Sapos en la lluvia, una pregunta abierta sobre si la infancia es destino o no
PorObed Rosas
19/03/2022 - 12:05 am
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Ghada Martínez habló con SinEmbargo sobre su libro de cuentos Sapos en la lluvia, el cual ofrece una amplia mirada hacia el núcleo familiar y los silencios que esconde tras las cotidianidad.
Ciudad de México, 19 de marzo (SinEmbargo).– «En Sapos en la lluvia (FCE) se plantea esta pregunta de si infancia es destino o no y qué tanto se puede uno alejar de lo que te ha construido”, comenta la escritora Ghada Martínez sobre la materia que alimenta este libro de seis cuentos con el que ha debutado en la escena literaria.
Su obra realiza una serie de cuestionamientos sobre las diferentes violencias que se dan en los núcleos familiares y en las relaciones entre padres e hijos, centrándose en la mayoría de los relatos en el rol de la madre, a partir de una visión que rompe con el estereotipo al que se le ha obligado enmarcarse.
“(Es) un cuestionamiento al núcleo familiar y a qué tanto es realmente sano o lo mejor para nosotros porque luego está esta idea de que la madre, de que la familia buscan lo mejor para nosotros y saben qué es mejor para nosotros, pero a veces no”, comentó la autora en entrevista.
Ghada Martínez teje cada una de sus historias con una serie de emociones, situaciones y escenarios ambivalentes en los que tienen lugar tanto la ternura y el amor, como el horror y la miseria. Esa misma característica se extiende hacia algunos de los personajes que provocan en el lector todo tipo de impresiones.
“Los personajes de Sapos en la lluvia son personajes con sus destellos luminosos pero también con sus monstruos y yo en realidad creo que así somos todos, es algo inherente a la esencia humana”, expresó Martínez al respecto.
De esta manera, en sus cuentos se puede conocer la perspectiva de la inocencia a partir de la historia de un menor que tiene que lidiar con los horrores de la violencia; la de una hija que vive con su madre en una relación de amor y odio; la de dos hermanos, cuyo día a día está marcado por la depresión de uno de ellos; la de una mujer que recuerda su infancia con un familiar rezagado de la convivencia; la de una niña que tiene que aguantar los designios religiosos, y en un última instancia, la de dos amigas que se funden en una relación que da luces a su entorno familiar.
“Siempre que me preguntan yo digo que Sapos en la lluvia es un libro que habla sobre los silencios porque uno lee las anécdotas y aparentemente son cotidianidades e incluso he escuchado que algunas personas lo clasifican como costumbrista y entiendo en el sentido de que son las vidas diarias de ciertos personajes y en donde aparentemente pues no pasa nada, pero detrás de este no pasar nada, las acciones que llevan en su vida diaria hay un montón de cosas debajo y hay cosas que muchas veces son incómodas de hablar”, señaló en ese sentido Ghada.
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—Sapos en la lluvia, tu ópera prima, un libro con seis cuentos retrata desde muchos aspectos la infancia, pero lo hace con historias en donde los acecha lo funesto. ¿La infancia siempre yace bajo una amenaza permanente?
—Yo creo que indudablemente la infancia es una etapa muy importante de la vida, pero no solo eso, sino muy frágil porque es cuando aprendemos cómo es el mundo, nos formamos una idea de cómo es nuestro entorno entonces al ser la etapa más maleable de nuestras vidas, pues indudablemente hay muchas cosas que pueden salir mal y sobre todo porque quieras o no nuestras relaciones, nuestros contextos pues están llenos de claroscuros, de cosas que pueden ser lindas, de amores que pueden ser sanos y bonitos, pero también de violencias y de cosas que son dolorosas. Yo no estoy segura de qué opino al respecto, pero en Sapos en la lluvia se plantea esta pregunta de si infancia es destino o no y qué tanto se puede uno alejar de lo que te ha construido, es una pregunta abierta.
—En cada una de las historias expones la relación entre hijos y su madre, cada uno a su manera, en unos se desarrolla más y en otros se menciona de pasada. ¿Por qué tus personajes enfrentan estas maternidades lejos del estereotipo en el que se les obliga a enmarcarse las mujeres?
—Para mí era importante plasmar esto que te comento como esta ambivalencia y estas contradicciones que se pueden dar en nuestros apegos más cercanos y qué apego más cercano que el que de la madre, que es más visceral y uno siempre piensa o se supone que la madre es una instancia que nos da seguridad, que nos da ternura.
Idealmente siempre está ahí para nosotros, pero claro, en el mundo real, esto no es siempre cierto y me intrigan, me inquietan un poco estas maternidades donde hay amor, hay un apego importante, hay cariño, pero que de alguna manera esto se tuerce y se vuelve un poco oscuro, incluso violento, como en el caso del cuento de “La madre espera” y creo que en general los cuentos del libro donde se menciona la figura de la madre es simplemente poner en tela de juicio el papel estereotípico de la madre pues finalmente las mujeres, antes de ser madres son mujeres, y los hijos también somos personas, no solo hijos, entonces es complejo porque al final de cuentas uno podría decir ‘buena madre, mala madre’ pero cada uno tiene su propio bagaje emocional.
—Son cuentos breves, pero llenos de reflexión. Te dejan un sentimiento de vacío algunos y otros te obligan a pensar sobre la condición humana, en ese sentido, ¿la crueldad es inherente al ser humano?
—Fíjate que yo creo que sí. Esa es una visión muy pesimista, pero creo que en la condición humana hay cosas muy bellas, muy nobles y muy bonitas, pero también hay cosas horribles, sin hablar específicamente de anécdotas o de tragedias más grandes o más aparatosas, hablando un poco de las cotidianidades, de lo que es más común, yo creo que sí, que muchas veces somos crueles en nuestras relaciones, y no necesariamente siempre de una forma consciente.
Creo que al ser todos individuos muy particulares, marcados de formas muy diferentes y con percepciones que a veces pueden ser totalmente disonantes yo creo que sí podemos llegar a ser crueles con otras personas y no es que sea algo normal, pero me refiero a que el quizás lastimar a la gente que está cerca de nosotros, a veces deliberadamente, a veces no, creo que es algo inherente de la interacción humana, no creo que se puede escapar del todo de ello. Uno puede aspirar a tener las relaciones más sanas posibles a construirse desde la ternura, desde el cariño, pero creo que indudablemente siempre va a haber cuestiones dolorosas mientras haya interacción con otras personas.
—También, me parece, cuestionas en las historias esta idea de que la familia lo es todo y que por la familia se hace todo. ¿Es la intención hacer este cuestionamiento?
—Para mi era importante plantear esta reflexión sobre la familia, porque justamente como dices, está muy presente en la sociedad esta idea de que la familia va a ante todo, que la sangre es primero que todo, y digo, creo que los vínculos de sangre son muy difíciles incluso aunque muchas veces sean malos para nosotros o sean relaciones que nos hacen mal, que nos envenenan, creo que muchas veces el apego de sangre es muy fuerte, muy visceral y muy cruel yo creo. Sapos en la lluvia es un cuestionamiento a esto porque finalmente la familia es la que uno escoge y la que está ahí para nosotros, entonces yo diría que se puede leer así el libro, como un cuestionamiento al núcleo familiar y a qué tanto es realmente sano o lo mejor para nosotros porque luego está esta idea de que la madre, de que la familia buscan lo mejor para nosotros y saben qué es mejor para nosotros pero a veces no.
—¿Tus personajes crees que encuentren al final esa paz, esa tranquilidad, esa calma?
—Para mi es una pregunta difícil y hasta cierto punto no dolorosa, pero como que no sé qué pensar porque yo misma tengo este dilema o disyuntiva acerca de si la infancia es destino o no y yo no tengo una postura definida al respecto, no estoy segura la verdad, creo que por eso justamente tenía tantas inquietudes y las intenté retratar en Sapos en la lluvia sobre estos temas.
Yo quiero pensar que sí, que algunos de estos personajes finalmente se reconcilian consigo mismos, con sus familias, que dejan relaciones que tienen que dejar y que hacen lo más que pueden para encontrar una tranquilidad, una paz, pero no sé, no estoy segura, algunas anécdotas que he escuchado, que he leído, de las cuales he investigado, a veces me hacen pensar que no, que muchas veces no se pueden escapar de estos espacios que nos construyen y a que la vez nos destruyen y a veces no siempre son espacios que nos destruyen, a veces son cosas lindas donde crecemos, nos determina de muchas maneras, para mí sigue siendo una pregunta con una respuesta en blanco, quiero pensar que siempre se puede repensarse uno mismo y las relaciones desde un lugar que no nos haga daño, pero no estoy segura.
—Y al mismo tiempo, en tus historias hay amor, un amor que convive con el olvido. ¿Cómo alimentan estos polos a tus personajes?
—Este punto es algo muy importante para mí en el libro, tú lo leíste de esta manera, pero hay varias personas que no lo ven así, ven un panorama muy pesimista. Me alegra que lo hayas interpretado así. Esta disyuntiva y esta disonancia cognitiva entre un amor que muchas veces es genuina y que existe, pero que muchas veces no está estipulado de una manera sana se convierte en un claroscuro que finalmente es muy doloroso.
A mí me parece una pequeña tragedia el hecho de que tu ames mucho, no sé a tu hermano y por diferentes circunstancias sea una persona que no te hace bien o que su relación no funciona del todo o que constantemente están en conflicto y eso genera daños emocionales en ambas partes o algo parecido, se me hace una tragedia como muchas veces estas personas que están tan cerca de nosotros son muchas veces las personas que más nos hieren. Pero como te digo, yo creo que las relaciones son un espectro, entonces hay relaciones que definitivamente están en un espectro más hacia lo sano y hay relaciones que son totalmente destructivas, pero este claroscuro está siempre presente y al menos para mí es un gran tema, una gran inquietud, incluso a lo mejor medio existencial, y es algo que siempre va a estar presente en las relaciones y con lo que muchas personas todavía no nos hemos reconciliado.
—Hablamos de estos claroscuros en las relaciones, pero incluso existen dentro de los personajes, siempre está presente en las relaciones esta ambivalencia, es una cuestión de la esencia humana y que a mi ver está presente en tus personajes.
—Sí claro, estoy totalmente de acuerdo. Efectivamente, al final de cuentas estas ambigüedades se dan porque los personajes son personas y las personas por definición estamos llenas de contradicciones y de disonancias y de cosas extrañas ¿Quién podría decir que se conoce a sí mismo del todo? Definitivamente cada uno de los personajes tiene su propia herida, su propia fantasía, sus propios deseos, sus propios traumas que eso determina el cómo se comportan, pero sí los personajes de Sapos en la lluvia son personajes con sus destellos luminosos pero también con sus monstruos y yo en realidad creo que así somos todos, es algo inherente a la esencia humana.
—¿De todas las historias que escribes hubo alguna que te costara más trabajo, que te marcara o en la que hubieras querido profundizar un poco más?
Todos los cuentos tocan temas que me han inquietado en algún punto. Yo creo el primer tiempo, el de “Caminitos de tierra” no me costó trabajo escribirlo, pero sí es un cuento que me genera como una mezcla de tristeza y mucha ternura a la vez porque es es un cuento que tiene como protagonista a un niño que es plenamente inocente respecto al mundo, que todavía ve un poco las cosas desde esta ética infantil que puede ser bastante linda, bastante divertida, pero a la vez, creo que en ese cuento se puede ver cómo esta percepción infantil se va resquebrajando poco a poco y te puedes imaginar que en un futuro cercano el personaje se va a dar cuenta plenamente de lo que está viviendo y pues ahí está la pregunta que de qué forma va a quedar marcado. Ese cuento me gusta mucho, me genera emociones.
“El de la madre espera”, el segundo, a lo mejor ese sí me costó un poco más de trabajo escribir en el sentido que se me hizo un poco complicado retratar esta relación entre la madre y la hija sin que fuera maniquea porque obviamente la anécdota por fuera es: esta madre controladora que le hace la vida imposible a la hija, pero en el fondo no creo que se pueda reducir a eso, es una madre con muchos miedos, con preocupaciones, con una personalidad propia, que es persona antes de ser madre y que por diferentes circunstancias se comporta de la manera en que se comporta y que la hija obviamente nació de esta persona, está ahí porque lo tocó estar ahí, ama a su madre, pero a la vez obviamente odia la forma en la que se comporta y en la que se ha convertido este amor en control, en una aprehensión excesiva y hasta en cierto punto enfermiza, pero a la vez hay un afecto ahí porque son madre e hija, afecto, amor, pero también codependencia. Siento que me costó un poco de trabajo llegar a este punto de saber cómo retratar las dinámicas que lleguen a ser blanco o negro como maniqueas, esos dos cuentos creo que son de mis preferidos.
—Me parece que cada una de las historias lo que terminan reflejando son temas a veces que pocos se visibilizan y creo que es bastante enriquecedor en tus historias visibilizar situaciones de las que nadie habla.
—Siempre que me preguntan yo digo que Sapos en la lluvia es un libro que habla sobre los silencios porque uno lee las anécdotas y aparentemente son cotidianidades e incluso he escuchado que algunas personas lo clasifican como costumbrista y entiendo en el sentido de que son las vidas diarias de ciertos personajes y en donde aparentemente pues no pasa nada, pero detrás de este no pasar nada, las acciones que llevan en su vida diaria hay un montón de cosas debajo y hay cosas que muchas veces son incómodas de hablar, porque a quien le gusta hablar de las situaciones violentas que pasan dentro de su familia, a quien le gustaría hablar que tiene celos de su hermana y que está harto de que a veces no quisiera que estuviera ahí, son cosas medio escabrosas, también era mi intención en el libro, hablar de esto que muchas veces no se dice.
Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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