luz y la oscuridad a nuestro antojo. Es la cultura del instinto convertido en nuestro dominio, tenemos ese poder masivo e individualizado de prender y apagar el mundo, de elegir el drama, las tragedias, las comedias y de sacrificar a la muerte misma,  vaciándola al exponerla como un personaje más de esta trama que una y otra vez se reedita.

La rebeldía de los “memes”, ese mismo oxígeno del humor, se resiste a su propia trampa de transformarse en el hábito de una competencia que termina por recrear el espectáculo completo. Tiende a ser un adhesivo más.

No se trata de negar este océano electromagnético que llaman “ciberespacio”, ni sus logros, pero si se necesita advertir de su desquiciamiento que se asume como normalidad en la propia psique individual y colectiva.

Hay un desbalance que preferimos postergar, menospreciar, o ignorar al no poder caminar en la vida ya sin necesidad de mediaciones electrónicas.

El éxito de los “zombis”, en el espectáculo de la ficción no es ajeno a esta hipnosis que se exalta y se reafirma así como expresión de la creatividad y la libertad tecnológica. No reflexionamos sobre la naturaleza de ello, sobre el alcance de sus dimensiones en el quehacer humano, preferimos apostar a un silencio que confirma la aceptación de cada renovado invento del cual debemos de participar poseyendo. Si, esa es  una de sus virtudes distribuir por millones la capacidad de poseer; no importa el costo, mientras el negocio lo permita.

La igualdad del consumo tecnológico es la síntesis de la utopía socialista y la realidad capitalista. Ahí se gesta lo que vendrá sin que podamos aplicar un ultrasonido a este próximo parto, que sin duda apunta a ser el rostro de una mutación impredecible.

Hay en ello, una sustitución de la fuente de la vida, el endiosamiento puede ser jerárquicamente distinto, pero su realidad es total, alcanza a millones.

Somos estos pequeños dioses que expandimos nuestras imágenes sin fronteras, ni límites, cualquier deseo está al alcance de nuestra mano, la virtualidad es nuestra propia historia de la encarnación.

Nosotros también pretendemos encarnar en cada imagen que editamos y propagamos. Ya no son las evocaciones de la memoria dentro de uno, si no la exhalación, el sudor tecnológico de nuestra finitud.

La nueva idolatría forma parte importante de la actual circulación económica, y se ha convertido en un bien cultural que se renueva continuamente en sus capacidades de “tecnología total”; es en mucho el soplo de las ganancias.

En todo ello se ha ido perdiendo una tradición milenaria que nos permitiría recuperar la proporción de las cosas, ahorrándonos lo que podemos denominar como un “desgaste civilizatorio”; me refiero a la antiquísima practica de la devoción, que abarca el conocimiento holístico del individuo, la sociedad, la naturaleza y el planeta.

La devoción es un conocimiento que requiere de disposición interior; y del silencio previo para reconocer el lugar donde estamos.

Ante la soberbia, la sabiduría de la tierra: el balance

miércoles, mayo 31st, 2017

“María de Jesús Patricio Martínez fue nombrada vocera y candidata del Consejo Indígena de Gobierno para la Presidencia de la República en 2018. Hasta hoy Marichuy, como se le conoce, dirigía la Casa de Salud Calli tecolhuacateca tochan, lugar para el ejercicio de la medicina indígena tradicional en la comunidad nahua de Tuxpan, Jalisco.”[1]

Se escucha ese rodar de las piedras, es un crujir, golpes secos se intercalan en este desprendimiento; hay un ritmo marcado por silencios que son honduras, es el latido de la montaña que nos distancia del abismo.

Somos un cuerpo fracturado y no reconocemos nuestras partes.

Estamos desgajados.

La danza nocturna tiene esa magia de convocar el fuego y recordamos al amanecer nuestras cenizas dispersas en la inmensidad que nos contiene.

Que bien que eligieron a Marichuy; Ella cura, sabe de la tradición, de esas piedras que ruedan en la oscuridad y se hunden en el río profundo de los pueblos.

Ella está ahí ahora con su voz y sabiduría.

Que bien que sea candidata, mujer, indígena, curandera, ¿qué más credenciales se quieren para un país que ha perdido su rumbo?

Que bien Ella, ahí emergiendo ante la oscuridad que las ciudades imponen, sombras pesadas de asfalto, lugares sin eco.

Ella ahora caminará como siempre, sin desplantes y será distinto; con las palabras tejidas de semillas de un alma colectiva muy antigua.

Sembrará aquí y allá sus vocales y consonantes, y muchos acentos envueltos en silencio para ver bien aquello que no se quiere ver y ver también aquello que se debe ver.

Su alegría es única, sin aspavientos, proviene de la habitación amorosa de los suyos que  siempre ignoramos; su alegría que aplaca el dolor, extrae su coraje  anudado y le otorga una vereda, una respiración.

De que otra manera se puede ser curandera.

Ella tiene el amor de la tierra y de los suyos; y Ella los cuida enseñándoles a caminar bien.

Gracias por este viento fresco, por esta tormenta fértil que se avecina, por este árbol de la vida que nos reúne.

[1]Con información de Revista Tukari y Tercera vía: http://terceravia.mx/2017/05/maria-jesus-patricio-la-candidata-del-cni/

La anemia de la Patría

miércoles, abril 26th, 2017

La moneda está en el aire, y es cierto, águila o sol pueden significar lo mismo; la diferencia está en el cobre o la plata, es decir, de que estamos hechos. Pintura: Tomás Calvillo

La incapacidad que hemos mostrado como país, tanto a nivel de gobierno como de la sociedad civil frente a la actitud agresiva e insultante del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresa la anemia de la Patria.

Las amenazas que implican a corto y a largo plazo los discursos discriminatorios, las hemos asimilado en banales polémicas políticas y múltiples expresiones de enfado que carecen de sustancia y acción. Y a pesar incluso de que reconocemos nuestra débil respuesta ante ese desprecio que proyecta hacia nosotros el actual presidente del vecino del norte, no nos hemos cuestionado qué significa esa conducta blandengue que sorprende a
muchos más allá de nuestras fronteras. ¿Qué les pasa a los mexicanos?, ¿dónde está su carácter y dignidad?, ¿dónde su historia?

Hacemos oídos sordos, seguimos con nuestra rutina de madrearnos unos a otros, con diversas técnicas y en todos los espacios al alcance del joder tan arraigado; desde el golpe bajo de la traición, hasta el narcisismo locuaz de los grandes corruptos de la política y la paranoia encarnada de los millonarios, que ya buscan invertir en la casa de bolsa de la eternidad para engrandecer sus almas. Y así en esa exhibición mundial de pasividad, por decir lo menos, ya estamos inmiscuidos en las elecciones del 2018, donde el que arroje más mierda alcanza el premio de la popularidad del día.

Tuvimos la oportunidad de mostrarnos cómo un país con entereza, con conciencia de nación y desechamos esos momentos envueltos en la capa parpadeante de las emociones fugaces, sin poder sacudirnos la densa confusión que nos comienza a asfixiar. Fue un preámbulo que hubiera ayudado en gran manera a solidificar el basamento social, evidenciando la textura de un alma nacional antes de la inserción en el proceso electoral del 2018,  al que hemos entrado a punta de insultos, mentiras, agravios, donde las mutuas acusaciones de corrupción y criminalidad se vuelven  el alimento de cada día.

Somos testigos de la ausencia de generosidad y visión de unos y otros, de un cinismo que raya en la complicidad criminal. Todos quieren y nadie puede, debía de ser el lema de campaña del INE.

Antes y frente a nosotros están dos temas fundamentales, el de Trump y su imperio “bananero”, y la violencia que vulnera las entrañas del nombre que nos articula como identidad: México, cuyo rostro son las víctimas, los desaparecidos, la expresión más acabada del capitalismo salvaje. Si, dos temas que hace tiempo nos deberían de haber unido, acallando a los partidos políticos, silenciando sus discursos y al aparato mediático que los reproduce cada minuto editando la información y desplegándola auditiva y visualmente. Dos temas que nos deberían de hacer caminar brazo con brazo sin distinción alguna para encontrar el camino que nos permita salir del infierno en que hemos entrado. Caminar real y simbólicamente hasta concentrarnos en las plazas de nuestras ciudades y mostrar y demostrar que merecemos ese nombre que nos identifica como mexicanos.

No obstante pareciera que no estamos a la altura de los desafíos que vivimos, que hemos renunciado a lo mejor de nuestro pasado como herencia y tradición de coraje y dignidad, que aceptamos el presente como fatalidad, sin posibilidad alguna de asumir nuestro propio destino.

La moneda está en el aire, y es cierto, águila o sol pueden significar lo mismo; la diferencia está en el cobre o la plata, es decir, de que estamos hechos.

Impostergable aliento

miércoles, abril 19th, 2017

La angustia y la violencia que se entrelazan y se convierten en un hábito sociológico, no son ajenas a ello. Pintura: Tomás Calvillo

Nuestra proporción está en la tierra no en el cielo. Nuestra aspiración si está en el cielo, porque ahí se funda la estructura básica del conocimiento; sea como indagación del misterio enmarcado en lo sagrado, o como concreción de la razón a través de la ciencia que se despliega ante el infinito, trastocando lo posible y lo imposible en el territorio sin límites de la paradoja que nos expresa.

Es ciertamente en la aspiración del cielo donde se origina el fuego de la pasión y la razón: el lenguaje que articula la trascendencia que alumbra las elecciones civilizatorias del conocimiento y la convivencia.

Los libros sagrados de las tradiciones religiosas están ahí, son su narración; la física, la astronomía, la biología y demás son su relato contemporáneo.

Esa aspiración que genera la danza misma del pensamiento, no da la espalda a la tierra, ni se aparta de ella. La materialización de la aspiración, su dinámica, es la que provoca la ruptura, la dislocación, el desprendimiento, al volcarse en un creciente apetito por la propia materia producida.

Estamos viviendo este segundo cósmico de agitación y agotamiento, un binomio que es frenesí, no fervor, que nos engulle en su imparable producción del espectáculo del yo en sus múltiples apariencias.

Estamos alienados en la producción continua de representaciones cuyo único sentido es nuestro vaciamiento.

La angustia y la violencia que se entrelazan y se convierten en un hábito sociológico, no son ajenas a ello.

Lo exponencial se apropia del individuo, de cada uno, lo singular se desintegra en una pluralidad sin contenido alguno, es una expresión de la suma cero, no de lo colectivo: solo moldes sin rostro, ya ni espejos.

La apropiación de la interioridad es la gran victoria del poder contemporáneo de la sociedad tecnológica de la información (remplaza a las iglesias y al estado)  y también es la derrota de la aspiración que está en el origen  de nuestro caminar: ese cielo que respiramos como conocimiento propio de nuestro estar.

En el fondo está  el pretendido engaño a la muerte (su difamación) ya no como conjuro, ni siquiera como intuición lúdica literaria… “anda puntilla de rubor helado, anda vámonos al diablo”[1]…hoy se trata de su banalización  que  la soberbia del dominio visual expresa;  suplanta la metáfora de la vida misma con la realidad virtual exacerbada  en su presencia continua  desde el desayunador hasta la habitación nocturna.

¿Cómo recuperar la interioridad para retomar nuestra proporción con y en la tierra?

La relación entre respiración y mundo visible es clave para lograr ese balance perdido, puede ayudarnos a encontrar ese ritmo que no depende ya de la producción material: los ejercicios del silencio ante el ruido, la gimnasia del ser ante el teatro de sombras en la pantalla de nuestra de cotidianidad…

[1] Muerte sin fín, José Gorostiza

El siglo XXI: el laberinto

miércoles, abril 12th, 2017

La palabra perdida del corazón, por Tomás Calvillo

 

Es necesario que el  hombre, con esfuerzo resuelto,

tome por sí mismo la propia determinación de su ser:

Este esfuerzo resuelto ya es existencia…

Karl Jaspers

Podemos advertir que desde la segunda mitad del siglo XX el bagaje científico y cultural, aliado a los estados nacionales como organizaciones estratégicas de las sociedades contemporáneas, desarrolló de lleno un modelo educativo (con múltiples variantes) organizado en torno a la lógica de la tecnología adherida al comercio, como pauta fundamental de un nuevo ritmo civilizatorio. La premisa de reducir el tiempo y acortar la distancia en prácticamente todos los quehaceres de la vida privada y pública, derivó en un hecho sin precedente alguno: se afectó el hábitat pero sobre todo se despojó al ser humano de su tiempo y espacio donde había anidado su historia.

La apuesta del llamado progreso como crecimiento inagotable nos distanció día a día de la naturaleza: los rascacielos sustituyeron a los bosques como paisaje privilegiado, para mencionar una sola muestra de este pasaje donde nos encontramos.

La velocidad como un valor de la vida cotidiana expresado en la tecnología del transporte y de la producción masiva de enseres, alimentos, etc.; las maravillas de los trenes bala, de los aviones, de los autos; esa elección de acortar distancias aplicando la ciencia y la tecnología  para impulsar primero el transporte y de allí a todos los medios, particularmente los electrónicos de comunicación. Un proceso admirable que olvidó o menospreció algo interno, más profundo, oculto en la misma materia, en la misma psique, que desbordó el nido, la estructura básica donde el tiempo-espacio había acogido a la humanidad en su devenir.

La velocidad siempre había estado ahí, en la destreza del mismo cuerpo, su caminar, su correr, su resistencia. No obstante eso fue quedando atrás, y el conocimiento aplicado a las diversas fuentes de energía, desde los bosques hasta el petróleo y sobre todo el del reino interno de la materia, su universo, sus astros minúsculos pero inmensos de poder, convertidos en la energía nuclear; codificaron la relación con la naturaleza sometida a esa premisa: la velocidad vertiginosa, el aceleramiento de las partículas comenzó desde lo más hondo y entrañable de la naturaleza a desmontar ese vínculo entre el espacio y el tiempo hasta emerger en la atmósfera del propio quehacer humano, en sus redes culturales cotidianas.

El tiempo cósmico de los grandes ciclos anuales, los calendarios lunares, solares, se transformaron hasta ser capturados en los espacios cerrados de las fábricas y las ciudades y en sus poros de tecnologías que absorbieron  la aceleración sistémica.
Los horarios, los segundos, las milésimas de segundos, los relojes checadores, los ritmos de la producción industrial, todo ello ya ha sido narrado de alguna manera, sin embargo no así, las otras consecuencias,  de esa necesidad de acortar el tiempo para ir de un sitio a otro, que ha trastocado el espacio en su sentido histórico de ser un  lugar,  hasta casi desaparecerlo a la vez que se comprime la experiencia de la vida misma. Ahora  podemos vivir más tiempo biológico, pero mental y culturalmente ese tiempo lo hemos reducido con severidad.
Más que descubrir una paradoja tenemos que reconocer que nos encontramos en un laberinto. El antiguo mito nos habita, no lo habitamos: como consecuencia de la realidad virtual  que se vuelve luz intangible y sustituye nuestra densidad, su peso y lentitud, absorbiendo su imagen ya sin la carga de la carne. La realidad virtual invierte la encarnación, esa es su magia hipnótica donde entregamos esfuerzos y emociones y una fe confundida desde sus raíces.

Los espejos están por todos lados, y nuestros egos grandes, medianos o pequeños se multiplican, son la superficie, los personajes que representamos y editamos sin ton ni son sumándonos a la histeria colectiva que alimenta la comunicación de las redes exponenciales de comunicación, tendederos sacudidos por el vértigo de nuestra creciente soledad en el desamparo de la gran urbe y su maquillado agotamiento.

¿Qué carajos  es esto?, se puede decir con cruda franqueza. ¿En que trama perversa hemos caído al estrujar la materia y nuestros cuerpos y mentes sin reparo alguno?

Habitamos ruinas de humanidad en este juego de dioses no ajeno a una arqueología del ser, con minúscula, e incluso fuera de las luminarias que exponen cada detalle, cada acto, donde es posible recuperar alguna huellas en este cruel espectáculo del siglo XXI, la llamada “era del conocimiento” sometida a la dictadura de los apetitos y al mercado de los sentidos

Pensar en ello no es negar lo que sabemos de lo extraordinario que puede ser y es la capacidad colectiva que potencialmente se tiene con el uso de los medios para compartir conocimientos, arte, experiencia, solidaridad, conciencia.

No obstante ahí está la sombra que se expande donde la lógica de la ganancia, la violencia, la imbecilidad se promueven sin límite alguno. Y tal vez lo más significativo se encuentra en las consecuencias de esta tensión civilizatoria que el uso indiscriminado de la tecnología digital provoca al convertirse en la mayor de las adicciones.

La fractura del lugar y la pérdida de la presencia son dos temas vinculados a este rápido que caracteriza el primer cuarto del siglo XXI, donde el hábito de la violencia es una mala señal, que erosiona cualquier virtud que se pretenda exhibir como logro.

La necesaria extrañeza

miércoles, abril 5th, 2017

Hay una pérdida que es difícil de apreciar, porque no tenemos los intervalos, los momentos, los espacios, para percibir y retomar la experiencia de vida desde otro territorio que no esté tan expuesto. Pintura: Tomás Calvillo

La rutina mata, suelen decir algunos en forma exagerada, como advertencia para no perder el ánimo en las tareas diarias que emprendemos. El ánimo es fundamental, se puede decir que es la energía misma que nos habita y nos expresa en nuestro actuar, le imprime una cierta calidad a las cosas que hacemos y a los eventos donde nos involucramos.

Pero algo sucede en el día a día, más aún en esta época, donde las notas de toda índole se filtran y pretenden robar nuestra atención. No es exagerado decir qué hay una para cada segundo, sea en forma de imagen, fotos, ilustraciones, escenas de cualquier tema, música de todos los géneros, conversaciones en la radio o en la calle que repiten algún tema viralizado (como se califica hoy a la expansión por minutos de alguna información que se vuelve dominante).

En este proceso  que estructura una forma de lenguaje aparentemente siempre renovado, vamos perdiendo una plasticidad propia del existir que suele nombrarse: asombro, libertad, origen y demás; incluso en su forma más simple, frescura. Estas palabras y otras afines están desapareciendo de nuestro diccionario. Sin duda estamos más próximos a léxicos como: autómatas, virtualidad, impacto, redes, internautas.

Hay una pérdida que es difícil de apreciar, porque no tenemos los intervalos, los momentos, los espacios, para percibir y retomar la experiencia de vida desde otro territorio que no esté tan expuesto.

La explicación de la vida diaria a través de los múltiples medios electrónicos a nuestro alcance convierte la experiencia de la realidad en un catálogo interminable de temas que pueden ser consumidos cuántas veces sean posibles.

Si el asombro se menciona como el origen del pensamiento, hoy en día ha perdido su cualidad y se diluye en la competencia por la atracción del cliente que responde a los estímulos visuales y auditivos que lo vinculan a redes convertidas en suaves grilletes que nos encadenan a los circuitos de la información.

Portadas de periódicos  electrónicos donde aparecen los cuerpos destrozados de hombres y mujeres muertos en un atentado terrorista junto a la imagen de una candidata sonriente que compite para ser elegida gobernadora y ahí mismo, el jugador estrella de futbol abrazando su estatua recién inaugurada a la entrada del estadio; al parpadear nuestros ojos esas instantáneas de la realidad sellan la orfandad de nuestro destino diario: somos las generaciones de  “todo es lo mismo”.

¿Cómo recuperar la textura del conocimiento que atestigua la extrañeza como un principio vital, que recupera para el individuo su propio lugar en la experiencia, de su saber y saberes? La extrañeza, que no está programada, ni clasificada, que nos obliga a callar y sumergimos en la interioridad, explorando la naturaleza de nuestra mente y permitiendo recuperar la presencia radical del estar aquí y ahora, sin herramientas que intercedan con nuestro hábitat interno y externo.

Captar esa conciencia nuestra cuyo lenguaje no tiene que encontrar un espejo fuera, ni justificación alguna para desplegarse, una conciencia que circunda el espacio reconocido como propio, no como propiedad, sino como el lugar primario donde se articula nuestro entendimiento del existir, de nuestro estar y su fugacidad.

La masificación del ego como exposición continúa en la que participamos como una medusa cultural de millones de cabezas, ha introducido a todos los ámbitos, incluyendo al de la creatividad, una demografía avasalladora donde la competencia establece una suerte de lotería que cada segundo se expresa para hacer visible alguna particularidad. Paradójicamente el orden posible de ello se convierte en clasificaciones tipológicas que buscan en el mejor de los casos identificar rastros semejantes.

Las toneladas y toneladas de expresiones personalizadas suelen dominar la propia recepción de las mismas y la empatía posible es sustituida por una suerte de aturdimiento.

Los algoritmos se vuelven un lenguaje obligado y refuerzan la automatización de las experiencias y del propio conocimiento, acotándolo a prácticas que facilitan el acoplamiento al aceleramiento de los procesos culturales donde  vitalidad  y funcionalidad son sinónimas.

Esta máquina sociológica sofisticada se asienta cada vez más en las fórmulas matemáticas que escanean las densidades demográficas para codificar y elegir los rostros cambiantes de la realidad, en sus dinámicas de selección cuantitativa. Gustos, transmutado en apetitos insaciables, aparecen como ganancias continuas en un montaje de gratuidad que premia la lealtad del consumidor adherido en cuerpo y alma…

Cómo retomar el aliento, el ánimo, en ese marasmo que parece cada vez más imparable, de una y otra y otra y otra expresión multifacética que la sociedad de la llamada “información y conocimiento” esculpe sin reparo, aniquilando esas texturas vitales de la condición humana en su presencia desnuda, sin atajos pretendidamente civilizatorios de su camino que recorre entre la vida y la muerte conocido como historia.

Restituir la extrañeza como señal irrenunciable de nuestra condición es una tarea necesaria y relevante. Recuperarla más que el propio asombro que se encuentra asediado, casi convertido en una presa del cautiverio de los espectáculos, asimilado a la industria del turismo y demás.

En cambio la extrañeza retiene su poder e impide la celebración cotidiana de una ganancia o de la inercia de esta industria global que busca exprimir y mostrar todo lo que se encuentre a su paso.

La otredad y el otro, los vasos comunicantes de la historia y la antropología e incluso la creación y desmesura de la literatura están siendo estrujadas en sus disciplinas de conocimiento por estos engranajes y corren incluso el peligro de agonizar como le sucede  hoy en día a la ciencia política y su ámbito.