Jorge Zepeda Patterson

15/05/2022 - 12:05 am

Proteger criminales ¿desliz o estrategia?

Cuando el Presidente afirma que debemos proteger a los delincuentes parecería que está viendo un bosque lejano con árboles muy distintos a los que cada día nos topamos los mexicanos.

No se trata de desatar la guerra absurda e ilegal contra los cárteles que ya mostró su inutilidad, pero sí de ejercer funciones mucho más decisivas para contener la expansión del crimen. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro.

No deja de sorprenderme el espíritu optimista y jovial de Andrés Manuel López Obrador al arrancar las mañaneras. ¿Cómo hace para presidir la reunión de seguridad a las 6 de la mañana, en la cual se hace el recuento de infamias que cada 24 horas recoge la vida de las alcantarillas de este país, y presentarse a una conferencia de prensa minutos más tarde como si viniese de un Spa y un masaje relajante?

Sus críticos dirán que tal polaridad obedece a una disposición al bloqueo de todo aquello que no entra en la tesis de que su presidencia es un éxito. Otros, más favorables, asumirán que no es más que una característica propia de un Jefe de Estado; gestionar los detalles sin perder la perspectiva de conjunto; es decir, abordar los contratiempos de cada día manteniendo la vista en la perspectiva del derrotero a seguir. Usted escoja.

Lo cierto es que con frecuencia genera equívocos esta visión diacrónica y sincrónica simultánea dirán los sociólogos, dentro y fuera de la caja según los mercadólogos, o bipolar de acuerdo con la psicología de revista de salón de belleza.

Cuando el Presidente afirma que debemos proteger a los delincuentes parecería que está viendo un bosque lejano con árboles muy distintos a los que cada día nos topamos los mexicanos. ¿Cómo puede decir eso cuando los cárteles y las bandas siembran el terror, asesinan, extorsionan, violan y destrozan la vida de comunidades? ¿Lo desconoce el mandatario?

No, no es así. López Obrador ha asistido a cerca de 800 reuniones destinadas a inventariar los diarios horrores del país y conoce con precisión el grado de violencia y sufrimiento que padecen los mexicanos. Y no solo porque lo escucha en el parte policiaco y militar de cada día, también porque lejos de estar encerrado en una oficina de Palacio, es un hombre que recorre comunidades y se entera de los pareceres de los habitantes y autoridades locales.

¿Por qué entonces esta aparente suavidad del Presidente en sus referencias a sicarios y delincuentes en comparación, por ejemplo, con la dureza que utiliza al hablar de sus rivales políticos? Encuentro tres razones.

Primero, su muy conocida tesis de que la violencia engendra más violencia. Es un principio ético y también práctico, luego de dos sexenios en los que las fuerzas armadas hicieron justamente eso con resultados, en efecto, contraproducentes. Durante las administraciones de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, período de “guerra” abierta contra los cárteles, el número de asesinatos creció año con año. Lejos de extinguirse con esta merma, las fuerzas del sicariato parecían multiplicarse de manera indefinida. Una clara demostración de que, por sí misma, la violencia genera más violencia. En este sexenio no han disminuido las muertes, pero la cifra ha dejado de crecer. Por lo demás, ejecutar o torturar sicarios no solo no elimina a la delincuencia sino envilece al propio Estado y deja en el ejército la peligrosa percepción de que se encuentra por encima del orden institucional. La declaración presidencial sobre la necesidad de “proteger” a los delincuentes del uso ilegal de la fuerza, quizá no es la manera más afortunada de enunciarlo, pero en términos de una sociedad que aspira al estado de derecho, difícilmente podríamos estar en desacuerdo con el espíritu que la anima.

Segundo, López Obrador ha repetido una y otra vez que el ejército es pueblo. Lo que no ha dicho, hasta donde sé, pero cada vez estoy más convencido de que lo piensa, es que los miembros de los cárteles también lo son. Cuando el presidente aboga por una estrategia que se aboque a los factores socioeconómicos que causan la delincuencia (la falta de oportunidades para los jóvenes, la descomposición social y familiar, la ausencia de valores y en general la pobreza), implícitamente está definiendo a la criminalidad como el resultado de una sociedad injusta y desigual. Por más que sus delitos sean abominables, asesinar o torturar a quienes los cometen, de alguna forma, equivale a victimizarlos dos veces. Esto no significa que deban gozar de impunidad o que la autoridad se mantenga indiferente; pero sí que debe trabajarse en contener el daño que causan dentro de los márgenes de la ley y, más importante, resolver las condiciones que propician su existencia y su reproducción.

Tercero, tengo la impresión de que, dentro de esta estrategia de atacar las causas, paliar la falta de oportunidades y prescindir de la violencia inútil, el Presidente consideró que el despliegue de la Guardia Nacional en el territorio y la construcción de cuarteles reduciría o al menos estabilizaría por lo pronto el protagonismo del crimen organizado. Según este esquema, mientras el Estado atendía las causas de largo plazo mediante la construcción de opciones para los jóvenes, en el corto plazo la sola presencia física ayudaría a contener la criminalidad. Obviamente no ha sido así. La inacción de las fuerzas de seguridad fue interpretada por las bandas como una oportunidad para expandirse. Quizá no haya más muertos que antes, pero existen muchas evidencias de que el Narco ha intensificado su control del territorio.

Me parece que ha llegado el momento de que la 4T revise su estrategia. Por un lado, porque lo que corresponde al despliegue de cuarteles y la actitud pasiva no ha dado el resultado esperado y por otro porque la creación de oportunidades y la eliminación de la pobreza (es decir la atención a las causas) han sido más bien precaria debido mayormente a la crisis económica.

No se trata de desatar la guerra absurda e ilegal contra los cárteles que ya mostró su inutilidad, pero sí de ejercer funciones mucho más decisivas para contener la expansión del crimen y propiciar la recuperación efectiva de territorios y carreteras perdidas. Si hubiera que hacer una crítica a la estrategia de seguridad del Presidente sería en este sentido y no en el de escandalizarse por su empeño en combatir a los delincuentes dentro del marco de la ley, por más que su petición de “protegerlos” no haya sido la mejor manera de expresarlo. @jorgezepedap

Jorge Zepeda Patterson

Es periodista y escritor.

https://dev.sinembargo.mx/author/jorgezepeda/

14 comentarios "Proteger criminales ¿desliz o estrategia?"

  1. Y las victimas APa’? Para ellas que?El.Sr. Zepeda quiere minimizar el hecho que las muertes relacionadas con el crimen organizado al ritmo creciente en 3.5.años de este fallido gobierno, la tendencia es acabar con el PEOR sexenio en muertes con un record desspués de d3 gobernos neoliberales. De esto hay que hablar Sr. Zepeda y no de tratar disculpar a este que funge más como presidente de un partido politico que como dirigente de una Nación, el como lo dijo, es verse a los pies

  2. No se está protegiendo criminales. Lo que AMLO quiso decir es que una lucha frontal contra ellos, es decir, su eliminación física, no es la solución. Se ha seguido eliminando laboratorios donde se fabricaban drogas y a algunos de los capos del narcotráfico se les ha apresado. En los años anteriores, los presidentes tenían como principal encomienda matar a los narcotraficantes, incluyendo a los cabecillas, produciéndose un baño de sangre gigantesco. Cuando sucedía esto, de inmediato surgía un nuevo capo que sustituía al muerto y al final no se lograba nada importante. Así que ahora el combate al narco se hace con otra perspectiva.

  3. Les quieren justificar todos sus yerros cínicos.
    A la regenta su responsabilidad en el mantenimiento y supervisión de la línea 12.
    Al autócrata de palacio su predisposición por defender delincuentes y narcotraficantes.
    Sin embargo, se hacen de la vista gorda con la vacuna Abdala y la importación de médicos cubanos sin certificación alguna.

    1. Coincido con tu comentario Ricardo, éste gobierno de AMLO de justificiines, ocurrencias, indiferencia, y quejas del pasado, corrupción, y engaños al pueblo, no tuvieron la capacidad de resolver los grandes problemas del país,les quedó grande el paquete… Aunque tengan otros datos.

  4. Ya se comento cuales son las causas 1) El ejército como en muchas otros enfrentamientos a veces es mejor replegarse a causar muertes en exceso 2) Muchas veces se utiliza a la población para proteger a los delincuentes por lo que reciben y no es el fin matar a civiles 3) Además, matar no es la opción, salvo que sea en f¡defensa propia.. Seguir matando gente o delincuentes no es la solución. Se tiene que cambiar de raíz la estrategia..desde los periodistas paleros de los delincuentes, desde los políticos infiltrados con la delincuencia (borolas-garcía-chapo). Quisieran, están arañando que hubiera una masacre, de personas..para decir..»ya ven son los mismo» y entonces van a decir «pobres delincuentes, también son personas»..son cínicos.

  5. ¡Estrategia? Todas las estrategias tienen un riesgo y un costo. En este caso el costo a ‘corto plazo’; como dices, provoca un desgaste moral, social y económico altísimo. El costo lo están pagando las familias, los individuos, los que perdieron a sus seres queridos, los que ya no podemos salir por miedo; y un tejido social y comunitario desgarrado por la indiferencia y la desconfianza.
    El riesgo es que las secuelas sociales, culturales y comunitarias de esta estrategia sean irreversibles, que tengamos varias generaciones de mexicanos furiosos, divididos y heridos.

  6. Aún dentro de tu crítica no dejas de disculpar la incapacidad de este tipo, es claro que sus teorías son equivocadas pero le sirven para justificar sus resultados y falta de trabajo o inacción, resulta que es un estratega maravilloso y un hombre bien intencionado pero con pésimos resultados pero debemos agradecer que lo tenemos

    1. Es cierto, el articulista, cuando lo disculpa siempre le concede lo que nunca le entregara, la humildad de decir «me equivoque». Más Zepeda, me permite reconocerle que en su crítica, siempre le da un tallón no menor. Algun día no habrá manera de exculparlo.

  7. Si AMLO trabajar a en las causas de la delincuencia no tendría programas de apoyo superficial, la vida es mucho más compleja que paliarla con dinero público, el propio no lo va a poner. Los tres argumentos muestran con claridad las desviaciones que AMLO tiene. no tiene idea de prevención del delito, menos de ruptura del tejido social. No era con la militarización la solución, los cuarteles de GN nada representan y la presencia de la SEDENA y Marina es la misma que de gobiernos pasados. Además los hechos amenazan con agravamiento no por el avance de los delincuentes si no por la migración que en las familias mexicanas se esta dando dejando mayores espacios para cautivar niños y adolescentes para que se incorporen a sus huestes y pasen a formar parte del tráfico de personas. la estrategia de estos cuatro años no se rectificaran si no con cambio de gobierno y quien sabe.

    1. El narcotráfico es un problema del capitalismo. El «fracaso» de no llegar ser muy rico (sueño americano) te lleva a drogarte y así alimentas la cadena prohibida y la vez jugosa. Matar competidores y malos clientes es la «vital». El judaísmo y su invento del infierno no logró asustar a la gente como el invento del capitalismo de no poder ser feliz con poco.

  8. Coincido con tu comentario Ricardo, éste gobierno de AMLO de justificiines, ocurrencias, indiferencia, y quejas del pasado, corrupción, y engaños al pueblo, no tuvieron la capacidad de resolver los grandes problemas del país,les quedó grande el paquete… Aunque tengan otros datos.

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