Todos hemos visto alguna vez alguna escena de maltrato hacia un animal, ya sea la de un humano golpeando a un perro o la de un cerdo siendo degollado en un rastro, y seguramente nos ha causado indignación ver estas imágenes, pues sabemos que eso que estamos viendo, está lleno de dolor y sufrimiento.

Por increíble que parezca, pese a la evidencia científica, aún se duda de la capacidad de sentir de los animales no humanos y además, siguen siendo vistos como cosas en la mayoría de las legislaciones del mundo, lo cual los mantiene viviendo una vida llena de abusos y terribles maltratos.

El debate de nuestros deberes hacia los otros animales no es algo nuevo, ha habido posturas a favor desde la Grecia clásica. Existen argumentos de diferentes áreas como Filosofía, Bioética, Política y Derecho que sustentan la mayoría de las teorías a favor de los animales, la mayoría tienen en común el argumento de que la pertenencia a otra especie no es una razón válida para no ser considerados por la moral y el Derecho.

El 7 de julio del 2012 la ciencia reconoció que los animales tienen consciencia, a partir de ese momento la idea que muchos compartimos de respetarlos y protegerlos tomó fuerza, se convirtió en una necesidad cambiar la concepción que teníamos de ellos y el trato que les dábamos.

En dicha declaración firmada por un grupo de científicos en la Universidad de Cambridge se leía: «…el peso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la conciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y aves, y otras muchas criaturas, entre las que se encuentran los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos».

Luego de esta declaración, existen suficientes argumentos y datos científicos para reconocer que los animales no humanos son seres sintientes y los humanos tenemos obligaciones hacia ellos, sobre todo de no dañarlos, así como promover, proteger, respetar y garantizar su bienestar.

Esto significa que si los animales no humanos pueden experimentar diferentes sensaciones y emociones como dolor y frustración de sus intereses, eso es suficiente para tenerles consideración moral y poder darles protección jurídica. Sin embargo, hasta ahora el pensamiento que ha prevalecido en la sociedad y las leyes ha sido el que asegura que los animales son como máquinas, simples cosas sobre las que podemos ejercer nuestro dominio. Esta postura, del filósofo Descartes, ha sido debatida por siglos.

No sólo diversos científicos han abogado por la sintiencia, sino que nosotros mismos podemos corroborarlo, sabemos que los animales con los que convivimos tienen sus propios intereses, basados en su experiencia individual, que prefiere uno u otro alimento o actividad y buscan evitar aquello que les causa malestar. Esto pasa con, al menos, todas las especies que tienen un sistema nervioso complejo, por ello deberían ser protegidas del daño e impulsadas a desarrollar sus capacidades.

Es momento de ampliar nuestro marco de indignación sobre el maltrato animal. Es un hecho que hoy en día algunos animales ya cuentan con protección legal, como aquellos con los que habitamos, pero es momento de dar el siguiente paso, citando a la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, no existe motivo válido alguno por el que los mecanismos de justicia básica, derecho y legislación existentes no puedan hacerse extensivos a todos los animales. En el bienestar animal y su protección no debe haber distinciones de especie.

Debemos hablar de la sintiencia de los animales, legitimarla y defenderla. Es por eso que desde Igualdad Animal impulsamos una nueva iniciativa para reconocer en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos la sintiencia de los animales, un principio rector que apoyará en la fundamentación de la protección legal a los animales, en la presentación de denuncias por maltrato y será clave para el desarrollo en México de litigio estratégico y desarrollo de jurisprudencia a favor de los animales.

El incorporar en el Derecho positivo las disposiciones necesarias para proteger, respetar, promover y garantizar el bienestar de los animales no humanos se trata de una cuestión de justicia y es que no podemos seguir ignorando la urgente necesidad de reconocer la sintiencia de los animales y la responsabilidad que tenemos de proteger su bienestar.